Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.
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Capitulo 7:
~Primer año en la academia de aurores~
Ser un ex mortífago y tener una de las mejores calificaciones en la academia de aurores, donde eres un simple becado, era algo que muchos no estaban dispuestos a soportar. Sobre todo si eran arengados por uno de los integrantes del trío de oro, Ronald Weasley.
Desde el primer día Draco se había convertido en el nuevo chivo expiatorio de la academia. En solo un par de años él había pasado de ser quien se burlaba, al burlado y debía admitir que si pudiera volver en el tiempo lo haría para poder modificar todo lo que hizo mal alguna vez. Estar en el lado del mostrador que era receptor de la crueldad no era divertido y tampoco debería serlo el hecho de ser gratuitamente cruel con alguien más.
El último problema en el que se había metido, o mejor dicho el último problema en el que lo habían metido, era sobre la desaparición de un vial de filtro de muertos en vida y otro de Félix felicis. Por supuesto que Draco no había tenido nada que ver con el robo pero cuando ambos frasquitos salieron de sus bolsillos, luego de un accio del director, negarlo fue imposible.
No había tenido la mas mínima idea de cómo esos frascos habían ido a parar a su bolsillo luego de la clase de pociones tácticas. Solo Harry y Hermione habían salido en su defensa e incluso ellos habían dudado cuando las pruebas irrefutables de su culpabilidad habían emergido de los gastados bolsillos de sus vaqueros muggles de segunda mano.
Por suerte, la verdad había terminado saliendo a la luz antes de haber provocado un autentico e irreparable daño, pero las consecuencias eran todavía una cosa repugnante con la que Draco tendría que tratar por el resto del año. Como el viejo dicho decía, la mentira viaja mucho más rápido que la verdad y la verdad nunca alcanza a una mentira.
Los frascos habían sido encantados y colocados en sus bolsillos por Andrew Mcallister. Un mago nacido de muggles, dos años menor que ellos, que había tenido que abandonar Hogwarts y transferirse a Ilvermorny antes de que la guerra estallase. Un prior intantatem en cada varita del salón había sido suficiente para esclarecer el asunto y Mcallister había sido duramente castigado pero el rumor de Draco siendo un ladron no se había detenido ni lo haria pronto.
Si bien Malfoy había salido mas o menos indemne de aquel episodio, dos dias despues había terminado en detención por haber golpeado a un compañero que comenzó a gritarle "mortifago ladrón" en los pasillos de la academia. El tonto al que golpeó había estado intentando congraciarse con Weasley, ya que el pelirrojo era uno de los aprendices mas populares del segúndo año de la academia de aurores.
Ese era el primer dia que se le permitia volver a casa luego de la semana de detención que se ganó por haber peleado. Para evitar los malos comportamientos dentro de la academia, los profesores no temian aplicar duros castigos como el que Draco había recibido.
Había nueve celdas en el subsuelo de la academia y allí eran encerrados aquellos que rompian alguna norma. Lo molesto de aquel castigo no había sido estar encerrado una semana sin ver la luz del sol. Lo molesto había sido tener al chillon de Mcallister quejandose dia y noche en la celda contigua. Draco sabia que el contenido de las clases que había perdido podria recuperarlas al salir, pero las noches de sueño perdidas seria algo mas complicado. Andrew lloraba como un perro apaleado practicamente sin interrupción. Por suerte ellos tenian libre acceso al agua o su compañero hubiese sufrido una grave deshidratación alli abajo.
A la tercera noche, Draco no lo soportó y comenzó a insultar a su compañero de castigo. Sus celdas estaban limpias y eran espaciosas, tenian libros interesantes para leer, un baño decente, cinco abundantes comidas diarias y visitas de quince minutos por dia. Aquello era un paseo por el campo comparado con Azkaban o las mazmorras de Malfoy Manor durante la guerra. Mcallister solo estaba siendo un bebé llorón.
por suerte para Draco, su castigo era menor que el de Mcallister y había sido liberado ese dia antes de abrazar la violencia permanentmente. Estar encerrado junto a un idiota era casi tan enloquecedor como lo era el estar rodeado de dementores en Azkaban.
Al salir, Hermione estaba esperandolo en el gran portal de la Academia. Ella llevaba una bolsa repleta de dulces y se la entregó con la intención de hacerlo sentir mejor. Para alegria de Draco, Potter y Granger se habían turnado los ultimos siete dias para verlo y dejarle los apuntes de las clases de ese dia. Asi que ver a Hermione esperandolo lo sorprendió. Malfoy no pensaba que hubiera alguien aguardando a su liberación esa mañana.
- ¿Cómo estás?
- feliz de no tener que oir mas el llanto de Mcallister.
- oí que tiene que quedarse toda una semana mas allí.
- si, atacó al Auror que fue a darnos el desayuno. Es un cobarde.
Hermione sonrió. Era verdad. Mcallister se había servido de su estatus de hijo de muggles para que todo el mundo lo tratase con mas pleitesia de la necesaria. Haber sido perseguidos en la ultima guerra no los volvia de cristal y merecedores de un trato diferente. Eso simplemente era estupido.
- ¿Por qué golpeaste a St Richard?, solo tenias que ignorarlo.
en los ultimos seis meses Draco había sufrido bastante maltrato de sus compañeros. Al principio él solo callaba y aguantaba por el bien de todos. Además pensaba que estaba bien que recibiese un poco de su propia medicina pero con el tiempo había comenzado a resentirse.
Luego de que lo hubiesen acusado de robo él había dicho basta. Estaba cansado de que cada vez que creia que todo iria mejor alguien sugiese de la nada para mortificarlo delante de todos y golpear su amor propio contra la pared mas cercana.
La mañana que golpeó a St Richard, había decidido que estaba cansado de ser el chivo expiatorio. Si él ahora fingia ser arrogante, tal como había sido en Hogwarts, tendria un excelente mecanismo de defensa. Pero Draco sabia la verdad. Por muy arrogante que se mostrase, él ahora era un perdedor. Incluso uno mas grande lo que el resto del mundo consideraba.
- Fue mas facil devolverle con golpes los insultos que me propinaba. Cuando hay tanta gente que busca doblegarte y mostrarte la poca dignidad que te queda no se puede tener delirios de grandeza, Hermione. A veces ser estoico no basta. Rompiste mi nariz en tercer año, tu mejor que nadie sabes lo satisfactorio que es un golpe cuando sabes que los insultos no servirán.
Ambos rieron por un instante y sentados en un banco del parque cercano al portal comenzaron a comer los dulces que Hermione había trido.
- ¡que se jodan!
Draco observó a Hermione como si le estuvisen volviendo a crecer los dientes delanteros. Ella había gritado de la nada y casi se le habían caido los dulces por el susto.
- que se jodan, Draco. No tienes que reaccionar a sus insultos, arruinarás tu carrera. Ellos no te atacarian si no fueran pateticos. Te atacan solo para ocultar el hecho de que son criaturas inferiores que te envidian.
Él levantó una ceja. Algo dentro de la bolsa tenia que estar en mal estado. Hermione había comenzado a delirar.
- es verdad, Draco. Las personas equilibradas e inteligentes no tienen que socavar a otras con el fin de sentirse superiores o bien con ellos mismos. Solo los grandes perdedores hacen eso. Y tú, Draco, al contrario de lo que pienses, ya no eres un perdedor. Lo eras, es verdad. En Hogwarts eras el mayor perdedor de todos, pero lo dejaste atrás.
Inseguro de si aquello era un insulto solapado o un halago, Draco casi pudo creerse aquello de que ya no era un perdedor.
- Somos jovenes, Draco. Sobrevivimos a una guerra, estamos vivos. Nuestro momento es este y no habrá vuelta a este punto de nuestras vidas. Ignora a quienes quieren arruinar tu dia. No merecen tu tiempo.
Con la expresión más tierna que alguien le hubiera dado alguna vez, Hermione apoyó una mano suave sobre su mejilla. Era la primera vez que alguien que no fuese su madre lo tocaba de esa forma. Por casi un minuto él no pudo respirar porque sentimientos desconocidos lo atravesaban. Se había enamorado de su compañera de clase.
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~ Apartamento de Hermione. Luego de la discusion con Draco, en el ministerio de magia.~
Harry había necesitado mas de una hora para convencerla de que eso era lo correcto. Todos sabian que ellos habían sido un equipo imparable durante la academia, que se hubiesen vuelto pareja años después solo seria algo mas o menos natural.
Los magos y brujas mas conservadores veian con malos ojos que ella fuese una bruja divorciada. Presentarla como una bruja comprometida, al menos hasta las elecciones, solo mejoraria su imagen. Si a eso le sumaba el hecho de que su "prometido" era un afamado auror que había hecho un arco de redencion digno de las novelas mas rosas del mercado, todo tenia sentido.
Aunque ahora fuese considerado un heroe, Draco tenia un pasado oscuro y los mas conservadores podrian estar de acuerdo que él de alguna forma podria influenciarla para que adopte algunas de las arcaicas costumbres de los sangre pura. Harry tenia razón, si los vetustos ancianos pensaban que Draco y ella eran pareja, ganaria las elecciones sin esfuerzo.
Además lo de las amenazas la mantenía intranquila. Que alguien se encargase de desarticular aquella logia que la odiaba por sus orígenes era un aliciente. No lo admitiría en voz alta pero ella había comenzado a dormir con su varita bajo la almohada desde que habían entrado fácilmente a su departamento. Que hubiesen podido burlar sus defensas de forma tan sencilla la hacía sentirse vulnerable.
Cuando abrió la puerta del departamento no pensó que algo estaba fuera de lugar allí. El pasillo había estado tranquilo como siempre. El salón estaba completamente en orden. Las defensas mágicas quizá fuesen un poco más fuertes que antes pero no le dio importancia. Todo parecía igual a cuando lo había dejado, salvo por una cosa. Su nuevo gato no había venido a saludarla.
Salem era un pequeño gato negro que había adoptado en el mundo muggle casi inmediatamente después de divorciarse de Ronald. Crookshanks había muerto pocos años después de casarse con Ron y ahora que viviría sola sentía que una mascota la ayudaría a pasar el tiempo que pasase en la casa.
Su gato generalmente aparecía apenas oía el ruido de la llave y solía enredarse entre sus piernas para demostrarle lo feliz que estaba de que hubiese llegado a casa. No verlo en la entrada fue el primer indicio de alarma para Hermione así que rápidamente tomó su varita de la funda donde usualmente la escondía. Si Salem no estaba allí era porque algo extraño sucedía.
- "¿sabes una cosa minino? Existe algo llamado privacidad. No puedes entrar al baño mientras me ducho y simplemente quedarte observándome. Es algo aterrador"
Hermione gritó al ver al hombre semidesnudo pasearse por su sala mientras sostenía contra el amplio pecho a su gato y le hablaba sobre privacidad.
- mierda, mierda. Baja esa cosa Granger. Tu grito asustó al gato, mira lo que me hizo. Maldita sea, arde.
El espeluznante alarido que Hermione había lanzado hizo que el gato se asustase y había arañado en varios sitios a Draco mientras intentaba liberarse de sus brazos.
- ¿Qué haces aquí, Draco?
- hasta que llegaste, intentaba educar a tu gato. Crookshanks no era un voyeur. Debes enseñarle mejores modales a este.
La más bizarra de las situaciones se estaba generando en su salón. Draco, apenas envuelto por una pequeña toalla rosa en sus caderas, se había sentado en el sofá y no parecía para nada avergonzado por el hecho de estarse paseando semidesnudo y pecaminosamente húmedo por su reciente ducha.
- me refiero a como entraste a mi casa. ¿Y por qué estas desnudo en mi sofá?
- en primer lugar, Granger, no estoy desnudo. Llevo una toalla, así que tu vista está protegida de lo que no deseas ver. En segundo lugar, tus defensas apestan. No me sorprende que los de la logia hayan entrado tantas veces a este sitio. Hasta un niño de primer año burlaría tus conjuros de protección…
Hermione quería gritarle hasta que sus cuerdas vocales sangrasen. Desde que volvió, Draco había estado siendo tan arrogante como era en Hogwarts y aunque sabía que el cambio de actitud de él era completamente su culpa, no le agradaba que la tratase de esa forma. Ellos habían sido los mejores amigos años atrás, no deseaba volver a la adolescencia en lo que a él respectaba.
- eso no explica por qué estás aquí, por qué pareces haber usado mi ducha sin permiso o por qué tienes mi toalla favorita cubriendo… eso.
Mientras Hermione se cruzaba de brazos, Draco se levantó del sofá y camino hacia ella sosteniendo la varita que un instante antes había convocado desde su bolso en el baño. Él se paró muy cerca y comenzó a responder todas las preguntas.
- estoy aquí porque seré tu guardia. Usé tu ducha porque no recordaba el maldito infierno que puede ser este lugar en verano y uso tu toalla porque no creo que te agrade que me pasee por aquí sin cubrirme. ¿No te dijo Potter que usaré tu departamento como base mientras viva aquí? Seré tu nuevo compañero de casa, Granger.
- ¿QUÉ?, ¿ESTAS BROMEANDO?
- No, ¿me ves cara de estar bromeando?
No, de hecho su cara era mortalmente seria.
-¡ouch!
Ella lanzó un gritito e inmediatamente se llevó un dedo a la boca luego de que algo la hubiese cortado.
- ¿Qué hiciste?
- necesitaba algo de tu sangre para fortalecer las defensas del departamento. – mientras hablaba, él ejecutaba algunos movimientos con su varita en dirección a la puerta y las ventanas a la vez que una luz roja las cubría. – Listo, ahora nadie que quiera hacerte daño real podrá entrar o salir.
Hermione estaba furiosa. Sabia de la existencia de los hechizos de defensa que involucraban sangre pero la magia roja siempre le había parecido tan o más macabra que la oscura. Al parecer Draco no tenía problemas con ella.
- pudiste haberme pedido la sangre y no haberme cortado sin permiso.
- vamos Hermione. Tú y yo sabemos que no me hubieses dejado levantar las defensas usando tu sangre de manera voluntaria. Eres demasiado integra como para protegerte a costa de hacerle daño a alguien.
Eso era verdad. Hermione sabía muy bien como ejecutar aquel simple hechizo pero jamás lo había usado porque cualquiera que intentase ingresar con malas intenciones hacia ella, terminaría gravemente herido o muerto.
- ¿no tienes miedo?
Draco solo la miró. Él no había comprendido lo que insinuó o simplemente la estaba ignorando.
- la casa podría expulsarte ahora. Tu mismo has levantado la defensa de sangre…
El rostro de Draco había cambiado de impasible a furioso en un instante. Parecían adolescentes otra vez. Volvían a discutir sin sentido por cualquier cosa y él simplemente odiaba aquella etapa de su vida. Si por él fuese, sencillamente volverían al momento en que se habían convertido en amigos y olvidaría toda la mala sangre que había surgido entre ellos cuando se marchó a Francia luego de terminar la academia.
- no, no tengo miedo. Después de todo soy experto en romper defensas. No te olvides que fui yo quien dejó entrar a los mortífagos a Hogwarts…
- eres un mal nacido.
- sí, lo soy. Y desde que volví te has empeñado en recordármelo a cada instante, Granger. Dices que yo me aproveché de tu amistad en el pasado, que yo fui quien los olvidó apenas fue libre. Pero la única que parece haber fingido que le caí bien en algún momento fuiste tú.
Draco hizo una pausa y esperó alguna mordaz replica de Hermione pero esta no llegó así que decidió seguir hablando.
- yo tenía un excelente motivo para marcharme y no responder a tus cartas. ¿Y tú?, ¿Qué motivos tienes para insultarme a cada momento? si mal no recuerdo, no fui yo quien te gritó maldito mortífago a través de un vociferador solo porque no respondí a tus cartas. – cuando Hermione iba a replicar, Draco alzó una mano para que se mantuviese en silencio. - Potter me dijo que elegiste creer lo que Weasley decía de mí pero yo he decidido que siempre pensaste aquello. Esos dos años en los que decías ser mi amiga fueron la mentira. Después de todo ¿Qué son dos años de amistad a comparación de casi toda una vida de odio?
- Draco, yo…
- Draco, nada. Solo tienes que soportarme unos cuantos meses. Apenas desarticule la logia o ganes las elecciones me iré. Mientras tanto solo usaré tu sofá por las noches, no necesito más.
Él decidió alejarse de ella en ese momento, debería ir a vestirse y quizá comenzar a enviar lechuzas a sus hombres. Podría estar furioso con Hermione pero lo que sentía por ella no podía opacarse solo porque fuera extremadamente testaruda y de mente cerrada a veces.
- lo siento.
- hay cosas que un simple lo siento no pueden remediar, Hermione. Simplemente no hagas esto más complicado.
Planeaba implementar la ley del hielo con Granger pero sabía que tarde o temprano aquello dejaría de funcionar. Hacía años que él no sentía hielo en sus venas en lo que a Hermione incumbía. Ser insultante con ella solo haría su trabajo doblemente complicado y hacer como que nada malo sucedía era imposible.
Draco quería una retribución por la forma en la que Hermione había actuado y por como se había estado comportando desde que él volvió a pisar suelo británico. Estaba enojado con ella, era verdad, pero no quería seguir estándolo. Ninguno de ellos estaba exento de los prejuicios y él lo sabia sobradamente. No creía que hubiese alguien más prejuicioso que Draco Malfoy adolescente.
Quería molestarla un poco, hacerle pagar el mal rato que había pasado y que comprendiera realmente quien era él. Así que, haciendo gala de su antiguo titulo. Trazó una estrategia poco ortodoxa para cumplir su cometido.
Draco se había girado y comenzado a caminar lejos de ella. Hermione no tenía que ser muy inteligente para saber hacia dónde iba él. El cuarto de baño quedaba en aquella dirección y el tatuaje en forma de dragón que tenía en su espalda era algo intimidante. Tanto que ella bajó su mirada para no tener que observarlo directamente.
Hermione no esperaba que en ese momento él dejase caer la pequeña toalla rosa y siguiese su camino completamente desnudo.
- ¡DRACO!, ¿QUE HACES?
Sin girarse él habló.
- decídete Granger. Hace un momento parecías muy disgustada con el hecho de que estuviese usando tu toalla favorita para cubrir. ¿Cómo dijiste?, ah!, si. "para cubrir eso". Pues ahí la tienes... Te he devuelto tu toalla.
Habiendo dejado a Hermione completamente sin habla, Draco se metió en el cuarto de baño y comenzó a vestirse mientras intentaba no romper a reír. No necesitaba ser adivino para saber que ella aun estaba petrificada en el medio del salón y con un tono rojo radiactivo en su rostro. Podría ser una mujer adulta, pero ella aun conservaba la inocencia de cuando eran jóvenes.
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N.a: fin del séptimo capítulo. Espero que les haya gustado. Gracias por todos los comentarios que han dejado hasta ahora, los leo siempre y me encanta conocer sus opiniones. ¡Hasta la próxima!
