3º Capítulo: La noticia

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El día del torneo de Quidditch había llegado y en la mansión Malfoy se respiraba un aire tenso.

Lucius miraba a su hijo con curiosidad.

Draco había estado evitándolo por casi una semana.

Se escapaba a escondidas creyendo que nadie lo notaba, pero él era un mortífago. Entrenado para saber lo que se trataba de ocultar. Sabía que Draco le saldría con una sorpresita. Algo le decía que era algo que no le gustaría para nada.

Sentados en la mesa de la mansión Malfoy. Los tres integrantes de la familia se afanaban en sus propios asuntos. Hasta que Draco creyó que ya era la hora.

-Padre, Madre, tengo algo que decirles.

Su voz no había salido tan firme como pretendía que fuera y eso lo notaron los dueños de casa.

-Hijo, dinos lo que sea, sabes que te apoyaremos en todo.

Narcissa era una mujer recta, si algo le molestaba lo sacaba de su camino y se olvidaba de que en algún momento le molestó.

Lucius, en cambio, no dijo nada. Se quedó a la expectativa, analizando lo que su único hijo le tuviera que decir. Sin saber que eso era algo que cambiaría su vida para siempre.

-Tengo una pareja.

Lucius y Narcissa se miraron entre ellos. Eso no se lo esperaba ninguno de los dos o por lo menos no tan pronto.

-Bien, Draco. Espero que sea una joven decente y de buena familia.

-De hecho, madre -la miró a los ojos buscando valor. El valor que en estos momentos le empezaba faltar-, no una chica, es un chico.

Los padres del rubio se volvieron a mirar entre ellos y creyeron que lo mejor sería intervenir desde ya.

-Hijo, sabes que nunca se te ha prohibido nada, pero debes saber que también está en ti el que continúes con el linaje de la familia Malfoy.

-Y lo sé padre, pero existen pociones…

-Poción que espero no utilices tan pronto.

-Madre, sólo les estoy contando que tengo novio, no que lo deje embarazado.

-O sea, que ya mantienen relaciones sexuales.

-No, padre -sus mejillas se sonrojaron -. Digamos que él aún no está preparado para eso.

-¿Y tú sí?

Draco miró a su padre con firmeza. Su padre sabía que desde pequeño se le inculcaron clases de sexualidad, por lo que obviamente sabía cómo podía hacer para que él y su pareja tocaran las estrellas en una noche de pasión, pero por respeto no contestó a la pregunta de su progenitor.

Narcissa, notando la tensión que se había extendida en la mesa, trató de suavizar el tema.

-Y dinos, hijos ¿Quién es el afortunado que se robó tu corazón?

-Bien, él... -por un momento, Draco dejó de sentirse tan seguro como lo había estado- Él es un chico genial, es muy inteligente y hábil.

-¿Alguna razón por la que estés dándole tantas vueltas al asunto?

-No, padre, no es eso, sólo que no sé cómo reaccionarán.

-No te preocupes Draco, no es como si nos fueras a decir que eres pareja de Harry Potter.

Narcissa le sonrió y luego su sonrisa se esfumó al ver la palidez en la cara de su hijo.

Lucius, que había dejado de comer cuando su esposa lanzó esa absurda teoría, se quedó mirando a Draco fijamente. Primero blanco, luego rojo y ahora más blanco.

-¡Imposible! -se puso de pie y golpeó la mesa con las manos.

-¡Padre! -le dijo parándose también

-¡Te lo prohíbo, Draco! -le dijo furioso, sin saber muy bien porque- ¡Te prohíbo que tengas cualquier tipo de relación con el mocoso ese!

-¡No puedes impedirme que lo ame!

-¡Cállate! -se acercó a su hijo y lo agarró por los hombros- ¡Escúchame bien, Draco! ¡O te alejas de Potter, o lo próximo que verás será su cabeza en una bandeja de plata!

-¡Lucius!

-¡Silencio, Narcissa! -le gritó al tiempo en que volvía a mirar a Draco a los ojos- Espero que me hayas entendido, Draco, porque si no, la muerte de tu pareja pesará en tu conciencia.

Lucius Malfoy abandonó el comedor dejando a un muy cabreado Draco y una impresionada Narcissa en él. Atravesó los pasillos esperando no encontrar nadie en su camino. Llegó hasta su despacho y cerró la puerta de un azote.

No podía creer lo que estaba pasando. La historia se volvía a repetir, pero esta vez su hijo estaba involucrado en ello.

Draco Malfoy enamorado y pareja de Harry Potter. Como en su tiempo lo estuvieron James y él.

Se acercó al bar que estaba en una esquina y se sirvió un vaso de Fire Whisky, el cual consumió de sólo un trago.

Sabía que Draco no lo obedecería. Vio el reto en su mirada, decorada entre pestañas que lo desafiaban. Draco no dejaría al mocoso ese. Y lo peor es que estaba arriesgando su vida en el proceso. El mocoso estaba en la mira de Voldemort y quitaría a cualquiera de su camino para llegar a él. Incluso a su hijo Draco.

Escuchó que golpeaban la puerta, pero no dijo nada. Vio que aun así la abría y por allí aparecía la cabeza de Draco. Sabía lo que le diría, pero aun así lo dejó continuar.

-No lo dejaré, padre -Draco se paró firmemente en su lugar-, aunque el maldito Lord vaya tras él, yo estaré para protegerlo y no dejaré que tú ni nadie le pongan un dedo encima.

Sin decir más, ni tampoco esperar una respuesta, salió del lugar.

Lucius volvió a llenar su vaso y miró a través de este.

-La historia se vuelve a repetir, pero esta vez mi hijo es más valiente -abrió el cajón del escritorio y sacó una foto mágica. En ella aparecía James y le lanzaba besos con la mano, para luego guiñarle un ojo-. Si sólo te hubiese protegido.

La guardó nuevamente y esta vez con rabia. Ya no podía seguir así. Llorándolo en la oscuridad y sin dejar que nadie lo supiera.

Draco entró en su habitación azotando la puerta tras él.

-¿Cómo se atreve?

-Cálmate, Draco -le dijo Narcissa llamándolo para que se sentara a su lado-. Verás que todo se solucionará.

-¿Qué haría yo sin ti, madre? -le dijo al tiempo en que se dejaba abrazar.

Draco no sabía y no pudo ver, la sonrisa satisfecha en el rostro de su madre.

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Continuará...