Como bien todos los derechos sobre los personajes le corresponden a Rumiko Takahasi. Esta es solo una historia alternativa, para darle gusto a la imaginación.

En un sueño que no se haría realidad, sembré una flor que no podía florecer.

Mi mundo solo eras tú, cambié todo solo para ti.

Oculte todas mis debilidades, hermosas mentiras, sonríe, dime que me amas.

¡Todo fue un falso amor!

¿Qué sabía ella de amor?

Prácticamente nada, todo lo que había sentido y creído como real, había sido falso.

Conoció a Shinosuke en su último año de preparatoria, un estudiante transferido de la prefectura de Ibaraki, muy popular entre las chicas. Jamás se imaginó que fuera a acercarse a ella ni mucho menos pedirle que fuera su novia.

A ella que a toda costa trataba de pasar desapercibida, paso de ser la "nerd snob" a la chica más afortunada y envidiada, atrayendo la atención de toda la preparatoria. Algo a lo que no estaba habituada pero para Shinosuke era todo lo contrario, acostumbrado a ese tipo de atención se desenvolvía como pez en el agua.

Está era su primera relación como tal así que pasó a ser el foco de atención en toda la escuela pero mientras estuviera él a su lado, se sentía segura.

Su padre tampoco objetó cuando se enteró de su juvenil noviazgo, primera señal que debió haber alertado a su intuición pero estaba tan enamorada de su galante y atractivo novio, que está paso de largo.

Así sus días pasaban entre los deberes escolares y sus salidas al Shibuya 109, luciendo siempre a la última moda para estar a la altura de su nuevo grupo de amigos. Porque no solo tenía al chico más atractivo de la preparatoria como su novio si no que ahora también su grupo de amigos se había ampliado. Todo parecía perfecto sin lugar a dudas pero cuan lejos estaba esto de la realidad que la dejaría hecha pedazos.

-¡Vamos Akane date prisa!- le apresuraba Chiyo, quién ya había terminado de cambiarse.

Se encontraban en los baños de la estación del tren en Shibuya, cambiándose los uniformes por ropa casual para no ser descubiertas por faltar a clases.

-¡Nos descubrirán!- debatia nerviosa, mientras guardaba el uniforme en su bolso y salía de uno de los cubículos.

-Hace un día estupendo como para estar encerradas en clases, hay que disfrutar mientras se pueda- respondía Saiko retocando su maquillaje frente al espejo.

-¿Porqué te preocupas tanto Akane? Eres la que tienes las mejores notas de entré nosotras- intervino Midori -Además si yo fuera tú quisiera pasar todo el tiempo disponible con mi guapo novio- agrego pícara.

Un leve sonrojo asomó de sus mejillas cuando sacaron a colación al dueño de su corazón, lo cual fue aprovechado por Saiko.

-Entonces Akane ¿qué tan lejos haz llegado con Shino?- pregunto directa -Porque ni creas que vamos a tragarnos el cuento que no han hecho nada, si ya tienen como cinco meses de novios- aguijoneó.

-¡Con ese espécimen a mano, que no hubiera hecho yo!- agregó Midori tocándose con sensualidad su cuerpo.

-¡Por supuesto que nada ha pasado, él es un caballero!- argumento mientras su rostro dejaba atrás el sonrojo y daba paso a un rojo intenso.

-¡Vamos chicas no la molesten! Ellos sabrán cuando será el momento adecuado- salió a la defensa Chiyo -Pero hay algo que tienes que considerar Akane, tienes un novio muy atractivo y si tú no le das lo que él requiere no faltará quien si le cumpla- agregó con desdén.

-¡Hoy nos vamos a divertir!- intervino Midori desviando la conversación, antes que se tornarse incómoda.

Terminaron de acicalarse entre vanas conversaciones, poniendo su atención en los lugares que visitarían en el trascurso del día. Las compras estaban como prioridad, después de eso se reunirían con los chicos en el karaoke.

Si bien era cierto que no tenía mucho tiempo de conocerlas para considerarlas sus mejores amigas, si le habían puesto en claro que las relaciones iban más allá de conversar y pasear tomados de la mano. Los tecnicismos sobre sexo no era lo que la inquietaba sino los nervios de ser su primera vez y si Shinosuke era el indicado, aunque no entendía bien porque dudaba de él, si parecía que hasta lo habían mandado hacer para ella.

El cerebro y el corazón no se ponían de acuerdo y los únicos consejos que tenía eran los de sus amigas. Ella y sus hermanas no eran cercanas, eran familia solo por apellido especialmente desde que falleciera su madre. Nabiki era muy hermética y mantenía su círculo de amistades muy cerrado aunque parecían más negocios que amistades, Kasumi era reservada al hablar de temas íntimos y desde hacía algún tiempo había notado que toda su atención la tenía el Doctor Tofú, no le conocía ningún pretendiente todo lo contrario a Nabiki a quien le sobraban.

Así se debatia entre la decisión que debiera tomar pero tenía que decidirse rápido si no quería perder a Shinosuke, como bien mencionó Chiyo.

Era media tarde cuando se encontraron con los chicos en el karaoke, dejando atrás sus dudas estaba disfrutando del momento. Tenían comida y cerveza, cortesía de la identificación falsa que había conseguido Yoichi, aumentando así la algarabía.

-Te he extrañado- le susurraba Shino al oído al tiempo que la acercaba más a él.

-Yo también te extrañaba- respondió alzando su rostro para que sus labios acortarán el poco espacio que aún había entre ellos.

Sus besos la incendiaban, la hacían olvidar donde estaba dejando que sus manos deambularan por su cuerpo hasta el borde de la diminuta falda que portaba. Recordando que no estaban solos y muy a su pesar detuvo la sesión de besos.

-Nadie nos ve Akane, las luces están apagadas y los demás están muy entretenidos con el karaoke- mencionó mientras esparcía pequeños besos y mordidas a lo largo de su cuello y mandíbula.

Entornando los ojos confirmo lo que Shinosuke decía: Saiko, Midori y Asa con micrófono en mano cantaban ruidosamente, Chiyo y Yoichi tenían su propia sesión de candentes besos la cuál iba en aumento con la mano de Chiyo en la entrepierna del chico.

Tomando un sorbo de cerveza para darse valor, se sentó sobre las piernas de Shinosuke volviendo a retomar los intensos besos, esto encantó al jovén quien la aprisionó más contra su cuerpo. Sus brazos rodearon el cuello de su novio al tiempo que él proseguía donde se había quedado, al borde de su falda que ahora la tenía más al alcance. El calor que inundaba su cuerpo la hacia buscar más, la mano de Shinosuke acariciando uno de sus muslos hasta a tocar sus pantis hicieron que su cuerpo reaccionara de forma automática empezando a revolverse sobre el regazo de él. Esto también tuvo efecto en su novio pues sintió como su miembro se despertaba, sus traviesas manos se las habían arreglado para ir alzando su falda y no era que fuera muy difícil de hacer después que hubo alzado el trasero como respuesta a uno de sus besos. De esta manera sentía como presionaba una de sus nalgas mientras su otra mano incursionaba en el interior de sus muslos llegando casi a su centro.

-Hay que ir a otro lugar- interrumpió a pocos centímetros de tocar su ya húmeda entrada.

Ella solo alcanzó a asentir en silencio pues aún no se recuperaba por completo y tener el cosquilleo en su entrepierna no ayudaba en absoluto.

El le ayudo a recomponer su falda, todo a su alrededor seguía como hace unos instantes sin que aparentemente nadie les pusiese atención, tomando un profundo respiro aliso su atuendo, acomodando un poco su larga cabellera, tomo las bolsas de sus compras mientras él dejaba algunos billetes sobre la mesa para después salir del lugar.

Una vez fuera del karaoke se encaminaron hacia Dogenzaka, no muy lejos de allí. Estaba muy consciente de los locales que había en esa zona pero no sé echaría hacia atrás ahora que había tomado el valor, ayudada por la cerveza si tenía que ser honesta, aún así estaba dispuesta a hacer lo que estuviera a su alcance para que Shinosuke estuviera feliz.

La habitación del Hotel Lotus era linda aunque supuso que es en lo que menos se fijan las personas que vienen aquí.

Al sentarse en el borde de la amplia cama los nervios llegaron de golpe tomando realmente conciencia de dónde estaba y lo que sucedería en unos instantes, por lo visto el efecto de la poca cerveza que tomó estaba pasando y se estremeció como una hoja que es llevada por el frío viento.

Shinosuke no perdió el tiempo, percibiendo que pudiera cambiar de opinión, se sentó junto a ella y tomando su rostro entre sus amplias manos comenzó a besarle, al principio dulce y tierno para después volverse intenso y profundo. Retomando lo que quedó pendiente en el karaoke la alzó para ponerla ahora a horcadas sobre su regazo, estrujándola hacia él introdujo sus manos bajo su blusa. Sus besos bajaban en cascada desde su cuello hasta la clavícula mientras sentía como el broche del sostén se abría, eso la alertó a parar pero fue imposible ya que él fue más rápido y le sacó tanto la blusa como el sostén en un solo movimiento. Los pequeños senos a penas cubiertos por su cabello quedaron expuestos, intentó cubrirlos pero él los tomó para besarlos, amasarlos y succionarlos lo que propinó que un gemido saliera de ella al tiempo que su cadera comenzó un vaivén sobre su regazo. Sintió nuevamente despertar a su miembro, así como el cosquilleo en su vientre volvió a arder y la respiración a acelerarse.

Por un momento él paró sus caricias, a lo que su cuerpo reclamó, para ponerlos en pie y comenzar a desnudarse a si mismo esperando que ella hiciera lo mismo con lo que le quedaba de ropa encima.

La vergüenza la invadía, nadie más la había visto desnuda y obviamente tampoco había visto a un hombre desnudo delante suyo jamás, él pareció desesperarse.

-¡Vamos Akane termina de desvestirte!- apresuró -No esperaras a qué todo lo haga yo ¿verdad?- insistió.

-No, claro que no- respondió dándose prisa para meterse entre las sábanas, en lo que él terminaba de colocarse un preservativo.

Se metió a la cama posicionándose sobre ella y entre sus piernas, su pecho subía y bajaba agitado por lo que vendría, buscó refugio y compresión en sus ojos pero estos solo refulgian lujuria. Volvió apoderarse de sus senos mientras su hombría buscaba hacerse camino en su cavidad, lo cual no le estaba resultando sencillo, insistió con más brío rasgando así lo que le impedía la intrusión. Generando un dolor punzante se abrió paso en su interior, gruesas lágrimas resbalaban de sus ojos sin que él detuviera su avance.

Lo que sucedió después fue confuso y lo que debió haber sido la mejor experiencia con el chico que amaba, se convirtió en un suplicio. Todo terminó cuando Shinosuke exhaló un gemido gutural mientras ella se aferraba a su espalda, sin haber sentido otra cosa más que incomodidad y dolor. Un hilillo de sangre bajaba por su entrepierna así que después de asearse un poco, salieron del lugar.

El lucía radiante, a ella le escocían sus partes íntimas pero el estaba feliz y era lo importante ¿no es así? Era lo que se repetía de camino a casa.

Para su mala suerte su padre había llegado a casa temprano y estaba en la estancia cuando ellos llegaron.

-¿Cómo va la escuela Akane?- cuestionó el patriarca detrás de algún periódico internacional.

-Todo va bien, padre- respondió, esperando no ser descubierta por haberse volado el día y lo más importante que no se diera cuenta lo que había pasado entre ella y Shinosuke.

-¿Tienes un momento Shinosuke?- más que solicitud era una orden que no debía ser refutada, a lo cual el susodicho acató.

Akane espero a que su padre terminará de hablar con Shinosuke, cuanto quería darse un baño y meterse en su propia cama, descansar de lo largo que había resultado ese día. Gracias al cielo la charla no demoró mucho.

-¿Qué era lo que quería mi padre?- interrogó.

-Nada en particular- contestó tranquilo -Te veo mañana en clases- agregó mientras se despedía dándole un beso en la frente.

Sin tiempo para meditar en lo sucedido, se recluyó en su habitación hasta el día siguiente.

Los días pasaron casi igual que siempre, a excepción que ahora también incluía visitas al Hotel Lotus, a lo cual ella todavía no se habituaba dejándola de mal humor.

En una ocasión apenas salieron de clases fueron directo al hotel, Shinosuke se había vuelto más exigente en ese sentido y ella no podía negarle nada pero esa vez todo fue muy rápido apenas pasaron 30 minutos en el lugar, y al terminar él se excusó alegando tener otros asuntos que atender y no poder acompañarla a su casa así que dejándola sola en la habitación se marchó. Creyó que después de haber pasado al siguiente nivel e intimar, él estaría más cercano a ella pero parecía todo lo contrario, pasaban la mayor parte del tiempo en compañía de sus amigos y si iban al hotel todo giraba en torno a su satisfacción.

Acaso no había cumplido con todo lo que se demandaba de una novia, divagando entre sus pensamientos y sin notarlo había llegado al karaoke que siempre frecuentaban, decidió entrar para distraerse un poco y con algo de suerte alguno de sus amigos estaría allí para hacerle compañía. Y así fue, la recepcionista le confirmó que en la cabina que siempre alquilaban estaban dos de sus amigos aunque no le dijo cuáles de ellos eran. Animada entro, había poca gente pues era mitad de semana, así que no demoró mucho en llegar, abrió sigilosamente la puerta para sorpréndelos pero la sorpresa se la llevó ella. Ante sus ojos estaba la peor escena que jamás se imagino ver, Chiyo arrodillada entre las piernas de Shinosuke con su miembro en su boca mientras esté tenía echada la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados, ninguno percatatándose de su presencia. Cómo pudo cerro nuevamente la puerta y salió rápidamente de allí, las manos le temblaban y sentía que unas manos invisibles se cerraban sobre su garganta privándola de oxígeno. Llegó a su casa como autómata, dirigiéndose directamente al despacho de su padre sin saber que la había motivado hacerlo, quizás la vaga esperanza de que esté la consolara pero él no se encontraba allí. Las lágrimas comenzaron a fluir como torrentes de una presa desbordada, mientras estaba acurrucada en la amplia silla del patriarca, aún con sus ojos nublados divisó unas fotografías en el escritorio. Lentamente las tomo haciéndose familiar las imágenes que estaban plasmadas en ellas, y como no las iba a reconocer si eran ella y Shinosuke en la habitación del hotel, teniendo sexo.

¿Qué era lo que estaba ocurriendo?

Removió entre los papeles buscando algo que respondiera a las preguntas no dichas aún, la chequera salto a la vista, con las pocas fuerzas que le quedaban la hojeo encontrando lo qué se negaba a encontrar, un cheque expedido a nombre de Shinosuke con una cantidad obscena para la edad que ellos tenían. En eso alguien más entró al despacho.

-¿Qué haces en mi oficina?- cuestionó el patriarca.

-¿Qué es todo esto?- refutó sin miramientos, mostrándole lo que había encontrado.

-¡Es lo que es!- respondió sin inmutarse -Es a lo que tengo que llegar para que alguien se fije en ti, y te enseñe los deberes de una esposa. ¿Cómo esperas que a quién escoja para ti este satisfecho si no tienes ninguna experiencia?- explicó fríamente.

Sus entrañas se revolvían en su interior, amenazando con expulsar todo lo que hubiera dentro, su mundo cayendo a pedazos frente a sus ojos. Si aún tenía la más mínima esperanza de que su padre sintiera algún cariño por ella, está se desvaneció sin más.

-¡No soy mercancía con la cuál puedes negociar, soy tú hija!- vociferó con rabia, enfrentándose a su progenitor.

-Para mi no hay diferencia, solo existen las ganancias que pueda obtener de ello- dijo impávido -Además tú también saliste ganando ¿no es así? Popularidad en la escuela, un grupo de amigos selectos, un novio apuesto que te hizo mujer; todo fue una preparación para lo que te espera en el futuro. Porque solo el más capaz sobrevive en nuestro círculo- agregó con crueldad.

La cabeza le daba vueltas ¿qué clase de padre le hace eso a su propia hija? No pudiendo tolerar más estar frente ese monstruo, salió disparada de la casa sin un rumbo fijo pero dispuesta a no regresar jamás a ese lugar.

Llegó a la estación del tren sin saber cómo, subió tomando cualquier ruta disponible, rezando por qué la sacarán de ese infierno pero solo llegó hasta la estación Sangen-jaya, la línea estaba en mantenimiento y no le permitió llegar más lejos. Caminó largo rato entre las calles desconocidas, el cielo estaba gris augurando la lluvia que no demoró en llegar pero no le importó guarecerse de ella. Estaba empapada hasta la médula pero no detenía su andar, deseaba que la lluvia la borrará, la desapareciera de la faz de la tierra pero nada pasaba seguía sintiendo su miseria a flor de piel. Se topó con lo que parecía ser un santuario, estaba demasiado oscuro y sus ojos tan cansados e irritados que no distinguía bien, ingresó esperando que no hubiera nadie. Buscó un rincón donde poder recostarse, su cuerpo adolorido demandaba un descanso, en su bolsillo algo vibró, había olvidado que traía el celular consigo. Lo lanzó tan lejos cómo pudo, no quería saber nada de nadie, sus ojos se cerraron con la esperanza de no volver a abrirse.


-Akane ¿estás bien? Luces algo pálida- mencionó Konatsu -Parece que te dará un resfriado- agregó después de tocar su frente.

-Me siento un poco cansada- contestó sincera.

-¡Ve a descansar, mañana yo cubro tu turno!- ordenó.

-Pero...- intentó debatir.

-Pero nada, tienes que cuidarte y más si pescaste un resfriado. El señor Yoshida entenderá no te preocupes- explicó.

Ella asintió, dejando lo que estaba haciendo a cargo de Konatsu y salió rumbo a su apartamento.

Mantenerse alerta, expectante de que la pudieran encontrar le estaba pasando factura a su cuerpo. Esperaba que con un día de descanso pudiera restablecerse y recuperar energía, le mando un mensaje a Ranma explicando su malestar y que no podría asistir al dojo, ni verlo en un par de días. Quizás comenzar una relación con él era algo apresurado, no había salido con nadie más después de Shinosuke, temía que quienes se interesaban en ella fueran enviados de su padre. Pero Ranma no conocía su pasado, ni a su padre ¿verdad?

Decidió no ahondar más en ello, la cabeza le estallaba y sentía los embates de la fiebre, apenas hubo llegado al apartamento tomó unos analgésicos y se hundió en el confortable futón.