DESEO UN NOVIO PARA NAVIDAD

— ¿Qué harás Candy?, pregunto Cindylu.

—si Candy, ahora que Eliza se dé cuenta de que has mentido será mucho peor, comentó Annie.

—No me lo recuerden chicas, sé que no debí hacerlo, pero ya ven como es ella y no soporte más y ya ven lo que le dije, aichs y ahora que voy a hacer, decía la rubia tapando su rostro con sus manos.

Y no era para menos, todas conocían a Eliza Leagan, la prima política de Candy, pero hasta allí llegaba su relación, puesto que no podían ser más opuestas, Eliza era también la típica chica popular, que no dudaba en basar su entretenimiento temporal en las desventuras ajenas.

Si eso fuera poco, Eliza además odiaba a Candy, la envidiaba terriblemente, no soportaba la belleza natural, tanto externa como interna de su prima, por lo que su objetivo en la vida era siempre buscar molestarla.

A lo que Candy siempre la ignoraba, al menos solía hacer lo siempre, menos en esta ocasión en la que Eliza había comentado a toda la clase lo patética que era la inexistente vida amorosa de la rubia.

Y no es que Candy no tuviera pretendientes de sobra, es sólo que su vida siempre ha estado enfocada en su familia, sus estudios, sus actividades deportivas y su trabajo voluntario en el hogar de Pony, un orfanato en que ella ayudaba en el poco tiempo libre que tenia.

Si a eso le sumamos el hecho que ella nunca se ha enterado de sus pretendientes, uno por despistada y dos gracias a sus protectores sobrinos, quienes por compartir su edad se trataban más como primos ni se diga, ellos se encargaban de mantener a raya a cualquier interesado en cortejarla.

Por lo que a sus diecisiete años no sólo era soltera, sino que además nunca ha tenido novio, lo cual en si no es malo, pero para alguien tan vacío como Eliza, es una razón para atacarla.

Y fue tanto el acoso de la envidiosa chica, que Candy en forma impulsiva sólo respondió lo primero que se le vino a la lengua Y eso fue decir que de hecho tenía novio y que no estaba interesada en alardear, pero que él era el mejor de su clase y además compañero de clases de sus primos.

—siendo así no tendrás problemas en llevarlo mañana al baile de Navidad.

—allí estaremos, respondió una enojada rubia, que se alejó sin darse cuenta de la gravedad de sus palabras, hasta que se encontraba en el jardín del colegio.

Así que ahora allí estaba con sus amigas desesperada, tratando de enmendar su metedura de pata.

—Bueno, siempre podría faltar al baile, de todas formas, no pensaba asistir.

—Eso funcionaría, si Eliza no fuera quien es, respondió Paty.

—Pues sólo me queda pedirle a una estrella fugaz un novio para navidad, exclamó la rubia cansada.

Candy llego a casa, allí la esperaban sus primos muy molestos, al parecer Eliza había esparcido la noticia de su noviazgo, lo que obviamente había activado la función sobreprotectora de estos.

—no veo porqué de tanto alboroto, exclamó la rubia ya molesta por la reacción de sus queridos primos.

—Como dices eso, acaso nos has comentado algo, lo conocemos siquiera, eso no es normal Candy.

—se están pasando, saben que no seguiré discutiendo por tonterías con ustedes, no soy una niña.

Muy molesta Candy se fue corriendo a su habitación.

Los chicos no dudaron en querer seguirla, cuando Albert el hermano mayor de esta les salió al paso, el rubio mayor se caracterizaba por su carácter afable, pero una sola mirada de este les bastó para saber que estaba muy molesto y eso no era muy común de ver.

—porque nos detuviste Albert, no ves que tenemos que hacer que Candy entre en razón.

—sí, no podemos permitir que cualquier idiota se quede con ella.

—ustedes lo único que van a hacer es dejar a mi hermana en paz, durante todo este tiempo se han encargado de espantarle cualquier joven que quisiera acercarse a ella, pero eso se acabo.

—pero Albert, tenemos que cuidarla.

—lo que no estoy impidiendo, lo que no voy a permitir es que sigan queriendo mantenerla alejada de todos los hombres, ella tiene derecho a enamorarse, a crecer o es que sólo ustedes tienen ese derecho.

— no digas eso Albert, no es así, es sólo que ella es muy especial y no quisiéramos que nadie la lástima.

—y ustedes si tienen derecho a lastimarla, porque, debido a su complejo medieval de protección, ella ha comenzado a creer que es fea y que nadie la va a querer ya que casualmente no ha habido ni un solo chico que se le acerque.

—pero esa es una tontería, Candy es la chica más linda que hay, porque piensa eso.

—gracias a ustedes y a Eliza que se encarga de recordarle muy a menudo que nunca ha recibido si quiera una invitación a salir, que pretenden, que se quede con Neal creyendo que es el único hombre sobre la tierra que se interesa por ella.

Los jóvenes bajaron la cabeza, nunca habían visto las cosas de esa manera, pero es que Candy era tan querida por ellos que nunca quisieran perderla.

Albert llevo a Candy a tomar un rico chocolate en el local favorito de esta, la ánimo y como siempre que este la abrazaba la tranquilidad volvía a ella, por lo que decidió que no debía estar preocupada por lo que Eliza pudiera o no pensar.

Un castaño se encontraba en el área común leyendo, hacia unas semanas se había mudado a la ciudad, comenzando a estudiar en esa universidad, casi al tercer día de asistir a clases vio como los Conrwell y Brown, quienes eran compañeros suyos en el curso preparatorio, se reunían con la chica más hermosa que había visto en sus dieciocho años de vida.

Unos maravillosos risos dorados, preciosos ojos verdes y una naricita chata bañada por unas pecas bailarinas, que lo hacían babear, era una suerte que estaba usando gafas oscuras o todos hubieran visto como se la comía con la mirada.

Según lo que había logrado averiguar la joven estaba estudiando el último año, en el colegio anexo a la universidad, por lo que era fácil verla en las áreas comunes, que era donde desde ese instante permanecía.

Al principio creyó que alguno de sus molestos compañeros era su novio, hasta que se enteró que eran sus primos, gracias a que junto a la rubia iban dos amigas de ellas quienes resultaron novias de los Conrwell y de Brown.

Pero ese día había esperado tanto que pensó que la rubia ya no llegaría, hasta que vio como era casi arrastrada por sus amigas, al parecer estaba disgustada con sus primos, al poco rato sin embargo se acercó una joven castaña (sory resulta que la zanahoria desabrida es castaña no pelirroja), la cual según recordaba había visto molestando a la rubia en varias ocasiones.

Claro en muchas ocasiones dicha zanahoria desabrida había tenido penosos accidentes, algún chico pasando a prisa mientras derramaba refresco sobre ella, un pequeño tropiezo, una paloma dejando caer sus gracias en su muy artificialmente perfecto cabello o al menos eso parecía, todos esos sucesos en los que él no tenía nada que ver claro, bueno nada que pudiera probarse por supuesto.

—valla Candy, acaso has venido a ver a tu novio, ah claro lo olvidaba eres una mentirosa, tú no tienes novio, no hay quien te haga el favor, todos pueden ver lo insignificante que eres.

—basta Eliza, no me interesan tus tonterías.

—tontería es que seas novia de Terry.

— de que hablas Eliza, reclamó Archie.

— no lo saben, Candy dijo frente a toda la clase que era novia del mejor de su clase y que era compañero de ustedes y el único que corresponde a esa descripción es Terry Grandchester, el cual por cierto está muy por encima de una chica tan poca cosa como tú Candy.

—cuantas palabras insolentes saliendo de una sucia boca, dijo una profunda voz atrás de la zanahoria desabrida.

Eliza se volteó con una sonrisa de satisfacción dibujada en su boca, no podía creer su buena suerte, era Terry, el chico más guapo de todo el campus, por si fuera poco, todo en el relucía a dinero, poder, estatus, todo lo que para ella importaba y estaba allí, con eso le daría el golpe de gracia a su detestable prima.

—oh Terry querido, que bueno que estas aquí, así puedes desenmascarar la mentira de esta insignificante chica.

Candy palideció, no esperaba que las cosas llegarán a tanto, sus primos se pusieron a la defensiva, quisieron poner a Candy atrás de ellos en forma de protección, pero antes de siquiera moverse, la mano de Candy fue tomada, siendo jalada la rubia hasta quedar abrazada de la cintura por el castaño.

—eso es precisamente lo que quiero hacer, la única mentirosa aquí eres tú, eres una víbora hipócrita, eres tan poca cosa que necesitas opacar a quienes tienes cerca para ser notada, no soportas el brillo de Candy, su belleza natural y toda su nobleza, alguien tan podrido como tú, no puede si quiera estar en el mismo espacio de ella, ahora lárgate de nuestra presencia, no quiero ver que te acerques de nuevo a Mi Novia.

Decir que Candy estaba sorprendida era poco, no sólo era el chico de sus fantasías (las que no sabía que tenía hasta ese instante) sino que además en vez de desmentir la, la había defendido y se había proclamado su novio, no definitivamente estaba soñando.

Anthony, Stear y Archie pasaron de querer ahorcar a Eliza, a querer desaparecer a Terry, él era el rival de estudios de ellos, el chico por el que aspiraban todas las chicas, un arrogante, no, el no merecía a su querida prima, en ese momento no podían hablar para proteger a Candy, pero ni que soñara que lo dejarían estar con ella.

Annie, Cindilu y Paty en cambio no cabían de dicha, amaban a la rubia y odiaban que Eliza siempre buscará meterse con ella, por lo que ver como el castaño la había puesto en su lugar era algo para la posteridad.

Eliza en cambio hervía de rabia y vergüenza, su séquito de amigas de inmediato se apartó de ella, no pudo ni mencionar palabra del shock en que se encontraba, jamás en su vida había sido tan humillada.

—vamos pecosa, tenemos mucho que conversar.

—espera un momento, reclamaron a la vez sus primos.

Terry ni los volvió ver, en cambio tomo a Candy de la mano y se dirigieron al estacionamiento con una pecosa demasiado aturdida como para reaccionar.

—Qué crees que haces, arrogante, gritó Archie.

—no puedes llevártela, reclamo Anthony tomando la otra mano de Candy para atraer la a ellos.

— ni siquiera la has dejado hablar, dijo Stear.

—lamento mucho no darles gusto, no soy uno de los tantos pretendientes de Candy, a mí no me van a espantar como a ellos.

— ¿Cómo?, pregunto Candy con sus ojos muy abiertos, —espantaban a quienes querían salir conmigo.

—Bueno, veras.

— ¿cómo se han atrevido?, no quiero verlos, estoy muy molesta con ustedes.

—Pero Candy.

La chica se alejó de ellos y tomando la mano de Terry fueron hasta al auto de este, ella subió y se fueron juntos.

Pero no habían terminado de salir de la universidad, cuando Candy le pidió detenerse.

—Te agradezco la ayuda que me brindaste y aunque estoy de acuerdo en que debemos conversar, quiero que sepas que no estás obligado a continuar mi mentira.

—me parece muy bien, no quisiera seguir con la mentira.

Candy sintió que se le hundía el corazón, hasta que Terry tomo su mano y beso suavemente su dorso mientras la veía fijamente.

—quiero que sea una realidad, estoy seriamente interesado en ti, así que dime donde lleno la solicitud para aplicar al puesto de novio.

Ese día Terry llevo a Candy a su primera cita, pasando un muy agradable día, en el que no perdieron el tiempo y comenzaron a conocerse, resultó que Terry era muy buen amigo de su hermano mayor, no soltándola el castaño desde ese instante en adelante, pasando los siguientes días juntos el mayor tiempo posible.

La fiesta de navidad llego, entrando todos juntos al baile, después de unas palabras de su novio, Candy había perdonado a sus primos, comprendió que sólo lo hacían por cariño, aun así, no dejó de aclararles que no tolerará que vuelvan a hacer algo así.

—no creo que sea necesario que nos quedemos más tiempo, no crees Terry.

—lo que digas pecosa, mientras estemos juntos lo demás no importa, pero seguramente ya nos esperan en tu casa.

—Gracias por eso, es tradición en mi hogar el compartir en familia y sí, la cena no tarda en comenzar y el hecho de que quieras acompañarme me hace muy feliz.

—pecosa bella, no ves que soy yo el afortunado por poder compartir contigo y tú familia en una ocasión tan significativa, además el hecho de invitar a mis padres ha sido una gran idea, no sabes cuán feliz me has hecho.

Esa navidad, fue la primera que pasaron juntos la joven pareja, Terry no tardó en conquistar el corazón de Candy, no es que le costase tanto, ya que la pecosa solía verlo de lejos desde que llegó, pero siendo tan despistada no se había percatado que él tampoco la perdía de vista.

—creo que se cumplió tu deseo Candy, comentó Annie

—Es cierto, mira que no creía en eso, de ahora en adelante yo también pediré mis deseos, jajajaja decía Paty.

—me apunto, continuó la broma Cindylu, —pero amiga es que tu sólo tenías que tronar los dedos y hubieras tenido a cualquiera, pero no nos creías, nos alegra que al menos a Terry si lo escuchas jajajaja.

—sigan riendo a mi costa, pero si ya tengo mi deseo, de un novio para navidad.

—conque soy un deseo de navidad pecosa.

Las chicas dieron un brinco al oírlo y salieron cada una por su lado dejando la rubia con su novio, muy avergonzada más roja que un tomate.

—y dime pecosa, se cumplió totalmente tu deseo o pedirás devolución.

—Terry no digas tonterías y no me mires así que muero de pena.

—mirarte como Candy, no estoy haciendo nada malo o si, decía al tiempo que la abrazaba pegándola muy cerca de su cuerpo.

—no lo niegues, me miras como si fuera el último pedazo de una tarta de chocolate.

—sería imposible, porque tú eres mucho más interesante que una porción de tu postre favorito, te voy a confesar algo.

—¿Qué es?, dime.

—pecosa eres muy curiosa, seguía diciendo el castaño mientras frotaba su nariz con la de ella y daba suaves besos en su boca, —tú también eres mi deseo, pero no sólo de estrella fugaz, de navidad, sino que también de día de Reyes, de año nuevo, de cumpleaños y lo que quieras, pero eres la suma de todos mis anhelos, estoy loco por ti, mi bella pecosa.

—pues estamos iguales, mi arrogante novio, respondió tomando el rostro de su novio y besándolo tan profundamente que lo envió a visitar el firmamento.

—eres el mejor deseo jamás pedido, te amo Candy.

—te amo Terry, soy muy feliz de que seas mi deseo de navidad

Y así con sus frentes unidas sus ojos intercambiaban toda la emoción de poder compartir el inicio de su amor.

Fin.

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Hola amigas, les comparto un cortito navideño, de corazón deseo que estén pasando una muy feliz navidad.

pueden disfrutar de la narración de este corto en nuestro canal de YouTube Sinceramente Apasionadas.