Various Storms and Saints

By: viridianatnight


Capítulo 11


Los números regresaron. Con sólo una botella y la interacción más extraña de su vida el día de ayer con Draco, recurrió a contar de nuevo. Contó el número de respiraciones que tomó mientras se vestía. Cuántos libros puso en su mochila (la respuesta fue siete); cuántos pasos tomó para llegar desde su dormitorio a la puerta del retrato (veinticuatro).

Contó cuántas veces había besado a otra persona. El primero fue cuando tenía cuatro años con su amigo de la infancia: Daniel Peckherdst. No fue hasta una década después que besó a Viktor Krum, no fue tan bueno. Puede o no haber compartido algunos besos descarados con Dean Thomas. Estuvo feliz de ayudarlo a solidificar su orientación, aunque todavía pasó un año más o menos antes de que confesara su amor eterno por Seamus Finnigan. Entonces por supuesto, Ron. Luego Ron de nuevo. Ron, Ron, Ron, Ron, Ron.

Y de repente, Draco.

Ron.

Draco.

En total, fueron exactamente catorce besos. Pero ella sólo pensó en uno: uno, una y otra vez; uno, contra las estanterías; uno, con las manos en sus muslos; uno, con las piernas envueltas alrededor de él; uno, sabor a menta.

Levantó la vista de sus zapatos al entrar en el Gran Comedor. Uno, uno, uno. Se sentó al lado de Ron, que estaba ocupado riendo con Seamus y Dean. Hermione tomó un panecillo junto con una copa de sidra.

—Hola, Mione. —dijo Ron, dándole un beso en la mejilla.

Ese no contó.

—Buenos días. —murmuró, tomando un bocado de su panecillo de nuez y plátano, su favorito.

Uno, un par de labios increíblemente suaves.

Hermione levantó la vista de su panecillo cuando Neville se sentó frente a ella, y justo detrás de él, lo vio.

Dos, ojos plateados.

Él la estaba mirando, como siempre. No podía mantener sus ojos para sí mismo, pero no es que ella quisiera que lo hiciera. Ella le dio otro mordisco a su panecillo mientras él la miraba fijamente. Le dijo algo, no a ella, sino a Theo, que estaba a su lado. Incluso desde lejos pudo ver cómo fruncía el ceño. Una pequeña arruga se formó entre sus cejas. Sus ojos se apartaron de los suyos por un momento, mientras ella lo seguía observando. Draco le dijo algo a Theo, quien pareció molesto. Se murmuraban entre ellos con sus cabezas hacia abajo. Los ojos de Theo se movieron rápidamente a su alrededor. Draco hizo una pausa y regresó a su plato. Tomó un arándano y cuando sus ojos se encontraron con los de ella nuevamente, se lo llevó a la boca.

Hermione esperaba que se mantuviera alejado después de anoche, de lo que dijo y de la forma en que casi la estranguló hasta la muerte. Después de su pequeña sinfonía. ¿Qué significó todo?

—Te ves diferente. —dijo Ron a su lado.

Ella no apartó la mirada.

—Siempre me veo así.

—Fue un cumplido, Hermione. Estoy seguro de que puedes aceptar uno.

Su propia ceja se frunció mientras bajaba el panecillo a su plato. Se volvió para mirar a Ron, quien, por alguna razón, parecía molesto.

—¿Estás bien? —preguntó ella.

—No viniste a verme ayer.

—Lo hice.

—No en la enfermería —se quejó.

—Escuché que te golpearon. —Hermione lo tomó por la barbilla y giró su cabeza de lado a lado, examinándolo—. No veo hematomas.

—Pomfrey los curó.

—Entonces no fue tan serio.

—Ya que claramente no vas a preguntar. Fue Malfoy, sí, lo golpeé primero. ¿Y qué? Se lo merecía —espetó.

—Estoy segura que sí. ¿Te sientes mejor después de haberlo golpeado? ¿Sientes que le has demostrado algo?

—En realidad, sí. —Su mirada se inclinó hacia el lado izquierdo de ella.

—Tienes algo en el cabello.

Sacó una pequeña pluma blanca y se la entregó. Algo en su pecho se apretó cuando lo tomó de sus manos, después miró hacia cierta dirección. Él la seguía mirando. Ella miró la pluma, miró a Draco y después a Ron.

Varias lechuzas volaron por encima de sus cabezas, dejando caer cartas. Una aterrizó frente a ella en el mismo momento en que una aterrizó frente a Draco. Reconoció su nombre escrito casualmente en el sobre: Harry.

Giró la pequeña pluma entre sus dedos antes de encontrarse con unos amables ojos azules.

—Ron, hay algo de lo que quería hablarte.

—¿Qué cosa? —preguntó, tomando un mordisco de pan tostado.

—¿Podemos hablar en privado en algún lugar?

Hizo un gesto hacia su comida mientras ella le miraba un poco irritada. Ella no quiere que se moleste, sólo quiere botarlo sutilmente. Tan amablemente como pueda. Ambos se levantaron de sus asientos y encontraron un lugar apartado debajo de alguna escalera. Ron metió ambas manos en sus bolsillos y se apoyó contra la pared. Ella lo estudió por última vez, por si él decidía no volver a hablar con ella otra vez. Pequeñas pecas que forman una línea debajo de su ojo. Ojos azules, como el cielo, siempre reconfortantes.

—¿Puedo tomar tu mano? —preguntó ella.

—Está sudorosa. —murmuró.

Hermione soltó un breve bufido.

—Bien. Ron, quiero que sepas lo mucho que me preocupo por ti. Eres mi mejor amigo y aprecio esta conexión que nos une por encima de todo. Has hecho tanto por mí a lo largo de los años y estaré eternamente agradecida por ello. Y te amo, te amo inmensamente. Pero no puedo amarte como te lo mereces y lo lamento tanto.

Ron parpadeó varias veces, sacudiendo levemente la cabeza.

—Espera, ¿estás…? ¿Estás terminando conmigo?

—Sí.

—Pensé que querías gritarme por golpear a alguien, por lo poco femenino que es.

Feminista, y eso no tiene sentido.

—¡Ahora me criticas!

—No es verdad, lo siento.

Ahora él tenía ambas manos en su cabello, aferrándose a sus mechones.

—¿Qué sucedió? ¿Hice algo malo?

—No, se trata de mí. Lo siento, no sé por qué no puedo amarte así. Pero todavía te amo como mi mejor amigo y mi familia —dijo, tratando de mejorar la situación.

—Se trata del sexo, ¿no? Fui horrible, lo sé, pero…

—No Ron, no es por el sexo. Sólo soy yo. No estoy en condiciones para ser novia de alguien en este momento y no puedo seguir contigo. No es justo para ambos. Todavía te amo.

—¡Deja de decir eso! ¡Claramente es mentira y ese es el maldito problema! — gritó. Caminaba de un lado a otro, secándose las palmas sudorosas en su suéter—. Hay alguien más, ¿no? ¿Es Michael Corner? o tal vez… ¿Zacharias Smith? ¡No, no, mierda! Es ese maldito Slytherin con el que vives. Nott! ¡Estás cogiéndote a Theo Nott!

—¡Ronald! —Hermione gritó ahora.

Ron se apresuró de nuevo al Gran Comedor, buscando a la serpiente con sus ojos. Hermione corrió tras él, tirando de su camisa.

—Ron, no. ¡Ron, detente!

Encontró la mesa de Slytherin, Hermione justo detrás de él. Miel y plata, y negó con la cabeza. Ron agarró la parte de atrás de la camisa de vestir de Theo y lo tiró fuera de su asiento antes de darle un puñetazo en la nariz.

—¡Te cogiste a mi novia! —acusó.

Hermione lo tomó del brazo y tiró de él hacia atrás.

Theo se agarró la nariz y luego miró sus dedos cubiertos de sangre.

—Lindo. Perdona, ¿quién es tu novia? Estoy un poco mareado en este momento.

—¡Yo era su novia! —dijo Hermione.

—¿Granger? —preguntó Theo, aclarando su vista. Miró a Ron cuyo rostro estaba enrojecido—. No, puedo decir con certeza que nunca me he acostado con ella. Pero no es que no lo haya pensado.

—¡Theo! —exclamó Pansy.

Ron lo golpeó en el estómago. Theo se dobló y cayó sobre el banco. Draco se levantó de su asiento, elevándose sobre todos. Se paró frente a su amigo, empujando a Ron en el pecho.

—Piérdete Weasley —dijo.

—Esto no tiene nada que ver contigo, Malfoy.

—Si golpeas a mi mejor amigo, responderás frente a mí.

Ron empujó a Draco en el pecho en respuesta, provocando que su mandíbula se tensara y sus puños se cerraran. Hermione, todavía detrás del Gryffindor, los miró con aprensión. Ron lo empujó de nuevo.

—¿Qué vas a hacer, Malfoy? ¿Golpearme de nuevo? Adelante, hazlo. —insistió.

—Lárgate. —dijo Draco con calma.

Theo se puso de pie, la sangre manchaba su labio superior. Se acercó a Ron, con las manos levantadas en señal de rendición.

—Escucha, colega, no queremos problemas, ¿de acuerdo? Así que, ¿por qué no regresas con tus amiguitos?

—¡No, será mejor que cierres la boca! Sé que te acuestas con todas tus seguidoras por ahí, todo el mundo lo sabe. No me sorprende que le hayas clavado los dientes a Hermione. —espetó Ron.

—Llámame mujeriego tanto como quieras, Weasley, pero te aseguro que nunca he tocado a tu linda noviecita —dijo Theo, acercándose un paso más—. Así que haznos un gran favor y vete a la mierda.

Ron negó con la cabeza, con una expresión de ira pura en su rostro. Escupió directamente en el ojo de Theo, provocando jadeos de los espectadores. Theo se secó la saliva y, por primera vez, se puso furioso.

—Realmente no quería rebajarme a hacer esto. —murmuró antes de golpear a Ron en la mandíbula.

Tropezó hacia atrás antes de reaccionar rápidamente con otro puñetazo en el estómago de Theo. Ron lo golpeó dos veces, luego tres veces antes de que Draco se pusiera frente a su amigo de nuevo. El cuarto golpe se estrelló contra el pecho de Draco. Hermione tomó el brazo de Ron en el quinto y tiró de él hacia atrás.

—¡Basta! —gritó ella.

En medio de su rabia, un gancho de derecha golpeó a Hermione directo en la mandíbula y el silencio reinó en el Gran Comedor. Su mano se apretó instantáneamente contra su rostro y en estado de shock, no giró la cabeza para mirarlo. Hermione dio un paso atrás con cuidado cuando sus dedos temblorosos tocaron su labio. Estaba caliente por la sangre, el sabor metálico se instaló en su lengua. Primero se miró los dedos, se limpió la sangre y el rostro, luego se enderezó, se echó el cabello hacia atrás y miró a Ron.

—Hermione, yo…

—Sabes, si me hubieras escuchado por un jodido segundo, nada de esto habría pasado —dijo con calma.

—Pero…

—¡Pero nada! —gritó, llamando la atención de todos los presentes—. ¡Estás actuando como un niño! Traté de romper contigo gentilmente, te di la oportunidad de comportarte como un adulto y juegas a ser la víctima. Rompí contigo y eso es todo, ¿entiendes? ¡Ya tuve suficiente, Ron!

—Podemos…

—No, McGonagall puede ocuparse de ti. Hemos terminado. —dijo finalmente Hermione. Se volvió hacia Theo, que todavía sangraba y sostenía su estómago. Luego miró al otro lado del Gran Comedor, encontrando hasta el último par de ojos sobre ella. Hermione otras veces ya se había molestado, pero nunca tanto como ahora, sintió su sangre hervir.

—¿No tienen otro lugar donde estar? —gritó, la severa voz de una madre resonó en las cuatro mesas.

Los estudiantes comenzaron a dispersarse, dando inicio a la difusión de nuevos chismes. Hermione se tocó el labio de nuevo, descubriendo que la sangre se había detenido cuando se acercó a la mesa de Slytherin y tomó una servilleta. Tratar con la cara ensangrentada de Theo era más importante que las miradas curiosas de los de tercer año.

—Mierda, Theo. Lo lamento tanto. —dijo Hermione, presionando la servilleta contra su nariz.

—No, no, está bien. De hecho, me fascina ser golpeado a las ocho de la mañana. —bromeó.

—¿Qué sucedió? —preguntó Draco en voz baja.

Levantó la cabeza de Theo para que la mirara directamente.

—Rompí con él y pensó que había alguien más. Theo terminó siendo el objetivo desde que empezamos a vivir juntos.

Hermione apartó la servilleta, asegurándose de que el sangrado se hubiera detenido. Theo se llevó la mano a la nariz y la apretó suavemente.

—Gracias a Merlín no está roto —dijo—. Gracias por la ayuda. Por cierto, lo que dije era verdad

Ella rio, sintiendo el dolor en su mandíbula.

—Me halaga que hayas pensado en tener sexo conmigo, de verdad, pero deberías ir a ver a Madame Pomfrey sobre tu estómago. Podrías tener una hemorragia interna.

Draco ayudó a Theo a ponerse de pie, dándole una palmada en la espalda de paso.

—Oh, vete a la mierda —murmuró Theo.

—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Hermione.

Pansy rodeó la mesa y tomó la mano de Theo, miró molesta a Hermione.

—Hermione, si quieres meterte en mis pantalones, sólo tienes que pedirlo.

—¡Theodore! —protestó Pansy, dándole una palmada en la parte posterior de su cabeza.

Theo alzó las cejas tímidamente hacia Hermione antes de irse con Pansy. Se dio la vuelta para mirar a Draco, quien la estaba mirando con esos ojos de nuevo. Hermione se aclaró la garganta y colocó la servilleta ensangrentada sobre la mesa del comedor. Mirando a su alrededor, se aseguró de que la mayoría de los estudiantes hubieran abandonado el Gran Comedor y que el resto no estuviera lo suficientemente cerca para escucharlos.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Hermione en un tono médico.

—Sí. —Él también miró a su alrededor antes de fijar su mirada tensa en ella—. Granger, tengo que disculparme contigo. Estuvo mal de mi parte... tratarte como lo hice, en ambas ocasiones.

La conmoción no pudo describir la sensación en su pecho. ¿Draco Malfoy, se estaba disculpando? Hoy tenía que ser una especie de sueño enfermizo.

—¿Te estás disculpando con la esperanza de que no hable con tu Auror de libertad condicional hoy?

—No. —suspiró profundamente, pasando una mano por su cabello, dejando caer algunos mechones frente a sus ojos. La miró, la estudió, un claro debate se desarrollaba dentro de su cabeza—. Nadie, ni siquiera los Weasley, me enfurecen tanto como tú. Luego, me tomas y me besas, Merlín sabe sólo por qué. Así que no, no me disculpo porque me delates. Me disculpo porque me niego a convertirme en mi padre.

Y luego se fue.


Estoy muy feliz de que me hayas escrito. Traté de llamarte el otro día, pero me di cuenta de que probablemente no lleves tu teléfono contigo. Aquí está mi número, llámame en cualquier momento después de las cuatro.

Harry

Se sentó en una mesa en la parte trasera de la biblioteca, frotándose la frente. Había una cantidad insoportable de pensamientos volando por su cabeza, muchos de los cuales no podía compartir con nadie. La carta de Harry fue la parte más agradable de un día muy confuso. Sin embargo, a pesar de su entusiasmo por volver a comunicarse con él, no podía decirle todo lo que necesitaba para desahogarse.

Hermione dobló la carta y la metió en su libro de pociones. Además de todo lo que sucedió hoy y los pensamientos que la atormentaban, necesitaba descubrir qué hacer con su brazo. Después del arrebato de Ron, los bordes de la cicatriz se llenaron de ampollas, lo que hizo que la situación fuera aún peor que antes. Sólo ha logrado calmar el dolor después de beber una inapropiada cantidad de vodka. Aun así logro tolerar el alcohol bastante bien. Tomando el primer libro que encontró en su pila, comenzó a hojear hasta que localizó la sección sobre heridas graves y hematomas.

Después de una leer información que ya conocía, fue interrumpida por un hombre alto de cabello castaño.

—¿Es usted la señorita Granger? —preguntó.

Hermione fijó su atención al maletín y la placa del Ministerio en su traje antes de asentir.

—Sí, ¿quién es usted?

Hizo un gesto hacia la silla frente a él y ella asintió. El hombre tomó asiento, sacó un pequeño cuaderno de su maletín y finalmente respondió:

—Matthew Fairer, Auror de libertad condicional. —Ella notó el bolígrafo muggle que también sacó.

—¿Asumo que eres el Auror de libertad condicional de Draco Malfoy?

Matthew sonrió, dando golpecitos con el bolígrafo en su cuaderno.

—Correcto. Esperaba hacerle un par de preguntas, si el tiempo lo permite.

Ambos miraron la pila de libros y pergaminos esparcidos en la mesa.

—Sólo es lectura ligera —dijo Hermione—. ¿Qué tipo de preguntas tiene para mí?

—Tengo entendido que el señor Malfoy se encontró en una disputa con el señor Ronald Weasley el día de ayer por la tarde —Ella asintió—. Hablé con el señor Malfoy y el señor Nott, llegue a la conclusión de que usted fue la causa de dicha disputa.

Hermione negó con la cabeza levemente ante su acusación.

—¿Le importaría aclararme lo que le dijeron?

—Existe una estricta política de privacidad del cliente…

—Theo no es su cliente —afirmó—. Quizás podríamos leer entre líneas.

Matthew asintió un par de veces.

—Ciertamente. Tengo entendido que ha existido una enemistad entre las familias Weasley y Malfoy durante años. Pero esta disputa en particular, según el señor Nott, no era de naturaleza familiar. El señor Weasley se molestó porque el señor Malfoy habló con usted y se retiró antes de que se volviera físico.

—La discusión realmente comenzó por Ron, odia a Malfoy, como muchos otros estudiantes. No puedo decir si toda la situación fue culpa mía o no, así como dijo, me fui. No sé de qué hablaron después.

—Entiendo.

El Auror realizó algunas anotaciones en su cuaderno y Hermione trató de mirar lo que escribió sin parecer muy obvia.

—Ahora, también me informaron de otra situación justo antes de mi llegada. Me sorprendió que las mismas personas estuvieran involucradas y que la razón fuera la misma. ¿Le importaría compartir su versión de lo que sucedió?

—No entiendo por qué necesita mi versión, ¿no debería preocuparse más por su cliente? —preguntó sintiéndose de pronto tensa.

—Lo hago, y ya he hablado con el señor Malfoy al respecto. Lo que estoy tratando de hacer aquí, señorita Granger, es comprender mejor la situación —dijo, moviendo vigorosamente sus manos—. Es parte de mi trabajo asegurar que el señor Malfoy no viole los términos de su libertad condicional y las peleas físicas son una de ellas. Estoy recopilando información para presentársela a mi jefe y demostrar que el señor Malfoy no es una amenaza en Hogwarts. Muchos aseguran en que no merecía recibir el perdón del Wizengamot, y estoy tratando de convencerlos de que el Ministerio tomó la decisión correcta. Así que, por favor.

Hermione tenía una gran cantidad de información que podía compartir sobre Draco Malfoy. No sólo sobre sus riñas con Ron, sino cómo él casi la había asfixiado. Podría asegurarle su entrada directa a Azkaban con sólo una palabra, lo odiaba después de todo. Lo único que la retenía era la desagradable sensación de ardor debajo de su manga.

Un dolor que sólo él podía hacer desaparecer, incluso si no era por mucho tiempo.

Se sentó más erguida cuando comenzó a contar los eventos de esa mañana. Todo, desde terminar con Ron, hasta su suposición sobre Theo, sin embargo, omitió la disculpa de Draco. Era algo que aún estaba tratando de asimilar.

—Él sólo estaba protegiendo a su amigo, no se involucró en la pelea —espetó Hermione—. Y espero que pueda decirle al Auror de libertad condicional de Theo que estaba actuando en defensa propia contra Ron. Ninguno de ellos hizo nada malo.

Matthew anotó en su cuaderno todo lo que dijo, captando su mirada curiosa sobre él.

—Sé que la mayoría de la gente usa plumas encantadas, yo mismo prefiero los bolígrafos. La parte muggle de ti simplemente se te pega, ¿no cree?

Ella sonrió.

—Sí, así es.

—Gracias por su cooperación, señorita Granger. Sólo tengo una petición más para usted, trate de mantenerse alejada del señor Malfoy —Matthew de repente comenzó a parecer mayor, sus ojos se endurecieron bruscamente—. Entiendo que sus deberes como premio anual significan interactuar con muchos estudiantes y que algunas de estas interacciones no se pueden evitar. Pero por el bien del estatus del señor Malfoy dentro del Ministerio y los términos de su libertad condicional, le aconsejo que mantenga la distancia.

—¿Cree que su propio cliente podría ser peligroso aquí, señor Fairer? —preguntó bruscamente.

—Creo que el señor Malfoy es una persona muy agresiva, pero no lo considero peligroso. Le pido que mantenga la distancia debido a su involucración en estos conflictos. Como dije, parece ser el centro de atención.

Hermione se mordió la lengua. Nunca en su vida nadie había insinuado que ella era la raíz de las idiotas rivalidades entre adolescentes. Ella no estaba atrapada en un estúpido triángulo amoroso que Matthew parecía haber inventado.

—¿Terminamos? Si me disculpa, tengo mucho trabajo que hacer. —dijo ella.

Matthew asintió con una cálida sonrisa mientras guardaba su bolígrafo y su cuaderno. Se puso de pie y le ofreció la mano, que Hermione estrechó de mala gana.

—Fue un placer conocerla, señorita Granger.

Cuando se dio la vuelta para irse, chocó con una angustiada pelirroja.

—Mierda, lo siento, cariño —dijo Ginny, arreglando la corbata de Matthew. Asintió con torpeza antes de salir de la biblioteca. Ginny se sentó al lado de Hermione, mirando al Auror irse por encima de su hombro—. No está nada mal, ¿quién era él?

—El Auror de libertad condicional de Malfoy —respondió, regresando su atención al libro frente a ella.

—¿Es soltero?

—Ginny, estás saliendo con Harry.

—¡Ya lo sé! Me refería para ti—dijo, sonriendo con tristeza—. Me enteré de la pelea. ¿Estás bien?

Hermione suspiró, cerró el libro y lo hizo a un lado.

—¿Qué versión escuchaste? ¿Que soy una ramera por acortarme con Theo o que soy un monstruo por romper el corazón del pobre Ron Weasley?

—Escuché que eras una patética excusa de bruja, que no sólo rompió el corazón del pobre Ron Weasley, sino que también es una ramera por acostarse con Theo y Malfoy.

Se quedó boquiabierta y su corazón casi se detuvo ante la mención de este último. Ella nunca se acostó con él, no es que besar fuera mejor en términos de engaño.

—¿Esta bromeando? Merlín, ¿a quién se le ocurrió eso?

Ginny se encogió de hombros mientras se arañaba el esmalte de uñas verde que usaba.

—Para que conste, no creo en nada de eso. Sé que me dirías si estuvieras durmiendo con alguien. Me lo dirías, ¿verdad?

—Sí, Gin —Hermione volvió a tocar su mandíbula, todavía sintiendo dolor—. ¿Cómo esta él?

—Terrible, aunque no por ti. Se siente como un perfecto idiota por golpearte, a pesar de que todos le dijimos que fue un accidente —dijo, sacudiendo un trozo de esmalte de uñas de la mesa—. Dijo que estaba sorprendido de que terminaras con él.

—No entiendo por qué. No fui la novia más atenta ni cariñosa.

—Pensó que tenía algo que ver con tu duelo de guerra. Todo mundo reacciona de manera diferente. Me aferré a Harry como un maldito koala y él a mí. Necesitabas escapar, Ron también lo hizo, al menos por un tiempo —Ginny la miró, ofreciéndole a Hermione una pequeña sonrisa—. No eres una mala persona, Mione. Sabías que no estaba funcionando y es mejor que lo hayas hecho ahora, porque te habría dolido más si hubieras dejado pasar más tiempo.

Hermione frunció levemente el ceño.

—No estás molesta conmigo, ¿verdad? Sé que es infantil preguntar pero…

—No, nunca podría. ¿Que si estoy triste porque ya no serás mi hermana? Sí, pero luego recuerdo que ya lo eres. Casarse o no con Ron no cambiaría eso. Y me gustaría que mi hermana fuera feliz, pase lo que pase, ¿cierto? —dijo Ginny.

Ginny, por favor, déjame hablar contigo. De todo lo que pasó, de todo lo que yace como una piedra en mi alma. Por favor, necesito decírselo a alguien. No puedo hablar con Harry, ni con Ron, o McGonagall, no lo entenderían. Por favor, Ginny.

Estoy tan jodidamente rota.

—Cierto.


Sabes, sé que dije que nunca quise tener mascotas, pero le tomé mucho cariño a este gato dijo el señor Granger, acariciando a Crookshanks en su regazo. El gato hundió la nariz en su mano, ronroneando melodiosamente.

Hermione soltó una risa mientras se sentaba en el gran sofá a cuadros al lado de su padre. Ella apoyó la cabeza en su hombro, rascando detrás de la oreja de su mascota.

¿Sabías que él es en parte kneazle? dijo ella.

Oh, ¿puedes explicarme de nuevo qué es un kneazle? preguntó.

¡Papá! Ya te lo dije, ¿qué le pasó a tu cerebro? —bromeó

Debe ser la vejez, señorita Mione bromeó también el señor Granger—. Por favor, no me envíes a un asilo de ancianos cuando crezcas.

Claro que no, te pondría en mi sótano y te daría de comer queso como una pequeña rata.

Él la empujó en el costado, haciéndola reír en respuesta.

¡Me niego a terminar como una rata de sótano! ¡Me merezco algo mejor que eso!

Hermione contuvo la respiración por la risa y apoyó la barbilla en el hombro de su padre.

Bien. Cuando compre una casa, compraré otra para ti y mamá al lado o cerca del vecindario. Vendré a visitarlos todo el tiempo, se cansarán de mí.

Para nada, paloma mía Continuó acariciando a un adormilado Crookshanks—. ¿Me traerás queso aun así?

Sí, papá, todo el queso que desees.

El señor Granger la besó en la frente.

Es una promesa.


¡Feliz viernes!