Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.

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Capitulo 1:

Su vestido de novia ondeaba alrededor de sus piernas como volutas de humo color rosa palo. Su rizado cabello había sido recogido con cientos de horquillas en un elaborado peinado que la hacía sentir hermosa. Su maquillaje era sencillo, siguiendo su estilo, pero resaltaba sus mejores atributos.

Había esperado cerca de siete años por aquel momento y al fin el maravilloso día había llegado. Ron había hincado su rodilla el año anterior, para proponerle matrimonio, y habían puesto la fecha para esa primavera.

Su padre había muerto de un infarto tres años antes, así que sería Harry quien la llevaría, ese día, al improvisado altar levantado en el patio de la madriguera. Su madre enjugaba sus lágrimas de emoción mientras colocaba la joya prestada en su cuello. Hermione había insistido en cumplir con la tradición del "algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul" y su madre no había dudado en ayudarla.

La gargantilla de esmeraldas lucia antigua. Estaba compuesta de seis grandes piedras verdes, rodeadas de pequeños diamantes y unidas por finos eslabones de plata. Según su madre, aquella pieza de joyería había pertenecido a su bisabuela paterna y a su padre le hubiese gustado que la llevase puesta el día mas importante de su vida.

Hermione nunca la había visto antes. Su padre jamás había mencionado aquella joya y mucho menos a alguna bisabuela que lo hubiese estimado lo suficiente como para dejarle semejante tesoro. Decidió no hacerle notar aquello a su madre. Quizá la joya había estado por tanto tiempo guardada que su padre la había olvidado y su madre la había recordado debido a la cercanía de su boda.

Podía observar por la ventana como los invitados llegaban a la fiesta. Casi una docena de cabelleras rojas correteaban de aquí para allá ultimando detalles. El último de los hermanos Weasley contraía matrimonio. Incluso Charlie Weasley, que había jurado permanecer por siempre soltero, había encontrado una mujer hacia unos cuantos años y se había casado.

La prensa rosa estaba completamente convulsionada ese día. Las dos bodas más esperadas del mundo mágico se llevarían a cabo el mismo día. Mientras que una seria la unión formal de la crema y nata de la sociedad sangre pura, la otra seria una boda por amor.

Mientras que Ron y Hermione se unirían para ponerle el broche a una hermosa relación de más de siete años. Draco Malfoy contraía nupcias con Pansy Parkinson para poder cobrar la herencia que su abuelo Abraxas había dejado a su nombre.

Draco había tenido una bonita relación con Astoria Greengrass durante algún tiempo, luego de la guerra, y él esperaba casarse con ella algún día, pero Astoria había muerto en circunstancias sospechosas luego de comprometerse.

Para poder recibir la herencia Malfoy, Draco debía casarse antes de cumplir los veintiséis años y engendrar un heredero antes de los veintisiete. Su padre había muerto en Azkaban, y de él dependía no perder la fortuna familiar. Si bien sus negocios no lo dejarían en la indigencia, perder las cámaras de Gringotts, que habían sido llenadas por decenas de generaciones Malfoy, sería un golpe demasiado duro para su ego.

El pasado junio él había cumplido los veinticinco años, así que le quedaba menos de un año para poder casarse y dos para tener a su heredero y no perder la herencia. Previendo que ser padre podría llevarle algún tiempo, Draco había echado mano a la primera que se ofreció a ser su esposa.

Siendo ex mortífago, las candidatas no abundaban y Pansy había sido su única opción. Él realmente no soportaba a su futura esposa. Pero conservar su fortuna era más importante que la felicidad marital, ese era el nuevo mantra que se repetía cada vez que debía convivir un par de horas con su futura mujer.

Se casaría con Pansy ese día. Haría lo que debía hacer para tener un hijo y luego se dedicaría a sus empresas. Tener una familia feliz no venía con el paquete de ser un sangre pura, su madre siempre se lo había dicho.

Ser de la aristocracia mágica conllevaba ciertas responsabilidades. Mantener la pureza era una de ellas y rara vez podías evitar mantenerla dado que tu matrimonio, usualmente, era arreglado incluso antes de ser concebido.

Por lo que sabía, su propio matrimonio había sido pactado antes de que sus padres se casasen. Para su suerte, ese matrimonio nunca sucedería, al parecer su pareja jamás había nacido y eso lo había dejado libre para encontrar una esposa adecuada por sus propios medios.

Astoria hubiese sido una candidata decente, pero ella había muerto antes de la boda. Así que ahora le tocaría ver a Pansy caminar por la alfombra roja directo hacia el altar.

Él había llegado esa mañana del extranjero, directamente al salón donde la recepción se llevaría a cabo. Los últimos días antes del casamiento Draco había decidido partir de viaje a Francia con el fin de alejarse de la histeria que Pansy cargaba. Ella había estado hecha una banshee desde que supo que Granger y Weasley se casarían el mismo día. Opacando su oportunidad de figurar en la prensa rosa.

A pesar de todo el esfuerzo hecho por Pansy, solo dos o tres reporteros cubrirían su enlace. Al parecer, todos los demás habían escogido la boda Granger-Weasley para sus revistas del corazón.

Toda la decoración era exquisita y seguramente había costado una fortuna. Draco, con tal de que no lo molestase, le había dado carta blanca a Pansy para que hiciese lo que quisiese ese día. Incluso le había permitido elegir a ella los invitados a la fiesta.

La boda estaba a punto de iniciar y el fastuoso salón no estaba ni cerca de rozar el límite de su capacidad. Draco rió, aquella seria la boda más cara y con menos invitados del mundo mágico. De su lado, solo estaban su madre, Nott y Zabini con su propia madre, que recientemente había envidado otra vez. Del lado de Pansy había al menos veinte personas más que en el suyo, pero no tenía idea de quienes eran. Tampoco le interesaba saberlo.

Suspiró y caminó por el pasillo que conducía al altar, de la misma forma que los condenados caminaban hacia el cadalso. El ambiente era más parecido a un velorio que a una boda, pero las cosas se hacían así en su mundo, así que solo puso su mejor cara y se dispuso a esperar a su futura y no tan deseada esposa.

Al ver caminar a la novia por la alfombra roja, del brazo del padrino, todos los hermanos del novio comenzaron a silbar. Todos los presentes aplaudían y los flashes de las cámaras fotográficas mágicas inundaban la carpa blanca donde el enlace se llevaría a cabo.

Hermione no recordaba otro momento más feliz que ese. Ella no tenía una gran familia en el mundo muggle, pero los Weasley la habían adoptado hacia tanto tiempo que casarse con Ron ese día, era solo el acto formal para poner el apellido Weasley a continuación de su nombre.

Harry le sonrió antes de darle su mano a Ron. Su novio se veía nervioso y Hermione le sonrió para darle ánimos. Ella no se sentía nerviosa, había esperado por aquello tanto tiempo, que solo podía sentir ansiedad por la nueva etapa en su vida.

Por extrañas casualidades de la vida, ambas bodas se estaban realizando en simultáneo. Ambos jueces de paz dieron discursos similares y ambos pidieron a los novios que uniesen sus varitas antes de recitar el hechizo que los declararía como esposos.

En el instante que las cuatro varitas se unieron, algo sorprendente sucedió. Un hombre y una mujer caían desplomados ante el altar víctimas de una maldición ancestral.

Hermione gritó al punto de que su garganta dolía al ver como Ron caía en el preciso instante en el que sus varitas debieron unirse para declararlos marido y mujer. Las venas de su mano derecha resaltaban y se veían violáceas, sin dudas él estaba siendo víctima de una maldición.

Draco se aterró al ver a Pansy rodar por las escaleras del altar envuelta en los cientos de metros de la costosa tela que constituía su vestido de novia. Él no había sentido nada cuando ambas varitas se unieron, pero supo que algo andaba mal cuando ella rodó sus ojos y se desplomó.

No apreciaba a su futura esposa, pero se sintió mal al ver la maldición que trepaba por su pequeña mano. Algo extraño estaba sucediendo y no tenía idea de lo que era.

Ambos jueces de paz eran viejos y estaban muy avezados en los temas relacionados con los matrimonios mágicos. Ninguno de ellos tuvo dudas cuando sentenció que aquello era una maldición debida a un compromiso matrimonial no respetado. Aparentemente aquellas bodas estaban destinadas a no suceder, pero ninguna de las parejas lo sabía.

Hermione no tenía idea de lo que sucedía. Ella era hija de muggles y se suponía que los Weasley no eran de los que arreglaban matrimonios y forzaban a sus hijos a casarse mediante maldiciones.

Ron no reaccionaba y los médicos en San Mungo no tenían idea de lo que podía detener aquella maldición. Según el juez de paz, que había intentado oficiar la boda, la maldición seguiría trepando por su brazo hasta que la boda arreglada originalmente se llevase a cabo o Ron muriese, lo que sucediese primero.

Aunque llevaba siglos prohibido, era usual ver que las familias sangre pura maldijesen su descendencia para que no pudiese casarse con quienes ellos quisiesen. Si alguno de los contrayentes decidía unirse en matrimonio con alguien que no fuese el prometido elegido por sus antepasados, una desagradable maldición caería sobre ellos.

Ellos aun no lo sabían. Pero en distantes puntos del país, dos parejas eran víctimas de un arreglo hecho incluso antes de que sus progenitores tuviesen suficiente edad como para gestarlos.

Draco Malfoy había perdido a su novia en terribles circunstancias un tiempo atrás y ahora su futura esposa caía victima de una maldición ancestral.

Narcissa Black había estado en shock al darse cuenta de que su hijo no había podido casarse. No tanto por el hecho de que su casi nuera estuviese inconsciente y al borde de la muerte, sino por el hecho de que la verdadera prometida de su hijo existiera.

Al morir quienes debían ser los padres de su nuera, sin casarse ni dejar descendencia aparente, Narcissa había respirado tranquila. Su hijo podría elegir a su futura esposa y con suerte contraería nupcias realmente enamorado. No como ella que había tenido que casarse con Lucius por el mandato de sus abuelos.

Draco no entendía nada. Su madre había dicho que su prometida jamás había nacido, así que estaba libre al menos de esa maldición. Desde pequeño ella le había prometido que su matrimonio seria por amor, y aunque no había logrado conseguir una mujer que amase para casarse, pensó a que al menos con Pansy se aseguraría de conseguir la herencia Malfoy.

Hermione, aun en su vestido de novia, lloraba desconsolada sobre el pecho de su inconsciente novio. Los médicos habían dicho que su estado era crítico pero estable. En esas horas la maldición no había avanzado pero era probable que él jamás volviese a despertar de ese coma en el que se había sumido luego de que se desmayase ante el altar.

Jane Granger ingresó a la habitación donde su yerno y su hija estaban. Nunca en su vida se había sentido tan culpable por lo que había hecho veintiséis años atrás, como en ese momento. Su secreto mejor guardado debía salir a la luz, sabía que su hija jamás la perdonaría, pero si ella no confesaba Ron probablemente moriría y eso Hermione si que no podría perdonárselo.

- bebé... – Hermione miró a su madre a través de la cortina de lagrimas que opacaban su vista.

- mamá, ¿por qué nos está pasando esto?, es injusto. Él podría morir y no sabemos por qué.

- es mi culpa Hermione.

-¿Qué?

- tengo algo que decirte bebé. Sé que muy probablemente me odiarás, pero probablemente si confieso obtengas alguna de las respuestas que estas buscando.

- no te entiendo mamá.

- Hermione, tu padre…

- ¿papá qué?

- tu padre no es Steven.

- ¿de qué hablas mamá?

- bebé, tu padre es otro hombre. Sé que debí decírtelo antes, pero Steven no quiso. Él te adoraba como si fueses realmente suya y no quería que lo supieses. Intenté decirte toda la verdad cuando supimos que eras una bruja. Quería que pudieses abrazar tu herencia mágica, que descubrieses tus raíces, pero el profesor Dumbledore dijo que no sería seguro para ti, así que lo callé.

- ¿engañaste a papá?

- no. yo ya estaba embarazada de ti cuando conocí a Steven. Él siempre supo la verdad de ti. Siempre supimos que muy probablemente fueses una bruja, pero decidimos callar esa verdad para protegerte.

La señora Granger lloró mientras le contaba a su hija del hombre que había amado con locura y que solo había visto en momentos robados, en un tiempo turbulento del mundo mágico. Él era un sangre pura y ella era una muggle, lo suyo jamás podría ser.

La fugaz relación había nacido al calor del surgimiento de los mortífagos, y cuando él supo que ella estaba embarazada su mundo se desmoronó. Su vida era demasiado peligrosa como para hacerse cargo de una esposa y un hijo que no pertenecían a su mundo.

Su familia y los mortífagos irían por ellos en el instante en que supiesen de su existencia y a pesar del amor que se tenían, no había forma de que él huyese con ellos. Ningún sitio del mundo seria seguro si los mortífagos se enteraban de ellos.

Así que Jane había tenido que decirle adiós al amor de su vida, para siempre. Con todo el dolor del alma se había despedido del hombre de sus sueños y solo se había quedado con el fruto del amor que se tenían, en su vientre.

Steven Granger había amado en secreto a Jane por varios años. Ellos asistían juntos a la escuela de odontología pero Jane nunca le había prestado atención. Él solía verla con un muchacho de cabello negro y ojos grises que de vez en cuando pasaba a buscarla por el edificio donde asistían a clases.

Al saber que Jane estaba embarazada, sus padres la habían echado de la casa. Jane se había negado a confesar quien era el padre de la criatura y sus padres la echaron de casa por haberse embarazado sin estar casado ni haber concluido sus estudios. Hermione nunca conoció a sus abuelos maternos, ellos habían decidido darle la espalda a Jane cuando más los necesitaba y ella jamás los perdonó.

Cuando Steven supo lo que le había sucedido a Jane, decidió ser su caballero de brillante armadura. No solo le ofreció un sitio donde vivir, le ofreció sus brazos para llorar a su amor perdido, una familia y un apellido para el bebé que crecía en su vientre. Con el tiempo el corazón de Jane había sanado y había logrado enamorarse de su esposo. Pero su corazón siempre seguiría amando al hombre que le había dado a su mayor tesoro, a su hija.

- entonces si no soy Hermione Granger, ¿Quién soy mamá?

- tu verdadero padre quería llamarte Adhara, como la estrella. Pero a Steven le gustaba Hermione, así que decidí que sería él quien te nombrase, quise darle ese derecho al menos. Bebé, espero que puedas perdonarme por haberte mentido todo este tiempo... Hermione, en realidad eres una Black...

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N.a: Hola a todos. Nuevo experimento dramionero. Espero que les haya gustado este primer capítulo y que encuentre un público al que le agrade este tipo de historia. HASTA LA PROXIMA!