Kingdom Hearts y las series/películas/libros/videojuegos/etc. que aparezcan no me pertenecen, pertenecen a sus respectivos autores. Yo hago esto sin ánimo de lucro, solo para pasar el rato.

Este fic contiene/contendrá violencia, palabrotas y demás cosas. Leedlo bajo vuestra responsabilidad, que yo ya lo he puesto en categoría M.


Capítulo 3:

OGROS Y ASNOS — PARTE 02


El atardecer comenzaba a ocupar su lugar en el ciclo del día. Llevábamos todo el día caminando y caminando, apenas tomando algún que otro breve descanso, descansos que la princesa intentaba aprovechar para salir por patas, pero rápidamente Shrek la atrapaba. Era más grande y fuerte, y siempre tenía un ojo encima. Nadie le quitaría su objetivo de recuperar su amada ciénaga. Durante el trayecto nos presentamos, como era mínimo. Al parecer su nombre era Fiona y llevaba encerrada muchísimos años en aquella torre, esperando a que un audaz caballero la salvara. Bueno, eso último ya lo suponíamos. Ella nos preguntó un poco a nosotros: Shrek dejó bien claro que sólo había ido a por ella para recuperar su ciénaga, Asno le contó que él estuvo a punto de ser atrapado por los guardias del Lord, pero Shrek le salvó, aunque el ogro aclaró que nunca lo hizo porque quiso, sino porque se vio envuelto. En cuanto a mí, para evitar dañar el Orden, conté que solo era un huérfano que había decidido ir de aventuras. En verdad no había mentido.

—Vale, otra pregunta —dijo Asno, continuando con la larga conversación que prácticamente había monopolizado con la princesa—. Tú le molas a una mujer, ¿vale? Pero ella a ti para nada. ¿Qué tiene que hacer uno para que lo pille sin ofenderse y no te ase y se te coma? ¿Qué haces?

En verdad era un tema difícil. Esa dragona, para sorpresa de cualquiera que lo hubiera visto, pareció tener un flechazo con Asno, pero él no sentía atracción sobre ese inmenso ser escupe llamas. A ver, es que resultaba ridículo de siquiera imaginar: ¿una dragona de semejante tamaño con Asno? Por la Existencia… si haría falta más de una docena para solo llenar su boca de asnos.

—Decirle que no es tu amor verdadero —respondió la princesa de manera simple.

Venga ya. ¿No tenía otra cosa mejor que sugerir?

—Pues yo discrepo, princesa Fiona. Nadie puede enamorarse a primera vista —opiné.

—Por supuesto que sí —sonrió ella—. Todo el mundo sabe lo que pasa cuando encuentras a tu ¡ooohhh! —Shrek la había zarandeado un poco simplemente por diversión—. ¡Eh!

—Una cosa es tener un flechazo y la típica atracción del momento, pero amor lo que es amor… Me parece que eso se consigue con tiempo, no en un instante.

—Qué poco romántico eres —Fiona bufó, poniendo los ojos en blanco.

—Bueno, apenas y tengo catorce años, así que si, no sé nada sobre amor más de lo que he leído.

Ella volvió a bufar.

—Menudo grupo de quienes estoy rodeada. Que ganas tengo de que lleguemos a Duloc.

—Oh sí, te va a encantar princesa. Es un sitio precioso —sonrió Asno mientras asentía.

—¿Y cómo es mi prometido? Lord Farquaad. ¿Qué tal es?

Ese tono de interés admito que no me da buen rollo. ¿Todas las princesas eran así? Pues qué desilusión, la verdad.

—Bien, pongamos las cosas en su sitio —el ogro tiró a la princesa al suelo sin delicadeza, acercándose al río—. No se puede decir precisamente que sea… alto, de miras —hizo un gesto con su mano que me hizo entender que el tipo no era alguien alto.

Shrek y Asno se rieron, aunque yo no terminé de entender. Bueno, después de todo, no conocía a ese tipo.

—Yo no lo sé, pero hay quien dice de él… que no da la talla.

Luego de echarse agua en la cara… ¿me pareció escuchar un peo? Ambos volvieron a reírse, provocando el enojo de la pelirroja.

—¡Basta! ¡Basta inmediatamente! Lo que ocurre es que estás celoso porque nunca podrías medirte con un gran gobernante como Lord Farquaad.

Pero… ¿por qué demonios le defiende si no sabe nada de él? Me resulta imposible entender a las mujeres, en serio.

—Si. Quizás tengas razón, princesa —eso era sarcasmo puro y duro—. Pero es mejor que tú le «midas» —ese gesto con los dedos… tengo la sensación de que es enano, pero a ver, no juzgo a la gente por su tamaño— cuando le veas mañana.

—¡¿Mañana?! —aquella palabra alertó a la princesa, quien volteó para observar el sol del atardecer—. ¿Tanto tardaremos? —nosotros retomamos la marcha para seguir incluso siendo de noche—. Eeeh, no… ¿no deberíamos acampar?

—No. Eso nos retrasaría más. Continuaremos.

—P-p-pero en el b-bosque… h-hay b-bandidos.

Estaba muy deseosa por acampar. ¿Tanto miedo tenía de los bandidos? No debería de preocuparse por eso, pues teníamos a un enorme ogro con nosotros. Cualquier bandido saldría corriendo con el rabo entre las piernas nada más verle. Pero Asno dio un brinco, asustándome.

—¡Tiempo muerto! ¡Alto! Esa idea de acampar me ha gustado.

—Eh, vamos. Asustando no me gana nadie, ni aquí ni en el bosque —le recordó el ogro con tono aburrido.

—Yo le creo.

Intentamos volver a retomar el camino, pero la princesa se cruzó y…

—¡Basta! ¡Quiero acampar a la de YA!

Los tres nos asustamos, inclinándonos un poco hacia atrás por el rostro y semejante grito de la fémina. Su eco resonó con fuerza, e incluso en la distancia se escuchaba potente… ¿Creo que me acabo de excitar?

—Vale, de acuerdo… ella da más miedo… —murmuré.

XXXXX

Abandonamos el camino y comenzamos a buscar un buen lugar para pasar la noche. Conforme el sol comenzaba a desaparecer por el horizonte, la princesa se ponía más y más ansiosa. Era como si fuera a pasar algo horrible aquella noche. Al final llegamos a un pequeño acantilado, donde vimos unas rocas en una posición curiosa, pues formaba una cueva. Nos acercamos a ellas y Shrek empujó una de las piedras. Dentro había un hueco suficiente como para que cupieran unas tres personas. ¿Quién habría construido este sitio y para qué? Dudaba que fuera natural. El ogro asomó la cabeza, cerciorándose de que no hubiera nada peligroso.

—¡Eh, por aquí! —llamó a la princesa.

—Shrek, busquemos algo mejor. Esto no es para una princesa.

—Que le zurzan —susurré—. Por cómo se ha comportado, este sitio es más que suficiente.

A mí me importaba un pepino quien estuviera frente a mí. Solo trataba a las personas como creo que debía hacerlo, y en este caso nada de lujos. Lo que pilláramos y punto.

—No, no. Es perfecto —se apresuró a decir la pelirroja luego de echar otro vistazo al atardecer—. Le daré un toque hogareño.

Caminó hasta los árboles, revisando uno en particular.

—¿Un toque hogareño? ¿Cómo cuál? —curioseó Shrek mientras los tres mirábamos la cueva.

Entonces un sonido nos llamó la atención. La princesa había arrancado un trozo de corteza de un tamaño considerable. Sonrió y comenzó a caminar hacia nosotros.

—Una puerta. Bien caballeros, os deseo buenas noches —se adentró en la cueva y colocó la corteza en la entrada. Pues sí que parecía una puerta.

—¿Entro y te leo un cuento para dormir? Se me da muy bien —ofreció Asno con toda su buena intención.

—¡He dicho buenas noches!

Asno se sorprendió por la respuesta tan brusca, y el ogro y yo nos enojamos. Encima de que le encontramos un sitio como este y Asno le ofrece ese servicio… ¿responde de esa manera? A ver, entiendo que nadie querría que Asno le hablara durante más de cinco minutos, pero no por eso se debe responder de tal manera. Shrek, con una sonrisa vengativa, agarró la piedra que había apartado, dispuesto a colocarla en su lugar original.

—Pero ¿tú qué haces? —preguntó Asno confuso al ver su actuar.

—Je, je, je… oh… pues… oh vamos, era una broma —se excusó para luego alejarse de la cueva.

Miramos al ogro sin creernos sus palabras, pues estaba seguro de que si Asno no le hubiera hecho aquella pregunta, Fiona estaría encerrada… otra vez. Ahora que habíamos terminado con los pedidos de su horrible alteza, nos pusimos a preparar lo que sería el fuego y algún alimento. Dejé que Shrek y Asno se ocuparan del fuego mientras yo buscaba algo para llevarnos a la boca, pues lo que había traído conmigo se había esfumado con la última comida. La próxima vez traeré más, sin duda. En verdad tenía mucha hambre ya que no habíamos comido desde… ¿hacía seis horas? Y maldición, comer y después andar tantas horas no es bueno… ¡cómo me duelen los pies! Pero que se le va a hacer.

Por suerte logré encontrar varios árboles que daban fruta, así que cogí las suficientes como para que sobrara. Si nos las comíamos, todo perfecto, y en caso contrario solo teníamos que tirarlas. Total, las frutas no contaminan. ¡Todo lo contrario! Una vez hube llenado mis brazos hasta más no poder, volví al campamento improvisado. Ya no quedaba luz en el horizonte, solo la de la luna, que por cierto era muchísimo más grande que la luna más grande de mi mundo.

Shrek y Asno se habían tumbado en el suelo, junto al fuego, observando las estrellas. El ogro tenía un grueso tronco que usaba como almohada. Hum, tengo que buscar algo parecido… En todo el tiempo que llevaba aquí, me di cuenta de lo difícil e incómodo que es dormir en el suelo. Tan acostumbrado estaba a las camas, aunque las del orfanato fueran más que pésimas, que no dormir en una se me hacía algo increíblemente difícil.

—Aquí os dejo la cena, si gustáis —dejé la gran mayoría de frutas en el suelo, salvo unas pocas que llevé hasta la «puerta» de la cueva — Princesa, aquí os dejo fruta.

—Bien.

¿Otra vez palabras tan frías? En serio, esta mujer es frustrante. ¡No quiero volver a tener nada que ver con princesas! ¡Que les den! Con pesados pasos volví junto el fuego, comenzando a devorar con violencia las frutas. Pude ver que había muchas menos de las que había dejado, por lo que desvié la mirada hacia el dúo. Ambos parecían masticar algo. Sí, las frutas. Una vez hube finalizado de cenar me alejé un poco del fuego y me tumbé boca arriba, sumergiéndome en mis propios pensamientos mientras contemplaba esta hermosa vista.

Esta primera aventura está resultando apasionante y aburrida a partes iguales. A ver, es emocionante porque me he cruzado con un ogro, un asno parlante, una dragona, un castillo en medio del cráter de un volcán y una princesa que rescatar. Todo eso me ha gustado, y mucho, pero luego tenemos el dormir al raso, el hambre que no puedo saciar con los suministros de Scala, dormir en el suelo, que no hayan aparecido incorpóreos o sincorazón… y claro, tampoco puedo olvidar la irritante personalidad de su alteza. Vale que Asno no se callaba ni debajo del agua y que Shrek fuera un tipo agrio, pero ella se llevaba la palma. Aun así, me pregunto: ¿por qué demonios he acabado aquí? No parece que tenga trabajo realmente.

—¡Asno, te estás pasando!

—¿Eh? ¿Qué?

El grito del ogro me sacó de mi pensar, por lo que me incorporé un poco para ver qué estaba pasando. Asno daba la espalda al fuego y Shrek se mantenía sobre sus rodillas y brazos, mirando con fiereza al animal.

—¿A quién pretendes apartar? ¿A quién?

Esa pregunta terminó por enfadar a Shrek, quien se incorporó furioso.

—¡A todo el mundo, ¿vale?!

Asno se quedó un par de segundos callado, impactado, e incluso un poco cohibido, pero rápidamente volvió a ser el de siempre.

—Ahora empezamos a hablar clarito.

—¡Oh, por el amor del cielo!

Con aquel grito, Shrek fue directo hacia el acantilado, pero no parecía tener la intención de saltar.

—¿Cuál es tu problema, tío? ¿Qué tienes tú contra el mundo, eh?

—Oye, yo no tengo ningún problema, ¿vale? ¡Es el mundo el que parece tener un problema conmigo! —explicó mientras se sentaba en el mismo acantilado, mirando hacia el frente, hablando ahora con lástima y tristeza—. Toda la gente cuando me ve grita ¡Ah! ¡Socorro! ¡Corred! ¡Mirad ese ogro feo y tontorrón! —entonces suspiró abatido—. Aaah. No me conocen y se atreven a juzgarme. Por eso estoy mejor solo.

Asno fue a sentarse a su lado, ambos observando la luna. En verdad… debe doler vivir de ese modo. Que la gente te juzgue sin conocerte, sea por el motivo que sea. Yo puedo decir que no conozco ese sentimiento… los míos son otros.

—¿Sabes qué? Cuando te vi… yo no pensé que fueras feo y tontorrón —dijo Asno—. Y estoy seguro de que Beren piensa igual que yo.

Asno miró hacia donde yo estaba, pero rápidamente me tumbé, haciéndome el dormido. No creo que deba intervenir en este momento. Yo pienso igual. Ambos no somos como el resto, pues no juzgamos a este ogro de esa manera nada más verle. La verdad es que, una vez llegabas a conocerle mejor, te dabas cuenta de que era un tipo muy… iba a decir majo, pero no sería la palabra más acertada. Pero yo me entiendo.

—Ya lo sé.

—¿Y…? ¿Hay algún asno allí arriba?

—Pues… está… charlatán. El pequeño y palizo.

—¡Ah, sí, sí, ya lo veo! Es esa grande y redonda, ¿no?

—Eso es la luna.

Ambos quedaron más tiempo hablando de las estrellas y de los ogros y asnos que entre ellas estaban. Asno… era un poco bastante ignorante… pero bueno. Yo cerré los ojos y me dispuse a descansar.

XXXXX

Un nuevo día llegó. ¿Cómo lo supe? Fácil… por la molesta luz del astro rey… y un delicioso olor a huevos. Abrí lentamente mis ojos, gruñendo molesto porque la luz del sol me dio directamente. Me tapé la cara con una mano hasta que poco a poco mis ojos fueron acostumbrándose a la luz del día. Entonces me incorporé, estirándome en el proceso, viendo que Shrek estaba recién despierto, observando a un lado. Yo seguí su línea de visión… asombrándome al ver a la princesa Fiona preparando varios huevos de algún ave sobre una hoja que había puesto sobre una piedra que estaba sobre un pequeño fuego. Ingenioso, la verdad.

Escuché a Asno murmurar algunas cosas que me resultaron extrañas, por lo que le di unas pataditas para que despertara. Aunque eso me hace preguntarme… ¿ha dormido cerca mío toda la noche?

—Asno, despierta —susurré.

—Ñam, ñam. ¿Qué?

Fiona nos escuchó y miró sonriente.

—Buenos días. Eeeh, ¿cómo os gustan los huevos?

—Oh, ¡buenos días princesa!

Con su típica sonrisa de burro, Asno saludó bastante animada.

—¿Qué… qué estás haciendo?

La pregunta que nos rondó a los tres por la mente fue expuesta por el ogro.

—Bueno —ella comenzó a incorporarse, teniendo gran cuidado para que los huevos no se cayeran de la hoja—... sé que ayer no empezamos precisamente con buen pie, y quería compensarlo. Veréis, al fin y al cabo —dejó la hoja con los huevos frente a nosotros, alejándose luego unos pasos— vosotros me habéis rescatado.

—Eeeh… gracias… —agradeció el ogro, sorprendido por aquella nueva faceta de la princesa.

Y no solo él, incluso Asno y yo la mirábamos con asombro y agradecimiento. Luego miramos los huevos con las bocas babeantes. Esto olía increíblemente bien.

—Venga, comed. Hoy nos espera un largo día.

Mientras ella se alejaba para hacer a saber qué, nosotros nos miramos interrogantes, no creyéndonos lo que estaba pasando o que aquí había gato encerrado. Una vez terminamos de comernos los huevos, nos levantamos para seguir el camino. Aún nos quedaba un largo trecho hasta llegar al reino del Lord ese.

Al no mucho comenzar, cuando ya estábamos en medio del bosque y el sol del mediodía estaba por llegar a su momento más álgido, Shrek dejó salir un sonoro eructo.

—¡Shrek! —increpó Asno.

—¿Qué? Es un cumplido. Yo digo mejor fuera que dentro, je, je, je, je —le explicó a la princesa.

—Eso no se hace ante una princesa.

Ahora fue el turno de Fiona de eructar. Los tres nos detuvimos al escuchar eso. Jamás me hubiera imaginado a una princesa soltar semejante eructo. Ella nos miró y sonrió.

—Gracias.

Y luego siguió andando ante nuestras impresionadas miradas.

—Ahora vas y lo cascas —murmuró Asno.

—Je, je, je, je. ¿Sabes? No eres exactamente como imaginaba.

—Bueno, quizás no deberías juzgar a nadie antes de conocerlo.

Aquello dejó sin palabras al ogro. En verdad me recordaba a la charla que habían tenido Asno y él la noche pasada.

—Hombre, después de lo que hemos pasado… comenté recordando todo lo sucedido desde su rescate del dragón y castillo.

—Sí, en parte me lo he ganado. Por eso quiero que empecemos de nuevo.

Entonces volvió a retomar el camino, balanceando su cuerpo a la vez que canturreaba. Sin duda está de muy buen humor. Entonces escuchamos otro grito.

—¡La libertéeeee!

Y un tipo agarrado a una liana agarró a la princesa, llevándola hasta una rama de uno de estos enormes y gruesos árboles.

—¡Princesa! —chillamos los tres mientras corríamos hacia donde aquel tipo se la había llevado.

El tipo con pintas de bandolero no fue muy lejos, y estaba besando el brazo de la princesa de un modo que, a mí, sinceramente, me daría por darle un buen puñetazo en toda la boca.

—¡Eh, esa es nuestra princesa! ¡Tú búscate a otra! —gruñó Shrek.

—¡Ogh, por favor, monstruo! ¿Acaso no ves que estoy aquí un poquito ocupado?

No me suelen desagradar los acentos, pero el de este tipo, sumado a sus palabras, me ponía de muy mal humor. Fiona frunció el ceño y le dio un empujón.

—¡Oiga amigo, no sé quién se ha creído que es!

Le picó con su dedo repetidamente en el pecho al tipo este con acento raro, sorprendiéndole, pero poco después sonrió.

—¡Mondieu! ¡Que rudo olalá! Por favor, dejad que me presiente. ¡Hombres alegres! ¡Ja, ja, ja, ja!

Ante su llamado apareció un fraile y cinco tipos que vestían muy similar. Pero, ¿lo raro? Que los seis se pusieron a cantar mientras el fraile tocaba un acordeón. Esto es lo más surrealista que he visto en toda mi vida, y eso que he visto muchas cosas increíblemente raras. Pero sin duda alguna, lo peor era que todos tenían aquel horrible acento. ¡Estoy empezando a odiarlo! El líder, de pronto, luego de un largo y cansino canto, sacó una daga y comenzó a acercarse a Shrek con no buenas intenciones.

—¡Que voy a empezaaaaar!

Pero de pronto… el tipo salió volando, chocando contra el suelo y luego una piedra… Espero que no sea un golpe fatal. Cierta princesa, agarrada a una liana, le acababa de meter una pedazo de patada en la cabeza al insoportable este, quedando totalmente KO. Fiona dio un grito, un par de piruetas al soltar la cuenta, y cayó entre nosotros y los bandoleros. Admito que eso fue impresionante.

—Ufff, que plasta de tío.

Uno de los otros bandoleros tomó su arco y una flecha, y diciendo algo disparó. La princesa la evadió con habilidad y Asno saltó a los brazos del ogro para evitarla también. Entonces empezó…. una pelea que tenía claramente unilateral. Los tres nos quedamos embobados, asombrados e impactados al ver a la princesa repartir tortas como panes a todos los bandoleros de una manera que nadie jamás creería ver en una mujer como ella. Para cuando hubo terminado, se acercó a nosotros avergonzada.

—Eeeh, ¿nos vamos?

No esperó respuesta, sino que se alejó a paso rápido.

—Jo con la princesa —murmuró el ogro, tirándome a Asno encima, corriendo para alcanzar a la princesa.

Asno no tardó mucho en quitarse de encima mío… Este tipo pesa lo suyo, aunque no lo parezca. Caminamos a paso tranquilo hasta alcanzar al dúo, pero Fiona tenía sus manos en su boca mientras se echaba la culpa por algo.

—¿Qué pasa? —interrogó Asno.

—Shrek está herido.

Y Asno comenzó a enloquecer, pero Fiona le agarró por la oreja.

—Asno, ¿quieres calmarte? Si quieres ayudar a Shrek, entra en el bosque y tráeme una flor azul con espinas rojas.

—Flor azul, espinas rojas. Está chupao —comenzó a repetir esas palabras mientras se alejaba—. ¡No te mueras! ¡Y si ves un largo túnel, aléjate del resplandor!

—¡Asno! —gritaron princesa y ogro.

—¡Ah, sí! ¡Flor azul, espinas rojas…!

Los tres vimos cómo el burro se alejaba en busca de las flores. Creo que ha exagerado. Solo tiene una flecha clavada en el pandero. Para Shrek eso no es naaaaada.

—¿Para qué sirven las flores? —curioseó el ogro.

—Para deshacerme de él.

—Ah.

Me pregunto si recuerdan que estoy aquí.

—Ahora estate quieto mientras te saco este chisme.

Se acercó y agarró la flecha, dándole un suave tirón.

—¡Ei! ¡Cuidado con los tirones!

—Pero tengo que sacártela.

Y comenzaron a jugar al ratón y el gato, con Fiona siendo el gato y Shrek el ratón. Era más que entendible que el ogro no quisiera sentir otro tirón por la flecha. Al final tuvo que ponerle la mano en la cara para que dejara de intentarlo.

—Muy bien —se rindió la princesa cuando se deshizo de la enorme mano verde—. Dime, ¿qué propones que hagamos?

Lo que sugirió el ogro me pareció sumamente gracioso. Él se tumbó en el suelo mientras Fiona se ponía encima, tirando de la flecha.

—¡Aaaaahhhhh! ¡Ha dolido!

—Tranquilo, está saliendo, está asomando la punta.

Pero el ogro no pensaba dejar que volviera a intentarlo, por lo que se dio la vuelta, tirando a la princesa encima suyo. Esa posición… ¿es cosa mía o aquí hay un extraño ambiente? Pero alguien tenía que interrumpir, ¿y quién fue? Obviamente Asno.

—Ejem, ejem.

Este animal tenía una sonrisa coqueta en su rostro. Entonces pareció que al fin se dieron cuenta de que yo también estaba presente, o lo había estado todo el rato.

—N-no es lo que parece —intentó explicar Shrek—. S-solo estábamos…

—Si queríais estar a solas, solo teníais que decirlo, ¿vale?

—Coincido contigo —sonreí.

—Vamos, eso es algo que no se me ocurriría en la vida —la princesa puso sus manos en sus caderas ¿enojada? No creo… pero ¿y si sí?—. La princesa estaba intentando...

Un grito ahogado. La princesa aprovechó que Shrek no le prestaba la más mínima atención para agarrar la flecha y extraerla sin misericordia alguna. El ogro miró a la princesa, quien balanceó la flecha con una sonrisa… ¿vengativa?

—Au…

—¿E-eso qué es? ¿E-es sangre?

Asno cayó inconsciente luego de ver la punta de la flecha. Vaya, sí que tenía poco aguante con la sangre. Todos nos pusimos nuevamente en pie, retornando el camino hacia el reino del Lord, con el ogro llevando al desmayado burro en su hombro. Pero mientras pasaban las horas, pude notar que aquí pasaba algo raro, un cambio de actitud en los dos: ogro y princesa. No había experimentado nada semejante en mi vida, pero si había leído libros y visto series y películas. Por el cómo actuaban ambos… podía asegurar que estos dos se gustaban. Raro, sin duda, pero no por ello malo. Se la pasaban riendo juntos, divirtiéndose, charlando animados… Asno y yo nos miraron de reojo, decidiendo quedarnos un poco más atrás.

Cuando el sol estaba en sus últimas horas, pero aun sin llegar al atardecer, llegamos hasta un molino, y no muy lejos pudimos ver una ciudad… pero su castillo era increíble y ridículamente alto. Hum, creo que era el mismo que vi cuando llegué aquí.

—Ahí lo tienes, princesa. Tu futuro te espera.

—¿Eso es Duloc?

Las palabras de ambos sonaron amargas. No tenían ganas de llegar allí. Oooh sí, esto era sin duda... ¿atracción? No creo que pudiera ser amor así tan rápido. Asno pasó por en medio, con su típica sonrisa, olvidando que habíamos acordado dejarles su espacio.

—Sí, lo sé. Shrek dice que Lord Farquaad intenta compensar algo. Yo creo que lo que pasa es que la tiene muy…

Con rostro avergonzado, Shrek le dio una patadita a las patas delanteras de Asno para que este dejara de hablar. La verdad es que yo opino igual que él. Esto huele a complejo, ¡pero vamos!

—Bueno… eh… será mejor que continuemos…

—Claro… pero… Shrek… yo —la princesa al parecer no quería continuar el camino, al menos por hoy—... Me preocupa Asno —hablando del burro, este se puso nuevamente en pie.

—¿Qué?

—No sé. Míralo tú. No tiene buen aspecto.

—Qué tontería. Estoy muy bien —se defendió el animal.

Oooh, ya sé lo que intenta la princesita. Inteligente, sin duda. Shrek también sonrió, comprendiendo sus intenciones.

—Eso es lo que se dice… y luego… y luego… se estira la pata —Asno la miró sin entender—. Se muere.

Eso sí lo entendió por su cara de terror.

—Pues es verdad. Tienes una pinta horrible —continuó Shrek—. ¿Quieres echarte un rato?

—Voy a prepararte un té.

—Sí, lo he sufrido en silencio —con voz lastimera, Asno acabó creyéndose en verdad que estaba enfermo—. Reconozco que tengo tortícolis y cuando tuerzo la cabeza, ¡ah!

Uf, eso no ha sonado bien. No debería crujir su cuello de esa manera o pasará de jugar en primera persona a hacerlo en tercera persona.

—¿Tienes hambre? —le preguntó Shrek a Fiona—. Iré a buscar la cena.

—Y yo a por leña.

Con aquellas palabras, ambos se marcharon a buscar ambas para cocinar, dejándome nuevamente solo con este asno paranoico. En fin, una vez que se calmó y el dúo volvió, nos pusimos a preparar la cena con ratas silvestres. Bueno, no sería la primera vez que comería una cocinada. Cuando volví a probarla tuve que admitir nuevamente que estaba increíblemente deliciosa. ¿Cómo demonios se puede lograr que una rata cocinada supiera tan bien? Este ogro no dejaba de asombrarme.

—Mis felicitaciones al chef. Esto está de rechupete —comenté alabando al ogro.

—¿Verdad que sí? — Fiona asintió a mi alago—. Está muy rico. Está pero que muy rico. ¿Qué es?

—Rata de hierbajo, al estilo de mi abuela.

—¿No me digas? Está deliciosa.

—Y estofadas son todo un manjar. En serio. Y no es por fardar, pero preparó un estofado que está de muerte.

Fiona se rio, dirigiendo su vista al castillo. El ogro siguió su línea de visión.

—Me parece que mi cena de mañana será muy diferente.

—Tal vez algún día podrías ir a verme a mi ciénaga. Y te cocinaré todo mi repertorio…

Vale, me parece que aquí yo sobro. Con disimulo me alejé de ambos, disfrutando de mi rata de hierbajo. Madre mía, sí que estaba buena. Sorprendente. Me quedé observando el castillo, sintiendo una cosa extraña en mi corazón. Mi instinto me decía que aquí había algo que estaba mal, ¿pero el qué? No había evidencias de sincorazón o incorpóreos en este mundo.

—¡Puesta de sol! ¡Oh no!

El grito alarmado de Fiona captó mi atención. La princesa miraba el sol anaranjado con miedo, por lo que se disculpó y subió al molino, pero cuando estuvo junto a la puerta se detuvo, mirando directamente al ogro.

—Buenas noches —se despidió con una sonrisa.

—Buenas noches.

El tono de Shrek era como el de alguien que acababa de perder una gran oportunidad. La princesa le miró por última vez y luego entró en el molino.

—Hum, ahora veo muy clarito lo que está ocurriendo aquí —comentó Asno con aire jocoso.

—Eh, oye, ¿a qué te refieres?

Ambos caminaron hasta la fogata y yo fui con ellos.

—No te hagas el longui. Soy un animal y tengo mi instinto. Y sé que vosotros estáis engatusados, lo huelo.

—Nah. Tonterías tuyas. Solo la llevo para entregarla a Farquaad.

—Aaah. Espabila tío. Despierta y huele las feromonas. Entra y dile lo que sientes.

—Coincido con Asno.

—¡Callaos los dos! No tengo nada que decir. Además, aunque entrara y le dijera que… bueno… ya sabéis. N-no estoy diciendo que lo haga, porque no lo haré. Ella es una princesa, y yo…

—¿Un ogro?

—Sí… un ogro.

Dicho esto, Shrek comenzó a caminar, alejándose de nosotros.

—Esa es una excusa penosa, compañero, tenlo en cuenta. Eso no importa —le dije mientras me recostaba en el suelo.

Asno intentó decirle algo, pero yo le indiqué que se quedara callado. Esto era algo que el ogro debía pensar a conciencia. Nosotros ya habíamos dicho más que suficiente. El sol se ocultó y las estrellas y la luna tomaron su lugar. No sé en qué momento me quedé dormido, pues cuando me desperté el sol ya había vuelto a tomar su lugar en el ciclo de los días. Me incorporé y estiré mi cuerpo. Aun no me acostumbraba a dormir en el suelo. Pude ver a Fiona afuera del molino, bajando por las escaleras y a Shrek caminando hacia nosotros con un semblante muy serio. Eso que escucho al fondo suena a metal, como innumerables placas que chocan unas con otras.

—Shrek —la princesa terminó de bajar las escaleras, acercándose a él, aunque se apartó al ver la mala mirada del ogro—. ¿Te encuentras bien?

—Perfectamente. Nunca había estado mejor.

—Yo… quería decirte algo importante.

—No hace falta que me digas nada, princesa. Anoche ya oí más que suficiente.

¿Anoche? ¿Qué pasó anoche? ¿De qué me perdí?

—¿Oíste lo que dije? —la voz de Fiona demostraba que estaba atemorizada. A saber qué dijo.

—Absolutamente todo.

—Creí que lo entenderías.

—Oh, claro que lo entiendo. Como tu dijiste, ¿quién podría amar a un engendro horroroso y feo?

Vale, aquí está pasando algo muy raro. Maldición. ¿Por qué no me desperté anoche? Tengo que encontrar algún método para dejar de tener el sueño tan profundo. En el orfanato no me pasaba… supongo que es por la tranquilidad que me ha dado Scala.

—Creía que eso a ti no te importaría.

Ahora ya no estaba atemorizada, sino dolida… muy dolida.

—Ah ¿no? Pues, mal creído —creo que es la primera vez que veo a alguien tan dolido por unas palabras, y eso que no tuve una buena infancia en el orfanato. Entonces vi aparecer a un jinete siendo seguido por lo que suponía que era su guardia personal, armados y con armadura, con los estandartes del reino—. Oh justo a tiempo. Princesa, te he traído un pequeño presente.

Asno, asustado por los soldados, se alejó hasta colocarse junto al ogro.

—Princesa Fiona…

El jinete saludó a la princesa, pero antes de que continuara, Shrek le cortó.

—Antes lo prometido. Entrégamela ahora.

—Está bien, ogro. La escritura de tu ciénaga despejada, como acordamos. Cógela y vete. No sea que cambie de parecer.

Así que este tipo era el tal Lord. Farquaad. Tiene una arrogancia que no me agrada. Dejó de mirar con disgusto a Shrek, centrando su atención nuevamente en la princesa.

—Disculpadme princesa por sorprenderos, pero vos me sorprendéis a mí. Debo decir que jamás había visto una belleza tan deslumbrante —el caballo se acercó un poco más a la princesa, permitiendo a su dueño que la contemplara más de cerca—. Yo, yo soy Lord Farquaad.

—¿Lord Farquaad? —Fiona parecía bastante sorprendida—. Oh no, no —mientras Fiona hablaba, Farquaad chasqueó los dedos mientras sus soldados se acercaban—. Solo se trataba de una corta —¡oh joder! ¡Ahora lo entiendo todo!—... despedida.

¡Tenía el cuerpo de un niño, pero no uno proporcionado! Nada más sacarlo, por la parte de la armadura de las piernas surgieron piernas de niño. Su cabeza era demasiado grande en comparación con el resto de su cuerpo. Porque sí, ese era el cuerpo de un niño pequeño, muy pequeño, pero su cabeza era de tamaño adulto. Los soldados le posaron en el suelo… que pequeñín que era… Le llegaba a Fiona un poco más arriba de la cintura… Era tan alto como Asno... sin contar las orejas del burro...

—Oh, sois todo un encanto. No desperdiciéis vuestros modales con ese ogro. Ja, ja, ja, ja. Eso carece de sentimientos —dijo con desprecio mirando de reojo a Shrek.

—No, es cierto. Eso no los tiene —coincidió Fiona con los ojos entornados, aún dolida

¡Oh joder! ¡¿Que cojones ha pasado esta noche?! No me podía creer lo que habían dicho ambos, y por lo que vi tampoco Asno podía creerlo.

—Princesa Fiona, meliflua, flamante y florida Fiona. Yo, os pido en matrimonio —se agachó, en la típica posición de pedida de matrimonio, provocando que Fiona se agachara mucho—. ¿Queréis ser la perfecta novia para el perfecto novio?

Fiona levantó su vista para ver a Shrek, pero este la desvió de nuevo al pergamino que los soldados de Farquaad le habían entregado. Ante aquello, el rostro de la princesa se arrugó. Ahora estaba más que enfadada.

—Lord Farquaad, si, acepto. Nada en este momento…

—¡Excelente! —el pequeñín se puso en pie con un bote, sorprendiendo a la princesa—. Iniciaré los preparativos. Mañana será la boda.

—¡No! —aquella negativa sorprendió tanto al ogro como al mini Lord—. Bueno, eeeh… ¿por qué esperar? Celebremos hoy la boda. Antes del ocaso.

Aquello satisfizo mucho al mini Lord, pero terminó de destrozar al ogro.

—Oh, el ansia os conmueve. Cierto, cuanto antes mejor. ¡Hay mucho que hacer! —chasqueó los dedos y los soldados volvieron a subirle al caballo.

El mini Lord comenzó a contar todo aquello que iba a necesitar para la boda mientras subían a Fiona al caballo.

—Id en paz, ogro.

Esas fueron las últimas palabras de Fiona mientras se alejaba junto al Lord y su guardia. Yo aún no me movía de mi sitio, pero vi a Asno correr hacia Shrek, quien caminaba con fuertes pasos de vuelta a su ciénaga.

—¡Eh, eh, eh! ¿Pero qué haces? ¿Deja que se largue?

—Sí, que se largue.

—Hay algo que no sabes de ella —se colocó delante del ogro para impedir que siguiera avanzando—. Anoche estuvimos hablando.

—Sí, ya sé que anoche estuvisteis hablando. Sois muy amiguitos, ¿no es así? Y si sois tan amiguitos, ¿por qué no la sigues hasta su casa?

El ogro volvió a retomar el camino.

—Pero… quiero ir contigo.

—¡Eh, te lo dejé muy claro! —volteó furioso mientras le señalaba con el dedo—. ¡Tú no volverás a mi casa conmigo! ¡Allí vivo yo solo! ¡Es mi ciénaga! ¡Mia! ¡Y de nadie más! ¡¿Queda claro?! ¡De nadie más! ¡Y aún menos de un inútil, patético, charlatán y cargante asno!

Puede que ninguno de ellos lo notara, pero yo sí. Yo pude ver el dolor en el rostro del ogro, en sus palabras. Había confiado en alguien y sentía que ese alguien le había traicionado.

—P-pero, creí…

—¡Ya! ¡¿Pues sabes qué?! ¡Estás equivocado!

Con aquel último grito, se alejó aún más rápido, a grandes zancadas, sin nadie que se lo impidiera.

—Shrek...

Yo no podía hacerlo, pues no sabía que estaba pasando. Esperé a que Asno volviera aquí, pero vi que tomó un rumbo distinto, por lo que corrí tras él.

—¡Hey! ¡Asno, espera! ¡Quieto ahí!

El burro, quien tenía el rostro decaído, al igual que su ánimo y orejas, se detuvo ante mi llamado, girando lo suficiente su cuello como para mirarme directamente. Yo me puse a su lado y ambos comenzamos a caminar hacia el bosque.

—Oh, lo lamento. Me olvidaba de ti. Con lo de Shrek…

—Sí, sí. He notado que os olvidáis mucho de mi presencia. Pero esa no es la cuestión. A ver, quiero que me expliques todo lo que ocurrió anoche, porque no entiendo nada de lo que ha pasado.

Asno me contó con todo lujo de detalles lo ocurrido. Al parecer, la princesa Fiona se transformaba en una ogresa, y Shrek había escuchado y se había sentido traicionado porque solo escuchó una parte de toda la charla y la había malinterpretado. Tuvo la mala suerte de escuchar la parte en la cual Fiona se refería a sí misma en su forma de ogresa.

—Esto no ha terminado, compañero. Pero creo que lo mejor será que pensemos adecuadamente. La boda será antes del ocaso, así que tenemos todo el día.

—¿A qué te refieres?

—Eres amigo de Shrek, ¿no? Y sabemos que ese gigante verde no lo ha escuchado todo, sino que ha malinterpretado lo que escuchó anoche. ¡Es nuestro deber, como aquellos que conocen la verdad, limpiar este desorden! ¡¿O no?!

Asno pareció recuperar el ánimo, pues sonrió como solo él sabía.

—¡Tienes razón! ¡Ese ogro es un cabezota que no escucha! ¡Vamos ahora mismo a por él!

Intentó correr hacia donde estaba la ciénaga, pero le agarré para evitar que cometiera aquel estúpido acto.

—¡Quieto parao! ¡Pisa el freno colega!

—Pero…

—Aún no es el momento. Las heridas están aún muy frescas. Tenemos que encontrar el modo de hacerle entrar en razón, y luego un medio para llegar desde la ciénaga a Duloc en el menor tiempo posible. La ciénaga está muy lejos, ¿no?

—A mediodía, más o menos.

—Perfecto. Pues pongámonos a pensar en cómo arreglar este estropicio.

Asno y yo continuamos caminando, internándonos en el bosque. Pasaron varias horas y no conseguíamos un plan adecuado para esta circunstancia, pues yo no quería usar mis poderes así como así. El Orden. Pero… ¿esta es una ocasión necesaria?

De pronto, un grito ahogado de Asno me sacó de mis pensamientos. Estábamos al lado de un río, bebiendo un poco de agua, cuando Asno dio un brinco. Yo seguí su línea de visión… ¡y ahí estaba la dragona! ¡La del volcán! Me preparé para luchar, pero… no hizo la menor falta. La dragona estaba triste, sollozando, aún con el candelabro en el cuello, aunque la cadena estaba mucho más corta.

Fue entonces que se me ocurrió una idea, pero Asno ya estaba caminando cuidadosamente hasta la dragona, quien se sorprendió al verle. Yo retrocedí para mantener la distancia, con el nuevo plan ya en mi mente.

XXXXX

—Admito que esto es bastante extraño. Es decir, hace dos días… si, dos días estabas a punto de matarnos. ¡Y míranos ahora! ¡Trabajando codo con codo para ayudar a ese ogro testarudo a arreglar las cosas con la chica que le gusta, una princesa que se transforma en ogresa por la noche! ¡Esto vale para una película!

Dragona gruñó mientras asentía. Ambos estábamos de acuerdo. ¿Y qué hacía yo encima de esta dragona? Sencillo. Asno se encontraba ahora mismo en la ciénaga, teniendo una brusca discusión con Shrek mientras yo esperaba encima de Dragona a que ambos arreglaran sus propios asuntos. No fue hasta que escuchamos el silbido de Asno que aparecimos justo encima de la ciénaga y descendimos lo suficiente como para que el ogro pudiera escalar por la cadena. Nada más verle estiré mi mano para ayudarle.

—Supongo que esto ha sido idea tuya —sonrió Shrek un poco avergonzado.

—En verdad ha sido de ambos.

—Ya veo. Oye, lo siento por todo lo que ha pasado. ¿Puedes perdonarme?

—Como supongo que habrá dicho Asno, no hay nada que perdonar, así que tranquilo.

Estrechamos nuestras manos mientras Asno subía al lomo de Dragona con la ayuda de esta.

—Sujetaos bien, que aún no se han inventado los cinturones de seguridad.

Dicho y hecho. Los tres nos agarramos fuerte mientras Dragona se alzaba en el aire, recorriendo la distancia entre la ciénaga y Duloc en poco tiempo. La verdad es que volar sobre un dragón, o dragona en este caso, se siente muy diferente a cuando lo hago sobre mi surcadora. Era una sensación muy agradable. Además, sentir como batía sus alas, la respiración de esta enorme criatura… Fue maravilloso. Cruzamos el cielo, volando sobre las nubes, observando el suelo bajo nuestros pies. En verdad Asno no mentía, era mucha la distancia entre Duloc y la ciénaga, pero volando de esta manera no tardamos mucho en ver nuestro objetivo: la ciudad del castillo ridículamente alto.

—¡Ahí está nuestro objetivo! —informó Asno.

—¡Perfecto! ¡Pues entremos a lo grande! —sonreí divertido—. ¡Dragona, aterriza en medio de la plaza, la que está junto a la iglesia!

Dragona asintió con su cabeza y comenzamos a descender. Podía ver numerosos caballeros en aquella plaza, por lo que, una vez que Dragona aterrizó con fuerza, tanta que casi nos caemos, los soldados salieron corriendo. Nosotros bajamos de Dragona y Shrek y yo corrimos hacia la iglesia mientras Asno le daba las últimas instrucciones. Vi que el ogro estaba dispuesto a entrar en la iglesia así como así, por lo que me puse enfrente, deteniendo su paso.

—Hey, colega, ¿a dónde vas?

—¿Qué demonios estás haciendo? Hay que impedir la boda.

—Pero Beren tiene razón. Las cosas hay que hacerlas bien —habló Asno—. Tienes que esperar a que el que les casa diga lo siguiente: hable ahora o calle para siempre. Entonces tú vas, entras y dices: yo objeto.

—Esto es ridículo.

Shrek intentó entrar, pero nuevamente lo detuvimos.

—Alto, alto, alto. A ver, tú quieres a esa mujer, ¿no? —le preguntó Asno mientras colocaba sus pezuñas delanteras en el pecho del ogro.

—Si.

Shrek miró raro a Asno por la pregunta.

—¿Abrazarla?

—¡Si!

—¿Gustarla?

—¡SI!

—¡Pues tú dale, dale tu ternura y tu amoooor! —cantó—. A las tías les va ese rollo.

¿En serio? Oh, eso me lo apunto para el futuro.

—¡Vale, cállate ya! —nos miró a ambos con duda—. ¿Cuándo dice eso el que los casa?

—Lo averiguaremos —sonreí mientras me cruzaba de brazos.

—¿Cómo?

—Sencillo. Coge a Asno y lánzalo hacia arriba, que llegue hasta aquel ventanal.

Me aparté de la puerta y señalé un ventanal redondo que estaba a una altura bastante considerable. Shrek asintió, pero Asno… Asno nos miraba con mucho miedo. Pero el ogro no le dio tiempo a correr, sino que lo agarró y lanzó hacia arriba. ¡Buah, qué fuerza tiene este tipo!

—¡Dinos qué ves! —le pedí.

—¡Está todo el pueblo! —otra vez Asno para arriba—. ¡Están en el altar! —para abajo, para arriba—. ¡Ah madre, ya lo ha dicho!

—¡Oh, por el amor del cielo!

Oh porras.

Mientras Shrek corría con urgencia hacia las puertas, abriéndolas, yo tuve que saltar y coger al burro, haciendo un poco de gala de mis poderes. Aun así, que te caiga un burro a una altura de veinte metros no es algo que sea suave. Puede que mi cuerpo sea capaz de aguantar cosas como esta por el bendito poder de la llave espada… ¡pero duele mucho!

—Colega, deberías adelgazar —le dije una vez volvimos a pisar el suelo, pero él solo sonrió—. Uy, me parece que tenemos que poner pies en polvorosa.

—¿Por qué lo dices?

—Porque hay varios guardias armados corriendo hacia acá.

Señalé con mi mano a la espalda del burro, y éste se alarmó al ver a los soldados señalarnos y apresurar el paso. Ambos corrimos, alejándonos de la iglesia.

—¡No podemos alejarnos más! ¡Shrek nos necesita!

—¡Tienes razón, Asno! ¡De acuerdo, nos vamos a dividir! ¡Tú vuelve a la iglesia, yo me encargo de los soldados!

Él asintió y ambos corrimos por calles distintas. La mitad de los soldados me siguieron por las calles vacías. Podía escuchar los rugidos de Dragona en la distancia. Se lo estaba pasando muy bien. No fue hasta que llegué a un callejón sin salida que me detuve.

—No puedes escapar, mocoso. Será mejor que te rindas.

El líder se adelantó un poco al resto de sus hombres, todos apuntándome con ballestas y espadas. Yo no me di la vuelta para encararles, sino que alcé mi mano y, con un estallido de luz, Recuerdos del Mañana apareció en mi mano.

Paro.

La punta del arma brilló levemente, y cuando me di la vuelta, los soldados estaban totalmente quietos, congelados en el tiempo. Me apresuré a alejarme de ellos en dirección a la iglesia, no sin antes usar un pequeño hechizo de Hielo para congelar el suelo sobre el cual pisaban. No mucho después escuché como se caía y maldecían.

Corrí y corrí hasta llegar nuevamente a la plaza. El sol ya se había ocultado y los últimos rayos del ocaso iluminaban el cielo. Podía oírse mucho jaleo dentro de la iglesia. Pude ver a Dragona y Asno charlando y ningún rastro de soldados. Corrí hasta ellos, subiendo al lomo de Dragona. Asno también subió con su ayuda.

—¡Muñeca, ve hacia ese enorme cristal redondo!

Dragona alzó la cabeza, viendo el enorme rosetón de la iglesia. Entonces escuchamos un silbido, el silbido de Shrek, por lo que Dragona dio un salto potente, aterrizando en el rosetón, destrozándolo, gruñendo con fuerza, agachándose y… ¿acaba de comerse al pitufo?

—¡Que nadie se mueva! ¡Tengo un dragón y no dudaré en usarlo! ¡Soy un asno cabreado!

Esto es impresionante. Mientras los soldados corrían asustados, yo bajé de Dragona al suelo. La misma eructó, echando por la boca la corona del mini Lord, la cual rebotó en el suelo varias veces. Los ciudadanos parecían asustados al principio, pero luego aliviados, como si les hubieran quitado un gran peso de encima.

—Je, los matrimonios famosos no suelen durar mucho —escuchamos los aplausos de los habitantes de la ciudad, quienes se sintieron alegres por perder a aquel horrible Lord—. Cuando quieras.

Shrek se acercó a Fiona para por fin hablar de lo que ambos sentían… pero fue entonces que sentí algo extraño. Recuerdos del Mañana apareció en mi mano con un destello. Mis ojos se desviaron hacia Dragona, quien tenía una mueca de dolor.

—Hey muñeca, ¿estás bien?

Lo siguiente que pasó fue que Dragona vomitó, algo bastante asqueroso, pero lo que llamó mi atención fue el mini Lord. Farquaad estaba envuelto en vómito de dragón, pero pude ver que algo le envolvía. Una leve capa de… Oscuridad… Sí, una capa de Oscuridad le envolvía

Esta era la segunda vez que veía con mis propios ojos la Oscuridad, y su presencia era atemorizante, como un vacío eterno y oscuro que todo lo consumía. Farquaad se irguió, con rostro furioso y sus ojos se habían vuelto amarillos.

Mi primer Jefe Sincorazón.

Todo el mundo estaba totalmente quieto, observando aquella asquerosa escena. El Lord se apartó el vómito de los ojos, buscando algo. Cuando dio con ello, fue directamente a por él. Era su corona de rey. Lentamente lo cogió, poniéndoselo en la cabeza. Escuché gruñir a Dragona, pero le hice un gesto para que no se moviera.

—Shrek, Fiona, Asno —llamé a los tres sin dejar de mirar al Lord—. Sacad a todo el mundo de aquí, ya.

De reojo pude ver cómo en silencio y despacio, los civiles iban abandonando la iglesia. Entonces Farquaad volteó, con aquella capa de Oscuridad aumentando, agitándose más y más conforme pasaban los segundos. Cuando sus ojos contactaron con ambos ogros, su semblante se arrugó en gesto de ira y furia hacia ellos.

—Yo soy el rey… Yo soy el rey —murmuró mientras caminaba con lentitud hacia ellos—... Yo soy el rey… ¡Yo soy el rey!

Y con aquel grito, la Oscuridad explotó, extendiéndose por toda la estructura. La gente chilló aterrorizada, corriendo hacia la puerta. Yo salté hacia ambos ogros y, para su sorpresa, los agarré de las manos, lanzándolos hacia Dragona.

—¡Cógelos! —le grité.

Dragona dejó de mirar a Farquaad, agarrando a ambos ogros.

—¡Que no os toquen! —señalé a los Sincorazón que comenzaban a surgir—. ¡No les temáis, y no dejéis que os acorralen!

—¡¿Qué vas a hacer tú?! —gritó Fiona.

—Yo me encargo de él —siseé mientras centraba mi atención en el sincorazón Farquaad.

Este intentó ir hacia los ogros, pero yo me interpuse, apuntándole con Recuerdos del Mañana.

—Tú de aquí no pasas, sincorazón.

La furia en sus ojos y rostro aumentó al tiempo que la Oscuridad terminaba de envolver el interior de la iglesia. Pude escuchar a Dragona alejarse del rosetón, quedando fuera de esta cúpula. Cuando Farquaad gritó rabioso, los sincorazón se lanzaron hacia mí.

Esta era la primera vez que entablaba un verdadero combate contra los ancestrales enemigos de los Portadores, y aunque las simulaciones y combates de entrenamiento estaban a un gran nivel, no era lo mismo que enfrentarlos cara a cara. Si bien sus ataques eran básicos y los conocía de sobra, su gran número me impedía acercarme a su actual jefe.

Pude ver al Lord caminar hacia la puerta de la iglesia, pero yo no le podía permitir que abandonase este lugar. Aquí es como si estuviera limitado por la propia estructura. Quitándome los sincorazón que tenía de por medio, lancé mi llave espada hacia Farquaad. Este, que estaba totalmente centrado en caminar hacia la salida, no se dio cuenta de mi ataque, por lo que la llave espada le golpeó de lleno en el cuerpo, tirándolo hacia delante. La hice aparecer de nuevo en mi mano mientras saltaba para darle el golpe final, pero él rodó y rugió, enviándome una ola de Oscuridad. Si bien pude bloquearlo con Reflejo, logró poner distancia, enviándome nuevas olas de sincorazón.

—¡Oye, pequeño y falso rey! —le grité en un intento de llamar su atención—. ¡¿Por qué envías a tus lacayos?! ¡¿Es que el falso rey no puede hacer nada con su diminuto tamaño?!

Los sincorazón se detuvieron al instante. Bien, parece que había logrado que el Jefe centrara su atención únicamente en mí. Farquaad volteó para mirarme. La capa de Oscuridad que le envolvía se agitaba con gran violencia.

—Yo no soy pequeño… Yo soy grande… Yo no soy falso… Yo soy rey… ¡Yo soy un gran rey!

Entrecerrando los ojos me puse en posición defensiva. Un enorme sincorazón había surgido de aquella Oscuridad, a su espalda, Este sincorazón tenía la figura del Lord, con la única diferencia del enorme tamaño y que era totalmente oscuro, porque las proporciones...

—¡Acaba con él! —le ordenó a su gigante copia.

El enorme sincorazón dio un paso hacia mí, con el puño cerrado. Tuve que saltar mucho para poder esquivar aquel puño, el cual sin duda me habría aplastado, pero rápidamente aquel gigante volvió a lanzar otro puñetazo. Aquel sincorazón no parecía tener otra estrategia que no fuera lanzar puñetazos en un intento de aplastarme, o quizás fuera porque aquel que lo controlaba solo deseaba aplastar todo y a todos como si fuéramos hormigas. La cuestión es que apenas y podía contraatacar, pues a pesar del inmenso tamaño, era mucho más rápido de lo que cabría esperar. Menos mal que los mini sincorazón no se acercaban por orden de su nuevo compañero. Solo esperaba que afuera las cosas estuvieran yendo mejor que por aquí.

Luego de no saber cuánto tiempo, una idea llegó a mi mente. Aproveché cada momento que tuve para contraatacar con varios hechizos retardados para distraerle y así acumular poder en la punta de la llave espada. Cuando hubo acumulado el siguiente, me detuve, apuntando con Recuerdos del Mañana al sincorazón gigante, enviando ese poder como un láser hacia el enorme sincorazón, logrando darle de lleno. El sincorazón no emitió sonido alguno, sino que cayó de espaldas. Farquaad gritó aterrado al ver aquello, y solo pudo elevar sus manos en un vano intento de evitar que le aplastase, pero no lo logró. Entonces comenzó a desaparecer junto a la Oscuridad del lugar, no sin antes soltar un corazón, el cual se alzó en el cielo hasta desaparecer. Luego de aquello, todo volvió a cómo debía ser. Bueno, no está mal, para ser mi primer encuentro, pero la próxima vez es muy probable que no encuentre un rival débil. Recuperando el aliento, logré salir de la iglesia. El cielo estaba ya oscuro del todo, con las estrellas brillando y el pueblo iluminado por la luna y la propia luz de las velas y antorchas.

—¿Todo bien por aquí fuera? —pregunté al ver a todo el mundo reunido en la plaza.

Bueno, con todo el mundo entiéndase a los soldados, Shrek, Fiona, Asno y Dragona. Estos cuatro últimos se acercaron a mí.

—Hemos podido controlarlos cumpliendo lo que nos dijiste —respondió Fiona.

—Bien, bien. Eso está genial.

—Esto ha sido muy extraño. ¿Qué ha pasado? —interrogó Shrek.

Me observaron fijamente, esperando una explicación. Yo me puse pensativo. Según tenía entendido, no era bueno andar diciendo por ahí quién era, así que tenía que buscar una buena excusa.

—Bueno, resulta que soy un… ¿cazador? No, esa no es una buena definición. Digamos que mi trabajo consiste en viajar para derrotar a los tipos como ese que se han dejado llevar por los malos sentimientos hasta un punto en el cual se transforman.

—Es la primera vez que escudo sobre algo así —comentó Fiona.

—El mundo es enorme. Ya ha ocurrido en otras partes.

—¿Y por qué te ocupas tú de ello? ¿Acaso no hay adultos que se ocupen?

—Los últimos murieron hace muchos años. Yo lo encontré por casualidad y decidí convertirme en uno.

—Eres muy valiente, Beren.

—¡Gracias! Y vosotros lo habéis hecho muy bien. Pero creo que será mejor que nos vayamos, ¿no creéis? Este lugar ya está muy destrozado. Además, la confesión de nuestro galán enorme y verde —Shrek se sonrojó por ello, gruñéndome molesto— debe ser en un sitio mejor que este… ¡todos a la ciénaga!

XXXXX

Ambos confesaron sus sentimientos en la ciénaga, solo frente a nosotros tres. Incluso Asno y Dragona se pusieron bien tórtolos. Tiempo después llegó la boda de ambos, demasiado pronto para mi gusto, pero bueno, ¿quién era yo para decir nada? La boda fue corta y fueron invitados tanto las conocidas por aquí como criaturas de los cuentos, como habitantes de Duloc a la ceremonia. Cuando ambos se casaron los siete enanitos de Blancanieves… si, aun no me creo estar en una boda junto a Blancanieves y otros tantos seres de los cuentos, comenzaron a tocar una melodía bastante pegadiza, y a ella se unió Asno como cantante luego de que Dragona cogiera el ramillete de flores de Fiona. Un montón de mujeres peleándose por él… y acabó en manos, o más bien garras, de Dragona. Je.

Vimos como la feliz pareja se alejaba en su carroza tirada por caballos, los cuales habían sido hechizados a partir de una cebolla y unas ratas, y fue entonces que Recuerdos del Mañana apareció sola por segunda vez. Nadie se dio cuenta, pues estaban aún bailando y disfrutando de la canción de Asno.

—Guíame compañera —la llave espada me llevó hasta adentro de la casa, más concretamente hacia la chimenea, donde apareció cierta cosa que reconocí al instante—. Una cerradura —murmuré con asombro.

Con gran alegría apunte con la llave espada hacia la Cerradura. La punta brilló y un haz de luz salió disparado hacia la Cerradura, produciendo un sonido como de algo que se cierra con llave.

—Mi primera Cerradura… ¡Qué gran día!


Bueno, hasta aquí la parte de la peli Shrek. Espero que os haya gustado.

Y sin más que decir, me despido.

¡Nos leemos!