Capitulo ambientado en el episodio 96 del anime.
Días después de que Karin volvió a la Era Feudal, ella y su grupo siguieron en la búsqueda de Naraku. Aún se encontraba procesando todo lo ocurrido en su ausencia y como la pobre Rin, la había extrañado. Por otro lado, Sesshomaru seguía el mismo taciturno de siempre.
Caminando entre medios de los árboles, la azabache caminaba cerca de Sesshomaru y al verlo parar mientras agarraba la empuñadura de su espada, tuvo que mirar en la misma dirección que este. Los arbustos se movían y de repente, una mujer sosteniendo un bebe aparecieron.
La mujer miro al extraño grupo con temor mientras abrazaba a su hijo con fuerza. Un demonio de cabello plateado y mirada fría, una chica de ojos azulados con un arco y flecha, un sapo feo, una niña subida a un drago de dos cabezas.
Karin viendo la situación, se posiciono en frente de Sesshomaru dándole una mirada de advertencia mientras que este soltaba la empuñadura de su espada.
—Por favor, no nos hagan daño —pidió aquella mujer con miedo.
—Tranquila, no les haremos nada ni a ti, ni a tu hijo —dijo Karin intentando calmarla mientras se acercaba a ella.
La mujer retrocedió.
—No te acerques, hibrida.
Karin frunció el ceño mientras escuchaba a Jaken mascullar por lo bajo de la pérdida de tiempo que era esa humana.
—Me ofende muchísimo —revelo ella—. No soy una hibrida, soy una sacerdotisa.
—Las sacerdotisas no visten de forma extraña y mucho menos tienen ese color de ojos —cuestiono la mujer mientras intentaba proteger a su hijo.
«Desconfía más de mí que de Sesshomaru que está a mi lado y que es un demonio de los pies a la cabeza». Pensó Karin irritada.
Luego de que Rin interviniera defendiendo a Karin de que era una sacerdotisa y muy buena persona, la mujer se disculpó avergonzada y le explico que la razón de su comportamiento fue que su marido fue asesinado por unos bandidos y la estaban buscando a ella y su hijo.
Al ver que era de noche, la joven de ojos azules sugirió que la mujer y su bebe se quedaran por esta noche hasta que amanecieran y pudieran dejarla en la aldea más cercana. Las quejas de Jaken se hicieron escuchar y aunque Sesshomaru nunca dijo nada, podía notar su disgusto. Por otro lado, tenía a Rin que siempre estaba de acuerdo con ella y eso era una ventaja.
Por esa noche, su pequeño grupo tenía dos nuevos invitados.
En el medio de la noche mientras la mayoría dormía excepto Sesshomaru, él bebe comenzó a llorar y Jaken fue el primero en amenazarlo con hacerlo callar mientras Karin lo golpeaba. La mujer con mucho cansancio meció a su bebe intentando calmarlo, la azabache sintió pena por ella; ya que suponía que esta no había descansado bien sabiendo que era buscada por un grupo de bandido.
Karin se acercó a la mujer ofreciéndose a cuidar de su hijo mientras esta descansaba, aunque sea un poco. La mujer miro a la extraña sacerdotisa, aunque sus ojos azules la inquietaban, a la vez, sentía que podía confiar en ella por esa niña llamada Rin; quien hablaba maravilla de esa joven. Sin más, entrego a su hijo para que pudiera descansar
—Vamos, campeón, deja que tu madre duerma un poco —susurro Karin al pequeño niño que mecía en sus brazos mientras se sentaba a la vez que se apoyaba en un árbol—. Me recuerdas a Sota de lo llorón que era —admitió divertida.
Miro al bebe en sus brazos, parecía no tener más que unos tres meses y tenía un frondoso cabello negro. Los inspecciono mientras este parecía haber calmado su llanto y solamente estaba despierto mirando el lugar, aunque sabía que a esa edad los bebe aun veían sombras borrosas. Su pequeño amigo era un bebe sano.
Karin solo una risa por la situación, nunca hubiera pensado cuidar un bebe en el medio de la noche, en un bosque de la Era Feudal. Miro a su alrededor y la única que dormía pacíficamente era Rin.
En ese momento, sintió una presencia en frente de ella y se encontró con los ojos de Sesshomaru inspeccionándola a ella como al bebe.
Karin arqueo una ceja.
—¿No me digas que es la primera vez que ves a un bebe humano? —insinuó ella mientras se levantaba de su lugar.
—Aléjalo —advirtió Sesshomaru amenazante viendo al bebe.
Él bebe hizo un puchero con intenciones de llorar.
—No, no llores. Entiendo que Sesshomaru te de miedo a mí también —dijo Karin alzando al bebe para quede a la altura de su cara—. ¿Sabes? A esta edad los bebe no pueden vernos, solo distinguen sombras negras —declaró mientras notaba como el demonio no se movía de su lugar y la inspeccionaba con sus calculadores ojos—. ¿Quién es él bebe más hermoso? Tú lo eres —dijo en tono de voz infantil mientras que él bebe por un acto de reflejo sonreía—. ¡Que hermosa sonrisa!
—Patético —escucho decir a Sesshomaru.
La azabache frunció el ceño, nunca entendería ese comportamiento desagradable hacia su raza.
—Tu debería sonreír mas y cambiar esa actitud odiosa, por esa razón perdiste un brazo —soltó ella con brusquedad sin pensar en lo que dijo.
Sesshomaru gruño.
—Lo siento —se disculpó Karin rápidamente—. Estuvo de más que Inuyasha te cortara el brazo, pero tú no fuiste muy agradable que digamos —explico mientras solo miraba al bebe porque encontraba incómodo de mirar esos ojos ámbar—. Créeme no necesitas a Colmillo de Acero, de alguna otra forma te harás más poderoso y si tu padre te dejo una espada genial que revive a los muertos será por algo.
—No sabes nada.
—Lo sé, pero te doy mi humilde opinión, aunque no lo necesites. A veces hace bien decir lo que uno quiere escuchar por más que no sea así.
Él bebe volvió a sonreír y Karin lo felicito volviéndole a decir que tenía la sonrisa más hermosa.
—No sabe caminar y ya le estas mintiendo en la cara —menciono Jaken mirando a la humana y al bebe con disgusto.
Karin fulmino al pequeño demonio.
—¿No tendrías que estar durmiendo sapo feo? —Luego miro a Sesshomaru—. Si me disculpan, mi nuevo amiguito y yo queremos estar solos y en paz.
Luego de que su búsqueda fue interrumpida por un breve momento y dejar a la mujer junto a su bebe en una de las aldeas más cercana, siguieron su rumbo. Claro que antes de irse Karin amenazo a aquellos aldeanos para que ayudaran a la pobre mujer y su hijo que estaban siendo buscados sino ella vendría a matarlos. Tener ojos azules y hacerse pasar por un hibrido era útil a veces.
Después de un rato de estar caminando en el medio del bosque, el estómago de Rin hizo ruido.
—Oiga, señor Sesshomaru, tengo un poco de hambre. ¿Me da permiso de ir a buscar algo de comer? —pregunto Rin mientras se encontraba sentada en Ah-Un.
—No estés molestando —intervino Jaken—, es un bosque como este no hay ninguna clase de alimento para ti asique quédate con tu hambre.
—Pero… —Rin fue interrumpida.
—No quiero nada de, pero...
Karin suspiro con irritación, Jaken era el ser más odioso al que había conocido hasta el momento. Las ganas de golpear al sapo eran intensas, pero se le paso cuando Rin no le hizo caso y se bajó de Ah-Un para adentrarse entre los árboles.
—¡Nunca entiende, niña grosera!
—Jaken —dijeron Sesshomaru y Karin haciendo que esta última rodara los ojos.
—Iré con ella, si quieren seguir háganlo —dijo la azabache—. Nosotras los alcanzaremos —y dicho esto camino en misma dirección hacia donde había ido la niña.
Karin vigilaba a Rin mientras esta buscaba algo de comer, miro en su alrededor con la intensión de encontrar algo comestible; pero estaba considerando de que lo que había dicho Jaken era verdad. En este bosque no había nada comestible.
—¡Ahhh! —escucho a Rin gritar.
La azabache al darse vuelta mientras apuntaba con su arco y flecha, se encontró con Rin siendo sostenida por un gigantesco brazo verdoso con garras saliendo de la tierra. Soltó la flecha cargada con energía espiritual y cuando el brazo soltó a la niña, corrió agarrándola ante de que tocara el suelo.
—¿Estas bien, Rin? —pregunto Karin preocupada.
—Ahora sí, señorita Karin —contesto ella mientras la abrazaba.
En ese momento, Sesshomaru apareció rápidamente con su espada en mano encontrándose con Karin siendo abrazada por Rin; tiempo después apareció Jaken.
—Pensé que se habían ido —admito Karin sorprendida que Sesshomaru apareciera con intención de salvarlas—. No quiero ser presumida, pero lo tuve todo bajo control —y dicho esto, el brazo que apunto con su flecha se había desintegrado para luego aparecer unos insectos con una gran semejanza a las avispas.
—Insectos venenoso —dijo Jaken mirando los insectos con temor.
—Apártense —ordenó Sesshomaru—. Parece que Naraku ha olvidado algunos de sus molestos insectos.
Los insectos volvieron a agruparse formándose nuevamente en ese desagradable brazo. La azabache se froto las cienes, cuando viera a Naraku a la cara le mostraría su peor versión de ella.
—Jaken —Sesshomaru llamo a su sirviente—, busca su panal debe estar cerca de aquí.
—Como usted ordene, amo —contesto Jaken mirando en todas las direcciones.
Esquivando los ataques consecutivos de aquel brazo sin cuerpo, Sesshomaru lo corto con su espada haciendo que nuevamente aparecieron esos insectos venenosos. Al ver lo sucedido, Karin preparo su arco y flecha; ya que podría venir un ataque masivo por partes de esos bichos.
—¡Mire, señor Jaken! —señalo Rin hacia el tronco de un árbol—. Ahí está el nido de esos insectos.
Karin al notar los insectos acercándose hacia ellos, preparo su arco.
—Rin, ponte detrás de mí y agacha la cabeza —indico ella mientras lanzaba una flecha eliminando varios insectos. A su lado, Jaken usaba su báculo de dos cabezas para eliminarlos.
—Que insectos tan molestos —dijo Jaken.
—Por una vez, estamos de acuerdo en algo —Karin lanzo rápidamente dos flechas de forma consecutiva—. Rin, mantente aun agachada.
La situación empeoraba cuando más insectos salían del panal, he iban en dirección donde se encontraba Karin y Jaken.
—Merde! (¡Mierda!) —insulto la azabache al ver más insectos acercarse.
—Agáchense —escucho decir a Sesshomaru y cuando Karin se dio vuelta se horrorizó al ver su espada brillar con intención de atacar en la dirección donde se encontraban ellos. Se lanzó al suelo mientras abrazaba a Rin con intensión de protegerla. Segundo después, vio el ataque de la espada desintegrar a los insectos mientras el árbol donde estaba el panal caía.
—¡Muchas gracias, amo bonito!
—¡Muchas gracias, señor Sesshomaru!
Karin frunció el ceño.
«No pienso agradecerle.»
Sin previo aviso unos insectos picaron a Jaken y mientras estos se alejaban, Sesshomaru los siguió.
—Rin, quítame los aguijones —pidió Jaken con dolor mientras Karin hacia muecas podía sentir su dolor desde la distancia.
—Lo siento, señor Jaken —se disculpó Rin, viendo que no pudo sacar los aguijones ya que se había incrustado muy en el fondo del brazo.
La joven de ojos azules esta vez sintió pena por el sapo y pensó la forma de ayudar con sus conocimientos básico en medicina. Sin embargo, no podía pensar con claridad por los gritos de este diciendo que no moriría por Rin sino por su amo para luego quedar acostado en el suelo.
—¿Hay algún antídoto para el veneno? —pregunto Rin preocupada.
—No te preocupes, Rin —dijo Jake aun en el suelo—. Quiero confesar que he sido feliz viajando con el amo Sesshomaru. Si muero no me arrepentiré de nada —declaro con lágrimas en los ojos—. Dile al amo Sesshomaru que estaré rezando por el dónde quiera que me encuentre y que nunca lo olvidare —y dicho esto cerro los ojos mientras Rin entraba en llanto.
Karin rondo los ojos por lo dramático que era y por haber hecho llorar a Rin.
—¡Ya deja de traumar a la niña! —exclamó ella mientras se acercaba a Jaken—. Buscaremos la forma de curarte mientras tu esperas como un buen sapito, si esos aguijones son venenosos tardaran un buen rato a que haga efecto el veneno por lo que tenemos tiempo —explico ella—. Si sabes de algún antídoto confiesa ahora.
—Haremos lo que usted nos diga —dijo Rin con lágrimas en sus ojos.
—¿Enserio, harían eso por mí? —Jaken miro a ambas humanas con lágrimas en los ojos.
Tanto Karin como Rin se encontraba montadas en Ah-Un yendo a buscar el antídoto que les había indicado Jaken. El pequeño demonio había mencionado que fueran en dirección al este donde encontrarían un campo de hierbas medicinales de un tal Jinenji y que le pidieran la semilla de la planta milenaria.
Cuando llegaron al campo de hierbas medicinales, el lugar estaba desierto. No había nadie por los alrededores, asique simplemente se acercaron a la cabaña esperando que los dueños de lugar estuvieran ahí.
—Disculpe —dijo Rin con cierta timidez mientras se asomaba junto con Karin en el umbral de la cabaña.
—¿Quiénes son ustedes? —pregunto la mujer mayor mirando con recelo a las dos chicas, sobre todo a la que tenía ojos azules.
—Cálmese —intervino Karin—, buscamos a Jinenji.
—Lo siento, hoy Jinenji no vera a nadie —dijo la mujer—. Mejor márchense.
Karin frunció el ceño.
Ante lo dicho por la mujer, Rin miró un bulto escondido debajo de una sábana y suponiendo que allí podría estar Jinenji, no pudo quedarse callada.
—¿Jinenji estás ahí, verdad? —pregunto ella haciendo que Karin la mirara y luego al gigantesco bulto—. Escúchame, por favor, necesitamos la semilla de la planta milenaria.
—Jineji, ¿serias tan amable de ayudarnos? —preguntó Karin hablándole al bulto.
—Hay alguien agonizando porque recibió una gran cantidad de veneno —explicó Rin.
—Lo lamento mucho —dijo aquella voz saliendo del misterioso bulto—, pero en este lugar no hay tal semilla. Váyanse, por favor.
—¿Por qué no sales de ahí? —pregunto Rin confundida mientras que Karin se hacia la misma pregunta.
—Solo eres una niña, no creo que lo entiendas —contesto la mujer mayor—. Jinenji es un medio demonio como la chica que está a tu lado.
La aludida suspiro con cansancio que ella no era una hibrida. Luego notó dos ojos asomarse por debajo de la sábana viendo un brillo de curiosidad.
—No soy un medio demonio, soy humana y sacerdotisa —explico pacientemente.
—Una sacerdotisa no tiene ese color de ojos —cuestiono la mujer la mayor.
—Volviendo al tema. ¿Por qué, Jinenji, se oculta? —pregunto Karin intentado cambiar de tema—. Conozco un medio demonio, dudo que Jinenji me intimide.
—De vez en cuando toma una apariencia humana y se siente indefenso —explico la mujer mirando a su hijo—. No quiere que nadie lo vea con su apariencia humana.
—Por favor, dinos donde encontrar esas semillas —insistió Rin.
Karin miró con ternura a Rin, ella era muy noble por intentar ayudar a Jaken cuando este no mostraba ser amable. Claro que presentía que el sapo se había encariñado con la niña y que nunca lo admitiría.
—La planta milenaria suele usarse como antídoto en demonios —revelo la mujer—. ¿Estas tratando de salvar a un demonio?
Rin asintió.
—¿Estás enamorada de ese demonio?
Karin dejó de respirar al escuchar las insinuaciones de aquella mujer mayor, su niña aún era pequeña para que conociera el complicado asunto de lo que era el amor. Por lo que rápidamente se acercó a esta y le tapo los oídos mirando a la mujer con advertencia.
—¿Amor? ¿Qué es eso? —pregunto Rin inocente mientras se dejaba tapar los oídos por Karin.
—Díganos donde podemos encontrarla, necesitamos ayudar a nuestro amigo —dijo Karin enfatizando la última palabra.
—¿Y tú estás enamorada de un demonio? —La mujer miró con interés a Karin, la joven a pesar de su extraña vestimenta, ya estaba en edad para casarse.
«Señora, estamos apuradas.»
La pregunto hizo que la azabache se quedara recalculando por unos segundos y de pronto, Sesshomaru vino a su mente.
—Nunca va a pasar —contestó ella rápidamente.
En ese momento, Jinenji intervino.
—Madre, esa chica y la niña me recuerdan un poco a Kagome.
—Aquella chica —dijo la mujer y miro a amabas chicas—. Tienes razón.
—¿Conocen a mi hermana, Kagome? —Karin los miro sorprendida.
—¿Ella es tu hermana? —La mujer se encontraba también asombrada por la coincidencia.
«Que coincidencia». Pensó Karin que su hermana estuvo en aquel lugar en donde ella se encontraba en ese mismo momento.
«¡La maldita planta tenía que crecer en el barranco de una montaña! ¡No podía nacer en un lugar más fácil como al lado de un lindo árbol! No, es un maldito barranco». Se quejó Karin internamente mientras tenía su arco preparado, ya que Jinenji le había advertido que en ese lugar estaba infestados de monstruos.
—Rin, ponte detrás de mí —dijo ella, al ver, tantos monstruos de apariencias horribles. Algunos tenían la apariencia de una araña como otro de un ciempiés gigante, causando que un escalofrió recorriera su espalda.
Lanzo varias flechas mientras que Ah-Un la ayudaba un poco haciendo que todos los monstruos quedaran exterminados.
—¡Gracias, Ah-Un! —agradeció Rin.
—Ah-Un, si pudiera los llevaría a mi casa —dijo Karin mirando al dragón, se había encariñados con ellos y si fue ella los adoptaría, lástima que su dueño fuera Sesshomaru.
Caminaron por varios segundos más, mientras miraban el dibujo de la planta que le habían dado Jinenji y su madre.
—Mire, señorita Karin —señalo Rin hacia arriba de una montaña—. Ahí está la planta.
Karin se encontraba incrédula que la planta que encontraba arriba de ellas y que había que escalar la maldita montaña para conseguirla.
—C'est une blague, non? (Es una broma, ¿no?).
Es ese momento, más monstruos aparecieron. La azabache no podía proteger a Rin e ir por planta al mismo tiempo y tuvo que recurrir a Ah-Un.
—Ah-Un —llamo Karin al dragón—. Llévense a Rin —dijo mientras subía a la niña al lomo del dragón.
—No, señorita Karin, no quiero dejarla —se negó Rin—. Ah-Un, protejan a la señorita Karin —y dicho esto el dragón ataco a los monstruos que intentaba atacar a la azabache.
Por otro lado, Karin respiro hondo y comenzó a escalar la montaña. Era realmente ilógico que ella estuviera haciendo eso sin ningún equipo de seguridad. ¡Ella no era alpinista! Solamente escalaba sujetándose de algunas rocas sobresalidas. Y la situación no mejoraba cuando escuchaba los ataques de Ah-Un cerca de ella, por lo que, si miraba detrás de ella seguramente vería los monstruos intentando atacarla.
«Si sobrevivo a esto, Jaken será mi esclavo.»
No faltaba mucho para que ella llegara a la planta y cuando, por fin, la consiguió; la zona donde se encontraba ella comenzó a desintegrarse causando que ella cayera cuesta abajo.
—¡Señorita Karin! —gritó Rin aun subida en Ah-Un.
«Ah-Un está muy lejos para que me salve». Pensó Karin mientras caía sujetando la bendita plata por la que estaba a punto de dar la vida. «No quiero morir, no quiero morir, no quiero morir». Cerró los ojos mientras que lo único que ella pensaba era en su familia.
Estaba confundida, se suponía que ya tenía que estar estrellada contra el suelo y no había que ser un genio para saber que una caída no tardaba tanto en ejecutarse.
Cuando abrió los ojos se encontró con un par de ojos ámbar y cuando se dio cuenta, ella se encontraba en los brazos de Sesshomaru. Dejo de respirar, no creía que este la salvara; era más probable encontrárselo en el infierno a que él hiciera un acto heroico.
El silencio incómodo era palpable mientras ambos se miraban fijamente.
—Sabes, estaba dispuesta a morir —dijo y luego se arrepintió por lo dijo, ya que su estupidez hablaba por ella—, pero si haces cosas como esas, terminaré por enamorarme de ti —bromeó. Otra pésima elección de palabras. Rápidamente se bajó del estilo nupcial en la que la sostenía Sesshomaru a por miedo que este la lanzara del barraco que había a su lado—. ¡Bromeo, bromeo! No lo dije enserio, jamás pasara —se justificó rápidamente.
«Ahora sí quiero morir.»
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¡Hasta el próximo capitulo!
