Con trabajo continuó su jornada laboral en la empresa una vez David se había marchado, pero no podía dejar de pensar en él, en cuánto lo amaba, en todos los momentos que pasaban juntos, en lo feliz que se sentía cada vez que escuchaba su voz, en cómo su cuerpo reaccionaba cada vez que estaba cerca de ella, en la desesperante necesidad que sentía por cubrir sus sentidos de su tan varonil aroma enriquecida por esa colonia que ya amaba, cerró los ojos y los recuerdos de sus sueños llegaron a su mente, el sabor de sus labios sobre los de ella, el arrebato de sus manos explorando cada rincón de su cuerpo, las reacciones de su piel con el simple tacto de sus dedos incendiándola en su recorrido, movió la cabeza de un lado al otro, negándose a aceptar la verdad, cubrió su rostro con sus dos manos cuando sintió la humedad de sus ojos, aquellas lágrimas eran como la sangre que brotaba de su corazón al saber que no podía decirle la verdad por el terror que le daba saberse no correspondida, por el gran miedo de perder su amistad, pues si eso ocurría, tenía la certeza de que moriría sin tenerlo en su vida, prefería continuar amándolo en silencio porque de ninguna manera, lo quería lejos.

Sus pensamientos terminaron con la apresurada entrada de su hermana por la puerta de la oficina, "¡hermanita, tenemos que celebrar!", ni siquiera pudo secarse las mojadas mejillas, "¿Regina?", frenó su impulso al verla sollozar y nerviosa por su presencia, "¿sucede algo?", negó sin hablar, mentiría si alguna palabra se atrevía a salir de sus labios, "esa carita me dice todo lo contrario", llegó hasta ella y la rodeó con sus brazos, "¿ocurrió algo con David?", rió entre dientes por la ironía de la pregunta.

"mejor dicho, ¿qué no ocurrió con David?", de inmediato, las piezas del rompecabezas, encontraron su lugar, su hermana no se derrumbaba de esa forma por otro motivo que no fuera por ese absurdo en el que ella misma se empeñaba en sostener.

"te propongo algo", había prometido no interferir en sus decisiones, "vamos a la mansión, nos cambiamos de ropa y corremos en el parque aprovechando la claridad de la tarde, así te distraes", una idea maravillosa, porque no hubo ni respuesta, entre las dos, cerraron la oficina, salieron de la empresa e hicieron exactamente lo que la pelirroja había propuesto.

Minutos más tarde, la voz de Regina se escuchó en el terreno del parque a una distancia considerable de su hermana, "¡apresúrate, Zelina!", habían corrido por más de quince minutos y ella en el primero ya quería rendirse.

"¿de dónde sacas tanta resistencia?", preguntó con dificultad, el aire le faltaba, se sentía sofocada.

"no se vale rendirse", la retó, pretendía que le siguiera el paso, pero estaba comenzando a desistir de esa idea.

"continúa tú…aquí te espero", cerca de ellas, había un banco donde se sentó sosteniendo su abdomen, la punzada en su estómago no la dejaba hablar.

"de acuerdo", detuvo su paso y se sentó a su lado en el banco.

"creo no poder continuar con estas rutinas", advirtió.

"te lo pierdes", se apoyó con sus dos manos al borde del banco a disfrutar de una brisa que en ese momento refrescó sus sofocados y agotados cuerpos, cerró los ojos ante la tan reconfortante sensación.

"por esa expresión de tu rostro, podría hacer un esfuercito la próxima vez que se me ocurra la brillante idea de traerte a correr", logró su objetivo, ver a su hermana sintiéndose tan libre, luciendo menos estresada, la llenaba de orgullo.

Regina abrió los ojos y la miró sabiendo el significado de sus palabras, su hermana se jactaba por ser la responsable de su cambio de humor, decidió hablar de otro tema, "mejor cuéntame el motivo de tu alboroto", recordó su forma tan inusual de irrumpir en la oficina.

"hoy di el primer paso para lanzar mi candidatura", esa sí que era razón para hacer una gran fiesta.

"te felicito mi hermanita", la abrazó mostrándole su entusiasmo por la noticia.

"mamá y papá ya lo saben, pero quería decírtelo antes de…", la otra parte de la conversación no era tan agradable para ella, "los compadres de papá están invitados a la cena esta noche", cuando fueron a cambiarse anduvieron con tanta premura, ni por enteradas se dieron de los preparativos en los que Cora estaba inmersa.

"ni pregunto si nuestra amiga vendrá, conozco la respuesta", a Zelina no le quedó otro remedio que asentir con la cabeza, "te invito a tomar un helado", refrescaría los ánimos.

La pelirroja fue la primera en levantarse, le extendió la mano a su hermana y así prendidas una de la otra, caminaron hasta el puesto de helados, donde las aguardaba una larga multitud esperando para comprar helado.

"¿cómo van los preparativos para la feria?", cuestionó Zelina.

"hoy terminé los diseños que presentaremos", quedaron tan hermosos que hasta ella misma se sorprendió con el resultado final.

"¿cuándo se van?", tenía que hacerle un interrogatorio, no acostumbraba llevar el trabajo fuera de la oficina.

"David se encargará de ese tema, pero la feria comienza el próximo lunes", los vendedores de helado apresuraron su trabajo y en lo que menos imaginaron, casi era su turno.

"los extrañaré", dijo con honestidad, al rubio le encantaba hacerlo rabiar con sus comentarios subidos de tono, pero era su amigo, lo quería mucho, y a su hermana, bueno, a ella la amaba más de lo que admitía.

"es solo una semana en Italia, no es para tanto", consideraba que exageraba con su frase.

"el escenario perfecto para pasarse una linda luna de miel", comentó, arriesgándose a recibir un severo castigo por ello.

La sangre le recorrió las venas a altas velocidades motivadas por la furia que ese comentario le provocó, "nad…", el vendedor de helado impidió que una catástrofe ocurriera.

"¡siguientes!", Zelina sintió un profundo alivio, el señor sin saberlo, la salvó de la guillotina.

"dos helados de manzana, por favor", habló con tanta amabilidad que se desconocía.

"gracias", Regina pagó la cuenta, ambas degustaron de su helado en absoluto silencio, pero el ambiente incómodo no le gustaba para nada, por eso, habló, "nos imagino en una góndola en Venecia, tomados de las manos, sonriéndonos como dos niños", debía darle la razón a su hermana, "también añoro besarnos en medio del Coliseo", sonrió por el capricho de su imaginación, el resto se lo reservaría.

"conozco esa risa malvada", la veía con intenciones de no contarle lo que estaba fantaseando.

"lo besaría con tanto amor que los mismos emperadores temblarían en sus tumbas", Zelina tosió por la dimensión de su ilusión, la creía capaz de eso y de mucho más.

"te falta decir que te casarías bendecida por el Papa", sus carcajadas fueron tan altas que contagiaron a la pelirroja, su conexión era tal, que precisamente en eso estaba pensando, le daba la razón totalmente, ella era una de las pocas personas que conocían su corazón a la perfección.

"entremos a la casa", la mansión apareció ante ellas.

"sí, que tienes que prepararte para la llegada de tu ilustre rival", el sarcasmo era su segundo nombre, abrieron la puerta, Henry ayudaba a Cora en la cocina y ni advirtieron su llegada, se aprovecharon para ir a sus habitaciones.

Un mensaje no leído de David, activó la notificación de su celular cuando se disponía a quitarse la ropa y entrar al baño, te extraño con cada fibra de mi ser , la sonrisa no se la quitó nadie de su rostro en ese momento, su corazón brincó de la emoción y su cuerpo entero, le recordó la dimensión de su amor por él, se dejó caer en la cama con desgano, quería leer el mensaje millones de veces antes de privar sus ojos de la belleza de tan cortas palabras.

Después de pensarlo detenidamente, decidió corresponderle el gesto, te mando un beso para que te haga compañía , fue el contenido de su mensaje, aunque hubiera querido teletransportarse y darle ese beso personalmente, suspiró con añoranza, esperó que el celular le diera la comprobación de entrega y entró a bañarse.

Los arreglos en las tuberías del gas tardaron alrededor de tres horas, incluso, llegó a pensar que esa noche no podría cumplir con la promesa hecha a Regina, pero, la suerte lo acompañó gracias al poder de su mente, como a las siete de la noche se había quedado solo en el departamento, se refrescó con una ducha caliente, preparó una ligera cena, se sentó frente a su ordenador portátil, había recibido varios correos, uno del comité organizador de la feria donde le explicaban detalladamente el programa del evento, los documentos que debía entregar y algunos otros asuntos relacionados con el negocio de la joyería, también recibió otros dos, con la confirmación de la reserva del hotel donde se hospedaría con Regina durante esa semana y la aerolínea le notificó que la compra de los boletos de avión fue exitosa, con esos trámites resueltos, tenía medio camino recorrido para que ese viaje fuera perfecto, aunque había algo que de verdad lo haría infinitamente excepcional y era, precisamente, lo único que no podría tener, o mejor dicho, a quien no podría tener, involuntariamente, le dio riendas sueltas a la imaginación, se vio caminando por las calles de Italia tomado de las manos con Regina, regalándole las más tiernas de las sonrisas, los más amorosos abrazos y los más inolvidables besos de amor, qué diferente sería todo si ella lo amara tan intensamente como él, su mente no paraba de repetir esas palabras, de pronto, se le ocurrió una idea, tomó su celular, tecleó un mensaje, lo envió, se acostó en el sofá con la ilusión de que en algún momento recibiría la respuesta, nunca llegó.

Los segundos se transformaron en minutos, el cansancio del día lo hizo caer en un sueño profundo, " ring, ring", sonido que lo despertó sobresaltado, había recibido la tan ansiada respuesta, una sonrisa iluminó sus ojos al leer, se puso la mano encima de sus labios, imaginando a Regina entrando por la puerta para darle ese beso que acababa de enviarle, incluso, saboreó sus labios con la punta de su lengua, tenerla en sus brazos era su gran anhelo, resignado, apagó el ordenador, se cambió de ropa, salió del departamento, condujo hasta la florería, compró una rosa roja y condujo nuevamente, esta vez hasta la mansión Mills, la que encontró demasiado animada, estacionó el auto en un lugar donde no podía ser visto, inadvertido, trepó los muros que conducían a la habitación de Regina, se coló por la ventana y se sentó en la cama a esperar su llegada.

La felicidad de sus padrinos animó la cena, la empresa de vinos de Leopoldo celebraba la exitosa exportación de una nueva marca dirigida por Eva, desde su casamiento, mostró interés por el negocio y él le dio la oportunidad de explorar sus habilidades administrativas, no se arrepentía, resultó ser de mucha utilidad durante todo ese tiempo.

"esta celebración incluye probar nuestro ya famoso vino Blanch", anunció Eva cuando conversaban animadamente en la sala de la mansión y había llegado la hora del brindis, ayudaba a Cora con la repartición.

"¡salud!", levantaron las copas al mismo tiempo y brindaron con entusiasmo.

"necesito conversar contigo", Mary Margaret, ignoró las risas y las charlas, debía aclarar el mal entendido con su amiga.

"vamos al estudio", la sala estaba tan animada que nadie resaltó su ausencia cuando ambas abandonaron la escena, "ya estamos solas", sabía de lo que trataría la misteriosa conversación, por eso apresuró el proceso.

"debo disculparme contigo por mi actitud del otro día", se sentía tan avergonzada que ni le dirigía la mirada.

"hemos sido amigas durante muchos años, Mary", debía aclarar varios puntos, por eso, se sentó en el cómodo mueble del estudio, "hace mucho tiempo que supe sobre tus sentimientos hacia David", era cinco años más joven, pero no era ingenua.

"no lo pude evitar, es tan apuesto", el comentario se le salió del alma.

Ella conocía muy bien esa reacción, la experimentaba a diario al verlo, la única diferencia entre ellas dos era, que su amor por David estuvo en su corazón desde que tuvo uso de razón, ella lo miró con ojos de mujer durante sus años de universidad.

"¿recuerdas que lo odiaba cuando éramos niños?", sonrió por el recuerdo.

"perfectamente", cómo olvidarlo, muchas veces se enojaba con ella, por burlarse del rubio, sus aires de niñita de la alta sociedad no le permitían fijarse en la verdadera belleza del tan insignificante muchacho.

"¿entonces?", cambió la conversación.

"¿qué?", respondió con una pregunta.

"¿amigas?", nunca la consideró su enemiga.

"amigas", afirmó, salieron del estudio y al llegar a la sala, las esperaban, sus padres al parecer, ya se iban.

Las despedidas fueron breves, la familia Blanchard se retiró a su casa, mientras que los Mills, trabajaron en equipo para dejar la mansión impecable, apagar las luces y retirarse a descansar.

"¿dime que estás aquí?", con cuidado de no levantar sospechas, se apresuró a entrar a su habitación.

"sí", se dejó ver por la claridad de la noche.

"¿te hice esperar mucho?", se acercó a él.

"no", tomó sus manos entre las suyas y las besó, "así hubiera tenido que esperar una eternidad, de aquí no me hubiera marchado", la atrajo a un abrazo donde ambos participaron, ella hizo un círculo alrededor de su cuello y él rodeó su menudo cuerpo con sus largas manos, "mi florecita", soltó el sobrenombre en medio de un suspiro enamorado.

"quédate esta noche", le habló al oído haciéndolo cerrar los ojos por la sensación de su aliento encima de su piel.

David lo estaba considerando seriamente, pero la cordura habló por él, "no debemos", las palabras salieron a regañadientes, por supuesto que quería dormir con ella, no se podía mentir.

"¿quién lo dice?", se apartó un poquito para mirarlo.

"los padrinos…", debía respetar, también estaba el tema de que no había entrado a la mansión como una persona normal, si no, como un fugitivo.

"¿al menos hasta que me quede dormida?", sus súplicas lo hicieron temblar de la emoción.

"luego me iré", le apuntó con el dedo, entendió la advertencia, debía prepararse para no verlo al amanecer, ahora, tenerlo a su lado al menos por varias horas, era más que suficiente.

"me cambio y enseguida regreso", mientras ella entró al baño, se dedicó a preparar la cama, dobló la sobrecama y la colocó en el pequeño sofá de la habitación, extendió la sábana, encendió la luz de la mesita de noche, parecía un esposo amoroso atendiendo a su mujer amada, sonrió entre dientes por lo gracioso de su pensamiento, el que se interrumpió por el sonido de la puerta del baño apareciendo frente a él, la figura de Regina, la miró desde arriba hasta abajo, llevaba un corto y fino vestido de satín, acompañado por un largo camisón del mismo tejido, el que cubría sus hombros y parte de sus piernas, intentaba atarlo a su cintura, pero no pudo terminar porque se quedó totalmente paralizada al encontrarse todo listo.

"esto es tuyo", le dio la flor, y comenzó a quitarle el camisón, escurriéndolo por toda la extensión de su cuerpo lentamente hasta quedar en el suelo, prácticamente olvidado.

"tan bella como la de anoche", mientras él se dedicaba a despertar todo tipo de sensaciones en su cuerpo, ella aspiraba con profundidad, el aroma de la rosa.

"y tú estás más bella que anoche", tomó su mano, la llevó a la cama, la dejó acomodarse, colocó la sábana encima de su cuerpo, dejó la rosa en la mesita de noche y se acostó de lado con los pies fuera del colchón, aún tenía los zapatos puestos.

Aprovechándose de su calor, Regina utilizó su brazo como almohada, se viró de lado y se abrazó a él dejando la blanca sábana olvidada a un lado de la cama, "hazme cosquillas", esa petición no se la esperaba, ella odiaba las cosquillas, indeciso, emprendió un lento movimiento con la punta de sus dedos en sus espaldas cubiertas por el fino vestido de dormir, erizando la piel a su paso, "mmm", escuchó el sonido de satisfacción más hermoso que hubiese escuchado en su vida, señal de que ya estaba profundamente dormida.

No detuvo su tarea, una canción muy hermosa y especial vino a su mente, comenzó a tararearla, " quiero en tus manos abiertas buscar mi camino y que te sientas mujer solamente conmigo, hoy tengo ganas de ti, hoy, tengo ganas de ti", la interpretaba Alejandro Fernández, era de sus preferidas en su lista de reproducción, cada vez que la escuchaba le daban muchos deseos de cantársela, por eso, se aprovechó de que no podía escucharlo y continuó, " quiero apagar en tus labios la sed de mi alma y descubrir el amor juntos cada mañana, hoy tengo ganas de ti, hoy tengo ganas de ti", los ojos se le cristalizaron, cada palabra era como la confesión de sus más profundos sentimientos.

Un toque en su hombro casi le provoca un infarto, giró la cabeza para ver frente a él, a Henry con un dedo encima de sus labios, tuvo que tragarse el llanto, esa presencia allí lo intimidó.

"padrino", el corazón le palpitaba con rapidez en el pecho, lo habían atrapado haciendo algo incorrecto, "enseguida me voy", con cuidado apartó el cuerpo de Regina de encima del suyo y se levantó de la cama tan ligero como una pluma.

El señor mayor solo lo observaba sin emitir sonido, su lenguaje fue no verbal, al indicarle con la mano, que lo siguiera y que hiciera silencio, tragó con mucha dificultad, caminó detrás, preparándose para recibir el más severo de los discursos.

"aquí tienes", lo guió hasta su habitación, abrió el closet, sacó un pijama, se lo entregó, "para que duermas cómodo", las gotas de sudor las sentía resbalar por sus espaldas, "hasta mañana, hijo", se quedó paralizado frente a él, "tienes mi autorización para dormir con Regina, no hoy, si no, todas las noches que quieras", parecía que era eso lo que necesitaba, lo vio alejarse hasta la puerta, había algo que no podía dejar de mencionar, por eso, lo siguió y habló en susurros, "el día que mi hija escuche de tus labios, esa canción se volverá loca", tenía que respetar su privacidad, pero no se pudo contener, al verlo cantarle con ese amor tuvo que actuar.

"¿escuchó?", seguía temblando del miedo.

"todo", intentaba darle seguridad y confianza.

"perdón", apenado y avergonzado se disculpó.

"no me pidas perdón por amar a Regina con esa intensidad", parecían fugitivos hablando así, Cora dormía, su conversación podía despertarla.

"gracias, padrino", salió de ahí como una flecha, se detuvo en el pasillo, respiró para recuperar el espíritu que había visto apartarse de su cuerpo al ver a Henry parado detrás de él en la cama de Regina, cuando se sintió listo, regresó a la habitación, se cambió, y se acostó cómodamente junto a ella, quien como siempre, aún en sus sueños, se fundió a su cuerpo atrapándolo en la prisión más tierna y hermosa de todas, por momentos como esos, era capaz hasta de cometer el delito de amarla para siempre, para estar preso de sus brazos, de su aliento y de la paz que irradiaba cuando dormía, se dejó llevar por la satisfacción de estar ahí con ella y se quedó dormido.

En la mañana, Regina abrió los ojos con la primera claridad del día, pestañó varias veces para quitarse el sueño del rostro, se sorprendió al darse cuenta de que debajo de su cuerpo no estaba la cama, si no, el fuerte y atlético cuerpo de…, "¿David?", con la voz todavía ronca por el sueño, cuestionó con tal asombro que terminó despertándolo.

"buenos días, florecita", estaba acostada encima de él completamente con sus pies enredados a los suyos, sus corazones latiendo a un mismo compás y su cabeza ya levantada por el asombro de la posición casi vergonzosa en que habían amanecido, casi.

"¿te quedaste dormido?", celebraba por eso, pero no podía ser tan evidente.

"no", inclinó su cabeza y besó su frente, "tu padre me dio el consentimiento", informó, "le tomé la palabra…", hizo un gesto de obviedad con sus manos, "aquí estamos", acariciaba sus espaldas y su cabello, le suplicaba al reloj, una vez más, para que dejara de caminar, algo imposible, lo sabía, pero las esperanzas eran lo último que se perdía.

"¡ahhh!", exclamó con rabia, "¡cuánto quisiera no tener que ir a la empresa!", besó su pecho y recostó la cabeza debajo de su barbilla, sentía su respiración acelerada, la molestia que acababa de exteriorizar le daba una idea de cómo debía sentirse.

"si quier…", intentó hablar, lo calló con sus manos.

"no hables, por favor", le hizo caso a su pedido, pero había un simple detallito del que se había olvidado, la solemnidad del momento despertó sus instintos masculinos, ¡oh!, ¡qué vergüenza!, sus nervios le nublaron el juicio.

"florecita", la llamó bajito.

"mm-hmm", respondió con desgano.

"es tarde", empezó desde abajo, "el trabajo", resaltó la entonación de la palabra y es que se sentía abrumado, por lo que le ocurría.

"ya va", con pereza, se apartó de él, estiró su bello y pequeño cuerpo a su lado, se sentó a observarla, también quería evitar que se diera cuenta, aunque dudaba que no lo supiera ya, "¿contento?", lo miró en cuanto comenzó a registrar las gavetas del closet en busca de la ropa que usaría ese día.

"me voy", ¿escuchó bien?, creía que no.

"¿cómo?", quería asegurarse.

"está bien Regina Mills, bajaremos juntos a desayunar", satisfecha, entró al baño, tardó solo minutos, cuando salió, se encontró el cuarto arreglado y David la esperaba sentado en la esquina de la cama, en silencio, comenzó a maquillarse, a peinarse, a ponerse los aretes, a echarse perfume, verla empeñada en su arreglo le causó admiración.

"¿cómo me veo?", cuestionó como una niña chiquita.

"preciosa", abrió la puerta, se prendió de su brazo, bajaron las escaleras, llenos de alegría.

"¿así que, a ese invitado era a quien se referían?", Zelina preguntó, llevaba algunos minutos intentando descubrir quién era la persona que desayunaría con ellos, "David no es invitado en esta casa", comentó como algo normal.

"acostúmbrate hermanita, lo verás más seguido aquí en las mañanas, ¿cierto, papi?", se dirigió a Henry quien asintió con una sonrisa.

"no entiendo nada", protestó Zelina, inconforme por lo que ocurría.

"nada que entender, hija", agregó Cora, "desayunemos, se enfriará lo que preparé", desayunaron como una familia de verdad, luego cada cual salió de la mansión para atender sus funciones rutinarias.

Regina tenía razón, los próximos días, David continuó trayéndole flores y ella terminaba convenciéndolo sin mucho esfuerzo, para que durmieran juntos, al otro día se iban para la empresa juntos, comenzó a dejar algunas piezas de ropa en su habitación, le serían muy útiles.

El día de la partida llegó muy pronto, toda la familia quiso formar parte de la despedida, los acompañaron al aeropuerto, estuvieron con ellos hasta la hora del embarque, comprobaron la legalidad de sus documentos, subieron al avión, donde, por supuesto, viajaron uno del lado del otro.

Arribaron a Vicenza luego de más de medio día de viaje, se respiraba un ambiente de entusiasmo, las calles tan transitadas se lo demostraron y aún no comenzaba la feria, un taxi los dejó en el hotel, en la recepción los atendió un muchacho muy correcto y profesional, el bell boy los acompañó hasta el ascensor.

"no entiendo qué ocurrió, reservé dos habitaciones contiguas", protestó David.

"debemos entender, es un evento donde vendrán prestigiosos diseñadores de todo el mundo", realmente a ella poco le importaba ese detalle, si quería dormir con él, bajaba las escaleras y se colaba en su cama.

"pero fui específico con eso", seguía inconforme.

"te propongo un paseo por el lugar, ¿qué opinas?", le dio un golpe bajo.

"qué poder tienes para manipularme", sonrió, "estoy demasiado cansado", le dolía negarle algo.

"mañana será", el ascensor se detuvo.

"nos vemos florecita", besó su mano y se fue, ella continuó, su parada era en la planta de arriba.

Al llegar a su habitación, se puso a pensar en lo ocurrido con las habitaciones, algo no andaba bien, ignoró sus presentimientos, se instaló como en casa, el aburrimiento la rindió y se acostó a descansar.

En la mañana se encontraron en el restaurante para desayunar, "perdón por no darte las buenas noches", se excusó David.

Ella se levantó temprano pues como la inauguración de la feria era en la tarde, seguía empeñada en recorrer hasta el último rincón del lugar.

"estabas cansado", lo justificó.

"¿lista para nuestro paseo?", estaba dispuesto a enmendar su respuesta negativa del día anterior.

"contigo, siempre", terminaron el desayuno, la aventura comenzó.

En aquel gran boulevard, se encontraron con todo tipo de galerías luciendo las más bellas joyas, había una que solo exponía anillos, otra, adornos para el cabello, así sucesivamente, cada una de ellas, exponía las diferentes variedades de la joyería y la orfebrería, se pusieron contentos al ver sus joyas a través de una vidriera, sabían que, como conclusión de la feria, se efectuaría un desfile, donde las modelos caminarían a lo largo del boulevard luciendo las piezas que resultaran más populares durante esos días.

Llevaban toda la mañana caminando por las calles de Vicenza, era la hora del almuerzo y David la invitó al primer restaurante que encontraron, "la comida italiana es lo mío", se notaba, ya se había comido una pizza él solito.

"¿viste qué hermosas lucían nuestras joyas en esa galería?", se le notaba el entusiasmo.

"estás disfrutando esta feria, ¿verdad?", sus ojos le hablaban en el silencio.

"mucho", estar ahí había sido un sueño para ella.

"prometo hacer de estos días una aventura inolvidable", hizo esa promesa con plena seguridad.

"imagino que con esas dos pizzas no comas nada más hasta la noche", si un día se casaba con él, se gastaría una fortuna en su alimentación.

"en dos o tres horas", negó con la cabeza porque era imposible con el tema de la comida.

Fueron de regreso al hotel, allí Regina hizo una videollamada con su hermana, Cora y Henry se sumaron también, estuvieron conversando varias horas, les contó todo, quería compartir con ellos, ya que no podían estar ahí con ella.

Los próximos días transcurrieron así, la afluencia de personas aumentó, en las noches el boulevard se animaba con la iluminación de las calles y las conversaciones de los visitantes, ellos no se separaban inventando cualquier pretexto para salir del hotel y disfrutar del evento.

Era la sexta noche del evento, fecha en que se efectuaría la gran pasarela en el boulevard, David la esperaba en el lobby, "¿desea algo de tomar, señor?", ofreció amablemente una de las muchachas del servicio.

"no, gracias", fue amable también.

"¿espera a su esposa?", la pregunta lo tomó por sorpresa.

"y aquí estoy, ¿tardé mucho, amor?", en ese momento, Regina llegaba y para comprobar su coartada, le plantó un pequeño beso en los labios, limpiándole luego el resto de labial con sus pulgares, hacía días que se había dado cuenta de la manera que esa misma muchacha lo miraba, ese atrevimiento, colmó su paciencia.

"te esperaría una eternidad, solo por verte tan hermosa", su arrebatada reacción, lo dejó sin argumentos, pero debía seguirle la corriente, además, esta versión compulsiva de ella, le resultaba aún más atractiva.

"¿te gustó la sorpresa?", preguntó con altos niveles de coquetería.

La muchacha se dio cuenta de que su presencia entre ellos, estaba estorbando, decidió marcharse.

"no sabía esas dotes tuyas de leona protectora", ella tampoco, pero era él.

"los ojos se le salen de solo verte", se defendió.

"mujeres", dijo con burla.

"vamos esposo mío", tomó su mano con posesividad, estaba dispuesta a demostrarle al mundo, que ese hombre era de ella y solo de ella, aunque fuera en sus ilusiones.

Caminaron orgullosos por las calles, imaginándose que podía cansarse, eligió unos tacones medianos muy cómodos, un vestido blanco coctel corto, holgado, de media manga y hombros descubiertos, sus rizos cayendo libremente en sus espaldas, lucía hermosa, lo supo, por la reacción de David al verla, con disimulo, reparó su vestuario, al mismo tiempo que se debatía en reponerse del imprevisto beso que le dio, del que no habían hablado, pero a ella le encantó besarlo, por supuesto y lo haría mil veces más.

"cuando el desfile termine, tengo una sorpresa para ti", se empeñó en guardar el secreto, su esfuerzo fue en vano, a ella era imposible ocultarle algo.

"¿podemos saltarnos la actividad?", ya quería saber de qué se trataba la sorpresa.

Evitó responderle, él también quería ver su reacción cuando le mostrara lo que había preparado.

Llegaron al boulevard, tomaron asiento y esperaron que comenzara la pasarela, la decoración era excelsa, luces ambientaban el lugar, la bandera italiana ondeaba frenética, era como si estuviera llena de felicidad por lo que acontecía allí, minutos después, los presentadores dieron inicio al evento de la noche, las modelos comenzaron a pasearse por las calles, a la misma vez que describían la joya que exhibían, al final del desfile, hicieron un anuncio especial.

"damas y caballeros", el presentador llamó la atención de los presentes, "ha llegado el momento de anunciar las piezas más vendidas de la feria, con ustedes, el presidente del comité organizador", se hizo un silencio tenebroso entre la multitud.

"buenas noches a todos", aplausos interrumpieron la intervención, porque dos modelos salían luciendo, precisamente, las joyas diseñadas por Regina y David, "ante sus ojos, ¡el corazón del océano!, y ¡los ojos de la luna!", exclamó los títulos con júbilo al mismo tiempo que las ovaciones no cesaban, "conozcan a los diseñadores de la Joyería Nolan", los esperaban en el podio con un ramo de flores para Regina y unos pequeños premios de bronce con el logotipo de la feria, anunciándolos como los mejores diseñadores del mundo, les dieron su merecido homenaje.

Ninguno podía creerlo, pero era la verdad, hasta los hicieron fotografiarse con las muchachas modelos, para tener evidencias de tan importante acontecimiento, la alegría se les notaba, esa inesperada premiación fue inimaginable, pero no menos emocionante, además, que sumaría puntos a su trabajo, a partir de ahora, sus diseños serían reconocidos internacionalmente, pudiendo negociar con cualquier joyería del mundo.

"soy muy feliz, David", confesó en el camino de regreso.

"entonces tengo dos razones para considerarme el hombre más feliz del universo", la idea de inscribir su trabajo en la feria fue suya, sabía sobre la ilusión de Regina, quería que la viviera intensamente.

"gracias por hacer mi sueño realidad", no pudo evitar abrazarlo en señal de agradecimiento.

Ese abrazo fue tan especial, que ni se atrevió a decir nada, en su lugar la sostuvo con toda la intención de demostrarle lo mucho que significaba para él, sostuvo su cintura sin presionar el agarre, se dedicó a escuchar el silencio de la noche con ella tan cerquita, sintió esa potente electricidad recorrer su cuerpo y un impulso lo lanzó directo a sus labios, se detuvo, necesitaba su consentimiento.

Increíble, tenía los labios de David sobre los suyos y se sentía como en las nubes, pero no supo qué hacer, los nervios la traicionaron, llevaba añorando tanto ese momento, que cuando por fin se le hizo realidad, todo su ser, actuó en su contra.

"¡al fin te encontré!", una voz demasiado conocida para los dos, los apartó de inmediato.

"Mary Margaret, ¿qué haces aquí?", preguntó él, la molestia por su presencia fue más que evidente.

"¿no es obvio?, he venido a pasar unas vacaciones contigo", besó sus labios delante de Regina, quien no lo pudo soportar más, salió corriendo de ahí, para no continuar presenciando semejante escena.

"Regina, espera…", Mary Margaret le impidió que corriera detrás de ella.

"¿así es como tratas a una vieja amiga?, los enredos de su lengua fueron imposibles de ocultar.

"¿cuánto bebiste?", los había visto besándose en el hotel y su primer instinto fue ir al bar, ahogarse en la bebida, no podía creer que sus esfuerzos de perseguir al hombre que amaba, hubieran sido en vano.

"estoy perfecta", respondió tambaleándose, su equilibrio amenazaba con dejarla caer al suelo sin piedad.

"mejor te llevo, ¿dónde te hospedas?", debía ayudarla, ni modo dejarla en medio de la calle en su estado, su bondad le ganó al corazón que le gritaba lo mucho que deseaba ir tras Regina.

"en tu hotel, mi vida", pasó un brazo por detrás de su cintura y con dificultad lograron llegar al hotel, miró para todas partes, y ni señales de ella, se la imaginaba roja por la furia.

"buenas noches, señorita, por favor, ¿me entrega la llave de la habitación de mi amiga?", la recepcionista miró a Mary Margaret quien hacía solo minutos había ocasionado discordia en el bar del hotel.

"aquí tiene, es la habitación contigua a la suya", ya llevaba casi una semana allí, imposible que los empleados no lo conocieran.

"muy amable", tomó la llave, llevó a Mary a su habitación, la acostó en la cama, pensó que dormía y se dispuso a salir, pero el celular sonó, despertándola con el tono, "dígame…esta noche no será posible", eran las personas que contrató para prepararle la sorpresa a Regina, en la situación que estaba, dudaba poderla convencer de salir con él, ni hoy ni en un buen margen de tiempo, por eso canceló la bella cena en la planta alta del hotel, a la luz de la luna.

"¿era ella?", preguntó Mary Margaret entre sueños, "déjala, David, ven a dormir a mi lado, por eso hice que me dieran esta habitación", se quedó dormida otra vez.

Las personas pasadas de trago, no mentían, su confesión explicó muchas incógnitas, ahora lo entendía todo, se sentó en una silla al lado de la cama de su amiga, esperaría a que se le pasara la borrachera, allí lo sorprendió el sueño, otra cosa no podía hacer, porque no se le quitaba de la mente que casi besó a Regina, que estuvo a un pasito, a solo uno, de profundizar ese beso y que por la llegada de su invitada de última hora, no pudo cumplir con sus deseos.

"¿qué haces aquí?", claridad, eso fue lo que reflejó el tono de su voz al despertar y ver a David con la cabeza recostada a la cama.

"es lógico que no recuerdes", la incomodidad de su posición, fue lo peor, pudo haberse marchado, cierto, pero necesitaba, aclarar varias cositas con ella esa mañana, se acabarían los malos entendidos y las inesperadas apariciones de Mary Margaret en su vida, "estabas tan ebria anoche que no mediste las consecuencias de tus actos", le reprochó, su llegada arruinó lo que pudo haber sido una noche perfecta con Regina.

"te noto enojado", hizo un puchero para remorderle la conciencia.

"bravo es poco para lo que estoy", esclareció.

"¿te molestó que viniera sin avisar?", le daba pena ser tan duro con ella, pero era esa precisamente la razón de su falta de juicio.

"bastante", admitió, "tus sorpresivas apariciones en mi vida tienen que acabar", le exigió, sentía que se estaba pasando de la raya, por eso era mejor irse, "esta conversación no ha terminado", apuntó con el dedo y la dejó con la palabra en la boca, abrió la puerta y… ¡sorpresa!, Regina estaba afuera de su habitación, llamándolo.

"¿dormiste con Mary Margaret, David?", la noche anterior fue una tortura, se la pasó pensando que había sido una mal educada al marcharse sin previo aviso, intentaba disculparse y se encontraba con este panorama.

"Regina…no es lo que parece", se hizo chiquitico ante ella.

"¿con quién hablas?", Mary Margaret había escuchado la conversación, entonces vio la oportunidad perfecta para concretar sus verdaderos planes, "dile la verdad, cuéntale a tu mejor amiga, que dormimos juntos", lo miró suplicante, "¿por qué nos miras así?, ¿acaso impedí su luna de miel en Italia?", esa interrogante fue la gota que derramó la copa.

"con permiso", les dio la espalda, había visto y escuchado suficiente, presionó el botón del ascensor y se fue de allí sin mirar hacia atrás siquiera.

Esa mañana, su situación con Regina llegó a su límite final, ni Zelina lo podría ayudar esta vez, se enfureció tanto que se cegó, con fuerza tomó a Mary Margaret del brazo, entraron a la habitación y tiró la puerta haciendo semejante ruido que hasta él mismo se sobresaltó.

"¿por qué hiciste eso?", la mujer frente a él, temblaba del pánico por su reacción, "¡DIME!", gritó dañando su garganta en el proceso, "le hiciste creer a Regina que estamos juntos cuando no es cierto, ¿qué ganas con eso?", de la furia echaba humo por los oídos.

"la defiendes como si entre ustedes…claro es cierto y yo de estúpida no lo quise admitir", trató de mostrar valor, "¿cuál es la razón?", quería ver si de verdad era tan valiente para admitir la verdad.

"¿realmente quieres saberlo?", la intimidó con su tono de advertencia.

"sí", admitió.

"¡porque la amo!", ella lo pidió, "amo a Regina Mills desde que tengo memoria", las lágrimas de Mary Margaret fueron inevitables, "lo siento, Mary, pero esa es la verdad", su conversación se había terminado con esa confesión y dudada que, a partir de esa mañana, volvieran a ser amigos, aunque para serse sincero, eso le importaba en lo más mínimo.

Regina adelantó su viaje de regreso a Maine, el sueño de la feria de joyas, se había convertido en una broma de muy mal gusto, inmediatamente, salió de la habitación de Mary Margaret, llamó al aeropuerto y pudo conseguir un lugar en el avión que saldría para Estados Unidos ese mismo día a las tres de la tarde, recogió sus maletas y luego de viajar varias horas, pudo llegar con suficiente tiempo para desaparecerse de ahí cuanto antes.

La mansión Mills estaba en penumbras a su llegada, faltaban solo dos horas para que su madre despertara, sacó su llavero, abrió la puerta y trató de no hacer ningún ruido en un intento fallido.

"¿pensé que te tomarías esa luna de miel en serio?", la sola mención de la frase, alumbró sus entendederas, fue ella, su hermana la traicionó de la peor manera.

"claro que resultó, David debe sentirse el hombre más feliz en este momento y todo gracias a ti", la dejó en la sala, confundida y sin entender su actitud.

Se encerró en su cuarto durante los próximos días, salía solo a la empresa, donde se encerraba en su oficina a trabajar como una demente, en la mansión ni intentaban interferir en su vida, nadie le preguntaba nada, pero sus padres no toleraban la situación, porque ni a ellos les hablaba, tuvieron que actuar utilizando toda su experiencia, se pusieron de acuerdo para invitar a Zelina a un almuerzo en la cafetería del pueblo, necesitaban hablar.

"¿para qué me citaron aquí?", le resultó extraña la invitación.

"tu hermana", dijo Cora, no podía creer que ellos también pensaran que ella era la culpable de la situación con Regina.

"no sé nada sobre ella", era la verdad.

"ahora entiendo menos, Henry", Cora se dirigió a su esposo indignada.

"Graham, ¿qué te ocurrió?, ¿quién te golpeó de esa manera?", Emma, se asustó al verlo entrar al establecimiento todo golpeado y con la ropa sucia.

Mientras sus padres hablaban entre ellos, Zelina, no pudo evitar centrar su atención en el recién llegado.

"la próxima vez no se me escapa el muy cobarde", seguía maldiciendo el sheriff.

"¿de qué hablas?", la rubia no entendía.

"me peleé con David Nolan", la mención del nombre, puso a la familia Mills, sobre aviso.

"te lo advertí", limpió sus heridas, buscó una bolsa de hielo y lo obligó a utilizarla.

"¿lo dices por mis golpes?, ja, él quedó peor", se jactó por eso.

"me puedes explicar, el porqué llegaron a la violencia", la muchacha era conocida por ser muy trabajadora y pacífica, todos la querían en el pueblo.

"porque le confesé que amo a su noviecita", estaba deslumbrado por esa mujer.

"te dije que olvidaras a Regina, Graham, ella no te corresponde", hablaban sentados en la barra, pero los Mills estaban lo suficientemente cerca como para escucharlo todo.

"por eso le dije a Mary Margaret que estaban en Italia, la muy ingenua me creyó las mentiras que le inventé", confesó desilusionado por no haber podido lograr su objetivo, "porque si no es mía, no será de ese cobarde que ni valor tiene para confesar que la ama", se daba golpes de pecho, cualquiera que lo escuchaba, pensaba que había salido ileso de la pelea, cuando tenía los ojos morados, varias partiduras en los labios y el tabique inflamado como una pelota.

"si no lo ha confesado, ¿cómo estás tan seguro?", una vez Emma fantaseó con él, pero se dio cuenta de que sufriría si continuaba insistiendo.

"porque vino como un monstruo a defenderla y lo golpeé hasta que lo confesó", era mentira.

"no te creo ni una sola palabra", se aburrió de la conversación, continuó trabajando.

"¿escucharon lo mismo que yo?", el chanchullo y ella eran primos, sus padres sonrieron, no podía ser más voluntariosa.

"chisme que se correrá por todo Maine", comentó Henry, con su nombre implicado en ese escándalo se sentía indignado.

"los muchachos resolverán ese tema amor, no te preocupes", conocía a su esposo, era demasiado reservado.

"esta historia la tiene que resolver Regina", Zelina buscaba una manera de aclarar el mal entendido.

"¿qué debo resolver?", pasó por la cafetería de casualidad, vio a su familia, se acercó a ellos y escuchó su nombre.

"de que Graham y David se pelearon por ti", fue Henry quien respondió.

"¿por mí?, acudió a la ingenuidad.

"David te ama, Regina, ¿hasta cuándo te harás la ciega?, ¿o es que tiene que mandarte un cartel gigante confesándote sus sentimientos?", por fin pudo decírselo abiertamente.

"siéntate hijita", Cora la persuadió para que tomara la noticia con calma.

"a él no le gustan las peleas", siempre resolvía todo por la paz.

"Graham le dijo a Mary que ustedes viajarían", Zelina se estaba defendiendo.

"me tengo que ir", se excusó, los dejó, manejó hasta la empresa y Ariel la esperaba.

"señora…", pensaba cómo le informaría, "el señor Nolan acaba de llamar", hacía días que con ella, no podía hablar, "me informó sobre su ausencia a la empresa, el día de hoy", se contuvo para salir corriendo, si había tenido una pelea, debía estar golpeado, e incluso, mal herido

"¿algo más, Ariel?", fingió desinterés.

"no señora", notaba el cambio en su jefa.

Trabajó unas horas más sin sacarse de la cabeza, la pelea entre el sheriff y David, aquel día de su cumpleaños supo que su amistad con Graham se convertiría en un problema sin solución, recogió todo, cerró la oficina y se fue directo a ver a una persona que podría ayudarla.

"¿qué?", sus planes eran locos.

"eres la indicada para esta misión", quería convencerla.

"te agradezco la confianza, pero eso es demasiado para mí", pensaba que escaparía de esa locura.

"Ruby, por favor, no tengo a quién recurrir", le suplicó, que se diera por satisfecha.

"con esa carita me has ganado", la convenció, qué bien, "lo haré con una condición", se equivocó al cantar victoria muy pronto.

"depende", quizás cumpliría su capricho.

"¿lo amas?", sin responder, la tomó por la mano, la llevó al auto, se estacionó en la planta baja del edificio, el portero la saludó con empatía, esperaron el ascensor, subieron al piso diez, caminaron por el pasillo hasta encontrarse con la puerta del departamento de David.

"toda tuya", los planes eran que la ayudara a entrar sin la llave, la conocía bien, si alguien podía hacerlo, era ella.

Ruby sacó sus herramientas especiales, se concentró en la misión.

Pasaron unos minutos y como la paciencia no era su mejor amiga, caminó de un lado al otro para controlar su ansiedad.

"soy una experta", el sonido del llavín cediendo ante sus forcejeos, las dejó satisfechas, lograron su objetivo, "te dejo con tu príncipe", con sus manos le indicó que la alfombra real, estaba tendida, para su entrada triunfal.

"gracias amiga", ignoró sus comentarios.

"me debes una", le advirtió.

Regina se acercó a su oído y le susurró una sola palabra, "sí", la risa de Ruby fue infinita, esa no era la aceptación de la deuda, si no, la respuesta de la pregunta que no se atrevió a contestarle minutos antes.

"suerte", se despidió.

Movió la manilla de la puerta, entró y ahí lo encontró, en la sala, acostado en el sofá con una bolsa de hielo sobre su abdomen.

"¡Regina, viniste!", escuchó que alguien entró y al verla se alegró.

"mira en el estado en que estás por esa absurda pelea con Graham", le reprochó, además, tenía una mano ensangrentada.

"es un atrevido, tenía que enseñarle su lugar", se arrodilló a su lado en el suelo, "sigue empeñado en regar por todo el pueblo que eres para él, tú no eres un trofeo", explicó sin guardarse nada para luego, "le dije que tú no tienes dueño", entre otras palabras más que no diría por respeto.

"¿por defenderme, la pelea fue por defenderme?", tenía que comprobar lo dicho por su hermana en la cafetería.

"te defendería hasta de Dios", acarició su mejilla con la palma de su mano.

"no debiste utilizar la violencia", en sus ojos veía la inconformidad por lo sucedido.

"apuesto que no interferirá más en tu camino", eso esperaba, si no, utilizaría otros métodos.

"con esto que te hizo, nuestra amistad quedó sentenciada a muerte", quien se atreviera a tocarlo, así fuera con la punta de una pluma, conocería el peso de su furia.

"olvidemos este incidente", era mejor disfrutar de su compañía, esa pelea estaba en el pasado, "hablemos de lo ocurrido en Italia", debía aclararle, explicarle.

"eso también se lo debemos a Graham", el incidente se hubiera evitado sin la participación del sheriff.

"no ocurrió nada con Mary", a ese asunto era al que se refería, "no podría ocurrir nada con ella, cuando…", sus ojos mirándolo sin perder el contacto, lo impulsaron a confesarle la verdadera explicación, el verdadero motivo de su negación.

"ella no es importante ahora", asintió sin argumentar por la interrupción, "buscaré un antinflamatorio, un analgésico y algo para curarte la mano", fue a la cocina por un vaso de agua y al baño por el botiquín de primeros auxilios, "aquí tienes", le entregó las patillas que encontró en la pequeña cajita, lo ayudó a levantar de su cómoda posición, aunque fue imposible no escucharlo quejarse, "déjame ver", levantó el pulóver y pudo ver los moretones en su abdomen, "aplicaré un anestésico", era momento de ayudarlo a recuperarse, la hora de los reproches había pasado.

Dispuesta a ser su enfermera personal, con cuidado de no lastimarlo, esparció el frío gel en toda la extensión de su torso, masajeó al saber que le aliviaba el dolor, por último, limpió y curó las heridas de su mano.

"gracias", su ayuda significaba mucho.

"directo para la habitación", ordenó, él sin rebatir, se dejó llevar por ella.

"coloca unas almohadas en el espaldar de la cama, no tengo sueño ahora", tenía una brillante idea que proponerle.

"no dormirás, pero tienes que descansar", advirtió autoritaria.

"propongo ver películas, hay una nueva muy exitosa, podemos verla esta noche", las veces que veían películas juntos, se acurrucaban hasta quedar rendidos en brazos de Morfeo, "se llama Violeta y Flinch", las promociones del filme aparecían donde quiera.

"me encargo de la cena", imposible pretender que se levantara de la cama con esos golpes a prepararle de cenar.

"de aquí no me muevo, me portaré bien", sentirse mimado por ella era un regalo maravilloso.

En la cocina pudo encontrar algunos ingredientes para hacer unos deliciosos espaguetis, cuando estuvieron listos, los sirvió y los llevó para la habitación, "¡llegó la comida!", traía dos pozuelos de cristal en sus manos, comieron todo sin dejar nada.

"deliciosos", elogió su sazón.

"¿te sientes mejor?", quería saber si los comprimidos habían hecho su efecto.

"mucho mejor, eres mi medicina", la verdad, era la verdad, de solo verla, su corazón saltaba de la emoción y sus dolores desaparecían.

"limpiaré la loza", se conectó a sus ojos otra vez, tenía que salir de ahí antes de que se complicara la situación.

"casi comienza la película", advirtió para que no se demorara.

"termino rápido", besó su frente y se fue a cumplir con su tarea.

En la cocina, lo dejó todo limpio y organizado, aunque su ropa, contaba otra historia.

"puedes cambiarte", entró a la habitación mostrándole la suciedad de su blusa y las salpicaduras de agua en su pantalón, "elige la ropa que quieras, siéntete como en casa", abrió el closet y sacó el primer pijama que encontró, se metió al baño.

"apresúrate", acababan de anunciar la película.

"¿ya empezó?", salió pensando que se había perdido el comienzo.

"no, ven, siéntate a mi lado", evitando provocar muchos movimientos en el colchón, se sentó en la misma posición que él, recostada al espaldar de la cama, la película comenzó dejándolos en un silencio absoluto, pusieron toda su concentración en lo que ocurría.

Una hora y cuarenta y siete minutos duró la película, le llamó bastante la atención, era la historia de una pareja de adolescentes con profundos problemas emocionales, luchando contra distintas situaciones de sus vidas, pero desafortunadamente, uno de ellos, murió dejándole una ejemplarizante enseñanza a la muchacha quien se quedó para contar su triste historia y vivir la vida con mayor ligereza por esa tan traumática pérdida.

"¿te…?", los sollozos y las lágrimas de David la alarmaron, "¿por qué lloras con esa intensidad?, el filme tenía un contenido profundo, pero no era para tanto.

"porque me recordé de algo muy triste", seguía sollozando, "verte morir en mis brazos fue terrible", ahora sí que sus palabras la dejaron curiosa.

"¿de qué hablas?", necesitaba explicaciones.

"fue una pesadilla tan real", cerró los ojos y más lágrimas continuaron cayendo, "estabas enferma de gravedad, me lo ocultaste, lo supe porque tu hermana me lo confesó, lo único que me pediste fue que te llevara lejos, querías pasar tus últimos días conmigo", verla apagarse como una velita le partió el corazón, "a los once meses amaneciste sin vida a mi lado en la cama de un hotel de Brasil", omitió la parte de la nota, y que se habían despedido antes de cerrar los ojos por última vez.

Silencio total, fue lo único que escuchó al terminar de contarle, seguía llorando por el recuerdo tan desgarrador.

Las pequeñas manos de Regina acariciaron su rostro con suavidad, se movió más cerca de él, sintió sus dulces labios borrando su llanto con tiernos besos.

"Regin…", lo silenció con el contacto de sus labios contra los suyos.

Tuvo que abrir los ojos para asegurarse de no estar soñando, entonces, profundizó ese contacto, sus labios comenzaron a tocarse con suavidad y lentitud, emprendiendo una sincronía única, el aire se desapareció de la habitación, no les importaba, continuaron besándose, satisfaciendo esos deseos que llevaban reprimiendo por años, hasta que, de verdad, su respiración les exigió una parada.

"no sabes cuánto tiempo he soñado con este momento", su voz salió con dificultad, debía darse la oportunidad de aliviar la sofocación que sentía, sin importar su malestar, atrajo su cuerpo encima de él, sostuvo su cabeza con el brazo derecho, la miró con devoción, y acarició su piel descubierta con la punta de sus dedos, "eres bella", la hizo sonreír por el elogio, estaba cansado de mencionarlo, pero esta vez era diferente, los dos lo sabían.

"gracias", pasó una mano por detrás de sus espaldas, con la otra, no dejaba de tocar su rostro.

Le dedicó una pequeña sonrisa, la besó de nuevo, pero con mayor intensidad, este segundo lo sentía más real, más vivo en su piel, el miedo de no creer en lo que estaba ocurriendo se desvanecía con cada contacto de su dulce piel, podía leer sus reacciones con tanta facilidad como si toda la vida se hubieran besado, sus escalofríos, los pequeños casi inaudibles gemidos, la vibración de su cuerpo sobre el suyo, era maravilloso tenerla así, pero lo que más le llamó la atención era que a medida que se incrementaba la intensidad de sus caricias, apretaba el agarre en sus espaldas, sentía sus uñas encajarse en su piel, "no iré a ninguna parte", dijo mordiendo su labio inferior lentamente, podía percibir su miedo a que se le escapara de entre las manos.

"¿tampoco perderemos nuestra amistad después de esto?", la voz le temblaba.

"es imposible que me aparte de ti, eres todo lo que quiero", suspiró aliviada.

"tú también eres todo lo que quiero", se escuchaba tan segura de sí misma, no lo podía creer, sus besos eran la solución para eliminar sus inseguridades, "y no me ocurrirá nada si estás a mi lado", volvió a estrellar sus labios en un beso arrebatado, vehemente, intenso, ambos haciendo realidad su gran deseo de estar en los brazos del otro.

"¿lo prometes?", preguntó entre sus labios, no solo ella era la insegura, él tenía una gran batalla que librar, le dio seguridad asintiendo sin dejar de saborear ese beso que le sabía a gloria, "prometo nunca apartarme de ti, estar a tu lado hasta el último día de nuestras vidas", ambos suspiraron profundo recuperándose de tan emotivo intercambio.

"¿cuántos besos me darás hoy?", David no podía responder a esa pregunta con exactitud, imposible saberlo, nunca se cansaría de besarla.

"¿cuántos me darás tú?", la risa malvada, aumentó su felicidad, inclinó su cabeza hacia abajo y mezcló el sonido de su risa con sus apasionados besos.

"si seguimos así, no dormiremos hoy", precisamente esa era su intención.

"no me retes", esa palabra era música para sus oídos.

"veremos quién le da más besos a quién", propuso con picardía.

"¿podemos empezar ya?", hizo trampa, no esperó a que le diera la autorización, plantó un beso en esa boca tan tentadora.

"tramposo", protestó.

"te encanta", su forma de aceptar fue atrapándolo por la nuca, cerrando los ojos y dejándose llevar por ese tan lindo sentimiento que sentía su corazón, su amor crecía en su pecho inundando sus sentidos de una profunda tranquilidad, moría por confesárselo, lo tenía en la punta de la lengua, listo para salir a la luz, pero no, todavía no, se conformaría con lo que empezaba a surgir entre ellos, la evolución de su relación resultó ser mejor de lo que esperaba, esos besos que los hacían ver como dos locos enamorados, eran la prueba de que sus mayores miedos se habían esfumado, a partir de ese momento no permitiría que nada ni nadie se atreviera a borrar de sus ojos, la felicidad que sentía junto al hombre a quien le entregaría su vida entera si era posible.