Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.

Hola, bueno, quiero decirles que espero que esta historia les guste, he estado planeándola desde hace mucho tiempo, de verdad, empecé a escribirla el 28 de junio de 2015, incluso la imagen ya la tenía desde hacia un tiempo, solo miren el tipo de letra de la firma y miren hasta cuando viene a ser publicada, solo tenía dos capítulos escritos de dos hojas, sí, dos hojas, así que he incrementado muchísimo, solo cuatro hojas más al contenido, ja, ja, ja, pero bueno, sino me obligo a mí misma a continuar escribiendo, terminaré dejando de hacerlo y es algo que no quiero que pase jamás, así que ténganme paciencia, como algunos sabrán, he estado bastante desapegada de este ship, y este es mi intento de retomarlos, así que bueno, gracias por todo el apoyo que me dan, y ojalá les guste.


Wicked Games.

Observó enfadada su reloj, era la quinta vez en esa semana, que la dejaba plantada, y no era que no lo imaginaba, conocía tan bien a Michael que sabía lo que en ese momento, estaría haciendo, estaba oficialmente harta. Negó ofuscada, debió hartarse antes de que él le viese la cara de idiota.

Tenía cuatro años saliendo con Michael Corner, había sido una bonita relación hasta hace aproximadamente ocho meses, hacia un año se habían comprometido y en tan sólo seis meses más, estarían en el altar diciendo si acepto. Pero lo había decidido, no iba ni siquiera a continuar con los planes de boda.

Soy Michael, si tu mensaje es importante o lo eres tú, me comunicaré, de lo contrario, no esperes mi llamada.

Ginny suspiró al escuchar ese estúpido mensaje, estaba de acuerdo que Michael pudiese dar el lujo de poner un mensaje tan grosero, tenía el dinero suficiente para que un insulto así pasara desapercibido, pero no para ella.

Michael. Se acabó.

Aventó el teléfono sobre la mesa del restaurant, la gente la observó y una que otra mujer se llevaba la mano al rostro para ocultar las sonrisas. Lucía como una idiota. Y lo sabía, que era lo que más le afectaba, después de todo. Uno siempre puede ser un idiota, lo malo era cuando te enterabas que eras uno.

Se levantó y avanzó decidida hasta la puerta, por fortuna, era la última vez, que Michael Corner le vería la cara de idiota.

Se dejó caer dentro de su automóvil, e introdujo la llave para encender el auto, pero suspiró y buscó el celular en su bolso.

Michael ya le estaba llamando, que rápido revisaba sus mensajes ¿no era mejor contestar y colgar si la llamada no era importante? ¡Bah! Pensó.

—Ginny por favor, tiene que ser una broma –dijo desesperado.

—No es ninguna broma, Michael.

—Ya voy hacía allá, cariño, en serio, es sólo que tuve una junta y…

—Sé lo muy ocupado que eres, Michael, créeme, sin duda lo sé, pero no soy tan estúpida como para no diferenciar una estúpida junta de otra cosa.

—En serio he estado ocupado toda la tarde…

—Pero tu junta no es de trabajo, Michael, puedes saludarme a la correspondiente de hoy –colgó molesta y encendió su automóvil.

Lo más difícil de todo eso, era el hecho de que realmente estaba enamorada del idiota de Michael Corner. La mayoría de las personas que rodeaban a Michael le decían que ella sólo quería su dinero, por supuesto que no, ella era de familia humilde, sí, y tenía un empleo un poco… diferente a lo que la gente de élite estuviese acostumbrada, ella era profesora en una escuela Elemental, Michael Corner había sido invitado a una de las tantas graduaciones, se conocieron ahí. Charlaron un poco, y realmente se había dado una conexión, sí, sabía que él era millonario, pero no le había llamado la atención los millones que valía la compañía que pronto heredaría, le había gustado él, su persona, sus chistes tontos y su personalidad calmada y aburrida a veces.

Le había soportado mucho porque realmente le amaba, pero… tenía que encontrar su amor propio antes de que esa relación acabara con ella.

Dejó el auto con el chico de la entrada, siempre entraba por el elevador que había en el estacionamiento, pero no quería entrar a un lugar oscuro, porque se perdería en esa misma oscuridad.

Le sonrieron cuando entró y ella devolvió la misma sonrisa diplomática y simpática que siempre había otorgado, la demás gente no tenía la culpa que su vida se estuviese tambaleando de aquella forma.

Caminó hasta la habitación, tomó su maleta y aventó sus cosas dentro, mientras más rápido se fuese de ahí, mejor, así no volvería a ver a Michael Corner en mucho tiempo, al menos, el tiempo necesario para que se encontrara ella misma.

—&—

Dejó su maleta junto a la puerta de aquél apartamento, observó a la melena roja moverse de un lado a otro, en desaprobación, su madre jamás había estado de acuerdo en su relación con Michael, Molly Weasley no tenía una mente cerrada, y por lo regular siempre impulsaba los sueños de sus hijos. Era una madre ejemplar y un poco gruñona, pero… todos tenemos defectos ¿no es así?

—Es una sorpresa verte aquí, mamá –sonrió la chica.

—Vine a ver a tu hermano ¿Qué significan esas maletas, Ginevra? –interrogó, en tono gruñón y autoritario, ese tono que extrañaba, y lo mejor, le preguntaba como si ella no se oliera lo que pasaba en su vida.

—He dejado a Michael, mamá –y en ese momento todo se derrumbó en ella.

El hecho de admitirlo frente a alguien que no fuese ella lo hacía real, completamente real, el intenso sentimiento de abandono y soledad la golpeó de forma inesperada, es que realmente amaba a Michael, ¿o aquello simplemente era por la forma en que había acabado con su orgullo y su autoestima?

No tenía la menor idea de por qué no se había marchado en el momento en que se enteró que él tenía aventuras, que compartir la cama con ella ya no le era suficiente ¿por qué se había quedado ahí? Siendo parte de aquel engaño.

—Tranquila, Ginevra –dijo su madre en un tono más tranquilo –pronto podrás volver a sentirte tranquila y feliz, una ruptura nunca es fácil.

Charlie observó a su madre un poco confundido por sus palabras, se había cansado en el pasado en decirle a la chica que hombres como Michael Corner no eran para chicas como ella, la gente pobre no se mezcla con los ricos, en cuanto se les termina el capricho, dejan todo en la basura y se marchan.

Sus palabras habían actuado como predicción aunque tardó más en volverse realidad de lo que ella realmente apostaba.

—Puedes instalarte en la habitación de huéspedes –comentó Charlie en un tono afable –llevaré tus cosas en lo que… mamá sigue siendo extrañamente comprensible –sonrió.

El comentario de su hermano la hizo sonreír, aunque no estaba de ánimo para eso, negó y se sentó en el sofá individual, para evitar que su madre se sentara junto a ella y la tratara como una niña pequeña.

—Vas a encontrar a alguien más, alguien bueno, ya verás.

—Ahora no quiero pensar en nadie más, mamá –pidió.

—Ah, tienes que levantar la cara y seguir adelante como una mujer orgullosa, no dejar que ese tipo te apague la existencia.

—Mamá, hace tan solo una hora todavía iba a casarme con él, no me digas que salga con la cabeza en alto, buscando un reemplazo.

—Cariño, él no va a quedarse en casa deprimido porque tú lo dejaste, sino se quedó en casa contigo, y fue en busca de mujeres que llenaran el lecho que tú no llenabas ¿por qué crees que se quedará ahora?

Ginny observó a su madre, la mujer no tenía tacto alguno para decirle las cosas, pero al menos agradecía que estuviera siendo honesta, bien decían que la verdad no peca, pero incomoda, y vaya que aquello la incomodaba demasiado.

Solo para ver si podía decirle a su madre que se equivocaba, revisó desde su teléfono las cámaras del apartamento que compartía hasta hacía unas horas con Michael, y para su gran sorpresa, él no estaba ahí, se había marchado rápido, pero él no había ido corriendo a buscarla, a pedirle que se detuviera y se quedara.

Una vez más, su madre había ganado aquella guerra silenciosa, maldijo a Michael en silencio, mientras se mordía la uña del pulgar en señal de ansiedad, no podía creerlo, ni siquiera porque le había dicho que todo terminaba, ni siquiera por eso había corrido hasta ella.

Se acomodó sobre la cama, el silencio invadía aquel apartamento, la cama no era tan cómoda como la suya, suspiró, aun así lo mejor era intentar dormir, tendría que ir a trabajar y no quería tener bolsas enormes bajo los ojos.

—M—

El sonido del líquido obscuro cayendo en su taza de "La mejor maestra del mundo" la relajó como todas las mañanas, el pequeño espejo enmarcado con manos pequeñas de niños de siete años le hacía darse cuenta que a pesar de sus intentos de una noche antes, tenía una cara de haber tenido muy mala noche.

—Vaya, vaya, y pensé que Michael no podía ser peor en la cama –se burló Lavander detrás de ella –tu cara me dice que sí.

—Sí es culpa de Michael, pero no por eso –contestó aburrida.

—Oh, pasó algo, cuenta con mis oídos –sonrió divertida.

—Anoche terminé con Corner –informó.

—Terminaste, terminaste –contó confundida –no como hace dos semanas o un mes ¿cierto?

—No, Lavander, esta vez es definitivo, terminé con él.

— ¿Dónde te estás quedando? Porque si es en otra habitación, no cuenta como rompimiento, mi querida pelirroja.

—Me mudé con Charlie –informó, digna.

—Charlie –soltó sorprendida –vaya, dime una cosa ¿qué hizo Michael cuando tu hermano le abrió la puerta? –Sonrió.

—Absolutamente nada, porque no fue a buscarme, ni siquiera llegó al apartamento que compartíamos.

—Revisaste las cámaras, que obsesiva e invasiva –frunció el cejo.

—Solo quería tener una prueba para restregarle a mamá que a él le había dolido la ruptura –bufó Ginny.

—Claro, y en su lugar tu madre te restregó a ti en la cara, que ella siempre tuvo razón ¿no?

—Cállate –gruñó enfadada.

Ginny avanzó rápidamente hasta su aula, cerró la puerta en el modo más tranquilo que pudo, pero aun así hizo que sus niños se asustaran por lo brusco que cerró la puerta.

—Disculpen, no tuve cuidado, ustedes no hagan eso, es de mala educación ¿bien? –Les sonrió a los niños que asintieron con una gran sonrisa en sus labios, al menos ellos sí la querían de forma honesta.

—M—

La hora del almuerzo llegó muy rápido según la percepción de Ginny, aunque realmente le gustaba su trabajo, así que mientras daba clases el tiempo para ella volaba, avanzó tranquila hasta el salón de maestros, Luna, su mejor amiga y Lavander, su otra amiga aunque no tan cercana como Luna, ya estaban ahí, la castaña le hizo señas para que se acercara.

—Lavander me acaba de poner al día, mala amiga –comentó Luna en su tono tranquilo de siempre.

—Lo lamento, anoche tuve una guerra fría con mamá, sabes todo lo que eso implica.

—Bueno, al menos ya no te ves tan mal como dijo Lavander –comentó la rubia.

—No me veas así –se quejó Lavander cuando Ginny le echó una mirada de pocos amigos.

—Andas por ahí contando mis problemas y diciendo lo mal que luzco ¿cómo quieres que te vea?

—No soy cualquier persona, soy tu mejor amiga –le recordó Luna.

—Ya ves –puntualizó Lavander.

La pelirroja negó, fue hasta la cafetera a servirse un poco más de café, no soportaría aquella intervención sin cafeína en su sistema, la suficiente como para ocasionarle un ataque de lo que fuera.

—Yo iría hasta el apartamento y lo incendiaría –informó Luna cuando Ginny se sentó a su lado.

—Eso es demasiado extremo, Luna –comentó Ginny, sorprendida y eso que era la más tranquila de las tres.

—Así es, y la gente dirá que Ginny está tan despechada que recurrió a actos vandálicos, eso le afectaría en su trabajo, la despedirían en un chasquido de dedos –se quejó Lavander.

—Voy a ignorar a Michael, eso es lo que voy a hacer –soltó con dignidad Ginny.

Luna y Lavander la observaron con una ceja levantada, aquella falsa dignidad no le quedaba de nada ¿cómo iba a ignorarlo si él la ignoraba a ella primero? Se removió incómoda ante sus miradas.

—Ignorarlo implica que no voy a buscarlo yo –soltó cruzándose de brazos.

—Eso solo va a durarte tres días, Ginny, nunca tienes voluntad propia cuando se trata de Michael Corner, él te maneja a su antojo y es lo que tanto enfada a tu madre –le recordó Lavander.

—Bueno, pues ustedes no me están ayudando en nada, absolutamente nada ¿saben? –Bufó.

—Nunca quieres seguir nuestros consejos ¿para qué te los damos entonces? –Argumentó Luna.

—Bueno, da buenos consejos, unos que no sean vandalismo en propiedad privada de gente influyente, Luna –puntualizó Ginny.

La mayoría de los consejos que sus amigas le dieron fueron: No buscarlo, no pensarlo, no llamarlo.

Aquello sonaba más fácil que hacerlo, se sentía como una adicta en su periodo de desintoxicación, aquellas sensaciones eran las peores.

Al idiota de Michael le tomó dos días comenzar a buscarla, se mordió el pulgar para evitar contestar aquella llamada, lo había dejado en visto en sus mensajes, así que ahora iba con las llamadas, era débil, muy débil cuando se trataba de él.

—No, no, no, ni siquiera lo pienses –le arrebataron el teléfono.

—Charlie –soltó indignada.

—No, hice una apuesta con mamá y no quiero perderla.

—Una apuesta ¿de qué?

—No importa cuánto tardara el susodicho en llamar, tú le contestarías sin dudarlo en el primer intento de comunicación.

—Ignoré los mensajes –gruñó.

—Vaya, te pondré una estrellita por buen trabajo.

—Las estrellas solo se ponen por trabajos sobresalientes y por esforzarse al máximo –le informó.

—Me das la razón, que ignoraras los mensajes, no fue la gran cosa.

Ginny bufó, su hermano no le devolvió el móvil, y para torturarla más, lo puso en vibrador, los ojos chocolates de la pelirroja seguían atentos en el aparato vibrando sobre la mesa, pero ni en sus sueños más salvajes, podría tomarlo sin que su hermano se diera cuenta.

—Lo necesito para despertarme –le recordó.

—Descuida, te despertaré a la hora –sonrió Charlie, sin quitar la vista de sus pendientes.

—Eres un hermano muy cruel.

—Sabes que esto es por tu bien, al final, si terminas perdonándolo, dime ¿realmente quieres estar con una persona que va a buscar a otras mujeres en lugar de quedarse en casa contigo? –La observó –Ginny, él no te ama, está contigo por comodidad quizá, porque sabe que sin importar lo que haga o diga estás segura para él, no me hagas pensar que realmente te importa el estatus que pueda darte el tipo, por eso soportas que no te de tu lugar.

Las palabras de su hermano llegaron demasiado profundo, tenía razón, ella había dado por terminada aquella relación, entonces ¿por qué estaba haciendo todo ese drama como adolescente tonta? Era momento que madurara, y le demostrara a Michael Corner, que ella no estaría a sus pies en cuanto él chasqueara los dedos, cuando necesitara un trofeo que exhibir siempre delante de sus amigos.

Ni siquiera los padres del chico la querían con él, suspiró tomando todo el valor que necesitaba, iba a retomar el control de su vida costara lo que le costara.