El enfrentamiento con Royakan fue un desastre como una sorpresa, porque gracias a eso Kagome había vuelto a la Era Feudal; ya que Shippo había agarrado los fragmentos huyendo de una manada de lobos y para perderlos de vista se escondió dentro del pozo donde los fragmentos misteriosamente habían desaparecido.
Kagome al ver a Inuyasha había ido corriendo a abrazarlo, pero al segundo los dos se encontraba peleando. Luego cuando visualizo a Karin también corrió a ella abrazándola firmemente mientras la regañaba por no haber vuelto a casa causando preocupación en su madre y abuelo, como también haciendo que Sota llorara. Por otro lado, Karin le devolvió el abrazo a su hermana menor mientras se disculpaba por hacerlos preocupar y no haber vuelto a casa.
En ese momento, habían llegado también Miroku junto a Kaede y de pronto, ambas hermanas habían sentido la presencia de varios fragmentos de la perla haciendo que todos se adentrarán al bosque. La sorpresa fue que se encontraron con una extraña persona con un despampanante traje de piel de un babuino haciendo que no se pudiera ver su cara.
—Antes de que te mate quisiera preguntarte algo —Inuyasha lo miro seriamente—.¿Cuál es la razón de tu rencor hacia mí?
—¿Sentir rencor? —soltó una risa el desconocido—. Apuesto a que no soportarías morir sin antes saber cuál es la razón por la que tu enemigo te detesta.
—¿Acaso eres… —Kaede dio un paso mirando con atención a desconocido y haciendo que ambas hermanas Higurashi junto con Shippo la miraran interrogantes.
—¿Eres tú Kaede? Has envejecido bastante —dijo el misterioso hombre.
—Lo sabía, tú y Onigumo son el mismo —declaro Kaede convencida.
«¿Onigumo? ¿El bandido que fue rescatado y cuidado por Kikyo?». Pensó Karin sorprendida entiendo un poco más la situación.
—¿Onigumo? Cuanta nostalgia me trae ese nombre —revelo el—. Yo no soy Onigumo, sin embargo, él fue el origen de mi creación. Aquel bandido era un hombre estúpido y una gran ambición nació de él, al ser asistido por una sacerdotisa de buen corazón.
«Esa parte de la historia ya me la sé». Se quejó internamente Karin.
—Debido a sus poderes negativos, llamo a un ejército completo de espíritus malignos y ofreció su cuerpo para fusionarte con esos espíritus, creando a si al poderoso Naraku.
«Wow se tiene mucha admiración». Pensó sarcástica.
—No tienen idea de la cantidad de criaturas malignas que se necesitaron para mi creación.
«Y tampoco quiero saberlo, gracias.»
—Aquella sacerdotisa deseaba convertirse en una frágil mujer y eso provoco que el número de demonios se incrementaran en este mundo —relato Naruku ignorando el hecho que Karin intentaba ocultar su bostezo del aburrimiento—. Todo esto fue porque la sacerdotisa Kikyo se enamoró de un tonto hombre mitad demonio y como castigo por querer la perla de Shikon para un deseo tan infantil. Inuyasha, ¿tú debes recordar aquella experiencia que viviste, no?
Ante esa pregunta, Inuyasha apretó los dientes molesto mientras miraba aquel hombre que se había llamar Naraku.
—¡Tú fuiste el maldito que nos tendió esa trampa! Tú fuiste quien nos engañó e hiciste que nos matáramos el uno al otro.
—Entonces te pregunto: ¿Toda la confianza y cariño que sentían mutuamente podía disolverse con facilidad?
—Oui (Si) —respondió Karin inconscientemente y se tapó la boca al ver como todos la miraban mientras que su hermana menor le golpeaba el brazo—. Uy, perdón.
Karin se froto las cienes intentando se olvidarse todo lo que había pasado en esa charla que habían tenido con Naraku y en como este había provocado a Inuyasha.
Hechos del momento: la mitad de un bosque fue destruido causa de un veneno e Inuyasha furioso.
«Creo que hubiera preferido quedarme en la aldea con Kaede». Pensó Karin al saber que Miroku los había traído a pasar la noche en una mansión; ya que el dueño estaba buscando al monstruo responsable que robaba las almas de su hija fallecida. Lo peor de todo es que el tipo la estaba viendo con ojos receloso solamente a ella y no entendía si la razón era por el color azul de sus ojos porque literalmente ya había pasado por eso.
Esa noche se encontraba ambas hermanas junto con Inuyasha en la habitación custodiando el cuerpo de la princesa fallecida.
—¿Dónde está, Miroku? —pregunto Inuyasha.
—Nos dijeron que hay otra princesa aquí y como estaba algo preocupado fue a verla —contesto Kagome.
—¡¿Pero, qué dices?! —exclamo Inuyasha.
Karin estallo en carcajadas.
—Ese monje sí que es rápido.
—Ese tonto, finge ser un monje inocente pero no puedo matarlo porque es una figura sagrada —menciono Inuyasha agarrando fuertemente su espada.
—¡Ey! Aun no lo mates, lo necesito para mis planes —revelo Karin sonriendo mientras notaba como el chico mitad demonio la veía con recelo.
De pronto, Kagome se acercó a Inuyasha haciendo que este como Karin la miraran.
—¿Q-que te ocurre, Kagome? —pregunto el incómodo.
—Es que tengo mucho miedo —admito ella mirando el cadáver de la princesa con cierto escalofrió—. Parece que esa princesa va a levantarse en cualquier momento.
—Ten en cuenta que estas acompañada —le recordo Karin mirando a su hermana—. Imaginate estando sola.
—¡No hagas que lo imagine!
—Pienso que asi tendrias menos miedo.
—¡Solo quieres asustarme!
—Tal vez, si, tal vez, no. ¿Quién sabe?
—¡Karin!
Ambas hermanas dejaron de hablar ante la intervension de Inuyasha.
—¿Lo haces solo por eso? —pregunto este.
—Te esas imaginando cosas. ¿Verdad? Atrevido —insinuó Kagome frunciendo el ceño.
—¡Tontería! ¡Tú tienes la culpa por acércate a mí!
—¡Aja! Ósea que si las pensabas.
—¡Que no estaba pensado nada! —se justificó Inuyasha para luego gruñir.
—¡Claro que sí! —declaro Kagome molesta.
—Bien, queridos hermanitos —intervino Karin poniéndose entre medio de su hermana e Inuyasha—. No hace falta discutir eso, la pobre princesa ya le están robando sus almas para que ahora tenga que aguantar sus discusiones.
En ese momento, el cadáver de la princesa comenzó a elevarse haciendo que ambas hermanas Higurashi se aferraran a Inuyasha con miedo. Karin sentía que estaba dentro de una película de terror y la situación no mejoraba, ya que un bicho volar en forma de serpiente había destruido las finas paredes de la mansión para intentar llevarse el alma de la princesa, pero rápidamente Inuyasha la detuvo.
—Si antes no me gustaban los fantasmas, ahora tengo un recuerdo con la advertencia de basados en hechos reales —revelo Karin con cierta incredulidad recordando la parte en el que el cadáver se elevaba mientras un escalofrió recorría su espalda.
—¿Es eso todo? Que aburrido —expreso Inuyasha mientras guardaba la espada en su vaina.
—Espera aún hay algunos afuera —indico Kagome mirando en el exterior por donde la extraña serpiente había entrado.
Los tres jóvenes salieron de la misión viendo en cielo nocturno a varias de esas criaturas llevándose almas.
—Se llevan las almas de los demás muertos —dijo Inuyasha viendo en la dirección en donde iban esas criaturas.
De pronto apareció Shippo junto con Miroku corriendo mientras que este último tenía un aspecto desaliñado, por lo que se escondió detrás de Karin haciendo que esta lo mirara de forma extrañada.
—¡Excelencia! —llamo la princesa.
—¡Ella es mi prometida a quien le hice una promesa de tener diez hermosos hijos! —declaro Miroku intentado de huir de los abrazos de esa peculiar princesa—. Por favor, deja de seguirme.
Karin arqueo una ceja mirando al monje.
—¿Soy tu prometida y ya intentabas engañarme? — inquirió está fingiendo estar indignada—. Monje conquistador —mascullo.
—¿Qué tanto estaban haciendo? —pregunto Inuyasha a Shippo.
—¿Sabes? Sospecho que también esta gorda es un monstruo —susurro Shippo refiriéndose a la princesa.
La azabache al escuchar al pequeño zorrito se acercó a este para separarse de Miroku que la usaba como escudo humano.
—Shippo, está mal referirse a una princesa por su aspec… —Karin se calló repentinamente al ver con más detalle el aspecto de la princesa que podría decirse que no era muy agraciado.
«Ya se me hacía raro que Miroku huyera de la atención de una mujer.»
Al día siguiente el extraño cuarteto se encontraba merendando cerca de un rio. Karin suspiro frustrada como a veces su hermana e Inuyasha peleaban, aunque no era ninguna tonta para no notar que Kagome tenía un cierto sentimiento por romántico hacia el chico mitad demonio. Eso hacía que la situación fuera complicada porque Inuyasha aún no tenía un pasado resuelto y su hermanita era aún muy joven para que le rompieran el corazón.
Hizo una mueca recordando su primera fallida relación romántica y por ahora, no quería estar en ninguna relación.
—¿Qué eso que está flotando? —pregunto Kagome señalando hacia el rio.
Karin se ubicó al lado de su hermana y se desconcertó al notar que era un hombre inconsciente lo que flotaba en el rio.
—¿Está ebrio? —insinuó Shippo.
—No solo esta desmayado —contesto Miroku.
En ese momento, Karin se preparaban para lanzarse al rio y rescatar al hombre, pero se detuvo viendo con incredulidad como su hermana empujaba a Inuyasha al rio.
—¡Rápido sálvalo! —dijo esta.
Cuando rescataron al hombre se dieron cuenta que era un monje. Por otra parte, Karin revisaba al monje inconsciente, suspiro con alivio cuando tomo su pulso en la muñeca y cerca de la garganta; ahora solo había que esperar para que este se despertara.
Miro su reloj de muñeca notando que había pasado unos treinta minutos desde que el hombre aún se encontraba inconsciente. De pronto, escucho el grito de Kagome y levanto la vista encontrándose a su hermana aferrada a Inuyasha y el monje mirando a esta con cierto temor.
El monje les explico que había un espíritu de apariencia humana muy parecido a Kagome, y cuando menciono que era una sacerdotisa y que su nombre era Kikyo, fue el detonante para que Inuyasha se alterara. La situación no mejoraba porque resultaba ser que la misma Kikyo era la que juntaba las almas de los muertos y eso causo que el Inuyasha saliera corriendo de forma repentina.
«Ay, Inuyasha, esto para ti recién empieza». Pensó Karin con preocupación viendo en la dirección donde se había ido el chico mitad demonio.
—¿Estaría bien el haber permitido que Inuyasha se fuera solo? —pregunto Miroku a Karin.
—Una palabra: No —contesto ella.
—Lo más probable que siga enamorado de Kikyo —menciono Kagome con tranquilidad, sin embargo, Karin noto que los ojos de su hermana menor se encontraban triste— Por eso, no hay que intervenir en sus asuntos.
—¡¿Qué?! —exclamo Shippo sorprendido—. ¿Y porque no hay que intervenir en esto?
—Entiendo a lo que se refiere —aseguro Miroku sereno—. Esa mujer de la que estaba enamorado ha cambiado drásticamente. Claro, el no desea que las demás personas intercambien palabras con ella —explico de forma dramática.
—No entendí nada —dijo Shippo—, pero nadie puede asegurar que la situación pueda empeorar. ¿Qué recomiendas hacer en ese instante?
—En mi humilde opinión: ¡Huye! Olvídate que existe el amor —le aconsejo Karin al tierno zorrito—. Y mantente siempre tierno y puro —le dio un abrazo sorpresivo haciendo que Shippo sonriera divertido.
—Yo en su lugar le pediría que se quedara conmigo —contesto Miroku y luego miro a Karin—. ¿Acaso no aceptaste ser mi prometida?
—Nunca asegure que hubiera sentimientos de por medio —argumento Karin guiñándole un ojo de forma coqueta.
—Eres hermosa pero cruel —declaro este fingiendo estar dolido.
En ese momento, Kagome se levantó del suelo y agarro su bicicleta llamando la atención de sus acompañantes. Por último, miro a Miroku con cierta frialdad.
—Asique eso opinas —dijo ella entrecerrando un poco los ojos y alejándose.
—Me dio la impresión de que Kagome me vio con unos ojos fríos y crueles —revelo Miroku.
—No fue una impresión, yo también lo sentí —afirmo Shippo.
Karin puso su mano en el hombro de Miroku y dijo:
—Aunque eres un monje conquistador a veces no entiendes los sentimientos de las señoritas.
«¿Tendría que prohibirle a mi preciada hermana menor no tener un novio hasta los treinta? Aun es un bebe.»
¿Y que les pareció? ¿Algún Reviews?
¡Hasta el próximo capitulo!
