Queridos lectores:

Esta historia es especial para mí, ya que se trata de una historia marcada por la violencia de género, de esa clase de violencia que algunos hemos tenido que ver desde lejos y otros han vivido en carne propia o en el entorno más cercano.

Es acerca de esa clase de violencia que viene enraizada en lo más profundo de la sociedad y que se camufla en cuentos mágicos o promesas de amor falsas.

Trataré a través de esta historia, que, si bien tiene un tinte romántico, no sea el "príncipe" el encargado de sanar a nuestra protagonista, si no, sea ella misma, a través de su fuerza quien se rescate, porque al fin y al cabo todos debemos sanar por nosotros, debemos vivir por nosotros ¿no les parece? Si bien el amor de pareja es una de de las experiencias más hermosas que hay, el amor propio es aún mucho mejor.

Espero que ninguno de ustedes sea Kagome, y si lo fueron alguna vez, hayan sanado ya en cuerpo y alma. Y si alguno de ustedes queridos lectores son Inuyasha o Sango, les agradezco con todo el corazón desde este pequeño espacio su existencia.

El mundo necesita a personas que estén dispuestas a estar ahí para aquellos que se están reconstruyendo, necesita personas que sean capaces de dar una mano a aquel que junta sus pedazos y que desde su etapa más vulnerable encuentra en esa mano el apoyo que hacía falta para resurgir.