CAPÍTULO I

UN EXTRAÑO HA LLEGADO

El tiempo transcurrió con total naturalidad, trayendo consigo nuevos comienzos.

En esa abrumadora soledad y en medio de ese ensordecedor silencio, desde la lejana distancia la siempre joven hija del todo poderoso Cronos, con una infinita paciencia durante muchos años espero a que de nueva cuenta aquel encuentro volviese a a contener. Finalmente su casi eterna espera había terminado y, dibujando una sonrisa en sus rosados labios, cernió toda su atención en lo que sucedía más allá...

(Tokio, 1830)

Y como siempre sucede por esas fechas, el frío invierno a pasos agigantados comenzaba a hacerse presente. Las ultimas y amarillentas hojas que el otoño iba dejando atrás, de los arboles caían y eran arrastradas por el gélido viento del mes de Noviembre.

Las calles de abajo de a poco comenzaban a llenarse de gente para dar paso a todo ese vicio y corrupción que la oscuridad permitía. Los ladrones salían de sus escondites a la espera de desprevenidas víctimas y los lupanares encendían sus sucios faroles, atrayendo no solo a los insectos hacia su cándida luz.

Los curiosos, casi siempre mozuelos, que merodeando por ahí y queriendo conocer que se ocultaba en ese clandestino mundo con aroma a tabaco y anís, pero que faltos del metálico que brilla y tintinea sobre las mesas y qué es capaz de comprar todo incluso placer, pero no verdadero amor, se acercaban para echar un vistazo. Y aunque a veces lograban colarse, nunca faltaba el hombre mal encarado que descubriéndolos, los tomaba por las ropas y los arrojaba a la calle acompañados siempre de una par de altisonantes palabras y un; "Plata, plata"

En las limpias calles de más arriba la alta torre marcaba las seis en punto mientras que del otro lado de la empedrada acera, una campana doblaba y llamaba a sus pocos y mártires fieles a misa.

Frente a la iglesia, un templo se alzaba y era atendido por su joven doncella. A ella no le importaba que el sacerdote, un extranjero, "robara" su clientela. Ella pensaba que mientras las personas creyeran en un "algo bueno", no ofendía a nadie.

En esa misma calle, sentado sobre el suelo estaba un joven regordete de mejillas encendidas y cabello oscuro. Vestido con un uniforme negro por el cual asomaba una impecable telnyashka, dejaba en claro que se trataba de un marinero al servicio de su lejano Zar. Acompañado de una concertina, el oficial sacaba de él unas pintorescas notas, dando con ellas un poco de color a las grisáceas calles. Aquellos curiosos que eran atraídos por su música y su extraño idioma que para nada lograban entender, pasaban y en su gorro dejaban caer unas cuantas monedas, produciendo un sonido tintineante y ante lo cual el hombre dibujando una sonrisa en sus carnosos labios, respondía con un gentil; "Spasiva"

Mas allá, en la casi recién inaugurada estación del tren, la máquina de hierro anunciaba su triunfante llegada con una densa fumarola y con un ensordecedor sonido.

La gente al verlo aproximarse, rápidamente encaminaban sus pasos hacia el andén para recibir a aquellos que llegaban de lejanas tierras. Algunos acudían para ofrecer diversos servicios, sin embargo la mayoría de ellos en lugar de hacer un bien, terminaban robando a los desprevenidos extranjeros. Los verdaderos comerciantes con sus canastas, se apiñaban para ser los primeros en ascender.

El tren finalmente detuvo su pesado andar, abriendo sus puertas para que sus ocupantes bajaran y aquellos que se marchaban, subieran.

Un trabajador de la estación subió para comprobar que todos los pasajeros descendieran y al hacerlo, descubrió que sobre un asiento un joven envuelto en un capote negro se había quedado dormido. El oficial se acercó a él y colocando su mano en su hombro, lo llamo; "Hijo, hemos llegado a Tokio"

El joven poco a poco fue abriendo los ojos, encontrándose con el hombre que lo llamaba; "Lo lamento, no escuche la señal de llegada"

"Lo entiendo. Lo mejor es que bajes ahora, no querrás que el tren de vuelta y te regrese a donde comenzaste tu viaje"

Esas terribles palabras hicieron que el mozo se reincorporara de golpe; "Gracias por avisarme", tomando el bulto que lo acompañaba y quitándose el negro gorro que cubría su rubia cabeza, descendió de la máquina.

Sorprendido por haber llegado hasta ese sitio, el cual representaba toda la modernidad del viejo Japón, sobre el hombro echo su saco y aferrado sus dedos a él, comenzó así a caminar por aquellas solitarias calles. Desconfiado y para evitar que lo robaran, con atención observaba a su alrededor al mismo tiempo que adoptaba una postura de total familiaridad con el lugar. No podía permitirse el lujo de perder sus cosas, lo cual era lo último que poseía. Sin embargo equivoco su camino porque en lugar de caminar calles arriba, lo hizo calles abajo.

"Debo buscar un lugar para dormir, pronto oscurecerá y no conozco este lugar", pensaba mientras veía abiertas las puertas de los sucios hostales y las cuales eran vigiladas por hombres que a simple vista, no inspiraban ninguna confianza.

Las personas al verlo pasar por sus ventanas, lo observaban con cierta sorpresa y luego aseguraban sus puertas.

El sujeto de la telnyashka al verlo se encogió de hombros. Sabía lo que se sentía atraer esas curiosas miradas, pero no era porque fuera un extranjero, sino por las ropas occidentales que llevaba y aún más por aquella oscura prenda que sobre sus hombros portaba.

Una mujer, atraída por ese porte y porque ademas era su oficio, esperando ganar algo o robarle, al verle pasar por su puerta se aproximó a su encuentro; "Oye campesino", dijo observando su piel tostada por el sol. "¿Qué haces por aquí?... ¿Necesitas compañía?... un hombre jamas debería andar solo"

El rubio ante su ofrecimiento continuo su camino. Solo él sabía cuántas noches había pasado en desvelo y cuantas horas estuvo sentado en aquel frió vagón.

Inclinándose para abrochar la agujeta de su zapato ingles, escucho el rumor proveniente desde una izakaya. Su seca garganta necesitaba beber algo.

Dirigiendo sus pasos hacia allá, ingreso en la misma. Las personas que en ella bebían al verle hicieron silencio al mismo tiempo que le dirigían la misma mirada de extrañeza de hacia unos minutos.

El hombre que servía detrás de la barra grito; "No… no se aceptan militares, mujeres ni marineros"

El joven miro hacia todos lados, observando a las damas que como si nada se paseaban por la misma; "No aceptas mujeres en tu establecimiento… y esas que beben con esos hombres, ¿Qué son?"

El sujeto negó con la cabeza mientras que con una trozo de tela limpiaba el fondo de un vaso; "Cuando dije que no aceptaba mujeres en mi establecimiento, me refería a mujeres decentes, mujeres de su casa. Estas son solo rameras"

El extranjero ante su absurda explicación se encogió de hombros; "Siguen siendo mujeres… además no soy militar, mucho menos un marinero. Este capote me lo ha obsequiado un oficial que viajaba en el mismo vagón que yo. No sabes el frió que puede llegar a hacer en un tren. Saque". Habiendo dicho coloco su saco de viaje muy cerca de él.

"Como usted ordene… aunque considero que tan solo eres un niño", el hombre sirvió la bebida que le había pedido.

"En mi tierra me consideran un hombre. Gracias", replico dándole un sorbo grande.

El cantinero se sorprendió ante sus palabras; "Eres educado, por lo regular la gente que viene a este lugar carece de modales… ¡Oye tú!, bájate de la mesa", dijo y luego grito hacia un hombre que había tenido la osadía de escalar una.

"Púdrete", el ebrio respondió dejando caer su bebida al suelo.

"No me importa cuántos rompas, al final tendrás que pagarlos"

No prestandole atención al alboroto, continuo; "Considero que lo modales jamás sobran en ninguna conversación, no importa si es en el campo, la ciudad o en un burdel", habiendo dicho hizo un ademan para que volviera a servirle. "Como puede ver, no soy de este lugar. He venido buscando suerte y ahora necesito un lugar para dormir… a mi paso solo he encontrado sucios hostales… ¿Conoce algún sitio limpio y seguro a donde pueda ir?"

Una de aquellas mujeres, habiendo escuchando lo que buscaba se acercó a él y abrazándole por detrás, deposito un beso en su mejilla; "He escuchado lo que has dicho. Hace frío, pero si tienes dinero, esta noche la puedes pasar en mi compañía"

El hermoso rubio sonrió y negó con la cabeza; "No. Vete", ordeno secamente.

El cantinero también sonrió; "No tengas miedo, están limpias… me caes bien, yo invito"

"No, pero muchas gracias. Quizás luego", una vez más fue cortes al responder.

La mujer soltó una chillona carcajada y quitándole el trago, la arrojo contra el suelo, atrayendo con ello la atención de todos; "¿Quién te crees que eres para despreciarme?, en este territorio yo soy la mejor… la mejor de Tokio… hombres ricos vienen de otras ciudades a buscar mis servicios y tú, un estúpido mocoso se atreve a rechazarme. ¿Acaso eres afeminado?... ¿Lo que te cuelga no te sirve?", descaradamente dirigió sus manos hacia su pantalón.

El mozo, deteniendo sus procaces avances, la tomo con fuerza de las muñecas; "No deseo tu compañía, eso es todo", una vez más fue educado, aunque la situación comenzaba a salirse de su control.

"Entonces vete al templo, allí estarás perfectamente bien con las doncellas", aún riendo, la mujer se alejó.

El cantinero negó con la cabeza, sintiendo que sus mejillas hervían de pena; "Lamento que estas sean las primeras impresiones de nuestra ciudad. Por favor, no vayas a pensar que todas las mujeres son así de procaces y mal educadas. Pasa que las cosas son así en este punto de la ciudad"

"Comprendo. Son solo unas desafortunadas que no tuvieron otra opción", dijo al mismo tiempo que hacia un ademan para que le sirviera otro trago.

"Eres muy educado. Lamento mucho lo que ella dijo…. no tengo mucho, pero atrás de mi negocio tengo una bodega, ahí podrás quedarte el tiempo que gustes. Solo que es un poco frío. Hay mantas y un baño, confió en que estarás bien"

"Muchas gracias, acepto su oferta, ya mañana podre ir y buscar algo", el joven dijo mientras el cantinero le servía la bebida.

El sujeto río un poco; "Con tanta platica y tanto mal entendido no hemos tenido oportunidad de presentarnos, me llamo Furuhata"

"Agradezco mucho su hospitalidad. Yo soy Haruka Tenou", el rubio contesto, luego metió la mano a su pantalón y cuando estaba por pagar. Furuhata negó con la cabeza.

"La casa invita. Lamento los problemas que te hemos causado. Anda, ve a descansar… le diré a mi hermana que te lleve algo de cenar"

"Gracias", tomo su saco y volviéndolo a echar sobre su hombro, comenzó a caminar hacia el lugar que el joven le había indicado.

Haruka Tenou ingreso dentro de la bodega y encendiendo un par de velas, descubrió que ese lugar era mucho más de lo que hubiera esperado encontrar. Era diez veces mejor que pasar varios días en el tren y diez mil veces más seguro que un sucio lupanar.

Caminando hacia el fondo, se encontró con un futon y un par de mantas con las cuales podría abrigarse.

Colocando en el su saco de viaje al cual durante todo el camino se había aferrado con todas sus fuerzas, comenzó a revisar su contenido.

Aliviado porque todo seguía ahí, del fondo extrajo un par de calzoncillos, tres pantalones, dos camisas, un abrigo y una par de calcetines.

Desdoblando con cuidado una de sus camisas, extrajo de ella dos grandes fajos de billetes. Les dio un rápido vistazo y luego volvió a ocultarlo entre su ropa interior. Eran todos sus ahorros y la pequeña herencia que a su muerte, su abuelo y única familia, le había otorgado.

De pronto y sin previo aviso la puerta se abrió, dando paso a una joven mujer que al verle grito.

"¿Quién es usted?", pensando que se trataba de un ladrón, asustada cuestiono al mismo tiempo que en el aire elevaba una escoba para golpearle.

"Lamento mucho haberla asustado, pero por favor no grite", replico cubriéndose la cabeza de cualquier golpe.

"¿Qué hace aquí?", cuestiono volviendo levantar a la escoba.

"Su hermano me permitió pasar la noche en este lugar", replico protegiéndose el rostro.

"¿Conoce a mi hermano?", pregunto bajando su guardia.

"Vengo de su negocio y al preguntarle por un lugar limpio en el cual pudiera para pasar la noche, me dijo que este era el sito indicado", respondió con una sonrisa. Sonrisa que puso nerviosa a la chiquilla.

"Si mi hermano lo ha enviado, entonces usted es bien recibido", calmada contesto al mismo tiempo que hacía una reverencia.

"Agradezco la hospitalidad de su familia. Señorita, no se preocupe, yo soy persona de bien y no vengo a causar ningún problema"

La joven sonrió; "Entonces sea bienvenido… ¿De dónde viene?", cuestiono dirigiéndose al futon para arreglar sus sabanas.

"Vengo desde Yokohama"

"¿Pescador?"

Haruka se encogió de hombros; "Para ganarme la vida ahí hacía de todo… araba la tierra, pescaba y hasta cocinaba pan"

"¡Vaya!... pero dime, ¿Qué haces tan lejos de tu hogar?", pregunto ruborizada al observar sus interiores sobre el improvisado lecho.

"Vine a…", trato de responder, sin embargo fue interrumpido.

"Unazuki… Unazuki", alguien grito desde detrás de la puerta.

"Aquí estoy, hermano", la chiquilla elevo la voz para que él la escuchara.

"Veo que ya conociste a Haruka… anda, ve a la cocina y tráele algo de cenar. De beber que sea algo caliente"

"Sí hermano", ella inclinó un poco la cabeza y luego se retiró.

"Esa es mi hermanita, espero y no haya sido una molestia para ti"

"Ninguna", replico contento ante tantas atenciones.

"Dime, ¿A qué te dedicabas?... ¿Qué haces aquí?"

"Vivía en una aldea a las afueras de Yokohama… de día asistía a la escuela… en las tardes cocinaba pan, a veces en las noches salía con los mayores a pescar"

"¿Asistías a la escuela?", sorprendido Furuhata pregunto. "Es extraño que un… campesino lo haga… disculpa si te ofendo… pero no conozco a mucha gente que haya ido a la escuela… yo solo complete un año, desde niño me hice cargo del negocio de mi padre", expreso.

Tenou sonrió; "El dinero siempre hace falta. En mi aldea la mayoría de sus habitantes eran viejos y además pobres que jamás recibieron instrucción alguna… mi abuelo le dio a un profesor de una aldea cercana dos gallinas para que me admitiera en su pequeña escuela… el hombre acepto. Aunque confieso que en un principio yo no quería ir, mi abuelo me dijo que debía hacerlo porque en la aldea necesitaban a alguien joven que supiera leer, escribir y contar"

"¿Por qué abandonaste Yokohama?", el joven cuestiono llevándose las manos a los bolsillos y recargándose en la pared para conocer sus motivos. Deseaba saber como era el mundo lejos de Tokio, y es que en toda su vida jamas había salido de esa ciudad. Comenzaba a resignarse a que así seria por siempre.

"Mi abuelo antes de morir me pidió que le jurara que abandonaría ese lugar… vine a la preparatoria de Tokio, espero poder ingresar en su universidad"

"¡Vaya que tienes metas!, pocos, pero muy pocos son los admitidos... a menos de que tengas suficiente dinero", contesto mientras observaba a su hermana llegar con la humeante cena.

"Aquí tiene, no es mucho, pero esta delicioso y caliente", dijo colocando una charola sobre una reja de madera.

"Gracias", contesto sentándose para comer...

"Provecho y buenas noches. Si necesitas algo estaré en del otro lado", el joven dijo encaminándose hacia la salida.

"Con esto es más que suficiente", el chiquillo contesto mientras daba el primer bocado.

Habiéndose quedado a solas, Haruka Tenou pensaba en los acotamientos de las ultimas horas, con ello comenzaba a cuestionarse si había hecho bien en llegar hasta ese lugar que era tan diferente a lo que conocía.

Pensando en las palabras del viejo Tanaka, su abuelo, recordó su juramento de jamas y por ningún motivo, sea el que fuese, el de regresar a la miseria de la aldea...


Notas de autor;

He aquí la continuación de la otra historia. Pensé que el Viernes era 7 y pues me equivoque de día, perdón. Las actualizaciones serán cada 7 días o cada 15, o según como ande de tiempo. No se desesperen que jamas dejo una historia inconclusa.

Sé que el tren y la universidad llegaron a Tokio muchos años después, pero quise adelantarlo para que deje espació para su siguiente reencarnación.

De entrada ya vieron más o menos que tipo de historia es. En ella habrá de todo y su lenguaje a veces podrá ser altisonante. Verán que es una sociedad muy diferente a la actual, así que si son sensibles a ciertos temas, no continúen su lectura.

Aprovecho para responder los mensajes del fic pasado;

Osaka; Ellos llegaron a la tierra de esta nueva historia, pero fue en un tiempo muy primitivo, tan así, que su linea real se perdió y como vemos, esta vez Haruka es un campesino, ¿Cómo crees que reencarno Michiru?

Hyuwon020; Exacto, es el viejo Japón. Iba a centrarlo en Europa, edad media, pero me incline por esta época.

Isavellcota; Serán felices, pero siempre y cuando rompan con las ataduras que impide su amor.

Michelle; Perdura por siempre.

Kaiomaru; Sí, ese fue su castigo y fue mejor que la muerte.