Hola a todos, como anuncie hace poco decidí eliminar la historia original que comence a publicar en Octubre de 2017 y volver a reescribirla, quise ahondar mas en los personajes y sus historias. Por eso este nuevo capitulo es muy diferente al primero publicado.


Delia admiró la vista de la gran ciudad Viridian, era un lugar muy diferente a lo que estaba acostumbrada en Pueblo Paleta, las calles estaban llenas de gente, había muchas tiendas y edificios altos. Hacía mucho tiempo que no visitaba la ciudad y le pareció que estaba más ajetreada que de costumbre. Quedaban unas cuantas horas antes de que atardeciera y Delia caminaba sin prisas por una de las calles más concurridas, aunque sabia tenía que apresurarse si quería volver ese mismo día a casa.

Delia Ketchum había vivido toda su vida en Pueblo Paleta, un pequeño lugar en medio del campo con solo algunos pobladores. A la intrépida niña que solía ser le gustaba explorar los bosques de los alrededores siempre dispuesta a encontrar una nueva aventura y conocer sobre pokemon, con ella siempre estaba un pequeño muchacho de gafas y cabellos castaños con ojos alegres y con una personalidad chispeante, su nombre era Samuel Oak, y era el hijo del respetado investigador pokemon del que había heredado su nombre. Ambos correteaban encantados por las colinas de Pueblo Paleta y se metían en problemas de vez en cuando. A veces terminaban con las rodillas peladas por trepar árboles o arrastrarse detrás de algún pokemon.

Samuel siempre había estado en las buenas y en las malas con su amiga, incluso en el momento más oscuro en la infancia de Delia, cuando su padre murió. Albert Ketchum había sido un padre cariñoso y entregado, de joven había soñado con ser un entrenador pokemon, pero desistió de ese sueño para encargarse de la granja familiar, siendo hijo único se sentía con la responsabilidad. Sin embargo, gustaba de visitar continuamente al profesor Oak para saber sobre sus investigaciones y ayudarlo con los pokemon que tenía en su propia granja. Delia había heredado de Albert su amor por ellos y su curiosidad por ver más allá de Pueblo Paleta, por eso cuando el pobre hombre murió por un infarto mientras araba la tierra, ella quedo devastada.

—Oye, Delia, Delia…

La chiquilla de apenas once años salió de la cama y se asomó por la ventana, pudo ver entonces a su amigo Samuel, y se apresuró a abrir. El chico estaba con las manos metidas en las bolsas de la sudadera y la miraba sonriendo, la luz de la luna se reflejaba en sus gafas y ella le devolvió la mirada. Él le dijo:

—Baja, vayamos a dar un paseo.

—Espera un momento.

La chica cerró la ventana y corrió por su abrigo, salió al pasillo con sumo cuidado de no despertar a su madre que dormía en la otra habitación y salió de la casa casi de puntillas. Cuando estuvieron juntos él la abrazo y le entrego una pequeña caja rosada.

—Toma es un presente.

—¿Por qué? No es mi cumpleaños -Ella lo miro confundida.

Samuel se rio y la jaló con él para empezar a caminar, la noche era fresca y corría un aire ligero que se colaba por sus cabellos, las estrellas en lo alto adornaban la noche y la luna los iluminaba.

—En todo caso no lo abras hasta que regreses a casa, ¿Cómo te has sentido?

—Estoy mejor, creo que mamá es quien lo pasa peor, va a vender la granja.

—¿Por qué? ¿Qué ha pasado? -Pregunto muy preocupado Samuel.

—Mamá ha dicho que no podemos hacernos cargo de ella nosotras solas, la venderá para comprar una casa pequeña y ahorrar el dinero, dice que ahora debemos de adaptarnos a la vida sin papá.

—Ya veo, y ¿Cómo te sientes con eso?

—Papá nunca amo realmente la granja, él quería ser un entrenador pokemon y viajar por el mundo así que creo que está bien.

Delia entrelazó su brazo con el de Samuel y se apoyó en él como lo había hecho otras muchas veces.

—Tal vez podrías realizar ese sueño por él, vayámonos de este pueblo y vivamos por los pokemon, siempre he querido ser un investigador como papá, pero me gustaría ser más un aventurero, estar en el campo, ver por mis propios ojos. Podríamos viajar juntos aprender y conocer sobre los pokemon -La emoción en su voz lo delataba como un soñador, Delia había escuchado ese mismo tono en su padre cuando le contaba de sus sueños y sintió una cálida sensación en el pecho.

—Es un bonito sueño Sammy, pero no creo poder irme lejos de mi madre, ella solo me tiene a mí, no podría dejarla sola

La cara del chico se desanimó, pero prontamente regreso la sonrisa a su cara. Sabía que Delia adoraba a su madre y no tenía el derecho de alejarlas. Se detuvo y le sujetó la cara entre las manos. Ella lo miraba con sus ojos chocolates que brillaban con la luna. Su piel era suave y tersa, los dedos fríos de Samuel la hicieron estremecerse y él se apartó.

—Lo siento, no quise molestarte

—No lo hiciste -Respondió ella tomándolo de las manos.

De pronto fue como si el tiempo se hubiera detenido, el aire no corría más y no se escuchaba ruido alguno. Samuel se acercó a ella y la beso fugazmente, Delia cerró los ojos y guardo el momento en su corazón. Se separaron para verse cada quien reflejado en los ojos del otro. El joven Samuel Oak se sonrojó y aun en la noche ella lo notó, y una sonrisita se instaló en su cara haciendo que él se diera la vuelta apenado y comenzará caminar hacia la vereda de regreso a casa de Delia, esta lo alcanzó y se abrazó a él que tímidamente le paso el brazo por los hombros.

Unos días después, la granja había sido vendida y madre e hija se mudaron a una pequeña pero acogedora casa blanca a la orilla del camino principal en Pueblo Paleta, ahora vivían más cerca de todos. Pronto los años pasaron y ambos chiquillos crecieron; al cumplir dieciséis, Sammy como lo llamaba Delia, seguía con el sueño de irse de Pueblo Paleta. Hacía mucho había comenzado a estudiar a los pokemon con su padre y ahora quería saciar su curiosidad por ellos fuera de ahí. Viajar por el mundo, conocer entrenadores y pokemon diferentes. Sin embargo, aun quería que Delia lo acompañará y esperaba que ella aceptará. Por eso quería preguntarle una vez más.

Una de las cosas que más disfrutaban era caminar por los alrededores y esta vez como muchas veces la noche los había atrapado charlando plácidamente sentados sobre el pasto.

—Delia, ¿quieres venir conmigo? -Él chico estiró su mano y toco la mejilla de su compañera que lo miraba pensativa.

La joven no pudo evitar pensar en su madre que bien sabia era una mujer fuerte y capaz. Pues había hecho todo lo posible por proveerla y cuidarla todo ese tiempo. Y aunque era uno de sus sueños salir a conocer el mundo como una vez su padre quiso, los mismos principios de moral familiar que a él lo hicieron desistir la hicieron negarse a ir con Samuel.

Poniéndose de pie y con la mirada sorprendida del chico que adoraba con todo su corazón, dijo:

─Lo siento Sammy, no puedo irme…

El chico de cabellos castaños se puso de pie de un salto y la tomo de las manos. Se miraron fijamente por un momento y pegaron sus frentes.

─Debes seguir a tu corazón Delia, permítete ser feliz, por favor ven conmigo…

Ella levantó la cara y lo miro a los ojos, con voz quebradiza y las manos temblando le dijo:

─Cumple nuestros sueños por los dos Sammy…

Delia se puso de puntillas y lo beso, cuando se separaron ella pudo ver las lágrimas que comenzaban a agolparse en los ojos de él. Se quito del cuello un collar que él mismo le había regalado después de la muerte de su padre y se lo entrego en sus manos.

─Delia… yo…

─No digas nada Sammy, ambos sabemos que es lo mejor -Lo abrazo una última vez y salió corriendo de ahí.

Samuel Oak hijo, miró irse a su mejor amiga y confidente, y no pudo seguirla. Sabía que, si lo hacía seria doloroso para ambos, Delia no querría que él se quedará por ella y perdiera sus sueños como lo había hecho su padre. Así que metió el collar en el bolsillo de su pantalón y comenzó a caminar hacia el lado contrario, el dolor en su pecho era fuerte, pero sabía que pasaría. El cumpliría sus sueños por ambos.

La mañana siguiente Samuel Oak salió de Pueblo Paleta y ella se quedó destrozada una vez más. La madre afligida por su hija que se la había pasado unos días encerrada en su habitación fue entonces a ver al profesor Oak que había sido un fiel amigo de la familia y quien siempre las apoyaba en lo que podía. El profesor guardaba sumo cariño hacia las mujeres Ketchum a quienes veía como familia por el tiempo que se conocían y el afecto que sentía por el difunto Albert Ketchum.

Ambos acordaron que Delia comenzaría a trabajar con el profesor, apoyándolo con sus investigaciones, y con algunas labores en la granja. La chica estaba emocionada y poco a poco salió de su ensimismamiento, comenzó de nuevo a haber alegría en su cara. Estando con el profesor aprendió mucho sobre los pokemon y tenía noticias sobre Sammy que estaba viajando por el mundo. Él le envió algunas cartas para enterarla de sus viajes y ella con mucho entusiasmo las leía. Así se enteró que había entrado a la liga de la Meseta Añil pero solo había quedado entre los mejores 16 del torneo. Le contó también que había conocido a algunos entrenadores mientras viajaba por Kanto, eran chicos muy fuertes y grandes maestros pokemon. Le habían comentado sobre la región de Johto y estaba entusiasmado por ir ahí. Así pasaron los años, Sammy seguía viajando por el mundo aprendiendo más sobre los pokemon y estudiándolos, había publicado un libro sobre la evolución y estaba teniendo ya reconocimiento entre los grandes de la investigación pokemon. Delia seguía en Pueblo Paleta ayudando al profesor, pero aún se sentía un poco triste de vez en cuando, las cartas de Sammy fueron disminuyendo y lo último que supo fue que había encontrado a una chica que estudiaba también a los pokemon y que viajaban juntos. Sabía que él merecía ser feliz y encontrar a alguien que compartiera y quisiera vivir sus sueños a su lado.

Una mañana mientras se preparaba para ir a ver al profesor Oak su madre la llamó desde la cocina. La chica ya de dieciocho años se sorprendió al encontrar a su madre de pie a lado de la pequeña mesa de la cocina. Había una mochila y una pokeball sobre la mesa.

─¿Mamá? -Pregunto confundida.

─Hija, hace mucho tiempo tu padre me contó su sueño de viajar por el mundo, siempre pensé que él habría podido ser un grandioso entrenador… Por eso quiero que te vayas Delia…

─Pero mamá…

-No hija, -La interrumpió la madre mientras la abrazaba- no te quedes aquí por mí, sé que tienes sueños, y yo no puedo solo dejar que los hagas a un lado por mí, vete Delia, sigue el camino que tu padre quiso recorrer…

La chica comenzó a llorar y su madre la abrazó fuertemente. Le dio un dulce beso en la mejilla y le entregó la pokeball que el profesor Oak le había enviado. Así comenzaría el viaje de Delia Ketchum.

Por fin estaba en marcha del sueño que quería alcanzar, había en ella decisión, juventud y una gran vitalidad que contagiaba a los demás. Sus primeros recorridos la llevaron a Ciudad Viridian en aquel entonces se sentía libre y feliz, había salido de su pequeño pueblo para recorrer el mundo, conocer gente nueva y aprender sobre los pokemon. Sin embargo, su estancia en la Ciudad Viridian marcaría su vida.

Delia podía escuchar a los furiosos Houndour detrás de sí, ella corría lo más rápido que podía, entre sus brazos tenía a un pequeño y asustadizo Pichu que había sido lastimado por esos pokemon. Los había visto perseguirlo entre las calles de ciudad Viridian cuando llegó y no se lo pensó dos veces para ayudarlo, aun cuando no podía usar el compañero que el profesor Oak le había entregado ya que estaba debilitado. Entró en un gran parque con frondosos árboles para intentar perder a los Houndour sin embargo, solo había terminado atrapada, los tres pokemon la rodearon gruñendo y mostrando sus furiosos dientes, el Pichu en sus brazos temblaba de miedo, ella sentía que sus piernas temblaban igual, cerró los ojos cuando creyó que nadie vendría a ayudar.

─Día de pago -la voz sonó fuerte, pero con gran calma.

Persian saltó hacia el frente y golpeó al mismo tiempo a los tres Houndour que quedaron aturdidos, uno de ellos se abalanzó contra el pokemon felino.

─Esquívalo y usa golpe cabeza.

El pokemon con la joya en la cabeza se movió gran velocidad y acertó un golpe fuerte contra el Houndour que quedó tendido, los otros dos empezaron a huir dejando atrás al herido. Delia estaba impresionada ¿Quién la había ayudado?, no podía ver bien a su salvador, la luz de una lámpara del parque la cegaba. Una pokeball fue lanzada contra el Houndour que no dio más lucha.

─Gracias -dijo Delia sosteniendo al Pichu.

─Debes tener más cuidado -unos ojos oscuros como la noche se posaron sobre ella.

Delia por fin podía ver a su salvador, y era un hombre joven de aspecto fuerte, llevaba unos pantalones negros y una camisa blanca debajo de un chaleco negro. Sus facciones eran afiladas y sus ojos profundos y oscuros, tenía el cabello corto y negro, y con una presencia imperturbable. La chica nunca había conocido a alguien como él. Era muy diferente al ruidoso y alegre Sammy pensó.

─Mi nombre es Delia Ketchum -dijo tendiéndole la mano con una gran sonrisa.

─Soy Giovanni

Le respondió mirándola directo a los ojos, notó en ellos un brillo peculiar que no conocía. Ni siquiera se dio cuenta que ya se había pasado de tiempo sosteniéndole la mano. Ella miro sus manos juntas y le sonrió, lo que provocó que Giovanni la soltara de inmediato sonrojado. El chico giró dándole la espalda, ella parpadeo un instante, y pensó que era muy lindo detrás de esa imagen dura.

─ ¿Me podrías indicar dónde está el centro pokemon?, este pobre Pichu necesita atención médica y tengo otro pokemon en mi mochila que esta debilitado…

Él comenzó a caminar seguido de su Persian que de vez en vez se pegaba a sus piernas.

─Sígueme -le escucho decir calmadamente.

La guio hasta las puertas del centro pokemon donde se despidió de ella.

─Si necesitas ayuda de nuevo búscame en el gimnasio Viridian…

─¿En tu tiempo libre sueles ayudar chicas en apuros? -Le comento sonriendo.

─Has sido la primera en realidad.

Aquel día había conocido al recién estrenado líder del gimnasio de Viridian, que tenía solo veintiún años; no solo la había salvado de los Houndour, sino que la llevó por un camino que no creía volvería a recorrer, el del amor. La chica decidió quedarse algunos días en la ciudad para conocerla. El Pichu que había ayudado estaba recuperado y era ahora parte de su equipo pokemon.

Mientras caminaba por las calles de Viridian miró un cartel sobre el gimnasio de la ciudad lo que le recordó al chico que había conocido tan solo dos días antes cuando llegó. En el cartel se invitaba a todos los entrenadores a visitar aquel lugar y tratar de ganar una medalla de su fuerte líder de gimnasio. Entonces Delia pensó que tal vez aquel chico entrenaba ahí y quiso ir a verlo.

Cuando llegó al imponente edificio se dio cuenta que había muchos entrenadores queriendo entrar había una fila enorme en la entrada y dos guardias en la puerta principal. Le dijeron que si quería entrar debía esperar su turno. Delia no quería competir solo quería ver a Giovanni así que se metió de manera escurridiza por una salida de emergencia. Siempre había sido atrevida y esta no sería la excepción. La salida de emergencia la coloco en un pasillo largo que siguió con cuidado de no ser descubierta. Escucho las voces de algunas personas y se escondió tras unas cajas de madera. Camino un poco más y termino en el área de batalla del gimnasio. El lugar estaba solo y era enorme. Delia no pudo evitar sorprenderse y alzo la cara mirando impresionada el lugar, tenía un toque romano que a ella le encanto. De pronto fue sacada de su mente cuando una voz conocida se escuchó desde el fondo del lugar.

─Creí que ya no te volvería a ver -Dijo el líder de gimnasio levantándose de su asiento.

─¿Giovanni? -Pregunto sorprendida mirándolo de pie y con una pokeball en su mano.

Lo miró saltar como un Persian desde donde estaba, y pensó que era demasiado hábil.

─¿Vienes por un duelo Delia?

─¿Tu eres el líder de gimnasio? -Pregunto emocionada.

─Desde hace unas semanas -Respondió cruzándose de brazos.

─Eres muy joven, supongo que también eres muy fuerte.

─He trabajado duro para esto.

─Me parece maravilloso, pero no vengo por un duelo, solo quería verte no pensé que serías ¡el líder del gimnasio! -Se sonrojó un poco.

─Entonces como eres mi invitada compartamos el almuerzo. El gimnasio estará cerrado unas horas. Ven, vamos.

Delia lo siguió y la llevó a lo más alto del gimnasio donde tenía una mesa pequeña de madera, sillas y muchos libros. Había unas macetas enormes con árboles y muchas otras plantas. Y tenían una vista maravillosa de la ciudad.

─Siéntate -Le dijo acercándole una silla.

Giovanni se quitó el saco de su traje gris pizarra y lo puso en el respaldo de su silla. Delia lo miro subirse la camisa azul pálido hasta los codos y sonrió al verlo moverse como un niño emocionado entre el lugar buscando algo.

─Gracias -Dijo ella mirándolo sacar algunos emparedados y frutas de una canasta.

─Me gusta venir aquí a comer y a pensar en mis ratos libres, es un buen lugar.

─Es una vista asombrosa -Delia tomo un emparedado y un jugo de caja.

─Perdona la simpleza del almuerzo no sabía que tendría compañía, no suelo traer a nadie aquí.

─Me siento honrada entonces, gracias por el almuerzo es muy rico.

Delia se dio cuenta de que Giovanni era un hombre sencillo y dedicado a su trabajo. No era para nada como pensó que sería cuando lo conoció la primera vez, con esa presencia imperturbable y su mirada fría. El líder de gimnasio se sentó a comer con ella, no tenía muchos amigos y siempre estaba metido en libros aprendiendo sobre los pokemon o esforzándose por ser un mejor entrenador. Sin embargo, relacionarse con las personas nunca fue algo de importancia para el joven. Pero había visto algo en los ojos de Delia la noche que la conoció que había llamado mucho su atención y quería ver más de eso.

─No eres de por aquí ¿Cierto?

─No, vengo de Pueblo Paleta un pequeño pueblo por la ruta 1, al norte.

─¿Entonces estas comenzando tu viaje pokemon? -Pregunto inclinándose en su silla.

─Creo que sí, aunque puede que sea un poco tarde -Comento apenada.

─Nunca es tarde para hacer lo que te gusta.

─Imagino que tu comenzaste siendo un niño ¿cierto?

─Fue hace mucho tiempo, sí. Pero bueno tal vez pueda enseñarte un par de cosas antes de que te marches…

─Eso sería fabuloso -Dijo poniéndose de pie para ir a abrazarlo.

Giovanni no se esperaba aquella muestra de afecto y no supo cómo reaccionar, pero al sentir el cálido cuerpo de Delia junto a él, una extraña sensación lo embargo y también la abrazo.

Después de aquello Delia comenzó a hacer visitas al gimnasio para ver a Giovanni, pasaban tardes enteras charlando sobre lo que les gustaba, sobre sus pokemon y cualquier cosa que alargará las conversaciones y que así pudieran estar juntos. Delia aprendió mucho sobre las batallas pokemon y sobre el cuidado que debía dar a sus pokemon. En ese tiempo se dio cuenta de que Giovanni era un hombre muy diferente con ella a como era con los demás, siendo siempre reservado y callado, con ella era atento y cariñoso. Él era sin duda un hombre muy diferente a otros que ella hubiese conocido. Se dio cuenta también que hacía mucho que no pensaba en Sammy y que se sentía muy feliz cuando estaba con el líder de gimnasio, que gozaba charlando con él por horas, compartiendo el almuerzo o la cena y que le leyera sobre sus pokemon favoritos los de tipo tierra.

Sin darse cuenta había pasado un mes en Ciudad Viridian y era hora de que continuará con su viaje. Aunque ya no estaba muy segura de querer seguir con eso. Se encontró con Giovanni como muchas otras veces en la azotea del gimnasio. Era por la tarde y el sol amarillento comenzaba a esconderse. Delia miro al líder de gimnasio de espaldas, llevaba desabrochado el saco de su traje y este se ondeaba con el aire de la tarde. Sus cabellos siempre pulcros y bien peinados también estaban alborotados. Delia sintió que el corazón le comenzaba a latir rápidamente y se acercó a él sorprendiéndolo.

─Giovanni -Dijo abrazándolo.

─Te estaba esperando.

Ambos miraron hacia el horizonte contemplando el atardecer. Ella estaba ahí para despedirse y él lo sabía. Había llegado la hora de decirle adiós.

─Mañana debo irme… -Dijo finalmente ella.

─Lo sé, debes de seguir tu camino… aunque… -Se quedó callado un momento.

─¿Qué? -Pregunto ella.

Se quedaron quietos, podían escuchar al otro respirar. Giovanni sabía que no quería dejarla ir, pero también que no podía hacerla quedarse por él. Así que la tomo de las manos y se inclinó sobre ella. Y la beso, fue un beso muy diferente a otros que ella hubiera compartido con Sammy. En este había pasión y fuerza, él se aferraba a ella como alguien que estuvo varado en el mar y encuentra la tierra al fin. Cuando se separaron se miraron a la cara, los ojos de Delia reflejaron la cara de Giovanni. Parecía un niño afligido que acababa de perder algo importante.

─Te amo Delia.

Ni siquiera Giovanni esperaba aquello. Lo había dicho sin pensar, sin meditar en lo que dijo. Ella lo miraba sonriendo. Con el corazón queriendo salirse de su pecho. Delia nunca le había dicho a Sammy que lo amaba, aunque lo miraba como su primer amor, y él solo se limitaba a siempre decirle que la quería. La chica entonces supo que si había amado a alguien hasta ahora era a este hombre delante de ella que la miraba sonrojado.

─Yo también te amo Giovanni -Le dijo abrazándolo.

Después de aquello habían pasado la noche juntos, Delia había elegido a Giovanni como el primero para ella. Compartieron el dulce sabor del amor. Y se dedicaron entre besos y caricias palabras y promesas tan fuertes como los lazos que ahora los unían.

Al día siguiente, Delia salió de Ciudad Viridian diciéndole adiós a Giovanni y a un capítulo en su vida que la había llenado de dicha y amor. Unos meses después volvería para reencontrarse con él que la esperaba con los brazos abiertos. Entonces Giovanni le pidió que se casaran y ella acepto gustosa. Su vida de casados había comenzado como la de muchos otros llena de emoción por el futuro y una casa llena de amor. Aun así, había cosas que conocer del otro, Delia sabia poco de la familia de su ahora esposo pues él mucho no compartió con ella, solo le dijo que había tenido una infancia muy solitaria siendo hijo único y que su padre había muerto siendo Giovanni un pequeño niño. Su madre seguía viva en alguna parte, pero le dijo que no tenían mucha relación. Lo que a Delia le pareció muy triste. Aun así ambos tenían mucho tiempo por delante para amarse y entenderse.