- ¡Maldición!,No recuerdo en dónde lo dejé...- rezongó el licántropo, mientras buscaba el prendedor del escudo familiar.

Remus escudriñaba desesperado en cada rincón de la biblioteca de su antigua habitación. Provocando que los tótems corrieran juguetonamente por los estantes de un lado a otro; de vez en cuando la ovejita Hermione se acercaba a su dueño para hacerle mimos en la mano y luego regresaba con el lobito para continuar la persecución.

La castaña ingresó en la habitación con un claro gesto de frustración en el rostro, llamando la atención de su esposo.

- Dime que lo encontraste- le dijo Remus esperanzado.

Ella negó con su cabeza a modo de respuesta.

- Lo siento ,Remus. Busqué en los lugares en dónde me pediste que lo hiciera,pero no logré encontrarlo.- le habló mientras se sentaba en la cama.

El licántropo llevó sus manos a la cintura y miró al suelo, mientras pensaba en dónde podría estar ese dichoso prendedor.

- Sabes...- le habló ella con tranquilidad- Intenté convocarlo con un accio, pero no tuve éxito.

- Tal vez está guardado bajo un hechizo de protección...- explicó en voz alta al tiempo que se percataba de algo- ¡El despacho de mi padre!, Allí debe estar.

- Bien, entonces busquemos allí.- le respondió Hermione con entusiasmo, al tiempo que de un brinco se ponía de pie.

- ¿ Me ayudarás?- le preguntó.

- ¡Por supuesto!- le respondió la castaña- Además, me encanta conocer cada lugar de la casa. Literalmente ,está llena de magia.

Remus sonrió con dulzura al ver el entusiasmo de su compañera.

- No sé por qué tengo la sensación... de que te distrajiste mucho mientras buscabas el prendedor- le dijo al mismo tiempo que se le acercaba de manera predadora.

Sin esperar la respuesta de la castaña , el licántropo la asió con fuerza, pegándola a su cuerpo. La besó de forma demandante, necesitaba sentirla con desesperación.

Esa misma noche habría luna llena. Podía sentirlo en cada célula de su cuerpo, en sus articulaciones y la agudización de sus sentidos lo confirmaban. El olor de la piel de su castaña lo enloquecía, hacía que la deseara aún más, escuchar los sutiles gemidos que emitía al besarla en el cuello y al tocarla con lujuria, lo invitaban a continuar.

El lobo en su interior deseaba poseerla con desenfreno, marcarla una y otra vez. Sin delicadeza alguna, Remus hizo que Hermione cayera sobre la cama y con gran agilidad se posicionó entre sus piernas. El agitado licántropo frotó su erección contra la intimidad de la joven, la miró a los ojos mientras empujaba con vigor. Haciéndole saber cuánto la deseaba.

- Adelantemos nuestra noche de bodas.- le pidió el licántropo con la voz ronca ,producto de la excitación.

- Remus...- soltó ella en un gemido.

La castaña intentaba articular una frase, pero los constantes empujes de su esposo le dificultaban el poder hacerlo. Los cálidos besos que recorrían su cuello y el nacimiento de sus senos, obnubilaban su mente.

- No...- dijo finalmente la joven, haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad.

Remus se separó un momento de ella para poder mirarla, recargado sobre sus codos le preguntó:

- ¿No?.

Los ojitos ambarinos del licántropo la miraron con súplica, esperando que ella cambiara de decisión.

Hermione acarició el rostro de su esposo con adoración. No quería negarse a él, pero debía hacerlo. Remus planeaba ausentarse durante la noche para protegerla de sí mismo. Él había tomado esa decisión a pesar de las súplicas de Hermione, de que pasaran la noche juntos.

Pero la castaña no iba a desistir en su plan de lograr lo que quería. Haría esperar a su esposo todo lo que pudiera, para así retenerlo hasta el anochecer, finalmente llegado el momento oportuno le concederia lo que ambos deseaban. Aunque, la tarea que se había propuesto no era para nada sencilla dadas las circunstancias, Hermione contaba con la visita que le harían al tío Romulus como la perfecta distracción, eso le daría tiempo y la seguridad de que su esposo no tuviera la oportunidad de adelantar su unión. Después de todo, él no tendría la desfachatez de tomarla enfrente de su tío... ¿O si?...

- Tú lo has dicho, amor- le respondió la castaña mientras se sentaba en la cama, llevando a que su esposo hiciera lo mismo- Es noche de bodas, no es "la mañana de bodas", ni "la tarde de bodas". ¿ No crees que deberíamos respetar esa tradición?.

Remus soltó una risa mezclada con llanto. Tenía que ser una broma... ¡¿ Por qué su castaña era tan juguetona?!.

- No hay necesidad de ser tan rigurosos, amor...- le dijo Remus con voz melosa, mientras se abalanzaba sobre ella una vez más- Es solo un nombre, un refrán, la frase tampoco dice "madrugada de bodas" y sin embargo, si pudiera quedarme, extendería con gusto mis deberes maritales hasta esas horas .- trató de convencerla.

Con la poca fuerza de voluntad que le quedaba, la castaña se sentó nuevamente en la cama.

- Pues, para mí es más que un refrán. Es una tradición que deberíamos respetar al pie de la letra.- le replicó ella, dando unos golpecitos en el colchón para sonar más convincente. (Aunque en su interior, anhelaba satisfacer la necesidad de su esposo).

No lo admitiría en ese momento, pero la derretía el verlo tan urgido por unirse a ella.

- Estás jugando conmigo, ¿Verdad?- le dijo Remus con gran sufrimiento.

La castaña se cruzó de brazos en respuesta. El mensaje que ella le daba al adoptar esa postura, era lo suficientemente claro: " Hablo muy en serio, señor Remus J. Lupin".

- ¡Oh, no!... Hermione...- le suplicó el licántropo.

La joven estuvo a punto de flaquear al ver el estado en que se encontraba su esposo, ella también sufría, pero si quería tenerlo durante la noche debía ser firme con él. Con cariño lo tomó de las manos y con sutileza trató de negociar.

- Remus, te propongo algo, vayamos a visitar a tu tío Romulus, pasamos un momento con él y luego regresamos a casa por la tarde para consumar nuestro matrimonio, ¿ Qué te parece?.

El licántropo miraba los deliciosos labios de su esposa. Hambriento se abalanzó para devorarla. La besó con pasión y fruicion, se excitó más al sentirla tan entregada. Podía notar que lo deseaba tanto como él a ella, entonces ¿ Por qué se negaba?, ¿Por qué quería demorar su unión?.

Preso de la lujuria, enrolló sus brazos en la cintura de la joven, algo que él habitualmente hacía cuando en su mente solo estaba el deseo de penetrarla. Lunático jadeaba en su interior, estaba fuera de si, empujando con violencia para poder salir. Faltaba muy poco para que Remus perdiera el control sobre él...

- Te deseo...- le dijo Remus con una voz irreconocible.

Con fuerza la presionaba contra el colchón, le sujetó ambas manos y frotó su erección con frenesí.

- ¿Lo...sientes?...- le preguntó con cada embestida.

- Sí...- le respondió excitada- Ah... Sí...

Sus sentidos no lo engañaban, el olor de su intimidad,los gemidos y suspiros que emitía, le hacían saber lo excitada que se encontraba.

- Déjame hacerte el amor. Te lo ruego, Hermione...

La voz de su esposo se asemejaba a la de Lunático. Por un momento sintió que se encontraba con el lobo vistiendo la piel del humano. Pero no estaba del todo segura...

- No ,Remus... - le respondió una vez más con dificultad- Esperarás hasta esta noche

- Haré que el día se vuelva noche si es necesario para poder tenerte...-le dijo con sus ojos oscurecidos.

- Estás diciendo incoherencias...- le respondió Hermione entre suspiros.

- Por favor, necesito hundirme en ti... Te daré todo cuánto me pidas. - negoció el desesperado lobo

-¿Todo lo que pida?- le preguntó con timidez.

- Sí... ,Gatita ...- le respondió entre jadeos.

Solo Lunático la nombraba de esa manera tan lasciva.

- ¿Lunático?- quiso confirmar.

Él asintió con la cabeza en respuesta.

Los ojos de Remus se habían tornado oscuros y salvajes. Ya no eran los ojos claros y gentiles de siempre. No se había percatado en que momento Lunático había tomado el control sobre él.

- Quiero que te quedes a mi lado esta noche- le pidió al lado animal de su esposo.

El licántropo asintió como respuesta, luego se apoderó de sus labios con fiereza y los lamió libidinosamente.

- Así será...- le habló en su oído, haciéndola temblar.

Con dificultad el licántropo se alejó de Hermione y se sentó en el borde de la cama, con la mirada perdida en algún sitio. Mirando sin mirar.

La castaña vió como poco a poco, los ojos de Remus volvían a ser ambarinos.

- ¿ Qué sucedió?- le preguntó confundido.

Ella tomó asiento a su lado y le tomó de la mano.

- Nada...- le mintió inútilmente.

- Lunático tomó las riendas, ¿ Verdad?- le dijo como una aseveración más que como una pregunta.

- Sí- admitió al ver qué no tenía sentido negarlo.

Remus frotó su rostro con la palma de la mano. Estaba temeroso de lo que le hubiera dicho en ese estado o peor aún, lo que le hubiera hecho...

-¿ Te hice daño?- le preguntó con angustia en los ojos.

- No.

-¿ Te dije algo indebido?.

- No dijiste nada...

- ¿Segura?- preguntó nuevamente.

- Tranquilo, todo está bien.- le respondió ,con ternura acarició su espalda y con suavidad besó sus labios para calmarlo.

La castaña se paró frente a él y le tomó de ambas manos.

- Ven, vamos a buscar ese prendedor. Lo necesitamos para activar el buzón- le dijo para distraerlo.

- Lo siento, Hermione...- le respondió apenado.

-¿ Por qué te disculpas?- preguntó mientras tiraba de él para que se levantara de la cama.

Remus se dejó guiar por ella ,sin poner resistencia.

- Por perder el control...- le respondió avergonzado.- Sé que mientes cuándo dices que prácticamente me comporté como un señorito inglés cuando Lunático tomó el control de la situación... ,Y sé que no es así... Hacía mucho no perdía de ese modo los estribos...

- Admito que no te reconocí por un momento, pero no hiciste algo malo, así que no tienes nada de qué preocuparte ni disculparte.

- Ves..., Y tú quieres que me quede en casa está noche. Si aún estando en mi forma humana perdí la razón, cuando me haya transformado seré peor.- le dijo con remordimiento en la voz.

- Remus, deja de castigarte por algo que no hiciste. Mírame, estoy bien.- le aseguró mientras tomaba el rostro de su esposo con ambas manos- Tú jamás me harías daño, lo sé con seguridad.

Su esposo emitió un suspiro, se sentía avergonzado porque conocía bien a su lado animal y no quería ser obsceno con su esposa.

Con ternura, Hermione soltó una de las manos de su esposo para acariciar su mejilla, suavizando su voz y con una actitud casi maternal le habló:

- Vamos a buscar el prendedor con el escudo de tu familia- insistió una vez más la castaña- Lo encontraremos, activaremos el buzón ,visitaremos a tu tío, pasaremos un buen momento con él y ya verás que te sentirás mejor después del paseo... ¿ Si?.

Hermione lo guiaba por el pasillo de la casa, tomándolo de la mano. Jamás había estado antes con él los días previos a que sufriera su transformación,estás eran las primeras veces. Sabía que los licántropos llegaban a tener un humor bastante irascible en esos días y que sus instintos más primitivos se tornaban irrefrenables, pero a Hermione eso no le importaba. En su interior sabía que él jamás le haría daño.

Cuando ambos entraron en el salón que había sido el estudio de Lyall Lupin, no volvieron a tocar el tema y se dedicaron exclusivamente a buscar el prendedor con el blasón de la familia Lupin.

El estudio contaba con un escritorio muy amplio y una extensa biblioteca de ocho estantes. Hermione creyó que allí habría un poco más de ¡mil libros!.

Con la excusa de buscar el prendedor, la castaña se dispuso a recorrer la biblioteca, mientras Remus buscaba en cada cajón del escritorio.

Desde abajo la joven pudo divisar un libro muy interesante que se encontraba en uno de los estantes más altos. Antes de que tomara su varita para bajar el libro, una escalera con peldaños de madera se acercó a ella. Hermione la miró y luego posó sus ojos en su esposo. Él sí estaba concentrado en la tarea de buscar.

Con un poco de inseguridad se subió a la escalera, pero aun así continuaba de estando lejos del libro que quería.

- Debes decirle a la escalera la ubicación del libro y ella se desplazará hasta ese sector- le explicó Remus con los brazos cruzados y una sonrisa pícara.

La castaña volteó un poco para mirarlo al ser descubierta. Le sonrió con simpatía y se excusó:

- Yo... Pensé que podría estar por aquí.

- Ajá.- le respondió con ironía el licántropo- ¿ Cuál es libro que quieres?.

- "Lycans"...- respondió ella con un fuerte sonrojo en su rostro.

Remus carraspeó y sonrojado al igual que ella le ordenó a la escalera a dónde debía moverse:

- Estante 7, cubículo g.

La escalera se desplazó con sutileza hasta ese sector.

La castaña se sujetó bien de ella, le tenía miedo a las alturas. Remus rio un poco al verla tan tensa.

- No te asustes, no te caerás- le dijo él mientras se acercaba hasta la biblioteca.

- Claro...- respondió algo nerviosa.

Cuando la escalera se detuvo al fin en el lugar deseado. Hermione subió un peldaño más y logró tomar el libro, luego bajó con cuidado hasta tocar el piso de madera.

Remus la miraba con picardía, tenía sus brazos cruzados a la altura de su pecho, las cejas levantadas lo que le daba un aire juguetón.

- Así que... ¿Encontraste lo que buscabas?- le preguntó Remus de manera divertida.

La castaña se abrazó al libro y con total descaro le respondió:

- Am... Sí , ¿Y tú?.

- Sí, también. De hecho... Encontré más de lo que buscaba.- le respondió mientras la tomaba de la cintura con brusquedad para pegarla a su cuerpo- Me encontré con una vista maravillosa de tus piernas.

Él hundió su rostro entre el cuello de su esposa y sus alborotados cabellos, inhaló su perfume y gruñó del gusto.

-¿ Remus?...- preguntó ella con incertidumbre en su voz.

- Mmmm...- fue lo único que recibió como respuesta. Él no perdía su tiempo, saboreaba cada parte de su cuello- ¿Recuerdas cuando nos encontramos en el tren el 1 de septiembre?.

- Ajá...- respondió gimiendo sin poder contenerse.- Sí, lo recuerdo... ¿ Por qué lo preguntas?.

- Porque tú no te diste cuenta, pero yo no podía quitar mis ojos de ti desde que irrumpiste en el compartimiento que estaba ocupando... Recuerdo que entraste furiosa y luego te sorprendiste al verme allí y de saber que volvería a ser tu profesor.

- Sí... ,Me alegré mucho por ti.- le dijo ella con una sonrisa.

Remus le correspondió del mismo modo y le confesó algo que ocultaba desde entonces...

- Ese día llevabas puesto un vestido y no parabas de quejarte sobre algo que te había hecho Lavender Brown, pero no podía concentrarme en lo que me decías. Solo podía mirar tus piernas e imaginar lo que se sentiría estar entre ellas...

El licántropo la tomó de los muslos mientras la besaba salvajemente. Con facilidad la recargó en el escritorio y con su brazo tiró al suelo las cosas que habían sobre este.El libro que Hermione llevaba en sus manos también cayó al suelo estrepitosamente.

Se besaron apasionadamente sobre el escritorio hasta quedarse ambos sin aliento.

- Te amo.- le dijo Remus, con su respiración agitada y mirándola a los ojos.

Hermione se derritió en los brazos de Remus, y él lo sintió. La besó con más delicadeza y con todo el amor que sentía por ella.

Entre besos y sonrisas cómplices se profesaron amor mutuo.

Hermione le dió unos leves golpecitos en el pecho con sus puños y le reclamó:

-¡ Ahora entiendo porqué ese día me respondías con monosílabos!. ¡¡ No me estabas prestando atención!!.

- Se comprensiva conmigo. Me encontraba en una situación similar a la de hoy y en ese momento ignoraba que tú eres mi compañera. Lo único que sabía es que me estabas volviendo loco.

La castaña se sentó en el escritorio y le sonrió dulcemente.

- Y... ¿ Desde cuándo lo sabes?.

- Desde el día en que decidiste mostrar tus dotes de artesana con las lenguas de tus compañeros.- le respondió Remus, logrando que Hermione se avergonzara.

Él soltó una risa canina y juguetona , mientras que ella se cruzó de brazos y esquivó su mirada ambarina. El rostro de la castaña estaba rojo de la vergüenza.

- Quise reírme en ese momento, pero debía ser un profesor responsable, ya sabés.- se excusó él.

Era notable que nunca se iría de su esencia el merodeador que llevaba por dentro.

La castaña se contagió de la risa de su esposo. No podía mantenerse seria con él.

Ambos se miraron a los ojos. Hermione notó como esos ojos ambarinos la veían con intensidad, ella bajó su mirada al notarlo y encontró que Remus llevaba puesto el prendedor en el bolsillo de su camisa. Con sutileza, ella lo desprendió de allí y lo examinó...

El blasón era inconfundible, en el centro del escudo estaba grabado un lobo y alrededor de este había unos adornos muy bonitos, como detalle final por encima de todo estaba perfectamente grabado un yelmo.

- ¿ Es el casco heráldico de un caballero?- le preguntó mientras señalaba el yelmo.

- Sí, tiene un significado para nosotros.- le respondió él mientras jugaba con los rizos rebeldes de la castaña.

- ¿Qué significa?.- preguntó curiosa

- "Ante todo un Lupin debe tener caballerosidad".

- Interesante emblema- le respondió ella con picardía.

- Algo me dice que usarás eso en mi contra...- dijo Remus con una risa nerviosa.

- No, mi amor... Claro que no- le respondió mientras le acariciaba suavemente la mejilla.

De un salto ella bajó del escritorio y le devolvió el prendedor a su dueño.

- Iré a cambiarme de ropa.- le dijo ella mientras se encaminaba hacia la puerta del estudio.

-¡¿ Qué?!, ¡¿ Por qué?!... Te ves genial así como estás...- le dijo Remus, comiéndola con los ojos.

- Prefiero ponerme algo más holgado y menos provocativo.- le respondió ella coquetamente.

- ¿ Quieres que te ayude a desvestirte?.- le preguntó con cara de cachorro bueno.

- ¿ Qué pasó con lo de la caballerosidad?- le replicó.

- Porque soy un caballero contigo, te ofrezco mis servicios.- le respondió irguiendose con solemnidad.

- Le agradezco ,señor Lupin, pero sus servicios no son requeridos en estos momentos.

Los ojos del licántropo se tornaron salvajes. La castaña conocía esa mirada, sabía que debía huir o de lo contrario no "sobreviviría".

Con velocidad la joven echó a correr por los pasillos de la casa, mientras reía divertida. Remus iba detrás de ella como un cazador que asedia a su presa. Ella subió las escaleras y llegó hasta la habitación que compartía con su esposo. Allí se ocultó y con su varita cerró la puerta para impedir que él ingresara

Por poco, casi la alcanzaba, pero ella le había sacado ventaja. Recargado sobre la puerta de la habitación le habló tratando de endulzar su voz...

- Hermione, ¿ Me dejas pasar?.

- No puedo..., Estoy desvistiendome- le respondió la castaña, mientras se quitaba la falda.

Un gruñido se escuchó detrás de la puerta, algo que hizo reír mucho a la joven.

- Sabes, recordé que olvidé mi varita allí dentro. ¿ Me dejarías pasar un momento para buscarla?. La necesito.- trató de manipularla.

- ¿ En dónde la dejaste?- le preguntó ella sin creerle.

- Am... Por ahí... En algún lugar.

- Bien, cuando termine de arreglarme, la buscaré y te la entregaré.- le contestó ella del otro lado de la puerta.

- Agh...- suspiró resignado- Está bien te esperaré... ,Iré al altillo para activar el buzón.- le dijo él con sus brazos y la cabeza apoyados sobre la puerta. Aún con la puerta cerrada le llegaba el olor de la piel de su esposa.

- ¡Está bien!..., Allí te buscaré- le respondió con entusiasmo.

El licántropo se irguió con dignidad y se dirigió al altillo, lamentándose de no haberla tomado cuando tuvo la oportunidad, pero no volvería a cometer ese error. La próxima vez no la dejaría escapar...

———— o ————

Remus ingresó al altillo con su típico caminar parsimonioso. Jugaba con su prendedor entre los dedos, mientras se acercaba a las puertas traslúcidas que daban acceso al balcón. Con sus pies descalzos, el cabello desordenado y la camisa desalineada, avanzó sin prisa hasta pararse frente al buzón azul de metal.

Comunmente los buzones en Gran Bretaña eran de color rojo, pero este buzón en particular era especial. Porque solo servía para comunicarse con otro miembro de la familia Lupin. Aquél artefacto mágico poseía un receptáculo dónde el prendedor encastraba perfectamente y debajo de esa singular cerradura, estaba una bandeja que se desplazaba para entregar y recibir las cartas que se enviaran.

Remus colocó con cuidado el prendedor en la cerradura y lo giró cinco veces. El buzón se abrió dando un sutil tintineo y la bandeja se desplazó hacia él para tomar su carta. Él no tenía planeado escribir un extenso mensaje, así que se decidió por enviar una nota excesivamente corta. Con un movimiento de varita levantó la mesa que estaba tirada en el suelo del balcón, tomó un trozo de pergamino que llevaba en unos de los bolsillos del pantalón junto con el tintero y la pluma, a los cuales tuvo que aplicarles un hechizo para devolverlos a su tamaño original.

Con un trazo claro y grueso dibujó en el pergamino este único signo:

?

Luego enrolló el pequeño trozo de pergamino y lo colocó en la bandeja del buzón. Esta se cerró al receptar la nota e hizo unos ruidos metálicos extraños...

Remus se alejó del buzón por las dudas, tal vez después de haber estado inactivo por tantos años ya no funcionaba correctamente.

— Solo espero que no explote.— dijo en voz alta el licántropo mientras se sentaba en la mesa del balcón.

Sentado allí, esperaba una respuesta de parte de su tío Romulus. Hacía trece años que no se veían,solo se habían comunicado por medio de cartas vía lechuza.

Pronto el escandaloso buzón emitió un nuevo sonido, un fuerte golpe que hizo levantar la vista de Remus. La campanilla adosada en unos de los costados del artefacto comenzó a sonar histéricamente y luego de eso la bandeja se desplazó hacia fuera del buzón expulsando miles y miles de notas con el mismo mensaje:

!!!!!!!!

Remus se rió con ganas. Definitivamente ese era su tío.

Segundos después de que cesara el ingreso de la colosal cantidad de notitas, un último mensaje hizo su aparición. Era una carta que contenía el siguiente mensaje:

Querido sobrino:

Eres un maldito bastardo, ¿ Lo sabías?. ¡¡Trece años!!, Trece años han pasado y no viniste a visitarme ni una sola vez.

Deja de estar babeando con lo que sea que estés haciendo y ven a visitarme de inmediato,te invito a desayunar. ¡Hay tanto de que hablar!.

Posdata: Te haré comer pan de laver. ¡¡Jajajaja!!

— Agh... Sabes que lo detesto, Romulus.— dijo en voz alta Remus y con cara de desagrado.

Desalineado como estaba ,bajó las escaleras del altillo. Para su grata sorpresa, se encontró con Hermione,que aunque se había esmerado en vestirse de forma sobria, Remus la veía aún más apetecible. Con su garganta seca, producto de la hermosa joven que estaba parada enfrente suyo. Le contó sobre los mensajes que acababa de intercambiar con su tío.

— Romulus...— se aclaró la garganta con dificultad antes de seguir hablando— Nos invitó a desayunar...

Hermione asintió con una leve sonrisa en sus labios y observó que él llevaba su varita sobresaliendo un poco por el bolsillo del pantalón.

— Creí que estaba en "algún lugar de la habitación"— le reclamó con picardía en su voz y señalando la varita delatora de la mentira.

— Sí... ,Es que, no la busqué bien...—mintió terriblemente.

La castaña se le acercó y enrolló sus brazos alrededor de la nuca de su esposo. Las marcas de las cadenas la jalaban hacia él, y a medida que el día avanzara, la necesidad en ambos sería más imperiosa y dolorosa en cuanto prolongaran la espera...

Remus no pudo evitar acercarla más y agitarse de felicidad cuando ella misma se entregó a sus brazos. Se besaron, propinándose caricias. Prometiéndose de forma silenciosa que se entregarían el uno al otro cuando regresaran a casa.

— Aún estamos a tiempo de cancelar nuestra visita— le dijo Remus con la respiración agitada y sus manos enredadas en el cabello de su castaña.

Ella sonrió y mordió su labio. Estaba a punto de aceptar la propuesta de Remus. Pero si lo hacía, luego él se iría hasta el acantilado de la playa para pasar allí la noche. Dejándola sola en su noche de bodas; no podía ser más triste.

— ¿ Le dijiste que iríamos?— le preguntó ella, mirando hacia abajo para no sucumbir ante los suplicantes ojos ambarinos, deslizando con suavidad sus manos por el pecho del licántropo para abotonar su camisa y arreglarla al menos un poco.

Remus suspiró al sentir esos roces, las delicadas manos de Hermione lo llevaban al delirio con facilidad. Algo aturdido por las atenciones que ella le proveía le respondió:

— Sí, brevemente le expliqué que irías conmigo y él está encantado de que lo visitemos...,pero sé que él es comprensivo, y seguro no se molestará si le digo que iremos mañana...

Ella le arregló un poco su cabello y con una mirada desaprobatoria le respondió:

— Ya nos comprometimos. Ahora, debemos cumplir, seguramente él nos debe estar esperando y no quiero que tengamos la descortesía de dejarlo plantado.

— Está bien, pero antes del mediodía regresaremos a casa, ni más ni menos.— accedió finalmente Remus.

— Claro...— asintió la castaña— Te esperaré en la sala.

— Iré a alistarme...— le dijo con desgano el licántropo.

Él besó las manos de su esposa antes de ingresar al dormitorio que compartían. A diferencia de ella, Remus no se tomó la molestia de cerrar la puerta y sin pudor alguno comenzó a desvestirse.

Hermione se acercó hasta el umbral del dormitorio y lo observó en silencio unos segundos...

— ¿Segura que quieres que vayamos?— le tentó su esposo.

— Sí...— respondió con sus mejillas rojas y acaloradas— ,Te espero abajo...

La castaña se alejó de allí con su rostro entre las manos, Remus no era el único que sufría...

Después de unos minutos, ellos abandonaron el hogar, para dirigirse a la casa de Romulus Lupin. La castaña no deseaba aparecerse allí, porque el mareo que eso le producía le resultaba insoportable. Así que, ambos decidieron ir a un estilo muggle: Simplemente caminar.

En su caminata, Remus le explicó que la casa de su tío no se encontraba muy lejos, y por lo tanto no les tomaría más de veinte minutos en llegar.

— Y, ¿ Él es un animago?— preguntó la castaña curiosa.

— Sí. Por eso, durante mí niñez, él me acompañaba. Aunque... Igualmente terminábamos metiéndonos en problemas.

Hermione se rió al ver la expresión que hizo Remus. Se preguntaba, ¿ Qué cosas habrían hecho?.

— ¿ Qué animal es ?— preguntó curiosa.

— Adivina.— le dijo su esposo,con la intención de jugar con ella.

— Es un... ¿ Zorro?.

— No.

— ¿No?, Creí que lo era. A juzgar por lo que me dijiste de que se metían en problemas.

Remus se rió un momento, mientras negaba con la cabeza.

— Es un lobo albino.

— ¡¿ De verdad?!— le dijo Hermione.— Debí adivinarlo.— rezongó mientras caminaba al lado de su esposo.

El gesto infantil que la castaña hizo con sus labios, tentó cruelmente al licántropo. Sin poder resistirse le robó un beso, interrumpiendo por un momento la caminata. Se besaron como si nunca antes lo hubieran hecho, hasta que la falta de aire les obligó a que se detuvieran.

— Lo siento... No pude contenerme.— se excusó él.

Ella le devolvió una dulce sonrisa y asintió con la cabeza, en señal de que no le había disgustado para nada su arrebato.

En un silencio tenso ,por causa de la ansiedad amatoria de ambos. Continuaron con el recorrido.

El paisaje Galés era bello, el aire fresco de la mañana desordenaba el cabello de ambos. El verde vivo de los campos predominaba en el lugar. Unas ovejas de cara negra pacían allí tranquilamente.

La castaña observaba todo a su alrededor con detenimiento. Estaba encantada con los paisajes de la isla de Anglesey.

Pronto, el matrimonio ,llegó a un terreno quebradizo y muy irregular.

Remus, tomó la mano de su castaña y la guió con cuidado.

— Estos terrenos son un poco traicioneros. Debes mirar bien dónde pisas o podrías lastimarte severamente.— le explicó su esposo, que ya conocía de sobra el lugar.

Constantemente bajaban y subían por el terreno, cuidando de no caerse. A pesar de la irregularidad del mismo, a Hermione le parecía muy divertido el paseo.

— Te estás divirtiendo, ¿ No?— le dijo su esposo, con picardía.

Ella solo rió. El subir y bajar por esas tierras, parecía un juego de niños. Remus sonrió al verla tan alegre y negó con su cabeza. Definitivamente, su castaña era muy juguetona, y en muchos sentidos...

Finalmente, ambos llegaron a una pendiente cuesta abajo. Tomados de la mano bajaron por ella. Mientras que él quería bajar con cautela, Hermione tiró de su mano, para acelerar los pasos.

Comenzaron a descender en tropel por la pendiente, vertiginosamente dieron pasos cortos, esquivando las rocas y alguna que otra madriguera de conejo. Rápidamente,(como habían bajado), llegaron a un llano. Agitados se miraron con complicidad.

— Y yo que creía... Que tendrías miedo de pasar por estos terrenos...— dijo agitado Remus.

La castaña reía divertida, tomó nuevamente la mano de su esposo y retomaron la caminata con más tranquilidad. Un poco lejos del lugar en donde se encontraban, se podía divisar una casa hecha de piedra que parecía bastante acogedora. La chimenea de la misma soltaba un denso humo, dando muestras de que alguien habitaba allí.

— Llegamos.— le dijo Remus—Esa es la casa...

Caminaron con tranquilidad, siguiendo el camino que los conducía hasta la entrada de la pintoresca casa. Llegaron a la puerta de la misma y golpearon tres veces, pero no hubo respuesta.

Con recelo, el licántropo empujó la puerta y descubrieron que estaba abierta. Ingresaron con lentitud a la casa. Esta Parecía estar vacía, solo el ruido de las agujas del reloj y el crepitar del fuego podía escucharse.

—¿Romulus?— preguntó Remus, mientras se adentraba más en la casa

— ¡ Ven aquí!... Cachorro del demonio...— dijo una voz masculina proveniente desde del fondo de la misma.

Remus y Hermione intercambiaron miradas algo azorados. Caminaron un poco hasta la puerta que daba al jardín trasero de la casa, y deslizaron la pesada y amplia puerta corrediza.

Allí se encontraron con Romulus, peleando con un perro enano y lanudo de color negro.

— ¡Devuélveme eso!— le ordenó enérgicamente— ¡Devuélvemelo, Verónico!.— le ordenaba Romulus al pequeño terrier escocés, con el que forcejeaba para quitarle su zapato.

Finalmente entre tanto forcejeo, el pequeño lanudo terminó ganando la lucha haciendo que Romulus cayera sentado en la hierba, y quedándose con el zapato de su dueño para morderlo concienzudamente.

— ¡Bah, quédatelo!. Ya lo rompiste.

El hombre alto,castaño, de aparententemente unos cuarenta y dos años de edad, giró su cabeza en dirección a la puerta al sentir unas miradas sobre él. Se sorprendió al ver parados allí a su sobrino con una clara sonrisa burlona en su rostro y a una linda joven de cabellos rizados que también sonreía divertida.

Cómo si nada hubiera sucedido, Romulus se levantó con elegancia, se sacudió un poco y con un pie descalzo y un zapato en el otro ,se acercó a ellos, Caminando con cadencia.

— ¡Pero, míra nada más!— exclamó con alegría— Hola ,mini Lyall.— le saludó a su sobrino.

Tío y sobrino se abrazaron por varios minutos. La castaña se conmovió al verlos, ellos parecían más bien hermanos.

Romulus le dió varias palmadas en la espalda a su sobrino y con algunas lágrimas en sus ojos se separó de él.

— Mírate, sí eres la copia fiel de tu padre.— le dijo con la voz quebrada. Dándole una palmada en el rostro.

Remus era más alto de los dos, por unos siete centímetros. La castaña notó que tenían similitud en el color de cabello y algo en la forma de Caminar.

— ¿Es...ella?— preguntó Romulus, mirando a Hermione con picardía.

— Sí, ella es... Mi Compañera...— respondió Remus con el rostro sonrojado, ya que su tío sabía perfectamente lo que eso significaba.

Romulus estrechó la mano de la castaña y la agitó con fuerza.

— Es un placer conocerte. Me alegra de que hayas aparecido al fin.— el hombre castaño y de ojos extravagantes la sacudía con efusividad.— Soy Romulus Lupin.

— Hermione Granger.— se presentó ella— Bueno... Ahora, también soy Lupin.

— ¡Por supuesto que sí!— exclamó el efusivo animago— ¡Bienvenida a la familia!

El tío Romulus, la estrujó entre sus brazos haciendo que ella soltara todo el aire de sus pulmones.i

— Romulus, deja de asfixiarla— le dijo el licántropo, ( algo celoso).

— Lo siento, es que me emociona de que al fin la hayas encontrado.— le respondió su tío dándole unos codazos en el abdomen y batiendo sus espesas cejas.— ¿ Tienen hambre?, Tengo listo el desayuno. ¿ Probaste alguna vez el desayuno Galés, Hermione?.

— Nunca— le respondió la joven con una sonrisa.

— ¡Fantástico!, entonces entremos a la casa y comamos hasta reventar. Además, Hay tantas cosas que quiero preguntarles.— les dijo mientras los abrazaba y luego los conducía al interior. Se detuvo un Momento y dijo:— ¡Oh!, Casi lo olvido.

— ¡¡Verónico!!, ¡¡ ven aquí, sabandija lanuda!!— gritó a todo pulmón, Romulus.

El cachorro enano se les acercó con su gracioso caminar, agitando su espeso pelaje, con el zapato destrozado de su dueño en la boca.

— Si no lo saco a pasear, se pone tan insoportable como tú Remus— les dijo el animago.

La castaña se rió al ver la cara que ponía su esposo, cuando su tío le "halagaba" de esa manera.

— Él es Verónico. Es un perro cazador, inteligente...— el pequeño lanudo inflaba su pecho al escuchar cómo su dueño ennumeraba sus cualidades— Leal, pero también es inquieto, testarudo y arrogante.

Verónico le dió un mordisco al dedo meñique, del pie descalzo de su amo.

— ¡Ay!, Y también tiene un carácter similar al tuyo querido sobrino.

Entre risas, (excepto Remus), los tres ingresaron a la casa, acompañados del hiperquinético cachorro...

— Discúlpenme por el desorden.— les dijo Romulus, mientras levantaba unos libros de las sillas y los acomodaba en un mueble atiborrado— Por favor, tomen asiento.

La castaña y el licántropo se sentaron a la mesa rectangular de la cocina comedor. Ya sentados, observaban al tío Romulus ir y venir, con montones de cosas cargándolas en sus morrudos brazos, seguido del inquieto Verónico.

— Me hubiera gustado tener la casa un poco más presentable, pero apenas si tengo tiempo entre Verónico, mis prácticas de Riverdance y las abejas.

La castaña le dirigió una mirada de confusión a su esposo. Remus le sonrió ,y le restó importancia a las locuras de su tío.

— ¿Abejas?— preguntó ella, con cautela.

El animago ,detuvo su ir y venir para responder a la pregunta.

— Soy apicultor.— le explicó Romulus a Hermione— Cuando terminemos el desayuno, les mostraré mis panales, Y les regalaré unos frascos de miel recién cosechada.

— Oh, ¡Gracias!— le respondió la castaña, encantada de recibir ese regalo.

— Ah, no es nada... Las abejas son las que hacen casi todo el trabajo.— les dijo Romulus con una sonrisa.— Y... ¿ Cuándo llegaron a Anglesey?.— preguntó, mientras con un movimiento de varita apilaba en un rincón unos palos de golf.

— Hace dos noches— respondió Remus.

— ¿Eh?¿Dos noches?¡¿Y por qué no vinieron a verme antes?— les reclamó cuando guardaba unos discos de vinilo, en uno de los estantes del mueble atiborrado.

Remus y Hermione intercambiaron miradas furtivas,sonrojados. Ambos sabían cuál era la razón por la que no habían salido de casa esos pocos días. Y no se atrevían a decirlo.

—Está bien,los perdono, supongo que debieron estar muy ocupados con los arreglos de la casa. Sé que está cayéndose a pedazos,y lamento eso.— los excusó el tío Romulus con inocencia.

— Sí...— dijo Remus, aprovechando el tema— ,Creí que tú la estabas cuidando, pero ya me percaté de que no es así.

— No es fácil pisar esa casa,... Está repleta de recuerdos, y no es lo mismo sin Hope y Lyall...— le explicó Romulus, mientras se sentaba a la mesa frente a ellos.— Además, tú eres el legítimo propietario y es tu deber cuidar de ella. Y, ¡no me mires así!, ¡Que no la he abandonado del todo!, le pago mes a mes, a un muchacho llamado Roy para que se ocupe de ella. Él sabe arreglar los tejados y los pisos de madera, como los que tiene esa casa.

— Entonces, reclama tu dinero, porque el techo está hecho un desastre y el piso también necesita reparaciones. Me parece que Roy te ha estafado.— le informó Remus.

— ¡¿ Qué?!, ¿ Tan mal está la casa?—dijo molesto el animago, levantándose de la silla— ¡ Ya verá ese timador!, ¡¡ Le congelaré las pelotas!!— añadió, blandiendo la varita como si fuera una espada.

— ¡Romulus!— le llamó la atención su sobrino.

— Oh... — dijo Romulus, mirando a Hermione— Perdón por mi florido lenguaje, querida sobrina. Pero no soy afecto a solapar mis pensamientos ( como algunas personas que conozco).— añadió mirando a Remus.

Remus esquivó esa mirada acusatoria, miró a su castaña y con un rostro pícaro le dijo:

— No le hagas caso, él suele hablar de más.— tomó la mano de su esposa y la besó con caballerosidad, ( aunque en su interior se desataba una tormenta de deseo por ella).

Romulus, se cruzó de brazos , los miró con cierta suspicacia, Y se dirigió a ellos antes de salir del lugar.

— Espérenme unos segundos, ya regreso. Dejaré esto en mi habitación.— les dijo mientras cargaba unos libros sobre apicultura— En cuánto regrese, desayunaremos...¡Vero!.

El cachorro miró a su amo, esperando la orden.

— Cuida de que este par de tórtolos no hagan nada extraño durante mi ausencia.— añadió Romulus.

Verónico adoptó una actitud de guardabosques ,y se sentó en una de las sillas , al lado de Remus. Vigilándolos con sus pequeños ojos, frunciendo sus espesas cejas.

— ¡¿ Cómo se te ocurre...?!,¡¿Cómo crees...?!— preguntó Remus, molesto.

— Te conozco, Moony.— le respondió Romulus, mientras se marchaba con los libros a su habitación.

Remus y Hermione se vieron sumidos en un incómodo silencio, por solo unos segundos.

Discretamente, Remus posó su brazo en el respaldo de la silla que ocupaba su castaña. Ella, giró su rostro sonrosado para mirarlo y se encontró con unos ojos ambarinos, que brillaban como dos soles, dejándola hipnotizada por un momento.

Al lado de ambos, estaba sentado el pequeño terrier escocés.Mirándolos fijamente, siendo obediente de su amo. Pegó un ladrido al ver que el licántropo se acercaba peligrosamente a su compañera.

— ¿ Qué?. No estábamos haciendo nada.— le dijo Remus al cachorro.

Verónico ladró tres veces más en respuesta.

— Oh, vamos.— rezongó el licántropo.

Hermione sonrió al verlos. Y con ternura le dijo a su esposo:

— Remus...— el licántropo le dirigió su mirada — Ten un poco de paciencia, regresaremos a casa pronto.

Las manos de Hermione se paseaban por el pecho de Remus, con la excusa de arreglar el cuello de la camisa y los botones. Él, interpretaba aquello como una invitación. Soltando un gruñido, Remus se apropió de los labios de Hermione, logrando arrancarle a la joven un jadeo.

Verónico les ladró para que se separaran, pero ellos seguían comiéndose a besos. El cachorro, leal a su dueño, volvió a ladrarles, recibiendo así un empujón por parte de Remus, cayendo al suelo en sus cuatro patas. Verónico, molesto, saltó nuevamente a la silla al lado de Remus, tomó impulso y con toda energía saltó encima del acalorado matrimonio. Interrumpiéndolos bruscamente...

Cuando Romulus regresó, encontró a Hermione y a Remus separados por Verónico, ya que el inteligente cachorro había elegido sentarse entre ambos.

— ¿ Se portaron bien, Vero?— preguntó Romulus chasqueando los dedos para que una tetera, un frasco de miel y tres platos y tazas aparecieran sobre la mesa.

El terrier escocés emitió varios aullidos desaprobatorios.

— Alcahuete— le dijo molesto Remus ,al cachorro.

— Remus, no le digas así. Él solo está jugando.— le dijo Hermione, que acariciaba a Vero, sucumbiendo a la mirada de cachorro bueno que este le dirigía.

— Sí... Claro— dijo el licántropo ,fulminando al terrier con la mirada.

El astuto cachorro, tenía la mitad de su corto cuerpo, reposando en la silla y el resto sobre el regazo de Hermione. Disfrutaba las caricias que la castaña le hacía, apoyaba su larga cabeza en los muslos de Hermione y la miraba con ojos lastimeros.

Remus lo observaba de reojo. " Condenado cachorro manipulador" pensó el licántropo.

Romulus reía con ganas. Podía ver el claro fastidio en el rostro de su sobrino, mientras les servía un poco de té. Eso significaba que, Vero había hecho bien su trabajo.

— Aquí tienes, Hermione.— le dijo Romulus sirviéndole una buena taza de té.

— Gracias, tío Romulus.— le respondió ella.

— Es un placer, querida. ¿ Quieres miel con tu té?.— le respondió el animago con una sonrisa tan lobuna como la de su esposo.

— ¡Sí!— exclamó ella— ...,Por favor.— añadió más tranquila , al ver qué había sobresaltado a todos. ( Incluso a Vero).

Romulus rió un poco por la reacción de la joven, mientras con una espátula pequeña le agregaba miel a su taza.

— Veo que te gusta en demasía la miel.— le dijo el animago entre risas.

— Sí, a Hermione le gusta beber té de manzanilla con mucha miel en el desayuno, en la merienda.— le dijo Remus a su tío.— o cuando lee algún libro.

Ella volteó bruscamente para mirar a su esposo.

— ¿ Cómo lo sabes?— le preguntó sorprendida.

Remus se sonrojó y revolviéndose el cabello algo apenado, le respondió:

— Porque... A veces... Solía observarte en el Gran Comedor cuando estabas con Harry y los demás, pero fingía no es prestarte atención. Y... Porque eso es lo que percibo cuando huelo amortentia.

Romulus sonrió con picardía. Ya no necesitaba más pruebas para saber que su sobrino estaba perdido por Hermione. Con una mirada suspicaz y socarrona, el animago le sirvió una taza de té a su sobrino.

— Así que, se conocieron en Hogwarts.— dijo Romulus sentándose frente a ellos del otro lado de la mesa— Estoy sorprendido... Debes ser la profesora más joven de la historia de todo Hogwarts, Hermione.

Remus y la castaña tosieron levemente, algo azorados.

— No..., Yo... era alumna de Remus...— soltó con timidez y dificultad.

Romulus, que le había dado un buen sorbo a su té, acabó por toser y escupir todo, empapando sin querer a su sobrino.

— ¡¿ Eh?!— dijo alarmado Romulus— Dime , al menos que ella ya es mayor de edad, Remus...

Remus, que se secaba el rostro con una servilleta, se aclaró la garganta y le respondió:

— No, no lo es... Aún...

— Pero Cumpliré diecisiete en septiembre.— agregó la castaña para suavizar las cosas.

— ¡Dios!, No me expliquen nada. Creo que puedo deducirlo: ambos se metieron en un buen lío,fueron descubiertos, escaparon y vinieron a refugiarse aquí en Gales, ¿ Me equivoco?.

— Pues... Algo así.— respondió la castaña.

El matrimonio le explicó a Romulus, las razones de su fuga: su unión ilegal por medio del ritual de las "Ardientes Cadenas del destino", que Hermione no era cualquier tipo de bruja, ella era una menthalis, que habían sido cobardemente delatados por Lavender y casi traicionados por Dumbledore.

El rostro del animago se tornó pálido al escuchar lo comprometidos que ambos se encontraban.

— ¡Merlín!— suspiró Romulus— Hicieron bien en venir aquí... Ambos están en serios problemas. Y... ¿ Puedo ver sus iniciales?.

La castaña se quitó el vendaje de su meñique izquierdo y aproximó su mano, para que Romulus observara de cerca las vívidas cicatrices.

— WOW...— dijo Romulus sorprendido— Pareciera que esto está incandescente. Está al rojo vivo...¿ Les Arde?— preguntó curioso al ver la intensidad del color rojo.

— Ni te imaginas cuanto...— respondió Remus, mirando con lujuria a su castaña.

La joven se dió por aludida, y algo intranquila se removió en su asiento.

— Sobre todo cuando tienes que hacer huelga de hambre...— añadió Remus sin dejar de mirarla.

De pronto se escuchó un: ¡Plaf!. Era Romulus que se había golpeado el rostro con su propia palma de la mano.

— ¡ Que estúpido soy!. ¿Tienen hambre?,Les hago venir tan temprano y no les sirvo algo decente para comer. Esperen, es solo cuestión de segundos...— les dijo sin entender el doble sentido de la frase dicha por su sobrino.

La castaña miró a su esposo con la boca abierta. Todavía no podía creer que Remus hubiera dicho aquello. Él solo le correspondió, mirándola por encima de la taza mientras tomaba su té.

Con un ligero movimiento de varita, Romulus hizo aparecer sobre la mesa el desayuno: habían huevos revueltos, jamón Galés, tomates cherry y champiñones fritos, salchichas de Glamorgan y por último, el plato más odiado por Remus: pan de laver, que era una pasta gelatinosa de color verde, hecha a base de algas y envuelta en copos de avena tostada.

Muy atento y servicial, Romulus les sirvió el suculento desayuno a sus invitados. Sobre todo a su sobrino, al cual le dió una especial y grande ración de aquel puré de algas.

El rostro de Remus se puso del mismo color verde que las algas en su plato,y como si fuese un chiquillo, revolvía con su tenedor aquel raro puré.

— Perdón por preguntar, pero: ¿ Qué es este puré verde?— dijo la castaña con curiosidad.

— No querrás saber...— le respondió Remus.

— No le hagas caso a Remus, come es delicioso. Se llama pan de Laver o como le llamamos nosotros ,los galeses, Bara Lawr.— le respondió mientras untaba un poco en una tostada.

La castaña, tomó una cucharilla de té y untó un poco de pan de laver en su tostada ( como le había visto hacer a Romulus).

— No comas eso, amor...— le dijo Remus con aflicción.

Ella lo miró, miró a su tostada y sin mas, le dió un mordisco a la misma.

Gratamente sorprendida, Hermione le dijo a Romulus:

— ¡Es cierto!, Esto es una delicia.

— Y además,es muy nutritiva. Tiene gran contenido de yodo, vitaminas, hierro y proteínas.— dijo el animago.— Es ideal para los niños que están en crecimiento, para los ancianos, las embarazadas... En fin, es un buen alimento.

La castaña lo escuchaba con atención y asentía con la cabeza, mientras comía. No entendía cómo no podía gustarle a Remus.

— Está hecho de algas laver, también se las conoce como algas slake. Crecen por todas las costas de las playas de Gales.— le informó Romulus a la joven.

— Pues, está muy rico y me encanta.— le dijo ella.

Romulus rió un poco y le dijo a Remus.

— Ella sí es una buena niña. No como tú, que le hacías enfadar a Hope, cuando no querías comer verduras.

— ¿Él ,era desobediente?— preguntó la castaña.

— Generalmente no, pero cuando se trataba de hacerle comer verduras a Remus, literalmente debíamos atarlo a la silla,¡Literal!. De pequeño ( después de haber sido mordido por Greyback), Remus se volvió inquieto, se irritaba con más facilidad, solía morder a su madre en las piernas, pero no lo hacía para lastimarla, sino más bien para marcar territorio y no quería comer verduras por nada del mundo. Hasta era capaz de escapar de casa solo para no comerlas...

— Romulus...— dijo el licántropo, avergonzado por lo que su tío le relataba a su esposa.

La castaña se reía divertida. Se imaginaba al pequeño Remus corriendo de la casa, solo porque no quería comer sus vegetales.

— ¡¿ Qué?!, Si es la verdad...— dijo Romulus, justificándose.— Una vez, Remus...

— ¿ Sigues practicando Riverdance, Romulus?— preguntó Remus interrumpiendo a su tío ( no quería que continuara avergonzándolo frente a su esposa).

— ¡ Oh, Sí!. Me estoy preparando para este año. Juro por mis colmillos y mis caninos, que este año,¡¡ yo seré el Green Man!!— dijo cayendo en la trampa de su sobrino.— Destronaré al cara de nabo de Colin Farris.

— ¿ Quién es él?— preguntó Hermione, al ver cómo se desfiguraba el rostro de amabilidad de Romulus.

— Es el Green Man de estos últimos cuatro años.— explicó el animago con resentimiento— Es un estúpido que tiene los dos pies izquierdos, y sin embargo le dieron a él el título de Green Man.

— Aaahhh...— dijo la castaña, aún sin entender.

— " The Green Man", es una festividad que se celebra todos los años, comienza el 19 de agosto y culmina el 22 de agosto. Cada año una gran cantidad de turistas irlandeses cruzan el mar Irlandes en Ferrys y se instalan aquí durante esas fechas. Son días infernales.— le dijo Remus a su castaña.

— Sucede que, Remus tiene el olfato muy sensible y por eso sufre cuando hay muchedumbre.— le explicó Romulus a Hermione.

— ¿ Y qué se hace en esas fechas? ¿ Cómo se festeja?— preguntó la joven.

— Bueno... No hay mucho para hacer— le dijo Remus— Solo se bebe alcohol hasta el hartazgo, se come grandes cantidades de platos típicos galeses y se baila desde que amanece hasta que anochece. Y si eso no es suficiente, siempre te puedes pelear con algún irlandés.

Romulus soltó una sonora carcajada.

— Remus...¿ Recuerdas cuándo nos peleamos con esos turistas irlandeses?— dijo su tío, tratando de recuperarse de la risa— Eran seis contra nosotros dos, nos dieron la paliza de nuestras vidas ¿ Lo recuerdas, Remus?.

— ¿Como olvidarlo, Romulus?— le respondió su sobrino

La castaña los miraba sorprendida. Le costaba imaginar a su esposo peleando a los puñetazos.

— Remus tiene un gancho izquierdo muy bueno y traicionero.— le dijo Romulus a la castaña.

— ¡ Por Dios! ¿ Y les hicieron mucho daño?.— les preguntó Hermione.

— No— mintieron ambos al mismo tiempo.

— Ah, pero esos imbéciles no la sacaron barata. Porque después les jugamos una broma muy pesada. Estos turistas acampaban en la playa, así que llevé a Remus cuando estaba transformado en Moony y les dió un susto de muerte.— relató Romulus mientras reía a carcajada limpia

La castaña puso una cara horrorizada al escuchar aquello.

— Pero... ¿ Y qué pasó con ellos?— preguntó la angustiada joven

— Ah, nada no te preocupes. Solo se orinaron y se defecaron encima. Yo me ocupé de que Moony no los atacara. Solo quería darles un buen susto.— le explicó Romulus.

— Y vaya que se los diste— le dijo la castaña— Si hasta me dan pena esos turistas...

— ¡¿ Pena?!, Pena deberíamos darte nosotros, ¿ No es así, Remus?. Después de que Lyall se enteró de lo que hicimos, lo lamentamos por meses. Recuerdo que habíamos regresado de la playa completamente desvelados, senté al pobre Remus en el piso de la cocina ( él siempre quedaba hecho un estropajo mal peinado, después de cada luna llena), estaba preparándole la poción revitalizante, cuando Lyall entró en la cocina y nos dijo: " ¡¡¿ Qué diablos hicieron anoche, par de idiotas de la más alta calidad?!!". Y Nos persiguió por toda la casa lanzándonos hechizos. — le relató Romulus.

— Afortunadamente ,no nos lanzó crucios.— añadió Remus.— Mi padre quería mantener en secreto mí licantropía, por mi bien. Pero con lo que hicimos esa noche, se volvió algo difícil.

— Ajá— asintió Romulus— Bueno, como te estaba diciendo. En ese festival se baila una danza llamada: Riverdance ( que es algo así como un tap tap irlandés), la danza se lleva a cabo en un escenario que se arma frente al castillo Beaumaris y los espectadores le dan sus más calurosos aplausos al que consideran como mejor bailarín, lo que lo convierte en el " Green Man" . Y por lo tanto el resto de los bailarines deben seguirle los pasos.

— Suena divertido, Remus ¿ Podemos ir? — le preguntó Hermione.

— Ammm... No lo sé... ,No es tan divertido como suena, créeme.— dijo Remus

— ¡Mientes!— dijo Romulus— ¡¡Ese festival es una bendita locura y no nos lo podemos perder!!. Vamos, Remus, no seas aguafiestas. Será como en los viejos tiempos y ahora será mucho más divertido, porque Hermione vendrá con nosotros.

— Sí... ,Lo consideraré...— respondió el dubitativo licántropo.

— ¡¿ Qué tienes que considerar?!— dijo Romulus, exaltado — Además es la ocasión perfecta para que puedas vestir con tu color favorito sin sentirte un traidor a la familia.

La castaña miró con confusión al animago.

— Oh, ¿ Es que Remus no te lo ha dicho?— le preguntó el animago.

— ¿ Decirme qué?— preguntó ella.

— Que su color favorito es el verde.— le respondió Romulus.

La castaña miró automáticamente a su esposo. Este tenía su rostro oculto entre sus manos.

— Para de avergonzarme, por favor.—le dijo el pobre Remus a su tío.

— Pero, ¡sí es la verdad!. Ese es tu color preferido. ¿ Sabes que sucede, Hermione?: En la familia Lupin, casi todos han sido Gryffindors ( excepto yo claro,que soy Hufflepuff) y por lo tanto ya te imaginarás el rechazo que se tiene a cualquier cosa que pueda asociarse a los Slytherins. Lyall solía decir: " ¡En esta casa nadie viste el color de las serpientes!". Odiaba el verde...— le comentó Romulus.

La castaña se apiadó de su esposo y le acarició el cabello.

— No tiene nada de malo que te guste el color verde, Remus.— le dijo Hermione con una actitud maternal.

Se besaron con ternura unos instantes. Hermione le acarició el rostro, depositó un último casto beso en los labios de su esposo. Y continuaron con su desayuno.

El tío Romulus resultó ser un hombre muy ameno y un buen conversador, siempre tenía algún tema de que hablar o una anécdota que contar ( que siempre acababa por avergonzar a Remus). Cuando terminaron el desayuno, el anfitrión les sirvió más té y se levantó de su silla para buscar algo en los cajones del atiborrado mueble que allí estaba.

Con una sonrisa en el rostro,Romulus le entregó a la castaña, una pequeña cajita roja.

— En realidad...— comenzó diciendo el animago— Lyall debería ser quién te lo entregue, pero es un placer poder ser yo quien te de la bienvenida a la familia.

Hermione abrió la Pequeña caja roja, para mirar su contenido. Y se encontró con un prendedor con el blasón de la familia Lupin. Ella lo tomó con cariño.

— Es tuyo.— le dijo Romulus— Bienvenida a la familia, Hermione.

Ella se quedó sin palabras, admirando su prendedor. Tío y sobrino intercambiaron miradas. Y con los ojos llenos de emoción, Remus solo pudo decir:

— Gracias...