—vamos rápido.
—Dra. Andrew, deténgase.
—que sucede Dr. Leagan.
—ese paciente no será admitido en este hospital.
—pero está muy grave no puede dejarlo así, al menos hay que estabilizarlo para que llegue a otro hospital.
—no gastaremos recursos, en alguien que obviamente no puede pagarlos.
—pero sin atención va a morir.
—ese no es nuestro problema, al contrario, se le hace un favor a la sociedad al librarse de una molestia más.
—al parecer a usted se le olvida muy fácilmente el juramento hipocrático.
—guárdese sus opiniones personales, este lugar se mueve por el dinero, sus ideales utópicos no tienen valor en un mundo práctico, espero haber sido suficientemente claro.
—si Dr. Leagan.
La joven doctora espera que el director del hospital se retire y en seguida sale corriendo detrás de la ambulancia que llevaba aquel joven al que le fue negada la atención médica.
—espere por favor, llévelo a esta clínica, allí lo atenderán.
—no estamos seguros de que logre llegar doctora, respondió el camillero.
Ella ingreso a la ambulancia, atendió lo más rápido que pudo al joven lastimado y le aplico una inyección que llevaba escondida en su bata, observo al joven un momento y se asombró de ver sus ojos viéndola fijamente, unos preciosos zafiros que parecían querer decirle algo.
—fue drogado, con un narcótico muy potente que lo tiene inmovilizado, pero como puede observar, es plenamente consciente de su entorno, respondió la muda pregunta de la doctora.
—ahora si logrará llegar a la clínica, por favor dense prisa, allí los atenderá el Dr. Martin, díganle que la Dra. Andrew los envió.
Antes de bajar de la ambulancia, se acercó al joven y le hablo al oído —estarás bien, resiste, —y en un impulso que ni ella comprendió, dio un suave beso en la frente de este.
Candice Andrew o simplemente Candy para los amigos, era una joven doctora de veinticinco años, sus padres le habían dado siempre amor y buenos ejemplos, trabajaron muy duro para que su hermano mayor y ella lograran salir adelante.
Y lo habían conseguido, su hermano mayor Albert, había logrado conseguir su empleo soñado, después de graduarse de la universidad, ahora viajaba por el mundo junto a una organización dedicada a la investigación científica, por lo que el joven se la vivía estudiando la vida animal, realizando diferentes aportes científicos junto a su esposa Sophie, quien era su compañera de fórmula, tan entregada a su trabajo como el, pero que lo amaba completamente.
Candy en cambio había optado por la medicina, su gran pasión era ayudar y esta carrera le parecía lo más cercano a dicho ideal, con sus calificaciones y desempeño había logrado una plaza en el Hope, el mejor hospital del país, al menos eso creía ella hasta llegar allí.
Y es que si bien es cierto el hospital poseía lo más avanzado en tecnología, la atención de calidad de última generación, esta atención solo estaba disponible para una escasa cantidad de personas que podían costearla y el director del mismo centro, el Dr. Daniel Leagan era el principal encargado de velar porque dicha política se cumpliera, jamás permitía que se le diera si quiera la más mínima atención a quienes no podían costear su atención médica y ella que había pensado que él era un poco mejor persona que su hermana.
Eliza Leagan, la hermana de Neal, una persona tan o más infame que su hermano, había tenido la desdicha de ser compañera de clase de esta en la escuela, antes de ir a la universidad, para su alivio habían sido solo unos meses, pues Candy logro completar sus estudios anticipadamente, pero estuvo con ella el tiempo suficiente para saber que Eliza era la mujer más frívola, vanidosa y egocéntrica jamás conocida, por alguna razón que desconocía, la pelirroja había tomado un odio sin sentido contra la rubia pecosa, siempre estaba buscando molestarla, pero por mucho que intento nunca logro salirse con la suya.
Debido a que Candy ya había firmado un contrato, no podía dejar su trabajo, por lo que solo cumplía con su labor, pero una vez concluía, corría hacia la clínica feliz del Dr. Martin, la cual era un pequeño dispensario médico, que contaba con lo más básico, pero en la cual hacían hasta lo imposible para ayudar a quienes necesitaban asistencia médica y no tenían los fondos para costearla.
Su horario era tan agotador por lo tanto apenas y le dejaba tiempo de dormir, no tenía espacio en su agenda para nada más, escasamente se daba un rato para estar con sus padres, eso cuando no llegaban a ayudar en la clínica, ellos estaban muy orgullosos de sus hijos, sabían que Candy solo estaba esperando que se venciera su contrato laboral en unos meses, para dejar el Hope.
Esa era la esperanza de los padres de Candy para que esta tuviera un poco más de vida social y tal vez conocer a un buen joven con quien formar su familia, tenían esperanza de tener nietos propios, aunque ya Albert les había anunciado que Sophie estaba embarazada, por lo que dentro de unas semanas llegarían a quedarse una temporada en la ciudad, para esperar el nacimiento de su hijo, ellos no dejaban de desear esa misma dicha para ella.
Nada más termino su turno, Candy salió corriendo hacia la clínica feliz, estaba muy preocupada por el joven lastimado, por alguna razón más allá de su vocación, sentía que el bienestar del joven le era muy importante. Al encender el auto automáticamente inicio la radio, a ella le gustaba ir escuchando música o algún aviso importante, estaba tan ocupada que era la única manera de estar un poco conectada con el mundo exterior.
La radio interrumpió la música para que el locutor comentara la noticia de interés del momento:
—la familia real del reino de Grandchester han llegado ayer a New York, se espera realicen algunas reuniones importantes para establecer uniones comerciales con algunos sectores prominentes de la ciudad, además de aparecer en varias actividades benéficas.
El locutor estuvo enumerando las posibles uniones que se pudieran dar a nivel comercial y que obras podrían salir beneficiadas con la visita de la familia real de Grandchester, Candy estaba tan preocupada por el joven que no presto gran atención a nada más que a conducir rápido hacia la clínica feliz, apenas llego pregunto por él, afortunadamente gracias a los cuidados dados por ella en forma apresurada, él logró llegar a tiempo y ser atendido, aún estaba grave, pero estable.
Según se informó el joven presentaba heridas de arma blanca, golpes, el efecto de la droga que usaron con él ya había pasado, pero se encontraba anestesiado, para su mejor recuperación, desde ese momento ella estuvo al pendiente, cuidándolo personalmente tanto como le era posible.
Debido a la severidad de sus lesiones, el joven paso varios días recuperándose, despertando una semana después, siendo un par de risos dorados esparcidos sobre su pecho lo primero que vio, ya que la joven doctora vencida por su agotamiento había quedado dormida en la silla que usaba cuando lo cuidaba, recostando apenas su cabeza sobre la cama del joven.
Se quedó maravillado observando el perfil de la bella durmiente, por un instante pensó que la había soñado, todos esos terribles momentos que paso cuando fue atacado y luego en el hospital, recuerda el terrible dolor del que era preso, incapaz de moverse para pedir ayuda o siquiera quejarse, cuando de repente vio la aparición de un ángel de ojos esmeralda, con tacto suave y vos angelical.
Recuerda cómo se enfrentó al odioso doctor que al parecer era su jefe para atenderlo y como al no lograrlo, fue a brindarle ayuda a escondidas para enviarlo a donde si lo atendieron, le debía la vida y mucho más, sin resistirse movió su mano, aun con todo el dolor que le implicaba hacerlo, solo para acariciar sus risos, tan suaves.
La caricia despertó a Candy, quien al ver que el tenía los ojos abiertos sonrió, pareciéndole al joven que el sol había salido, con una sonrisa tan luminosa, Candy no perdió tiempo, comenzó a examinarlo, alegrándose por ver que se encontraba mucho mejor.
—soy la doctora Candice Andrew, estas en la clínica feliz, ¿recuerdas cómo te llamas y lo que te sucedió?
—soy Terry, respondió el joven, con la voz más sexi que la rubia jamás había escuchado.
Pero hizo una mueca cuando pareció recordar lo que le había sucedido
—calma, no tienes por qué esforzarte, lo importante es que estas en buenas manos.
—gracias.
Ambos estaban como hipnotizados el uno por el otro, como si una fuerza superior a ellos los impulsara a acercarse, una inexplicable alegría y necesidad por permanecer unidos.
Cada instante que pasaban juntos era invaluable para ambos, cuando Terry comenzó a levantarse, daban paseos, en los que acompañaba a Candy a realizar sus rondas para atender a los pacientes, casi tenía que obligarlo a volver a su cama, pues el perdía la noción del tiempo cuando estaba con ella, observándola trabajar, ver como atendía a cada paciente, con tanta dulzura y alegría, que era imposible no contagiarse de sonrisas.
—Dra. Andrew, la paciente de la cama dos, llamo una enfermera.
— ¿Qué le pasa a Lily?
—ha estado preguntando por usted todo el día, estuvo bastante triste, no quiere ni comer.
—pobre, extraña mucho a su abuela, debemos luchar por que se recupere pronto por el bien de la niña.
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La hora de dejar la clínica llego para Terry, quien aún no había dicho nada de lo que le había sucedido, parecía renuente a alejarse de Candy, quien se la había pasado conversando con él cada que podía, alver que este se veía indeciso hacia donde ir al salir de la clínica, lo llevo con sus padres, George y Paulina Andrew estaban algo extrañados en un inicio, pero fue obvio para ellos que su hija menor se estaba enamorando de Terry, por lo que recibieron al joven para conocerlo mejor pues era nula la información que dé el poseían.
Eso sumado a que su hija ahora se quedaba con ellos en casa, para estar más cerca del joven.
Terry no se quedó de brazos cruzados en la casa de Candy, él se dedicó a colaborar en lo que fuera posible en la clínica feliz, admiraba la dedicación de su ángel, la cual sacrificaba tanto para ayudar a los demás, en los momentos en que tenía un poco de privacidad realizo unas cuantas llamadas, además de otras cuantas gestiones en la computadora.
Fue una grata sorpresa que el viaje de Albert y Sophie se haya adelantado, llegando a quedarse con sus padres para esperar el nacimiento de su primer hijo, ellos le presentaron a Terry, contándole a grandes rasgos lo sucedido, Albert lo observó y esperó a estar a solas con él para hablarle.
—por lo que veo tu ya sabes quién soy
— ¿porque no les ha dicho quién es?
—aún tenía que arreglar algunas cosas antes de volver a mi hogar, comprenderás que después de lo sucedido era muy peligroso para mí.
—sé que Candy no ve la televisión y mucho menos las redes sociales, pero es increíble que nadie lo haya reconocido aún.
—siempre he mantenido un bajo perfil, siendo mis padres los que están expuestos a los medios, son pocas las imágenes que de mi han salido, además en todas ellas estaba con barba y el cabello corto, muy diferente a la melena que ahora luzco debido a mi convalecencia, la barba me la quitaron en la clínica para curarme y después de eso tu hermana se ha encargado de afeitarme, parece que de ahora en adelante no podré tener barba.
—nunca le gustaron, —respondió sonriente Albert, —está enamorada de ti, lo sabes verdad, no quiero que la lastimes, no sé cómo todo esto podría terminar bien para ella.
—yo también estoy enamorado de ella, debes creerme cuando te digo, que mis intenciones son serias y que no me voy a separar de ella.
—pero…
—resolveré todo, si gustas ayudarme, te lo agradecería, el tiempo de volver a mi hogar se acerca, pero antes quiero asegurarme de que no perderé a tu hermana.
—si es por ella y su felicidad, cuentas conmigo.
Así ese mismo día el castaño declaro sus sentimientos a la rubia, recibiendo la aceptación de esta, convirtiéndose en novios, pero aun este no se atrevía a revelar su identidad, a estas alturas temía perderla por no haberlo hecho antes.
En el Hope, Candy escapaba constantemente del Dr. Leagan, que en los últimos días se había dado a la tarea de acosarla, si bien es cierto desde que fue contratada el director nunca disimuló su interés en ella, está siempre había sido clara con respecto a su rechazo a cualquier otra clase de relación que no fuera la estrictamente laboral, pero últimamente dicho personaje parecía no entender las negativas de la joven doctora, quien se veía más que sobrepasada con la actitud del mismo, que parecía estar siempre atrás de ella, sin importar en donde esta fuera.
Ante los continuos rechazos, al nefasto doctor no se le ocurrió otra cosa más que presionar donde sabía que a Candy le importaba y eso era en su querida clínica.
— ¿Cómo se atreven?
— ¿Qué sucede pecosa?
—han ordenado el cierre de la clínica feliz.
—quien ha hecho semejante cosa.
—los de la junta médica, pero estoy segura de que detrás de todo esto está el Dr. Leagan.
—el mismo sujeto que me negó la asistencia médica.
—si Terry, ese mismo, le ha dado por obsesionarse aún más conmigo y como lo he rechazado de mil maneras, estoy segura de que está usando la clínica para castigarme o presionarme, ¿qué va a pasar con las personas que necesitan la clínica?, ¿qué puedo hacer Terry?
—no llores pecosa, procuraremos ver con Albert que opciones hay, te parece.
— ¿crees que se pueda hacer algo?
—claro que si pecosa, ven no llores más.
Candy junto a Terry habían visitado la clínica, aun tenían unos días antes del cierre definitivo que les habían ordenado, mientras ese plazo llegaba el trabajo seguía igual, ese día en especial todos estaban muy agitados, días atrás había ocurrido un terrible accidente vehicular, en el que habían resultado gravemente heridas una anciana y su nieta, la pequeña Lily.
Como siempre al ser de bajos recursos habían ido a parar a la clínica feliz, ni siquiera el hecho de que la ambulancia que las atropelló pertenecía al Hope hizo que las admitieran allí, la señora había estado bastante mal de salud y justo ese día había entrado en coma por complicaciones, dejando a su nieta de apenas tres años técnicamente sola, puesto que sus padres habían muerto hacía tiempo.
Como era de esperarse, Neal quien tenía gente enterándose de lo que sucedía en la clínica, no tardo en avisar a servicios sociales, los que se habían presentado a querer llevarse la niña, pese a que esta aún estaba delicada.
—no van a arriesgar la salud de la paciente, si siguen insistiendo tendré que acusarlos de intento de homicidio y no duden que pediré una investigación de usted por su negligencia.
—mire señor.
—Doctor Martin para usted señora Tiwell,
—poco me interesa quien sea, me llevo a la menor y punto.
—y se puede saber ¿con que autoridad piensa usted llevarse a la menor? —habló un hombre alto de cabellos rubio cenizo, con un traje elegante.
—y ¿usted quién es? y ¿con que derecho interviene?
—soy Archibald Cornwell, abogado y la pregunta es ¿quién se cree que es usted?, como se atreve a intentar una acción tan negligente y poner en riesgo la vida de una menor, le diré que el Juez Jackson está muy interesado en preguntárselo personalmente, si atendiera su teléfono seguramente se daría cuenta de que la citación para usted ya fue entregada.
—¿Cómo?
—por lo pronto le recomiendo que se valla, ya los policías que la acompañaban se han retirado al ver la firma del Juez Jackson y a menos que quiera ser acusada de desacato, le recomiendo que no insista.
La señora Tiwell no daba crédito a lo que veían sus ojos, el documento que le había entregado el abogado no solo la había sacado del caso, sino que además le prohibía seguir en ese caso y en cualquier otro hasta después de su audiencia con el Juez Jackson, pero ¿que se supone que pasaba?, cuando tomó este caso y recibió el jugoso pago de manos de Leagan, lo hizo creyendo que sería dinero fácil, que estos miserables no tendrían ni en que caer muertos, mucho menos quien pudiera defenderlos y ahora se encontraba con que además de perder su trabajo podía sucederle algo peor, no, no quería pensar en eso, pero hay de la abogadita esa y su hermano si esto se volvía un problema serio, pues ella no dudaría en llevárselos de encuentro con ella.
Candy no paraba de agradecer a su querido primo Archie por haber actuado de forma tan ágil, evitando que se llevaran a la pequeña y pusieran en riesgo su vida.
—pero no comprendo, ¿cómo lograste arreglar todo tan rápidamente?, es mas ¿cómo supiste que te necesitaba?
—tu hermano me llamó hace poco, para que estudiara las demandas contra la clínica feliz y el proceso que se estaba llevando para cerrarla, como todo este proceso tiene muchas irregularidades, pues digamos que envíe unas cuantas peticiones a algunos sitios para informarme de cualquier cosa que tuviera que ver con la clínica y entre ellas me llego el informe de la policía, sobre unos agentes que habían sido solicitados por servicios infantiles para retirar una menor de aquí, tuve que llamar al Juez Jackson y explicarle la urgente situación por teléfono, envíe a un empleado por la orden firmada por él, mientras que yo me vine para enfrentarlos en lo que llegaban con el documento.
—no podría agradecerte lo suficiente por tomar el caso en tus manos.
—no digas eso Candy, por el contrario, quiero regañarte, ¿porque no me habías pedido ayuda?, sabes que Stear y yo no dudamos un segundo en acudir a ti si nos necesitas.
—tienes razón, creo que me sobrepasó la situación, no lo volveré a hacer.
—más te vale, bueno me retiro, me queda aún mucho trabajo por hacer con este caso, por cierto, Annie te manda saludes y pregunta que cuando vas a llamarle, si no me equivoco Paty piensa lo mismo, cuando puedas has tiempo para cenar con nosotros, ya Albert me adelanto que tienes un novio que presentarnos.
Candy abrazo a su querido primo, agradeciendo nuevamente su ayuda, prometiendo tratar de hacer tiempo para reunirse con ellos, ahora debía correr al Hope, estaba retrasada y estaba segura de que tendría que reponer si no lograba llegar a tiempo.
Por suerte para ella, logro llegar justo un minuto antes, paso su día trabajando, evadiendo nuevamente al Doctor Leagan, no quería ni estar a un kilómetro suyo, no sabía si se podría contener al verlo, estaba tan furiosa con él, como se atrevía, él y su hermana eran los seres más nefastos que podían existir sobre la tierra, pues para Candy era muy claro que Eliza, quien era la abogada del hospital le había ayudado a crear los problemas a la clínica feliz.
Ya casi para salir para su disgusto los infernales hermanitos la abordaron, sin importar la intención de cada uno, el resultado en ambos casos era el mismo, perturbarla, robarle la paz y tranquilidad.
—doctora Andrew, que bueno que la veo, —fue el saludo de Niel.
—Candice, pareciera que siempre estas escapando de nosotros querida, no es que te culpe, estar cerca nuestro debe recordarte lo por debajo de nuestro nivel que te encuentras, —dijo ácidamente Eliza.
Candy apenas pudo reprimir las ganas de rodar los ojos, pocos seres eran tan egocéntricos e insoportables como los Leagan, como había tenido la desdicha de tener que trabajar para ellos, aun se reprochaba el no haberse dado cuenta a tiempo, se hubiera evitado tantos dolores de cabeza.
—ya sabes que esta semana es la precena navideña del comité del hospital, en donde se darán cita los mayores inversionistas del Centro Hospitalario, en donde obviamente solo estaremos presente la elite de la elite, una gran oportunidad para establecer conexiones es una pena que tu no pertenezcas al selecto grupo invitado, pero como sabrás no todos pueden relacionarse con la realeza, ya sabias que la familia real de Grandchester estarán presentes, ¿no es así?
—lo cual puede remediarse, si decide ir como mi acompañante, es un honor que pocas tienen, deberías aprovecharlo.
—siendo así diviértete mucho Eliza, en cuanto a su invitación Doctor Leagan, tengo que declinar, estoy ocupada y me sería imposible acompañarle, me retiro, pasen buenas tardes.
Candy no dejo que siquiera le dijeran una sola palabra más, se fue rápidamente, solo podía anhelar el día en que ya no tuviera que seguir trabajando con semejante par de seres inescrupulosos.
Había estado escuchando durante varios días los comentarios presuntuosos de Eliza, sobre cómo se iba a codear con la familia real de Grandchester, además de que allí estaría el príncipe heredero Terrence Graham, llegando incluso a asegurar que al conocerla él no podría hacer otra cosa que convertirla en su princesa, Candy había reído para sus adentros por la frivolidad de Eliza, pero debía admirar su imaginación, si la usara para fines más útiles podría escribir novelas.
Terry estaba preocupado, su tiempo se agotaba, lo cual era bastante complicado para él, la fecha límite para regresar a sus obligaciones se acercaba, pero no quería perder a Candy, por lo que ese día después de alcanzar a su pecosa en la clínica feliz, él había preparado una cena romántica, en donde no solo se abriría a ella y le diría quien era, sino que también le haría la propuesta para convertirla en su futura esposa.
—estas muy misterioso Terry, no piensas decirme a donde me llevarás.
—si te lo dijera dejaría de ser sorpresa, ten paciencia amor.
Llegaron a un elegante edificio, Candy solo observaba, su cabeza comenzaba a armar miles de preguntas, pero le estaba dando el beneficio a Terry de ser el quien las resolviera, el entro directamente y estaciono el auto de Candy, pero antes de bajar tomo su rostro y la beso tiernamente.
—esta noche voy a contarte todo acerca de mí, él porque estaba herido cuando te conocí, la razón de mi silencio acerca de mi identidad, pero, sobre todo, también acerca de las obligaciones ineludibles que me esperan, solo te pido en nombre de nuestro amor, que no cambies de parecer y que al terminar de contarte todo sigas amándome como lo haces ahora.
—me asustas Terry, tan malo es lo que haces, acaso eres miembro de la mafia, un espía, o ¿qué puede ser tan grave?
—te vas a los extremos pecosa, ven vamos antes que llames al FBI creyendo que soy un terrible criminal.
Candy iba sonriendo, por lo que Terry comprendió que ella solo estaba bromeando, para tratar de ayudarle a controlar sus nervios, realmente apreciaba eso en ella, el que siempre pudiera leer su estado de ánimo y actuar en consecuencia en su favor.
La guio hacia los ascensores y subieron hasta el Pent-house, Candy estaba asombrada, por el exclusivo lugar, se podía observar elementos de seguridad, bastante discretos, pero también eficaces, ni decir de las cámaras de seguridad, lo más extraño es que no habían reparado en ellos más que para dirigirle un respetuoso asentimiento de cabeza a Terry, como si el fuera su jefe, ¿lo era?, cuando abrió el ascensor con su huella ella se dijo a sí misma que estaba más que curiosa.
Y estaba bastante curiosa, más cuando llego al Pent-house y pudo observar el lujo del lugar, avanzaron hasta llegar al comedor, en donde les esperaba la mesa servida y el vino en hielo, Terry le ayudo a sentarse como todo un caballero.
La cena estaba más que deliciosa, lo que el buen apetito de Candy agradecía infinitamente, cuando estaban terminando el postre Terry tomo su mano y la llevo hasta la sala de estar, en donde la sentó en su regazo besándola intensamente, como si temiera que ese momento desapareciera.
—sabes algo del apellido Grandchester Candy.
—no son acaso la famosa familia real del reino de Grandchester, Eliza ha pasado varios días mencionándolos una y otra vez, creería que si escucho ese nombre una vez más me dará una reacción alérgica, —decía la pecosa haciendo un gesto exagerado de aversión.
—espero que solo será un efecto de tener que escuchar a la nefasta hermana de tu jefe, porque verás Candy, ese será pronto tu apellido si decides aceptar ser mi esposa, —Terry se levantó y la ayudo a sentarse en el sofá, mientras él ponía una rodilla en el suelo tomando su mano saco unprecioso solitario de diamante, —yo Terrence Graham Grandchester Baker, heredero al trono del reino de Grandchester, pido humildemente me concedas el honor de convertirte en mi esposa, mi compañera, mi princesa y futura reina.
Candy se había quedado en shock, seguro estaba soñando, había imaginado que Terry era de alguna familia importante debido a todo lo que había observado al llegar, pero de allí a ¿familia real?, sin embargo, más allá de todo eso, era el hecho que el hombre frente a ella, quien era el amor de su vida, estaba allí pidiéndole matrimonio, ¿Cómo podría no decir que si?, pero por otro lado, estaba lista ella para todas las responsabilidades que ser su esposa conlleven, qué más da, ella se esforzaría para estar a la altura, mientras estuviera junto a Terry todo estaría bien.
—si Terry, acepto ser tu esposa, —se arrodillo junto a él y tomo su rostro con ambas manos, besándolo con todo el amor que el despertaba en ella.
El castaño se puso de pie, cargándola para ponerla nuevamente en su regazo, continúo besándola un poco más.
—pero ¿Qué sucedió?, ¿Cómo es que llegaste en ese terrible estado?, Terry casi mueres.
—había viajado con mis padres unos días atrás, —con estas palabras inicio Terry su relato, —a la familia se le recomendó estar lejos de casa un tiempo, debido a unas amenazas que recibimos, pensamos que alejándonos de nuestro país estaríamos más seguros, pero como pudiste observar el día que me viste por primera vez, nada pudo estar más lejos de ser realidad, sufrí un atentado e intento de homicidio, afortunadamente gracias a ti y a mi fiel amigo y jefe de seguridad Charlie, pude sobrevivir.
—por todos los cielos Terry, pero todavía puedes estar en peligro, ¿y tu familia?
—eres increíble pecosa, no te preocupa tu propia seguridad, solo la mía y la de mi familia, estamos bien Candy, con el atentado en mi contra, los responsables cometieron el error de salir a la luz, pensaron ingenuamente que el ataque fue exitoso y trataron de invalidar a mis padres por no tener herederos y así acceder ellos al poder, claro fueron lo suficientemente tontos como para iniciar acciones en el parlamento, sin haber confirmado mi muerte y más aún, sin que nadie, ni siquiera mi familia supiera del atentado que había sufrido, obviamente era información que solo los culpables de tan criminales actos tenían.
—entonces lograron capturarlos, ¿a todos?
—si Candy, a todos, resulto que lady Claudine Wilson, quien había sido la prometida de mi padre por fines políticos estaba detrás de todo, ella había convencido a un primo lejano de mi padre para iniciar la impugnación del Rey, mi abuelo quien gobernaba en ese entonces, había decidido su boda con ella, pero mi papá se enamoró de mi madre y se casó con ella sin importarle las consecuencias, hizo pública su historia de amor y puso al pueblo de su lado, con eso mi abuelo no pudo más que aceptar su matrimonio, durante muchos años, Lady Claudine y sus allegados trataron de invalidar la boda de mis padres, pero al nacer yo se hizo imposible para ellos hacerlo.
—un asunto tan grave debe tener mucha gente implicada, si no, ¿cómo es que pudieron lastimarte tanto?, siendo así, realmente están seguros de haber capturado a todos los responsables.
—tu mente trabaja rápido pecosa, tardaron mucho en comprender que una amenaza de esa naturaleza necesitaba una red muy grande de cómplices y colaboradores, afortunadamente mi abuelo se había dado cuenta de su error con Claudine, al ver como se aliaba con nuestros adversarios, sin importar el bienestar del reino, todo con tal de acceder al poder, por lo que a lo largo de los años, trabajó en silencio, formando un equipo de protección para la familia real, creó herramientas y coloco agentes encubiertos en varias posiciones estratégicas, con eso logramos descubrir todo, ha sido un trabajo largo, cuando mi padre asumió el reinado ya estaba en marcha todo ese equipo, el atentado en mi contra ya estaba previsto, pero tal como te dije antes, nos confiamos y por ello las cosas llegaron tan lejos.
Con todo ya aclarado y la aceptación a su propuesta de matrimonio por parte de su pecosa, Terry por fin podía continuar con sus planes y poner en marcha todo aquello en lo que había estado trabajando en estos días, le conto a Candy sobre el proceso contra la clínica feliz, sobre todo lo que había descubierto de los hermanos Leagan, pero también que no podían quedarse mucho tiempo más en New York, pues sus obligaciones no podían esperar, esto si era un tema difícil para Candy, pues significaba dejar su país, su trabajo, sus amigos, su familia, toda su vida atrás, pero sabía que sin importar el cargo de Terry, esa es una decisión que cualquier persona que va a casarse puede afrontar, ya sea el futuro esposo o esposa pueden tener que dejar su vida atrás para ir con su pareja y apoyarle.
Al día siguiente una muy nerviosa Candy llegó a una lujosa mansión a conocer a sus suegros, los Reyes de Grandchester, su amoroso prometido no soltó su mano y se dedico a recordarle cuanto la amaba, tranquilizándola.
Para sorpresa de la rubia pecosa, sus suegros no solo no permitieron que les hiciera la reverencia que dicta el protocolo, sino que además la abrazaron cariñosamente, la Reina Eleonor estaba más que feliz de que su hijo por fin encontrara la que seria su compañera el resto de sus días.
Pero lo que definitivamente no esperaba Candy, era el inmenso agradecimiento por parte de los reyes, por haber salvado a Terry, él les relato el estado en que había llegado al Hope, la forma en que ella se había enfrentado a su jefe por él, aun sin saber quien era, sin importar si fuera un indigente y como se las había arreglado para brindarle la asistencia medica de emergencia para que lograra sobrevivir hasta llegar a la Clínica Feliz.
Para ellos no solo era un asunto de estado al ser Terry el heredero al trono, era simplemente su hijo, un maravilloso regalo del amor que los unía y el haber sido cuidado por una extraña, quien sin malicia y de forma desinteresada se había arriesgado para protegerlo, eso era algo que ellos le agradecerían hasta el final de sus días, si bien es cierto en su reino cualquiera hubiera hecho eso y tal vez más, estos simplemente estarían cumpliendo su deber, solo por tratarse del príncipe, nada más, exigiendo recompensa por sus acciones.
Conoció también a Charlie, el jefe de seguridad de Terry, quien logro ayudarlo a escapar cuando sucedió el atentado, él había estado hospitalizado, después de que casi lo matan por proteger al castaño, Candy no dudo en agradecerle por cuidar del amor de su vida, al igual que ya lo habían hecho antes sus suegros.
Los padres de Candy casi se habían desmayado al haber conocido no solo la identidad de su yerno, si no la de sus consuegros, el mismo Albert quien ya conocía la verdad, quedo conmocionado, no digamos ellos, pero al final el amor que reflejaban los novios y la calidez de los reyes, logro deshacer cualquier barrera.
El sábado por la noche los Leagan se encontraban en la fiesta prenavideña del comité del Hope, se regodeaban entre los presentes, de su elevado estatus, comportándose como si todos les debieran pleitesía, disfrutando de humillar e intimidar a todo aquel que tuviera el infortunio de estar ligados a ellos, Eliza casi escupe la champaña que estaba tomando, cuando vio en uno de los lados del salón a Candy quien lucía bella, sofisticada y elegante.
La pelirroja sintió su rabia surgir, pensar que esa igualada se ha atrevido a asistir a un evento tan exclusivo, sin embargo, pronto su rabia se transformó en placer, al imaginar cuanto iba a disfrutar poner en su lugar a esa simplona, realmente no entendía que podía ver en ella el tonto de su hermano, se dirigió a Candy con una mirada fría de superioridad, todos se apartaron de su camino al verla avanzar, pero claro ella quería que la humillación fuera lo más publica posible, para que todos vieran quien de las dos era superior.
—se puede saber quién te ha dejado entrar, o mejor aún ¿Qué te dio la idea de que tenías el derecho de estar aquí?, no fui clara acaso cuando te dije que es un evento exclusivo y solo la elite estaría permitida o es que finalmente comprendiste que nunca tendrás mejor partido que mi hermano y has venido a rogarle.
—esto es totalmente inaceptable, no se suponía que este es un evento V.I.P., ¿Por qué hay personas tan corrientes y con tan poca educación?, están seguros de que debemos invertir nuestro tiempo y dinero en este lugar, —dijo una voz masculina, que hacia que todas las féminas y uno que otro se derritiese en sus lugares.
—sus majestades reales, bienvenidos, —saludo un poco avergonzado por el espectáculo, el presidente del comité del Hope, —pido disculpas por este inaceptable proceder, por favor acompáñenme.
—espero no se repita, es una ofensa muy grave en contra de la prometida del príncipe heredero, por lo tanto, un agravio contra el Reino de Grandchester, —intervino Richard I, Rey de Grandchester.
—vamos querida, hay personas que no valen ni nuestro tiempo ni nuestra atención, —expresó Terry, ofreciendo su brazo a Candy.
Eliza abrió tanto su boca, que cualquiera pensaría que se comería una sandia, sus ojos no estaban muy lejos de imitarlos, tanto que parecía que se le iban a salir de las cuencas oculares, —¿Qué rayos ha sucedido?, debo estar alucinando o en medio de una pesadilla, la poca cosa, simplona esa, prometida del príncipe heredero, el cual para colmo es el hombre mas apuesto del planeta, no, definitivamente debe haber un error, debe haberlo engatusado de alguna forma, debo advertirle, sacarlo de su equivocación.
Una muy sorprendida Eliza no daba crédito a lo que estaba sucediendo, no solo no había podido ni acercarse a la familia real, mucho menos a Terry, sino que además había sido sacada por la seguridad del evento, con una orden irrevocable del comité del Hope, de no volver a poner un pie en el hospital y exigiendo su renuncia inmediata, Neal no fue sacado, pero casi hubiera preferido mil veces eso, en cambio tuvo que soportar ver como Candy estuvo del brazo y en los brazos de Terrence Graham, príncipe heredero del reino de Grandchester.
Los prometidos, no dejaron de mostrar su amor durante toda la velada, sus miradas cómplices, gestos, constantes roces y caricias, sumados a los besos fugaces que Terry no dejaba de darle a su pecosa, causaron que mas de uno se sonrojara, ni hablar de la forma tan cariñosa en que los reyes trataban a Candy, dejaba más que claro que se encontraban frente a una pareja sólida, que en un futuro serian los nuevos reyes de Grandchester.
Neal no fe admitido en la mesa de honor y tuvo que sentarse en la parte mas alejada, tampoco pudo acercarse a la familia real y toda la noche fue tratado como el empleado con menor relevancia del Hope, su cargo parecía ser el de un escueto mensajero, el comité lo relevo a ser un simple observador indeseable ante la petición de la familia real, quienes eran unos de los mayores accionistas del centro hospitalario.
Casi llegaban al final de la noche cuando le cedieron la palabra al Rey, este comenzó hablando acerca del interés en el Hope, en cuanto a que era el hospital con los últimos avances tecnológicos y personal capacitado, lo que lo llevaba a ser el mejor centro hospitalario del país, incluso a estar situado entre los de máximo desarrollo a nivel internacional.
Explico como el fin de ser uno de los dueños del Hope, era ser parte de ese gran avance, pero, sobre todo, que su finalidad nunca había sido otra más que poner dicha tecnología al alcance de todos, puesto que dicho centro hospitalario nunca fue una institución creada con fines lucrativos, por lo que estaba muy decepcionado por la forma en que se estaban manejando la atención médica.
Por primera vez en la noche el nombre de Neal Leagan fue llamado, una vez frente a todos, el rey relató la noche en que su hijo llego herido de gravedad, con riesgo de morir si no se le atendía pronto y que, pese a eso, el Doctor Leagan lo despacho simplemente, negándole la asistencia médica de emergencia.
Neal estaba blanco como un papel, el obviamente no había reconocido a Terry, puesto que esa noche no se había molestado ni en mirarlo, pero sabía que tenían razón, él nunca dudó en despachar a cualquier persona que no mostrara ser económicamente importante, supo en ese instante que su carrera y futuro estaban acabados, difícilmente iban a mostrarle misericordia, había perdido todo.
Al día siguiente Neal y Eliza fueron detenidos por varios cargos criminales, entre ellos los menos graves fueron: desvío de fondos, negligencia médica, soborno, fraude, entre otros, de igual forma la señora Tiwell también fue llevada a la misma celda con su cómplice.
Se renovó totalmente el personal directivo del Hope, se nombraron nuevas autoridades administrativas, lo más importante, se establecieron las políticas de atención a todos aquellos que lo necesitaran, tal como habían sido sus fines originales.
Esa navidad los futuros esposos festejaban con sus familias, llevándose Candy la sorpresa de que sus padres, su hermano y esposa y futuro sobrino se mudarían al Reino de Grandchester, sus primos Stear y Archie, junto a sus esposas y mejores amigas de la rubia pecosa, asistirían a la boda y prometían llegar de visita a menudo, completando con ello su felicidad.
Terry le comunico que la Clínica Feliz contaba con patrocinio, por lo que no volverían a tener problemas económicos y seguirían atendiendo a los mas necesitados, ahora de la mano con el Hope, puesto que se logro una alianza que permitiría una mejor atención.
La abuelita de Lily y ella, estaban ya recuperadas y tras una enorme indemnización económica, que tuvieron que pagar los Leagan, abuela y nieta vivirían ahora mucho mejor que antes.
—¿estas feliz amor?
—claro que si Terry, me has hecho la mujer mas feliz sobre la tierra.
—ya no te da miedo ser la futura Reina.
—claro que me da miedo, pero también me llena de dicha, pues eso significa que seré tu esposa, Te amo Terry, soy muy afortunada por haberte encontrado.
—al contrario, pecosa, soy yo quien he sido mas que bendecido, no solo salvaste mi vida, me enseñaste un mundo totalmente nuevo que no conocía, me hiciste mejor hombre y, sobre todo, me llenaste de felicidad infinita, Te amo Candy y pasaré el resto de mi vida demostrándote cuanto vales para mí.
Un beso fue el sello de las declaraciones amorosas de los futuros Reyes de Grandchester, beso que solo presagiaba que aun en medio de las adversidades y las pruebas futuras, esta pareja tenían de su lado su amor, pasión y lealtad para sobrellevarlas, siendo personas honorables y generosas que llevarían la corona con la dignidad que solo unos pocos podían.
FIN.
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Hola amigas, les comparto un cortito navideño mas, muchas bendiciones y feliz navidad.
