Día gris, día luminoso


Disclaimer: Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto. El texto y la imagen son una creación original de Lila Negra y Anita Ilustraciones. La portada pueden verla en nuestras redes sociales.

Advertencias: Fic de seis capítulos, que a su vez tendrá una continuación con otros tres. La primera parte la he escrito completa, por lo que espero actualizar una vez por semana. Es un AU Moderno protagonizado por Shikamaru. La pareja principal está constituida por ShikamaruxNaruto, pero también encontrarán algo de NarutoxSasuke y muy de fondo algo de SasukexSakura y ChojixIno. Triángulo amoroso. Angst. Slice of life. Si son fans de Sasuke, puede que les incomode porque él tiene un rol controversial en este fic…

Dedicatoria: A Rosa Mayfair. ¡Es siempre un placer escribir para vos!


Capítulo 1


Como de costumbre, se despertó un rato antes de que sonara el despertador. Ah… ¿para qué ponía la alarma, entonces? Ojalá pudiera dormir un poco más. Se estiró dentro de las sábanas y contempló la luz que entraba por la ventana. Un nuevo día, ¿uh? Sí, otro largo y aburrido día, sin nada nuevo, sin ninguna motivación. ¿Por qué no podía ser solo una nube o una caña de bambú y dejarse llevar por el viento, con la mente en blanco? En cambio, debía trabajar y mantenerse. Tanto esfuerzo, ¿y todo para qué? No había ninguna buena razón… pero incluso pensar en esos términos era demasiado problemático y Shikamaru Nara le rehuía a lo problemático.

Se duchó con agua tibia y dejó la radio sonando mientras se ponía el traje reglamentario. Como abogado, sabía que debería vestirse bien cuando le tocara ir a la Corte pero, ¿por qué su jefe le hacía vestirse de ese modo incluso para el tonto papeleo de oficina? Odiaba eso, la ropa le ajustaba demasiado y lo obligaba a sentarse muy derecho. Además, era difícil de lavar, por lo que tenía que tener extra cuidado al comer. Trató de olvidarse de sí mismo y concentrarse en las noticias, pero la radio escupía puras tonterías. Bah… qué aburrido era todo.

Apenas entró al edificio en el que trabajaba, sintió la pesada mano de su compañero Choji palmearle la espalda.

—¿Qué tal, Shika? ¿Quieres una dona?

—No, gracias…

—Eh, ¿por qué esa cara de muerto?

—Es mi cara habitual.

—De vez en cuando podrías probar sonreír un poco.

—Día aburrido, cara aburrida. Nunca pasa nada nuevo por aquí, ¿por qué tendría que cambiar mi cara?

—Bueno… hoy sí hay algo nuevo.

—¿Qué cosa?

—Ese chico rubio.

Choji señaló a un muchacho que se movía torpemente con unas cajas encima, avanzando hacia el ascensor.

—Si lo contrataron para mover cajas, no parece ser ningún experto.

—Escuché que entró en el área de administración, debe estar llevando cosas para armar su oficina.

—¿En administración? Eso es en nuestro piso.

—Así es.

—Uff… eso quiere decir que tendremos que lidiar con el nuevo, darle explicaciones… qué aburrido.

—Si es todo igual te quejas pero si hay una novedad te quejas, creo que esa lógica no te llevará muy lejos, Shika. Deberías hacer algo al respecto.

—¿Algo como qué?

—Aceptar una dona, no voy a volver a ser tan generoso.

—Ok, ok… dame una dona.

Aún no era el mediodía cuando el chico nuevo apareció en su escritorio. Tenía una sonrisa brillante, mucha energía y una gran incapacidad para la tranquilidad y el orden.

—¡Buenos días! ¡Mi nombre es Naruto Uzumaki! ¡Acabo de llegar! ¡Me dijeron que tú podrías asignarme mis primeras tareas! —Y extendió una mano, para estrechársela.

Shikamaru observó durante un instante esa mano y levantó la suya lentamente.

—No es necesario que grites.

—¡Es que estoy entusiasmado! ¡Es mi primer trabajo en una oficina! ¡Y estoy seguro de que lo haré muy bien! ¡Además…!

—Bueno, ya, ya… ¿dijiste que yo tengo que asignarte tareas?

—¡Sí, así me dijeron!

—Está bien… tu primera tarea es… dejar-de-gritar, ¿estamos?

—Ahm… sí… perdón.

—Ahora sí… toma asiento, buscaré algunos documentos con los que podrías ayudarme.

El tal Naruto era una suerte de pasante y básicamente lo tenían todo el día yendo de un lado hacia otro haciendo tareas pequeñas para los empleados estables. Algunos desgraciados lo ponían a preparar café o lo mandaban a comprar golosinas, pero en realidad se suponía que debían formarlo para que se acostumbrara al tipo de trabajo que hacían por allí. Con el correr de las semanas, Shikamaru descubrió que era amigo de la infancia del gerente, el señor Gaara, y que lo habían puesto allí a dar vueltas por un sueldo miserable con la esperanza de poder un día contratarlo de verdad, cuando supiera hacer algo.

Al principio, consideró que esa era una esperanza vana, porque Naruto podía ser malo hasta para sacar fotocopias. Pero a medida que pasaba el tiempo pudo observar lo dedicado que era el chico, su enorme perseverancia y el fervor que aplicaba a cada cosa que hacía. De alguna manera, todo eso tenía que llevarlo a algún lugar, ¿no? Y debía reconocer que… bueno, ¿acaso no era mucho mejor el ambiente de la oficina desde que él había llegado? No le gustaba reconocerlo, pero de pronto aquel espacio gris y monótono se había coloreado con las continuas risas y el parloteo del rubio. Sí… eso no estaba tan mal.

Y un día se encontró con que, cuando estaba a punto de declinar la invitación de Ino, una de las mejores abogadas del piso, para participar del after office al que irían todos, lo que lo hizo dudar fue la presencia de Naruto arrojándose contra ellos como una tromba marina.

—Ohhh, ¿van a salir? ¿Puedo ir con ustedes? ¿Puedo?

—Solo si convences a este amargado de venir también —respondió la muchacha, para molestar al otro.

—¡Veeeeeen! —Naruto estiró las letras mientras lo tomaba del brazo, con esa confianza en la que solo él podía incurrir de modo tan atrevido.

—Ah… qué problemático…

Resultó ser, para su sorpresa, que resistirse al entusiasmo de Naruto era mucho más difícil y agotador que seguirlo adonde fuera que quisiera ir. Así que allí pasó su tarde, en un bar a unas cuadras del trabajo, bebiendo con los mismos colegas de siempre, que hacían los mismos comentarios de siempre, excepto por Naruto, que con su cara de sorpresa le imprimía una luz nueva a todo. Era entretenido mirarlo, comía como si viniera de pasar hambre por semanas y no paraba de hablar (con la boca llena, claro), con los ojos brillándole, cual niñito abandonado al que le extienden la mano por primera vez…

Para cuando quiso darse cuenta, la mayoría de sus compañeros se estaba yendo y él era el único que parecía en condiciones de ayudar a Naruto que, por supuesto, había bebido demás. Lo subió a un taxi y lo acompañó hasta la puerta de su departamento, quejándose entre dientes y maldiciendo los buenos modales que le habían impedido dejar al chico tirado en una vereda cualquiera. Tuvo que meterle una mano en el bolsillo del pantalón para encontrar la llave y abrirle la puerta, así de mal estaba. Sonrojado y con los párpados caídos, Naruto le ofreció una enorme sonrisa.

—Gracias, Shikamaru… eres un verdadero amigo. El mejor que haya tenido.

Mientras regresaba a su casa, Shikamaru masticó con amargura aquellas palabras. ¿Qué quería decir algo como eso? ¿Ese muchacho estaba tan solo en la vida como para encariñarse con él? Simplemente, desde que lo conocía, lo había tratado con la decencia mínima… y, a cambio, Naruto llevaba casi un mes agradeciéndole, sonriéndole, regalándole su luz como si no fueran más que unas pobres moneditas. Ya, está bien… la semana próxima tal vez podría invitarlo a almorzar con él y Choji. Quizás sí podrían convertirse en amigos, eventualmente. Pero, ¿por qué le dedicaba tanta reflexión a aquello? Sería mejor irse a dormir y no pensar en nada. Sí, descansar y aguardar por un nuevo día, uno tal vez menos aburrido, menos repetitivo… un día en el que podía, de un momento a otro, irrumpir Naruto.