Hermione veía con adoración su prendedor, era la prueba de que ahora pertenecía a la familia. Estaba tan encantada con él, que ni siquiera se había atrevido a sacarlo de la pequeña caja roja.

Remus y Hermione,estaban sentados en un sillón de jardín, ubicado al lado de la puerta posterior de la casa de Romulus. Habían decidido salir un momento, después del desayuno, porque los dos comenzaban a sentir un calor sofocante.

El verde paisaje Galés, era el fondo de aquel momento...

— ¿Me permites?— le preguntó Remus con suavidad, tomando el prendedor de la caja.

Ella, sonrió en respuesta y afirmó con la cabeza.

Con cariño, él sujetó el prendedor del blasón familiar, y lo sujetó en la solapa del abrigo de su esposa.

— Así ,está mejor.— le dijo Remus, mientras la tocaba con la excusa de rectificar el prendedor.

Las miradas de ambos se encontraron, para expresarse tanto sin decir ni una palabra

Las marcas de las cadenas, empezaban a hacer su trabajo...

Ambos, sentían un ardosroso cosquilleo en la piel, que se intensificaba con el paso de las horas. Haciendo que la necesidad imcrementara paulatinamente, jalandolos con fuerza al cuerpo del otro.

Remus no puso resistencia a ese sentimiento tan imperioso y se fue acercando más ella. No podía pensar en otra cosa que no fuera ella. Hermione compartía el sentimiento. Ambos estaban siendo víctimas de las cadenas y del efecto que ellas producían.

Como una oportuna interrupción, Romulus, salió al jardín,seguido por Verónico ( como siempre).

— ¡¿Y bien?!— dijo Romulus con su habitual entusiasmo. Logrando que la castaña y Remus saltaran en el asiento por el sobresalto.

— Oh, perdón. ¿ Los asusté?, No fue mí intención.— dijo con sinceridad el animago— Hermione, acompáñame. Te mostraré los panales.

— Claro...— respondió la joven, con sus mejillas rojas, secando el sudor de sus manos en su pantalón.

— Tú también puedes venir, Remus— le dijo su tío.

— No, está bien. Me quedaré aquí...

— Como quieras— le respondió Romulus, poniendo una cara exagerada de haberse sentido rechazado.

Hermione besó los labios de Remus, para después levantarse del sillón de jardín y encaminarse con su tío político, donde se encontraban las colmenas artificiales.

Verónico, el inquieto cachorro, decidió sentarse en el lugar que antes había ocupado la castaña, al lado de Remus, solo para hacerle compañía.

Remus, miraba como su esposa se alejaba en compañía de su tío. El pobre licántropo nunca antes había sentido en su vida tanto calor. Si bien, era normal en él, tener una temperatura algo elevada por causa de su licantropía. No recordaba haber sufrido por eso, como lo estaba empezando a hacer en ese mismo momento. Y el que Hermione se alejara de él, incrementaba el ardor y el padecimiento...

— Me estoy muriendo...— soltó de manera inconsciente, Remus.

Vero, que no le había quitado los ojos de encima. Posó su larga y pesada cabeza, sobre la pierna de Remus, soltando un llanto canino muy agudo y lastimero.

Remus lo miró y con una sonrisa en su rostro, le dijo:

— Es un decir, Vero.— le dió varias palmadas suaves y cariñosas en la cabeza al cachorro ,y añadió— No tienes que llorar, cachorro. Solo estoy perdiendo la poca cordura que me queda...

Vero se tranquilizó un poco al escuchar esas palabras, sin embargo no abandonó al licántropo. Se quedó allí, sentado a su lado, como un fiel compañero, recibiendo gustosamente las palmadas suaves y cariñosas que el licántropo le propinaba.

A unos doce metros de ambos, se encontraban Hermione y el tío Romulus, envueltos por un encantamiento de burbuja protectora contra los piquetes de las abejas ( Hermione la había convocado, sin necesidad de la varita, para sorpresa del tío Romulus).

— He escuchado varias historias sobre brujas y magos como tú, pero nunca tuve la oportunidad de conocer en persona a un ¡menthalis!.

— Sí bueno, en realidad No es una faceta que me agrade de mí misma...— le respondió a Romulus, con algo de pesadumbre.

— ¡¿ Y por qué?!— preguntó él con exaltación, agitando los brazos y los frascos de vidrio que llevaba, uno en cada mano— Eso habla de que tienes un coeficiente intelectual bastante elevado. No supe de ningún menthalis que fuera un tonto o un mediocre. Lyall solía contarnos a Remus y a mí, historias sobre magos como tú ¿ Sabes?.

Ella solo asintió, Remus ya le había comentado algo sobre eso...

—¿Me sostienes los frascos un momento? Por favor— le interrumpió el pensamiento, Romulus. Él le extendía los dos frascos de vidrio ,vacíos.

— ¡Sí!— respondió ella, apresurándose a tomar los frascos

Hermione lo observaba con atención. El tío Romulus, destrababa una de las colmenas, para retirar la tapa de la misma.

— Supongo que... Esos menthalis eran objeto de estudio ¿Verdad?...— añadió ella, sabiendo cuál era la respuesta.

— Pues... Sí...— respondió algo incómodo el animago ( sabiendo bien, lo que les hacían a ese tipo de hechiceros), mientras que con una pala de madera retiraba con paciencia la miel.— Es curioso...

—¿ Qué es curioso?— preguntó Hermione, mientras veía la espesa y oscura miel caer en el primer frasco de vidrio.

— Mí sobrino, es tratado como un marginal por ser un hombre lobo. Tú eres una menthalis, lo que te convierte en una " conejilla de indias" para los medimagos del Ministerio de la Magia, lo cuál significa que nunca podrías hacer una vida normal,eres también considerada un peligro ( al igual que Remus) y por último...— dijo extendiendole el frasco que había repletado con miel—¿ Me pasas el otro frasco?.

— Claro — le respondió con , tomando el que ya estaba lleno y acercándole el frasco que aún estaba vacío.

— Gracias, Hermione— le respondió tomándolo , para luego regresar a su trabajo de extracción de miel— Por último, ambos están casados por medio de un ritual milenario, peligroso e ilegal ( por si fuera poco)... , En conclusión, Hermione:¡¡ Los dos, estáis hasta las varitas!!. Perdón, quise decir: seriamente comprometidos...

El animago se irguió, con el segundo frasco repleto de miel, lo tapó con fuerza y se lo entregó a la joven con una sonrisa.

— ¡Oh!, Mira quiénes vienen allí— dijo Romulus, señalando en dirección a la casa.— Tal parece que, no puede estar ni un minuto sin ti.— le dijo a Hermione con un rostro burlón.

Ella se sonrojó, mientras sostenía los frascos de miel .

Remus se aproximaba a ellos, cargando a Vero en su brazo izquierdo, y llevando su varita en la mano derecha.

— Es increíble la fuerza que tiene los días previos a la luna llena...— soltó con genuino asombro, Romulus— Yo apenas puedo sujetar a Vero con ambas manos, ¡Y míra! Él puede cargarlo con un solo brazo. Aunque, Remus siempre ha tenido más fuerza en su brazo izquierdo.

La castaña soltó una risita en respuesta y luego le dijo:

— Para ser un cachorro tan pequeño, Vero es bastante pesado y maziso.

— Así es. Es que es un cazador nato. Puedes tirarle fuertemente de la cola cuando mete la cabeza en una madriguera y el ni se inmutará

— ¿Y no le duele?— le preguntó Hermione

— No, para nada. Los perros como Verónico están " hechos para eso".

Luego de ese comentario, Romulus y Hermione rieron burlonamente.

Dirigiendo una mirada a los pesados frascos que Hermione llevaba en ambas manos. Romulus les aplicó un encantamiento reductor, hasta que quedaron del tamaño de dos perlas.

— Gracias— le dijo la joven al animago.— Por todo.

— Ah, No es nada— respondió Romulus.

—¿ Saben?... A Vero y a mí nos arden las orejas.

El cachorro lanudo, ladró apoyando las palabras del licántropo. Ambos también estaban protegidos de las abejas por una burbuja que Remus había convocado con su varita.

— Sí, los caninos son así, tienen sensibilidad en las orejas— dijo Romulus, largando una carcajada.

Verónico gruñó, demostrando que su orgullo había sido herido.

— Calma, muchacho. Luego le masticas los zapatos para bailar Riverdance— le aconsejó Remus al cachorro, cuchicheándole en una de sus orejas.

— ¿ Qué tanto le estás diciendo a Vero?— preguntó preocupado, Romulus.

— Nada importante ¿ Verdad, Vero?— respondió Remus haciendo cómplice al cachorro.

Verónico ladró en respuesta, poniéndose del lado del licántropo. Pero Romulus, no les creyó. Los miraba con desconfianza, tanto a su sobrino, como a su mascota.

Remus le dirigió una sonrisa simpática a su tío, y cambió convenientemente de tema:

— Hermione, ¿ Quieres que volvamos a casa... Ya?

Le preguntó a su esposa, tratando de disimular su apuro por volver. Y aunque Hermione, también estaba sufriendo lo mismo que él. Tampoco quiso evidenciarlo...

Ella iba a responder, pero la exaltación de Romulus, la interrumpió:

— ¿ Qué?...¿ Tan rápido se quieren ir?. Esperaba que almorzaran conmigo en "Clarke's Pies"

— ¡¿ Qué ?!, Pero si eso está muy lejos de aquí. ¡Nos tomará horas llegar allá!.— dijo molesto el licántropo.

—Nop— respondió Romulus, moviéndose juguetonamente— ,Con el nuevo Tranvía para magos turistas de Anglesey, podemos recorrer la isla en cuestión de minutos. Es ideal para magos, brujas y squibs que nunca han visitado la isla. ¿ Qué dicen? ¿Lo abordamos?

Remus, reconoció de inmediato ese brillo tan particular en los ojos de su tío y con algo de desconfianza le contestó:

— Tal vez..., Pero mejor otro día. Hermione y yo, ya teníamos planes para esta tarde.

— Oh, claro... Ustedes deben fabricar al nuevo integrante de la familia Lupin... Está bien, supongo que tendré que almorzar solo...— les dijo poniendose en un papel de víctima — Pobre Verónico, él que estaba tan ilusionado de que ustedes vinieran...

El cómplice cachorro, fingía llorar en el pecho del licántropo, para agregar dramatismo a la situación...

— ¿ Quieres que toque el violín para musicalizar el momento, Romulus?— preguntó Remus irónicamente ( el tiempo que había pasado con Severus le había dejado algunas secuelas).

— Sí... Te lo agradecería tanto...— respondió su tío, con teatralidad, dándole la espalda y fingiendo secarse una lágrima con un pañuelo amarillo que había sacado de su bolsillo.

Hermione, que los miraba muy divertida. Se rió por el histrionismo del tío Romulus y el rostro de Remus, era todo un poema...

Tío y sobrino la miraron. La contagiosa risa de la muchacha,les hizo sonreír a ambos.

— ¿ Seguro que son tío y sobrino? ... Porque ustedes parecen hermanos...— les dijo entre risas.

— Prácticamente crecimos juntos ¿ No?— dijo Remus ante esa observación

Romulus asintió con una sonrisa, y metió sus manos en los bolsillos.

— Así es, mini Lyall— respondió Romulus con una voz tranquila.

— Remus...— le llamó su esposa—, abordemos el tranvía para turistas y Acompañemos a tu tío. Unas horas más fuera de casa no nos hará daño, amor.

Remus puso una cara de desilusión. En verdad deseaba estar con ella en ese momento, más que nada en el mundo.

— Vamos, no pongas esa cara, escucha a tu esposa es una sabia mujer.— le dijo Romulus a su sobrino— Ella no conoce la isla, y el tranvía mágico de Anglesey es perfecto para pasear, explorar y aprender. Además ¿ No te avergüenza tener encerrada en casa a tu esposa?.

Remus y Hermione se sonrojaron ante lo último dicho por Romulus.

— Vamos, Remus— añadió su tío, tratando de convencerlo— Además, en una de las paradas que el tranvía hace, puedes almorzar en Clarke's pies. Tú amas la tarta de carne, y en otra parada se visita el centro comercial artesanal ( allí venden el mejor chocolate artesanal de la isla) ¿ Y es que acaso Eso no te tienta a tomar el tranvía?.

— Amo la tarta de carne, sí y también el chocolate. Pero más amo a mí esposa.— respondió el desesperado licántropo— Y créeme que no hay nada en el mundo, que me tiente más que ella...

Remus estaba fuera de su cauce...

— ¡WOW!— dijo Romulus, viendo los ojos ambarinos de su sobrino tornarse de un color oscuro.

Hermione sintió un fuerte tirón hacia Remus. Dejándose llevar por ello, la joven caminó siendo acompañada por Romulus, encerrados en la burbuja protectora.

En un cortante silencio que solo era interrumpido por el zumbido de las abejas. Se alejaron de los panales.

Remus cargaba con un brazo a Verónico ( que estaba quieto como nunca) y Hermione caminaba en silencio al lado de un lobo blanco y enorme ( Romulus había decidido adoptar su forma de animago, por si acaso Moony lo atacaba).

Cuando los cuatro estuvieron lo suficientemente lejos de los panales, rompieron el encantamiento de las burbujas protectoras...

Remus depositó en el suelo al cachorro lanudo y este inició una persecución con su dueño (en su forma animal). El cachorro negro perseguía y le ladraba al enorme lobo albino, que corría por el jardín. Era extraño verlos jugar de ese modo. Remus y Hermione los observaron en silencio por un momento. Hasta que ella decidió hablar primero:

— ¿ Estás bien?— preguntó la castaña, acercándose a él, sin una pizca de temor.

— Sí... Yo... No puedo controlar a Lunático...

— Está bien, es normal.— le dijo su comprensiva compañera.

Abrazó a su esposo, y él la recibió entre sus brazos, con la mirada perdida. Un calor intenso los envolvió llenándolos de un sentimiento de armonía al realizar ese contacto.

— Tal vez... Hoy No es el momento propicio para pasear. Lo postergaremos...

— No..., Está bien. Tomemos el tranvía— le dijo Remus, mientras le acariciaba la espalda— Romulus tiene razón... No puedo tenerte encerrada en casa todo el día. Eso no es saludable.

— A mí no me molesta...— le respondió la castaña con picardía.

Remus soltó una breve risa.

— Sé a qué te refieres... — le respondió su esposo con una voz ronca

Abrazados, ambos veían como Verónico le mordía la espesa cola y Romulus aullaba por el dolor, mientras daba vueltas por el jardín con el cachorro prendido de su cola.

Hermione y Remus, rieron al ver aquello.

— Le diré a Romulus que tomaremos el tranvía...— le dijo Remus, más relajado, separándose de ella, sin mucho ánimo de hacerlo.

Su esposa, lo miró con aflicción.

— ¿ Estás seguro?...

— Tranquila, te prometo que no morderé a ningún turista. Solo te morderé a ti, si me provocas— le respondió mirándola con deseo.

Hermione le sonrió y negó con su cabeza. Y Lo vio alejarse para hablar con su tío...

— ¡Romulus!— le llamó su sobrino.

El lobo albino dió un salto, acercándose a Remus. Y con gran velocidad recobró su forma humana...

— ¡Ah! Ya te calmaste— fue lo primero que dijo Romulus, que aún tenía a Verónico mordiéndole el trasero.

— Am... Sí— respondió algo incómodo— Lo siento, tío.

— Tranquilo, muchacho. No pasa nada— le restó importancia, mientras le daba palmadas paternales en el hombro a su sobrino— ¿ Qué querías decirme?

— Hermione y yo, Tomaremos el tranvía contigo y Vero.

— ¡¿Sí?!. ¡ Eso es fantástico!. Yo pagaré los boletos. Tú no te preocupes. ¡ Vero!, Ve a buscar mí billetera, diablillo.

El cachorro, soltó a su dueño y calló al suelo en sus cuatro patas. Ladró en respuesta y solicitamente corrió en dirección a la casa.

— Espérenme un momento,solo debo ponerme los zapatos...— les anuncio Romulus, mientras se encaminaba hacia la casa ( con la parte trasera de su pantalón desecha y usando solo un zapato)

Remus negó reiteradas veces con la cabeza y Hermione se rió mientras se encogía de hombros cuando Su esposo la miró, para luego de señalar con la palma de la mano en forma supinante a su tío...

— Y de paso cambiate esos pantalones. Por Dios— le dijo Remus mientras veía a Romulus alejarse. Para luego ingresar a la casa detrás de su mascota...

———— o ————

La estación del tranvía se encontraba, literalmente, en medio de un basto valle. Rodeada de un inmenso campo de un color verde que parecía ser sempiterno.

Aquella estación poseía una arquitectura tan antigua, como el mismo tranvía para turistas. Todo estaba construido en madera, incluyendo las bancas para los pasajeros que esperaban su transporte ( ya que los Galeses, adoran todo aquello que esté fabricado en ese material). Al caminar por el piso lustroso de parqué de la estación, era inevitable hacer ruido con los tacos de los zapatos.

Romulus, Remus, Hermione y el pequeño Verónico, se aparecieron en aquel lugar. Esta vez Hermione no se desmayó, pero de igual modo no se sentía del todo bien.

Mientras Romulus compraba los boletos y peleaba para que le permitieran subir con Verónico. Remus y Hermione se encontraban en uno de los asientos de la estación.

La castaña descansaba sentada en la banca, mientras Remus estaba frente a ella de cuclillas, tomando sus manos. Ella aún se sentía algo mareada.

- Ya pasará. Las primeras veces son así, traumáticas.- le dijo su esposo acariciando sus manos.

- Sí... Me siento un poco mareada, pero estoy bien. No te preocupes...

Ambos intercambiaron sonrisas.

A unos pocos metros de ellos dos, sentados en otra banca. Se encontraba otro matrimonio. Una bruja y un mago, que en apariencia tendrían entre unos sesenta o sesenta y tres años de edad. Llevaban solo una bolsa escocesa y una cámara de fotos antigua. Por último una joven muy alta ( casi tan alta como Romulus),de unos veinte años, llevaba una maleta de color verde claro y de su cuello colgaba una cámara más moderna y sin disimulo no paraba de mirar a Remus y a Hermione.

- Señor, ¡ Entienda!. Este tranvía es solo para Magos, Brujas y Squibs. ¿ En algún momento mencioné animales?.

Se escuchó que vociferaba la mujer de la boletería.

- Mí cachorro se comporta como un señorito inglés. Te juro que él no dará problemas.

La agria mujer miró al cachorro por encima de los anteojos.

Verónico estaba sentado en el piso, con su pecho inflado y estirando el cuello para mostrar todo su esplendor. Llevaba puesto en su cuello una corbata de moño roja que hacía contraste con su pelaje y a su vez cubría el fino collar de la correa.

- Vamos, primor. - insistió Romulus-¿ Dónde se supone que voy a dejar a mí pequeño Vero?. No puedo dejarlo solo.¿ No te parte el corazón?...

Le dijo Romulus, mientras levantaba a Vero con ambas manos, para que él pusiera su rostro más manipulador. Pero la mujer de la boletería no se conmovió.

- Usted puede viajar, el perro no.- dijo ella con el rostro más agrio y hosco que Romulus había visto.

- ¿ Y si te compro un boleto para él?- insistió Romulus.

La mujer pareció meditarlo un momento y después de unos minutos. Ella sacó un boleto, lo selló y se lo entregó al insistente Romulus.

El animago, bajó al cachorro, pagó el boleto y con una sonrisa le dijo:

- "Oh, gracias.Eres tan amable, nunca cambies."- Romulus tomó el boleto y jalando suavemente la correa de Vero se lo llevó de allí- Vamos, Vero. Vamos a esperar el tranvía.

El animago y su cachorro se acercaron a Remus y Hermione. Ellos estaban sentados en una de las bancas de la estación, hablando demasiado cerca el uno del otro.

Romulus vio que Hermione tenía sus mejillas tan rojas como dos manzanas y Remus le decía algo en voz baja, luego ella negaba enérgicamente con la cabeza, Remus se acercó más a ella y le habló en el oído, a lo que Hermione reaccionó cubriéndose el rostro con ambas manos.

-¿ Qué le estará diciendo?- se preguntó Romulus, para si mismo.

Caminaba sin prisa, llevando a Vero con la correa. El cachorro hacía ruido con sus pequeñas patas en el parquet, mientras caminaba con un andar muy coqueto, batiendo su cola rítmicamente.

Al ver qué su tío y Vero se acercaban, Remus se levantó casi de un salto del asiento, se retiró un poco y se apoyó contra una columna de la estación, cruzándose de brazos.

- Siéntate, si quieres.- le dijo Remus a su tío.

- Sí... Gracias...- le respondió Romulus, mirándolo con desconfianza, pero aceptando tomar asiento al lado de Hermione.- Vero, ven.

El pequeño Vero, hizo caso, de un brinco se subió a las piernas de su dueño y allí se sentó ( como todo un galán).

Hermione y Remus intercambiaban miradas, pero no decían ni una sola palabra. La mirada ambarina del licántropo era intensa y estaba dirigida especialmente a su compañera; Romulus entendió esa mirada, su sobrino la estaba desnudando con los ojos, mientras que a Hermione se la veía tímida e inhibida.

- ¿Este sátiro Te está acosando, Hermione?- le preguntó Romulus, haciendo referencia a su sobrino.

-¿ Eh?... No- se apresuró a responder la castaña.

- Solo hablábamos, Romulus. ¿ No es así, Mione?- respondió Remus dedicándole una sonrisa ladeada y lobuna.

Ella miró en dirección a las montañas, esquivando los ojos de su esposo y tenuemente respondió:

- Sí, solo eso...

- Ajá - dijo Romulus escéptico de ambos.

- ¿ Tuviste problemas para conseguir que Vero viniera con nosotros?- preguntó Hermione para cambiar de tema.

- ¡Sí!. Esa amargada de la boletería, no quería autorizarme a subir con Vero. Entonces,Tuve que comprar un boleto para él. De lo contrario , este pequeño no vendría con nosotros.

La castaña le dio varias caricias al cachorro y él le correspondió frotando su cabeza contra su mano.

- ¿ Te sientes mejor?- le pregunto su esposo, que aún estaba recargado contra una de las columnas de la estación.

- Sí, Mucho mejor.Gracias- respondió Hermione esquivando esos ojos ambarinos - ¿ Sabes a qué hora sale el tranvía?

- Supongo que... A las once ¿Verdad, Romulus?- respondió el licántropo, con algo de duda.

El animago, que jugaba con su perro. Consultó su reloj de bolsillo y luego dijo:

- Si, a las once en punto. Solo faltan quince minutos.

El animago, mientras guardaba su reloj en el bolsillo de su camisa sintió que unos ojos no paraban de observarlos. Buscó entre los escasos pasajeros que esperaban el tranvía para turistas y se encontró con los cálidos ojos de esa joven alta que los miraba con mucha atención. Al verse sorprendida , ella volteó y les dio la espalda, murmurando algo incomprensible.

- Esa chica, nos mira demasiado.- soltó Romulus, mirándola con suspicacia.

Remus y Hermione, repararon en ella por primera vez.

La muchacha estaba apoyada ( al igual que Remus) en otra de las columnas que sostenían el techo de la estación. Era muy alta y morruda, su espalda era ancha y su cadera muy estrecha lo que le daba una silueta de triángulo invertido,sus marcados deltoides se definían perfectamente por debajo de la remera de algodón blanco que llevaba puesta, en esta tenía estampada la frase: Amo Gales, ( era claro de que se trataba de una turista). Ella llevaba el cabello corto, sus rizos eran esponjosos y de un castaño claro que al ser iluminados por los rayos del sol, parecían ovillos de oro. Pero lo más llamativo de esa muchacha era su rostro, era difícil de olvidar: Tenía una marcada belleza andrógina, demasiado delicada para ser un varón, pero muy ruda para ser una mujer.

La mirada cálida de esa joven se encontró con los ojos chocolate de Hermione. Ambas se miraron, admirandose mutuamente...

Hermione se sintió extrañamente familiarizada con esa chica. Mientras que Remus, también sintió cierta familiaridad con ella, pero no le gustaba para nada que mirara demasiado a Hermione.

- Tal vez quiere preguntarnos algo...- dijo Hermione, que había notado como Remus y Romulus la veían con desconfianza.

El astuto Vero, se zafó de la correa y saltó de las piernas de su amo para acercarse a esa misteriosa joven.

- ¡ Vero!, ¡ No!. ¡Vuelve aquí, muchacho!- le ordenó Romulus.

Pero Vero no obedeció, se acercó a la joven turista de mirada cálida y se apoyó en dos patas contra su pierna. El inquieto cachorro saltaba en sus patas traseras, le ladraba mientras movía su cola amistosamente, invitándola a jugar. Ella se arrodilló y le acarició el cuello, a lo que el cachorro reaccionó derritiéndose por esos mimos.

- Hola bonito. ¿ Vero es tu nombre?- le dijo esa joven.

Verónico ladró en respuesta.

Ella rió un poco y jugó con él. En devolución a sus cosquillas, Vero le lamió la cara ( para sorpresa de Romulus, ya que Vero jamás haría algo así, a menos de que se tratase de una persona confiable).

- ¡Vero, ven aquí! - le insistió Romulus.- Deja de estar molestando a esa joven.

La muchacha de graciosos rizos, levantó a Vero con ambas manos y luego lo cargó con un brazo para devolverlo a su dueño. Se acercó a ellos con un caminar holgazán y despreocupado.

Romulus y Hermione se sorprendieron de la fuerza de esa chica. Porque a pesar de ser un perro pequeño, Vero pesaba como unos once kilos y medio.

Mientras que Remus tenía en su interior a Lunático revolviéndose violentamente y Gritándole:

- ¡ Ella es competencia! ¡Ella es competencia para nosotros!.

Sin disimulo, el licántropo se paró al lado de Hermione ( para marcar territorio).

- Este chiquitín es muy pesado.- dijo la joven mientras le entregaba el cachorro a Romulus.

- Gracias por traerlo. Él es algo rebelde.-le dijo Romulus- Perdón si te ha molestado.

- Para nada. Es encantador.- respondió ella, mientras metía sus manos en los bolsillos de sus harapientos jeans.

Hermione la miraba sintiendo que ya la conocía, pero seguía preguntándose: ¿ De dónde? ¿ De dónde es que la conozco?.

La joven notó que Hermione la miraba y extendiendo su mano, ella se presentó.

- Me llamo Alexis.

Hermione tomó su mano y la estrechó.

- Alexis...- repitió Hermione encantada con el nombre- Es un bello nombre... Mí nombre es Hermione Lupin.

- Es un placer, Hermione.- le respondió la joven Alexis que miraba el prendedor con el blasón familiar- Yo también soy Lupin.

- ¿ Bromeas? - preguntó incrédulo, Romulus.

- No, no bromeo. Soy Alexis Lupin. Esperen déjenme mostrarles.- dijo y luego comenzó a buscar en todos los bolsillos de su ropa.

Luego de la intensa búsqueda, sacó un viejo prendedor con el blasón familiar ( para sorpresa de todos ).

- Vi que llevabas puesto el prendedor y ... Me sorprendió encontrar parientes aquí. Es decir, sabía que aquí en Anglesey tenía familia, pero no esperaba encontrarlos tan pronto- se apresuró a decir Alexis.

- Romulus Lupin- se presentó el animago, estrechándole la mano y tomándole más confianza- Y él es mi sobrino Remus. Es el esposo de Hermione.

Luego de que Romulus le soltara la mano, Remus también estrechó la mano de la andrógina joven ( aún desconfiando de ella).

- Mucho gusto- dijo ella al estrechar la mano de Remus.

- Sí...- respondió el licantropo sin una pizca de emoción.

La castaña le dio un pellizco a su esposo. Para que no fuera tan intransigente con la joven.

- También es agradable conocerte.- agregó Remus, después del pellizco de su castaña.

- Jamás te había visto por aquí antes ¿ De dónde vienes? ¿ De quién eres hija? ¿ Cuándo llegaste aquí?.- dijo Romulus.

La joven se vió aturdida por tantas preguntas, miró el techo de la estación e intentó responder:

- Bueeeno... Yo...

Pero oportunamente el tranvía la interumpió, haciendo una estruendosa aparición, anunciandose escandalosamente con la campanilla que colgaba en la parte frontal del mismo.

Después de que el tranvía se detuviera en la estación. Descendió de el, un hombre bajito de por lo menos un metro sesenta de estatura. Llevaba puesta una falda escocesa de color azul y su cabello castaño oscuro, lacio y tan largo que le llegaba hasta los hombros.

Con nula elegancia para caminar, ese hombre bajito ingresó en la boletería de la estación.

- Remus ¿ Ya viste quién será nuestro guía turística?.- le preguntó su tío.

- No me digas que será él.- respondió el licantropo señalando en dirección a la boletería.

Muy divertido, Romulus asintió con su cabeza para responder.

- ¿ Lo conocen?- preguntó curiosa , Hermione.

- Sí, pero espero que no nos recuerde...- le dijo Remus, enrollando uno de sus brazos en la cintura de la castaña.

Romulus se rió por ello y afirmó:

- Yo digo lo mismo.

El pequeño Vero ladeó su cabeza, mirándolos confundido y Hermione esperaba que su esposo y Romulus no le hubieran hecho algo malo al guía.

- Bueno, ¡ Su atención, por favor!- gritó el guía, que egresaba de la boletería y caminaba bamboleandose torpemente hasta las puertas del tranvía-Mi nombre es Mitchell Youn y voy a ser su guía turística. Por favor, Pasajeros del Tranvía Mágico de Anglesey, el transporte ideal para magos, brujas y squibs que visitan nuestra bella isla. Formen una fila para abordar el tranvía, tengan listos sus boletos y sus varitas y en caso de ser Squibs algo que certifique que sus padres son o fueron magos. Gracias por su atención.

Alexis fue en búsqueda de su maleta, mientras que el matrimonio de ancianos, Romulus, Vero, Hermione y Remus. Formaban la fila para poder subir al tranvía.

- Extienda la varita- le solicitaba el Guía a la señora que abordaría primero- Muy bien, el boleto. Gracias.

Con un pequeño muñeco de enormes dientes, que abría y cerraba su boca a gran velocidad. El guía perforó el boleto y se lo entregó a la mujer.

- Aquí tiene. Ya puede abordar. Disfrute el viaje.- dijo Mitchell, mientras gentilmente ayudaba a la señora a subir- Siguiente.

Así el guía repitió la misma operación hasta que llegó el turno de Romulus y Remus, que cruzaban sus dedos por no ser reconocidos.

Hermione ya había abordado el tranvía con Verónico. Sentada en uno de los largos asientos los esperaba a ambos.

- Buenos días ,caballeros. Extiendan la varita, sus boletos por favor...- el Guía Mitchell hizo un silencio, luego de mirarlos más de cerca- ¿ Nos conocemos de algún lugar? Sus rostros me parecen familiares.- agregó mientras le devolvía el boleto a Remus.

- No, que va... Si somos turistas... Ingleses- dijo Romulus, que le caían unas gotas de sudor por la frente.

- Sí, más ingleses que el Big Ben.- apoyó Remus.

- Bueno entonces, suban, ingleses- les respondió en un tono claramente despectivo.

Tío y sobrino abordaron apresurados el tranvía. Remus tomó asiento al lado de su castaña, posando su brazo en el respaldo del asiento, por detrás de ella y Romulus tomó el asiento de enfrente.

La última pasajera que se encontraba tramitando el poder subir fue Alexis, que cargaba con su maleta de color verde claro y la cámara fotográfica colgando de su cuello.

Hermione la observaba por la ventanilla, Remus vió a dónde miraba su castaña e hizo lo mismo.

La joven Alexis le explicaba algo al guía y este se agarraba la cabeza con las dos manos.

- ¡ Por los calzones de Merlín!- gritó el guía a todo pulmón.

La joven soltó la maleta y le tapó la boca a Mitchell, rogándole que bajará los decibeles de su voz. Lentamente lo soltó

El guía se rascó la cabeza y con la palma de la mano se frotó la cara nervioso. Luego le hizo una seña a Alexis para que abordara el tranvía y ella en agradecimiento, lo abrazó, estrujándolo con tanta fuerza que los ojos de Mitchell parecían que se saldrían de sus cuencas. Ella giró con el guía entre sus brazos como si él fuera un pequeño muñeco de trapo, lo soltó ( después de que él pataleó graciosamente y protestó para que lo bajase).

Se notaba de lejos que la joven estaba muy agradecida con el enano guía y después de eso ella abordó el tranvía. Con una amplia sonrisa, Alexis ocupó un asiento cerca del matrimonio de ancianos ( no quería ser una molestia para sus parientes, aunque en realidad había notado que solo Remus le había mostrado antipatía).

El confundido Guía Mitchell Young dió un suspiro, subió al tranvía, y le dió la orden al conductor que iniciara con el recorrido.El tranvía Mágico de Anglesey, era una prefecta mixtura entre un autobús y un vagón de tren antiguo. Pero a pesar de su anticuado aspecto, era un transporte bastante sólido.

Luciendo orgullosamente la bandera de Gales pintada a sus costados y A un ritmo acelerado, el transporte avanzaba sobre sus rieles, por lugares casi imposibles para un tranvía común y corriente.

— ¡ Señores pasajeros!— les llamó la atención el Guía de viaje— ¡ Me complace darles la bienvenida a nuestra bella isla: Anglesey! O como solía llamarse en la antigüedad: Anglesea.

Remus y Romulus intercambiaron miradas. Ellos eran los únicos pasajeros en ese tranvía, que fingían ser turistas.

— Me presentaré una vez más— dijo el guía— Mí nombre es Mitchell Young, pero pueden llamarme Mitch o si son muy formales, pueden decirme señor Young. Como ustedes prefieran.

El guía retrocedió unos pasos y abrió la cabina del conductor del tranvía.

— Y este es nuestro conductor: Benny. ¡ Saluda Benny!.

Solo una mano apareció por la puerta saludando con un hosco: "hola".

— Bueno, es un hombre de pocas palabras y algo tímido— les dijo Young a los pasajeros mientras cerraba la puerta de la cabina.— Bien, les haré un resumen de nuestro recorrido: lo primero que haremos es visitar lugares históricos e icónicos de la isla, pararemos ocasionalmente para que puedan recorrer el lugar y tomarse fotografías, ( que sé, están ávidos por eso)— dijo dirigiendo su mirada a la pareja de ancianos y a la joven Alexis, los únicos que cargaban con cámaras fotográficas— Y para finalizar nuestro recorrido almorzaremos en el legendario, tradicional y espectacular "Clarke's Pies".

— ¡ Woo Hoo!— gritó Romulus, alzando sus brazos, acompañado de los aullidos de Vero.

— Gracias por su entusiasmo, señor.— dijo Young mirando con disgusto al supuesto " inglés" y luego a la joven Alexis que reía por la reacción de Romulus— Como les estaba diciendo, finalizaremos nuestro recorrido con un almuerzo a las 15:30 p.m. y...

— ¡¡¿ 15:30?!!— esta vez fue Remus quien interumpió al guía Young.

Apenas había iniciado el recorrido y Remus, ya quería que terminara para poder regresar a casa con su esposa.

— Sí, eso fue lo que dije. Ya veo que ustedes dos están más anciosos por comer que por conocer la isla.— señaló Mitchell, a Romulus y Remus.

Remus se sonrojó cuando escuchó las risas del resto de los pasajeros, incluso Hermione reía.

En cuanto a Romulus... Bueno, él estaba esparcido en su asiento como si fuera una súper estrella de rock.

— ¿Impaciente?— le dijo Hermione en su oído de forma provocativa.

Remus se tensó al sentirla tan cerca, y escuchar esa sugestiva voz.

Quieto, quieto Lunático. Estamos en un lugar público.— se dijo Remus en su interior, batallando con el lobo.

La castaña reía sin quitarle los ojos de encima a su esposo. Verlo tan sonrojado e incómodo no era algo frecuente. De repente un fuerte sentimiento de deseo la invadió ( algo que Lunático percibió con facilidad).

— Sabes bien, qué es lo que me pasa— le respondió Remus a su esposa, mirándola de la misma forma en que ella lo hacía.— Y sé que estás sintiendo lo mismo.

El pequeño Vero se interpuso entre ambos, antes de que hicieran algo que no corresponde frente a tantas personas. El cachorro los Miró a ambos de forma acusatoria.

— Bien hecho, muchacho. No dejes que los tortolitos hagan locuras.— le dijo Romulus al cachorro, acariciandole las orejas— Luego te daré unos berberechos como premio.

Vero respondió meneando su colita, como todo un buen niño obediente.

El guía seguía explicando sobre el recorrido y los lugares que visitarían, pero los "tortolitos", como Romulus los llamaba, no podían concentrarse. Para atenuar un poco la necesidad de estar juntos, Hermione tomó la mano de Remus y él, la aceptó con desesperación, entrelazando sus dedos con los de ella, acariciandola con suavidad. Y aunque eso no era suficiente, por lo menos atenuaba ese " jalón" que les estaba dificultando comportarse.

Lejos de ellos dos, sentada detrás del matrimonio de ancianos y en la hilera de asientos del lado izquierdo del tranvía. Alexis, miraba a Remus y Hermione con ternura, sonriendo levemente. Con mucho cuidado y disimulo, la joven apuntó con su cámara fotográfica mágica ,y le tomó fotografías a Remus y Hermione, también a Romulus y al pequeño Vero.

— La isla de Anglesey es una autoridad unitaria, pero aun así pertenecemos a Gales.— comenzó diciendo Young que estaba muy entusiasmado— Somos como esos hijos que han conseguido a temprana edad un buen trabajo y nos independizamos de mamá y papá, pero siempre volvemos a casa para pasar tiempo con ellos.

Alexis, fue la única pasajera que rió al escuchar la metáfora. Los demás pasajeros solo la miraron, ( especialmente Remus, que la fulminaba con la mirada).

— ¿ Qué? — se defendió la joven que era intimidada por Remus— Es una buena comparación.

Hermione, le dió un pellizco a Remus para que dejara de intimidar a la joven Alexis.

— Gracias— dijo Young, el guía — Parece que es la única pasajera con sentido del humor... Bueno, continuemos. La isla cuenta con unos setecientos quince kilómetros cuadrados y el noventa por ciento de la población habla gaélico Galés ( por supuesto que también se habla inglés como segundo idioma oficial) y otro dato interesante es que solo el veinte por ciento de la población son magos.

Hermione no pudo evitar levantar su mano libre ( tal cual como lo hacía en clases)

— ¿ Sí? Diga su pregunta. Amo cuando la gente se interesa por nuestra cultura.— respondió Young ante la curiosidad de Hermione.

— ¿ Existieron aquí ... Magos o brujas célebres?— preguntó Hermione.

— Sí, aquí tienes uno.— respondió Romulus señalándose a si mismo— El futuro Green Man.

Remus no pudo evitar reírse. Romulus jamás cambiaría...

— Señor...— dijo Young con creciente disgusto hacia los "ingleses"— Creo que usted se ha adelantado un poco, el concurso de "Green Man" es en agosto y aún estamos a fines de febrero.

— ¿ Ah sí?... Oh, ahora entiendo porqué nunca gané el concurso...¡ me he estado equivocando de mes!— respondió Romulus, haciéndose el desentendido.

El guía miró a Remus y luego a Romulus, preguntándose:¿de dónde conocía a ese par?. Pero lo dejaría para otro momento, porque quería responder la pregunta de la joven que los acompañaba.

— Bueno, señorita... Respondiendo a su pregunta: Sí, han existido algunos magos célebres en nuestra isla. De hecho uno de ellos es nuestro Santo Patrono :San David, él fue un hechicero que velaba por la seguridad de nuestra isla. El inteligente San David, le había solicitado a un Rey de una isla vecina que a cambio de unos huevos de dragón rojo, le permitiera tener como huésped en la temporada de maremotos, a la esposa de dicho monarca. Ella era la nereida Anfítrite ( una ninfa que poseía el don de apaciguar las aguas). El motivo de su petición fue que por aquel entonces el violento Mar Irlandés rompía con tanta violencia contra el puerto de Anglesea, que arrasaba con todo a su paso. El hechicero David, apiadándose de sus compatriotas Muggles, le planteó ese trueque al Rey que había desposado a la bella Anfítrite. El rey (ambisioso) , por supuesto aceptó el trueque, pues los dragones rojos son muy agresivos y útiles para batallar, pero si se les sabe domesticar (cabe aclarar). Pero cuando llegó el momento de que Anfítrite regresara al lado de su esposo, jamás lo hizo. San David y ella se ocultaron en algún lugar de la isla para vivir su idilio. Y desde entonces la isla de Anglesey es también conocida como: La isla de los amantes.

Un silencio profundo se hizo en el interior del tranvía. ( Habían dos pasajeros allí que se sentían identificados, las caras de ambos eran un poema).

— Por supuesto que los Muggles creen que es solo una historia para niños. Pero forma parte de la historia de nuestra isla. Aún así los Muggles veneran al hechicero David como un Santo los 29 de diciembre, cuando en realidad sus "milagros" eran solo muestras de su talento como mago.

— ¿ Y qué sucedió con ellos?— preguntó Alexis, rompiendo el silencio.

— Jamás, jamás, jamás los encontraron.— respondió el guía con una sonrisa.

— Aaahhh— dijo Alexis con una expresión infantil, igual a la de un niño al que le relatan un cuento antes de dormir.

Hermione sonrió con dulzura al ver esa expresión. Alexis parecía un niño de tamaño extra large.

— ¡Oh!. Ya nos encontramos próximos a nuestra primera parada:— anunció jovialmente el guía— Magos, Hechiceras y señorita Squib ( esto último lo dijo mirando especialmente a la joven Alexis), contemplen: El castillo de Beaumaris.

A la derecha del tranvía, comenzaba a aparecer un castillo blanco de una arquitectura simple, rodeado de un inmenso lago negro. Hermione pensó que no era majestuoso como Hogwarts, pero seguramente debía tener "muchas historias que contar"...

Luego de que el tranvía frenara en los jardines del castillo.El guía Mitchell Young condujo a los pasajeros hacia el frente del castillo.

— Este castillo fue construido por Eduardo piernas locas y en honor a él, se organiza cada año el festival del licántropo"Green Man" en AGOSTO— recalcó esto último mientras miraba a Romulus— el festival dura cuatro días, en esos días se baila, se puede degustar platos galeses tradicionales y además beber los mejores licores y cervezas artesanales que nuestra isla puede ofrecer. Tienen que venir en Agosto, es nuestra temporada alta, estimados turistas.

Los pasajeros del tranvía avanzaban por el estrecho puente que zurcaba el lago, siguiendo las instrucciones del guía:

— Por favor, presten atención dónde pisan. La superficie de este lago negro está hechizada para que ninguna criatura peligrosa de las que habitan aquí puedan salir, pero si ustedes caen... , Si entrarán y créanme no será una experiencia agradable.— les advirtió el guía.

El desperado licántropo, aprovechó la distracción de sus compañeros de viaje para tomar la mano de Hermione y retenerla a la mitad del puente.

Ella soltó un jadeo al ser sujetada con tanta urgencia. Su esposo la tomó por la cintura con ambas manos.

— Remus, nos estamos quedando atrás...— le dijo su esposa.

— Hermione...— pronunció su nombre en un tono animal— Volvamos a casa, esto es aburrido.

Remus besó el cuello de Hermione y sin reparar en que estaban siendo abandonados por el resto del grupo. El licantropo clavó sus dientes en el cuello de su esposa...

Hermione ahogó un fuerte gemido al hundir su rostro en el pecho de Remus. Él sabía cuánto disfrutaba que la marcara...

Las manos del licantropo la tocaban lujuriosamente en su cintura y luego en las caderas. Ella detuvo el descenso de las manos inquietas de Remus.

Se besaron ahogándose en pasión. No estaban siendo conscientes de dónde se encontraban y con quiénes estaban...

— No mires, Vero. Esto no es apto para menores de edad.— le dijo Romulus a su chachorro.

Hermione y Remus se separaron bruscamente y miraron en dirección al otro extremo del puente.

Delante del grupo de Turistas Se encontraba el guía Mitchell Young, con el rostro contraído de la ira. Detrás de él estaba el resto mirando azorados la escena ( excepto Vero, que por ser menor de edad, se tapaba los ojitos con una pata). Por detrás del tío Romulus, la joven Alexis asomó su cabeza y fotografió a los apasionados compañeros de viaje.

— ¡¿ Que haces?!. No fotografíes eso. Es pornográfico.— le dijo Romulus a la joven.

El resto de los turistas se rieron, pero el señor Young no. Él se acercó molesto a la desvergonzada pareja y con voz enérgica les dijo:

— Ustedes dos, no vuelvan a separarse del grupo otra vez.

Hermione sentía su cara arder de la vergüenza, mientras que Remus sentía que otra parte de su cuerpo ardía, pero no de la vergüenza.

El guía pasó por enfrente de ellos y el resto del grupo hizo lo mismo.

Romulus los miró con una sonrisa picarona mientras pasaba al lado de ellos cargando a Vero entre sus brazos, la pareja de ancianos los miraban avergonzados mientras pasaban y Alexis pasó a su lado raudamente, agachando la cabeza y sin mirarlos.

— ¡Rápido, que aún tenemos varias paradas más que hacer!— gritó el guía.

Hermione se apresuró a seguir al grupo y luego Remus la siguió a ella para abordar nuevamente el tranvía y continuar con el recorrido...

Los pasajeros del tranvía mágico de Anglesey, subieron en tropel para continuar con el recorrido.

Esta vez Hermione, se sentó al lado de Romulus. Y Remus tenía a Vero a su lado.

— Hermione ¿ Por qué no regresas aquí?...— le preguntó Remus en el oído.

— Estoy bien aquí.— le respondió ella, aún incómoda por la accidental exibición que habían dado.— Gracias.

— Tranquilo muchacho. Que aún nos faltan varias paradas.— le dijo Romulus a su sobrino.— Vero será una buena compañía para ti.

Hermione y Romulus rieron al ver el rostro que el licantropo Hacía.

Frustración, eso era lo que Remus sentía. Pero debía tener paciencia...

El guía Young, les habló a los pasajeros imponiendo su voz para contarles más datos sobre la isla:

— Para aquellos pasajeros que no escucharon ni una palabra de lo que dije en el castillo de Beaumaris— y miró a Hermione y a Remus...— El rey Eduardo piernas locas primero ( y último). Hizo construir el castillo con la finalidad de combatir a los piratas irlandeses. Nuestra isla ha sido invadida infinidad de veces: Según los historiadores Muggles, la primera invasión fue hecha por los romanos en el año 78. Los romanos apodaron a nuestra isla como, " Ynys Môn" que significa " La isla Mona" (y en lo personal también pienso que nuestra isla es una monada).— añadió Young guiñando un ojo a los pasajeros.

Los pasajeros rieron por el último comentario.

Romulus y Remus, intercambiaron miradas y sonrieron. Ambos "turistas" pensaban lo mismo de su lugar natal.

— Luego de la invasión romana; a finales del siglo IV e inicios del siglo V, fue la invasión de los piratas irlandeses ( lo que signficó una gran afluencia de su cultura para nosotros, entre otras cosas), desde allí tenemos una pequeña rivalidad con ellos, pero es muy insignificante. Luego de los Irlandeses, tuvimos un devastador, cruel e infame saqueo Danés en el año 853. Nos dejó con los calzones en la mano...

Dijo el guía con sus manos en las caderas y negando con la cabeza. Luego chasqueó su lengua y prosiguió:

— Y finalmente los vikingos, luego los sajones y ... Déjenme recordar...— pensó en voz alta, Young.

— Los Normandos— agregó Remus.

El guía chasqueó sus dedos y miró a Remus con agradecimiento.

— ¡ Sí!. Los Normandos en el siglo XIII. Gracias, casi lo olvido.

Remus solo asintió con su cabeza.

— ¡ Oh !, Ya estamos en nuestra siguiente parada.

El tranvía avanzó velozmente sobre los rieles hasta llegar a una estación muy sobria, pero qué tenía en lo más alto un largo cartel rectangular de color turquesa que daba la bienvenida con la siguiente frase:

" Bienvenidos al pueblo de Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch"

Hermione se frotó los ojos repetidas veces, ¿ Estaba leyendo bien?.

El tranvía frenó, los pasajeros descendieron del mismo uno a uno. El primero en bajar fue Romulus, seguido de Hermione, luego el matrimonio de ancianos, después de ellos Remus, llevando al pequeño Vero con su correa y finalmente Alexis. El guía se cercioró de que todos estaban allí y continuó con el paseo a pie, conduciendo a los turistas a la entrada del pueblo. Explicando dónde se encontraban:

— El pueblo de Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch— luego de decirlo, el guía hizo una larga inspiración y bebió algo de agua de la botella que Alexis le ofreció— Gracias.— le dijo a la joven squib— Merlín, deberían pagarme un dinero extra por pronunciar cada letra...— agregó agitado

Luego de que bebiera un poco más de agua. Le devolvió la botella a la joven, y Prosiguió:

— Sí, ¿ En qué estábamos?...— dijo Young a los pasajeros.

— En qué nos ibas a decir cómo se llama el pueblo— le respondió Romulus con picardía.

— Sí... ,No— dijo luego mirándolo suspicazmente, casi caía en la trampa.

— ¿ No tiene un nombre más corto?— preguntó la joven Alexis tímidamente— Uno que sea más fácil de pronunciar.

— Sí, la manera más abreviada de decirlo es Llanfairpwll. Este pueblito, enteramente tradicional. Lleva el nombre más largo de toda Gran Bretaña, pero a nivel europeo ocupa el tercer lugar dentro de la categoría de los nombres más extensos.

— ¿ Y su nombre qué significa?— preguntó Hermione.

Young iba a responder, pero Romulus lo interrumpió nuevamente...

— significa: Iglesia de Santa María en el hueco del avellano blanco

— cerca de un torbellino rápido — agregó Remus.

—y la iglesia de San Tisilio cerca de la gruta— completó Romulus— ¿ Me faltó algo, Remus?

—roja. — terminó por decir su sobrino.

— Oh, había olvidado que era roja.

— Sí, sí, bueno. Gracias por la traducción, caballeros, pero aquí el guía soy yo.— les dijo Young, parándose entre ambos y señalándolos amenazadoramente con su dedo índice.

La estatura de Mitchell Young, contrastaba perfectamente con la estatura de Romulus y Remus, ( incluso Hermione era más alta que aquel guía). Era una imagen muy cómica, ver a una persona tan bajita amenazar a dos hombres muy altos.

— ¡Bien!— vociferó el guía al girarse sobre sus talones, para mirar a los turistas.— ¡Sigamos continuando!.

La pareja de ancianos y Alexis, fueron tras el guía.

Hermione se acercó a su esposo y a Romulus y con una sonrisa, les dijo:

— Ya basta, ustedes dos.

Tío y sobrino solo reían.

— Admite que sin nosotros, este viaje no tendría sazón.— le dijo Romulus.

Vero ladró apoyando la moción.

Remus aprovechó la distracción de su esposa y la abrazó por la cintura.

— Ves, Hermione, no habrá problema si nos separamos un momento del grupo, Yo podría guiarte personalmente, ya viste cuánto conocimiento tengo en historia Galesa.— le dijo Remus, tratando de convencerla.

— Ajá— le respondió ella, mirándolo con suspicacia.

Romulus y Vero, rodaron sus ojos al verlos.

—¡ Oigan, ustedes ! ¡¿Qué les acabo de decir?!. No se separen del grupo.— gritó a lo lejos el señor Young, que ya se encontraba guiando al resto de los turistas.

— Vamos.— dijo Hermione, tomando la mano a su esposo. Jalando de él, ya su vez él, jalaba la correa de Vero. Caminando al ritmo impuesto por la castaña.

Romulus los seguía, caminando muy tranquilo con las manos en los bolsillos.

Al acercarse al resto del grupo, escucharon a Young decir:

— Una de las cosas tradicionales que los turistas hacen es tomarse fotografías Frente al cartel que les dá la bienvenida. ¡Es un clásico! Y luego se visita el centro comercial artesanal. Allí, amigos, podrán comprar desde alimentos hasta ropa, hechos artesanalmente y con materia prima 100% Galesa.

— Hermione...— le habló Romulus, logrando que ella volteara para verlo.— En ese mercado venden los más ricos panes de laver que hayas probado, si el que yo preparé te gustó, cuando pruebes uno de los del mercado ¡desfayeceras!.

La castaña rió muy bajito, porque ya habían disgustado bastante al guía.

— Bien, primero lo primero. ¡ A fotografiarse!—exclamó el entusiasmado Young ( se notaba que disfrutaba de su trabajo)— Permítanme.— les dijo a la pareja de ancianos hechiceros.

— Ay ¡ Qué emoción!. Hace tanto que queríamos hacer de nuevo esta foto— dijo la señora, mientras se ubicaba frente al cartel al lado de su esposo.

—¿ Sí?— preguntó Young, mientras se preparaba para tomarles la fotografía con la cámara del matrimonio.

— Cada diez años, regresamos para tomarnos juntos la fotografía...— respondió riendo el esposo de la mujer.— Es nuestra propia tradición.

— ¡ Oh, me encanta escuchar eso!— dijo Mitchell más entusiasmado que antes— ¿ Listos? , Sonrían.

Después de fotografiarlos, Mitchell se secó una lágrima. Romulus se le acercó y lo miró insistentemente.

— Es que... Me emociono con facilidad— se defendió Mitchell.

— Apenas sí lo noté— le respondió Romulus.

La joven Alexis, tímidamente se les acercó a Remus y Hermione. Para preguntarles:

— ¿ Puedo?...— ambos voltearon para mirarla— ¿ Tomarles una fotografía frente al cartel?.

— NO.— Respondió Remus con antipatía

— Sí.— dijo amablemente Hermione.

— Hermione...— protestó débilmente Remus.

— Solo será una fotografía, Remus. Además la podemos poner en la habitación como recuerdo de nuestra " Luna de miel".— le pidió tomándole de la mano— ¿ Alexis, verdad?.

La joven de rizos abultados y graciosos sonrió y asintió con la cabeza.

— Luego te las pagaré.— le dijo Hermione.

— Oh no, de ninguna manera. Yo se las regalaré. Tomar fotografías es mí pasatiempo favorito.— respondió la joven.

— " Sí, cuánto nos interesa saberlo"— le respondió muy groseramente, Remus.

Hermione rió incómoda y nerviosa. No sabía que le sucedía a su esposo, él era siempre muy amable y educado, pero ahora estaba siendo casi agresivo...

— Disculpa a mí esposo, es que él está sufriendo de ansiedad...— lo excusó Hermione.

— No hay problema, yo comprendo...— contestó Alexis con mucha calma.

Ella no le temía a la fiereza de Remus.

— Vamos, vamos a tomarnos esa foto.— insistió Hermione mientras lo jalaba de la mano.

Hermione y Remus se pararon con el pequeño Vero frente al largo cartel del pueblo.

Vero estaba sentado en el suelo, muy coqueto con su corbata de moño, Hermione sonreía radiante, espléndida, y Remus... , Él tenía el rostro como si quisiera asesinar a alguien ( en específico a Alexis).

— Oye, amigo. No te quiero molestar..., Pero ¿ Podrías sonreír?— Remus la fulminó con los ojos— No, así está bien. Le das un toque de actitud a la imagen... Quédate así, quédate así.

La joven Alexis se preparó para tomar la fotografía y con habilidad tomó varias de ellas.

La castaña, al ver qué su esposo no sonreía, dió un salto a su lado para besar la mejilla de Remus. Logrando que él pusiera una cara más relajada y luego la miró con adoración. Correspondiéndose mutuamente.

Y Vero... Coqueteaba para la cámara como todo un supermodelo.

— Listo.— dijo con una amplia sonrisa Alexis— La última fotografía, fue la mejor. Les encantará.

— Gracias.— le respondió la castaña.

— Fue un placer.— soltó la joven con sencillez y sinceridad.— Luego, se las haré llegar. Voy a quedarme unos...

— ¡ Ajá!. Tomándose fotografías sin mí— los acusó Romulus .

— ¿ Dónde estabas?— le preguntó su sobrino.

— Estaba conversando con Mitchell. ¿ Tú tomaste la fotografía, verdad?— preguntó dirigiéndose a la joven Alexis.

— Sí ¿ Quiere que le tome algunas a usted también?.— dijo la joven.

— Sí, por favor. — respondió Romulus, mientras se paraba detrás de su sobrino y Hermione.

Alexis, nuevamente los fotografió, encantada de poder hacerlo.

Luego de cumplir con la tradición de la fotografía turística. El grupo y su guía, se dirigieron al Centro Comercial Artesanal de Llanfairpwll. Que según les había dicho Mitch, prometía ser una gran tentación para aquellos turistas que gustan de gastar...

El centro Comercial Artesanal de "Llanfairpwll", era un lugar inmenso, con miles de tiendas de aspecto conservador y tradicional.

Allí se podían encontrar desde tiendas de calzado, ropa, libros con encuadernación antigua y realizada a mano, alimentos, incluso cosméticos naturistas. Ingresar allí era como estar en un laberinto repleto de tentaciones artesanales.

— ¡Escuchen! Por favor— exclamó Young para llamar la atención del grupo que estaba muy ansioso por recorrer el lugar— En este centro comercial, se pueden encontrar con Magos y Muggles (nunca se sabe). Están bastante mezclados ahí adentro. Por supuesto que ustedes, hechiceros podrán ver las tiendas de artículos mágicos, mientras que los Muggles o Squibs, solo verán un espacio aún sin ser ocupado, ¿ Está bien?.

La mirada de Young se posó en la joven que le sacaba como cinco cabezas de altura. Ella solo asintió.

— Bueno, aquí podemos separarnos por unas horas— Prosiguió el guía— Pero a las 14:45 p.m., TODOS, deben regresar. Nos reuniremos en esta entrada, ¿ Está claro?.

El grupo prestaba más atención a lo que había detrás de él, que a sus indicaciones.

— Bien, adelante, tengan su crisis de compradores compulsivos, yo estaré esperandolos aquí.— les dijo Young, sentándose en uno de los escalones de la puerta del tranvía. Sacó una pipa pequeña de madera y se puso a fumar, mientras veía como su grupo de Turistas, se dispersaban por el lugar.

Remus no iba a desaprovechar la oportunidad de tener a Hermione solo para él...

Romulus y Vero, caminaban delante de los "tortolitos". Mirando ambos (con la boca abierta), algunos de los productos comestibles que ofrecían ciertas tiendas.

Por esa razón, no notaron en qué momento los "tortolitos" desparecieron. Cuando Romulus decidió entrar en una tienda de quesos, se percató de que se había quedado a solas con Vero.

— Esos dos... — soltó en voz alta, mientras miraba a su lanudo cachorro.

Verónico negó con su larga cabeza repetidas veces, luego ambos entraron en la tienda de quesos ,llamada: "La promesa Celta"

Arrinconados a la sombra de la tienda de libros "La druida", Remus y Hermione se besaban acaloradamente... Cómo si nunca antes lo hubieran hecho.

Alexis que estaba algo perdida los vió,dió media vuelta y sin ser notada, tomó una dirección opuesta a ellos dos, con las mejillas pecosas completamente rojas y con el siguiente pensamiento rondando en su cabeza: "No,no conozco a ese par de calenturientos" " Jamás los he visto en mí vida".

— Remus...— logró decir Hermione , que estaba siendo devorada y acorralada por él— No..., aquí no...

Pero su petición,no sonaba muy convincente.

— Volvamos a casa, entonces... ,Por favor...— suplicó el licántropo.

Hermione miró el suelo, tenía que admitirlo, en su interior también estaba sufriendo tanto como él. El calor que sus marcas estaban empezando a emanar la habían obligado a dejar su abrigo en uno de los asientos del tranvía.

— Está bien...— le respondió su castaña.—, pero después de pasar por la librería.

— Sí... Sí...— aceptó Remus, dándole besos entre cada afirmación— Lo que tú digas... Lo que tú quieras...

Remus se aventuró a besar su cuello, emocionado porque ella había aceptado volver a casa.

Hermione sonrió por lo "cariñoso" que estaba. Estar con él transformaba ese calor sofocante y agónico, en algo agradable.

Remus se separó para mirarla y la vió sonreír. Él le correspondió de la misma manera.

— La próxima luna llena, no saldremos de casa. Lo prometo.— le aseguró Hermione, con sinceridad.

Él jugaba con uno de sus rizos castaños ,que caían rebeldes a los costados de su frente.

Remus la miró con adoración y asintió.

Nuevamente se besaron. Ella lo abrazó, dejando que sus manos se acomodaran perfectamente, detrás de la nuca de su esposo. Permitiendo que él la abrazara y anulara la distancia entre ambos...

Mientras tanto, en otro sector del centro comercial, Romulus caminaba con su cachorro, buscándolos. Pero en vez de encontrar a los "tortolitos", se encontró con la joven Squib.

Ella estaba sentada en una banca frente a la tienda de Confituras, sorbiendo un zumo de zanahoria con un pitillo, moviendo rítmicamente su cabeza con algo en sus orejas. Romulus dedujo que era una de esas chucherías que los Muggles utilizan para escuchar música.

— Hola— le saludó Romulus, agitando suavemente su mano

Ella se quitó los auriculares y los dejó caer alrededor de su cuello.

— Por casualidad ¿ Viste a mi sobrino y a su esposa?.

Vero la miraba amistoso y juguetón, meneando su colita.

— Sí...— pensó un momento en silencio, y luego respondió— Los ví adorándose, escondidos al lado de una tienda de libros... , Creo que se llamaba "la Huida".

Verónico forcejeó, y se zafó otra vez de su correa, para saltar en los muslos de Alexis.

La joven dejó el vaso en la banca y se puso a jugar con Verónico, acariciándolo como a él más le gustaba.

— Parece que ...le agradas mucho a mi cachorro. — dijo sorprendido Romulus al ver esa escena ( Vero nunca tomaba tanta confianza con alguien desconocido).

— Sí, él a mí también.— le dijo, recibiendo los lametazos de Vero en su rostro y riendo.

— ¿Puedo?— le preguntó el animago, señalando el lugar libre al lado de ella.

— Claro, adelante, pero te advierto de que te aburrirás conmigo.

— No lo creo— le respondió Romulus, tomando asiento a su lado— ,No tienes aspecto de ser aburrida... Am, yo... Soy curioso...

— ¿ Qué quieres saber?— le preguntó ella sin rodeos, mientras le rascaba las orejas al cachorro mimoso.

Romulus rió brevemente por esa bravura que ella mostraba tener (le recordaba a alguien), la miró, observándola disimuladamente y finalmente preguntó:

— Tus padres... ¿ Quiénes son tus padres?. Si no te molesta...

— Helen,y Anwar Lupin— respondió ella.

—¡¿Eh?! ¡¿ Eres hija del hermano de mí padre?! ¡Por las barbas de Verónico!— el cachorro miró a su dueño con el entrecejo fruncido— Entonces... Somos primos.

— Sí, primos hermanos— le respondió ella, con sus espesas cejas levantadas y una expresión muy cómica, mirándolo directamente a los ojos.

— Pero, espera...— le pidió él azorado— ..., Anwar tiene como 70.000 años... ¿ Cómo es qué?...

— Bueno, ya sabes que la vida de los magos es longeva, mucho más que la de... Personas como yo.— le respondió mirando al suelo.— Además, mí padre no es tan viejo, apenas tiene 81 años, está en su segunda juventud.

Romulus quedó petrificado, luego de un largo silencio, el animago por fin evocó unas palabras:

— Y... ¿ Qué edad tienes tú?

— Veinticuatro

Romulus hizo cálculos en su cabeza y algo le parecía sospechoso...

— Y... ¿ Dónde se encuentran viviendo en este momento?.— preguntó con la intención de descubrir si lo estaba engañando.

— En Cardiff— respondió ella, correctamente.

— ¡ Cardiff!— fingió sorpresa el animago— Bello lugar para vivir.

Ella asintió, agitando su cabeza y sacudiendo sus rizos esponjosos.

La caricias de la joven ,habían sido tan gratas para Vero, que el cachorro se relajó demasiado y acabó por dormirse en sus piernas , roncando suavemente.

— ¡Lo sedaste!— exclamó Romulus, esta vez verdaderamente sorprendido.

— Sí, es mi especialidad...— respondió ella con sinceridad.

Romulus rió sorprendido porque su cachorro era inquieto y muy difícil de apaciguar.

— Bueno...— dijo levantándose del asiento— Debo seguir buscando a mis libidinosos sobrinos.

Alexis también se levantó de su asiento y le entregó en los brazos a su cachorro, como si fuera un bebé.

— Fue un placer hablar contigo, Alexis.

— Lo mismo digo..., Green Man.— le respondió ella.

Romulus le sonrió ampliamente, sintiéndose muy halagado. Y cargando a Verónico con ambas manos se retiró de allí, volteando de vez en cuando para mirarla.

Ella tomó sus cosas y se fue en una dirección contraria a él, caminando despreocupada, sorbiendo ruidosamente el zumo de zanahorias y con una mano en el bolsillo.

Romulus dobló por un pasillo, luego otro y otro más, buscando inútilmente la librería "La Huida", mientras cargaba en sus brazos al dormido Verónico. Él Pensaba que,Por un lado la joven Alexis le parecía sospechosa, pero por otro ella le resultaba extrañamente agradable y familiar ( aunque en esto último no reparó demasiado, teniendo en cuenta que compartían genes, según lo que ella había dicho...). De todas formas, trataría de averiguar por su propia cuenta, si se trataba de la persona que decía ser...

Mientras tanto, en la librería " La Druida". Una castaña y un licantropo se encontraban recorriendo ese lugar.

Hermione, estaba hiperquinética en la tienda. Se movía de un lado a otro, porque cada libro que allí se ofrecía, llamaba su atención. Remus solo la observaba, al igual que la propietaria de la tienda.

— ¡Oh, Remus! ¡ Mira la encuadernación de este libro! ¡ es bellísima!— le decía ella enloquecida, mirando el libro con los ojos brillando de felicidad— Y... ¡ Mira este otro está hermoso, las letras están bordadas!.

—Sí, con hilos de oro genuino—agregó la señora Hogget.

La señora Hogget, propietaria de la librería "La Druida". Miró al licantropo y él correspondió esa mirada de asombro.

— Mí esposa... es un poquito aficionada a los libros.

La mujer asintió sin dejar de ver a la "extraña chica". No era algo muy frecuente de ver, a una joven que guste de leer y menos "vejestorios hechos a mano" como solían llamarlos la mayoría de los jóvenes.

— Me comprarán algo, ¿Verdad?.— le preguntó la señora Hogget,con sus ojos vidriosos, llenos de esperanza.

— Am...— dijo Remus, balanceándose sobre sus talones.

Hermione se internó más en la librería, tentada por cada libro que aparecía "diciéndole" ( solo en su mente): "llévame contigo", " No, llévame a mí, ¡ Yo soy mucho más interesante ,y además estoy tallado a mano!."

La castaña estaba en el paraíso, rodeada por el coro celestial de cada una de las voces de los escritores ,que habían volcado parte de su conocimiento y esencia en ellos.

— ¿ Me espera un momento?, Ya regreso...— respondió el licantropo, corriendo detrás se su adorada castaña.

Él, la encontró sentada en el suelo, detrás de una estantería polvorienta, leyendo un libro de historia de Runas Antiguas, mordiéndose el labio inferior y moviendo sus ojos con avidez.

Remus aprovechó que ella estaba distraída para consultar "los fondos" de su flaca billetera. Encontró que aún tenía algo de dinero, no demasiado, pero lo suficiente para comprar al menos un libro para ella, y también para subsistir el resto del mes.

De pronto el miedo lo asaltó, ¿ Cómo iba a mantener a su familia, si no tenía trabajo?.

Porque Hermione era su familia, su todo, la persona que convertía esa casa olvidada en un hogar otra vez. ¿ Dónde conseguiría un trabajo tan benigno como lo tenía en Hogwarts?, Que le contemplara su " pequeño problema peludo". Se sintió enfermo y cansado, después de aquellos pensamientos.

Hermione levantó su vista un momento, al escuchar un pesado suspiro de cansancio. Encontró a Remus más pálido que una hoja.

Ella se levantó del suelo y depositó el libro sobre una mesa enorme, se acercó a él, y depositó un casto beso en sus labios.

—¿ Te sientes bien?— preguntó preocupada.

Él asintió para no asustarla, pero no logró engañar a la castaña.

Hermione lo abrazó, y acarició las cicatrices de su rostro.

— Vamos a casa. — le dijo Hermione con una voz suave y amorosa.

Ella pensó que tal vez ,él estaba sintiéndose mal porque el ardor de las cadenas incrementaba con el paso de las horas.

Abruptamente, alguien ingresó en la librería. Era Romulus...

Remus reconoció su voz de inmediato, al igual que Hermione. Ambos asomaron sus cabezas por detrás de la estantería.

Mientras le preguntaba a la señora Hogget por ellos dos, Romulus revoloteó sus ojos rápidamente por el lugar y los encontró.

— Gracias, ya los encontré— le dijo él animago y se aproximó a ellos con Verónico roncando entre sus brazos.

Hermione y Remus se pusieron nerviosos, cuando en realidad no estaban haciendo nada extraño, o al menos no en ese instante.

—¿Cómo están?...— les preguntó muy picaronamente, el animago.

— Muy bien— respondió Hermione, sin prestar atención al tono en que había sido formulada esa pregunta

— Si, ya lo creo...— asintió Romulus, mirándolos suspicazmente.

— Deja de mirarnos así, que no hemos hecho nada malo.— le dijo Remus, mientras abrazaba a Hermione tiernamente.

Romulus solo sonrió de lado, con la expresión de " es difícil creerles" estampada en el rostro.

— Vero, ¿ Está roncando?...— preguntó Hermione cuando se acercó al cachorro.

— Sí, le hicieron un masaje relajante gratuito , y terminó durmiéndose.— explicó el animago— Hermione, ¿ Me prestarías un momento a tu acosador personal?.

Remus se dió por aludido , y se cruzó de brazos, adoptando una postura defensiva.

— Necesito su olfato de lobo cazador— se justificó Romulus.— Tengo que comprar un par de cosas y necesito tener la seguridad de que son frescas, ya sabes...

Hermione le respondió:

— Claro, por qué no, mientras, yo me quedaré con Vero— ella tomó al pesado " bebé" en sus brazos y lo acunó.

Remus carraspeó ruidosamente para llamar la atención de ambos.

— Si van a negociarme, al menos esperen a que yo no esté presente en ese momento.

— Oh, gracias, Hermione. Eres maravillosa— le dijo Romulus,ignorando las palabras de su sobrino

La castaña sonrió, mientras sujetaba a Vero con algo de esfuerzo.

— Luego volveremos por ti, O bien, si te desocupas antes que nosotros, puedes buscarnos. Estaremos en el sector de las tiendas al aire libre.

Romulus sujetó a su sobrino por el cuello de la camisa, al ver qué no tenía el menor interés de alejarse de su esposa.

— Pero, Hermione...— dijo Remus con voz suplicante, mientras era arrastrado por su tío hacía la salida de la librería.

— Solo serán unos minutos, Remus. Luego los alcanzo.— le aseguró ella.

— Vamos, Lunático, pronto volverás a estar con tu dueña.— le dijo Romulus que lo arrastraba fuera de la tienda, haciendo caso omiso de los gruñidos que profería Remus.

Finalmente,Tío y sobrino salieron de la librería, abandonando momentáneamente allí a Hermione.

— Lo siento,amor. No tardaré...— le dijo Hermione, aunque Remus ya no se encontraba allí para oírlo.

La castaña aprovechó su circunstancial soledad para leer un poco más y elegir algún libro que comprar.

Cargando a Vero en sus brazos, ella recorría cada estante. Cada título que aparecía frente a sus ojos era más interesante y atrapante que el anterior. La diversidad era algo que se podía esperar de "La Druida". Historias de Anglesey ( que los Muggles solo las consideraban leyendas o mitos), libros de hechizos antiquísimos y de magia ancestral, e incluso libros ilustrados y de cuentos para niños.

La señora Hogget, sintió cierta simpatía por la castaña pecosa y de cabellos revoltosos, salió de detrás del mostrador y sutilmente se acercó a ella.

— ¿Necesitas ayuda?— le preguntó amablemente a Hermione.

Ella suspiró, mientras mordía su labio inferior, luego de unos escasos segundos respondió:

— Creo que sí... ,No sé cuál comprarme. ¡Todos son tan interesantes!, Y además las cubiertas... ¡Son maravillosas!.

La señora Hogget miró al suelo con una sonrisa en su rostro y le respondió:

— Gracias, eres muy amable.

—Oh no, lo digo de verdad. No es por cortesía. Usted es una maravillosa artesana.— se apresuró a decir la castaña.

La señora Hogget rió esta vez.

— Gracias, gracias, muchacha, pero la artesana es mí hermana. Ella es quien encuaderna los libros.

— Pues, ella es excelente en lo que hace.— le dijo Hermione, mientras acunaba a Vero.

— Se lo diré entonces.— respondió la mujer con sus brazos detrás de su espalda en una postura humilde— ¿ Te puedo hacer una recomendación?

—Por supuesto.— respondió expectante la castaña.

La mujer rolliza y canosa, sacó de un estante enano un libro que tenía un decorado con motivos celtas en sus tapas. Lo limpió un poco y luego lo depositó en la mesa, al ver qué Hermione cargaba con Vero entre sus brazos.

Ynys Môn, se titulaba el inmenso volúmen que la señora Hogget había dejado para ella sobre la mesa.

— Es bastante entretenido. Los Muggles piensan que son solo historias fantásticas y ridículas, pero cada relato, cada objeto y persona o ser que allí aparecen son y fueron reales. Forman parte de nuestra historia. ¿ Te intere...

—¡ Me lo llevaré!— respondió Hermione antes de que la señora Hogget pudiera terminar de decir su pregunta.

La mujer rió con ganas y muy contenta, se dispuso a empacar el libro en una bolsa de tela bordada.

— ¿ Te gustaría ser socia de mí librería?— le preguntó Hogget con una sonrisa.

— Bueeeno. — respondió con una sonrisa inmensa.

La canosa bruja sacó de unos cajones un naipe, y un tintero.

—¿ Cual es tu nombre, linda?

— Hermione Gra... Lupin— se corrigió luego— Hermione Lupin.

—¿ Lupin? ¿ Tienes algo que ver con Lyall Lupin?.

— Sí— respondió ella con sus mejillas rojas— Soy la esposa de su hijo.

— Oh, Entonces. Ese muchacho era ¿ Remus?, ¡Merlín!. No lo reconocí— la mujer soltó un par de risas simpaticas y agregó— Los Lupin son buenas personas, un poco locos y raros, pero son excelentes personas.

Hermione sonrió tímidamente y asintió Con la cabeza.

Luego de que la mujer escribiera el nombre de su nueva fiel cliente, selló el naipe con un lacre de fuego y dejó que el naipe volara hasta Hermione, para que ingresara en el bolsillo de su camisa.

— Gracias.— le dijo ella mientras con algo de dificultad le pagaba el libro.

— A ti, muchacha. Puedes venir cuando gustes, la verdad es que es un alivio contar con clientes nuevos. ¡Ah! Y si tienes algún libro que desees restaurar, puedes traerlo. Mí hermana le hará una encuadernación nueva.

— Eso sería grandioso. Lo tendré en cuenta. Perdón por no preguntarle antes, pero ¿ Cuál es su nombre?.

— Marie Hogget.

— Es un placer conocerla.

— Igualmente, muchacha. Permíteme que te ayude, parece que ese bebé es muy pesado.— le dijo refiriéndose a Vero.

— Le agradezco tanto.— le respondió ella mientras se alistaba para salir de la librería.

La mujer le abrió las puertas y se despidió de ella con una franca sonrisa.

La castaña salió de " La Druida", contenta con su compra, cargando con Vero y la bolsa de tela bordada como si fuera una cartera. Dirigiéndose con pasos ligeros a la zona de tiendas al aire libre.

Remus deseaba con todas sus fuerzas quedarse anosmico en ese mismo momento. Romulus le hacía olfatear berberechos (una especie de moluscos que a Vero le gustaba comerlos hervidos), algas slake y pociones veritaserum con la intención de comprar los más frescos.

— ¿ Qué opinas de estas?— le preguntaba a su sobrino mientras le acercaba unas algas.

—Estas están más frescas— le respondió Remus alejándose un poco .— ¿Podemos volver con Hermione ya?.

— Espera un momento, muchacho. Debo comprar un jarabe de oro.

— ¿ Y para qué quieres eso, Romulus?.— le preguntó impaciente.

— Voy a cocinar tartas de melaza.— le respondió mientras compraba las algas.

Luego de comprar,Tío y sobrino se dirigieron a la tienda de jarabes que lo atendía un anciano hechicero. Pero en el trayecto a ese lugar, un brillo rosado muy bello, llamó la atención de Remus. Eran unas perlas de un color rosa, que brillaban orgullosas a la luz del sol, mostrando una llamativa y delicada policromía expuestas en un escaparate de cristal.

Remus se detuvo frente a ese escaparate, pensando en Hermione. Luego dió un resoplido; hasta hace unos instantes se había estado angustiando por cuestiones económicas y ahora estaba pensando en comprarle algo a su esposa, que seguramente sería mucho más caro que un par de libros, ¡¿ Qué le estaba pasando?!.

Recordó las veces que había visto a Hermione sonrosarse en diferentes momentos ( incluyendo los más apasionados), ese tierno rosado que decoraba sus lindas mejillas pecosas, tan bello y sutil como el rosado de esas perlas. Pensó que se verían perfectas en su delicado cuello, que el deseaba marcar cada vez que la tenía tan cerca suyo.

Remus sintió que las marcas de las cadenas que se habían grabado vividamente en su espalda, en el pecho y su tobillo, comenzaban a arder insistentes, y con intensidad. La necesitaba...

Él Negó un par de veces con la cabeza y ya no lo pensó más. Ingresó a esa joyería artesanal, dejando que su tío continuara, hablando solo, camino hacia la tienda de jarabes.

Luego de unos minutos, Romulus se percató que se encontraba solo nuevamente, miró en varias direcciones sin encontrar a Remus. Se sintió algo avergonzado, porque todo ese tiempo había estado hablando solo, creyendo ilusamente que Remus lo seguía. Miró al cielo y dijo en voz alta y resignado,mientras sacaba dinero para comprar el jarabe de oro:

— Ya lo perdí

— ¿ Qué perdió, señor?— le preguntó el anciano hechicero.

— Un lobo.— bromeó Romulus.

— Gracias por su compra, caballero.— le dijo el vendedor de jarabes, mirándolo con extrañeza y entregándole los frascos que le habían comprado.

Romulus se giró y chocó con su sobrino bruscamente.

—¡¿ Dónde estabas tú?!— le preguntó un poco molesto el animago a su sobrino.

— Comprando— respondió Remus escondiendo el regalo para su esposa.

— ¿ Y qué compraste?— preguntó curioso su tío.

— Nada que a ti te importe. ¿ Ya podemos regresar con Hermione?.

Romulus rió y suspiró, luego le tomó del hombro a su sobrino y le dijo a su sobrino:

— Hijo, perdiste la cabeza por ella..., Sí ya podemos regresar. Vamos a buscarlos.

Ambos se encaminaban hacia el interior del centro comercial, cuando Remus sintió una punzada cruel en su corazón, como si una larga espina lo atravesara. Él se tomó el pecho con la mano derecha, sintiendo el latir de su corazón hasta en la sien. De inmediato reconoció ese dolor...

Ese punzante dolor, siempre aparecía previamente a que nuevas marcas se graben ignominiosamente en su piel.

—¡¿ Qué tienes, muchacho?!— le preguntó Romulus, muy preocupado— Remus, ¿ Qué tienes?

Pero su sobrino no podía responder, él apretaba con mucha fuerza su mandíbula para no soltar un grito de dolor. Una nueva marca estaba apareciendo, la última marca que sellaba el ritual. Las iniciales de Hermione...

Remus no pudo contenerse más y se apoyó contra un poste de luz. sujetándose con la mano derecha la mano que le ardía como miles de infiernos, lanzó un grito que más bien parecía un gruñido desgarrador. Llamando la atención de Muggles y magos que pasaban por allí.

La joven Alexis, que había estado holgazaneando muy cerca de allí. Se acercó a ellos, con la intención de ayudar.

— ¿ Qué le sucede?— preguntó preocupada Alexis.

— Am... Eh... Nada— mintió Romulus, entre nervioso y asustado— Mí sobrino sufre de úlceras en el estómago...

Remus se dobló del dolor. Las marcas habían avanzado por el dorso de su mano y habían empezado a enrollarse en su dedo meñique, haciendo que gritara una vez más.

— Remus... Muchacho. ¿ Podrías sufrir un poco más bajo?, Hay muchos Muggles aquí y... Nos están mirando— le dijo su tío.— Con tu perdón, Alexis.

— No te preocupes, Green Man. No me molesta— le respondió ella que miraba con preocupación a Remus.— Hay que llevarlo a uno de esos kioskos de por allá...— dijo ella señalando esas edificaciones con columnas— Ahí podemos sentarlo y no hay muchas personas.

— Sí... Buena idea... — respondió pensativo el animago— Vamos Remus, ven.

Romulus sujetó a su sobrino que estaba contraído de dolor y pasó uno de sus brazos por detrás de su cuello, para poder cargarlo hasta uno de los kioskos.

Alexis ayudó a Romulus de la misma forma. El animago la miró y ella solo reccionó diciendo:

— Te ayudaré a cargarlo. No es problema para mí.

Romulus no dijo nada y aceptó la ayuda de la fortachona chica.

Alexis y Romulus cargaron a Remus que sentía un ardor infernal en su mano izquierda y un dolor que atravesaba su corazón.

Llegaron hasta uno de los tantos kioskos de madera construidos allí. Sentaron en un amplio asiento a Remus, que estaba sudando copiosamente.

La joven andrógina y su tío lo Observaban angustiados.

El licantropo estaba con su espalda encorvada,apenas respirando y sujetándose la mano izquierda.

Por un momento,Romulus temió que su sobrino se transformara en Lunático a plena luz del día.

Las iniciales de Hermione comenzaron a aparecer en el meñique de Remus, sellando el ritual. Indicando que la unión con su esposa ya no podía ser aplazada por más tiempo.

Romulus y Alexis fueron testigos cuando las letras H J G aparecieron

vividamente en su meñique izquierdo.

Una gota de sudor corrió por la frente de Remus, rodando por el puente de su nariz y cayendo al suelo de parquet. Después de que el ardor cediera un poco, él se apoyó contra el respaldo del asiento, cansado y agitado.

Alexis le preguntó aún algo preocupada:

— Hey , viejo ¿ Ya te sientes mejor?

Remus solo asintió con su cabeza débilmente.

Romulus notó que la preocupación de la joven Alexis era genuina, pero ¿ Por qué?. Apenas se habían conocido ese mismo día y además Remus le había mostrado una marcada antipatía, aunque comprendía las razones.

— ¡Oh,míra! Ahí viene Hermione— dijo la joven alegrandose de ver a la castaña.

Hermione los encontró rápidamente, porque había percibido intensamente la necesidad imperiosa de Remus de verla, de estar con ella. Dejándose guiar por el jalón de las cadenas la castaña entró en el kiosko, encontrándose con su esposo.

A ella no le importó que Romulus y Alexis estuvieran presentes. Simplemente se acercó a él y lo besó con fruicion, desterrando cualquier vestigio de dolor o ardor que hubiera quedado en él.

Romulus y la andrógina joven rodaron sus ojos algo incómodos con la tierna, pero intensa escena.

Alexis aclaró su garganta y se excusó:

— Bueno... Am..., Recordé que iba a comprar un pudding de chocolate... Nos vemos luego...

La joven estaba retirándose de allí caminando en reversa y moviéndose de forma cómica. Hasta que Remus la detuvo llamándola:

— Alexis...

La joven detuvo su caminar en reversa.

—Gracias— le dijo el licantropo algo entre dientes.

Ella solo sonrió de lado, levantó sus pulgares en respuesta y se retiró de allí, dejando a sus parientes en aquel lugar.