Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.

Hola, esperando que disfruten el capítulo ;)


El lugar era tan inmenso que suponía que los candelabros que su prometida había pedido se verían bastante elegantes, él no tenía duda alguna de que había hecho la mejor elección cuando le propuso matrimonio hacía tres años atrás, faltaban cuatro semanas para la boda y era el encargado de supervisar todo ya que ella se había ido a New York en busca del mejor vestido de novia.

Se giró sobre su mismo eje, con las manos metidas en las bolsas de su elegante pantalón de vestir, su teléfono no paraba de sonar, suponía que por asuntos de trabajo, pero en ese momento no le interesaba nada más que aquel lugar quedara tal y como su prometida le había pedido que lo dejara.

Avanzó lentamente cuando su mejor amigo entró al lugar, observando con la boca abierta a su alrededor, pero con una sonrisa burlona acompañando la sorpresa de que aquello no fuese tan espantoso como ambos habían pensado al inicio.

—Tiene un gusto magnifico, aunque… bastante dudoso al inicio –admitió el hombre en un tono divertido.

—Desde luego que tiene un gusto magnífico, después de todo, está a cuatro semanas de casarse conmigo.

—Después de que juró en el colegio que jamás dejaría a su ex por ti, me sorprende que estén a punto de dar un paso tan importante en sus vidas –aceptó.

—Ya lo sé, pero se lo dije, que ella era para mí, no importaba cuanto tiempo le tomara darse cuenta, yo estaría esperando.

—Dime, ¿Cuánto tiempo después de eso cayó a tus pies?

—Enamorar a alguien es cuestión difícil, no algo como una competencia –le respondió.

Su amigo se burló de él, había cambiado muchísimo estando con ella, nunca había sido un rompecorazones, tenía mucho éxito con las mujeres, desde luego, lo encontraban bastante atractivo, había tenido algunas novias, pero en cuanto su prometida accedió a salir con él, todo su mundo se centró en ella, no podía decir que había sido el ser más fiel del mundo, porque la vista es muy natural, pero de ahí, a acostarse con alguien más o de cualquier otra forma, nunca había pasado, no había mujer en el mundo que pudiese interesarle más que su prometida, vivía y se desvivía por ella.

Después de todo, le había prometido bajarle el mundo, hacerla tan feliz como le fuese posible, tenían cinco años saliendo, y tres de esos cinco, comprometidos, por fin, por fin la vida estaba llevándolo a la cima de su felicidad, en cuatro semanas, sería el hombre más feliz del mundo.

—Tengo que prepararte la mejor despedida de soltero del mundo –habló su amigo, señalando al horizonte.

—Nada de extravagancias, por favor –soltó irritado.

—Extravagancias, dime ¿Cómo cuáles?

—Bailarinas, prostitutas, lo que sea que se te ocurra, no todas las despedidas de soltero tienen que ser así.

—Bueno, normalmente ese tipo de fiestas es para que el novio pueda ver lo que está a punto de dejar en el pasado, ya sabes, que hay más mujeres y las está dejando a todas, solo por una, pero tú –se burló –ya las has dejado desde que te dio el sí, a ser tu novia.

—Lamento que no conozcas algo tan básico en una relación, ¿qué chiste tiene estar con alguien si vas a estar con otras? Mejor quédate soltero –se encogió de hombros.

El chico se alejó cuando la planeadora de bodas se acercó con un par de libros abrazados, el otro hombre hizo un bufido y puso los ojos en blanco, odiaba el carácter tan débil y sumiso que su mejor amigo tenía, ella dominaba todos los aspectos de su vida, desde lo que vestía hasta lo que comía, pero él siempre se enfadaba cuando alguien se lo hacía notar.

Para él, no era una relación sana en ningún aspecto, por muy fiel que su mejor amigo fuera, no siempre eso hacía que las relaciones fueran sanas, pero no importaba cuanto lo dijera, solo ocasionaba peleas que no podía ganar.

—Pero bien –habló de nuevo cuando su amigo se desocupó de sus asuntos.

—Vayamos por algo de comer, eso no estará calificado como algo extravagante, ¿o sí?

—Claro que no –aceptó.

—Primero pasaremos por un amigo, que hace bastante no vemos y llegó a la ciudad hace poco.

—Bien –contestó a regañadientes de nuevo.

No le costó ni un solo problema reconocer el edificio de su tía Bellatrix, así que puso los ojos en blanco, aquel sitio le parecía de tremendo mal gusto, no podía creer que hubiese chicas prestándose para algo así.

—No pongas esa cara, Draco –lo reprendieron.

—En serio, ¿no encontraste un mejor pretexto para traerme a este sitio?

—No es pretexto, Goyle está allá arriba, además, es un club, también podemos comer ahí, ¿sabes?

—Es desagradable, ¿las chicas vienen en el menú, Blaise?

Su mejor amigo sonrió, como si eso le agradara, pero Draco prefirió ignorarlo por su bien, no quería otra discusión sin sentido que nunca terminaba en algo bueno ni favorable para él.

El lugar no había cambiado absolutamente en nada de todo lo que recordaba, su madre solía ir a ese lugar a ver a su hermana, mientras ellas charlaban en la oficina de su tía Bella, él solía dar paseos cuando aún era un niño de unos ocho o nueve años, con el pasar de los años, las mujeres ahí habían dejado de ignorarlo y comenzado a sonreírle, aun así, la mayoría solía ser mayor que él, pero por las que veía en ese momento, había de toda clase de edades, era lo único que había cambiado, al parecer.

Se había vuelto más ambicioso ese lugar al parecer, no le prestó mucha atención a las mujeres a su alrededor, salvo por una joven de piel tan blanca como la porcelana, sobresalía por los cabellos azabaches que le llegaban hasta unos centímetros arriba de los codos, era delgada y de piernas largas y bonitas, le pareció curioso que estuviese sola.

—Allá está, vamos –lo golpeó en el costado Blaise sin prestar mucha atención a su alrededor, así que lo siguió.

—Se ha mejorado bastante el menú –habló Goyle en cuanto llegaron a él, la verdad es que habría vuelto antes de haberlo sabido –se burló.

Draco hizo una mueca de disgusto por tener que pasar tiempo con un tipo como ese, giró la vista, inconscientemente buscando a la joven que estaba sola, pero no la encontró, solo observó al pobre y patético hombre sentado en un sofá, rubio y con la mirada baja, lo reconoció, habían ido juntos al colegio y Draco solía molestarlo todo el tiempo, porque de nada le había servido ser de una buena familia, era un perdedor como los becados del colegio.

—Creo que Longbottom se ha excedido con el alcohol, es la mejor forma de estafar hombres, estas chicas son ingeniosas –se burló Blaise.

—Dejen al perdedor –habló Goyle –hay varias cosas en el menú que les recomendaré, por ejemplo este corte.

Los ojos grises de Draco regresaron hasta su ex compañero, para darse la grata sorpresa de que realmente estaba hablando de un menú de comida, no de mujeres, así que se desabrochó el saco y se sentó cuando Blaise le hizo una mueca para que lo hiciera.

—Me sorprendió que me llamaras, Goyle, ¿qué te hizo volver a Londres? –Cuestionó Blaise.

—Los Bulstrode invitaron a mis padres a la boda del siglo –observó a Draco –y ellos me hicieron volver –se encogió de hombros –me sorprende que se vayan a casar, para ser honesto.

—A muchos –aceptó Blaise, echando una rápida mirada de reojo a su amigo que hizo una mueca –pero el amor siempre triunfa, ¿no es lo que dicen?

—Así es, a mí y a mi amor jamás nos han podido separar –informó.

Los otros dos hombres lo observaron comer, sin duda su amor más duradero era con la comida, desde que eran niños, salvo que en ese momento, estaba más delgado y podría decirse que la adultez hizo algo bueno con él, al menos.

—Aun no sé qué comprarles –informó a Draco.

—No necesitamos nada, los dos podemos conseguir lo que queramos, descuida –soltó en un tono indiferente.

—Entonces en ese caso, podría regalarte un bote, o un impermeable, lo que más te guste –sonrió sarcástico Goyle.

—M—

Ginny observó al chico que estaba de nuevo en el sofá, se sentía bastante mal por él, la mayoría de las personas en el lugar se burlaban de él, no sabía por qué estaba ahí, pero no podía ser una buena opción.

Se acercó a él y se sentó a su lado, el hombre desvió la vista hasta sus piernas y se tensó, alejándose con gran rapidez, observando a otro lado y después a ella, que le sonrió divertida, pero eso no ayudó mucho.

—Y-Yo no estoy interesado en nada de eso –le dijo desesperado –acudí por un malentendido, pensé que era un club diferente, ¿sabes? No me interesa apoyar este tipo de negocios.

—Este tipo de negocios –repitió divertida –eso explica porque no ves a ningún otro lado –se encogió de hombros –no importa, solo quería saber si estabas bien.

—Ah, sí –aceptó inquieto.

Alguien se aclaró la garganta a su lado, así que Ginny levantó la mirada, un chico de piel oscura estaba a su lado, ella tuvo que parpadear un par de veces, realmente era atractivo, por lo poco que podía ver debajo de la camisa que se ceñía a su cuerpo y los pocos botones abiertos, dejando a la vista la piel firme de sus pectorales.

—Longbottom, nunca pensé que te encontraría en un sitio como este, dime ¿tu primera vez fue tan desastrosa como lo dijo Daphne? –Soltó una risa cruel –por eso estás aquí, ¿para que alguien con experiencia te enseñe a no venirte en cuanto la veas desnuda?

Aquella actitud le quitó todo lo guapo que Ginny le había encontrado momentos atrás, suspiró, puso los ojos en blanco y se puso de pie, encarando al tipo, nunca había sido de la clase de personas que encuentra divertido esa clase de comportamientos, además, era maestra de escuela elemental, lo tenía tan dentro de su ser evitar esa clase de acosos entre sus alumnos, que ni siquiera lo pensó.

—Si burlarte de la precocidad de otro hombre te hace sentir bien…

—Vamos, cariño –le sonrió de lado –ya sé que debes estar acostumbrada a acostarte con tipos como esos, que cinco minutos son una joya –acarició la peluca de cabellos azabaches –me pregunto, ¿qué será de ti cuando realmente pruebes a un buen hombre?

La dejó con la palabra en la boca, quería ir hasta él y patearlo en su orgullo, pero iba en contra de las reglas, además en ese momento entró Michael al lugar, y su atención fue hasta él, como siempre iba, para ver qué clase de elección tendría ese día, eligió a una castaña y fue directo a las habitaciones.

—Gracias por si quiera intentarlo –habló el chico –la verdad es que me ha molestado toda la vida, íbamos juntos al colegio.

—Qué clase de patético colegio asistías –gruñó –es labor de los profesores…

—Ah, uno de los profesores le permitía hacer eso, es más, él me molestaba peor, le tenía tanto miedo –aceptó.

—Patéticos y pequeños hombrecitos –volvió a gruñir –se necesita ser un miserable como para…

—Ya no tiene importancia, ya no me afecta –aceptó.

—Pero en un momento debió –lo observó sobre su hombro, ya que se había recargado en su regazo, para controlarse a sí misma.

Él se encogió de hombros, restándole importancia, pero sin desmentir la conclusión a la que ella había llegado.

Gracias a ese chico, Ginny pudo pasar un gran rato charlando tranquilamente, desconocía si realmente había ido en busca de alguien que le ayudara a no ser precoz, pero jamás le insinúo absolutamente nada, reían divertidos, porque sí, era un tipo genial, de haberse conocido en otro lado, probablemente habrían sido grandes amigos, pero ¿a quién engañaba? Esa clase de gente rica no se juntaba con la clase trabajadora, por mucho que la ficción hiciera pensar que sí.

—La siguiente semana mi abuela quiere que vaya a verla –le comentó –mi hermosa e insoportable novia no quiere ir, así que bueno, tendré que ir solo, de nuevo.

—Deberías conseguirte una nueva novia, ¿no crees? –Elevó una ceja, pero con la máscara, él no pudo notarlo.

—Debería, pero mi abuela cree que Daphne Greengrass es la mejor opción para mí y la descendencia Longbottom.

—Yo creo que no sería así, pero ¿qué puedo saber yo de temas así? –Se burló.

—La verdad es que la mayoría de las personas de este nivel económico siempre está pensando en la descendencia en el linaje, y esas babosadas.

—Por algo debe ser, no es como si fueses a buscar una plebeya porque ella realmente verá lo profundo de tu alma, ¿o sí? –Se burló.

—No es sobre eso, realmente llegas a enamorarte de alguien cuando lo conoces y le tratas, y si solo tratas con gente de tu nivel económico, ¿qué tiene de malo?

Si lo ponían de esa forma, pues tenía razón, no es que ella se hubiese enamorado de Corner por sus millones, sino fue con el trato, le gustó su personalidad y todo de él, claro que en ese momento no dejaba de preguntarse si él realmente había sido ese chico alguna vez, comenzaba a dudarlo.

—Eso significa que estás enamorado de tu novia.

—Creo que dependiendo que tan complicada sea tu familia, es el nivel de histeria de sus hijos, mientras más esperan de ti, más te frustras por no poder llenar los zapatos que te pusieron enfrente, ¿comprendes? A ella no le gusta el modelaje, sin embargo tiene que hacerlo, porque su madre siempre soñó con que ella fuera de las mejores modelos, así que le hace comer media lechuga cada seis horas –se encogió de hombros –y tomar tanta agua que podría darle agua potable a una aldea africana por un año.

—Pobre de aquellos hijos que tienen que ser el reflejo de los sueños que sus padres no pudieron cumplir, esa clase de personas, no deberían procrear.

La tarde se le fue a Ginny charlando con Neville Longbottom de cosas sin sentido, como el amor, los deseos más profundos y las expectativas que la mayoría estaban intentando de cubrir, aunque se les fuera la existencia en ello.

Los ojos castaños de Ginny se posaron en su hermano Charlie, que tenía un pequeño cervatillo en el regazo y alimentaba con una mamila, mientras lo observaba con un brillo orgulloso en los ojos.

—Eres la más hermosa madre que he visto nunca –sonrió ella.

—Gracias –sonrió divertido.

—Espero que no vengan a correrte, porque no quiero ir con mamá y papá, realmente no quiero –aceptó suspirando.

—Mi casera ya sabe de mi profesión, además, he ayudado a su gato un par de veces, no puede echarme de aquí, ¿quién más le abriría la puerta a las dos de la mañana porque su gato se atragantó con una bola de pelos que no pudo expulsar por que tenía el collar muy apretado? –Se encogió de hombros.

—Se le hubiese muerto el gato en lo que llega al veterinario más cercano.

—Además, mañana van a llevarlo a su nuevo hogar.

—Dime, ¿de dónde lo sacaste?

—No tengo los detalles, mi teoría es que alguien planeaba cocinarlo, bueno, iremos a descansar, vamos, Bambi –sonrió Charlie –no es verdad, ese no es tu nombre, deberías esperar a ver cuál te pondrán.

Ginny lo vio sujetar un libro, sonrió al leer el título de "El Cervatillo Valiente", se detuvo junto a ella y le dio un suave beso en la cabeza, le deseó buenos sueños y entró a su habitación, la pelirroja avanzó hasta su habitación, observó a su hermano colocar más mantas en la cama para que el cervatillo estuviese calentito y cómodo.

Entró a su habitación y contrario de su hermano, ella sí cerró la puerta, se desvistió lentamente, estaba agotada, quería arrojarse sobre la cama así como estaba, no sabía cuánto tiempo le tomaría vengarse de Corner, si éste ni siquiera se había dado cuenta de que ella estaba ahí.

—Esto es estúpido –bufó furiosa –sin duda estoy dándole más importancia de la que se debe.

Asintió a su reflejo en el espejo, pero la decisión se esfumó, quería hacer eso, vengarse de él, pero después de recordar su charla con Neville, no sabía si podía culpar a Michael solo por intentar llenar una expectativa que cada vez se volvía más cruel, sus padres eran realmente crueles, ella al menos había tenido sino el más sano hogar, si uno cariñoso, que a sus posibilidades, sus padres les habían dado las herramientas y las ganas de construir algo digno en su vida.