Harry no está seguro de qué hora es, pero sabe que es demasiado temprano como para despertarse un sábado. Sin embargo, el insistente picoteo en la ventana, que se siente lejano en un comienzo, no le permite volver a conciliar el sueño.

Con pereza bosteza, se estira y abre pesadamente los ojos. A tientas busca sus gafas en la mesita de noche y cuando las dejas caer en el puente de su nariz es cuando se percata del por qué tanto ruido.

Tras el cristal de la ventana una lechuza está a la espera de que le permitan entrar y a juzgar por el aleteo brusco de sus alas no está muy feliz de que haya tardado tanto en notarla.

Sin perder más tiempo, corre para abrirle y sin siquiera desatar el pergamino de la pata del ave, sabe que la misiva es de la directora McGonagall.

—¡Draco! –llama al rubio mientras desenrolla el papel. Nunca sabe dónde está, pero en otras ocasiones basta con decir su nombre para que se aparezca. Puede que en ese instante incluso haya percibido la urgencia en su voz pues no tarda en presentarse ante él. —McGonagall respondió.

—Léela. -insiste el ojigris, comprendiendo de inmediato el comentario.

Harry le da un par de galletas a la lechuza y vuelve a su cama para revisar el pergamino. Hacía demasiado frío y sus pies ya se estaban congelando.

—¿Por qué no conjuras un hechizo de calefacción? -cuestiona el Slytherin, percatándose de ello.

—Que pereza.

Draco lo mira de hito en hito un par de segundos antes de mover negativamente la cabeza.

—Ugh, Potter, ni siquiera te discutiré eso. Perderé mi tiempo -le dice resignado —Ya lee la carta.

"Harry Potter:

Junto con saludar, me disculpo inmediatamente por la tardanza de mi respuesta. El día en que llegó tu lechuza estaba muy atareada, y luego, no te mentiré, lo olvidé.

Agradezco tu preocupación en cuanto a mi salud. Sé que soy mayor, Potter, pero me ofende un poco que insinúes que este clima suele ser duro para personas de mi edad. -Harry hace una pausa para ver la mirada reprobatoria, pero a la vez divertida, de Draco- y si no fue eso lo que quisiste decir cuando escribiste "Espero que se encuentre bien, profesora McGongall el invierno ya pasará" entonces me disculpo.

Con respecto a tu pregunta, todas las pertenencias del profesor Malfoy fueron entregadas a sus padres, quienes en persona se aparecieron aquí junto con tres aurores, entre los que se encontraba el señor Lehner y Longbottom, para buscar alguna pista sobre el posible culpable. Sin embargo, no hallaron nada.

Luego de eso, la familia ordenó a sus elfos retirar todo lo que fuese de su hijo.

Es una lástima porque a los alumnos de último año, y me incluyo, les hubiese gustado que la placa con su nombre que estaba en su despacho se hubiese quedado en el colegio.

Intuyo, Potter, y no solo porque tengo el gusto de conocerte bastante, que si estás haciéndome estas preguntas a mí y no a tus compañeros es porque simplemente no te compete tener esta información. De hecho, me he tomado mi tiempo para decidir si responderlas. No creo que yo me vaya a meter en problemas, como si me importara, pero veo que tu sí, y no sería la primera vez que seas candidato de expulsión solo por entrometerte en dónde no debes. Así que ruego que, si no es tu responsabilidad, por favor, no insistas. Sé que serás un auror intachable así que intenta mantenerte dentro.

Sin nada más que agregar, me despido.

Atentamente

Minerva McGonagall

Directora del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Todavía en edad de soportar "este clima"

Harry sube la vista hacia el rubio cuando termina de leer.

—¿Crees que tus padres le hayan dado alguna de tus pertenencias a alguien?

Draco niega con la cabeza, sentándose en la silla del escritorio.

—No, claro que no. Al menos no ahora -le dice, luego se explica —Sobre todo si han encontrado mi estudio. Seguramente mi madre lo terminaría, es excelente en pociones.

Harry asiente.

—Bien, hablaré con Neville.

—Igual ve a hablar con ellos, con mis padres. Aunque no te acompañaré.

—¿No? -pregunta Harry, confundido.

El rubio se encoge de hombros y aparta la mirada.

—No quiero volver. Es difícil, Potter -le cuenta —No soporto verlos mal. Y quiero creer, lo espero con todas mis fuerzas en realidad, que acepten rápido que estoy muerto, pero sé que no es así. La última vez que los vi, se veían cansados y tristes, y…. no quiero estar ahí si no puedo hacer algo…

—Yo podría… bueno, podría decirles lo que ocurre.

Draco niega con la cabeza y suspira.

—No, no te creerían… Puede que piensen que te estás burlando de ellos.

—Si me dijeras algo que solo tú y ellos sepan, puede que me crean.

—No. Quizás… no lo sé. Lo tengo que pensar, pero por el momento me mantendré lejos de ellos.

—Draco, lo siento.

—No lo sientas, lo mejor que podemos hacer es encontrar al culpable. Eso los dejará más tranquilos ¿sabes? Y no lo encontraremos si los idiotas de tus colegas no mueven el culo.

—Nosotros podemos descubrirlo por nuestra cuenta -le recuerda, pero Draco rueda los ojos

—Claro, pero ellos tienen información extra que nos facilitarían las cosas.

—Ahora iré con Neville para que me cuente si hallaron algo entre tus pertenencias ese día, luego iré con tus padres.

—Menciónales que los aurores son unos incompetentes y que por eso estás haciendo la investigación por tu parte. Te darán la razón, créeme.

—No sé si lo recuerdas, Draco, pero también soy auror.

—Y sigo manteniendo mi opinión -se burla.

Harry no alcanza a replicar. Justo en ese momento las protecciones del apartamento advierten la aparición de alguien y a los pocos segundos, se oyen dos golpecitos en la puerta.

Harry se levanta y camina hasta allá, pero antes de abrir, agita su varita para realizar un conjuro que logra que la madera se vuelva transparente para él y poder ver quién se encuentra tras ella.

—¿Blaise? -exclama Draco.

Harry, no menos confundido que el rubio, se apresura por abrir.

—Potter -los ojos del Slytherin se posan rápidamente sobre los suyos. —Perdón por aparecerme por aquí sin avisar, pero no podía esperar…

—Adelante, pasa. –Harry se hace a un lado y Zabini cruza el umbral. —No te preocupes, toma asiento y dime ¿qué ocurre?

El aludido camina hasta el sofá, con esa elegancia natural que a Harry le parecía que la mayoría de los Slytherin tenían, y se sienta.

—No sé por dónde empezar… -se aclara la voz —y no estaba seguro de venir hacia acá… Pero no creí que sería buena idea ir a enfrentarlo, ni mucho menos ir con los aurores -le dice. Harry no entiende ni la mitad, pero no hace falta hacerle la acotación, pues el mismo Blaise se da cuenta —Ugh, estoy divagando. Es que me ha tomado por sorpresa.

—Cálmate, empieza por el comienzo. -dice Harry.

—Grandes consejos, por Potter -dice Draco a su lado. Él evita rodarle los ojos.

—Eso intento.

—¿Quieres un té relajante? ¿O un vaso de whisky? -le ofrece. Blaise asiente de inmediato.

—Un whisky estaría bien.

Harry se incorpora para ir por él y cuando está de vuelta se lo tiende. El desiste de beber porque bueno, eran las diez de la mañana.

—Gracias.

—Y tranquilo. No tiene veritaserum ni nada por el estilo -le dice, haciendo alusión a la visita que él le hizo a Zabini en primera instancia. El chico no lo comprende de inmediato, per luego se dibuja una sonrisa divertida en su rostro.

—Ya olvídate de eso, Potter. No puedes culparme -se excusa antes de beber un sorbo del líquido —No confiaba en ti, así como tú no confiabas en mí. -se lo piensa un segundo —Seguro pensaste que yo era el culpable.

—Vale, sí. Te entiendo. -le responde y Zabini le dedica una sonrisa amigable. —Ahora, cuéntame lo que ocurre.

—Bien. Estuve todo el día pensando en lo que me dijiste sobre la poción que Theo estaba preparando —explica —Así que, no lo soporté más, y fui a su casa. Llevé algo para beber con la excusa de que necesitaba hablar con alguien y lo embriagué —le mira —No me juzgues, Potter, pero necesitaba salir de la duda y asegurarme de que te equivocabas. Cuando ya había bebido demasiado, le lancé un desmaius a su elfo y luego le ordené a los míos a que registraran toda su casa en busca de algo que perteneciese a Draco.

Harry asiente y el corazón se le dispara a mil cuando se percata de que Zabini mete la mano al bolsillo interno de su túnica como si fuese a sacar algo. Sin embargo, se detiene, se muerde los labios inseguro, como si todavía no estuviese seguro de querer mostrarle lo que sea que sostenía.

—Theo también es mi amigo. Lo conozco y no me puedo explicar cómo fue que obtuvo esto. -suspira —No creo que él sea el culpable de la muerte de Draco, es imposible, pero de alguna forma consiguió lo que tengo aquí. Puede que el desgraciado se las haya arreglado para robárselo en cuanto se enteró de su muerte… -agrega, pensativo. Finalmente le tiende un cuaderno de notas con tantos pergaminos dentro que era evidente que se mantenían ahí con magia, o definitivamente se habrían caído. —No sabía si hablar con él, llamar a los aurores o venir contigo. Claramente elegí la última opción y mostrarte lo que encontré en su despacho.

—Esa es mi investigación -dice Draco a su lado, perplejo. Harry mira hacia Blaise con la misma expresión del rubio.

—La investigación de Draco -Zabini asiente.

—Supongo que también se hizo de las muestras y todo lo demás, pero es lo único que me pude traer. Y una vez que se le pase la resaca se dará cuenta de que no está y no sé que podrá hacer. ¿Escapar?

Harry agita su varita para hacer una copia de todo el material, hechizo que obviamente no le enseñaron en el colegio pero que aprendió en la academia, y luego le devuelve el original a Blaise.

—Quiero que lo dejes en el mismo lugar. Necesitamos reunir más información antes de acusarlo.

—¿Estás de joda? ¿Sabes lo que me costó encontrarlo? Casi mato a su elfo con el desmaius

—Si se entera de que le robaron esto sabrá que lo descubrieron y querrá escapar. Debemos tener más razones para poder detenerlo y conseguir la autorización para registrar su domicilio.

—¿Y qué otras razones necesitamos? Ya fue interrogado con veritaserum.

—Pero no con las preguntas adecuadas.

—Le preguntaron si tenía algo que ver con la muerte de Draco y dijo que no.

—Quizás no directamente. -Harry hace una pausa y mira directo a los ojos del chico —¿Podré contar contigo? Necesito que lo mantengas vigilado.

Blaise suspira y asiente.

—No sé qué haré si me entero de que fue el culpable, o cómplice, de su muerte. -Se quedan en silencio un instante. Zabini se bebe el último sorbo de su vaso antes de aclararse la voz e incorporarse. —Bien, Potter, volveré a la oficina. Pero primero pasaré donde Theo a dejar la investigación de Draco en dónde la encontré.

Harry asiente.

—Mantenme al tanto si encuentras algo extraño nuevamente. -pide.

—Está bien. Adiós, Potter, ten un buen día.

—Adiós, Zabini, tú también.

Antes de salir, se vuelve.

—Y no pienses que soy alcohólico, por cierto. Necesitaba algo para relajarme.

—Ugh, eso suena a algo que diría un alcohólico.

Blaise suelta una carcajada y finalmente desaparece.

Harry se vuelve y se encuentra con Draco en el sofá.

—No puedo creer lo que logra la avaricia -suelta Draco, molesto. —Mira no sé si Theo fue quien me mató, pero sea como sea se enteró de que estaba muerto y antes de hacer lo que sea se fue a robar mi investigación -exclama —Sé que nunca fuimos muy amigos como lo son él y Blaise, pero me caía bien.

—Me encargaré de que pague Draco, en serio.


Harry deja atrás la casa de los padres de Draco con más preguntas que respuestas.

Ambos le confiesan lo mismo que ya les había dicho la profesora McGonagall en su carta. Y es que luego de la muerte de Draco, fueron a buscar pistas en sus pertenencias, pero al no encontrar nada, ordenaron a sus elfos que llevasen a la mansión todo lo que perteneciera a su hijo.

No entregaron nada a nadie y no volvieron a tocar sus cosas, las que dejaron en su habitación y que hasta el momento permanecían ahí.

Sin embargo, Narcissa y Lucius Malfoy le permitieron entrar y registrar lo que se le antojara del cuarto. Asunto que a Harry se le hizo muy duro, pues no podía dejar de imaginarse al rubio como maestro, como en ese momento podría estar preparando las clases de vuelta de vacaciones con algunas de las cien plumas que se encontró, y en como durante las tardes, probablemente, antes de la cena se encerraba en su despacho a cortar los ingredientes o a leer un montón de libros para culminar su investigación.

También entendió a lo que se refería Draco con respecto a sus padres. En un principio no les pareció que estuviesen mal. Pero luego pensó en cómo no le pusieron ninguna traba para registrar el cuarto de su hijo y en cómo le pidieron que los mantuviese informados ante cualquier noticia, dispuestos a depositar sus esperanzas en todo para encontrar al culpable.

De vuelta en su sala, no alcanza a contarle demasiado a Draco cuando las protecciones acusan de una nueva visita.

Por un minuto, Harry piensa que es Blaise nuevamente, pero cuando abre la puerta se encuentra a su jefe.

—Señor ¿Qué hace aquí? -pregunta a modo de saludo, superconfundido porque no era común que el jefe de aurores se pasease por la casa de ellos. —Pase, por favor.

El hombre asiente y avanza lo suficiente para entrar y quedarse cerca de la puerta.

—Potter, seré breve -le suelta, firme —Creo haberte dicho que no te podías meter en el caso de Draco Malfoy. No estás en él y punto. Fuiste uno de los sospechosos por un minuto y sé que no eres el culpable, pero este interés me está haciendo cuestionarme los hechos.

—¿Qué quiere decir?

—Que si sé de una vez más que estás metiéndote en esto por tus propios medios entonces no me dejarás más remedio que suspenderte y ordenar una nueva investigación en tu contra -le responde, seco. Harry le mira confundido —Y si no obedeces entonces hablaré con el jefe de seguridad mágica y te tendré que expulsar.

—¿Pero qué? ¿A qué se refiere?

—Hoy llegó Theodore Nott a mi oficina y me dijo que ayer estuviste interrogando al personal en su empresa. Potter, ni siquiera hay una orden para eso y sabes muy bien que está fuera del protocolo. Nos puede traer problemas a todos.

—No estaba interrogando a nadie -salta Harry.

—¿Y qué hacías ahí?

—Fui con Blaise Zabini, eso es todo. Pasamos casualmente por su oficina, pero yo no fui a interrogar a nadie.

—Guárdate las explicaciones… Sólo ocúpate de tus asuntos y del caso en el que estás. Del cual aun debes el informe, por cierto -le dice, y luego de una pausa agrega —Y estás asignado esta semana para patrullar en Hogwarts. Habrá un evento con escuelas invitadas, Ilvermorny, Beauxbatons y Durmstrang.

—¿Patrullar? eso lo puede hacer cualquiera de primer año de la academia -le suelta, perplejo. El mayor asiente.

—Claro, ellos irán, pero necesito que alguien esté a cargo.

Harry suspira, evita rodar los ojos y solo se limita a asentir.

—Está bien, señor.

—Bien, Potter, adiós.

—Adiós.

El hombre se va y cuando él y Draco quedan solos finalmente se intercambian una mirada de fastidio. Es Draco quien comenta lo que a él se le empieza a formar en un espacio de su cabeza.

—No sé tú, pero Reece me parece un poquito sospechoso. -comenta el rubio, pensativo.

—Mira, pienso que se debe a que en realidad está muy apegado a las reglas…

—Pero…

—Pero tienes razón. Me sacó de la misión incluso antes de pedirle que me dejase colaborar. -reflexiona.

—La verdad igual prefiero pensar que solo se está apegando al protocolo. Porque ¿Por qué me mataría?

Harry asiente.

—Exacto. No hay una razón -se lo piensa —No una que sepamos al menos.

—Lo vigilaré.

—¿Ah?

—Qué mientras te vas de niñero a Hogwarts lo vigilaré. Y de paso a Nott.

Harry piensa que es buena idea.

—Bien. Me visitas si encuentras algo importante -le pide.

Se quedan en silencio un instante hasta que Draco suspira y le sonríe.

—¿Por qué no vamos al London Eye? Me gustaría conocerlo antes de morir definitivamente.

—Ya empiezas con tus bromas.

—No es una broma. -se ríe. Harry ignora la presión que se forma al instante en su pecho y decide que por esta vez le seguirá el juego.

—Bien, vamos. Supongo que estamos a tiempo de tener esa cita.


Harry había tenido un día larguísimo.

Había estado todo el día en la academia de aurores con los aspirantes quienes lo acompañarían a montar guardia en Hogwarts. Y después, cuando ya era muy tarde, tuvo reunión sobre el estúpido caso que le habían asignado; descubrir quién, o quiénes, estaban detrás de los repentinos cortes de luz de los muggles, los que, aparentemente, solo era un grupo de adolescentes que se divertía molestándolos.

Cuando llega a su apartamento, cena y sólo está unos minutos con Draco porque los ojos le pesaban y el cuerpo le dolía por el cansancio. Así que el rubio decide marcharse y él no se opone ya que sólo piensa en una ducha antes de meterse a la cama y no saber nada hasta el día siguiente.

Sin embargo, el baño le sienta tan bien que cuando se ve envuelto bajo las sábanas, ya se siente muchísimo más descansado.

Entonces su mente comienza a divagar mientras intenta conciliar el sueño y no puede evitar que sus pensamientos se detengan en Draco.

Piensa en el momento en el que se encontró con él en el bar de Hogsmeade, antes de que empezaran a intercambiar cartas. En cómo se dedicaron una mirada seria que poco a poco fue cediendo hasta que ambos se sonrieran. Harry recordaba haberse preguntado si Draco siempre había sido así de guapo o era algo de esa noche, y es que parte de él le pareció increíble no haberlo notado, mientras que otra partecita, piensa que en realidad solo había querido ignorarlo.

Luego de ese día se imaginó unas cientos de veces como sería besarlo. Como sería apegar su cuerpo al suyo, recorrer su piel bajo la ropa y envolver sus labios con los suyos.

Piensa que, si todo hubiese sido distinto, en ese minuto el rubio podría estar a su lado. Podrían estar abrazados mientras se besan, hasta que todo se volviese más intenso y antes de darse cuenta estarían excitados. Entonces se desharían de sus ropas para poder besarse en otros lados que no fuesen los labios.

Harry besaría su cuello, pasaría la lengua por el lóbulo de su oreja y sus cuerpos estarían tan juntos que sería perfecto.

Sus caderas se empujarían contra la otra, buscando atender sus erecciones. Entonces Harry rodearía la de Draco con sus dedos. Dura, suave, húmeda en la punta. No lo soportaría. Se lamería los labios para bajar hasta ella y lamerla hasta que Draco enredara sus dedos en su cabeza y empezara a empujar para guiar el ritmo.

Volverían a besarse y él no protestaría cuando los dedos del rubio bajasen para prepararlo. Ni protestaría cuando pusiese las piernas sobre sus hombros para que el rubio embistiese contra él.

Draco se correría dentro y él en su estómago. Intercambiarían un último beso y luego de unos hechizos de limpieza, o un baño, se acurrucarían para rendirse al sueño.

Harry alcanza su varita de la mesita de noche y conjura un fregotego antes de dormir acostumbrándose a la ausencia de Draco aun cuando nunca estuvieron así realmente.