Romulus acompañó a su sobrino y a Hermione hasta la parada de un tranvía (Muggle), que tenía como destino la localidad de Holyhead ( lugar dónde ellos vivían).

Remus no tenía fuerzas para aparecerse en casa, y Hermione no había aprendido aún como hacerlo ,además ella no se había acostumbrado a la desagradable sensación que eso producía. Por lo tanto, decidieron volver en un tranvía de lo más barato, común y corriente, pero que los dejaría muy cerca de casa...

— Ahí viene su transporte.— les dijo Romulus ,que lo había divisado, avanzando a lo lejos.

Hermione, ayudó a su esposo a pararse del asiento dónde los pasajeros esperaban, él se sentía un poco mejor. Solo le había quedado resabios de dolor y ardor.

— Hermione...— comenzó diciendo el animago— , avísame si necesitan algo. Comuníquense por el buzón.

— Gracias, Romulus. Lo haremos,no te preocupes.— le aseguró la castaña, percatándose de lo preocupado que él estaba por su sobrino.

Vero, que ya se encontraba despierto, lleno de energía y con un estupendo humor, saltaba sobre las piernas de Remus para animarlo. El cachorro batía su colita, mientras daba brincos sobre

sus patas traseras.

Remus le rascó cariñosamente la cabeza al inquieto Verónico.

— Estaré bien, Romulus.— le aseguró su sobrino, mientras abrazaba a su esposa con su brazo izquierdo y acariciaba a Vero con la mano derecha— Te enviaremos una nota mañana por la tarde.

— Claro...— asintió su tío— ¿ Necesitas que te acompañe esta noche a los acantilados?.

— Gracias, pero no será necesario... , Además tú ya hiciste demasiado.

— Bien...— dijo Romulus, metiendo las manos en los bolsillos— Vero, ven muchacho. Regresemos.

— ¿ Ustedes dos qué harán?— le preguntó Hermione con cierta suspicacia al animago y a su cachorro.

Romulus sonrió y sujetó a Vero entre sus brazos

— Nosotros continuaremos el viaje con los demás turistas y Mitch. Comeremos tarta de carne en Clarke's ¿ Verdad, Vero?.

El lanudo cachorro ladró, mientras meneaba su colita muy alegre.

Los tres rieron por la algarabía del inquieto cachorro.

— La próxima vez, deberíamos ir los tres.— les dijo Romulus, refiriéndose a Remus, Hermione y él mismo.

Vero ladró y frunció su entrecejo.

— Los cuatro, los cuatro, perdón...— se corrigió Romulus besando la cabeza de Vero— No me olvidaré de ti, galán.

Vero se dejaba besar, mientras fingía estar ofendido. Remus y Hermione se rieron por la expresión que el cachorro hacía.

El tranvía con destino a Holyhead, se detuvo en su correspondiente parada. Del mismo descendió el conductor, que también recibía los boletos. Era un hombre calvo y de complexión mediana con unas enormes bolsas alrededor de sus ojos.

— ¿ Pasajeros con destino directo a Holyhead? — preguntó aquel hombre calvo,al apenas tocar el suelo de Llanfairpwll.

— Sí, somos nosotros— respondió la castaña, acercándose junto a Remus.

— Los boletos, por favor.— les pidió aquel hombre calvo.

Hermione se los entregó, y esperó a qué el conductor los perforara y les permitiera subir.

— Adelante.— les autorizó— ¿ Solo son ustedes dos?

—Sí, son solo ellos dos, yo solamente vine a acompañarlos.— respondió rápidamente Romulus, al entender que el conductor se dirigía a él.

— Bien, en ese caso. Suban.— les ordenó a Remus y Hermione.

Ambos se despidieron de Romulus y de Verónico, para luego abordar el tranvía rumbo a casa.

Romulus y Vero, los vieron partir en dirección norte a una velocidad normal para un tranvía.

Vero comenzó a soltar unos agudos llantos al ver qué se alejaban, y Romulus le acarició la frente a modo de consuelo.

— No llores, Vero. Los volveremos a ver pronto.— le dijo a su cachorro, le tomó una de sus patas delanteras y la movió para que se despidiera.— Saluda, galán.

El tranvía desapareció en el horizonte, y fue entonces cuando Romulus regresó al centro comercial, para continuar su ruta con los demás turistas.

Romulus llegó con Vero, a la entrada del centro comercial artesanal, dónde el guía Mitchell Young los esperaba.

Alexis y el matrimonio de ancianos, cuyo apellido era McKrell, ya se encontraban listos para continuar con la ruta de viaje, pero el señor Young no podía continuar sin el resto de los pasajeros.

— ¡ Hasta que por fin apareces! ¡¿ Dónde diablos están los otros dos, inglés?!— le preguntó Young a Romulus, imaginándose las peores cosas.

— Ellos tuvieron que regresar a su hogar. Pero mí cachorro y yo continuaremos con el recorrido, Mitch. Tú eres mí guía, el faro de mí camino, ¡Oh! ¡¿ Qué haría yo sin tus instrucciones?!— le respondió Romulus, mientras abordaba el tranvía, dando pasos como un magnate inglés.

Young suspiró y subió detrás del animago, con la vena de la frente palpitándole por la locura de aquel "inglés".

— Muy bien, nuestro destino será el pub :Clarke's Pies. Allí almorzaremos todos. De aquí en más, no haremos paradas, pero si pasaremos por el campo de Golf Avery Rock, y el parque de diversiones de Pombrekshire ( que es uno de los más grandes de toda la isla y el más concurrido por ende)— les anunció el guía Young— No se preocupen, los Muggles no pueden vernos, pero tengan cuidado de que una pelota de golf no los golpee, y si en caso les llegara a golpear una, pueden quedarse con ella como recuerdo. Bien, ¡ Vamos, Benny!.

El tranvía Mágico de Anglesey retomó su rumbo, con su vertiginoso y característico ritmo.

Romulus se sentó con Vero, en un asiento muy cercano a La joven Alexis, y conversó con ella durante el itinerario ya definido del tranvía.

— ¿ Hace mucho que llegaste aquí?— le preguntó Romulus a la joven andrógina.

— Llegué esta madrugada.— le respondió ella con honestidad.

— Y ¿ No te sientes cansada?. Venir desde Cardiff hasta aquí, es un largo viaje.

Ella jugaba con Vero, y miraba ocasionalmente por la ventana.

— No, no me siento cansada. Soy una persona con mucha energía.— respondió nuevamente con sinceridad.

— Puedo verlo...— respondió Romulus mientras le dedicaba una leve sonrisa.

Una pelota de golf atravesó la ventana del asiento que Romulus ocupaba, pero Alexis atrapó la pelota con su mano izquierda con una agilidad impresionante, mostrando sin querer sus excelentes reflejos y evitando que su " primo" fuera golpeado.

— ¡¡Diablos, niña!! — exclamó él— ¡ Qué reflejos tienes!.

Ella rió un poco y le respondió una con una mentira:

— Fue suerte.

— Sí, suerte de que yo no haya perdido un ojo. Gracias— le dijo Romulus muy agradecido— tu mano, ¿ Te duele?.

Ella le mostró su mano y Romulus vió que no había ni una marca ni un moretón en ella. Él alzó sus cejas, mostrando asombro.

— Según Mitch, me la puedo quedar como recuerdo¿ Verdad?.— le preguntó Alexis.

Romulus soltó una risa y asintió con la cabeza, sin salir de su asombro.

El tranvía, afortunadamente atravesó el campo de Golf Avery Rock y pronto entró en el parque de diversiones más grande de toda Anglesey.

Alexis miró por la ventana, su mirada se tornó algo nostálgica, al recordar las veces que había ido allí con su familia... Cuando ella y sus hermanos eran niños y su familia estaba íntegra.

Romulus notó que los cálidos ojos de la joven se volvían tristes y llorosos.

— Ya que mis sobrinos no están...— la joven Alexis volvió su rostro a Romulus— ¿ Te gustaría acompañarnos a Vero ,y a mí a almorzar?.

— Claro... , Eso Sería genial, Green Man.

Vero apoyó sus patas delanteras en ella y le lamió el rostro, haciéndole cosquillas.

Al llegar al pub Clarke's Pies, los pasajeros del tranvía mágico ingresaron ansiosos y hambrientos en él. El pub, era atendido por el mismísimo Clarke, un mago escocés muy educado y que tenía unos cincuenta años de edad.

Romulus, Vero y Alexis, tomaron una mesa cerca de Mitchell y Benny ( el serio conductor).

Romulus había troceado un pastel de carne para Vero, en un plato hondo de plástico que Clarke les había cedido, y Alexis comía tarta de carne como una desaforada, dejando a Romulus con la boca entreabierta.

El animago, luego de cortar la comida de su cachorro y entregársela para que comiera. Él tomó sus utensilios y trató de entablar una conversación con la joven. En realidad, quería averiguar más sobre su vida...

— Y Dime, cuéntame más de ti. ¿ Tienes hermanos, Alexis?.

La joven masticó y escuetamente ( como son los Lupin cuando están concentrados en algo), respondió:

— Comer primero... ,Hablar después...

— Oh... Está bien— le dijo Romulus mirándola azorado— ¿ Y qué tal tú, Vero? ¿ El paseo fue de tu agrado?.

Vero gruñó mientras comía y disfrutaba de su comida. Haciendo ruidos similares a un: ñam, ñam, ñam.

— Bueno..., Ninguno de los dos quiere conversar.— suspiró Romulus, y tomando sus cubiertos se dispuso a comer su tarta.

Luego de sentirse satisfecha, Alexis se levantó de su asiento para dirigirse a la barra del pub, dónde se encontraba Clarke algo ocupado.

— Espera...¿ Ya terminaste?— le preguntó Romulus, deteniéndola momentáneamente.— ¿ No quieres que tomemos un té? , Así podremos conversar mejor.

— Am... Claro, amigo. Solo debo hacer una llamada. Enseguida regreso.— le respondió ella con algo de prisa.

— ¿ Prefieres algún té en particular?— le preguntó Romulus con amabilidad.

— El que tú elijas estará bien para mí.— respondió ella encaminándose hacia la barra

Alexis se acercó a la barra del pub, apoyó sus dos manos sobre la misma y le habló a Clarke:

— Hey, amigo.— Clarke la miró sorprendido por la intrépida actitud de la andrógina joven.

— Dime ,¿ Qué necesitas?— preguntó Clarke, mientras acomodaba unas botellas de licor en una vitrina.

— Necesito hacer una llamada y me preguntaba si...¿ Tienes un teléfono que pueda usar?.

— Sí, funciona con monedas muggle— le aclaró Clarke.— También tenemos servicio de lechucería por si te interesa, pero debes subir a la azotea para enviar el mensaje.

—No, prefiero el teléfono — le aclaró, mientras sacaba un monedero que parecía una fresa.

— En ese caso, ve por ese pasillo y luego doblas a la izquierda. Allí está la cabina. — le señaló.

— Gracias, amigo.— le dijo Alexis, dándole unas palmadas en el hombro a Clarke.

Con su caminar holgazán, Alexis se encaramó hacia el pasillo, lanzando en el aire el "monedero fresa" para atraparlo nuevamente con una mano, emitiendo el típico tintineo de las monedas al golpearse. Sin prisa avanzó por el pasillo, siguiendo las instrucciones del dueño del pub.

Al llegar a la cabina telefónica, hizo una inspiración profunda y entró en ese reducido espacio, exhalando ruidosamente el aire que había a metido en los pulmones.

Cerró la puerta de la cabina, y depositó su monedero en el diminuto mostrador de madera que había debajo del teléfono. De allí, sacó varias monedas y un papel con el siguiente número:

*6*8*4*8*2*

— Cifrado numérico,... Típico de ti— dijo en voz alta, al tomar el tubo del teléfono.

Ella metió una a una, las monedas en la ranura del teléfono, arriba de la misma había una etiqueta amarilla que indicaba: " insert coin"

Después de eso vino la parte más difícil para ella: discar.

El teléfono tenía un disco, bastante gastado, pero funcional.

Mientras tarareaba una canción del grupo A-HÁ, discó los números con cierto nerviosismo, haciendo girar el disco por cada asterisco y número que ingresaba. Cuando terminó su faena, esperó...

Ella posó su mano derecha en la parte superior de la caja del teléfono, mientras sostenía el tubo del mismo con la izquierda y escuchaba un sonido extraño por el auricular. Como si estuviera ingresando en el vacío mismo.

Un poco inquieta y nerviosa se puso a cantar lo que anteriormente tarareaba, muy desfinadamente...

— Do you Know what it means to love youuuuu?. I'm hunting high Low— tomó aire y emitió una desafinación descomunal— Oh Oh Oh for you I'll be hunting high Low.

— Me gustaría poder decir que estoy feliz de volver a escucharte, pero te estaría mintiendo...— habló una voz sedosa del "otro lado del teléfono"

— ¡Ah!... Hola...— saludó algo avergonzada— Perdón por no haberte llamado antes...

— No te preocupes, ya suponía que te demorarías en informarme de tu paradero.— le respondió la despreocupada voz— ¿ Estás disfrutando de tus vacaciones?.

— Sí ,y mucho,— respondió Alexis, revolviéndose el cabello con su mano libre— Oye, Gracias..., Gracias por regalarme estas vacaciones.

— No te las regalé... ,cuando regreses tendrás mucho trabajo por hacer,recuerda eso. Disfruta todo lo que puedas y luego regresa en la fecha pactada. ¿ Está bien, protectora?

— Sí. — respondió Alexis, de mala gana— Solo Tengo un pequeño problema.

— ¿ Cuál?

— No tengo donde quedarme esta noche— respondió tamborileando con sus dedos en la guía telefónica.

— Creo que... No tenemos el mismo concepto de qué es ,"un pequeño problema". ¿ Dónde te encuentras en este momento?. Dime fecha, lugar y hora exacta.

— Es el día 11 de febrero de 1996, y espera un momento...— Alexis consultó su reloj pulsera— son las 14:45 p.m. y estoy en Pombrekshire, en el "Clarke del Pie"

— "Clarke's Pies"— le corrigió esa voz, que ahora se escuchaba seria y pensativa.

— ¡Ah, Sí!. ¿ Lo conoces?.— preguntó la joven Squib.

— Mmh...— asintió

De repente del micrófono del teléfono que "Alexis" sujetaba, salió un humo denso y aromático.

Producto de esa Humareda ,Alexis comenzó a toser grotescamente, abrió la puerta de la cabina y tomó aire fresco, carraspeando de vez en cuando.

— ¿ Quieres respirar lejos del teléfono, por favor?. ¡ Hasta aquí me llegan los vapores que salen de tus fauces!.— le dijo Alexis molesta, tomando la guía telefónica, para usarla de abanico y ventilar la cabina.

— Escucha, si mal no recuerdo— comenzó explicando esa voz sedosa— ,Ese lugar tiene una lechucería en la parte superior.

— Así es, pero...— asintió angustiada "Alexis".

— No te angusties, tú no tienes que hacer nada. Yo te enviaré instrucciones y un mapa.

—¿ El mapa del merodeador?— preguntó muy divertida la joven.

—¡¿ Qué mapa del merodeador ni que nada?!, ¡ Concéntrate, protectora!.— respondió esa voz, esta vez muy molesta— El mapa que te enviaré ( "ahora mismo"), tendrá señalado los lugares en dónde te podrás quedar, sin correr peligro alguno...

— No, si no estoy preocupada porque yo corra peligro, Jefa. Lo que me preocupa, es... que los demás corran peligro...

Un silencio corto hizo la otra persona que le aconsejaba...

— Por eso eres mí preferida de entre todos mis sirvientes, Andy. Tus padres te escogieron bien el nombre...

Los ojos de la Squib se empañaron de lágrimas, aclaró cómo pudo su garganta y con la voz levemente quebrada le preguntó:

— Jefa,¿ Ahora, qué hago?...

—Tranquila, escúchame con atención y sé obediente...

Mientras "Alexis" hacía su llamada telefónica. Romulus estaba muy ocupado volcando unas gotas de veritaserum en el té de la joven.

— Unas gotas de veritaserum no le hacen mal a nadie.— dijo el animago en voz baja, mientras se le escapaba casi la mitad del frasco de esa poción en la taza de Alexis.

Verónico lo miraba con reprobación.

— ¿ Qué?, No me mires así. Ella me parece muy sospechosa,no parece una mala persona, pero hay muchas cosas que no me cierran de esa chica.

Vero reaccionó mordisqueando el muslo de su dueño, en una clara muestra de estar en desacuerdo con él.

Luego de varios minutos,Alexis regresó con el rostro relajado y se sentó a la mesa, con Romulus y Vero.

— Y...¿ Pudiste hacer tu llamada telefónica?— le preguntó con cortesía el animago.

— Sí, afortunadamente... ¿ Esto es para mí?— preguntó ella señalando un té rojo.

— ¡Oh, sí!, Te pedí un té de fresas, porque vi el monedero gracioso que tienes.— le respondió Romulus, señalando la fresa monedero.

— Gracias. Me gustan las fresas...— ella iba a beber de su té, cuando recordó algo, y entonces depositó la taza en su platillo— ¡ Oh,cierto!, Casi lo olvido..., Espérame un momento, ya regreso, debo subir a la azotea... ,Es que van a enviarme algo, no me tardo.

La andrógina joven se dirigió a las escaleras con paso apresurado. Y mientras subía los peldaños de dos en dos, escuchó la voz de Romulus decir:

— Está bien, solo no tardes ,¡ se te enfriará tu té!.— "Agh, ya Parezco una abuela con su nieta", pensó Romulus después de decir esa frase.

— ¡ No tardaré ! — respondió ella mientras desaparecía un momento.

— Paciencia, paciencia Romulus— se decía a si mismo el animago—. Pronto cantará la verdad, como un pajarillo.

Vero solo lo miraba y negaba con su larga cabeza.

Luego de unos instantes, la joven Alexis regresó con un pequeño paquete en una de sus manos, y lo depositó en la mesa, antes de sentarse nuevamente.

— ¡ Oh, qué bien!, Recibiste tu paquete, ¡ Que bueno! — dijo Romulus solapando su impaciencia— Bueno, ¡ Ahora bebe tu té!, Por favor...— le dijo de una forma muy hilarante.

— Está bien, está bien.— respondió ella con las palmas de sus manos levantadas y tomando asiento.

Ella iba a llevarse la taza a sus prominentes labios, cuando el guía Mitchell Young, se levantó de su asiento y los interrumpió.

La cara de Romulus se desfiguró al instante.

— ¡ Bueno, es hora de regresar! ¡ Todos al tranvía! ¡ Vamos, vamos, vamos!.

— ¿ No podemos quedarnos unos minutos más,Mitch?— preguntó el animago lo más educado que pudo.

— ¡Por supuesto que no!— le respondió el guía— Por causa de usted y sus acompañantes ya nos demoramos demasiado. ¡ Es hora de regresar!, ¡Al tranvía, todos!.

Exclamó el hombre bajito de caminar apresurado y bamboleánte.

Alexis tomó su paquete y se levantó de la mesa, sin probar una gota de su té.

— No te pongas así, Green Man— le consoló ella, con inocencia e ignorando lo que él pretendía hacer— Ya tendremos otra oportunidad de tomar el té juntos.

Ella le golpeó cariñosamente el hombro, con la palma de su mano libre.

— La única condición que pido es que lo tomemos con pastelitos, sino no tiene gracia para mí.— agregó ella entre risas—Además, Pienso quedarme varios meses aquí.

— ¡¡¿Ah, sí?!!!— dijo Romulus, recuperando el buen humor ( ya que, como ella había dicho, tendría otra oportunidad...)— Oh..., Entonces hay que visitarnos, ¡Amo las reuniones familiares!.

Los McKrell, Alexis, Romulus y Vero , salieron del pub de Clarke, y regresaron al tranvía Mágico de Anglesey, para culminar con su recorrido...

Mientras tanto...

Remus y Hermione se dirigían sin escalas, al pueblo de Holyhead...

El tranvía que ellos habían tomado, tenía los asientos posicionados frente a las grandes ventanas abiertas. De esa forma se podía ver el paisaje con comodidad, a medida que el tranvía avanzaba en su recorrido.Solo faltaba una hora para que Remus y Hermione llegaran a su hogar.

El atardecer apenas estaba iniciando... ,eran las 17:00 horas y los rayos del sol estaban atenuándose muy escasamente, soltando una hermosa tibieza que iluminaba sus rostros adormilados.

Remus tenía sus piernas cruzadas y uno de sus brazos en el respaldo de Hermione, y ella estaba sentada a su lado, ansiosa por llegar a casa, al igual que él, con su mano sobre una de las rodillas de Remus.

— Remus...— le nombró en un suspiro teñido de dulzura, con su rostro bañado en los dorados rayos de la tarde.

Él la miró, con sus ojos ambarinos expectantes y brillantes como un par de soles que ardían solo por ella.

— Te amo...— le dijo su esposa, dejando que cada palabra fuera emitida con toda la intensidad de sus sentimientos.

Remus se sintió estremecer con solo escucharla. Siendo impulsado por sus propios sentimientos,se lanzó hacia ella y robó un beso apasionado de los labios de su amada Hermione.

Se besaron entregados, con pasión y ternura. Respirando el aire del mar que estaba próximo a aparecer frente a sus ojos.

Remus acarició su rostro mientras la besaba, deslizó sutilmente sus dedos por el cuello de Hermione, llevándose con él, un gemido casi imperceptible que ella emitió, producto de la lasciva Caricia.

Rompieron su beso y se sonrieron algo incómodos por la situación...

Ellos ya no podían esperar más...

La castaña se acercó más a Remus y descansó su cabeza en el pecho de su esposo, siendo rodeada por por sus brazos. Él besó su frente, mientras jugaba con uno de sus rebeldes rizos entre sus dedos.

Hermione cerró sus ojos y suspiró suavemente, la sensación dulce y placentera de las cadenas, al tenerse tan cerca,los inundaba como las olas que bañaban las costas que aparecían frente a sus ojos.

El paisaje de la playa de Holyhead apareció como un cuadro bello e impetuoso. Dándoles la bienvenida ,y Encantando los ojos de color chocolate de Hermione.

Ninguno de los dijo nada,solo contemplaron en silencio el majestuoso y violento oleaje del mar, escuchando las escasas gaviotas que sobrevolaban el mar Irlandes.

Ambos respiraban acompasadamente el salado aire del mar, sintiendo una armonía profunda por el solo hecho de estar juntos, Y acariciarse con suavidad las estigmas que eran evidencias de su matrimonio Furtivo...

A medida que el tranvía avanzaba sobre sus rieles , frente a la playa de aspecto dramático, se podía apreciar sus oscuros acantilados y sus filosos picos y quiebres,y el faro blanco que se erigía solitario a lo lejos, como desafiando la fuerza de las olas.

Finalmente ,una cortina de montañas se impuso, ocultando el paisaje detrás de ellas. Anunciando que el recorrido estaba próximo a su final, y que los furtivos amantes pronto llegarían a su hogar, para amarse en la intimidad que este les ofrecía...

Al llegar a la estación de Holyhead, Remus y Hermione caminaron por los quebradizos terrenos que los conducían hasta su casa.Tomados de la mano, y en silencio, subieron la pequeña colina dónde esta estaba emplazada en la cima.

Cuando estuvieron frente a las puertas de su hogar, Remus las abrió y le cedió espacio a su esposa, para que ella ingresara primero...

Y así lo hizo, Hermione entró delante de Remus, y él cerró las puertas detrás de sí con lentitud.

Cuando Hermione escuchó el sonido de la puerta al cerrarse, ella dio media vuelta, encontrándose de frente con su esposo que la devoraba con la mirada...

Ágilmente, Remus se abalanzó sobre ella y exigió sus labios de forma hambrienta y desesperada.

Hermione retrocedió sobre sus pasos, mientras recibía los besos salvajes y acalorados que Remus le propinaba.

Pronto la falta de aire los obligó a separarse, solo para volver a estrechar nuevamente la cercanía de sus cuerpos...

Remus la acorraló contra la pared, y la levantó sujetándola de los muslos, abriéndose paso entre sus piernas, poniéndolas alrededor de su cadera, para demostrarle lo excitado que estaba por ella. La besó mientras frotaba su erección en su intimidad y la recargaba contra la pared.

— Tengo que... Hacerte el amor... Ahora...— le dijo él con su voz ronca y agitada.

Ella asintió sin decir una palabra.

Remus la cargó sin hacer un mínimo esfuerzo ,hasta la sala de la casa, mientras la besaba invadiendo su boca y sin poder sentir saciedad en esos besos...

Ambos cayeron sobre el sofá. Remus cayó allí sentado y Hermione sobre él a horcajadas, para el deleite de su esposo.

Continuaron besándose un poco más, pero Remus deseaba tenerla desnuda frente a sus ojos, y eso hizo que el licántropo detuviera los besos y la llevara a pararse frente a él.

Remus le quitó el abrigo, los zapatos e iba arrancarle violentamente el resto de su ropa cuando las manos de Hermione se posaron sobre las de él para detenerlo un instante...

Ella sentía un poco de vergüenza tener que pedirle aquello en ese momento, pero aún así lo hizo.

— ¿ Qué sucede, amor?— le preguntó Remus, algo temeroso.

— Me dá pena pedírtelo.

— Puedes pedirme lo que sea...— le respondió él con honestidad y también con doble sentido.

— Por favor... , No destroces mí ropa...

La voz de la castaña se fue apagando a medida que soltaba esas palabras.

Remus sonrió muy divertido y le preguntó:

— ¿ Eso era lo que querías pedirme?

Hermione asintió con la cabeza, sintiéndose una tonta por pedir aquello, pero ella quería que el viese lo que llevaba puesto debajo de su ropa.

— No lo haré, no destrozaré tu ropa. Te doy mí palabra...— le aseguró Remus, mientras comenzaba a desabotonar los primeros botones de la camisa de Hermione.

Su corazón latía desmesuradamente al descubrir lo que su esposa traía debajo de la camisa...

La contemplaba sin decir ni una sola palabra.

La castaña se sonrojó al sentir la mirada ambarina de Remus pasearse por su torso y sin decir nada.

La boca de Remus estaba seca. No podía creer que su esposa llevaba puesta aquella prenda tan erótica debajo de la camisa. Y él ignorándolo todo ese tiempo.

— Oh, Hermione...— soltó por fin el licantropo unas palabras con la voz ronca— ¿ Te pusiste eso para mí?

— Sí— respondió ella entre suspiros, nerviosa por sentirse tan observada— Es un regalo de bodas...

— Bendito sea el que te lo regaló...— le dijo su esposo.

— Fue Nugüa— le respondió la castaña, pero Remus no dijo nada más...

Él hundió su rostro en los pechos de Hermione, los besó, los recorrió suavemente con sus labios. La atrajo más a él mientras le acariciaba su estrecha cintura.

Con ambas manos, Remus le quitó la camisa. Dejando que la prenda cayera sin escalas al suelo.

Vistiendo solo el sostén de encaje rojo y sus pantalones. Hermione temblaba frente a él.

Remus la abrazó para darle calor, pero la suavidad de la piel de su esposa lo invitaban a recorrerla. Dejó que sus manos se deleitaran con la suave espalda de su castaña, la tocó con toda la delicadeza que podía tener en ese momento. Pero pronto esas caricias no le fueron suficientes.

Le tomó sus delicadas manos y las llevó a sus hombros, para que ella se apoyara en él y acopiando toda su paciencia, bajó los jeans de la castaña.

Ella se dejó llevar , sintiendo cada célula de su cuerpo arder por él, necesitandolo, deseandolo.

Los pantalones de la joven, fueron arrojados por algún lugar de la sala. Remus había cumplido su palabra, no había roto ni una sola de las prendas de su esposa.

Parada frente a él, llevaba puesto un conjunto de ropa interior confeccionada en encaje rojo. Temblaba... Pero no de frío...

Eran los ojos salvajes con los que Remus la miraba, lo que le hacían temblar.

Un gruñido grave salió de la boca de Remus. Rápidamente, él se levantó del sofá. La asió entre sus brazos, jalándola bruscamente y la besó con fiereza. Tocando cada parte de su piel expuesta, rozando cada marca incandescente, arrancándole gemidos hermosos para los oídos del licantropo.

— Hermione...— la nombró entre besos— Si no te poseo ahora, juro que moriré...

Ella se estremeció al escuchar la voz ronca e irreconocible de su esposo. Eso no la intimidó, al contrario la excitó más...

Hermione no le temía al lado animal de su esposo. Ella amaba esa parte de él.

Con prisa, la castaña comenzó a desabrochar los botones de la camisa de Remus, se la quitó y al igual que él hizo con su ropa, la dejó caer al suelo.

Remus la tomó entre sus brazos y la recostó en el sofá. Solo el cielo y Lunático sabían cuánto la necesitaba y la amaba.

Con torpeza, él se deshizo de sus

Propios pantalones, que quedaron hechos jirones en el suelo. Se recostó sobre ella, procurando no recargar todo su peso en su cuerpo.

— Te ves hermosa, amor...— le dijo en su oído.

Ella soltó un suspiro, mientras enrollaba sus piernas en las caderas de él.

Remus le acarició su abdomen, mientras la besaba en los labios, recorriendo cada parte de su boca con la lengua, siendo dominante con ella en ese beso tan caliente y desvergonzado. Pero su mano no se quedó inmóvil, continúo bajando hasta llegar a la intimidad de su esposa...

Él infiltró su mano por debajo de la tela de la ropa interior, y con sus dedos empezó a acariciar la zona más sensible de su castaña.

Los gemidos de Hermione inundaron el salón. Remus estaba tocándola de una forma tan íntima y placentera, que no pudo evitar abrir más sus piernas para él.

Pronto los dedos del licantropo percibieron la humedad que su compañera emanaba en abundancia, y eso le alentó a tornar sus caricias más atrevidas, más invasivas...

Introdujo sus dedos en ella, y comenzó un vaivén en su interior, arrancándole gemidos a su esposa. Ella se humedeció demasiado, pero él no cesó sus intrépidas caricias.

Con su mano libre, Remus tomó la mano de su esposa y la guió hacia abajo. La posó sobre su miembro y le enseñó lo que quería que ella hiciera...

Al principio, Hermione lo tocó tímidamente, pero luego las caricias de la castaña se volvieron intrépidas. Su delicada mano subía y bajaba por el erecto miembro de

su esposo. Dándole el mismo tipo de placer que él le entregaba a ella.

Remus no pudo sostener por más tiempo su palabra y se deshizo del conjunto de encaje rojo que cubría escasamente el cuerpo de su esposa. Convirtiéndolo en tiras de tela que terminaron sembradas en la alfombra de la sala.

Lentamente, Remus la penetró, invadiéndola poco a poco, entrando y saliendo de ella con un ritmo lento y acompasado, deslizándose en la húmeda calidez de su compañera. Enrollado por sus piernas y sintiendo las caricias de sus delicadas manos en su ancha espalda, tocándole en cada cicatriz, y en cada estigma.

Los gemidos suaves de Hermione se filtraban por sus oídos, haciéndole saber que ella disfrutaba de su lenta y profunda invasión.

Remus buscó sus labios una vez más, y la besó lujuriosamente mientras se hundía en ella.

Esos besos encendieron más la pasión de ambos, desembocando en en el aumento de las embestidas de Remus.

Él se hundía cada vez más rápido y más profundo en ella, soltando gruñidos y provocando que Hermione gimiera con la voz más seductora que él jamás había escuchado. Estimulándolo a ir con más vigor.

El sofá crujía por causa del enérgico vaivén de los amantes, que se amaban con fogosidad.

Remus llevó su boca a los cremosos pechos que se ofrecían para él, y los succionó, los saboreó

y se extasió de ellos.

Hermione se arqueaba para él, entregándose por completo, moviendo sus caderas incesantemente, sintiendo como un sensual placer se arremolinaba en su bajo vientre y la llevaba a dar gemidos más agudos y sugestivos...

Anunciándole a su esposo lo cerca que estaba de llegar a su climax.

La castaña no paraba de moverse con Remus, enrollando más sus piernas alrededor de la espalda de su esposo. Nombrándolo, gimiendo su nombre,cada vez que él se adentraba en su intimidad, llenándola completamente.

Remus sintió en su miembro,como el calor y la humedad de la intimidad de su esposa lo envolvían placenteramente, al mismo tiempo que detenía el movimiento frenético de caderas que ella había iniciado...

Él la colmó de besos en su rostro, en sus labios y en su cuello, deteniéndose con ella. Dejándola disfrutar de su orgasmo, escuchándola respirar agitada.

— Oh, Hermione— le nombró con la voz ronca e irreconocible— Estás tan mojada y caliente...

Remus la vió sonrojarse después de las palabras que él había dicho bajo la profunda excitación que lo dominaba, más la influencia de Lunático que estaba desatándolo ...

Completamente libidinoso, bajó por el plano abdomen de su compañera, hasta llegar a su centro, para beberla y degustarla.

Hermione se tensó al sentir la lengua de Remus tocarla lascivamente entre sus piernas, rozando su clítoris,succionandola con hambre y llevándola a arquear su espalda y a abrir más sus piernas, ofreciéndole todo cuánto él quisiera beber de su excitación.

Él la llevó a un segundo orgasmo de esa forma ,y la bebió gustoso ,y con su ego por las nubes...

Luego, Remus se sentó en el sofá y le ofreció su mano a Hermione. Ella se arrodilló en el sofá y tomó la mano que él le tendía y se acercó siendo jalada de esa forma, dispuesta a continuar con sus deberes maritales.

Remus la posicionó a horcajadas sobre él y la tomó con ambas manos de la cintura, con tortuosa lentitud la hizo bajar por su miembro, llenándola otra vez. Hermione echó su cabeza hacia atrás, extasiada y amando esa nueva posición. Él sonrió de lado al verla, se sentó con ella encima suyo y marcó su cuello, arrancándole un fuerte gemido que resonó por todo el salón.

Sujetándola de la cintura, le indicó que subiera y bajara a su antojo,que ella tomara las riendas y lo poseyera.

Lo que Remus ignoraba, era que su castaña tenía un ritmo acelerado y fogoso...

Hermione apoyó sus manos sobre el pecho de su esposo y lo llevó a los límites de su cordura. Remus solo podía nombrarla y decirle lo ardiente que ella era y que lo estaba volviendo loco...

Él no quería culminar tan rápido, y mucho menos en esa posición...

Si iba a soltar su simiente, quería que fuera cuando él ocupara el lugar del dominante.

Con algo de cansancio, Remus se levantó del sofá, cargándola sin salir de ella. Rodeando su cintura con su brazo izquierdo y sujetándole la nuca con la mano derecha,la recostó con cuidado sobre la mesa ratona en la que alguna vez habían compartido el té...

— No..., En la mesa no— protestó la castaña con las mejillas rojas de la vergüenza.

Remus se arrodilló en el piso, y la penetró profundamente, soltando un ronco gruñido y viendo cómo ella arqueaba su espalda.

Así, él reinició el frenesí de su unión y con un completo descaro le dijo a su esposa:

— Cada vez que mire esta mesa, recordaré que te hice mía sobre ella...

— Oh, Remus...— soltó la castaña, sonrojada y cerrando sus ojos.

Él la embistió vigorosamente, grabando en su memoria cada encantadora expresión que ella hacía,cada gesto, cada gemido, quería conservarlos en su mente.

La embestidas comenzaron a perder su ritmo, y sus gruñidos se intensificaron, para finalmente derramarse en el interior de su esposa y llenarla de su esencia.

Sintiendo como las cadenas impedían que rompieran esa unión, abrasandolos maravillosamente.

Hermione le rodeó la cadera con sus piernas, y cerró sus ojos para disfrutar mejor, la delicia de sentirlo derramarse en su interior.

Agitados y sudorosos se besaron, temblando por las sacudidas de placer que aún fluían por sus cuerpos...

—————— o ——————

El crepitar del fuego de la chimenea, Resonaba en la sala escasamente amueblada.

Desnudos en el sofá, el licantropo y su castaña descansaban en silencio.

Remus la abrazaba, brindándole calor y caricias en el alborotado cabello, y en su suave espalda, tocando cada estigma que Hermione llevaba en la piel.

Ella se sentía cansada,pero feliz. Poder descansar en el pecho de su esposo, y entre sus brazos, le llenaba de la seguridad de estar en su hogar.

Hermione sintió como Remus se removía, ella levantó su cabeza para mirarlo y se percató de que, él estaba mirando el reloj de péndulo que se encontraba en un rincón de la sala. Ella frunció su entrecejo, ya sabía lo que Remus estaba pensando...

Ágilmente,la castaña se posicionó encima de su esposo, impidiéndole moverse.

— No.— le dijo ella, mientras se sentaba en su regazo.

— ¿ No?— le preguntó confundido y mirándole sin disimulo los pechos.

— Sé lo que estás pensando hacer.

Remus se quedó en silencio un momento y luego le dijo con voz suave:

— Volveré en la mañana... Te cumpliré, Hermione, te lo prometí.

— Quédate..., Por favor.

Se lo suplicó con el rostro más tierno que Remus había visto jamás.

Remus suspiró al verla, ella quebraba su voluntad...

— Hermione, no quiero lastimarte, ya hablamos de esto. Por eso debo irme.

— Lunático no me hará daño.— le respondió ella con una seguridad ferrea.

— No, no te haré daño... Te haré otras cosas, gatita...— dijo su lobo interior

Remus y Hermione,lo escucharon. Ella podía escuchar el lobo que su esposo llevaba en su interior , gracias al estrecho vínculo que se había formado entre ellos después de haber sido marcada por él.

A Remus no le hizo mucha gracia que su lado animal se quedara a solas con su esposa... ,Ya sea porque, Lunático la lastimara o porque le hiciera esas otras cosas que él prometía que le haría.

— No— dijo Remus de manera tajante— , definitivamente No.

Su esposo le rodeó posesivamente la cintura con sus brazos, y se sentó en el sofá con ella encima suyo, provocando que las zonas íntimas de ambos se rozaran. Ese roce consiguió arrancarle un gruñido a Remus, pero él no quería sucumbir a los placeres que Hermione le ofrecía.

Besó el cuello de su castaña, y entre besos y chupones le habló:

— Volveré mañana... Por la mañana... Es una promesa...

Remus se separó para mirar esos ojos intensos de color chocolate que lo habían embrujado,y vio insatisfacción en ellos. De verdad ella deseaba que él se quedara, pero la prudencia,( y los celos hacía su lado animal), no le permitían a Remus ceder a los deseos de su amada Hermione.

Él se levantó del sofá, con su esposa rodeandole la cadera con las piernas. Con lentitud dejó que ella se parara con los pies descalzos sobre la alfombra de la sala. Luego de eso, Remus buscó sus pantalones y comenzó a vestirse con un poco de prisa.

Hermione solo lo observó, estando de pie y desnuda en medio de la sala. Con pasos débiles y tristes,ella se acercó a la mesa ratona, dónde minutos antes Remus la había tomado desaforadamente. Allí se sentó, con sus rodillas juntas y abrazándose a si misma.

Mientras él buscaba sus zapatos, Hermione encontró en el suelo su conjunto de ropa interior, reducido a un montón de tiras de tela de encaje, ella lo tomó con una mano y lo luego lo dejó caer en el suelo otra vez.

— Pero tu pantalón ,y tu camisa, están intactos.— se defendió Remus, que la había estado observando con disimulo.

Ella le sonrió y negó con su cabeza, él le devolvió la sonrisa, pero luego bajó su mirada...

— Voy a buscar el resto de mí ropa...— le dijo Remus mientras se dirigía a las escaleras.

— Está bien...— le respondió Hermione con una sonrisa triste.

Él se detuvo y le dió un beso en los labios. Ella le correspondió el beso con suavidad.

Y Remus no pudo evitar acariciar su rostro con dulzura, mientras la besaba y luego de romper ese tierno beso, le dijo:

— Te amo mucho, Hermione.

— Yo también, Remus.

Él le dió un último beso y abandonó la sala para subir las escaleras y dirigirse al dormitorio que ambos compartían...

— ¡¿ Qué haces, estúpido?! — le dijo Lunático en su interior.

Me voy para protegerla— le respondía internamente a su Lobo.

—¿ La abandonas después de haberla tomado?..., " Que compañero ejemplar eres"— soltó con gran ironía el lobo.

Cállate, ¡ No la estoy abandonado! ¡ Jamás vuelvas a decir eso!. Volveré en la mañana, así no tenga fuerzas ni para estar de pie. Y ya te dije que lo hago para protegerla de ti...

— ¡¿ A quién quieres engañar?!, Somos las dos partes de un mismo ser. ¿ De verdad creíste que te puedes engañar a ti mismo?, Pobre tonto humano... Tú no te vas porque la quieres proteger... , Te vas porque la quieres para ti solo, y no la quieres compartir ni contigo mismo...

Lunático había dicho varias verdades en su interior, pero Remus no se lo admitiría.

En realidad...— empezó respondiendo internamente— ,no tengo la seguridad de que no le vayas a hacer daño, Lunático. Por lo tanto, iré al acantilado me quedaré en la cueva de siempre y regresaré en la mañana, y nada me hará cambiar de decisión...

Mientras Remus rebuscaba en su viejo armario algo de ropa harapienta que ponerse, Escuchó como Lunático rugía:

¡¡No es justo!!. ¡ Tú la poseíste tantas veces! ¡ Yo también quiero tenerla! ¡ Ella también me pertenece! No quiero ser solo un espectador de como la disfrutas tú solo...

Remus lo ignoró rotundamente, mientras encontraba en el bolsillo delantero del pantalón que llevaba puesto, el regalo que le había comprado a su esposa.

¡Humano egoísta! ¡ Ella es mía también!— continuaba rugiendo el feroz animal en su interior— Si vas a los acantilados, me lanzaré desde lo más alto para que te duela todo en la mañana...

Qué estupidez tienes, Lunático. Si haces eso ,¡acabaremos muertos los dos!,¡idiota!. — le respondió internamente Remus.

Arrrggh, ¡ El idiota eres tú!— rugió y se removió con violencia, alborotado y furioso.

Remus lo ignoró, a pesar de que sabía de lo indomable que estaba no le interesó aquietarlo.

Él abrió la elegante caja forrada en terciopelo que guardaba el regalo de su esposa, y lo contempló, mientras Lunático le dedicaba los mejores insultos de su extenso repertorio.

No le había alcanzado para comprarle un collar Hecho enteramente de perlas, en vez de eso le había comprado una gargantilla muy simple, pero bellísima, formada por una fina cadena dorada de la que pendía una única perla natural de color rosado. De las mismas que había visto resplandecer en el escaparate de cristal.

Esperaba que a Hermione le gustara...

De pronto el escándalo que Lunático estaba haciendo ,cesó abruptamente. Él estaba olfateando algo, muy gustoso de percibirlo...

— Ese olor...— dijo en su interior— La deliciosa viene para acá...

Lunático se agitó de alegría y Remus se puso nervioso.

Él escondió rápidamente el regalo en el armario de su ropa. Quería que fuera una sorpresa y de no ser por Lunático, por poco lo descubrían...

Hermione estaba parada en el dintel de la puerta, recargándose allí con los brazos cruzados.

Remus sabía que ella se estaba allí , mirándolo, pero él fingió que buscaba algo en el armario y que no la había percibido...

— Remus...— le llamó ella desde la puerta.

— ¿ Sí, amor?...— respondió él, fingiendo que buscaba ropa— No te escuché llegar, ¿ Hace mucho que estás ahí?.

— No, acabo de llegar. Vine porque escuché gritos y rugidos.

— ¿ Gritos?— preguntó él, girando su cabeza para mirarla por primera vez desde que ella había aparecido.

Hermione traía puesta la camisa de Remus. Le quedaba como un vestido,que le cubría hasta la mitad de sus níveos y cremosos muslos.

A Remus casi se le caía la mandíbula al piso, cuando la vió vistiendo su camisa... , Definitivamente a ella le quedaba mejor...

—¿ Esa es mi camisa?— preguntó aún sabiendo la respuesta.

— Sí, no tenía muchas ganas de vestirme... Así que me puse tu camisa.— le respondió ella con una despreocupación muy llamativa en ella.— Como ves..., Me cubre bastante bien.

La castaña dió un giro para que él la mirara de pies a cabeza. Algo que Remus no demoró en hacer...

La expresión juguetona en el rostro de Hermione,lo alertó. Debía irse de casa cuánto antes o terminaría cayendo en la trampa que seguramente ella le estaba tendiendo.

Hermione ingresó en la habitación, con su caminar felino y elegante, llevándose intencionalmente la mirada de su esposo. Se sentó en la cama y apoyó sus manos en ella, mientras cruzaba sus piernas muy seductoramente.

Remus solo la miraba... , Su lobo interior estaba enloquecido, golpeándose contra las paredes de su mente, a punto de quebrar su juicio.

— ¿ Pasa algo?— le preguntó ella con total descaro.

— No— respondió él de inmediato, mientras dentro de sus pantalones empezaba a crecer un doloroso bulto— Am... Estoy buscando... Em... Una camisa vieja...

— Oh...¿ Querías esta camisa?— fingió inocencia Hermione.— ¿ Quieres que me la quite?

— ¡ No! — le dijo Remus, temblando, encontrándose a si mismo en los límites de su cordura— Quédatela, te queda genial... Te queda mejor que a mí...

Remus se giró hacía el armario para continuar buscando algo que ponerse para poder salir, como se encontraba de espaldas a ella, no pudo ver que Hermione sonreía de lado con picardía.

La castaña dió un suspiro sugestivo, haciendo que Remus volteara para mirarla.

Ella estaba recostada en la cama con sus piernas flexionadas y de no ser por eso, le estaría brindando una perfecta vista a Remus de su zona más íntima.

— ¿ Qué...— él carraspeó con la garganta seca, y continuó con su pregunta— ¿ Qué tienes, Mione?.

— Aburrimiento...— le respondió ella mientras hacía una expresión infantil

— ¿ Estás aburrida?— le preguntó él, con sus piernas temblando.— Y yo...¿ Puedo hacer algo para quitarte ese aburrimiento?.

Ella se sentó en la cama, impidiéndole que continuara mirando lo que ella le sugería.

— No, amor. Está bien, tú te tienes que ir antes de que anochecezca... No te preocupes, Ya encontraré algo que hacer, puedo leer— ella tenía sus piernas cruzadas y las movía de un lado a otro mientras hablaba con él— o puedo preparar algo para beber, un té con miel talvez o simplemente acostarme a dormir...

Remus asintió con la cabeza y con una sonrisa nerviosa en su rostro, se dió media vuelta para dejar de mirarla con la excusa de continuar buscando...

— Desnuda...— completó finalmente la frase, Hermione.

— ¡¿ Qué ?!— exclamó Remus girando bruscamente.

— Nada.— mintió la castaña— ¡Ya sé!, me prepararé un rico té de manzanilla y leeré en la cama,¡sí, eso haré!.

Hermione se levantó de la cama de un respingo y se dirigió hasta la puerta, contoneando sus caderas.

Remus la abrazó desde atrás, reteniéndola, sujetándola por sus bamboleántes caderas, con la respiración agitada y su mirada oscurecida.

— Yo... — empezó diciendo el licantropo— yo te prepararé el té, tú quédate aquí... Ya regreso...

— Ay, no,... Remus, no quiero demorarte... No— le dijo con una voz suave y sugestiva.

¡Sí!— rugieron él y lunático en simultáneo, mientras Remus la atraía de las caderas y le apoyaba su erección en el trasero, algo que a Hermione le encantó sentir ( Ella estaba logrando su objetivo)

— Es decir... ,Quiero decir...— dijo agitado su esposo— Que solo demoraré unos minutos... No tardaré nada, enseguida te lo daré, ¡No!... Te lo traeré, te lo traeré...

La respiración agitada de Remus y su voz ronca le hicieron saber la fragilidad de su voluntad. Y eso le hizo sentirse triunfal, pero no lo demostró. Ella Continuó con su juego...

— Ya regreso, gatita... ¡Mione!— se corrigió rápidamente Remus.

— Está bien, te esperaré... en la cama.

Remus se separó de ella con rapidez, tragó en seco, se revolvió un poco los cabellos, luego sacó cualquier remera que tenía en el armario y salió del dormitorio raudamente, mientras terminaba de vestirse de camino a la cocina.

Al quedarse sola, Hermione se sentó en la cama y dijo en voz baja y con una sonrisa ganadora:

— Tú no te vas ir a ningún lugar, lobito mío...

Con velocidad, Remus bajaba los escalones de la escalera, tratando de aquietar su "ímpetu".

Raudamente atravesó el pasillo de la casa,e ingresó en la cocina como un loco huracán. Por momentos no sabía si era Lunático o si era él mismo quien se estaba revolviéndo internamente. Probablemente, eran ambos unificándose como nunca antes había sucedido...

— La tetera... ¡Sí, eso necesito!...— se decía a si mismo el perturbado licantropo, mientras tomaba la tetera de la alacena— Que buena idea tuvo mí Hermione... Un té me calmará, sí...— quiso autoconvencerse.

Remus tomó la tetera y la llenó de agua del grifo. Luego tomó su varita encendió la estufa, dónde depositó la tetera y se dispuso a esperar a que hirviera con sus manos apoyadas en la encimera, respirando profundamente para "relajar" cierta parte de su cuerpo.

Luego de calmarse un poco, miró el reloj de pared de la cocina, eran las 7:00 p.m.

Remus se asomó a la ventana de la cocina y corrió las cortinas para ver el horizonte. El sol estaba comenzando a ocultarse soltando sus últimos rayos dorados,para empezar a soltar los de color naranja rojizo.

—¿ Qué estoy haciendo?... — se dijo a sí mismo, mientras dejaba caer la cortina— Ya Debería irme... ¡Y estoy aquí!, preparando el té... Consintiéndola... ¡Aaaggh! Ella me enloquece...

La tetera comenzó a silbar chillona ,soltando vapor enérgicamente.

Remus se apresuró a sacarla de la estufa y la depositó en la encimera.

— Solo tomaré una taza con mí esposa y luego... ¡ Me iré, lo juro!— negoció consigo mismo el licantropo.

Buscó como un enajenado la caja de té de manzanilla y la miel que Romulus les había regalado; Finalmente los encontró,pero Con ayuda de magia. Estaba tan fuera de control ,que había olvidado por un escaso momento que podía usar magia.

Preparó el té con algo de torpeza y luego hizo levitar las tazas con sus respectivos platillos, para llevárlas a la habitación.

Cuando entró al dormitorio, la encontró recostada boca abajo, sosteniéndose sobre sus codos, mientras leía un libro, moviendo de forma juguetona sus cremosas piernas.

— Merlín,... Ayúdame...— soltó Remus, con una gota de sudor resbalando por su frente.

Hermione levantó su mirada hacia él y le dedicó una sonrisa encantadora, de esas que solo se las reservaba para él.

— ¡ Qué lindo eres, Remus!. Gracias.

Él se sonrojó y con el rostro de un perfecto bobo, guardó su varita y asió con sus manos ambas tazas. Una de ellas se la entregó a su castaña, y se sentó a su lado en la cama... Un poco alejado, por si acaso.

— Tú eres linda...— le dijo Remus con un sonrojo gracioso en las mejillas.

Ella le sonrió y después de probar el té,volvió a dedicarle un halago a su esposo.

— Mmmm, Remus...— a él se le agolparon tantas imágenes eróticas en su cabeza al escucharla nombrarlo así— Está simplemente delicioso... Eres muy bueno Haciendo el... Té

Él se cruzó de piernas y con una voz nerviosa le respondió, mientras movía rítmicamente el pie que colgaba de la pierna que tenía sostenida sobre su rodilla:

— ¿ Sí?... Q- q-que bueno que ...te gustó ,mí amor. Am... Tomaré el té contigo y luego me iré al acantilado... ,¡Sí!— esto último lo decía más para autoconvencerse que para informarle a su esposa lo que tenía planeado hacer.

— Claro, amor.— le dijo ella colocando su taza en el platillo y luego extendió su mano para acariciarle la mejilla con ternura— Mí iluso amor— completó la castaña en su mente.

Remus le sonrió bobaliconamente cuando su castaña lo acarició así. Ella era tan linda y tan dulce con él..., Y él estaba ahí pensando en cosas libidinosas como un depravado. Se reprochó a sí mismo en su interior.

Continuaron tomando el té mientras escuchaban las olas del mar golpearse violentamente contra las rocas del acantilado( algo muy representativo de lo que ocurría en el interior de Remus).

Él la miraba de reojo furtivamente,esto por supuesto, Hermione lo notó ,e hizo usufructo de esas indiscretas miradas que Remus le lanzaba...

La castaña bebió el té saboreándolo sugestivamente, depositó la taza en el platillo y relamió sus labios lascivamente con la excusa de retirar las gotas de té de sus comisuras.

Remus tenía su boca ligeramente abierta y sin darse cuenta la mano con la que sostenía su taza, comenzó a temblar provocando que la base de la taza repiqueteara contra el platillo ruidosamente.

Hermione giró su rostro hacía él ,y fingiendo desentendimiento, le preguntó:

— ¿ Te sientes bien, Remus?.

— ¡Sí!... ¡Maravilloso!... Es solo que... , Bueno, está anocheciendo y ya sabes que... Eso altera un poco mis nervios...

— Claro...— le dijo su esposa con voz suave.

Ella se levantó de la cama y se dirigió al pequeño escritorio de Remus y allí depositó su taza, luego regresó a la cama,y gateando sobre ella, se acercó hasta él...

Cuando Remus la tuvo Arrodillada a su lado, exclamó sobresaltado:

— ¡ Me tengo que ir!

Remus quiso levantarse de la cama, pero Ella lo jaló de la remera, logrando retenerlo, sentándolo en la cama, nuevamente.

— ¿ A dónde va, profesor?— Hermione soltó esa pregunta en su oído con picardía y lujuria, provocando que Remus temblara y le cayeran gotas de sudor por su frente.

— Hermione...— la nombró en un tembloroso suspiro.

Ella le sonrió, y se apegó a él, estando de rodillas en la cama, mientras Remus temblaba a sentado a su lado.

— ¿ Te vas a ir sin terminar tu té,Remus?—le preguntó ella, rodeando sus hombros con uno de sus brazos y jugando con el cabello lacio y castaño claro de Remus.

— Yo... Tengo algo de prisa, mi amor.— le respondió él, aún sosteniendo la taza con su platillo

— En ese caso..., Termina tu té y luego te vas.— le pidió ella,rozando su barba con los dedos.

— Pero es que...

Hermione aprovechó la debilidad de Remus para continuar con su plan de demorarlo.

— Permíteme...— la castaña tomó la taza de té y muy cariñosamente la acercó a los prominentes labios de su esposo.

Remus la miró un momento algo aturdido por su perfume y por el aroma que siempre percibía cuando olía amortentia. Luego de unos segundos, él aceptó que ella le diera de beber.

Después de que él bebió el primer sorbo ella bajó la taza y lo contempló muy divertida.

Remus estaba sonrojado,y ella nunca lo había visto así...

— ¿ Por qué te incómoda que te diga , que eres lindo?.

— Es que... La verdad, nunca pensé que tú me verías así.

Hermione le dió de beber un poco más y él aceptaba su atención.

— Pues..., Eres muy lindo, Remus...— le dijo ella en el oído, provocando que él casi se atragantara.— ¿ Estás bien ?— le preguntó bajando la taza y depositándola en la mesa de luz de al lado de la cama.

— Sí...— Remus tosió un poco más y luego de calmarse,tomó las manos de Hermione entre las suyas y agregó— Mione, debo irme...

Él besó con frenesí sus manos y luego le acarició el rostro a su provocativa esposa.

— Está bien... , Pero antes de que te vayas... ¿ Puedo pedir una última cosa?.

Remus la miró y dudó por unos instantes...

Sin embargo, la forma en la que ella mordía su labio ,le hizo despojarse de las dudas, y le respondió:

— Lo que tú quieras...

— ¿ Sí?, ¿ Lo que yo quiera?— ella sonrió picarona y al ver que Remus asentía con el rostro de un bobo. Hermione se paró en la cama y dio un pequeño salto, antes de volver a sentarse ,esta vez detrás de Remus.

— ¿ Qué?... ¿ Qué estás haciendo?— le preguntó él muy curioso.

— Como estás nervioso, te voy a dar una masaje para que te vayas muy relajado— la castaña no pudo evitar soltar una picarona risita después de decir aquello.

— Hermione..., Ya no estoy tan seguro de esto...

Ella lo cayó, poniendo su dedo índice encima de sus prominentes labios.

— Tranquilo, esto te va a gustar...

— Precisamente, eso es lo que me preocupa ... ,Que me guste demasiado— se sinceró Remus.

La castaña comenzó masajeandole la espalda por encima de la remera, y al principio Remus estaba rígido y tenso, pero paulatinamente se fue relajado sintiendo que las manos de Hermione le brindaban una maravillosa atención...

Ella le masajeó la nuca, quitándole el dolor que él acumulaba por el cansancio y la tensión, luego bajó por sus hombros y finalmente a su espalda.

— ¿ Te gusta?— le preguntó ella con una sonrisa en su rostro, al notar lo callado que él estaba.

Remus ,solamente respondió:

— Mmh... mmm...

Hermione soltó varias risas al escucharlo tan relajado y algo adormilado.

— Remus...

— ¿ Mmm?— fue lo único que él emitió

— Quítate la remera— le pidió ella con malas intenciones.

— No... , Así está bien...

— Pero, podría estar mejor...

— No, se me hará tarde...— le decía él con su voz relajada.

— Vamos...—le insistió ella cantarinamente.

— No, Mione, no puedo demorarme más...

— Solo será la remera, Remus...— le dijo la castaña y luego besó su cuello.

Remus suspiró del gusto. Ella sabía cómo seducirlo y lo estaba logrando...

Con prisa, Hermione le quitó la remera a su esposo y continuó masajeándolo. Esta vez, la castaña intercalaba sus masajes con suaves besos en su espalda llena de cicatrices, también rozaba las estigmas de las cadenas ya grabadas en la espalda de su esposo, arrancándole un par de jadeos al hacerlo.

Aprovechando la debilidad de Remus, la castaña bajó una de sus manos por su pecho y le acarició las estigmas de esa zona, algo que Remus disfrutó y por eso él no protestó ni se percató de las verdaderas intenciones de su "gatita"...

Ella continuó bajando su mano, siguiendo el vívido camino de las cadenas, hasta llegar a la entrepierna de su esposo.

Remus abrió sus ojos como platos enormes y algo nervioso le dijo:

— ¡ Hermione! ¡¿ Qué?!...— pero no pudo terminar su frase, porque ella le plantó un beso apasionado en los labios, acallando así, hasta su voz de la razón.

— Forma parte del masaje— se excusó ella, hablándole al oído y soltando una risita picarona.

— No..., Hermione. Este masaje ya se salió de control.— Remus sujetó la traviesa mano de su esposa, y evitó que ella continuara.

Se levantó de la cama y estando de pie la observó...

Esos ojos intensos del color del chocolate, lo miraban con deseo y un brillo atrevido que nunca había visto antes en ella.

— ¿ No te gustó?— Hermione hizo un rostro infantil y encantador para él.

Remus tragó en seco, y parpadeó varias veces, luego tomó la taza de té que aún estaba en la mesa de luz y se bebió de un solo trago lo que quedaba de contenido en ella. Y entonces, respondió:

— Me encantó, y lo sabes...— él depositó la taza nuevamente en la mesa de luz— ,pero me debo ir. Así que, no más juegos, amor.

— Entonces... ¿ Ya te vas?— le preguntó Hermione,muy triste al ver que el se colocaba la remera.

— Sí.— respondió tajante.

— ¿ Me abrazas antes de irte?...— le pidió ella,con voz suplicante

Él ladeó su cabeza, y la miró con cierta desconfianza. La suspicacia casi era palpable en los ojos ambarinos del licantropo.

— Ajá ¿Y tú crees que caeré en esa trampa, otra vez?

— No es una trampa, Remus... Solo quiero un abrazo de despedida, solo eso...— Hermione se acercó más a él, arrodillada sobre la cama

— ¿ Solo eso?...— le dijo un poco inseguro.

— Solo eso.— le aseguró su castaña, con el rostro de la inocencia como respaldo de sus palabras.

Él se acercó, y la rodeó entre sus brazos. La aprisionó entre ellos con dulzura, y apoyó su cabeza en su delicado cuello, inhalando el perfume de su piel, escuchándola respirar profundamente.

Hermione acarició su espalda y cerró sus ojos para disfrutar más de las sensaciones cálidas de ese abrazo. Entre suspiros ella le confesó lo que sentía en ese mismo momento:

— De verdad, no quiero que te vayas... Sé que debes irte, y me entristece que no podamos estar juntos cuando esta noche significa muchas cosas para nosotros.— Hermione se separó de él solo para mirarlo a los ojos— Y... Siento que te necesito. Necesito estar contigo.

Todo se desarmó en el interior del licantropo; su voluntad, la prudencia, su determinación. Todo eso se había ido al demonio al ser tocado por esas palabras originadas de la sinceridad de su esposa.

Una tenue caricia recorrió la mejilla pecosa de Hermione, mientras los ojos ambarinos de Remus la veían con dulzura, pero esa ternura mutó en segundos a un sentimiento más impulsivo, más ardoroso.

Ella había pronunciado unas palabras más poderosas que cualquier hechizo,y esas eran: " Te necesito".

Remus la tomó de la cintura y la recostó en la cama con soltura, mientras recibía los besos y caricias que ella le propinaba.

Desprendió los botones de su camisa, que ella la lucía mejor que él, para su apreciación. Abrió la camisa, pero no se la quitó. La contempló unos instantes antes de llevarse uno de sus turgentes pechos a su boca. La castaña se arqueó deseosa, soltando un siseo, seguido de una exhalación lenta.

Él reclamó sus labios, y la besó invasivamente. Siendo correspondido gustosamente por ella.

Las manos de Remus se paseaban en el cuerpo de su hermosa compañera, deseaba sentirla otra vez antes de irse.

Rompió un momento el beso, para mirarla a los ojos, mientras le acariciaba su delicado rostro y apartaba sus cabellos alborotados de su frente.

— Te haré el amor una vez más , y luego me iré. — se juró a si mismo el licántropo— Solo una vez más...

Lentamente se recostó sobre ella, encajando perfectamente. Besándose con pasión, encendiendo nuevamente las llamas de sus corazones y las estigmas de su piel.

Entre besos y caricias, se fueron despojando de sus ropas, Recostados en la cama. Cuando ambos se deshicieron de las barreras de tela que impedían su unión. Comenzaron a amarse sin prisa, como si el anochecer no estuviera asomándose lentamente en el cielo.

Consumiendo las horas del atardecer, haciéndose el amor con lentitud, tratando de demorar lo inevitable...

Remus la llevó contra el respaldo de la cama, dónde la recargó para penetrarla vigorosamente. Hermione se aferró a él con sus piernas, y sujentandose de sus hombros con sus pequeñas manos, receptó cada embestida en su interior,y cada lujuriosa frase que él le decía en el oído como un secreto entre ambos.

Entre gemidos ella le complacía, moviéndose con él, Nombrándolo y sintiéndose presa del descontrol que ambos se provocaban.

Rodaron por la cama, probando posiciones más osadas a un ritmo vertiginoso. Hasta alcanzar la plenitud de sus cuerpos con las respiraciones agitadas.

Recostados y abrazados, cubiertos solo por las sábanas fueron vencidos por el cansancio, después de tenerse mutuamente.

La castaña estaba recostada sobre su lado izquierdo, mirando por la ventana, con sus párpados pesados y ralentizados. Remus se encontraba recostado detrás de ella, besando su cuello desnudo y aferrándose a su cintura. Cansado después de toda la energía que habían derrochado en esa cama.

Él besó la espalda de su esposa, antes de descansar su cabeza sobre la almohada, necesitaba estar así con ella un poco más, luego se levantaría de la cama, se vestiría y se marcharía. Pero , Remus no notó el momento en que acabó por dormirse con ella, inhalando el embriagador perfume de su piel y aferrándose más a su cintura.

————— o —————

Los rayos de la luna se filtraron por la ventana de la habitación. La misma, estaba en su plenitud, irradiando un aura en tonos azules y celestes, en medio de un cielo pulcro y despejado.

Lentamente, los ojos de la castaña se abrieron. Ella enfocó su vista en la ventana, recostada en su costado derecho, dándole la espalda a su esposo. De pronto, al ver la luna llena, recordó lo que había sucedido horas antes de dormirse con él, recordó que estaba recostado detrás de ella abrazándola por la cintura, el pesado,suave y largo brazo que se enrollaba en su cintura se lo confirmaba. Entonces, a su mente vino una sola palabra: Moony.

Cómo si fuera una respuesta inmediata a su pensamiento. Sintió como algo se removía, inquieto detrás de ella, respirando sonoramente cerca de su oído.

Con los latidos acelerados de su corazón, la joven bajó su vista con lentitud para mirar la pesada extremidad que la sujetaba...

Se encontró con un brazo estilizado, cubierto por un corto pelaje. Era el brazo de Lunático.

Con cautela, la joven quiso zafarse de su agarre. Pero el lobo, al sentir movimientos la asió aún más, pegándola contra su cálido cuerpo.

Hermione ahogó un grito con la palma de su mano. La joven, sentía en su espalda el fuerte calor que el cuerpo de Lunático emanaba, sus respiraciónes perfectamente audibles y el corazón del lobo... Era como escuchar un alocado y violento tamborileo.

Lunático despertó al sentir la agitación de su compañera, sus ojos ambarinos brillaron Hambrientos cuando se encontraron con la espalda desnuda de ella. Paseó sus ojos en Hermione, una y otra vez, se relamió con anticipación. Ansioso, el lobo comenzó a olfatearla y soltó varios quejidos al percibir el aroma inconfundible de su hembra.

Hermione, volteó con lentitud, para encontrarse con los brillantes ojos del lobo. Ella no podía aquietar su respiración. Ya antes había estado cerca de Moony, pero nunca tan cerca ni tampoco tan expuesta como lo estaba en esos momentos.

Ambos desnudos. Humana y licántropo se miraron a los ojos.

—No me harás daño, ¿ Verdad?— dijo temerosa.

Jamás— respondió el lobo en su mente. Con su característica voz ronca.

Al haber sido marcada por Remus, ella había entablado una fuerte conexión con su lobo interior, y como consecuencia de ello, ahora Hermione también podía escucharlo en su mente. Algo a lo que no estaba acostumbrada del todo.

Sin poder evitarlo, Hermione paseó su mirada por el cuerpo de Moony. Él estaba cubierto por un pelaje corto y grisáceo, sus brazos y piernas eran largos, con músculos macizos, fuertes y estilizados. Con sutileza, la castaña posó sus manos en el pecho del lobo y lo acarició con suavidad. Rozando las casi imperceptibles marcas de las cadenas.

Lunático gruñó gustoso, no podía quitar la vista de su compañera. Impulsivamente, él se posicionó sobre ella, sobresaltandola un poco.

El pecho de la joven subía y bajaba con rapidez. Lunático respiraba sobre su abdomen, haciendo que el aire caliente que soltaba la acariciara. Con urgencia, el lobo descendió, olfateandola hasta llegar al lugar que deseaba invadir.

La castaña no podía moverse, no sabía si el pánico la había apresado o si la curiosidad era en realidad la que la había inmovilizado. De cualquier modo, ella se dejó hacer...

Deseoso de reclamar lo que era suyo, Lunático lamió la intimidad de su compañera. La probó hambriento, invadiéndola con urgencia, soltando gruñidos del gusto. El sabor de la joven, era una delicia para él...

La castaña, solo podía soltar gemidos llenos de sugestividad. Ella ignoraba que podía emitir tales gemidos, trataba de contenerse, pero No podía evitarlo, Lunático la estaba enloqueciendo. Instintivamente, abrió más sus piernas, dándole más acceso a su animal pareja, mostrándose completamente entregada a él.

Lo cuál, Lunático aprovechó sin detenerse un momento. Asiendola por los muslos, invadió con su lengua el interior de su compañera, con mayor avidez...

— Lunático...— lo nombró entre jadeos, la castaña.

Se sentía excitada y sucia, por estar con la forma animal de su esposo.

Como un latigazo fuerte y violento, el cuerpo de la joven, fue sacudido por el orgasmo que Moony le había provocado.

Soltando un quejido lastimero, el lobo, la bebió con fruicion. Deseando más de ella.

Incorporándose sobre sus extremidades inferiores,el lobo la observó. Ella estaba recostada sobre el colchón, respirando agitada, con sus cabellos revueltos y esparcidos sobre la almohada, desarmada frente a sus ojos ambarinos y predadores.

La joven lentamente se incorporó en la cama, después de haberse recuperado de la intrusión de Lunático.

Se acercó a Moony, gateando hasta él. La mirada hambrienta del lobo no la perdían de vista.

Con delicadeza, Hermione se irguió sobre sus rodillas frente a él, posó sus manos en los marcados deltoides de Lunático. Sintió como él la tocaba con sus tortuosas manos con las garras retraídas.

Suavemente, la joven paseó su mano por el temible y alargado rostro de su pareja, lo acarició de forma descendente, acarició el largo cuello del lobo. Causando que él, la asiera con más fuerza de las caderas. Hermione soltó un leve gemido, por causa de ese movimiento brusco.

— No me muerdas.— le ordenó ella, en un tono imperativo.

No lo haré— respondió sumiso el lobo.

La voz ronca y profunda del lobo, Resonaban en la mente de la castaña. Con audacia, Hermione se subió a horcajadas sobre el lobo. Este la sujetó sin esfuerzo alguno con sus largos brazos.

Impulsada por una imperante osadía y una necesidad de completar la unión con el lado bestial de su esposo, la parte de Remus a la que también pertenecía...

Hermione llevó sus pequeñas manos al largo miembro del lobo y lo masajeó. Lunático jadeaba y echaba su cabeza hacia atrás al recibir esas caricias por primera vez en toda su existencia, sus tortuosas manos la sujetaban con firmeza, mientras ella subía y bajaba sus manos por la descomunal erección del lobo.

La castaña veía lo encantado que estaba Lunático con sus caricias, gruñendo, y jadeando con la boca abierta. Le dió placer al lobo de esa forma hasta que ella deseó complacerlo de una mejor manera...

— Moony— le nombró para llamar su atención, logrando que él lobo enfocara su vista en ella con dificultad— Mírame.

Él obedeció, si había alguien en el mundo que podía domarlo, era esa bella y fogosa criatura que el sujetaba sin el más mínimo esfuerzo entre sus largos brazos.

Sabiendo que él la observaba, ella guió su erecto miembro a su entrada. Lunático se relamió de ver aquello...

Lentamente ella fue penetrándose, escuchando como Lunático daba gruñidos cortos y acelerados.

— Ooohh...— gimió ella al sentirse tan llena de él.

El licántropo aulló de placer,y luego gruñó desesperado al ver que ella cerraba sus ojos y mordía su labio con deseo...

La castaña comenzó a moverse con lentitud, acostumbrándose al grosor del lobo. Su espalda se arqueó levemente y ayudándose con sus piernas, inició un vaivén frenético que encantó a Lunático.

Él no podía hacer otra cosa que gruñir, resoplar, jadear y aullar. Su compañera estaba totalmente expuesta frente a sus oscurecidos ojos, disfrutando de su erección y brindándole un paisaje inolvidable...

Hermione lo montaba con fogosidad, soltando gemidos y jadeos ,Nombrándolo en cada penetración, con sus pechos subiendo y bajando al ritmo que ella misma había impuesto.

Mía... Mía.. Mía.—le escuchaba decir en su mente, con esa característica voz ronca y grave que la hacía estremecer.

La lengua del lobo lamió sus pezones, mientras emitía jadeos lastimeros. Ella tomó el largo rostro de Lunático y lo acarició con ambas manos, mientras él la saboreaba y ella continuaba con ese vaivén enloquecedor para su compañero.

Hermione recorrió con sus manos la ancha espalda del lobo,acariciándolo mientras se movía con él. Las enormes,y ásperas manos de Lunático la tocaban , haciendo que la temperatura de la piel de ambos contrastaran. Él irradiaba mucho calor.

Pronto el lobo deseó hacer lo que su naturaleza le dictaba: tomar el lugar del dominante.

Con firmeza,se aferró a la cintura de su compañera y comenzó a moverse con ella, penetrándola con violencia. Hermione quería ser ella quien dominara la situación, pero las embestidas de Lunático, le nublaron la mente y simplemente se dejó llevar por él, adoptando poco a poco una posición pasiva.

En esos frenéticos movimientos, Hermione sintió como estallaba en su interior un calor abrasante, que la hizo proferir gritos de placer dedicados a esa bestia que la tomaba, dejando arañazos en la ancha espalda de Lunático...

Paulatinamente ella cesó su movimiento de caderas, pero el lobo aún no se sentía satisfecho a diferencia de ella...

Lunático la giró sobre la cama, dejándola boca abajo. La vista que tenía de ella recreó sus oscuros ojos. Tomándola de las caderas hizo que ella se pusiera de rodillas sobre la cama, y que se sostuviera de sus manos, colocándola en una posición encantadora para el lobo...

Él tenía una perfecta vista de su compañera, de su espalda suave y surcada por una roja cadena, de su estrecha cintura y sus redondas y provocativas caderas, pero lo que más deleitaba sus oscuros y salvajes ojos, era la piel suave y rosada de su intimidad. La que él no se saciaba de invadir.

Gimiendo de manera lastimera, Lunático frotó su erección contra la entrada de su compañera. Aulló después de hacerlo...

Hermione respiraba erráticamente. Sabía lo que vendría después de aquel roce...

Él comenzó a penetrarla lentamente,acomodándose con cada movimiento. Al llenarla completamente, el lobo soltó un grave gruñido, estremeciéndola.

Ella sintió como él se movía en su interior sin salir de su cuerpo, emitiendo sonoros jadeos, respirando sobre su espalda.

Así me gusta más...— le dijo la voz grave de Moony que resonó en su mente.

— Debí... imaginarlo...— le respondió su compañera con la voz agitada.

Lo último que ella escuchó fue la risa canina del lobo haciendo eco en su mente. Porque después de eso el la embistió salvajemente, arrancándole a su compañera gemidos agudos y siseos sugestivos.

La cama crujía por las violentas sacudidas y por el peso de plomo que él lobo poseía. El respaldo se golpeaba contra la pared con el mismo ritmo que la pareja de salvajes se unía...

Hermione sintió que no podía más, sus delegados brazos cedieron, dejándola desplomarse en la suavidad del colchón.

Entre jadeos ella le habló al lado animal de su esposo:

— Lunático... No puedo... Más...— el lobo continuaba poseyendola— Siento que moriré de placer...

La risa canina del lobo resonó en la mente de la castaña al igual que su respuesta:

— Me encanta ver cómo disfrutas bajo mí yugo, Gatita...

Hermione se sonrojó muy avergonzada ,y haciendo acopio de sus últimas fuerzas. Apoyó sus dos manos sobre el colchón, y comenzó a golpear sus caderas contra el cuerpo de Lunático, ayudando a qué las embestidas del lobo fueran más profundas, enloqueciéndolo y con la intención de hacerle pagar su Ardiente obsenidad.

Los gruñidos cortos y sucesivos, le hicieron saber que él estaba muy cerca de su satisfacción. Fue entonces cuando ella incrementó su vaivén.

Hipnotizado por los movimientos que su fogosa hembra hacía, le acarició su espalda con una de sus tortuosas manos, mientras que con la otra la sujetaba de la cadera.

Realizando un recorrido descendente con la mano que la acariciaba, para terminar aferrándose también a su cadera, y con fuerza la atrajo, quedándose quieto y sin salir de ella...

Mía...— dijo resonando gravemente en la mente de su hembra. Llenándola de su simiente, desplomándose parcialmente sobre ella.

— Oooohhh... Lunático... Ah...— gimió Hermione mientras sentía en su interior como él la marcaba con su semen.

El lobo apoyó su frente contra la espalda de su compañera, frotándose cariñosamente contra ella. Luego la asió entre sus brazos y rodó en la cama sobre su lomo, dejándola descansar sobre su amplio pecho.

Hermione se acurrucó allí, siendo rodeada por los largos y pesados brazos del lobo. Cobijada por el calor que él irradiaba...

A la mañana siguiente...

Remus despertó lentamente, sintiendo mucho cansancio y dolor en su cuerpo. El dolor era soportable en comparación a otras veces, pero aún así se sentía fatal...

Débilmente se sentó en la cama y observó a su alrededor tratando de recordar lo ocurrido en la noche anterior. Descubrió, al enfocar su vista, que la habitación estaba hecha un desastre...

La cama dónde él estaba sentado, se encontraba destruida y el colchón ni hablar. Tenía rasguidos por todas partes y las plumas que lo rellenaban estaban esparcidas por todo el parquet.

Difusas imágenes de su esposa le golpearon en la memoria, y entonces recordó todo...

Él se había dormido, después de haber hecho el amor con ella, y al despertarse en la medianoche sufrió como siempre su transformación mensual en Moony, intentando advertirle a su esposa que escapara, que se alejara de él, pero por alguna extraña razón. No pudo emitir sonido alguno de su garganta.

Preocupado y al borde de las lágrimas, Remus se levantó de la cama, olvidando que no tenía fuerzas para mantenerse en pie por si mismo y sin ayuda de algún bastón.

Aparatosamente se desplomó en el suelo al querer incorporarse. Con sus lágrimas a punto de derramarlas, asió su pantalón que se encontraba al igual que él en el suelo, y de allí sacó su varita. Con ella se vistió y conjuró un bastón para poder incorporase y bajar las escaleras.

Nunca le había parecido tan largo el trayecto de la habitación, hasta la planta baja de la casa como en ese momento le estaba pareciendo. Solo una persona estaba en su mente: Hermione.

Si existía un Dios, le rogaba que ella estuviera bien, y que por favor, no le hubiese hecho daño...

— ¡ Hermione!— gritó él, mientras bajaba las escaleras con ayuda del bastón, con su corazón a punto de romperse si no la encontraba con vida.— ¡ Hermione!.

Volvió a llamarla con más desesperación que antes y con su voz quebrada. Cuando llegó al final de la escalera, escuchó:

— ¿ Remus?— era ella, y su voz provenía de la cocina.

Apresurado y angustiado se encaramó hacia allí.

Fue la sorpresa más grata de su vida encontrar a Hermione allí, en la cocina. Más radiante que nunca, preparando el "desayuno" ( porque en realidad, el reloj de pared de la cocina, indicaba que ya era el mediodía)

— Hola, dormilón. ¿ Cómo te sientes?— le dijo ella con una sonrisa, mientras colocaba un par de tazas en la mesa con una infusión aromática y caliente— Le envié un mensaje a Romulus por el buzón y me dijo que no te despertara, que era mejor para ti descansar después de... Lo de anoche...

Las mejillas de la castaña se tiñeron del rosado que a Remus le encantaba ver en ella.

El pobre licántropo, apoyó su espalda contra el marco de la puerta mientras la miraba ,y soltó las lágrimas que había contenido desde que había tomado conciencia.

— Oh, Remus... Mí amor ¿ Que tienes?— ella se acercó a él y lo abrazó, lo besó en todo el rostro y como alguna vez él había hecho con ella, bebió sus lágrimas.

Él la abrazo con uno de sus brazos, mientras se sontenía, apoyado en el bastón con el otro. Hundió su nariz entre rizos que ahora estaban delicadamente ordenados y sujetos por hebillas doradas.

— Dime qué no te hice daño... No puedo vivir sin ti...— le dijo con los nervios aturdiéndolo y la voz quebrada por el llanto.

— Estoy bien, Remus. Mírame.— ella le tomó el rostro con ambas manos— Mírame. Estoy bien y no me hiciste daño. Jamás me harías daño.

Él sollozaba cómo ella nunca le había visto antes. Jamás lo había visto llorar. Lo tomó de la mano y lo llevó a sentarse a la mesa.

— Ven. Vamos a desayunar— le ayudó a sentarse y le acercó una taza de café muy aromático— Sé que deberíamos almorzar a esta hora, pero no pensé que dormirías tanto y no quise despertarte. Te veías tan tierno y lindo durmiendo.

La delicada mano de Hermione le acarició el rostro. Y él cerró sus ojos para sentirla mejor.

— Bebe el café, antes de que se enfríe. Le puse miel, espero que te guste— ella se levantó de la silla y se dirigió a la estufa de la cocina donde preparaba algo.— Ya tengo casi todo listo, amor.

Remus pestañeaba consecutivamente mientras la veía, estaba aliviado, en shock,pero aliviado...

La castaña regresó a la mesa con un par de platos y una canasta de mimbre con tostadas. Sirvió frente a sus llorosos ojos el típico desayuno con tocino y huevos poché.

— No soy buena cocinando, pero está vez no quemé nada.— ella le sonrió dulcemente.

Y ese gesto tranquilizó y desvaneció el dolor que Remus había sentido minutos antes.

— Yo... Creí que...— quiso explicar con sus ojos hinchados.

Hermione tomó su mano y la besó, luego de eso ella le respondió:

— Nada malo sucedió anoche,y estoy bien. Lo que sucedió anoche fue hermoso, Remus, y no hay nada de lo que me arrepienta— la mano libre de Hermione le acariciaba tiernamente el rostro, mientras le dedicaba aquellas palabras— Ahora, come que seguro debes estar famélico, al igual que yo...

Hermione soltó una risa, y tomó una tostada , la untó con pan de laver y la mordisqueó.

— No sé si podré comer...— le dijo Remus cabizbajo, pero al sentir el olor de la comida que su castaña le había preparado. Sus tripas rugieron más fuertes que Lunático, contradiciendo sus palabras y haciendo reír a su bella esposa.

— Pues tu estómago dice lo contrario...— Hermione se rió un poco más y luego agregó parafraseando a su esposo— Vamos, come. Tú lo haz dicho: "come, te sentirás mejor".

Remus comenzó a comer y aunque era un desayuno muy simple. Le pareció el mejor que había probado en su vida.

Ella le sonrió, al tiempo que masticaba su tostada. Y mientras le veía comer, le relató lo que había hecho mientras él dormía:

— Como tú estabas dormido, y no encontré nada decente que preparar. Salí de casa está mañana y me fui hasta el pueblito que está muy cerca de aquí.

—¡¿ Tú sola?!— le preguntó asombrado.

— Sí, me dí cuenta de que es un pueblo muy pequeño ,y que difícilmente me perdería. De igual modo utilice un hechizo "marcador" para regresar a casa. Me divertí mucho en el pueblo. ¡Hay tantas tiendas de productos artesanales!. Compré varias cosas, así que las alacenas están llenas. También compré mucho pan de laver, espero que no te moleste...

La castaña sabía que ese no era el bocadillo predilecto de su esposo...

— No, mí amor. No me molesta— le respondió mientras tomaba su mano.

Y cómo iba a molestarle, si estaba tan feliz de verla íntegra, que era capaz de comer pan de laver el día entero sin importar que lo odiaba.

Ella sonrió cariñosamente, le dió un casto beso en los labios y continuaron desayunando.

Literalmente, él se devoró todo lo que había en su plato, y al percatarse de que Hermione lo observaba con una sonrisa picarona mientras bebía de su café. Él se sonrojó avergonzado...

Hermione tomó su plato y guiñandole un ojo le dijo:

— No te preocupes, amor. Compré bastante, Romulus me dijo cuánto comes después de cada luna llena. Enseguida te preparo más.

Ella se dirigió a la estufa nuevamente, mientras Remus la observaba hipnotizado, sentado a la mesa de la cocina. Ignorando que pronto, ellos recibirían una grata e inesperada visita...