16.
Tobirama vio partir a su hermano, notando su gran emoción y alegría. Él mismo también partió, dejando el cuidado del clan a Tou-san, uno de los generales más veteranos. Tenía asuntos que atender… Ya no pensaba dejar que esa situación se alargara más en el tiempo.
Su hermano y el maldito puercoespín estarían muy ocupados, porque estaba seguro que su mayor, tan atontado y bonachón como era, buscaría llegar a algún estúpido acuerdo para que nadie se viera perjudicado en esa unión rara que les había preparado el destino. Si es que se lo veía venir… Hashirama era capaz de hasta renunciar él para que los otros dos pudieran enlazarse, para que Minato no sufriera en ese celo y para que Madara tuviera su capricho. ¡Que estúpido era su hermano! Siempre mirando por los demás, incluso por los enemigos. Cuando con su increíble poder y chakra podría tenerlos a todos a sus pies… Joder si haría tiempo que podría haber derrotado al Uchiha y haberlo humillado. Pero no, "Madara es mi amigo" le decía siempre, "sigue siendo mi amigo, pero tiene responsabilidades con su clan y por eso siguen luchando contra nosotros"… Demasiado bueno para este mundo cruel de ninjas y guerras.
Llegó a su destino y prestó especial atención a chakras cercanos o que se mantuvieran alerta para proteger su territorio. Por suerte era mejor shinobi detector que esos del abanico, también más astuto y experimentado en infiltrarse, por no hablar de su rapidez. En menos de 10 segundos ya estaba dentro de esas murallas y esquivando con facilidad ninjas del clan del sharingan.
–Patéticos… En cuanto Madara o Izuna no están…– Eran tan ridículos, ese desorden y poca capacidad cuando nos estaban sus líderes para dirigirlos o marcarles de cerca.
Su olfato y su instinto le llevaron hacia un lugar apartado de la aldea. Algo muy potente le llamaba desde esa casa tan apartada y lejana, y ya sabía que era ese algo. Gimió mientras un torrente de lujuria le recorría con intensidad. Su pene erectándose de forma inmediata y su respiración haciéndose pesada mientras avanzaba directo hacía la casa donde ese incitante, excitante y adictivo aroma le llamaba. Estando un poco más cerca también empezó a captar sonidos, un maullido bajo y profundo le llamaba. Sintió el tirón de su alfa interior, de su lobo respondiendo a esa llamada de su hembra, arañando en la superficie para poder salir. Su hembra le necesitaba, le quería a su lado, encima, cubriéndola con su aroma, su presencia… Montándola una y otra y otra vez, llenándola con su espeso y abundante esperma. Trabándose en su acogedor interior para que nada escapara y se diera la concepción de sus futuras crías. Marcando sus dientes en ese níveo cuello que seguro le ofrecería con descaro.
Con un gruñido necesitado y excitado avanzó hacia la casa y entró, cerrando justo a sus espaldas y trabando la puerta. No deseaba que les interrumpieran, aunque estaba seguro que nadie sería tan estúpido como para entrar en el territorio de una pareja que se estaba apareando. Y si alguien llegaba a atreverse a entrar allí, lo descuartizarían, ese sería el destino de cualquier invasor de su espacio.
Al entrar el fuerte aroma a feromonas le golpeó de lleno, haciendo crecer su parte más instintiva y también causando que su pene se erectara, deseaba a su destinado, le quería ya…
"Mío"
Lo segundo que sintió al entrar y escanear el lugar, fue un cuerpo retorciéndose y unos suaves quejidos de dolor, mezclados con maullidos de celo. El omega, su omega estaba sufriendo mucho dolor.
Soltó un suave gruñido, sacando a su destinado de ese trance doloroso, este giró sobre su estomago y posó sus brillantes ojos negros, profundos, oscuros como una noche sin luna y brillantes por la lujuria en su persona. Le escuchó olfatear con fuerza y al reconocerle lanzar un maullido largo llamándole. Su lobo respondió enseguida, deseando ser liberado, el sudor cayó por su rostro por el esfuerzo de mantener la cordura unos instantes más… Le costaba controlarse. Estaba a punto de caer en esa bruma, ese frenesí sexual y animal. Unas minúsculas tiras de cordura conseguían mantenerle al filo, pero cada vez se estiraban más… Llevaba demasiado tiempo sufriendo sin su omega, sin poder tocar a la que era su hembra, negándosele la unión con ella, el formar una manada propia con su pareja destinada. Pero quería poder mantenerse un rato más consciente, para intentar hablar con el Uchiha que era su destinado, pero éste no estaba… No existía Izuna tal como le conocía. Delante suyo veía a un omega que deseaba unirse a él, al macho que estaba en ese cuarto encerrado con él, el único adecuado para si, el que le marcaba el destino... El macho con el que deseaba aparearse. Y eso Tobirama lo veía en esos ojos, brillando más animales que humanos. Perdido en el dolor y en buscar conseguir saciarse y que le llenaran.
Izuna ahora gateaba hacía él mientras maullaba y liberaba aun de forma más intensa sus feromonas, ese característico aroma que le encendía porque le mostraba lo fértil que estaba el omega y las ganas que tenía de que le llenara el útero con su semen. Olía tan dulce, tan embriagante… Era como una potente droga y él era adicto a esa droga que producía el Uchiha. Y ahí su intento de férreo control se rompió… Izuna desnudo, lubricando esa esencia tan dulce que le empapaba los glúteos y muslos, ofreciéndose a él, su piel sudada y estremeciéndose, maullando en necesidad… Fue demasiado, él también entró en un frenesí sexual causado por el celo, el del omega y el suyo propio que se adelantó a lo que le tocaba, demasiado tiempo conteniendo su sexualidad, siendo célibe e impotente por culpa de la arrogancia y cabezonería de ambos.
Se arrancó la ropa y se lanzó a por el menudo omega, y aunque Izuna era pequeño, también era muy fuerte, pues aguantó su embate y se restregó en su contra sin ceder ni un ápice de terreno a su potencia. No se estuvieron en preámbulos, ninguno de los dos los necesitaba, los dos demasiado excitados, necesitados y deseosos como para perder el tiempo, además que los dos tenían demasiado dolor de llevar tanto tiempo conteniendo sus ganas de ceder ante el destino, los dos necesitaban calmar esa tensión que a cada celo iba a más y más, cada vez causándoles más suplicio, más tormento.
El apareamiento fue salvaje, muy salvaje. Mordidas, arañazos, apretadas en lugares estratégicos, penetraciones, gruñidos, gemidos, maullidos, gritos de placer y de satisfacción… Y cuando terminaban, vuelta a empezar. Tan necesitados que no sentían el cansancio, tan llenos de lujuria contenido por tanto tiempo que llegaban incluso a continuar en esa danza de sus pelvis con su nudo sin deshincharse del todo, sin descanso, sin permitir a sus genitales desunirse. Los dos buscando dominar al otro, marcar el ritmo, contener a su rival en esa danza de apareamiento intensa, dominarle, imponerse, los dos cediendo cuando sucumbían ante tanto placer.
Sus cuerpos recubiertos de semen, sudor, saliva, mordiscos, chupones, lametazos, arañazos, moretones de sujetarse con intensidad. Sus genitales irritados y rojos de tanta fricción, de tanto aparearse sin descanso entre montas… Pero todo y eso eran incapaces de detenerse, no se detuvieron hasta que los tres días de celo del Uchiha no terminaron. Y fue en esa última ronda de intenso sexo que los dos cayeron desmayados, estando pegados por sus enrojecidos e irritados genitales, Tobirama derrumbándose encima de Izuna, éste sin quejarse de tener el Senju allí por haber caído inconsciente justo al llegar a ese último y potente orgasmo. Oh, kami-sama… Como le había llegado a saciar su macho, después de años y años de dolor, por fin había tenido un celo bueno, un celo donde todas sus necesidades fueron saciadas. Y es por eso que incluso en esa inconsciencia en la cual cayó, ronroneó al notar el cuerpo del alfa encima suyo. Satisfecho, saciado, su omega feliz y sintiéndose completo. Tobirama también se sentía en una bruma de felicidad, su alfa era feliz por tener al final a su hembra, era suya. Y de forma automática pues también había perdido el sentido ante tanta actividad sexual sin descanso, abrazo con mayor fuerza a su omega. No lo soltaría. Había tardado demasiado en imponerse a su caprichoso destinado y todo por culpa de la obstinación de su parte racional, pero ahora ya no más…
"Mío… Mi hembra"
…
Ese suave ronroneo era la cosa más dulce, armoniosa y agradable que había escuchado jamás. Sabía que podría volverse adicto a ese sonido.
Lástima que su usuario sólo lo estaba usando de forma instintiva ante su estímulo; por notar el vínculo entre ellos, sus aromas mezclados, el calor corporal compartido piel con piel y si, por estar profundamente dormido. Él hacía unos minutos que había despertado, pero no deseaba moverse y romper la magia del momento. Al despertar lo había hecho con Izuna entre sus brazos, con ese dulce aroma que poseía el omega ahora mezclado con el propio y con el almizcle del sexo compartido durante 3 días sin descanso. Cuando el Uchiha dormía su cara era tan plácida, tan llena de paz… Parecía un niño sin preocupaciones, sin odios, sin maldad… Tan inocente y dulce. Y ese sonido… Era la cosa más bonita que había escuchado en la vida y era para él, aunque el omega lo hiciera de forma inconsciente. Pero todo eso terminaría en cuanto Izuna saliera de su profundo sueño y por las suaves muecas que cruzaban su rostro no tardaría mucho en hacerlo. Su nariz se frunció y olfateó, enseguida esos ojos negros se abrieron cambiando al segundo a ese brillo rojizo peligroso del sharingan. Un siseó se escapó de entre esos labios mientras se apartaba de un salto quedando acuclillado y mirándole extrañado y amenazante. Levantó las manos en son de paz.
–Izuna…
Los ojos del omega se abrieron algo más y un leve rastro de humedad se formó en esas orbes que le miraban.
–¿Cómo te has atrevido? ¡Maldito Senju!– Mientras analizaba su cuerpo y se daba cuenta de que su entrada le dolía, bueno entrada, caderas, muslos, glúteos, lumbares… Y que su cuello también le dolía. Un quejido salió de entre esos labios.
–Izuna… Déjame explicarte, Omega.
–¡Cállate! ¡Cállate maldita sea!– Notó como algo resbalaba de su entrada y al bajar la cabeza vio que era semen. Un lamento que no pudo reprimir al saberse enlazado, anudado y llenado por ese Senju, su alfa. Ahora sus caminos estaban unidos.–¡No tenías derecho a hacerlo!
–Tu me has llamado, tu te has ofrecido a mi…
–¡ESTABA EN CELO IDIOTA! ¿Te crees que puedo controlar mi instinto en ese estado? Eras tu quien NO tenía que venir aquí… Eres tu quien has entrado sin permiso y eres tu quien me has marcado y te has apareado sin que yo lo quisiera. ¡Éste es mi clan, éste es mi hogar, maldita sea!
Apretó los puños con rabia… Sabía que no le dañaría, no podía hacerlo. Su pantera había aceptado al alfa y le había dejado marcarla. Quizás hasta el maldito Senju le había preñado… Levantó la mano dispuesto a pegarle, pero no pudo hacerlo. En cambio señaló hacia la puerta.
–Fuera… ¡FUERA!
–Eres mi…
–¡QUE TE LARGUES AHORA MISMO!– Le empujó con fuerza para echarlo y siguió empujándole enfadado. Su aroma siendo agrio por sentirse obligado por el instinto y traicionado por sus propias emociones y su parte animal.
Aunque Izuna era pequeño, tenía bastante fuerza y sus empujones conseguían moverle. En un primer momento había deseado sujetar al Uchiha que era su hembra para que se calmara y le escuchara, para que dejara de comportarse así y le diera un tiempo, eran pareja ahora y estaba seguro que podían hablarlo con tranquilidad. Pero detuvo sus intenciones al sentir el estado tan afectado, triste y molesto del que ahora era su pareja. Izuna realmente estaba decaído por eso que había sucedido. Frunció el ceño afectado a su vez, le miró por última vez notando el estado de nervios del azabache, un estado en el cual nunca lo había visto en todos esos años en que eran enemigos y lucharon. Aplicó su Hiraishin para marcharse de esa pequeña cabaña, dejando su ropa atrás sabiendo que aunque Izuna se negaba a verlo, necesitaría de su aroma cerca, su ropa desechada en ese lugar le ayudaría a sobrellevar su ausencia.
Apareció desnudo en su cuarto y trabó las puertas antes de tumbarse en el futón. ¿Había hecho mal? Sabía que Izuna valoraba mucho su libertad, el ser omega guerrero y segundo al mando de su clan… Sabía que lo que había hecho sería un fuerte golpe para el orgullo del pequeño Uchiha, que siempre se burlaba de los omegas que servían para calentar la cama de su alfa, cocinarles, parirles crías, obedecer y poco más. Si, Izuna supiera que no deseaba eso de él, si le hubiera dejado explicarse…
Luego de su apareamiento y su extraña relación aceptada por los tres, los días del celo omega habían terminado y era hora de volver a su clan y empezar a pactar esa alianza entre Senju-Uchiha.
–Iré a mi clan. Necesito ver que todos están bien, especialmente quiero ir con Izuna. –Mientras se vestía– Luego iré a veros.
Minato tenía todas sus cosas en el clan Senju, en la casa de su otra pareja alfa, tenía asumido que iría allí… Y la verdad es que no le preocupaba. Los tres eran uno ahora.
–¿Cómo está Izuna? Ya sabes, cuando te fuiste…
–Muy mal… Sus celos son muy dolorosos y ahora nadie puede entrar a satisfacérselos.
–Según la matriarca Senju, eso irá a más… Cada celo será pero que el anterior… Tu hermano es fuerte, pero no se cuanto resistirá. – Dijo Minato que oyó lo explicado por Shio, mientras le apoyaba una mano en el brazo a su alfa azabache.– Te acompañaré.
– Mi hermano cada vez va a peor, sufre igual que el tuyo… He visto como a cada año que se niegan a enlazarse todo empeora.– Le dolía que su hermano sufriera, e imaginaba que a Madara le ocurría igual con Izuna.
–Hablaré con Izuna. No quiero perderlo, es el único hermano que me queda.– Quería mucho a su menor. Agradeció a Minato el que le acompañara con un suave beso.
–Yo lo haré con el mío… Ahora con la alianza podemos conseguir que dejen su testarudez de lado y se unan.
Madara estaba a favor de eso, no quería que Izuna sufriera más, tampoco que terminara muriendo… Se aseguraría de que estuviera dispuesto a abrir su corazón a esa rata albina, a su vez se aseguraría de que la nombrada rata cortejara de forma correcta a su hermano y que se comprometiera a respetar los gustos, forma de vida y decisiones de Izuna. Que fuera su alfa y lo promoviera como tal, no significaba que dejaría que intentara tratar a su menor como esos omegas sometidos. Aunque sabía que Izuna jamás permitiría tal acción sobre su persona, era fuerte, era testarudo y era todo un guerrero muy fiero, como para dejar que un alfa le dominara.
Junto a Minato, Madara saltó de árbol en árbol en dirección al asentamiento de su clan, hubiera ido más rápido yendo solo pues el omega estaba resentido por esos tres intensos días de celo junto a dos machos tan potentes como eran él y Hashirama. Minato era fuerte, pero tanta intensidad y brutalidad empleada en el coito pasaban factura. Madara le observaba de refilón, maravillándose de la fuerza de su rubia pareja, pues no se quejó de su dolor, ni siquiera en su rostro se percibía tal molestia. Sólo lo notabas en ese leve cojear que intentaba disimular y en su postura algo menos recta que normalmente.
Llegaron al clan y sus hombres no preguntaron nada, primero que no tenían derecho a curiosear en la vida de su líder, además podían captar el aroma del omega que le acompañaba mezclado con el fuerte aroma de Madara y un tercer miembro, que reconocían como Hashirama Senju; eso les extrañaba, tres aromas mezclados en ambos shinobis, su líder y el omega rubio.
Nadie había molestado a los Uchiha en su ausencia, eso ya se lo imaginaba. Pero le preocupó que al preguntar donde estaba Izuna, sus hombres compusieran caras de circunstancia y cierto pesar.
–¡Hablad!
–Señor, Izuna-sama no ha salido de la cabaña… Aun. No desea ver a nadie por ahora, ni que nadie entre.– Se mantuvo callado unos segundos más dudando, hasta que su líder le miró amenazador.– Alguien estuvo compartiendo el celo con el segundo líder, la nueva matriarca cuando fue a llevarle alimento confirmó el aroma de un alfa aunque no lo reconoció como a nadie del clan…
Madara salió corriendo dejando a su capitán con la palabra en la boca, corriendo hacia donde su hermano había pasado el celo, decir que estaba preocupado era quedarse corto. Minato miró al shinobi y este continuó, esa era la pareja de su líder.
–Nadie pudo acercarse. Tanto el segundo líder como ese alfa desprendían aromas muy dominantes sobre el territorio, también las feromonas sexuales eran muy potentes… Demasiado fuertes como para que nadie pudiera acercarse sin verse afectado, la misma matriarca tuvo que alejarse enseguida. Cuando fue a avisarnos estaba visiblemente afectada por tanto frenesí en el interior de esa casa…
Minato frunció el ceño, eso podía ser un problema. Izuna solo aceptaría a un alfa en su celo e intentaría matar a todo alfa que no fuera su destinado. Si un alfa lo suficientemente poderoso había entrado e Izuna no había podido terminar con él en su dolor causado por el estro… Ese alfa podría haber abusado de él. El shinobi Uchiha bajó la cabeza.
–Siento que hemos fallado, mi señor… Me merezco cualquier castigo que nuestro gran líder quiera aplicarme, como responsable de la fortaleza era mi deber cuidar de todos en ella.
–Llámame Minato. Habéis hecho bien, aunque a Madara no le guste escucharlo.
Un alfa y un omega compartiendo el celo eran terriblemente territoriales, habrían atacado hasta matar a los invasores. Salió en pos de su alfa, rezando que el alfa que se había colado en el territorio de Izuna fuera su cuñado Tobirama, eso significaría que el apareamiento había sido consentido, que nadie había forzado a aceptar un macho no deseado al omega.
Madara había llegado a la casa y entró en tromba, encontrado a Izuna tumbado dándole la espalda a la puerta.
–Largo…– Dijo sin ánimo al oír la puerta tronar. No se había molestado en oler quien era, ni en intentar percibir su chakra.
–Izu… Hermano– Se acercó un par de pasos de forma cautelosa. Esa maldita rata albina fue el alfa que había estado apareándose con Izuna, olía sus aromas mezclados. Por un lado se alegraba, por un momento había creído que algún alfa poderoso había entrado para forzar a su hermano a aceptar copular con él en ese estado vulnerable causado por el estro… Eso hubiera causado aun mucho más dolor a Izuna. El cuerpo de un omega que conocía quien era su destinado rechazaba con fiereza a los alfas que no fueran el macho designado por el hado, eso les causaba tremendo malestar; vómitos, mucho dolor, rigidez, mareos, desmayos…
Izuna se giró a verle con los ojos rojos y humedecidos, su labio inferior tembló al verle.
–Madara… Me ha marcado– Susurró apesadumbrado. Con Madara era el único que Izuna mostraba la dulzura que aun conservaba en su interior.
Madara fue al lado de su hermano y acarició su brillante pelo azabache. Izuna se tumbó de nuevo, apoyándole la cabeza en sus piernas.
–¿Te ha obligado?– Preguntó sin dejar de acariciar su cabello. Con cuidado descubrió su nuca encontrando el mordisco del alfa, era una mordida limpia y bien sanada. El Senju se había ocupado bien de ella. Eso le causó un suspiró de tranquilidad. Pues demostraba que la rata no había actuado con odio ni rencor contra Izuna, tampoco con intención de dañarle.
La suave negativa de Izuna calmó aun más su inquietud.
–Estaba en celo… Y es mi maldito destinado. Esta claro que mi omega no se negó a nada de lo sucedido…– Izuna abrazó con más fuerza la ropa entre sus brazos de forma inconsciente, ropa que era de Tobirama.
–Oh, Izuna. Esto no tiene porque ser malo, hermano. ¿O, es que ese maldito se fue dejándote aquí tirado?
– Yo le ordené que se marchara. Y si que es algo malo… No tenía porque venir a mi territorio buscándome. Ni montarme, ni marcarme, ni llenarme con su…– Una mueca de molestia y cierto asco se formó en el bello rostro de su menor.
Madara tuvo que contener la pequeña sonrisa que quería formarse en sus labios. Aunque Izuna fuera un temible guerrero y un muy buen segundo líder, firme, directo y tenaz… A veces era algo inocente al no recordar que eso era lo que hacían las parejas de alfas y omegas.
También guardó su sonrisa al verle abrazarse con tanta fuerza a las prendas que por el aroma estaba claro que eran de Senju Tobirama. Eso era otra muestra más de que la rata se preocupaba por el que ahora era su omega. No sólo se había marchado al ver a Izuna afectado por verse enlazados, sino que le había dejado su ropa sabiendo que la necesitaría por su reciente unión y por irse ante esa petición del propio omega.
–Mira como te ha obedecido… No tiene porque ser malo lo que te ha ocurrido. Tu puedes poner firme a ese maldito alfa Senju, demostrarle quien manda y convertirle en un macho obediente.
Izuna soltó un siseo bajo por esas palabras y puso una mueca aun más enfurruñada, mientras maldecía a su alfa. Encima seguro que el muy cabrón había conseguido preñarlo en esa primeras montas que habían tenido durante su celo.
Unos golpecitos en la puerta se escucharon y la cabeza de Minato se asomó por la misma.
–¿Está bi…? – Se calló al ser mirado por ambos hermanos y sonrió con suavidad, estaba claro quien había sido el alfa con el que se apareó Izuna, ese aroma lo delataba.– Siento interrumpir. Madara voy al clan Senju, os dejó para que continuéis hablando.
El asentimiento de Madara fue todo lo que esperó antes de aplicar su Hiraishin, usaría una de las marcas que tenía en la casa de Hashirama para transportarse directamente allí. Encontrando una escena muy parecida a la vivida entre los hermanos Uchiha, pero esta vez con los hermanos Senju. Tobirama se veía realmente afectado por lo que había hecho.
–¿Qué tal en el clan Uchiha?– Preguntó su otro alfa al verle aparecer.
Pero antes de que pudiera responder, Tobirama se había levantado y le miraba nervioso.
–¿Has visto a Izuna? ¿Cómo está? Me siento pésimo por lo que hice, intenté controlarme para hablar con él… Pero su celo era muy intenso, estaba sufriendo y… Mi propio celo llegó al reaccionar por su aroma.
Minato se asombró, nunca había visto en ese estado al férreo Tobirama y sonrió para si, realmente se preocupaba por el omega Uchiha, por mucho que hasta ahora hubiera creído que odiaba a ese clan y a Izuna entre ellos.
–No te preocupes, estaban hablando con Madara. – El sonido de queja de Tobirama no se hizo esperar al oír que Izuna hablaba con su hermano.
–No te hará nada, Tobi-chan– Poniéndole una mano en el hombro para reconfortar y apoyar a su hermano menor.
Éste bufó en molestia.
–No le temo a Madara.– La pareja se miró ante esas palabras, pero decidió guardar silencio.– Si hace falta lucharé contra él, Izuna es mi omega y no permitiré que Madara lo ponga en mi contra.
–No harás nada contra Madara, es nuestra pareja ahora. Y vamos a firmar una alianza con el clan Uchiha.
Tobirama resopló molesto. Que Izuna fuera su omega no significaba que apreciase a todos los Uchiha.
–Basta, hermano. Respetaras esa alianza porque también puede ser beneficiosa para ti y tu relación con el segundo líder Uchiha.
Al día siguiente los dos líderes Uchiha entraron al clan Senju donde fueron bien recibidos. Ningún Senju les trató con recelo, ni levantó armas contra ellos… Todos estaban informados de que ahora su líder tenía una relación con el líder Uchiha. Les saludaron con respeto y les acompañaron a la casa principal, donde las sirvientas habían preparado un copioso desayuno.
Decir que Tobirama estaba ansioso cuando les anunciaron que habían llegado los dos líderes del clan del abanico, sería quedarse corto. Aunque eso no se le notaba… A no ser que le conocieras muy bien, como Hashirama.
Al entrar al comedor, Tobirama pasó por alto Madara y sus ojos fueron atraídos como un imán hacía Izuna. Este no le miró, en ningún momento cruzó miradas con el albino, sino que le rehuyó ignorándole.
–Izuna…– Le llamó con voz suave, tanteando a su pareja.
El único movimiento del Uchiha más bajo fue fruncir el ceño y arrufar un poco la nariz para luego mirar en dirección contraria de donde se encontraba el alfa que ahora era su macho.
–Mi hermano no desea hablar contigo. Sigue cabreado por lo que le hiciste.– Madara se cuadró con firmeza.
–Es mi omega, Uchiha. No te metas… Lo mismo que yo no voy a meterme con éste enlace extraño que tenéis vosotros tres.
–¡Y es mi hermano, rata! Y yo si me voy a meter en lo concerniente a mi hermano menor. Y más si tu, TÚ jodido capullo, te escabulles a nuestro clan y aprovechas su vulnerabilidad para hacerle la maldita marca y copular con él.– El fuerte gruñido de Madara acompañaba sus palabras– Actuaste como un cobarde, en vez de ir de frente y cortejarle como la tradición marca.
–Basta, por favor– Habló conciliador Hashirama.
–No habría actuado así, si Izuna no llevara años despreciando nuestro destino y rechazándome.
Un siseo molesto de parte del omega Uchiha se escuchó.
–Ahora yo soy el culpable de que el gran Senju Tobirama actuara deshonestamente.– Gruñó lo último. Se había contenido para no soltar algo más mordaz.–Porque lo único que importa es lo que él desea.
–No he dicho eso, omega. No pongas palabras falsas en mi boca.– Encarando a su pareja que por fin parecía dignarse a hablarle.– No actúe bien, pero sabes que no pude contenerme.
–No tenías porque acercarte– Izuna cada vez más molesto.
–¡No me dejabas otra opción!
–Podrías haber esperado, rata– Apoyó a su menor en esa discusión. Al estar en una misma relación con Hashirama, la paz estaba asegurada y entonces él mismo habría hablado con Izuna para que cediera un poco… Al menos que se diera la oportunidad de conocer al alfa albino y permitir que éste le cortejara.
–¡No te metas, puerco espín!– Le gruñó al azabache mayor pues lo único que hacía era meterse en algo que sólo era de su omega y suyo.
Minato le puso la mano encima a Madara, un suave toque mientras liberaba su aroma tranquilizador. Madara se relajó visiblemente y se quedó sentado. Hashirama le sonrió agradecido, ese ambiente también le estaba poniendo muy tenso y más al sentir a través del lazo que compartían con el omega a su otra pareja alfa alterada. Tobirama seguía tenso pero se quedó en su sitio y miró a su omega algo dolido por saber lo que pensaba de él y de lo que había sucedido entre ellos. Izuna sólo resopló.
–Vamos por partes y a hablar todo con calma, por favor. Estamos por firmar un acuerdo de paz entre ambos clanes, los Uchiha y los Senju.– Acarició el brazo de su alfa azabache con suavidad y cariño, hasta llegar a su mano y sujetársela mientras entrelazaba sus dedos con Madara. Luego sujetó también la mano de su alfa Senju.– Aunque no os guste, son ellos los que tienen que hablarlo primero y entre ellos. – Remarcó y viendo que su alfa quería intervenir– ¡Chist! Nada de quejarse. Los dos son mayorcitos como para saber arreglarse sin ayuda de sus hermanos mayores.
–De acuerdo, Minato– Apoyó Hashirama estando de acuerdo. Tanto su hermano como Izuna eran fuertes guerreros y segundos al mando en su clan, estaban acostumbrados a lidiar con problemas y conflictos y buscar soluciones.
–Tsk…– Sus labios se torcieron en una mueca molesta, para al final después de mirar a su ofendido hermanito menor, asentir en acuerdo.
Tras muchas deliberaciones ese día nació Konoha, una aldea formada por esos dos clanes.
–¡Para empezar!– Había hablado Hashirama con emoción en la voz.– Seguro que pronto se unen otros clanes menores que desean no seguir matando, ni muriendo en vano.
Ese día se decidió que Hashirama Senju sería el líder de esa nueva aldea.
–Yo no tengo paciencia para estupideces…– Había añadido Madara. Y en el fondo sabía que al ser él el alfa líder de ese trio con Minato y Hashirama, su opinión sería muy tenida en consideración. Algo así como un líder en las sombras y sin tener que aguantar a patéticos que le vinieran llorando por tonterías.
Aunque los de esa sala serían sus consejeros y personas de confianza.
–Porque alguien como tu, hermano, necesita que le controlen para no estropearlo todo.– Añadió el albino, que aunque molesto por ser ignorado por su pareja y por tener que esperar para intentar hablar con él, le resultaba imposible no centrarse en el tema que en esos momentos les tomaba importancia.
Hashirama puso un puchero antes de irse a una esquina, agacharse, rodearse las piernas y ser rodeado por un aura lila de depresión. Minato rio con suavidad al verle, Tobirama rodó los ojos, Madara resopló hastiado por ese comportamiento tonto que en el fondo le divertía demasiado e Izuna se quedó asombrado de ver comportarse al que era considerado el dios de los shinobis como niño haciendo rabieta silenciosa.
–Se le pasara en unos segundos. Tal como viene, se va.– Sonrió amigable el Namikaze explicándole la situación a su cuñado.
E Izuna no pudo evitar pensar que eso era algo muy tonto, aunque al igual que a su hermano le causó gracia. En el sentido que se podía reír del poderoso moreno.
El nombre de esa aldea que fundarían era claro…
–Se llamará Konoha– Adjudicó Madara.
–¡Me encanta!– Salió de su estado depresivo el alfa Senju con la emoción pintada en su rostro– ¿Cómo se te ha ocurrido?
Todos los presentes le miraron sin poderse creer que preguntara tal tontería, incluso Izuna que era el que menos contacto había tenido con el omega de su hermano sabía de que iba el asunto.
–¿Siempre es así de… "despistado"?– Le preguntó a su mayor en susurros.
–Si– Respondió el albino antes de que Madara pudiera contestar. Tenía buen oído, todos lo tenían en realidad.
–Lo siento… Lo siento… Ya no me acordaba… Jejejeje es la emoción de todo esto.– Se disculpaba mientras rascaba su nuca y mostraba una sonrisa bochornosa.– Si que te escucho Minato pero la emoción me ha vencido.
Le aclaró a su pareja omega para que no creyera que no estaba al pendiente de lo que hacía o decía. En un principio le había costado entender porque su cuñado le susurraba eso a su pareja alfa, pero al ver el rostro de su rubio le llegó todo a la memoria. Minato venía del futuro, de Konoha… Su aldea, o la que sería su futura aldea.
Pues ya tenían tratado, emplazamiento perfecto para Konoha, el nombre de la misma, como sería gobernada y sólo faltaría añadir un par de cosas más, pues los dos omegas en la reunión no pensaban tolerar que su genero y las mujeres beta, fueran tratadas como ciudadanos de segunda. Ninguno de los alfas presentes tuvo queja de lo expuesto por los omegas Izuna Uchiha y Minato Namikaze. Si hasta Tobirama Senju, para grata sorpresa del omega azabache que se lo miró asombrado.
–No soy como crees… Pero te niegas a escucharme, Izuna.– Le dijo de forma suave al ver el desconcierto pasmado en ese atractivo rostro.
Era cierto que durante sus peleas había despreciado a Izuna… Pero eso fue primero por rabia y molestia contra un enemigo, hasta que descubrió que ese era su destinado. Desde entonces el motivo era por despecho, aunque también seguía molesto. Quería hacerle pagar a ese omega engreído y arrogante el que él sufriera de impotencia y por mantenerle en abstinencia, pues no podría tocar a nadie que no fuera el Uchiha.
Por toda respuesta el pequeño azabache, volvió a girarle el rostro con el entrecejo fruncido. Se negaba a dejarle hablar, se sentía molesto con el alfa Senju por como había actuado con él. Por marcarle sin cortejarle de forma apropiada, por anudar en él… Joder había unido sus vidas mientras vivieran, y eso por no hablar que seguro le había preñado. Y todo eso sin preguntarle, ni dejarle escoger lo que racionalmente deseaba. Se sentía herido y atacado su orgullo. Y aun más al saber como le necesitaba al ser su alfa y estar enlazados, deseaba su olor a su alrededor, su cuerpo abrazándole, compartir caricias y mimos, restregarse con el alto albino para impregnarse de ese fuerte, varonil y agradable aroma. Y todo por culpa de que ahora eran uno, alfa y omega… Omega y alfa. Una manada. Por muy fuerte que fuera, por muy fuerte que se considerara… Lo necesitaba a su lado, sintiéndole, oliéndole, tocándole… Era algo intrínseco a su unión y su naturaleza. Lo mismo que el alfa necesitaba estar con su omega, tenerlo al lado, proveer por él, cuidarle, protegerle… Y contra esos instintos no se podía pelear, por mucho que lo intentara. Le miró disimuladamente, grabándose en su mente el rastro de aroma que le llegaba del albino, su recto y atractivo perfil. Su omega tenía ganas de maullar llamando a su alfa, él tenía ganas de obligar al albino a que le rodeara con sus brazos y le ofreciera consuelo mientras le decía que todo iría bien, que las cosas entre ellos funcionarían. Sacudió su cabeza y se levantó.
– La reunión ya ha concluido, me voy a casa hermano.– Se giró hacia la puerta. Necesitaba salir de allí antes de cometer alguna locura.
–Izuna– Se levantó presuroso– Tenemos que hablar, omega.
–¡No! No quiero hablar… Y no me sigas, Senju.– Miró por encima de su hombro. No quería mirarle, no podía mirarle porque sino caería en sus deseos– No estoy listo para hablar contigo.
Hashirama sujetó a su hermano, mientras Madara le gruñía.
–Déjale espacio.
–No te metas…
–Tobi, por favor. Haz caso, nadie conoce a Izuna mejor que Mady.
–No me llames así, Hashirama.–Luego miró al albino– Mira rata… Si por mi fuera te caparía, pero eres el alfa de mi hermano por mucho que me cabree como actuaste, no me voy a meter de nuevo en eso.–Quería demasiado a Izuna como para permitir que viviera una vida de sufrimiento como la que estaba teniendo por su cabezonería. Eso, aunque el maldito alfa albino había actuado como un patán, era lo mejor que le podía haber sucedido a su hermano.– Deja que se mentalice para aceptar que le marcaste y ahora estáis unidos, es terco pero también listo y de buen corazón.
A Tobirama no le quedó más remedio que aceptar la palabra de Madara, que era respaldada por su hermano y por el omega de ambos.
–Cuando tienes una expectativas y una vida en mente, que de pronto todo cambie es difícil de aceptar. Créeme he pasado por eso Tobirama-san.– Le aseguró Minato con una sonrisa de comprensión en su rostro.–Como te han dicho, lo mejor es que le des tiempo y algo de espacio. Aunque quizás podrías demostrarle que te importa, cortéjale… Aunque ya estéis enlazados. Demuestra que quieres hacer las cosas bien, que le respetas.
Asintió. Le daría tiempo a Izuna y de paso empezaría a cortejarle con objetos que seguro le atraían y de paso demostrarían que le respetaba.
CONTINUARÁ...
Esta historia está llegando a su fin. Último capitulo en breve.
