CAPÍTULO LX
OLVIDANDO EL PASADO
Y tal y como lo hubiera prometido aquella tarde en la colina, el rubio cumplió. Para celebrar tan especial ocasión y con ello acompañar el banquete y las bebidas, él mismo había cocinado una deliciosa tarta rellena con los más frescos frutos de la temporada.
"¿Te gusta?", cuestiono a su amada al verla disfrutando de tan exquisito postre.
"Y mucho. Gracias", contesto emocionada.
"Dime la verdad, Michi, ¿Es tal y como lo soñaste?"
Ante esa pregunta la aguamarina negó con la cabeza; "No, mi amor. Esto es mucho mejor. Todo es tan bello y sobre todo, muy real"
Satisfecho, Haruka tomo su mano para besarla; "Me complace mucho verte tan contenta"
El brindis, la dulce música y las hermosas palabras por parte de los invitados, harían de aquel momento un día inolvidable.
De pronto la puerta de aquel lugar se abrió, dando paso a la joven Kazuki, quien luego de pensarlo un buen rato decidió presentarse.
"Buenas noches", saludo apenas ingreso.
"Buenas noches", como es natural, la feliz pareja respondió a sus atenciones.
Esperando que no hubiera acudido solo para hacer un desplante o herir con inconscientes palabras, Kenta se encamino hacia ella. "Hija, qué bueno que hayas decidido venir a presentar tus buenos deseos", dijo y luego con cierta fuerza la tomo por el brazo en un intento por reprenderla. "¿Qué haces aquí?, te dije que no vinieras", murmuro para que nadie salvo ella lo escuchara.
La chiquilla sonrió con una mueca en la que solo se podía adivinar el sarcasmo; "No te preocupes, tú mismo lo has dicho. He venido para mostrarles mis respetos a la joven pareja", expreso y haciéndolo a un lado, encamino sus pasos hacia el rubio y la aguamarina.
"Hola, Kazuki. Bienvenida", Haruka dijo sin que su presencia lo importunara, y es que consideraba que había dejado las cosas claras entre los dos.
"Gracias, he venido a felicitarles y a expresarles mis buenos deseos", haciendo una corta reverencia, con cortesía se dirigió a ellos.
"Se te agradece", la aguamarina replico lejos de sentirse incomoda. Haruka era su esposo y como tal le sería fiel, así que ¿Había necesidad de preocuparse por ella o alguna otra?. Michiru sabia que la respuesta era no, más también sabía que no siempre hay que confiar ni aun siquiera de las más buenas intenciones de la gente.
(Tokio)
Isao Kaio, recostado en la pobre cama de aquel sucio hostal, permanencia con la mirada fija en el el reflejo de la juguetona llama de la vela proyectada sobre el techo de la habitación. Y es que había tanto que reflexionar, que si la mañana lo sorprendiera no habría terminado de arrepentirse.
Y mientras él se perdía en sus propios pensamientos, en el exterior las risas de los transeúntes y el sonido de las ruedas sobre la empedrada acera rompían con el silencio que de cuando en cuando se apoderaba de la oscura acera.
Isao en ese punto observo hacia la ventana para contemplar la noche, llegando así a una conclusión; "Sí él no hubiera aparecido en nuestras vidas, Katherine no hubiera huido de mi. Mi hija estaría durmiendo en su habitación y yo... yo sería feliz. Nada de este infierno por el que estoy pasando sería real", gimió al recordar la menuda figura de aquel hombre. "Yo empece la destrucción de mi familia, pero fue él quien termino por separarnos", murmuro entre dientes.
Reincorporándose de golpe, decidido a todo dirigió sus pasos hacia el mueble del fondo y buscando algo entre sus escasas ropas, sonrió cuando ese metálico objeto heló sus dedos.
"Ese maldito hijo de perra me separo de mi hija. No me importa cuanto suplique por su miserable vida, ahora si voy a matarlo", cargando su infame revolver con seis tiros, lo guardo dentro del bolsillo interno de su saco y tomando su bastón, con pasos presurosos salio a la calle.
Era la media noche y sin importarle el peligro que acechaba por aquellos sucios rincones, Kaio avanzaba por los oscuros callejones con un solo pensamiento en su cabeza. Y eso era encontrarlo.
Caminando un par de calles más, en la cercana distancia reconoció aquella hermosa construcción en cuyo interior su hija hubiera sufrido la peor humillación a la que una persona puede ser sometida.
Así que contemplando las abundantes sombras que la rodeaban, entre ellas esperaría a que su presa apareciera para cazarla como la rata que era. Más de pronto el sonido de unos ligeros pasos irrumpieron sus pensamientos.
Inquieto Isao volvió la mirada, reconociendo al instante el caminar de la oscura figura que se acercaba.
"Hijo de puta", Kaio chillo y entonces se encamino hacia él, tomándolo por la espalda. "Te estaba esperando"
Envuelto en el sopor del vino, Katsumoto reconoció su voz, luego se volvió hacia él; "Isao, buenas noches. Aunque quizás deba decir buenos días", saludo enmarcando en sus labios esa maldita y burlona sonrisa.
"Sea lo qué sea, dudo que para ti sea bueno", expreso y entonces en su costado apoyo el revolver.
Ante esa sensación en su espalda, el pelinegro trato de mantener esa mueca; "Mi buen amigo Isao, ¿Qué haces?"
"Tú y yo no somos amigos y lo sabes", contesto el otro al mismo tiempo que lo empujaba un poco para que avanzara hacia las sombras.
"He sido demasiado ingenuo al pensarlo... entonces dime, ¿Qué quieres?"
Ante esas palabras Isao apretó el puño; "De ti nada, maldito cobarde", dijo y luego lo golpeo un poco con la cacha de su arma.
Katsumoto en ese punto levanto los brazos para mostrarle que estaba en desventaja; "Eres un poco hombre, no te atreverías a lastimarme y mucho menos por la espalda"
"No serás el primero al que hiero así", Kaio mascullo y luego rió un poco.
"Entonces te compro mi vida", Saburo ofreció sabiendo que no podría resistirse a ese trato.
"Tu vida no vale nada. Camina", ordeno el otro tratando de contener el doloroso chocar de sus dientes.
"Todo tiene un precio y lo sabes, el tuyo no es tan caro. Te compro mi vida así como compre a tu hija", riendo, lleno de miedo se atrevió a escupir. "¿Dónde esta?, dile que venga. Tengo muchos deseos de verla"
Isao sonrió un poco, pero no porque en sus palabras hubiera encontrado gracia alguna; "Mi hija esta lejos, donde no la puedas lastimar. Además es feliz porque esta al lado de un verdadero hombre"
En ese punto Saburo se volvió hacia él, volviendo a dibujar esa grotesca mueca en su rostro; "Eres un cobarde, Isao. Nadie te respeta, ni tu esposa, ni tu hija, ni tu amante. Ese revolver no te hace valiente porque detrás de él solo puedo ver a un ridículo payaso"
"Cállate", Isao grito apuntándole.
"Un hombre qué es capaz de vender a su esposa y a su hija, es un cobarde y un payaso. Ahora dime, ¿Ese sujeto sabe qué la ramera de tu hija espera un hijo que bien puede ser mio o de cualquier otro?"
"Hijo de perra", el pelinegro chillo, sus manos comenzaban a temblar. Sus dientes chocaban produciendo un sonido desagradable.
Riendo, Saburo le dio la espalda y entonces comenzó a alejarse mientras que a fuertes voces escupía; "¿Lo ves?, eres un cobarde al que le faltan muchos pantalones. Así debiste defender a tu hija cuando pidió ayuda y nadie la escucho. Así debiste protegerla mientras que inconsciente la tenía en el suelo de mi salón"
Aturdido Isao trato de digerir tan terrible confesión al mismo tiempo que contra su voluntad aquellas grotescas imágenes llenaban su cabeza. El solo imaginar el dolor, el asco y la vergüenza que su hija debió experimentar, lo cegaron de rabia.
Llenándose de valor, levanto el revolver y apuntándole por la espalda, así como aquella noche en la que se atrevió herir al rubio, hizo dos pares de tiros que quebrantaron el silencio de la noche y entonces, Saburo cayo sobre el suelo, tiñendo de rojo la acera.
"¿Qué... qué me hiciste?", confundido gimió tratando de arrastrarse para llegar a un lugar seguro. "Ayúdame"
Isao camino hacia él, contemplando con burla su agonía. "Tú no te detuviste cuando heriste a mi hija. Tú no escuchaste sus suplicas. Además en nada se compara tu dolor al sufrimiento al que la condenaste"
"Pi... pídeme lo que quieras... soy el padre de tu nieto... me... me casare con ella", si apenas pudo decir. La perdida de sangre comenzaba a nublarle la vista.
"No, tú no eres el padre de mi nieto", dijo y entonces apoyo su pesado pie en la herida espalda del hombre, produciendole así un terrible dolor. "No sé cómo es que pude no darme cuenta. Qué imbécil fui por no creerle y por tratarla en la forma en la qué lo hice. Tú destruiste lo poco que me quedaba"
Cada vez más débil, Katsumoto aferró sus ensangrentados dedos al suelo en un intento por reincorporarse. "Por... por f... avor... perdóname"
"Pensaras qué soy cobarde por herirte de esta forma, pero más cobarde es lo que le hiciste a mi pequeña"
"Ayúdame", asustado, en ese punto Saburo rompió a llorar.
Kaio asintió un poco; "No puedo perdonarte, pero si voy a ayudarte. Esto evitara que vuelvas a lastimar a mi hija o a cualquier otra niña", encolerizado mascullo y alzando su revolver, hizo los dos tiros que quedaban en el tambor.
Observando que en los miembros de su antiguo socio no quedaba movimiento alguno, lleno de calma Isao se acomodo el rebelde cabello que caía por su frente, luego en su saco guardo el arma.
Enmarcando en sus labios una sonrisa, observo hacía el camino que se habría frente a sus adormilados ojos; "El mal ha terminado. Si mi hija me perdona, Katherine también lo hará y entonces regresara a mi lado. Ahora debo buscarla y encontrarla para rogarle su perdón", siseo ilusionado de que así fuera y dándose la vuelta, con pasos lentos comenzó a alejarse.
(Nagasaki)
La fiesta que hubiera comenzado al medio día y se hubiera extendido hasta bien entrada la noche por fin termino, dejando a ambos esposos satisfechos.
Y apenas descendieron del rickshaw que los hubiera llevado a casa, la sonrisa que hasta entonces hubiera engalanado el rostro de la chiquilla se esfumo. Más ocultando su inquieta mirada, en silenció siguió los pasos de su amado.
"¿Dónde están las llaves?", murmuro Haruka buscándolas en su bolsillo.
Por su parte la aguamarina continuaba pensante.
Encontrándolas, el rubio se ayudo de los rayos de la luna para reconocer cual era la que abría la puerta principal, y una vez que lo hizo, tomo la mano de su amada para guiarla en medio de esa oscuridad; "Ten cuidado, no te vayas a tropezar"
Hasta que encendiendo el par de velas que había dejado cerca de la entrada el recibidor se ilumino.
"Hace un poco de frió, por favor enciende la chimenea", ella pidió y sin decir más dirigió sus pasos hacia el segundo piso.
Tenou obedeció y no demorando mucho en ello se unió a ella en la habitación. Encontrándola aún envuelta en su kimono blanco y sentada sobre el lecho.
"¿Te gusto la fiesta?"
"Sí, todo estuvo muy bonito", pensativa contesto.
"Me alegra mucho. Ah, estoy cansado", Tenou expreso y dirigiendo sus pasos hacia el armario tomo su ropa de dormir.
Michiru respiro profundo y llenándose de valor, camino hacia su amado y la abrazándolo por detrás, apoyo la cabeza en su espalda. "Por favor, no te desvistas", siseo con la voz entre cortada.
"Mi amor, ¿Estas bien?", sorprendido por su inesperado toque, él se volvió hacia ella, clavando su mirar en el suyo.
"Sí", enmarcando en sus labios una tierna sonrisa, fue la corta respuesta.
"¿Que pasa?", fue la pregunta obligada luego del silencio que siguió a sus palabras.
Nerviosa y ruborizada la chiquilla llevo sus temblorosas manos hacia su montsuki y entonces comenzó a despejarlo de el.
Ante esa acción, Haruka la detuvo. "Michi, ¿Qué sucede?", volvió a preguntar.
Apenada la aguamarina sonrió; "Sabes qué ahora todo es diferente. Soy tu esposa y como tal debo cumplir con mis obligaciones"
El rubio negó con la cabeza y luego tomo sus manos para besarlas; "Michi, entiendo que esto es importante entre una pareja, más aun así no debes sentirte forzada a estar conmigo. Es un acto de dos y llamarlo obligación me resulta mezquino"
"Pero..."
"No me case contigo para presionarte a hacerlo. Lo hice porque te amo y porque quiero estar contigo para siempre"
Michiru deposito un corto beso en sus labios para silenciarlo; "Lo sé, pero siento que debo dar este paso"
"¿Estas segura de que quieres hacerlo?. Sabes qué esperare el tiempo qué sea necesario"
La chiquilla asintió, hundiendo sus dedos en ese cabello rubio cenizo; "Dame cinco minutos y estaré lista"
"Se hará como tú digas, mientras iré a tomar una ducha"
La joven negó con la cabeza y luego volvió a besarlo; "Así esta bien... pero por favor, solo cinco minutos"
"Esta bien", Haruka contesto y luego dirigió sus pasos hacia el primer piso, donde bebería una copa de vino.
Por su parte, Michiru dirigió sus pasos hacia el armario y rebuscando entre sus cosas, encontró aquel paquete.
Haciendo a un lado la ropa de cama, rompió el envoltorio y entonces acaricio la fina tela que conformaba aquellas hermosas sabanas nupciales que su madre le hubiera obsequiado, recordando al mismo tiempo el preciso instante en el que enfurecido y como si se hubiera tratado de un terrible presagio de lo que estaba por ocurrir, Isao hizo girones las que ella personalmente hubiera escogido para esa noche tan especial. Más haciendo a un lado cualquier pensamiento que pudiera nublar su felicidad y su ilusión, con cuidado fue vistiendo el lecho.
Más allá, nervioso Haruka observaba las manecillas del reloj y viendo que ya había pasado un poco más del tiempo que ella le hubiera pedido, regreso al segundo piso.
Así pues, de pie ante la puerta respiro profundo y luego llamo; "¿Michi?"
"Esta bien, ya puedes pasar", la escucho decir desde detrás.
El rubio ingreso, observando a su amada de pie junto a la cama. "Ven aquí", dijo esperándole con los brazos abiertos.
Tenou camino hacia ella, envolviéndola en un tierno abrazo. "Te amo", murmuro a su oído.
"Y yo a ti", ella siseo a sentir sus labios recorriendo su cuello.
Temiendo llegar a asustarla, con cuidado el rubio tomo su mano y recostándose sobre el lecho, le acaricio ambas mejillas. En cambio ella le echo lo brazos al cuello para besarlo.
Con la misma sutileza de antes, en su rostro Haruka trataba de adivinar cuales eran sus pensamientos y contemplando en su mirada esa silenciosa aprobación, poco a poco la fue despojando de su blanco kimono para encontrarse con aquella hermosa y fina ropa blanca. "¡Vaya!"
Avergonzada por hallarse casi desnuda, Michiru desvió un poco la mirada; "¿Te gusta?"
"Demasiado. Es muy bonita", Haruka contesto acariciando los encajes qué la adornaban. "Aún recuerdo que me dijiste que la habías comprado para cuando nos casaramos"
Recuperando un poco de esa herida confianza, la aguamarina lo miro a los ojos; "Dime la verdad... ¿Así te gusto?... ¿Te excito?", pregunto al ser consistente de que su estado la hacía lucir totalmente diferente a lo que su amado hubiera conocido de ella.
Conteniendo sus ansias de tenerla de cuanto antes, él con una mano le acaricio el rostro, con la otra el vientre; "Aquí la única pregunta es, ¿Me deseas?"
La aguamarina no respondió con palabras, porque en lugar de eso hundió sus dedos en su rubio cabello y luego lo atrajo hacia ella para volver a besarlo.
En ese punto Tenou poco a poco la fue despojando de sus interiores, besando su cuerpo por donde sus manos iban pasando.
Aún más asustada que la primera vez, la chiquilla se concentro en el ahí y en el entonces, olvidándose por completo de cualquier dolor. "Te amo"
"Y yo a ti, mi amor", dijo fundiendo sus labios con los suyos.
Sí, las tiernas e intimas caricias y los apasionados besos poco a poco fueron despertando el deseo de la aguamarina. Hasta que ya sin poder contenerse, con rapidez comenzó a desnudar a su amado, dejando en completa libertad esa preciosa figura femenina. Y es que en la intimidad de su habitación no había nada que ocultar. Ahí eran libres de cualquier secreto.
Y aunque aún estaba nerviosa, Michiru sonrió llena de confianza al reconocer las caricias de sus inquietas manos, el sonido de su excitada respiración, el sabor de su cuerpo, el aroma de su sudor, su vello. Sí, aquello era todo lo qué ella amaba, provocando que su cuerpo ardiera en el más profundo deseo.
"Tómame. Hazme el amor", con la respiración acelerada pidió a su oído.
Así pues, aferrándose la una a la otra y sin pensar en otra cosa que no fueran ellas dos, de nueva cuenta se entregaron a la máxima expresión de su amor...
Notas de autor;
Este día se veía lejano, pero por fin nuestra Michi pudo entregarse a su amada.
Isavellcota; Que bueno que Mina se arrepintió de ese comportamiento, y eso fue porque se enamoro de Urano. El suyo si fue amor verdadero, lo de Kazuki es capricho. Ademas recordemos que la bendición que Venus les dio es eterna, eso quiere decir que aún sin haber renacido, ellos ya están casados. Katherine de seguro estuvo entre los ángeles buenos que nacieron en la tierra.
Kaiohmaru; Esa chiquilla esta obsesionada, lo único bueno en ella, es que ella no se considera "una inmoral", sino de seguro ya hubiera tratado de metersele a Haruka. Así es, Katherine esta dispuesta a todo, menos a dejarse maltratar.
Michelle; En si Katherine y Albert no se pueden casar, al menos no de forma religiosa. Para que eso suceda Isao tendría que morir. Así es, aunque al final decidió presentarse sin hacer un alboroto.
Zun9991; Siento que a su boda le falto más elementos y eso se debe a que no sé como se llevan a cabo esas ceremonias, pero lo bueno es que finalmente se casaron.
UnbreakAbleWarrior; Gracias ;)
Kyoky; Kazuki no se hubiera atrevido a interrumpir, y eso es porque de haberlo hecho, ante los ojos de Haruka ella se hubiera convertido en su enemiga. Entonces tendría menos oportunidades de poder estar con él.
Soto140983; Me alegra mucho tenerte de regreso. Estaría genial que se casaran, aunque no sea con una ceremonia religiosa :(
