Draco Malfoy nunca había llorado tanto. Llora como un niño pequeño que se ha perdido, con la voz desgarrando su garganta, con lágrimas infinitas que caen por sus mejillas hasta su ropa, con la respiración entrecortada, errática. De vez en cuando tose y se atraganta con su propia saliva.

Quiere gritar con todas sus fuerzas. Quiere recostarse en el suelo sobre su estómago y hacer una rabieta, con la esperanza de que alguien llegue hasta él para envolverlo en sus brazos y le asegure que todo va a estar bien.

Es domingo y el Callejón Diagon por la tarde es poco transitado, pero aun así se puede percibir el murmullo de personas a lo lejos, todas ajenas a lo que ocurre en la parte trasera fuera de la tienda de Madame Malkin.

—No, no, por favor… -solloza el rubio a su propio cuerpo tendido inerte sobre el pavimento húmedo. Estaba rígido, con boca y ojos abiertos, la mirada perdida y desprovista de luz.

Su corazón había dejado de latir tan repentinamente que le tomó un momento darse cuenta de a qué se debía. Se había despedido de Blaise, quien se esfumó de inmediato por medio de la aparición, y él no había alcanzado a dar ni dos pasos antes de sentir un ligero pinchazo en la espalda, suave, apenas evidente provocando un ruido sordo que era el de su cuerpo al caer. No había dolido, pero tuvo la sensación de que era absorbido por medio segundo antes de sentir todo su cuerpo como una pluma.

Y lo supo.

Sin necesidad de sacar muchas conclusiones. Sabía que había recibido la maldición asesina.

A Draco le entra el pánico. No lo entiende. No se puede explicar qué lo había llevado a esa situación. ¿Qué había hecho para que lo mataran de forma tan cobarde?

El antiguo Slytherin camina hacia la calle principal del callejón, pasan unas personas, pero nadie se detiene a mirar hacia el pasadizo entre tiendas y es inútil intentar dar aviso. Es totalmente invisible al resto.

Intenta en vano unos minutos más, pero se rinde, camina de vuelta a dónde se encontraba tendido y se sienta junto a él.

Draco no tiene reloj ni realiza ningún tipo de hechizo para verificar la hora, pero de alguna forma sabe que transcurre exactamente una hora, diecisiete minutos y quince segundos antes de que una pareja lo encuentre y de aviso a la policía mágica.