—¡Familia, regrese! ¡Apuesto a que extrañaron a esta chica!
Karin cerró la puerta y dejo caer su equipaje mientras se sacaba las zapatillas, intentaba recuperar la respiración después de haber subido las infernales escaleras del templo al mismo tiempo que cargaba con su pesado equipaje. De pronto, podía escuchar los pasos acelerado por toda la casa hasta que cuatro rostros familiares aparecieron en frente de ella.
—¡Karin! ¡Hermana! —gritaron Kagome y Sota al mismo tiempo mientras se abalaban sobre su hermana mayor.
—Ustedes dos no me extrañaron, lo único que quieren es ver los regalos que traje de Suiza —bromeo ella mientras aceptaba gustosa los abrazos de sus hermanos menores.
Luego miro a su abuelo que estaba conteniendo las lágrimas mientras su madre se acercaba para también darle un abrazo de bienvenida. Estaba feliz estar de nuevo en su hogar después de estar estudiando medicina por un año en Ginebra; fue una sorpresa para ella poder estudiar en la universidad de otro país y las personas que la acogieron en su estadía fueron muy amables con ella.
—¿Cómo estuvo el viaje de regreso, cariño? —pregunto Naomi sonriéndole a su hija.
—Un infierno, por lo que es la última vez que subo a un avión —revelo Karin.
—¡Por fin! Tendré a unas de mis nietas quien aprecia escuchar las historias de nuestro templo.
Karin se echó a reír, al ver como su abuelo hablaba al mismo tiempo que Kagome lo fulminaba con su mirada. Al parecer el temperamento de su hermanita seguía siendo el mismo.
Era agradable estar de regreso.
En el día del cumpleaños de su hermana, Karin se encontraba sentaba bajo el árbol sagrado, cerró los ojos mientras sonreía divertida de todas las veces que escucho a su abuelo decirle que ese era un árbol muy especial y que tenía mil años de antigüedad. Ahora se daba cuenta que algunas cosas de las historias que le contaba su abuelo cuando era niña eran inventadas y que en ese entonces era muy inocente para creerle todo, mientras que su padre tiempo después salía a desmentirlo.
«Papa, te extraño». Pensó Karin con nostalgia.
En ese momento, escucho el grito de Sota y rápidamente corrió en la dirección donde provenía la voz de su hermano. Se encontró con que este estaba en la puerta del santuario donde se encontraba el pozo.
—¡Sota! ¿Qué paso? —pregunto Karin mirando a su hermano para luego mirar en el interior del santuario encontrándose con Kagome.
—¡Qué miedo! Por favor, no vuelvas asustarme de esa manera, hermana —dijo Sota.
—¡No te quejes, yo fui quien bajo para buscar al gato! —reclamo Kagome con molestia.
Karin sonrió.
—Con que, Buyo, de nuevo está haciendo travesuras —luego miro a Sota y dijo—: No quiero presumir, pero cuando tenía tu edad hermanito, entraba a este lugar por las noches sin tener miedo —presumió ella con orgullo.
—No veo donde encontrar el orgullo en eso —Kagome frunció el ceño mirando a su hermana.
—Presumida —susurro Sota mientras se cruzaba de brazos mirando a Karin.
Las maderas que cerraban el pozo comenzaron a temblar haciendo que Karin frunciera el ceño mientras colocaba a su hermano menor detrás de ella. Nunca había visto algo como esto y no le estaba gustando lo que podría pasar.
—¡Kagome, ven! —llamo Karin teniendo un mal presentimiento.
En ese momento, unos escalofriantes brazos agarraron a Kagome y la llevaron hacia dentro del pozo.
—¡Sota! Llama a mama, yo iré por Kagome —indico Karin mientras corría hacia el pozo adentrándose en él. En ese momento lo más lógico era darse la vuelta y correr, pero su impulso de estupidez, le decía que fuera en busca de su hermana
Al estar en el pozo, se formó un raro portal y a la distancia veía como su hermana menor era sostenida por una mujer con cuerpo de ciempiés. Karin se froto los ojos por lo que veía, ¡¿eso era una mujer?! Un escalofrió recogió su espalda al ver ese desagradable cuerpo de ciempiés.
«Esa es la mujer más fea que he visto.»
—Ya entiendo, tú eres quien la posee. ¿No es así? —dijo la mujer ciempiés.
—¡No! ¡Suéltame! ¡Suéltame! —grito Kagome mientras usaba sus manos para alejarse de la mujer, de pronto de sus manos desato una luz que hizo que la rara mujer la soltara.
—¡Kagome! —grito Karin viendo a su hermana a la distancia, al mismo tiempo, que no podía acercarse a ella.
—¡No escaparas perla Shikon! —gritaba la mujer ciempiés mientras desaparecía en la oscuridad.
«¿Dijo perla Shikon?». Pensó Karin sintiendo una rara preocupación.
De pronto, el raro portal desapareció y ambas hermanas se miraron viendo que estaban nuevamente en el interior del pozo. Karin se abalanzo hacia Kagome dándole un gran abrazo.
—¡¿Kagomecita?! ¿Estás bien? ¿Qué te hizo esa loca mujer?
—K-Ka-rin, n-o pu-puedo respirar —intento decir Kagome mientras se separaba de su hermana mayor.
Karin miro a su hermana y luego hizo una mueca de asco viendo que un brazo sin cuerpo agarraba a Kagome. La escena de ese momento y la anterior viendo a esa mujer secuestrar a su hermana, fueron las más rara en sus veinte años de vida.
—Muy bien, a esto hay que quemarlo —menciono ella agarrando el brazo quien suponía que debía de ser de esa escalofriante mujer y lo lanzo lejos de ellas. —Ahora hermanita hay que salir de aquí y he ir con mama.
—¿Realmente estamos en el pozo? —pregunto Kagome desorientada mirando atentamente en el lugar donde estaba.
—No hermana, al caer al pozo nos transportamos en el mundo de Alicia en el país de las maravillas —contesto Karin de forma sarcástica mientras trepaba por las dianas que se encontraban pegadas en la pared del pozo, que misteriosamente antes no se encontraban allí.
—No eres graciosas, hermana —declaro Kagome copiando las acciones de su hermana.
Al salir del pozo, tanto Karin como Kagome se llevaron la sorpresa que se encontraban en un bosque en vez de estar en santuario donde deberían estar. Karin miraba su alrededor con cierta perplejidad no sabiendo que decir mientras escuchaba como su hermana menor gritaba: "mama", "abuelo".
«¡Esto no tiene sentido! El pozo estaba dentro del santuario, pero en vez de estar en el santuario, nos encontramos en un frondoso bosque. Aunque de acá estoy viendo al árbol sagrado pero la construcción del templo, ¡no está!». Reflexiono Karin internamente mirando su alrededor. «Al menos de que esto sea un fantasioso sueño, nunca más hare bromas como sobre estar en Alicia en el país de las maravillas.»
Al salir de sus pensamientos, se horrorizo al ver como Kagome se alejaba de ella y corría en dirección al árbol sagrado.
—¡Espera, Kagome! ¡No te alejes! —Karin siguió a hermana, al mismo tiempo, que tenía un presentimiento que algo iba a pasar.
«¡¿Cómo es que llegamos a esto»?!». Pensó Karin encontrándose amarrada junto a Kagome mientras personas que estaban vestidas de forma antigua les lanzaban miradas de desconfianza.
Lo único que podía pensar que, al seguir a su hermana menor, se encontraron con un chico dormido de aspecto raro clavado por una flecha en el árbol sagrado. Luego la acción inteligente de Kagome, fue tocar las orejas de perro que tenía ese raro chico y, por último, unos hombres le lanzaron flechas para luego atraerlas a ese lugar que vendría ser una aldea.
«¿Es posible que hemos viajado al pasado? Las mujeres se visten con kimonos antiguos y que yo recuerde aun no estamos en año nuevo para usarlos.»
—¡Que fea manera de tratar a las visitantes! —reclamo Kagome.
—Hermana, no es momento de decir eso mientras estemos en desventaja —señalo Karin mostrando que tenían aun las manos amarradas.
De pronto las personas que las rodeaban empezaron a murmurar de una forma audible.
—Esas chicas visten unos kimonos muy raros.
Karin frunció el ceño al escuchar lo que había dicho ese extraño, vio a su hermana vestida con el uniforme de su escuela mientras que ella vestía ropa casual; no había nada raro en eso.
—Mira mama, esa chica tienes los ojos muy claros —revelo la niña señalando a Karin.
—Sus ojos azules son escalofriantes, mejor no los mires podrían hechizarte —indico la madre de la niña.
—¿Es posible que esa chica sea mitad bestia?
—¡¿Pero qué dicen?! —exclamo Karin indignada—. Kagome, ¿mis ojos tienen algo raro? —pregunto mirando a hermana.
Kagome miro los ojos azules de su hermana mayor, eran ojos comunes y corrientes, no había nada raro en ellos.
—Siguen siendo comunes y corrientes —contesto ella viendo como Karin suspiraba aliviada.
—¡Abran paso! Aquí viene la sacerdotisa Kaede —exclamo un hombre.
«¿Sacerdotisa?». Karin miraba a la mujer mayor con un parte en el ojo que se acercaba a ellas. Reconocía a la perfección la vestimenta que vestía la mujer, porque ella misma la uso cuando hacia trabajo en el templo y porque su abuelo se vestía de una forma parecida.
No esperaba que esa mujer le lanzara cenizas a ella y a Kagome, haciendo que la poca paciencia que tenía desapareciera.
—¡Basta! ¡¿Qué está haciendo?! —pregunto Kagome molesta.
—¡¿Acaso nos está exorcizando?! —exclamo Karin también molesta.
Kaede miro a ambas muchachas.
—Pensé que se trataba de espíritus malignos que habían visitado el bosque del temible Inuyasha.
—¿Entonces se trata de espías? —inquirió el hombre que estaba al lado de Kaede.
—¿Y qué ganaran si atacan nuestra aldea? Si no tenemos víveres para nuestra supervivencia —manifestó Kaede.
«¿Inuyasha? ¿Espías? ¿Sacerdotisa? ¿Espíritus Malignos? ¿Aldea? Sip, definitivamente viajamos en el tiempo al estilo de Makoto Konno». Pensó Karin con cierta ironía, ya que no hacía mucho bromaba que estaba en un libro de fantasía.
En ese momento, la mujer que se hacía llamar Kaede agarro el rostro de Kagome y la inspecciono de todos los ángulos posibles mientras que Karin no sabía si reír o intervenir en lo que sea que estuviera pasado en ese momento.
—Se parece a mí querida hermana Kikyo —declaro Kaede.
—Vaya es la primera vez que se lo dicen —menciono Karin con diversión mientras recibía una mirada fulminante de su hermana.
Kaede miro a la otra joven que tenía un aspecto parecido a la chica quien se parecía a su hermano, salvo que esta tenía unos ojos azules muy llamativos.
—¿Y tú quién eres?
—Me llamo Karin y soy la hermana mayor de la chica que está a mi lado. Ahora... ¡¿Sería posible si nos desatan se me está cortando la circulación de las manos?!
Cuando anocheció, ambas hermanas se encontraban hospedándose en la cabaña de sacerdotisa Kaede. En ese tiempo, las sospechas de Karin se habían confirmado cuando Kaede menciono que estaban en épocas de guerra y más cuando Kagome menciono si la región en la estaban se llamaba "Tokio" haciendo que la mujer declarara que no conocía ese lugar.
De pronto, hubo ruidos estruendosos y gritos todas las personas que vivan es esa aldea. Kaede junto a las dos hermanas Higurashi salieron de la cabaña con la mujer ciempiés en frente de ellas.
—¡Otra vez esa loca! —Karin se froto las cienes, estaba deseando en lo más fondo de su alma que todo lo que estaba pasando fuera un sueño.
—¡Entrégame la perla de Shikon! —dijo la mujer mirando a Kagome.
—¿Dijo la perla de Shikon? —Kaede miro a Kagome—. ¡¿Acaso tú la tienes?!
—No estoy seguro, además no sé nada sobre esa perla —se justificó Kagome.
Karin suspiro.
«La perla de Shikon, ¿Cuántas veces el abuelo nos contó la historia de esa perla? Estoy segura que muchas y que Kagome nunca presto atención.»
Los aldeanos disparaban flechas para detener a la monstruosa mujer, pero sin embargo esta se encontraba intacta y causaba destrozos por todo el lugar.
—No podemos detenerla con nuestras armas —dijo uno de los aldeanos acercándose a Kaede.
—Hay que arrogarla por el pozo vacío.
Tanto Karin como Kagome miraron a la mujer mayor.
—¿Pozo vacío? —dijeron las hermanas al unísono.
—Sí, el pozo que está en el bosque —informo Kaede.
—¿En dónde está el bosque? ¿Es por donde esta ese resplandor, no?—dijo Kagome y corrió en la dirección en donde se veía un resplandor desde el fondo del bosque.
—¿Qué resplandor? —pregunto Karin confundida y al ver en la dirección donde corrió su hermana se dio cuenta a lo que se refería—. Ahh, ese resplandor.
En ese momento, tanto los aldeanos, Kaede y Karin esquivaron a la mujer ciempiés quien tenía la intensión de perseguir a Kagome.
—Ustedes pueden ver las luces espirituales que un humano ordinario no ve —aseguro Kaede sorprendida miraron a Karin.
Karin no sabía que decir, en ese momento, estaba preocupada porque su hermana y ese monstruo estaba muy lejos para que ella la pudiera alcanzar corriendo.
—Señora Kaede —llamo un aldeano, mientras se acercaba corriendo con un grupo de hombres que llevaban armas y caballos.
Todos los hombres y Kaede se subieron a los caballos mientras que Karin miraba con recelo al caballo en la cual estaba sentada; luego se mordía el labio nerviosa ya que nunca había cabalgado, y todo lo que sabía lo había visto en películas. Sin embargo, no dijo nada y copio las acciones de los demás, ya que estaba preocupado que algo pudiera ocurrirle a su hermana menor.
En el transcurso en dirección al bosque, Karin se sorprendió del talento que tenía para cabalgar como si antes lo hubiera hecho. Al llegar al bosque se encontraron que estaban enfrente del árbol sagrado, donde estaba Kagome junto con la mujer ciempiés mientras que el extraño chico que se encontraba clavado en el árbol, ahora se encontraba despierto. Debía suponer que ese era Inuyasha, recordando la mención que había hecho Kaede horas atrás.
Luego los aldeanos lograron detener la mujer con varias flechas y cuerdas.
—Qué vergüenza me das, Kikyo.
—¡Que no me digas así! —exclamo Kagome irritada—. ¡No estés confundiéndome! ¡Ya te dije varias veces que no soy Kikyo, escuchaste!
«Me pregunto, ¿cómo habrá sido esa tal Kikyo, para que la confundan con mi hermana?». Pensó Karin mirando a su hermana interaccionar con el chico. Sin embargo, no supo qué hacer cuando la mujer ciempiés sujeto a su hermana y esta se agarró del cabello de Inuyasha, y antes de que pudiera hacer algo, la mano de Kagome salió un resplandor que hizo que la mujer la soltara.
—¡Kagome! —grito Karin preocupada y luego miro a unos de los aldeanos que estaba cerca suyo—. ¡Ey, tu! Préstame tu arco y flecha —dijo sonando exigente, a pesar que no era su intensión.
El hombre confundido no tuvo objeción alguna y le entrego su arco y flecha.
Nuevamente miro a Kagome y se encontró con que el costando de la cintura de esta comenzó a brillar de forma misteriosa, en ese momento, la mujer ciempiés mordió con sus filosos dientes en el lugar brilloso; para luego elevar a su hermana y lanzarla en aire. Pudo notar algo brilloso salir del cuerpo de su hermana menor y se sorprendió que era una perla, la cual debía ser la famosa perla de Shikon.
En el momento que Kagome cayó al suelo, Karin apunto a la mujer esperando el momento justo para soltar la flecha. Aprovecho la situación en que la monstruosa mujer había empezado una charla con Inuyasha.
—Me habían contado que un tonto mitad bestia andaba en busca de esa perla, no pensaba que fueras tu —se burló ella.
Karin apunto y fue ahí que soltó la flecha, no esperaba que esta resplandeciera de un color violáceo imperceptible, pero su decepción fue que la flecha rozo a escasos centímetro del horrible rostro de la mujer.
—¿Qué acaba de pasar? —se preguntó ella incrédula.
—¡Chica estúpida! —insulto la mujer con furia mirando a Karin, con mucho enojo se tragó la perla de Shikon volviendo a regenerar sus brazos que había perdido a causa de resplandor que había salido de la mano de Kagome.
—No quiero parecer cobarde, pero, ¿no creen que es momento de correr? —sugirió Karin ganándose varias miradas por parte de los aldeanos y de Kaede—. ¡Ay, por favor! ¡Se acaba de comer una poderosa perla y se volvió más horrible de lo norma! —señalo la nueva apariencia que había adquirido la mujer al haberse tragado la perla.
Sin embargo, la joven de ojos azules fue ignorada y de forma imprevista, Kaede le advirtió a su hermana que no liberara a Inuyasha, pero sin embargo esta hizo desaparecer la flecha que mantenía al extraño chico mitad bestia en el árbol.
Al ser liberado, Inuyasha empezó a reír de una forma macabra haciendo que un escalofrió recorriera la espalda de Karin. No paso ni un minuto que este con sus garrar destruyo a la mujer ciempiés sin problema.
—Eso fue rápido —dijo Karin—. ¡¿Por qué no lo liberaron hace media hora atrás para evitarnos todo este drama?!
—No es tan fácil como parece, señorita —explico un aldeano.
Kaede se acero a Kagome y dijo:
—¿Ves alguna parte del cuerpo con luz? —pregunto ella refiriéndose a los pedazos destrozados de la mujer—. Dentro se encuentra la perla de Shikon sino la sacas el monstruo revivirá.
—Puedo verla está ahí —señalo Kagome a uno de los pedazos—. ¡Pero no pienso sacarla!
—Tan delicada como siempre hermana —comento Karin con diversión.
—¡Cállate Karin!
Kaede ignorando la conversación de ambas hermanas, recogió la perla y se la entregó a Kagome causando confusión en esta.
—Tu eres la única que puede usar esta perla —declaro Kaede.
Kagome y Karin miraron la perla con mucha atención, pensar que había muchas historias sobre ese poderoso objeto y que ahora realmente estaba enfrente de ellas.
—¿Por qué se encontraba en el interior de mi cuerpo, una perla que es capaz de volver fuerte a cualquier espíritu?
—Solo espero que no ocultes otras cosas más en tu cuerpo, Kagomecita —bromeo Karin.
Kagome le lanzo una mirada de advertencia a su hermana mayor.
—No es momento para hacer bromas como esas.
Antes de que Karin pudiera decir algo, fue interrumpida por un ruido y miro en la dirección para ver a Inuyasha en frente de ellas. Al observar al chico atentamente era cierto lo que decían, no completamente humano, sus cabellos plantados, sus ojos ámbar y sus garras eran la prueba de ello.
—De nada sirve que un humano se haga cargo de un valioso tesoro, sino quieres ser descuartizada por mis garrar será mejor que me entregues la perla de Shikon —amenazo Inuyasha mirando a Kagome.
El lugar quedo por completo silencio, sin embargo, Karin no pudo quedarse callada.
—¡Esperen! ¿Acaso este tipo no era el héroe?
¿Y que les pareció? ¿Algún Reviews?
¡Hasta el próximo capitulo!
