Kakashi abrió los ojos de golpe, miró su reloj sobre la cómoda al lado de la cama, ya tenía una hora de retraso como siempre. Bostezo y estiró los brazos sobre su cabeza buscando las fuerzas necesarias para salir de su cama. Naruto y Sakura probablemente ya estarían en la entrada de la aldea, molestos por su tardanza. Se sentó en la cama mirando fijamente su equipo ninja, pensando en si necesitaba realmente acudir a esa misión o si podría excusarse de alguna manera. Cada día era lo mismo, salir de la cama en la mañana era tan difícil como conciliar el sueño por las noches.
Cuando llegó a la entrada de la aldea los dos miembros de su equipo lo esperaban con la acostumbrada frustración, la primera en hablar fue Sakura "Ni siquiera me molestaré en quejarme... Buenos días Sensei". Él solo levantó su mano para saludarlos. "¡La próxima vez usted deberá pasar por cada uno de nosotros y así nos ahorramos la espera!" El chico rubio le dio la espalda y todos salieron por el portón principal.
Esta misión sería relativamente sencilla, debían acudir al palacio del daimyo del país del fuego para servir de escoltas a su hija mayor quien estaba por casarse con el daimyo del país del rayo. "¿Qué se sentirá ser la hija de un Daimyo? Vivir en un palacio... solo puedo imaginarlo." La joven kunoichi iba dando saltos animados mientras Naruto cruzaba sus manos detrás de su nuca al bostezar. "No te emociones mucho, no podremos ni siquiera acercarnos a ella, solo escoltamos su caravana" Sakura se giró disgustada. "Que fastidio de misión"
Sen-hime era famosa en todo el país del fuego por su belleza, las personas decían que no se podía contemplarla sino a través de un espejo porque su belleza era demasiado impactante para los ojos corrientes.
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Mi preciosa Sen-hime sama ardo en el fervoroso amor que ha despertado en mí saber que pronto serás solo mía
Sen seguía con la mirada fija en el ejercicio caligráfico que tenía enfrente, mientras su dama de compañía leía a través del velo la nota de su futuro esposo. Las cortinas cristalinas envolvían la habitación y ella solo vislumbraba siluetas a su alrededor. Su largo cabello negro caía como una cascada hasta el suelo de tatami enmarcando su perfecto rostro. "Le contestaras..." interrumpió a su acompañante "Sus palabras me complacen." Y con eso siguió en su labor, pasando el pincel entintado de un lugar a otro.
Al terminar dispuso su material de trabajo y tomó el espejo que siempre llevaba consigo, complacida vio su rostro, todo lo que veía en él le agradaba y la hacía feliz, se sentía la persona más afortunada del mundo, cada día repasaba en él sus virtudes y no encontraba fallas.
Desde pequeña había sido considerada hermosa y afortunada, ella había interiorizado aquellas palabras a tal punto que no se permitía a sí misma ningún tipo de error. Cuando su retrato oficial fue pintado y expuesto todos los hombres habían abordado a su padre con ofrendas, incluso aquellos que ya contaban con esposas. Pero entre todos estos su padre había escogido al señor del país del rayo, ella no desconocía los motivos que se tejían detrás de la unión.
Se levantó y tomó la máscara que usaba cuando quería dar un paseo en el jardín. La máscara había sido fabricada por 5 artesanos y estaba hecha de marfil pulido con bordes de oro. La sostenía sobre su rostro apenas a un milímetro de distancia, cuidando no arruinar su maquillaje.
En el jardín, los sirvientes corrían de un lugar a otro preparando todo para su fiesta de despedida, cada milímetro del lugar estaría decorado con sus flores favoritas, sonrió complacida bajo la máscara y permaneció un segundo apoyada sobre la baranda antes de volver a recluirse en sus habitaciones.
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Después de dos días de camino finalmente llegaron al país del fuego, los tres se identificaron en la entrada y de inmediato fueron a presentarse ante su empleador. Fueron recibidos por el jefe de seguridad del daimyo quien les iba indicando cuáles eran las funciones que se esperaba cumplieran, mientras caminaba delante de ellos señalando cada parte del palacio.
"Garantizarán su protección, aún si es necesario tendrán que poner trampas y en el más remoto de los casos estar dispuestos a sacrificar su vida por ella"
"Entendemos las condiciones..." el ninja de pelo gris contestó aburrido "Lady Tsunade nos explicó a detalle y esta es una misión de escolta rutinaria."
El hombre se volteó a mirarlos "creo que no entienden, Sen-hime sama es la mujer más hermosa del país del fuego y muchos pretendientes fueron rechazados, es posible que busquen vengarse por este motivo."
"Claro claro, entendemos... haremos todo lo posible por fortalecer el lugar... ahora si pudiéramos ir a nuestras habitaciones, llevamos 2 días viajando y no quisiéramos ofender a la nariz de la princesa" Kakashi no podía contener más su desgano y fastidio ante la situación.
"Al final de este pasillo encontrarán sus habitaciones, a la derecha está el baño al que podrán acceder por la puerta corrediza" esta vez fue Sakura quien habló mientras empujaba a Naruto y a su Sensei "muchas gracias por su hospitalidad"
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"3 de konoha... sí, Hatake el que copia."
"Shh... no querrías ofenderlos"
Sen escuchaba el parloteo de las criadas en el pasillo mientras ella se acercaba a la habitación donde la esperaba la selección de kimonos que usaría esa noche. Alejó un poco la máscara de su rostro y se detuvo "¿Mi futuro esposo no envió ninjas de su nación a cuidarme?" Sus damas de compañía se frenaron en seco, midiendo sus siguientes palabras.
"Hime-sama... su padre consideró mejor que fuesen los ninjas de Konoha quienes la acompañaran, entre ellos viene Hatake Kakashi un ninja de elite..." Sen levantó su mano derecha para indicarle que se detuviera. "No gastes mi tiempo..." continuó caminando sosteniendo su máscara contra su cara.
