29 DE DICIEMBRE DE 2013. 5:27 A.M. BROOKLYN. TORRE DE DEPARTAMENTOS. 2º PISO. DEPARTAMENTO 221. (5 HORAS DESPUÉS).
Steve Rogers se mueve nerviosamente por el departamento tratando de convencerse que todo va bien. Van cerca de 6 horas desde su llamada con Holmes, 6 horas donde ella no ha hecho acto de presencia.
Esta vez ni siquiera se puede intentar calmar hablando con su querida gatita porque esta se encuentra en la casa del portero del edificio, la única persona con la que pudo dejarla antes de irse a la misión con Coulson. Se supone que en unas horas tiene que ir a recogerla, pero ni siquiera la perspectiva de ver a Watson Jr. lo hace sentir mejor en la ausencia de la castaña.
Su mente intranquila lo plaga con dudas: ¿Por qué Sophia aún no llega? ¿Desaparecerá de su vida indefinidamente otra vez? ¿Se arrepiente de haber dicho que iban a hablar? ¿Se está ocultando para no decir sus sentimientos? ¿Sus sentimientos si quiera son favorables para el rubio? Porque en la llamada sonaba como si sí lo fueran, pero 6 horas después ya no está tan seguro. Se deja caer en el sillón sacando un gruñido de frustración.
Llamar de nuevo a Natasha ni siquiera es una opción porque luego de la misión están intentando pasar desapercibidos y seguir llamando a la rusa en medio de las vacaciones va a llamar la atención. Además, aunque confía lo suficiente en ella para decirle sus sentimientos, está seguro de que la rusa aún guarda muchos secretos de SHIELD.
Se remueve en el sillón tratando de encontrar una posición cómoda. La pequeña molestia que tenía en la espalda luego de toda la recuperación desde el disparo, ahora, gracias a todo el esfuerzo realizado en la misión se ha convertido en un constante pinchazo que entumece su pierna izquierda. Si no toma algo para el dolor o descansa un poco, pronto volverá a necesitar el bastón.
Pero eso no lo detiene en lo más mínimo cuando suena el timbre de su teléfono y se catapulta a la mesa de la cocina casi tirando un jarrón de flores en el proceso.
– ¿Sí…? – contesta.
– Steve, ¿estás con Sophie? – pregunta con urgencia Tony.
– No – responde sintiendo una fría sensación de pánico subir por su cuerpo.
– Mierda, en verdad está ahí – murmura para sí mismo el billonario – Bueno nos vemos – dice rápidamente.
– Espera, espera – pide el soldado – ¿Está donde? – pregunta esperanzado de cualquier noticia de la chica.
Sin embargo, silencio es lo único que le responde el otro lado de la línea. Aún sin verlo puede sentir la incomodidad del castaño.
– ¿Hablaste con ella? Ósea una conversación a fondo de todo lo que pasa con ella – inquiere Tony.
– No realmente – admite Steve, pensando que se refiere a la parte de sincerar sus sentimientos – Dijo que venía en camino para hablar, pero eso fue hace 6 horas. Incluso intenté llamarla – suspira pasando una mano por su cara.
Una parte de él se alegra de poder hablar de lo que sea que es su relación con Holmes, compartir sus preocupaciones en un momento así, pero no puede evitar la sensación que le están ocultando algo.
– Eso sí complica las cosas – murmura para sí mismo Ironman.
– ¿Qué cosas? – demanda el rubio.
– Es que ella no quería que te lo dijera – suelta con desesperación.
– ¿Qué dijera qué? ¿Por qué? – cuestiona Steve volviendo a sentir pánico.
– Por que esta enamorada de ti y no quiere arrastrarte a su desastre – dice Tony con obviedad, expresando un hecho lógico e irrefutable.
Mientras tanto el rubio siente el mundo dar vueltas en una combinación de alivio, euforia y pánico. El aire se le va de sus pulmones y sus piernas fallan al punto que se tira en una de las sillas de la cocina.
– Ella… ¿qué? – farfulla apenas respirando.
– Joder, eh… mierda… eh. Creí que ella ya te había dicho eso, se supone que te lo iba a decir cuando me fui de su departamento – grita nerviosamente.
– Ella, ella, ¿ella no iba a cortar su amistad conmigo? – tartamudea el rubio.
– Ósea, seguro que sí lo pensó, pero luego le hice ver lo estúpido que era eso. Ustedes están hechos uno para el otro. ¿No se supone que hablaron? ¡Tuvieron como dos días para hablar de ello! – cuestiona Tony.
Ahora mismo Steve solo puede pensar que él fue quien le dijo que contestara el teléfono porque no podía ordenar sus ideas, y luego él fue quien dijo que tuvieran la conversación en otro momento. Se siente la persona más estúpida de todo el maldito universo por haber evitado la conversación por miedo a que Holmes lo rechazara finalmente.
– Estuvimos ocupados en una misión – logra decir Steve aún aturdido por la revelación.
– Sí suena a ustedes distraerse en una misión para evitar sentimientos, aún cuando son buenos – farfulla Tony por primera vez usando su típico humor.
– Stark. ¿Dónde está Sophia? – lo interrumpe con urgencia.
Pero el lugar de que el billonario le cuente lo que sucede tan fácilmente como le reveló los sentimientos de Holmes, este se vuelve a quedar callado.
– Volverá en unos días – asegura con tranquilidad luego de unos segundos.
– Esperarla no es una opción – sentencia el rubio.
– Estoy seguro de que ella te lo quería explicar, con calma y no presentarte a Ella directamente… – inicia nerviosamente.
– ¿A quién? – pregunta Steve confundido.
– Es… complicado – se rinde cansado.
– Todos usan esa palabra para definir a Holmes – bufa Steve con irritación.
Pero el castaño continúa en silencio tratando de buscar una manera de definir el problema de su ahijada sin realmente definirlo, porque eso definitivamente es ganarse una sentencia de muerte.
– Stark, estoy a dos oraciones de colgar el teléfono e ir a buscarla por toda la ciudad. En este punto incluso considero llamar a su padre – amenaza fríamente.
– Quiero que sepas que ella no quería que la vieras así. No ahora, por lo menos – suelta Tony apresuradamente – Quisiera ir contigo, pero volvimos a las Bahamas y nadie más sabe de esto, entonces no es como que te pueda mandar a alguien… –
– ¡¿Dónde está?! – explota incapaz de contener su preocupación.
El billonario solo suspira.
– Te mandaré la dirección y llamaré para que te dejen pasar – cede y cuelga el teléfono.
Steve no pierde tiempo, toma su chamarra, sus llaves y ya está a mitad de camino de las escaleras cuando le llega el mensaje de Tony.
NYC Health + Hospitals/Woodhull. 760 Broadway
Enciende su moto y se encamina. Quizás usar su moto para llegar a toda velocidad a la ubicación no es la cosa más segura, tomando en cuenta la cantidad de nieve y hielo que hay en la calle, pero definitivamente no es lo más impulsivo que ha hecho por la castaña, y luego de la revelación que le dio Tony, no hay otra opción en su cabeza mas que buscarla.
Apenas distingue formas en el borrón que pasa a su alrededor mientras esquiva coches y toma atajos a Broadway. Solo es consciente que está amaneciendo porque comienza a sentir el calor del Sol en sus hombros mientras conduce.
Su teléfono vibra en su bolsillo indicándole que tiene una llamada, Steve considera sí contestar, pero no hay muchas personas que le hablen por teléfono y aún menos que le hablen a esta hora. Entonces debe de haber alguna emergencia, aunque su urgencia por llegar con Sophia es más grande que cualquier problema que pueda haber.
Deja el teléfono sonar y se promete a sí mismo que contestará una vez que se asegure que la castaña está bien. Sin embargo, en cuanto termina y se queda quieto, el teléfono vuelve a vibrar. Lo deja pasar 5 veces, hasta que finalmente se harta, estaciona la moto en una orilla de la calle y saca su teléfono bruscamente.
– ¿Qué? – demanda con rudeza contestándolo.
Con su tono asusta a una señora que iba pasando en la acera, pero siendo nativa de la ciudad ni siquiera le dedica otra mirada y continúa caminando.
– Veo que las festividades no lo pusieron de buen humor, Capitán – le responde la profunda voz de Fury.
En ese momento, Steve se da cuenta que solo Nick Fury le hablaría a las 7 de la mañana de su día libre y aún tendría el descaro de sonar sorprendido que él este molesto.
– Estoy en medio de algo importante – gruñe conteniendo las ganas de colgar y seguir conduciendo.
– Lo sé, y necesito de la agente Hayle para una misión importante – continúa con tranquilidad el director.
– Yo no soy ella – dice con obviedad Steve.
Aún sin verlo, él está seguro de que Fury rueda los ojos.
– Sé que no eres ella, pero sé que eres una de las únicas personas que va a poder contactarla ya que está… de vacaciones – explica escogiendo las palabras con cuidado. Seguramente previniendo en caso de que alguien más los esté escuchando.
Steve es consiente que al hablar de vacaciones no se refiere al hecho que Sophia tiene vacaciones de Navidad. No, de alguna manera Fury sabe que Sophia está indispuesta en algún lugar. Una parte celosa, de la que Steve no se siente particularmente orgulloso, le hierve la sangre al darse cuenta de que Fury probablemente se enteró antes que él.
– ¿Por qué yo? – cuestiona con seriedad.
– Sophia me contó de su relación – dice Fury. El soldado recuerda la mentira que dio Sophia para evitar que el director supiera que él también investiga SHIELD. Fingir que son pareja parece una broma de mal gusto en este momento – Supongo que sabes donde ella está ahora – continúa.
Steve asiente de mala gana.
– Por eso necesito que tú vayas. Y porque es más probable que ella no te mate – dice con un tono tan serio que Steve no está seguro sí esta jugando.
Es decir, la chica tiene mal genio, Steve ha sido testigo de lo malo que puede llegar a ser, pero también está seguro de que no es lo suficiente malo para matar a alguien solo por darle una misión. A menos que…
– ¿Y si ella no está lo suficientemente estable? – pregunta con precaución.
– Hay unos agentes esperándote afuera de donde ella está. Si se pone difícil ellos tienen un archivo que puede ayudar a persuadirla – responde con simpleza, aún cuando sabe que estable a veces significa "no consciente en este plano de existencia".
– Si están ahí, ¿por qué no entran ellos? – cuestiona secamente Steve.
No está de acuerdo que la sigan llamando cuando es claro que no está bien, pero también está cansado de ser tratado como un peón y ahora un mensajero.
– De nuevo, porque es más probable que Ella no te mate – repite irritado. Como si el asunto fuera tan obvio que el poco entendimiento del Capitán lo molestara.
El rubio se queda en silencio tratando de comprender el doble sentido en las palabras.
– Probablemente Sophia necesite descansar, por algo está en el lugar que está – sugiere, pero por su tono es más una orden. Además, tiene cuidado de no mencionar que se encuentra en un hospital en caso de que alguien los este escuchando.
– Claro, cuando se recupere usted le dirá que un grupo de anarquistas tomó una oficina de gobierno manteniendo como rehenes a todos los que estaban en una reunión de emergencia antes del fin del año usando un campo de fuerza electromagnética. Qué además su hermano, John, es parte de los rehenes y que usted decidió mantenerla fuera de la operación – responde sarcásticamente Fury.
Steve gruñe sabiendo perfectamente que Sophia nunca se lo perdonaría.
– Bien – cede.
Sin más el director corta la llamada.
Siete minutos más tarde Steve se estaciona en el hospital que le mandó Tony. Corre a toda velocidad a la recepción para poder obtener cualquier información de la chica. La enfermera en turno le confirma que Sophia Hayle ingresó al hospital hace 3 horas, sin darle mucha explicación le da un gafete con el nombre del rubio ya preparado.
La enfermera acompaña sus explicaciones con sonrisas y preguntas indirectas de cómo conoce al señor Stark, quien sí llamó para que lo dejaran pasar. Steve haciendo uso de toda la paciencia que le queda, la cual no es mucha, intenta mostrarse amable. Aunque en el momento que le indica que en el salón 4 puede encontrar a Sophia, solo asiente y cruza la puerta que le señala.
No obstante, las puertas no lo conducen a un ordenado pasillo con puertas numeradas, sino al inicio de 3 controles de seguridad donde revisan hasta el más mínimo detalle en él y que luego desemboca en un salón comunal en el que, a pesar de lo temprano que es, se mueven un montón de pacientes y doctores.
Los pacientes se ven tranquilos, pero vagan por el espacio con la mirada ausente que le muestra lo mucho que están sedados. En el momento que Steve nota como todo está acomodado para que nadie pueda hacer y hacerse daño se da cuenta que Sophia debe estar verdaderamente mal para internarse aquí voluntariamente.
Inseguro de como proceder o a donde ir se queda estático en el salón. Duda seriamente que con toda la seguridad lo dejen vagar hasta encontrar el "salón 4". Entonces reconoce a una de las doctoras en una esquina hablando con otros doctores.
– Doctora Anderson – llama su atención suavemente.
La terapeuta de Sophia se da la vuelta, ignorando la última frase del colega que la acompaña para mirar al rubio.
– Steve – dice reconociéndolo, con un gesto despide a sus colegas – No esperaba verte aquí – continúa acercándose.
– ¿Cómo está Sophia? – pregunta inmediatamente.
No esta seguro de lo que ocurre, ni en que condiciones está. Pero es definitivo que no está bien. Sin embargo, la cara de la doctora se suaviza al ver su preocupación.
– Esta bien, considerando todo. Ya estábamos preparadas para esto, por suerte su padrino, su contacto de emergencia, llamó para permitirte entrar – responde con cierta amabilidad maternal.
Steve no duda que Sophia tenga 30 planes de contención para cualquier eventualidad, pero no puede evitar sentir que habla de que ellas específicamente estaban esperando lo que sea que le ocurrió a Sophia en este momento.
– ¿Puedo verla? – pregunta un poco incómodo de que no se le ocurrió llamar a la terapeuta, aunque en su defensa el pensó que la chica estaría en peligro físico.
– Oh, claro te guiaré en un segundo. Aunque debo prepararte que Ella parece tener una reacción un poco más agresiva de lo usual, tuvo que haber pasado algo que la alterara. No sabemos qué – explica la doctora como si Steve supiera exactamente lo que le ocurre a Sophia – ¿Ha pasado algo recientemente? – cuestiona mirándolo directamente a los ojos, Steve tiene la sensación de que la doctora puede ver hasta lo más profundo de su alma.
– Le dije que estoy enamorado de ella – admite el rubio sabiendo que las emociones son un detonante para la chica.
La doctora analiza sus palabras por unos segundos, luego lo conduce a un pasillo un poco vacío para tener cierta privacidad.
– Puede ser, ella no maneja bien el hecho de ser querida – murmura caminando.
– ¿Qué? Pero es querida por muchas personas – exclama el rubio siguiéndola.
– Personas que ella considera que necesitan algo de ella, Sophia piensa que su valor esta en lo que puede aportar a los demás – explica fríamente deteniéndose en una esquina poco transitada.
– Eso es estúpido – gruñe Steve pasando una mano por su cara.
La doctora Anderson le dedica una mirada que le muestra que está de acuerdo con él, pero siendo su paciente no puede juzgarla.
– Ella tiene dos concepciones gravadas en su mente desde que era niña – inicia acomodando las notas que lleva en sus manos – La primera es que nadie puede amarla, pueden apreciarla, pero no la van a amar. Supongo que inicia en su incapacidad de confiar en personas, y su tóxico entorno familiar donde literalmente la integraron porque ganaban algo de la relación… –
Steve se tensa de solo pensar en la familia de la chica. Lo poco que ha convivido con ellos le aclaró gran parte de los rasgos negativos de la castaña. Como la desconfianza, su habilidad de mentir fácilmente y el hecho que piensa que cada buena acción debe tener un motivo oculto.
– Lo bueno es que ha mejorado durante la terapia, tú en particular has sido de gran ayuda. El amor desinteresado que se tienen mutuamente la ha ayudado a abrirse un poco más. Aunque supongo que no lo suficiente para aceptar con facilidad tus sentimientos hacia ella – concluye, pero su tono no es recriminatorio. Es una simple observación que incluso dice con suavidad.
El rubio se queda callado analizando sus palabras. Porque, a Sophia sí le costó trabajo aceptar los sentimientos del rubio. Huyó del restaurante, se emborrachó, intentó acostarse con él. Pero luego de la conversación con Tony y la misión con Coulson ella parecía más tranquila, más segura… más esperanzada. Lo que sea que detonó el ataque de Holmes no fue él.
La doctora Anderson toma su silencio como aceptación y lo conduce por otro conjunto de pasillos.
– ¿Cuál es la segunda concepción? – pregunta Steve luego de un par de metros.
El semblante de la doctora se ensombrece de golpe al punto que reduce su velocidad.
– Que ella es un monstruo – suelta suavemente.
– No lo es – replica de inmediato el rubio.
Ella le dedica una mirada que se suaviza al ver la determinación y ferviente protección en los zafiros del rubio.
– No, no lo es. Realmente espero que tu percepción no cambie luego de entrar a ese cuarto – responde con un deje de tristeza en sus palabras.
Steve simplemente la mira confundido. Ha visto lados demasiado oscuros de la castaña como para empezar a asustarse ahora.
– Su cuarto no es apto para recibir visitas, así que espera ahí. La traerán en unos 10 minutos – le explica señalando una puerta que tiene un pequeño letrero que lo marca como "Salón 4".
– Gracias – responde aliviado.
La doctora Anderson le dedica una última mirada cargada de tristeza y un poco de esperanza y desaparece en el pasillo. Steve, finalmente con noticias de Sophia y cerca de verla, aunque aún sin entender por completo lo que sucede, suelta un suspiro para relajar un poco sus tensos músculos.
Su mano comienza a girar la manija cuando una voz lo sorprende.
– Ese no es su cuarto –
A pesar de haber escuchado esa voz solo dos veces en toda su vida la reconoce de inmediato, se vuelve adoptando una posición defensiva interponiéndose entre la puerta y su enemigo.
– Oh, vamos Capitán. No es necesaria la agresividad – le sonríe con burla Michael Hayle.
Está vestido como el resto de los médicos, incluso tiene un gafete con su foto y un nombre falso colgando del bolsillo de su bata, lo que explica como pasó por seguridad. Sin embargo, nada de eso puede ocultar su postura arrogante con la que ahora se para frente a él.
– La última vez que nos vimos me disparaste en la espalda – responde secamente Steve – Así que perdona si soy un poco agresivo – agrega con una sonrisa sarcástica.
– Bueno sí fue a la espalda, entonces técnicamente no nos vimos – sonríe arrogantemente Michael.
Su comentario solo hace que el soldado se tense más en su postura.
– ¿Qué haces aquí? – pregunta.
– Lo mismo que tú, ver como se encuentra mi querida hermana Sophia – dice moviéndose para intentar ver la puerta por encima de él.
Steve se extiende a toda su altura para bloquearle la vista, lo que le gana una sonrisa de suficiencia del castaño. Una enervante sensación que eso era justo lo que Michael quería que él hiciera le recorre el cuerpo como un escalofrío.
– Hablas de la "querida hermana" que has tratado de matar y que ordenaste seguir – acusa con seriedad – Que además trataste de manipular para "pasarla a tu lado", que quisiste torturar torturándome a mí frente a ella… – dice subiendo el tono con forme sus recuerdos lo llenan de ira.
– Claro Capitán, júzgame en tu trono de rectitud. Dime todas las formas en que soy un ser repugnante, horrible y despreciable – se burla rodando los ojos.
– No es necesario, estoy seguro de que Sophia ya lo hizo – contraataca, porque sabe que, a pesar de todo, Michael todavía busca acercarse a ella.
Lo tiesa que se torna su postura es el único signo que el comentario le afectó. Pero inmediatamente retoma su sonrisa de suficiencia abriendo un archivo que, por la pequeña foto en el exterior, Steve sabe que pertenece a Sophia.
– Ella es peor que yo, pero supongo que la hermana pequeña siempre supera al mayor – dice con fingida tranquilidad.
– Ella no se parece en nada a ti – escupe lleno de un veneno poco característico en su tono.
– ¿En serio confías en ella? – se burla levantando la vista del archivo – ¿Que hizo? ¿Llorar, mostrar su lado vulnerable, parecer débil? Es una estrategia, Capitán. Cuando menos lo esperes ella atacará – asegura.
Quizás hace 6 meses el hubiera caído en la trampa. Steve no hubiera estado seguro qué parte de Sophia es una máscara para presentarse a los demás, para ganar su favor y conseguir lo que ella quiere. Y que partes son verdaderamente ella.
Pero no ahora.
Y mucho menos no va a dejar que un hombre que la abandonó cuando era una bebé lo haga cuestionarse sí él realmente la conoce. No cuando la ha visto reír genuinamente acompañada de su sobrina, llorar envuelta en pánico, bailar con su brillante mirada, explicarle pasionalmente las teorías del último libro que ha leído a pesar de que el no entiende la mitad de las palabras que ella dice. No cuando él a aprendido a amar cada pequeña parte que hacen a Sophia, bueno Sophia, incluso las partes oscuras que ella intenta ocultar.
Michael se da cuenta que su discurso no está surgiendo el efecto que él espera, así que cambia de estrategia.
– Ella es un arma – inicia comenzando a caminar de un lado a otro del pasillo.
– Ella no es un arma – interrumpe secamente el soldado.
– Ella es un arma, al igual que tu – repite dedicándole una sonrisa cruel – Podrás usar una lanza como un bastón o usar un cuchillo para tallar un juguete, pero eso no va a cambiar su naturaleza –
– Tu no la quieres porque es tu hermana, la quieres porque quieres que ella sea otra arma en tu arsenal – lo recrimina lleno de asco e ira.
Aunque Michael solo ríe.
– Mira quien lo dice. El grandioso Capitán América, siendo un arsenal de una organización en la que no confías y de la que sus intenciones no conoces – la sonrisa arrogante le recuerda que supuestamente Michael conoce más de SHIELD que él.
– ¿Sólo vienes a molestar, entonces? – pregunta el soldado secamente.
– No, realmente vine a ver a Sophia – afirma con tranquilidad – Supuse que Ella sería la forma más fácil de convencer– admite y de alguna manera aún lo logra sonar altivo.
– ¿Qué? – pregunta Steve confundido.
Sorpresa pasa por sus ojos verdes que le recuerdan dolorosamente a Holmes. En el fondo, los refinados oídos del rubio captan los pasos de personas acercándose.
– Así que no la conoces – exclama Michael volviendo a captar su atención.
Steve se tensa aún más listo para atacarlo. Pero no puede dejar de pensar en "Ella" la manera que tanto Fury, como Tony, la doctora Anderson y ahora Michael lo han dicho como si tuviera un significado especial.
– No te preocupes, Capitán. Probaré suerte en otro momento. No pretendo tener una pelea contigo, por lo menos no una en la que estés tan cerca – sonríe.
Antes de que Steve pueda preguntar a que se refiere el grupo de personas, que resulta ser un grupo de doctores, pasa corriendo, ocultándole a Michael por solo dos segundos. Cuando terminan de pasar Steve queda solo en el pasillo.
Saca un suspiro lleno de frustración antes de tomar la manija del "Salón 4" y entrar. El lugar parece más una sala de interrogatorios de policía que una zona de visitas de un hospital, aún siendo un hospital psiquiátrico. No hay mucho mobiliario, solo una gran mesa con dos sillas a cada extremo. No hay ventanas, y la única luz proviene de focos fluorescentes en el techo.
Steve se deja caer en una de las sillas, permitiéndose un momento de descanso antes de enfrentar a Sophia. No tarda mucho para que vuelvan a abrir la puerta. Cuatro guardias arrastran una pequeña figura vestida con una bata azul que se retuerce y grita frenéticamente.
El rubio se levanta de inmediato para ayudar a la castaña, pero ella deja de gritar en el momento que la puerta se cierra detrás de ellos. Como una reina siendo escoltada a su trono, se deja conducir a la silla libre, incluso extiende las manos y deja que se las esposen a unas cadenas de la mesa que él no había notado.
– Eso ha sido divertido, por favor avísenme si causé un par de pesadillas o colapsos nerviosos – ríe con una sonrisa divertida.
Los guardias, inmutables, desaparecen por la puerta sin otra palabra.
Steve se queda estático, aun levantado frente a su silla. No reconoce a la chica en ninguno de sus movimientos o expresiones. Pero cuando sus ojos conectan él reconoce un brillo en los de ella, un brillo cargado de una ira fría y un poco de locura. Ese brillo que siempre le saca escalofríos y que lo ve justo antes de que la chica mate a alguien de la forma más cruel y dolorosa posible.
– Capitán, es un placer que venga a verme – saluda con una sonrisa desquiciada.
– ¿Holmes? – pregunta confundido.
No puede ignorar el sentimiento que a pesar de que es claro que es el cuerpo de la chica frente a él. No es realmente ella. Tiene que ver desde la forma en que se sienta, su postura. La manera en que sisea las palabras, como una serpiente atrayendo a su presa.
– Oh, Capitán. Su querido Capitán – canturrea infantilmente – Yo pensaba que eras inteligente – se burla.
Steve se sienta lentamente tratando de poner orden a todo lo que ha visto, oído y vivido con la chica en este último año. Una parte de él se pregunta como alguien pudo haber cambiado tan monumentalmente su vida en tan sólo un año.
– Tu eres Ella – razona al mismo tiempo que la chica esboza una amplia sonrisa – Entonces no eres Sophia, pero tienes su cuerpo. ¿Qué está pasando? – pregunta mientras siente el pánico volver a recorrer su cuerpo.
– Oh, ¿no lo has adivinado? Esto va a ser interesante – afirma Ella con una sonrisa que promete sufrimiento.
La chica solo exhala. No es un cambio muy notorio, no es como si gritara, se convulsionará o algo parecido. Es como si un interruptor se presionara dentro de su cabeza y todo lo que compone la chica frente a él cambiara. Agacha la cabeza, sus hombros se hunden por el peso del mundo, su semblante se muestra tan cansado como seguramente está luego de una noche en vela.
– ¿Cómo me encontraste? – musita la chica mirando fijamente sus manos encadenadas.
– ¿Sophia? – pregunta Steve suavemente, aunque ya sabe la respuesta.
– Supongo – murmura – ¿Cómo me encontraste? – repite aún sin levantar la mirada.
– Tony me llamó… –
– No tenía ningún derecho – interrumpe levantando la cara, pero fijando sus ojos en algún punto de la pared a su izquierda.
– No puedes culparlo, yo le hice darme la dirección – intenta Steve.
Se forma un silencio tenso en la sala, ambos esperando que el otro inicie la conversación y temiendo profundamente lo que traerá esta.
– ¿Qué…? ¿Qué esta pasando exactamente? – por fin Steve reúne el valor de preguntar. Puesto que todos parecen asumir que él lo sabe, o pensar que la única que le va a decir algo es Sophia.
Ella suspira cansadamente, haciendo que sus hombros se hundan aún más. Pero habla con una voz sorprendentemente firme y tranquila.
– Alguna clase de trastorno disociativo que aún no han podido diagnosticar en casi 10 años. No es esquizofrenia porque a pesar de que escucho su voz en mi cabeza no es una alucinación, tampoco es Trastorno de Identidad Disociativa, porque no es precisamente otra personalidad – explica.
El rubio la mira fijamente tratando de captar algo en sus ojos, pero la chica se remueve en el asiento volteando a todos lados menos a sus zafiros.
– Es como si fuera yo en casi todos los aspectos excepto que presenta rasgos del Trastorno de la Personalidad Antisocial, ósea Narcisista, Psicopatía, Sociópata. Es decir, en niveles más altos que los míos – regresa sus ojos a sus manos – Es… complicado – suspira.
Steve bufa ante la elección de palabras.
Sophia le da unos segundos para que el rubio pueda asimilarlo, puede que tenga poco entendimiento de la medicina moderna. Pero los libros de psicología que Sophia le hizo leer porque no quería ir a terapia, incluían capítulos sobre algunos trastornos así que entiende lo suficiente. Lo único que le duele un poco es el hecho que a pesar de todo lo que han compartido juntos, no le dijo.
Luego recuerda las palabras de la Doctora Anderson [Su segunda concepción] es que ella es un monstruo.
Y en el momento que él conoció a Ella fue lo que él dijo, claro luego se disculpó y dejó claro que en realidad no pensaba así de la chica, que solo estaba sorprendido por todo lo que acababa de pasar en aquel almacén de Chicago. Pero el daño estaba hecho. Así que no la culpa por no decirle, no realmente.
– Los trastornos disociativos se crean por un trauma muy intenso – reflexiona en voz alta el rubio recordando uno de los libros.
– Creo que traumas es algo que nunca me han faltado, aún de niña – le sonríe rotamente Sophia.
Steve reconoce el intento de aliviar la seriedad del asunto con un poco de humor. Pero en esta situación específica, el resultado dista mucho de lo deseado.
– Cada 2 años "Ella" tiene cerca de una semana para tomar control de nuestro cuerpo y hacer lo que quiere. Llegué justo al piso del departamento cuando el reloj dio las 12 – explica apresuradamente Sophia como si quisiera justificarse.
El rubio frunce el ceño, su primera reacción es asegurarle que eso no importa ahora. Luego capta que quiere decir la chica. Ella no huyó por miedo de sus sentimientos, ella no quería dejarlo plantado, ella realmente quería hablar con él. Pero Ella se lo impidió.
– ¿Y decidió este día específico? – inquiere un poco dolido.
– Ya estaba establecido que iba a ser esa fecha– murmura avergonzada encogiéndose en el asiento – En mi defensa demasiadas cosas han pasado últimamente y lo olvidé por completo. Ella no me lo recordó hasta que dieron las 12 de la noche – se defiende rápidamente por fin mirándolo a los ojos.
El soldado contiene una sonrisa asintiendo, pero ve como la confianza de la chica aumenta cuando ve como sus labios se curvan un poco hacia arriba. También reconoce en sus hermosos ojos verdes miedo, todavía no ha terminado de contar todo.
– A veces sale en otras ocasiones – dice Sophia volviendo sus ojos a la mesa, el rubio la mira expectante instándole a que continúe – En algunas misiones ella es necesaria para que todo salga bien, o para que se salga un poco y no me grite constantemente en la cabeza –
– Ella fue quien…mm… – inicia Steve, pero se traba buscando la palabra correcta.
– Tomó el control – completa Sophia.
– Eso. Ella fue quien tomó el control cuando nos retuvieron en el almacén de Chicago. Cuando te dispararon y vimos a Michael – dice, se encoje levemente cuando menciona al hermano biológico de la castaña. Pero ella mantiene su vista en otro lado y no lo nota.
– Si. Yo… entré en completo pánico y ella me dijo que iba a salvarte, así que la dejé hacerlo – intenta tomar su cruz, como hace cada vez que se pone nerviosa. Pero con las manos esposadas no llega. Así que cambia el movimiento y termina jugueteando con la cadena de las esposas.
– Ella es la voz que escuchas en tu cabeza, la cual preferiste drogarte a seguir escuchando – reflexiona con suavidad, cuidando de no mostrar en su tono lo en contra que está de la acción. No necesita iniciar una pelea en este momento.
– Es una de las voces, tiene ideas muy agresivas que a veces no sé si puedo evitar. Aunque las voces también son algunos análisis que hago inconscientemente –- responde la chica con la mirada perdida.
– También fue ella quien intentó seducirme y acostarse conmigo – reflexiona en voz alta Steve sintiendo alivio de comprender mejor la situación.
– ¡¿Ella hizo qué?! – exclama la chica mirándolo atónica.
– ¿Hace dos noches? Luego de recogerte del bar. ¿No recuerdas? – inquiere.
– ¡No!, como es disociativo hay algunas cosas que ella hace que yo no recuerdo y viceversa – se excusa – Mierda, lo siento mucho… no me sorprendería que eso fuera lo que te alejara finalmente – esconde su cara enterrándola en sus manos.
Steve le dedica una cálida sonrisa y extiende su mano por la mesa hasta tocar las de la chica.
– He dicho que nada me va a alejar de ti, y aún mantengo eso – afirma trasmitiendo todo el amor que le tiene con los ojos.
Ella levanta la mirada y le corresponde la sonrisa con una pequeña que le roba el aliento al rubio. Él considera seriamente confesar que Tony le dijo que comparte sus sentimientos.
Sin embargo, no tiene oportunidad de hacerlo. De nuevo, es como si un interruptor se presionara llevándose a la chica que ama en un segundo. La mujer frente a él le sonríe burlonamente.
– Se acabó el tiempo – vuelve el brillo en su mirada que le indica que no es Holmes.
El rubio suspira quitando su mano. No está seguro sí también aborrece el contacto, pero supone que la chica frente a él no aprecia su tacto tanto como lo hace Holmes.
– Supongo que ya nos hemos visto. Pero déjame presentarme propiamente – inicia Steve seriamente.
La chica resopla bajo su aliento, pero no lo interrumpe.
– Steve Rogers – le extiende la mano.
– Ella, aunque si me lo preguntas es un nombre poco original. Pero supongo que tu querida Holmes no estaba muy creativa mientras tenía colapsos nerviosos – ríe estrechando su mano aún retenida por las esposas.
– Así que tu y Sophia son distintas ¿o?… – inquiere tratando de comprenderlo.
Ella se encoje de hombros.
– Soy parte de Sophia, pero no soy Sophia – dice con una sonrisa que muestra lo mucho que disfruta confundir al rubio – Conténtate con llamarnos Ella y Holmes para diferenciarnos. Compartimos algunas cosas como la inteligencia, la mayor parte de la memoria, pero no los sentimientos – sentencia dejando claro que no comparte el aprecio de Holmes por el Capitán.
– Eso suena… complicado – suelta él al no tener una mejor definición.
– Dime una parte de nosotras que no lo sea – responde guiñándole el ojo.
– Buen punto – murmura tallándose la cara.
Todo lo que ha aprendido en los últimos minutos es tanta información que podría pasar meses tratando de asimilarla. Repasar sus momentos con Holmes y dale sentido a todas las incoherencias que ha experimentado con ella.
Pero un pequeño golpe de la puerta seguido de un grave "Capitán" le recuerda que hay algo urgente que necesita la ayuda de la castaña.
– Muy bien – suspira adoptando su fachada de Capitán América, líder que ahora necesita a su compañera – Necesito que Holmes tome el control para una misión –
– Misión – repite Ella interesada – ¿Qué misión? –
– Rehenes en un edificio de gobierno, hay un campo electromagnético protegiendo a los anarquistas que lo tomaron – explica el soldado – John Hodge es uno de los rehenes – agrega con seriedad.
– Suena interesante, estoy dentro – afirma.
Él frunce el ceño confundido.
– ¿Quieres ayudar? – pregunta con cautela.
– Honestamente quiero salir, y quiero asegurarme de que puedas soportarme – explica simplemente, sin una pizca de vergüenza.
– No creo que Fury acepte esto – se remueve incómodo Steve.
– A Fury no le importa mientras limpie los cadáveres que dejo – se justifica Ella con facilidad.
A Steve no le cuesta creer eso. El director ha hecho cosas mucho más cuestionables con personas mucho menos estables. Un claro ejemplo es el Doctor Banner. Además, Fury sabe donde se encuentra Sophia, no duda que sepa la existencia de Ella. Sin embargo, hay algo que todavía no convence al rubio. La mira fijamente tratando de determinar si tiene un motivo oculto y se va a escapar a media misión.
– Vamos, Capitán. No quemes tus neuronas. Solo olerá a quemado y no servirá de nada – se burla Ella frunciendo la nariz, como si ya pudiera olerlo – Además, no hay cambios en mis días libres – sentencia.
– Pero Holmes, ella acaba… – intenta.
– Eso fue para mi entretenimiento. No tenía ningún interés en explicarte nuestro acuerdo – explica aburrida – No se preocupe, tenemos la misma inteligencia y habilidad. Todo eso de que soy Sophia aún cuando no soy Sophia. Así que puedo ser de ayuda –
Un nuevo golpe en la puerta le recuerda que se le acaba el tiempo.
– Vamos, mi hermano está en peligro – sisea.
– No te agrada tu hermano, ni siquiera a Holmes le agrada su hermano – argumenta cruzando los brazos.
– No me agrada nadie. Y aún así he completado por lo menos dos docenas de misiones, y te he salvado el trasero – contrataca encogiéndose de hombros.
Verde y azul se encuentran en sus miradas. Ella retándolo y Steve buscando leer sus ojos como siempre lo hace con Holmes. Finalmente, el rubio suspira cediendo.
– Bien, ¿nos vamos? – pregunta la chica levantándose.
Las esposas que estaban en sus muñecas tintinean inútilmente aún amarradas a la mesa.
– ¿Estabas preparada? – pregunta Steve atónito.
El soldado ni siquiera se dio cuenta en que momento se quitó las esposas, y eso que nunca le quitó la vista de encima.
– Iba a escaparme de todos modos – explica la chica tirando la bata al suelo dejando al descubierto un conjunto casual que Steve no recuerda nunca haber visto en Sophia – Y esto me permite matar personas "legalmente" –
El la mira preocupado.
– No te preocupes, Capitán. Le prometí no lastimarte – dice aburrida.
Sin esperar nada más abre la puerta y sale con tranquilidad.
– Ya hemos firmado su alta – le indica uno de los agentes entregándole un archivo.
El rubio tarda unos segundos en reaccionar, aún aturdido de todo lo que acaba de pasar y no comprendiendo realmente como terminó trabajando con Ella y no con Holmes.
– ¡Espera! Tus medicinas de los pulmones – exclama Steve corriendo detrás de los agentes que ya han avanzado la mitad del pasillo.
Los alcanza en pocas zancadas. No reconoce a los otros agentes, así que los fulmina con la mirada hasta que les dan un poco de espacio. A pesar de todo sabe que las chicas no querrán que nadie sepa de sus problemas de salud. Si Ella es tan parecida a Holmes como dice ser, lo considerará como mostrar debilidad y estará en desacuerdo.
– Ya me las dieron – afirma Ella cuando se quedan solos, pero ante la mirada incrédula del soldado continúa – Me dan una inyección al inicio del día con ellas y un par de vitaminas. No tomó pastillas desde que intentaron drogarnos para evitar que tomara el control –
– ¿Qué? – exclama preocupado.
– No funcionó por si te lo preguntas – se encoje de hombros restándole importancia y retomando el camino – Oh, vamos Capitán. No creías que los riñones fallaban solo por consumir suplementos y proteína compulsivamente. Y sabes que tenía que haber una razón por la que Holmes no quisiera tomar antidepresivos o reguladores de ánimo a pesar de haber estudiado psiquiatría –
Él suspira, siguiéndola.
– Por lo menos tus historias del pasado son igual de perturbadoras que las de Holmes – resopla cansado. Pero de alguna manera el comentario le logra sacar una sonrisa a la chica.
Ella lo conduce por el laberinto de pasillos dividiendo su atención entre el camino y el archivo que le dieron, revisando las características del escudo de los anarquistas. Una mirada sobre su hombro a mitad de camino le confirma que la chica se ha aburrido y ha comenzado a hacer origami con los papeles en lugar de leerlos.
De alguna manera los agentes lograron el alta completa, porque en su salida ninguno de los guardias o doctores tratan de detenerlos, ni siquiera la Doctora Anderson que se despide de ellos con una sonrisa tensa y preocupada.
– ¿Llamo a Joey? Ya debe de estar de vuelta de Los Cabos – pregunta Steve cuando por fin salen a la calle.
– No, él no me conoce – responde sin interés.
Como sí a ella tampoco le interesara conocer a los amigos de Holmes. Al rubio ni siquiera le sorprende que solo Tony, Fury, y ahora él sepan la verdad.
– De hecho, deberíamos evitar a todas las personas que le agradan a Sophia, sino ella se enojará conmigo, y no me dejará salir por un mes – agrega lanzando una grulla de papel a un peatón.
– ¿Por qué? ¿Le preocupa que la dejes en ridículo? – pregunta medio en burla el rubio.
– No, le aterroriza que los mate si me irritan – responde con simpleza – Sobretodo porque no prometí no hacerles daño a ellos – agrega con un guiño.
Al soldado siempre le ha sorprendido como la chica puede hablar con tanta facilidad de asesinatos y cosas traumáticas. Pero sí quiera Sophia nunca ha amenazado a personas que le importan de una forma tan directa e indiferente.
– ¿Quiénes saben? – pregunta directamente Steve para saber a quien evitar.
– Tony, Fury, Harold… –
– ¿Happy? – pregunta confundido.
Aunque tiene un poco de sentido por el año que vivió con Tony, pero tendría más sentido sí fuera Pepper… reflexiona en su mente.
– Sí, Happy, claro. No le dije nada a Joey, pero le dije al chofer de Tony… No estúpido, mi padre – reclama Ella con un tono tan sarcástico que le recuerda dolorosamente a Holmes.
Se retrasa un poco forzándose a no comparar a Ella con Holmes, aunque técnicamente son la misma persona, no va a hacerle ningún bien verlas como una sola. Sobretodo cuando es claro que Ella no tiene el autocontrol de Holmes.
– Oh, ¿la puedo conducir? – pide emocionada, reconociendo la moto del rubio mal estacionada por la prisa – Siempre quise conducirla – completa admirando la moto con un chiflido.
– A Holmes le da miedo mi moto – suelta incrédulo.
Ella lo fulmina con un claro "No soy Holmes".
– Nuestros padres biológicos murieron en un accidente de auto causado por una moto que iba demasiado rápido. Así que a ella la ponen un poco nerviosa estás cosas – suelta como si no fuera la gran cosa revisando la moto a detalle.
El rubio se queda estático por la sorpresa, eso es un detalle que Holmes nunca compartió, aún luego de las muchas veces que Steve insistió en llevarla en su moto. Mierda, la culpa le cae como una piedra en el estómago.
Aún así le parece extraña la admisión de Ella. Luego recuerda que Holmes le dijo que tiene altos niveles de Trastorno de Personalidad Antisocial y que parte de ello es la poca empatía. Steve supone que para que realmente disfrutes causar muerte y dolor no te debe importar nada la vida ajena, aunque es desconcertante que ni siquiera le importe la de sus padres biológicos.
– ¿Eso es un sí? – insiste la chica mirándolo expectante.
En sus ojos ni siquiera está esa armadura para separarse de las cosas que aún le duelen, para usar humor en lugar de llorar. A Ella realmente no le importa.
– No – sentencia Steve recuperándose un poco de la sorpresa.
– Mira si me dejas conducir, seguiré… una de tus instrucciones – pide Ella.
– Deberías seguir todas mis instrucciones – frunce el ceño el rubio.
– Es mi día libre, estoy haciéndote un favor yendo. Dos instrucciones – repone Ella arrogantemente levantando dos dedos.
Él lo considera seriamente. Si algo ha notado de Ella es que es completamente impredecible y que va a hacer cualquier cosa que quiera. Bien podría robarse la moto y desaparecer por la ciudad, lo mejor es tenerla cerca. Dónde pueda vigilarla.
– Bien – cede.
Ella sonríe con un brillo desquiciado que le saca un escalofrío al rubio antes de sacar las llaves de su bolsillo y acomodarse, Steve ni siquiera se sorprende al palpar su bolsillo vacío.
– Vamos, Capitán. Esto será divertido – le guiña el ojo encendiendo la moto.
Steve se acomoda detrás de ella agarrándose suavemente de la cintura de la chica. Está seguro de que, para él, esto no será divertido.
