Disclaimer: Esta historia y sus personajes no me pertenecen. La historia es de Brigid the Fae y los personajes son de Rumiko Takahashi, yo únicamente traduzco.

InuKag Week 2020: Lealtad

Kagome no estaba segura de cuándo se había enterado Kouga exactamente de la existencia del pozo devorahuesos o de sus habilidades, pero salir del pozo con tres versiones de Inuyasha y encontrarlos a él, a Ginta y a Hakkaku esperando era lo último que se esperaba. Su plan había sido pasar ese sábado en la época feudal, ver si había alguna novedad, hacer visitas en la aldea y luego regresar a su casa al anochecer. Esos planes fueron descartados cuando sintió los dos fragmentos de la esfera tan pronto aterrizó en el pasado. Antes de que pudiera saludar siquiera al líder de los ookami, él bramó:

—¡¿Qué diablos te pasó, chucho?!

—¿Tu madre nunca te dijo que señalar es de mala educación? —dijo el Inuyasha youkai con tono aburrido, dejando que Kagome tocase el suelo.

—¿Cómo es que hay tres Inuyashas? —le susurró Ginta a Hakkaku, que solo pudo encogerse de hombros.

—¿Tal vez es una nueva habilidad que ha aprendido?

Kouga gruñó, no le gustaba la idea de que Inuyasha pudiera haber aprendido un truco nuevo para ganarle.

—¡¿Quiere alguien explicar qué diablos está pasando?!

Kagome se dio la vuelta, buscando a Inuyasha. Estaba preparada para inventarse una historia si él no quería compartir la verdad, lo cual no sería difícil, teniendo en cuenta que no sabía todo sobre la razón por la que se había dividido. El hanyou hizo un pequeño encogimiento de hombros.

—Keh. No hay problema con que se lo digas, Kagome. —No podía humillarse más de lo que ya estaba, así que, por qué no dejar que el ookami se riera por ese día.


Veinte minutos más tarde y con una versión diluida de lo que había pasado en realidad después de su noche humana, a Kagome le sorprendió descubrir que Kouga no se estaba riendo. Había temido que le produjese a Inuyasha una cantidad insalvable de problemas, pero en realidad parecía… ¿atribulado? No, no podía ser eso. ¿Preocupado? Pero era imposible… por supuesto que no estaba preocupado por el bienestar de Inuyasha. Tras unos minutos de silencio, comprendió la razón de esa expresión.

—¿Por qué no te quedas con nosotros, Kagome?

—¡¿Qué?! —gritaron tanto el lado humano como el youkai.

Se dio cuenta de que Kouga no se lanzó a cogerla de las manos como hacía habitualmente. De hecho, estaba poniendo bastante tierra de por medio por una vez. Había sentido el fulgor del youki tras ella cuando lo había sugerido y se había preguntado si esa era la razón por la que se estaba manteniendo alejado. ¿Se sentía amenazado por el Inuyasha youkai? No puede ser. Inuyasha es igual de fuerte cuando es un hanyou. Incluso como humano, sigue siendo más fuerte que la mayoría de los hombres normales. La idea de que Kouga actuase así no debería haberla sorprendido, pero la dejó sintiéndose muy molesta.

Kouga miró a cada versión de Inuyasha. El crudo poder del youkai completo era… alarmante y sabía que tenía que hilar fino.

—Mírate. ¿Cómo vas a proteger a Kagome cuando estás en tres formas? Está clarísimo que no puedes pelear así contra Naraku. Si Kagome viene con nosotros hasta que soluciones este lío, estará bien cuidada. Ella…

Ella está aquí mismo, ¿sabes? —La miko se enfureció—. Soy perfectamente capaz de cuidarme sola y, en el caso de que me sienta sobrepasada, Inuyasha está ahí.

—Pero, Kagome, él…

—Te garantizo que puedo cuidar de Kagome mucho más de lo que tú nunca podrías, pulgoso. —El Inuyasha youkai sonrió.

Tanto Kouga como Kagome lo miraron cuando intervino y él se agarró a propósito a través de los vaqueros que tenía puestos, enfatizando todavía más a qué se refería. A Kagome le ardió el rostro mientras gritaba:

—¡¿Puedes parar?!

Por otro lado, Kouga tuvo una reacción diferente.

—¡No importa cuánto tengas si no sabes cómo usarlo!

—Discrepo…

—Basta —dijo Kagome. ¿Por qué no podía tener un fin de semana normal por una vez? Al menos no tener que lidiar con un concurso de meadas entre los dos. Ya era bastante malo que Inuyasha discutiera consigo mismo. Se atrevió a acercarse al ookami, tomando sus manos con las de ella—. Kouga, aprecio tu preocupación, pero Inuyasha sigue siendo Inuyasha. Es igual de fuerte en tres formas que como lo es normalmente. Confía en mí, Inuyasha me cuida. Se asegura de que coma, me protege cuando salimos y se preocupa constantemente por mí. —Detrás de ella pudo oír un gruñido revelador, pero no podía estar segura de si era el hanyou o el youkai el que estaba haciendo el sonido.

Él pareció querer discutir lo que había dicho hasta que miró por encima de la cabeza de ella y vio el trío de miradas sombrías. Kouga volvió a mirar a Kagome, que le sonreía tranquilizadoramente. En el fondo, sabía que el chucho tenía las cosas bajo control. Por mucho que le diera ganas de vomitar reconocerlo, Inuyasha tenía sus puntos fuertes y encargarse de Kagome era uno de ellos. Intentó no dejar que su rostro mostrase su desagrado porque el aroma de Inuyasha cubriese a Kagome. Apestaba al olor del chucho y entonces comprendió por qué el estallido de youki lo había puesto nervioso. Mierda. Es su elegida.

—Estás… ¿segura, Kagome? —Tragó saliva. Su orgullo acababa de recibir un golpe enorme al darse cuenta de que ella estaba perdida para él—. Podrías traértelo contigo…

Kagome negó con la cabeza.

—Lo siento, tengo que quedarme cerca del pozo en estos momentos. Inuyasha me necesita aquí. Cuando averigüemos cómo hacer que Inuyasha vuelva a tener solo un cuerpo, volveremos a ir en busca de Naraku. ¿Tal vez volvamos a encontrarnos?

—Je. Eso ni lo dudes. —Kouga se tensó cuando Kagome lo rodeó con los brazos para darle un abrazo, pero acabó por corresponderle a pesar del sonoro gruñido a unos pasos—. Nos vemos entonces, Kagome. ¿E Inuyasha?

—¿Qué? —El hanyou le lanzó una mirada asesina. Durante todo el intercambio no había querido más que apartar a Kagome del ookami. Si hubiera estado en un cuerpo, lo habría hecho, pero con el youkai… era mejor no darle una excusa para soltarse. Kouga lo había entendido y había mantenido la distancia, al menos hasta que Kagome se había acercado a él. Como ninguno de ellos quería herir sus sentimientos intencionadamente, había tenido que quedarse quieto y observar. Y eso lo enfureció un montón.

—Más te vale cuidar de Kagome. Porque si le ocurre algo, te daré una paliza. No me importa si tienes un cuerpo o tres. Os pondré en fila si es necesario.

—Keh. —El Inuyasha humano sonrió con suficiencia—. Podrías intentarlo.

—Tienes huevos para ser un humano, ¿eh?

—Tendrías que pasar por encima de él. —El humano señaló con el pulgar al youkai que estaba a su lado.

La sonrisa del Inuyasha youkai era alarmante, como si ansiara el desafío. Kagome suspiró. Era probable que ya lo estuviese visualizando.


La discusión en el pozo no volvió a mencionarse hasta esa tarde. Kagome se había ido a ponerse el pijama, dejando a Inuyasha en su cuarto. El hanyou estaba sentado al pie de la cama, taciturno. Todo ese día había dado asco, en su opinión. No había noticias de Sango, no habían encontrado fragmentos de la esfera, no estaba más cerca de volver a un solo cuerpo y ahora Kouga sabía lo que le había ocurrido. El único consuelo era que había mantenido las distancias, al menos hasta que Kagome…

—¿Te arrepientes de no haberte ido con el ookami? —gruñó en cuanto ella volvió a la habitación.

—¿De qué hablas?

—De Kouga. Sabes que no tienes que cuidarme como si yo fuera una especie de obligación…

El Inuyasha humano estaba a punto de señalar que ellos estaban en su cama y que el argumento era enrevesado, pero el youkai lo detuvo. Kagome ya estaba respondiendo, en cualquier caso.

—¡¿Obligación?! ¡¿Te crees que estoy obligada a quedarme a tu lado cuando necesitas ayuda?! ¡Tonto! Cómo… ¡¿Cómo pudiste pensar eso?!

—¡Qué se supone que piense cuando siempre le pones ojitos brillantes a ese ookami! —replicó.

—Yo no…

—Feh. Claro que sí. Cada vez que se acerca su olor, pasa…

—Yo no…

—Sí…

—No empieces, Inuyasha…

—No estoy empezando nada…

Una almohada voló por el aire, impactando contra el rostro del hanyou, deteniéndolo a mitad de frase. Cuando la apartó para fulminar con la mirada a quien la había tirado, Kagome se estaba esforzando por no reírse. Su lado youkai no intentó fingir que no era el culpable.

—No me importa si empezaste tú, yo le voy a poner fin —declaró el Inuyasha youkai—. Si hubieras usado la nariz, hanyou, sabrías que Kagome nos es leal hasta la médula. Nunca tuvo intención de dejarnos para irse con su manada.

Kagome le dirigió una sonrisa de agradecimiento.

—Gracias, Inuyasha. Me alegro de que al menos un lado tuyo tenga fe en mí. En serio… —murmuró mientras se subía a la cama entre el humano y el youkai—, con los años que hace que nos conocemos y crees que te abandonaría como si fueras un saco de patatas…

Inuyasha balbuceó, captando cada palabra que dijo. Antes de que pudiera responder, el youkai intervino de nuevo.

—Piensa en ello, hanyou. La compañera de un auténtico alfa se quedará con él incluso en sus peores momentos. Le apoyará, le guiará cuando busque su consejo. Al final, su enfoque es en él y solo en él. Con esa clase de devoción, el alfa debería devolverle el favor a su compañera. —Aquí miró a Kagome lentamente de arriba abajo—. Valorarla. Cuidarla. Cumplir todos sus deseos y necesidades.

A ella no le pasó desapercibida la mirada que estaba recibiendo del Inuyasha youkai, pero intentó concentrarse más en lo que decía. Las palabras eran dulces, no obstante, fue esa mirada la que hizo que le diera un vuelco el estómago. Cómo voy a dormir pensando en esa mirada… Kagome parpadeó cuando una almohada pasó silbando al lado de su cabeza. Inuyasha había devuelto el gesto con su rostro tan rojo como la rata de fuego.

—¡Quieres dejar de hablar de compañeras, idiota!

—¡Por qué no lo admites y enfrentas los hechos, idiota!

Aunque eso será si puedo irme a dormir.