¡Hola queridos lectores!
He vuelto con el cap piloto de un nuevo fanfic, la idea ha venido a mi luego de ver un montón de doramas coreanos y un sueño, literalmente me desperté y escribí la idea/trama para no olvidarlo jsdfndj.
Será un longfic, la idea es publicar un cap por semana, tal como en "tú eres el objetivo", dependiendo de que tan buena recepción tenga este cap, veré si sigo escribiendo.
El primer cap tal y como su titulo lo dice, es un flashback, cuyo objetivo es adentrarlos en como comienza todo, 22 años antes de que Inuyasha y Kag "vuelvan a conocerse", pues ninguno de los dos recordará al otro, o al menos no al inicio. Desde el segundo cap veremos a una Kag adulta, lidiando con la dificil adultez jnfsd.
Quiero aprovechar de agradecerles por la buena recepción de mi one-shot "la noche en la que volví a conocerte", no pensé que tendría tantas reacciones ni tantos comentarios, asi que me han hecho muy feliz!. Planeo continuarlo, aunque aún no he escrito nada ajaja, tomará tiempo pero estará, lo prometo.
Tambien hay un par de ideas mas en desarrollo, asi que tienen para rato con mis historias jiji, estoy escribiendo en mis tiempos libres, asi que pasito pasito y con paciencia.
Inuyasha en este fic es un youkai de 2.000 años, rey del infierno y encargado de cuidar sus puertas, para que las almas torturadas no se atrevan a salir, sin embargo vive en japón, invisible para los humanos gran parte del tiempo, pero se deja ver cuando quiere hacerlo. Mas adelante les contaré mas de su historia. Mientras por el otro lado Kagome es humana, asi que es una trama mas menos diferente a las de mis otros fics, donde ambos suelen ser youkais o hanyous. Me gusta esto de la inmortalidad y la fantasia, mezclado con situaciones reales y cotidianas.
Estaré publicando la continuación el próximo fin de semana, para que estén atentos. Un abrazo virtual!
Frani.
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Mi destino unido al tuyo
Capítulo 1.- Flashback.
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(Perspectiva de Inuyasha)
3 de agosto de 1995, Japón.
El inmenso alboroto fuera de mi departamento logró despertarme, no era como si necesitara dormir, pero el tiempo excesivo de la eternidad necesitaba esos momentos de desconexión para no volverme loco.
Me acerqué a la ventana y observé, tal y como algunos humanos curiosos lo hacían desde el departamento de en frente. El caos provenía de la calle, un accidente había ocurrido y un bus se había volcado, suspiré, eso significaba que era hora de trabajar.
Mi padre me había encargado la misión de guiar a las almas perdidas al lugar correcto, aunque siendo el rey del infierno, cuidar las puertas de éste se me hacía un poco injusto. Era rey, alguien debía hacer esas cosas tediosas por mi. Suspiré, preso de mi propio destino.
Me vestí rápidamente en uno de los trajes formales que solía usar y caminé fuera del edificio. La nieve me sorprendió cuando la sentí sobre mi piel, esa era la razón del accidente, demasiada nieve para una ciudad llena de automóviles.
Crucé el tumulto de gente sin preocuparme de que alguien pudiera verme, yo era invisible para ellos.
Dentro de los pasajeros del bus sólo había tres víctimas fatales, nada tan terrible considerando la magnitud del accidente. Dos personas inocentes que ahora debían cederme su vida y otra que no correría con tanta suerte.
Una de ellas me miró sin comprender demasiado.
– Hola Jin. - Aquello la confundió más, no era normal que un desconocido supiera su nombre.
– ¿Qué sucede? ¿Qué es toda esta gente?
– Ah, es gente curiosa por el accidente en el que has muerto. - Aquello le hizo abrir sus ojos en pánico.
– No estoy muerta.
– Oh, si que lo estás, muy muerta. - Respondí sin mucho tacto, aquello era uno de mis defectos, probablemente el único.
La chica frente a mi comenzó a llorar y yo odiaba que las mujeres lloraran… Coloqué mi mano sobre su hombro y en instantes mi habilidad la calmó, se mantuvo hipando un par de segundos más.
– Irás al lugar que te corresponde y deberías estar feliz, es un buen lugar. - Le sonreí y cerré los ojos, cuando volví a abrirlos ella ya no estaba allí.
Seguí caminando, hasta que di con la otra víctima.
– He escuchado todo eso, me llevarás al cielo también ¿qué clase de monstruo eres? ¿Un ángel tal vez?
– Casi. - Musité. - Soy el rey de lo que ustedes llaman infierno. - Me miró divertido y comenzó a reírse, yo reí junto a él. - Vas a conocerlo en persona.
Aquella frase borró la alegría de su rostro instantáneamente.
– ¿No iré al cielo?
– La única razón por la que estabas en ese autobús era para robar a gente inocente, definitivamente no mereces el cielo.
Intentó golpearme y yo suspiré, siempre era la misma reacción, y yo no lograba comprenderlo, el infierno no era tan malo, probablemente era mucho más entretenido que el cielo, aunque con una dosis de castigo merecida.
Tomé su mano en forma de puño doblándola hacia atrás y lo obligué a mirar al suelo.
– ¿Cómo se supone que vas a golpearme cuando estás allí… completamente acabado? - La sangre de su cuerpo abandonado escurrió hacia nosotros y yo me corrí asqueado. Aquello lo traumó, lo supe cuando comenzó a temblar y a gritar.
Utilice la misma habilidad con él para calmarle, un alma así de perturbada significaba caos en el infierno. Cerré los ojos y cuando volví a abrirlos él ya no estaba más, su alma había ido al lugar correcto.
Sonreí feliz de haber terminado, sacudí mis manos y caminé para alejarme. Fue cuando estaba por volver a mi edificio que una niña pequeña apareció obstruyendo mi camino. Tenía su rostro lleno de sangre y su cabello azabache guiaba por sus hebras la sangre de su herida profunda en la cabeza hacia el cemento. La miré con atención, completamente inconsciente y rodeada de dos paramédicos que intentaban despertarla, no escuché su corazón, ella ya no estaba allí.
Miré a mi alrededor buscándole hasta que sentí un pequeño tirón de la parte trasera de mi chaqueta, me giré confundido y la encontré allí, cuando miré hacia abajo, su altura apenas alcanzaba mis caderas.
– Hola tú. - Musité y me agaché para quedar de frente. - No deberías estar aquí.
– Tu pelo es divertido. - Musitó en una voz suave.
– ¿Divertido? - Tomé un mechón de mi cabello y lo miré, ¿Qué tenía de divertido?
– Es similar al de mi abuelito, ¿eres muy viejito? - Me reí.
– Bastante. - Respondí honesto.
– Se supone que no debo hablar con extraños, pero tu eres amable, no creo que esté mal. - El alma de aquella pequeña estiró su pequeña mano hacia mi mientras me sonreía. - podemos ser amigos, mi mamá está por aquí, puedes conocerla. Me llamo Kagome.
Efectivamente, el cuerpo de su madre estaba allí, pero su alma ya había desaparecido, alguien con el mismo trabajo que yo se había encargado de ello.
Sonreí triste, aquella niña no merecía morir aún, merecía una buena vida, una vida larga y tranquila. No podía asegurarme de ello, pero sí de que al menos esta no fuera su hora de partida.
– Escúchame bien. - Exclamé y ella asintió parándose muy erguida, como si aquello le permitiera escuchar mejor. - No quiero llevarte conmigo.
– ¿Por qué no? - La sutil tristeza en su rostro me hizo sentir culpable.
– No podemos ser amigos si vienes conmigo. Así que lo que harás será confiar en mí… ¿confías en mí? - Asintió de inmediato y me sentí afortunado.
– Perfecto.
Miré a mi alrededor, las reglas eran claras, un alma por otra, no podías simplemente dejar un vacío o el equilibrio se perdía. De todas aquellas víctimas inconscientes fije mi atención en una: una anciana con cáncer terminal, ella no lo sabía pero pronto moriría, ¿Qué diferencia hacían un par de meses?
Tomé su alma en lugar de la de aquella niña y de inmediato su pequeño cuerpo inconsciente dio indicios de querer despertar.
– Cuando despiertes dile el nombre de tus padres a esos sujetos, ellos te ayudarán a volver a casa.
– Entendido amigo.
– Dime Inuyasha. - Acerqué mi mano a uno de sus pequeños bucles y lo peiné con los otros. - Si me recuerdas tal vez volvamos a encontrarnos en unos cuantos años, ojalá muchos más. Intenta ser malvada, quizás así pueda llevarte conmigo, Kagome. - De lo contrario el cielo sería su próximo destino.
No pareció comprenderlo pero me sonrió.
– Adiós Inuyasha.
El alma volvió a su cuerpo, y aquella pequeña ensangrentada comenzó a llorar de forma instantánea, me quedé tranquilo cuando la escuché decir el nombre de sus padres a aquellos paramédicos, ella estaría bien. Dirigió una mirada en mi dirección y sonrió, no supe si realmente podía verme, pero sonreí de vuelta.
Mi padre iba a regañarme por aquella decisión inmadura, pero una niña inocente de algún modo había logrado entibiar el corazón del jodido rey del infierno y yo no la quería muerta, no lo merecía.
Kagome, intentaría recordar su nombre.
