DESTINO MALDITO

Quienes conocían bien a la senshi del trueno y la naturaleza, sabían que detrás de esa mujer de apariencia ruda, había una romántica empedernida que desde su tierna adolescencia fantaseaba con un día ser una hermosa novia; y que incluso desde entonces ya tenía planeado cada detalle para cuando llegara el gran día que tanto anhelaba. Así pues, a sus veintitrés años, parecía que el universo le hubiera concedido su deseo y con creces, pues su boda no era una de tantas más, ya que al ser la prometida de uno de los shittenou al servicio del Rey Endymion, su boda se había convertido en un evento esperado por el pueblo japonés que además era motivo de envidia y alimentaba las fantasías de las niponas, pues su prometido, no era sólo un shittenou, sino que también era hombre atractivo que había tenido la fortuna de reencarnar en el seno de una familia de magnates de la industria hotelera.

Pese a que Makoto Kino siempre había tenido la idea de que sería ella misma y su futuro esposo quienes elegirían y prepararían cada detalle, llegado el momento en que anunció su casamiento, dejó que sus amigas y su prometido decidieran todo, incluidos el pastel y el banquete, pues pese a ser egresada de LE CORDON BLEU TOKIO y una reconocida Cake Designer, no quiso ni siquiera encargarse de eso.

Dado que Makoto era la senshi de la naturaleza, entre sus amigas decidieron que la boda se celebrara a finales de primavera; sin embargo, llegado el día de la boda, los botones de rosa no florecieron, y por primera vez en muchos años, aquella primavera nevó con más fuerza que en los días de invierno que supuestamente debían haber quedado atrás, logrando que muchos árboles se congelaran.

—Ami. El hielo es tu elemento. ¿No puedes hacer algo para controlar esto?— Preguntó Serena, quien había viajado desde Kinmoku para estar presente en el enlace matrimonial de su amiga; pues pese a ser la Neo Reina, lo cierto era que pasaba la mayor parte del tiempo en aquel planeta y había dejado todo en manos del Rey Endymion y la senshi del fuego, a quien de entre todas sus amigas consideraba la más apta para desempeñar el cargo para el que ella no se sentía preparada y que nunca quiso.

—Trato, pero no puedo— Comentó Ami

—¿Y tú, Rei?— Le preguntó a la regente del fuego— ¿Por qué no utilizas tu elemento para dar un poco de calor y que no muera la naturaleza de este planeta?

—Ni Ami ni yo podemos hacer nada— Dijo Rei, quien se encontraba sentada sobre la cama— Este congelamiento no es algo que esté provocando Ami, y en cuanto mi fuego descongela algo en seguida vuelve a congelarse porque esto lo está provocando Makoto.

—¿Qué?— Cuestionó Minako, quien de pronto dejó de seguir retocando el maquillaje de Makoto para prestar atención a Rei.

—Minako, no tienes poderes de adivinación como yo, pero eres la senshi del amor así que sabes perfectamente porque está pasando esto— Dijo Rei.

Minako se quedó seria al escuchar las palabras de la regente del fuego, por supuesto que lo sabía, no por nada era la regente del amor, además de que las lágrimas de Makoto, que por tercera vez volvieron a estropear su trabajo al maquillarla lo confirmaron.

Minako al ver llorar a su amiga, se sentó en cuclillas frente a ella.

—Mako. No tiene porque ser tan terrible— Dijo Minako— Yo sé que Andrew te ama, están hechos el uno para el otro tal como Serena y Seiya, Ami y Richard, Darien y Rei, Yaten y yo. Seguro si le explicas que esto es sólo protoco él lo entenderá.

Makoto negó moviendo la cabeza de un lado a otro. Si bien sus amigas también se habían visto obligadas a casarse con su supuesto "amor predestinado", lo cierto era que ellas lo tenían más fácil: En el caso de Serena y Darien, en algún momento tuvieron la valentía de aceptar que eran incompatibles, así que no hubo mayor problema cuando Serena se fue a Kinmoku para estar con Seiya ni cuando Darien comenzó su relación con Sailor Mars, aunque quien si llegó a dar problemas fue Jedite, pero terminó aceptando que la regente del fuego no le correspondía; en cuanto a Minako y Ami, ellas la tuvieron aún más fácil, pues Kunzite y Zoycite al tener un amorío, no dieron problemas e incluso las apoyaron cuando decidieron iniciar su relación con Yaten y Richard; sin embargo, en el caso de Makoto, la cosa no se resolvía hablandolo con Andrew y Neflyte, pues los motivos por los que no podía estar con el que amaba pese a que Minako aseguraba que eran almas gemelas, databan desde el extinto periodo conocido como "El Milenio de Plata".

—Perdón por arruinar tu trabajo, Minako— Susurró Makoto— Vuelve a maquillarme o se hará tarde.

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Seis meses antes…

No sabía cuánto tiempo había dormido, pero al despertar y ver a su amada Makoto durmiendo en una posición incómoda en el sofá que tenía enfrente, Andrew se sintió culpable al saber que él era la causa de su sufrimiento durante los últimos tres meses y de que tuviera abandonar su ritmo de vida para cuidarlo.

—Mako— Susurró con dificultad, pues hasta pronunciar su nombre requería que hiciera un gran esfuerzo que le provocaba agitarse.

Al ver que su amada abría los ojos, se percató de que estos estaban enrojecidos a falta de horas de sueño que le hacían falta y de las lágrimas que había derramado, lo cual le rompió el corazón.

—Andrew—Susurró ella acercándose a la camilla— ¿Cómo te sientes?

—Hoy un poco mejor— Respondió él— Te he dicho que vayas a casa a dormir. No tienes porque…

Makoto acercó su rostro y lo silenció con un tierno beso en los labios.

—Yo quiero estar contigo, mi amor— Susurró ella— Tú me cuidaste a mí cuando me hice un esguince de tobillo, cuando tuve aquel accidente de auto y me lesioné el cuello. Ahora me toca a mí cuidarte.

—Hoy hay junta de Senshis y Shittenous.

—¡Al diablo con las juntas!— Exclamó Makoto— No me interesa cuidar un mundo donde…

La senshi se dio cuenta de lo que estaba a punto de decir, y las lágrimas se acumularon de nuevo en sus ojos. No le gustaba llorar enfrente de Andrew, menos por el motivo que ambos sabían: Que a él se le estaba yendo la vida de las manos y que por desgracia ni la ciencia médica había podido dar un diagnóstico acertado ni la magia de la unión de los cristales de las senshis había podido curarlo.

—Mi amor, cuando yo no esté…

—No voy a amar a otro que no seas tú— Susurró Makoto acariciando su cabello rubio y entrelazando una de sus manos con las de él.

De los ojos de Andrew también comenzaron a salir las lágrimas. Tenía miedo de morir, y no tanto por él mismo como por el hecho de saber que le rompería el corazón a Makoto, con quien tenía ya tres años de relación.

—Neflyte no es tan mal partido— Susurró él

—¡Cállate o te voy a electrocutar, tonto!— Exclamó Makoto

Pese a que ambos estaban tristes, comenzaron a reír; sin embargo, de pronto a Andrew se le fue el color de la cara, y comenzó a respirar con dificultad, provocando que las alarmas comenzaran a sonar en todo el hospital y que Makoto desesperada llamara a gritos al personal médico.

—¡Andrew, no te vayas, mi amor!— Exclamó Makoto rogándole que no se muriera.

Por orden del personal médico, y sabiendo que su presencia sólo entorpecía el trabajo de los galenos, Makoto salió de la habitación de terapia intensiva, sin embargo, desde afuera escuchaba como hablaban de que el paciente había entrado en paro y que "se les estaba yendo"; y por desgracia, no pasó mucho tiempo cuando uno de los médicos se acercó a ella para confirmarle que su amado había entrado en coma y que había tenido que ser conectado a aparatos que monitoreaban su cuerpo y con muy pocas esperanzas de que sobreviviera.

—No me puede decir eso— Susurró Makoto con los ojos llorosos.

—Lo siento, señorita.

Cuando el galeno se retiró, se sentó en una de las sillas, llorando horrorizada al saber que con la fundación de Tokio de Cristal, si él moría, ella tendría que vivir mil años más sin él.

—Mako— Escuchó una voz conocida susurrando su nombre, y al voltear hacía la izquierda se encontró con la senshi del tiempo y la de la muerte frente a ella, lo cual le sorprendió, pues si bien no se llevaba mal con las outher, tampoco es como que tuviera una amistad tan sólida con ellas como con Serena y sus compañeras inner.

—¿Hotaru?— Pronunció asustada el nombre de la senshi de la muerte, pues supuso que eso sólo podía significar que su amado estaba por abandonar el mundo de los vivos.

—¡No te lo lleves, por favor!

—Eso yo no puedo cambiarlo— Dijo Hotaru— Pero quizá tú con tus decisiones si puedas salvarle la vida.

Makoto miró esperanzada a la senshi de la muerte.

— Explícale, Setsuna.

—¿Qué están tratando de decirme?— Preguntó Makoto desconcertada

—Te diré todo lo que quieras, pero no aquí. Podrían escucharnos— Dijo Setsuna

—No me quiero ir de aquí

—De lo que hablemos podría depender que salves su vida— Insistió Setsuna— Pero no podemos hablarlo aquí donde todos pueden escucharnos. Vamos al baño, nos transformaremos y usaremos la teletransportación.

Makoto siguió a Setsuna y Hotaru al baño de mujeres, y tras transformarse en sailor scouts, se teletransportaron a una de las puertas del tiempo.

—¿Qué hacemos aquí?— Preguntó Makoto

—Te explicaremos porque Andrew está muriendo, y cómo es que puedes salvarlo— Dijo Setsuna.

De pronto, Setsuna abrió una de las puertas del tiempo, y Makoto, como si fuera un ente fantasmagórico presenciando lo que hacen otros sin ser vista, vio ante sus ojos un suceso del pasado.

MILENIO DE PLATA

Ni siquiera los más fieros Guerreros o las amazonas, eran capaz de internarse en el bosque del silencio, pues se decía que quien entraba dentro ya no volvía a salir; sin embargo, uno de los Generales al servicio de los Reyes de la Tierra, tentado por las promesas de la hechicera Beryl, acudió a la cita, y aunque nunca se había internado, se guió por el sonido de una voz de mujer, hasta que muy dentro del bosque, llegó a lo que parecía un castillo en ruinas.

Al llegar a la puerta, pensaba tocar, sin embargo, como si aquella construcción tuviera vida propia, escuchó como una voz grave lo invitaba a pasar.

Pase, General Neflyte, y siga su camino hasta el altar.

Neflyte empujó la pesada puerta, entrando a aquel lúgubre lugar, y guiándose por su instinto, siguió el camino, hasta que sus pasos lo hicieron llegar a lo que parecía un altar, en cuyo trono se encontraba sentada la hechicera Beryl, quien nada más verlo, se puso de pie y curvó sus labios en una sonrisa siniestra.

Sabía que vendrías

Déjate de estupideces y dime que pides a cambio, Beryl— Gruñó el general.

¡Cuidado con el tono en que me habla, General!— Exclamó Beryl burlona— Y ni me hagas enojar, porque entonces podría cambiar de opinión. No eres el único guerrero, así que siempre puedo recurrir a otros.

Neflyte, temeroso de que la hechicera cambiara de opinión y perder con ello su única oportunidad de hacer suya a la princesa de Júpiter, suavizó su voz.

Bueno, explícame cual es el precio a pagar

Beryl bajó del trono y se acercó a él, llevando su mano huesuda y de uñas largas al mentón del General.

¿Me trajiste lo que te pedí?

Neflyte sacó de una de las bolsas de su pantalón el peine de oro decorado con esmeralda que una de las mucamas del palacio le había hecho el favor de robarle a la princesa de Jupiter cuando se encontraba pasando una temporada en el castillo de la Luna, y entonces se lo entregó a Beryl.

Sígueme

Neflyte siguió a Beryl, hasta que tras recorrer un largo pasillo, llegaron a uno de los salones, no menos macabros que otros, en cuyo centro se encontraba un altar, encima del cual había una bola de cristal y ¿El orbe granate de la Sailor del Tiempo?

¿Por qué tienes el orbe granate de la Senshi de Plutón?

No le hice daño. No te preocupes— Dijo Beryl al tiempo que subía y tomaba entre sus manos el orbe granate— Ahora sube, y toma junto conmigo el orbe del tiempo.

Pese a ser un fiero guerrero, Neflyte estaba temeroso; sin embargo, la humillación que había sentido luego de que en toda la Liga Interplanetaria se hubiera corrido el rumor de que la heredera del trono de Júpiter había roto su compromiso, con el, un Rey Celestial, por un simple plebeyo; había sido demasiado humillante; por lo que eso le dio el valor para subir al altar y unir sus manos a las de Beryl.

Pide en voz alta lo que quieres.

Quiero que la Princesa de Júpiter esté destinada a estar conmigo en cada una de sus reencarnaciones— Dijo el General Neflyte— Que sea siempre mía y no de ese estupido plebeyo de Motoki.

¿Estás dispuesto entonces a unirte a mi ejército y convencer a Jaedite, Kunzite y Zoycite de unirse a mis filas y serme leal?— Cuestionó Beryl

Acepto.

¡Gran señora Metalia!— Exclamó Beryl— Ya lo has escuchado.

De pronto, como si una fuerte ventisca hubiera entrado a aquel salón sin ventanas, el General Neflyte y la hechicera Beryl giraron contra su voluntad alrededor del altar.

Concedido, General Neflyte— Susurró una tercera voz que sonaba como eco dentro de la habitación— La princesa de Júpiter estará destinada a estar contigo en todas sus reencarnaciones por toda la eternidad; y en caso de que se niegue, la reencarnación de Motoki morirá en cada una de sus reencarnaciones de manera dolorosa.

¿Qué?— preguntó Neflyte asustado— ¡Espera, no! ¡No quiero tenerla a la fuerza ni que el idiota de Motoki muera! ¡Yo quiero que ella me ame!

Aquella voz salida de quien sabe donde, comenzó a reír macabramente, provocando que a Neflyte se le helara la sangre.

General Neflyte, el amor es un sentimiento que ni la diosa Afrodita puede controlar—Se burló la voz— Mucho menos cuando dos almas gemelas se encuentran.

¡Entonces no quiero ningún trato contigo!— Exclamó el General— Si para tenerla debo tenerla atada a mi contra su voluntad y el idiota ese debe de pagarlo con su vida entonces no me interesa. ¡Y ahora mismo me largo!

Antes de que llegara a la puerta de salida, esta se cerró de golpe.

Demasiado tarde, General Neflyte—Se burló la voz— Ahora estarás obligado a hacer lo que la hechicera Beryl te pida. Además deberás de dirigirte a ella a partir de hoy como Reina Beryl. Y si no quieres, siempre te espera el castigo eterno en ese lugar reservado en el tartaro para personas como tú

Fin del flash back

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Seis meses antes

—Eso… ¿Neflyte hizo eso?— preguntó Makoto sintiéndo un cúmulo de emociones al ver aquella visión— ¡Juro que voy a matarlo al desgraciado!—Gruñó mientras las lágrimas salían de sus orbes esmeraldas.

Al fundar Tokio de Cristal, las senshis no sólo habían recuperado sus recuerdos del pasado, sino que también habían vuelto a la vida los shittenou. Tras despertar sus recuerdos, Makoto había descubierto que en su vida anterior, su padre, el Rey de Júpiter la había comprometido con uno de los Reyes Celestiales, así como también que en su otra vida había conocido a Andrew y se habían amado, y que por ese amor había roto el compromiso, cosa que el General aparentemente había tomado de buena manera, o al menos eso creía ella, hasta ese momento en que acababa de descubrir que quien fuera su prometido en su vida anterior, y su supuesto amigo en la época actual, era el culpable de que el amor de su vida estuviera muriendo.

—Makoto, no podrás matarlo—Dijo Hotaru— Si haces eso, no sólo condenarás tu alma sino también la de Andrew.

—¿Entonces que carajos debo hacer?— Gruñó furiosa.

—Si te casas con Neflyte salvarías la vida de Andrew— Dijo con pesar Setsuna— Lo lamento. Fui una estupida por descuidar la puerta del tiempo aquella noche que me robaron el orbe granate.

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Época actual…

De tanto llorar de rabia y dolor, a Makoto se le habían secado las lágrimas, por lo que Minako, al final al quinto intento logró terminar de maquillarla sin que las lágrimas de la senshi de la naturaleza arruinaran su trabajo.

—Eres la novia más triste que he visto en todas mis reencarnaciones—Le susurró

—Son lágrimas de felicidad — Respondió Makoto.

—Escúchame—Dijo Minako en un tono serio y autoritario que no era común en ella— Puedo no tener poderes de adivinación como Rei, pero no lo amas. Como la senshi del amor se reconocer a dos almas gemelas, y tú y Andrew lo son. Dime qué está pasando y voy a ayudarte.

Makoto, ansiaba compartirle su dolor a Minako, y decirle que aunque eran almas gemelas hechas el uno para el otro, no estaban destinados a estar juntos, pues Neflyte la había atado de por vida a él.

—Déjame en paz

—Haz lo que quieras—Le dijo Minako molesta— Pero sabes que no tendrás la bendición de Venus para una unión que es por cualquier cosa menos por amor.

Cuando Minako salió de la habitación dejándola sola, Makoto que seguía sentada frente a su tocador, abrió uno de los cajones y sacó un cofre de oro con esmeraldas incrustadas, el cual abrió para mirar las fotos que se había tomado con Andrew a lo largo de los tres años que duró su relación, así como las muchas cartas y poema que él alguna vez le escribió.

—Mi amor— Susurró llevándose una de las fotos al pecho.

Estaba tan concentrada en el dolor de su alma, que se sobresaltó cuando escuchó pasos dentro de su habitación, y darse la media vuelta, se sorprendió al encontrarse con Andrew, quien tenía los ojos enrojecidos e hinchados, probablemente de tanto llorar como ella.

—No te cases— Suplicó él con la voz enronquecida.

Makoto, se sintió embriagada por su aroma, y quiso correr a sus brazos, pero él, como si le leyera la mente fue hasta ella y la estrechó contra su pecho.

—No te cases, mi querida—Le susurró.

Andrew entonces se separó un poco de ella, y tomó con ternura su rostro, mirándose en aquellos orbes esmeralda que tanto amaba.

—¿Por qué? —Preguntó él

—Lo amo —Respondió ella, y de nuevo las lágrimas afloraron.

—¡Makoto, por favor no me obligue a secuestrarte! —Susurro él

—¿Me separarías del amor de mi vida para obligarme a estar a tu lado?—Cuestionó ella.

Andrew se inclinó para besar el nacimiento de su cabello, y entonces la tomó del rostro, obligándola a voltear hacia arriba para encontrarse con mirada.

—Si supiera que lo amas a él, yo mismo te llevaría al altar— Le dijo Andrew— Pero mi amor, sé que no lo amas. La primavera está por terminar, y los días siguen siendo gélidos y la naturaleza está muerta. Ningún árbol ha florecido.

Si Makoto creía que las lágrimas se le habían terminado, estaba equivocada, pues de nuevo, frente al hombre que el universo había creado para ella, las lágrimas de nuevo comenzaron a salir a borbotones; y una vez más, se fundieron en un beso desesperado.

Pese al gélido frío, la ropa comenzó a estorbarles, y no pasó mucho tiempo cuando el ajuar de novia de ella terminó en el piso junto a la ropa de él, y después de muchos meses, una vez más hicieron el amor como posesos; hasta que sus cuerpos estallaron de placer; sin embargo, apenas estaban recuperando la calma, Makoto se puso de pie, y una vez más se enfundó en el vestido de novia.

—Mi amor. ¿Qué haces?— Le preguntó Andrew.

—¿Cómo que qué hago?— Contestó ella— Iré a casarme.

—¿Qué?— preguntó Andrew mientras se vestía— Pero si no lo amas.

Makoto sabía que no tenía caso negarle lo que en el idioma de la pasión ya le había dicho hace unos momentos; sin embargo, no quería que la maldición cayera sobre él y tener que verlo agonizar dolorosamente.

—Te amo, sí — Le dijo mientras de nuevo las lágrimas caían sobre su rostro— Pero no te comparas ni de lejos con Neflyte, Andrew. ¿Para qué estaría con un médico cualquiera sin poderes cuando puedo ser la flamante esposa del General Neflyte Sanjoi? Futuro gobernador de Ciudad Esmeralda.

Andrew se quedó sorprendido ante las palabras de su amada, pues ni siquiera cuando lo había terminado, poco después de que recuperara la salud, ella le había hablado de esa manera.

—Makoto, mi amor ¿Por qué me dices eso?

—Porque es la verdad— Respondió Makoto— ¡Odio que seas un maldito inútil sin poderes! ¡Me das pena! Y créeme, si me secuestras volveré a escaparme porque mi amor por ti no es tan fuerte como para querer renunciar a ser la esposa de Sanjoi.

Andrew, sintiéndose humillado por las palabras de la mujer que amaba, por primera vez la miró con desprecio. Podía amarla, incluso rogarle y querer salvarla de sí misma; pero por mucho que supiera que su amor era correspondido, no estaba dispuesto a soportar que nadie lo denigrara de esa manera.

—¡Jodete entonces!— Exclamó— ¡Quédate con tu General y tu jaula de oro!— Le gritó.

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Por un momento, los invitados al enlace matrimonial entre la senshi de la naturaleza y el general Neflyte creyeron que la novia no llegaría, pero media hora después de la hora pactada, llegó por fin la limusina de donde bajó la novia; quien mas que parecer que fuera a su boda, parecía que fuera a un funeral, pues conforme se acercaba al altar, para nadie pasó desapercibido que había estado llorando.

Al llegar al altar, al General Neflyte no le pasó desapercibido que su futura esposa tenía en el cuerpo el aroma de aquel hombre que había sido su rival de amores desde tiempos pasados, y aunque moría de celos, sabía que el dolor que él pudiera sentir, era nada comparado con de ella.

Tras darse el "sí quiero", marido y mujer bajaron del altar sin siquiera darse un beso ni rozarse la mano; y aunque para nadie pasó desapercibido que la senshi de la naturaleza no estaba feliz, por mero protocolo los felicitaron.

—¿La querías para ti?— preguntó Setsuna al general en un susurro cuando lo felicito— Pues la has atado para que esté destinada a ti, pero tu don de hablar con las estrellas será tu misma maldición.

Y en efecto, aquel don de hablar con las estrellas se convirtió en una maldición para el General Neflyte Sanjoi, pues durante los quinientos años que duró su matrimonio, el cual termino debido a que la senshi murió de tristeza a la horas de que su amado Andrew muriera, no hubo noche en que las estrellas no se burlaran de él, pues a diario le recordaron que por mucho que ella estuviera destinada a estar a su lado, no sólo no tendría nunca su cuerpo, sino tampoco su corazón, pues ese le pertenecía al hombre que el universo había creado para ella, y que el por ególatra se había encargado de separar.

FIN

¡Listo! Pues bueno, para el día dos del Angstruary tenía que escribir un one shot que se tratara de personas que son almas gemelas pero que estan destinadas a no estar juntas, y como en mi imaginación yo tengo la idea de que lo de las senshis y los shittenou fueron compromisos forzados, pues salió esto, jeje.

En fin. ¿Qué les pareció ?

¿Se les hizo triste?

Espero que sí, y nos vemos mañana con otro one shot, que les comento, no es sobre Makoto, sino sobre Serena y Diamante.

Edythe.