Ambos cumplieron su promesa de no dejar de besarse durante toda la noche, la mañana los sorprendió uno en brazos del otro con los labios pegados, les parecía insuficiente, querían más, mucho más.
"tengo que ir a la empresa, David", dijo entre besos y risas, las que tampoco cesaron durante la noche.
"quédate conmigo hoy", como él todavía estaba adolorido por los golpes, coincidieron que lo mejor era que se quedara descansando, "pasémonos el día juntos", la petición vino acompañada por un corto besito.
Regina no podía mentirse, era una propuesta tentadora, pero… ¿y la empresa?, …se quedó pensativa por un momento, ¡al demonio las responsabilidades!, "acepto", David le sonrió triunfante, logró una batalla imposible, sacar a Regina Mills de sus obligaciones en la empresa no era una tarea fácil de lograr, sin embargo, él, lo había hecho.
"entonces, ¿qué tal si preparamos el desayuno?", ya había pensado en eso, pero no lo dejaría levantarse de la cama.
"usted se quedará aquí", ante esa autoridad selló sus labios, "no tardo", salió de la habitación, pero antes, entró al baño y sacó la ropa sucia, David intentó protestar, fue en vano, recibió una mirada amenazante, así nadie se atrevía a objetar, pensó sin exteriorizar sus palabras.
Regina llegó a la cocina, preparó unas galleticas dulces y las colocó en el horno, mientras se cocinaban echó la ropa en la lavadora de la terraza del departamento, y regresó a la cocina para continuar preparando el desayuno, de pronto, su celular vibró, era un mensaje de David.
" no puedo creer lo que ocurrió anoche " , sonrió llena de felicidad al leerlo, él y sus ocurrencias la tenían embobada, decidió seguirle la corriente y contestarle.
" yo tampoco ", escribió y envió el mensaje, si esto era un sueño, no quería despertarse, no pasó ni un minuto y ya tenía la respuesta.
" quiero gritarlo a los cuatro vientos, que se entere el mundo ", parecían dos niños, pero no les importaba, ella estaba recostada a la pared de la cocina, con el celular en la mano, enajenada de la realidad, y él, encima de la cama, sonriendo abiertamente, creía que la felicidad no podía ser más grande.
" y el universo entero ", envió el mensaje y el timbre del horno le impidió esperar por la respuesta, sacó la bandeja caliente con las galleticas ya listas para comer, las colocó en un pozuelo de cristal, sacó una jarra de leche de la ladera, la sirvió en unos vasos de cristal y buscó un pomo con jalea de manzana, el desayuno estaba listo solo le faltaba ponerlo en una bandejita y llevarlo para la habitación.
"¿de verdad quieres que todos sepan?", la sorprendió abrazándola por detrás, escurrió sus manos por su cintura, las cruzó encima de su vientre, unió sus cuerpos y le habló al oído.
El inesperado contacto, nubló sus entendederas, cerró los ojos regodeándose en el calor de su cuerpo sobre el suyo, dejó lo que estaba haciendo y colocó sus manos encima de las de él, inclinó la cabeza hacia atrás cuando sintió que los labios de David besaban su cuello estremeciéndola de pies a cabeza.
"tu piel es adictiva", subió por su barbilla hasta unir sus labios en un beso lento, pero intenso, "no me has respondido mi pregunta", si la tenía presa de sus caricias, ¿qué conciencia tenía para formular una respuesta coherente?
"no tengo por qué esconder…", se detuvo, necesitaba saber con exactitud, qué era lo que había entre los dos, "¿de qué estamos hablando?", se hizo la desentendida para que reaccionara, porque sí, se pasaron toda la noche besándose, pero, no había hecho ninguna propuesta y debían ponerle nombre a lo que empezaban a construir entre los dos.
Se apartó de ella, con trabajo se arrodilló, se puso las manos encima de las costillas para contener el dolor y la molestia, de su bolsillo, sacó un anillo de oro rosa adornado con una piedra esmeralda rosa, lo sostuvo con las dos manos, las alzó frente a ella y preguntó, "¿Regina Mills, aceptas ser mi novia?", la joya fue un regalo de su madre antes de morir, ella era la única que conocía sobre sus sentimientos por su amiga y le hizo prometer que se la entregaría el día que le pidiera matrimonio, pero ahora que por fin la llamaría su novia, decidió entregárselo de una vez, además, no existía joya más apropiada que esa, el oro rosa tenía la propiedad de reafirmar votos de amor y la esmeralda rosa transmitía energía amorosa, la mejor manera de resumirle con una pieza tan pequeña y fina, el inmenso e infinito amor que sentía su corazón.
Con la mano en la boca, llena de incredibilidad, asombro, euforia, felicidad y amor, se arrodilló junto a él, lo abrazó con toda su fuerza, sus lágrimas la traicionaron, aunque las mismas estaban mezcladas por la hermosa sonrisa de sus labios, "¿novios, somos novios?", preguntó, pero no era para que él respondiera, si no, para convencerse a sí misma sobre la veracidad de tan emotivo momento, se había pasado prácticamente toda su vida, soñando con él, deseando tenerlo a su lado, esperándolo, que ahora le costaba trabajo creerlo.
"¿no quieres?", apesadumbrado cuestionó, no entendía su tardanza por responderle.
"por supuesto que quiero", ni terminaba de decir la última letra y ya David adornaba su mano con la hermosa prenda.
"con este anillo, uniremos nuestras vidas en una nueva aventura", el llanto de Regina no cesaba, "¿estás dispuesta a vivirla conmigo?", movió la cabeza desde arriba hasta abajo, sin hablar, David acarició sus mejillas con ternura, "abre los ojos, florecita", sentía pánico , no quería arriesgarse a descubrir que todo era una ilusión.
"no quiero", protestó renuente a mirarlo, él, quien la conocía a la perfección, comenzó a repartir besos por toda su piel, "¿y si se desvanece?", sus sueños la habían traicionado tantas veces que era lógica su reacción.
"estoy aquí mi bella flor", se relajó al percibir su seguridad, "permíteme admirar la intensidad de esos ojos café", besó su frente dándole tiempo a que lo mirara, hasta que al fin, con toda la inseguridad abrió el ojo derecho primero, luego el otro, para darse cuenta de que sus miedos se habían desvanecido, allí estaba, frente a ella, con sus cuerpos fundidos en uno solo, arrodillados en el suelo de la cocina del departamento, disfrutando de ese momento único que marcaría el comienzo de su historia de amor.
Lo admiró por un instante, recobrando su fortaleza, "contigo viviría, no solo esta, si no, todas las aventuras que sean", pasó sus manos por el corto cabello de David quien le sonreía con esa perfecta dentadura y sus tan deliciosos labios invitándola a perderse en otro beso inolvidable, que no pudo concretarse, el rugido de sus estómagos les dio un ataque de risa.
"mejor desayunemos", como todo un caballero, se levantó y la ayudó con sutileza, aunque no pasó desapercibido para ella que protestó bajito por la fuerza ejercida.
"mientras termino de organizar y limpiar el departamento, descansarás", lo obligó a sentarse a la mesa del comedor mientras servía el desayuno.
"tú no tienes que hacer nada, la empleada se puede encargar, descansemos un rato", la falta de sueño le pasaba en los párpados.
"es mi última palabra y no quiero protestas", se sentó a su lado y con firmeza aseguró que no habría cambio de idea.
"que sea en el sofá, por favor", suplicó como si fuera un niño chiquito, es que desde allí podría verla enfrascada en el trabajo.
"traeré unas almohadas y te haré un masaje con el gel anestésico", asintió muy de acuerdo, si en su penitencia recibiría esas atenciones que tanto le ofrecía, él encantado de aceptarlo todo.
La miró intensamente, por un rato, ni media palabra pronunció, degustaron del desayuno que ella preparó, sumidos en esa conexión inigualable entre sus ojos, que le ponía todos los pelitos de punta, "estás galleticas dulces son deliciosas", habló primero, podía afirmar que era el hombre más afortunado en ese momento, había pasado toda la noche con la mujer de su vida, la había hecho su novia, le preparó un desayuno riquísimo y la tendría para él, durante el resto del día.
"aprendí esa receta de mi padre", tomó una y le echó jalea, "los domingos en la mañana después de que mi mamá y Zelina iban a la iglesia, él y yo aprovechábamos para pasar un rato muy divertido en la cocina, horneábamos galleticas, pasteles, pan de queso, hasta terminábamos teniendo una guerra", sonrió por el grato recuerdo, "nos bombardeábamos harina, arruinando nuestras ropas", su infancia fue muy feliz, "me enseñó todo lo que sé", vivía orgullosa de sus padres, pero no podía negar que Henry era su adoración.
"deseo ser la mitad de lo buen padre que es el padrino", la única figura paterna que siempre admiró fue a Henry, porque su padre era un adicto al trabajo y nunca le dedicó el tiempo que un niño de su edad necesitaba.
"tienes un gran corazón, es imposible que tu historia se repita", sabían lo que eso significaba, conocían de memoria sus vidas.
"de eso estoy muy seguro", le tomó la mano y besó sus nudillos.
"tus hijos te amarán mucho", conocía de sus temores con respecto al tema.
"tendré a la mejor madre a mi lado", el orgullo se le reflejaba en los ojos, "ella me ayudará a darles mucho amor", era imposible perder el contacto visual, la sensación electrizante los contagiaba.
"eso es muy importante, mira a mis padres", eran el ejemplo de la pareja perfecta.
"así seremos nosotros", creía haber entendido bien, ¿la estaba eligiendo a ella como la madre de sus hijos?, eso sí que era un sueño, cerró los ojos y la primera imagen que vino a su mente fue ella con una gran barriguita esperando a un bebecito de él, una lagrimilla salió de sus ojos, cayendo libremente en el borde de la mesa donde tenía apoyados sus codos.
"puedo imaginarte amamantando a nuestro primer hijito", la película completa pasó frente a sus ojos en rápidas ráfagas, ella cargando en sus brazos a un bebé, mientras él, a su lado, admiraba el intercambio entre madre e hijo, un sueño que añoraba con todas sus fuerzas, que se hiciera real.
"¿cómo crees que sea?", lo siguió en su viaje al futuro.
"un pequeño Davicito con tu fortaleza y tu resiliencia", ni tiempo se tomó para pensar, no era necesario, llevaba añorando esa felicidad casi como el aire que respiraba.
"podremos llamarle como tú", si tendría el honor de verlo a través del niño, nada más justo que llevara su nombre.
"me gustaría llamarlo James", había una historia detrás de ese nombre, la que ella conocía también.
"James Mills Nolan", lo puso completo para que sonara más real.
"mi hermanito estará orgulloso donde quiera que esté", cuando era pequeño, su madre tendría un bebé, pero por su edad tan avanzada, fue un embarazo de alto riesgo y el bebé no sobrevivió al parto.
"me parece que el orgulloso es otro", resaltó, el brillo de sus ojos la embriagó.
"¿cómo no estarlo?, tengo a mi lado a la mujer que he querido tener toda mi vida, motivo suficiente para hacer una gran celebración", si no hubiera sido por sus costillas hubiera salido del edificio y lo hubiera gritado a viva voz.
"me parece una excelente idea", con la servilleta se limpió la boca, "cuando te mejores de esa pelea absurda que tuviste con Graham, prepararemos una gran fiesta en la mansión para festejar nuestro noviazgo", era la mejor manera de hacerle saber hasta a la luna, que, por fin, estaban juntos como pareja.
"antes quiero que hagamos algo", debía cumplir con otra de las promesas hechas a su madre antes de morir, "hay un lugar especial al que te quiero llevar", estando con él, cualquier sitio era perfecto.
"¿dónde es?", le daba un poquito de curiosidad por saber.
"es un lugar que solía visitar con mi madre de pequeño, pero los detalles los conocerás mañana, hoy quiero dedicarme a ti", ahora le gustaba más la idea, la incógnita mantendría viva la ilusión.
"lo primero que harás, será esperarme en la sala", lo veía con intenciones de no obedecerla, ni de permitirle sus cuidados.
"como diga mi florecita", antes de irse resignado, cabizbajo y sin otra opción más que cumplir con sus órdenes, le dio un besito apasionado que la dejó sin aliento, sintió que sus labios le entregaban la vida entera, por eso, le costó algunos minutos retomar los planes que tenía para esa mañana.
Luego de limpiar la loza que ensuciaron, buscó el gel anestésico y las pastillas que sabía le habían hecho tan bien la noche anterior.
"aquí tienes", le ofreció el vaso con agua y se sentó a su lado en el sofá, ya él le había adelantado el trabajo de acomodar el mueble con un colchón muy cómodo hecho de almohadas y cojines, "ahora recuéstate", zafó botón por botón de la camisa de su pijama, dejó su pecho al descubierto, esparció el gel y masajeó con suavidad, aún las huellas de los golpes permanecían allí, pero esa mañana habían comenzado a tornarse de un tono azul oscuro y amarillento en los bordes, se extremó en la suavidad con que lo tocaba, le daba miedo lastimarlo.
"puedo acostumbrarme a estos masajes tuyos", sus finas manos hacían maravillas en su piel.
"si eso significa que te pelearás con el primero que se cruce en tu camino, no estoy dispuesta a repetirlo", le reprochaba nuevamente por el incidente.
"ya te expliqué", trataba de hacerla entender.
"no entiendo de razones", ella amaba su carácter, pero no toleraba la violencia.
"por su culpa pensaste que tuve algo con Mary Margaret", recordaba la expresión de sus ojos al verlo saliendo de la habitación aquel día.
"sé que fue él quien le contó sobre nuestro viaje", erróneamente pensó que había sido su hermana, debía disculparse con ella, lo haría tarde o temprano.
"Mary vino a disculparse conmigo y me lo confesó", le dio tanto coraje saber la participación del sheriff en el incidente que le dieron deseos de matarlo, pero las inmensas ganas que le dieron de ir a buscarla superaron sus malos instintos.
"¿eso hizo?", una mujer enamorada no pedía disculpas por haber hecho papelazos.
"muy apenada, por cierto, me ofreció hasta ir conmigo a verte", la noticia la sorprendía, ¿sería que ocurrió un milagro del que ella no estaba enterada?, "conociéndote, le dije que yo resolvería ese mal entendido", hasta ahí la historia le parecía perfecta, "desafortunadamente, a mi auto se le ocurrió descomponerse justo frente a la comisaría", ahí su destino se encontró con él.
"¿viste a Graham y se te nubló la razón?", interrumpió su anécdota.
"todo lo contrario", Regina cerró su camisa nuevamente y se sentó muy cómoda para terminar de escuchar lo sucedido, "quien me vio fue él y llegó a provocarme, me tenía guardado el resentimiento por haber interrumpido aquel beso en tu cumpleaños", le colmó tanto la paciencia, que el auto aún debía estar estacionado en el mismo lugar, "primeramente me dijo que era un cobarde escudándome detrás de tus faldas", claro, ese día, ella evitó una pelea entre los dos, "lo menos que hago es utilizarte como escudo", para él, ella era como una muñequita del cristal más frágil, quien debía protegerla era él, "luego me dijo que no te creyera porque ese día rechazaste sus besos", que lo ofendiera, lo toleraba, pero a ella nadie la tocaba, ni siquiera con una palabra, "te llamó mentirosa, ¿qué querías que hiciera?", con o sin su aprobación, la defendería de quien fuera, "también se llenó de orgullo diciéndome que tú eras para él", su rabia aumentó el doble, "tú no eres un trofeo ni una joya que vendemos en la empresa", con cada fragmento de la historia que revelaba, le daba un argumento que justificaba su proceder.
"por lo menos dime que no se pelearon en medio de la calle", todo aquello le parecía un absurdo.
Negó con la cabeza, "haciéndose el buen samaritano, me ofreció unas herramientas para arreglar el auto", desde el primer momento supo que había sido un pretexto para atraerlo directico a una trampa.
"¿y tú caíste como mansa palomita?", su expresión no le dejaba lugar a dudas.
"una vez en su terreno, me sorprendió por las espaldas con un fuerte golpe en mis costillas", recordaba haberse quedado sin aire.
"¡traicionero!", exclamó con molestia.
"aunque perdí el equilibrio él sufrió más que yo", no se enorgullecía porque cedió ante sus provocaciones, "le di par de golpes, me respondió, pero cuando vi la posibilidad de vencerlo por el tamaño y la fuerza lo tumbé al suelo con un golpe en su nariz, viré la espalda y me fui", lo último no se lo diría, porque ahí sí que no le gustaba para nada lo sucedido, cegado por la satisfacción de haber ganado la pelea, se jactó diciéndole que la amaba y que ella era solo para él.
"espero que no se atreva a interponerse en tu camino, de lo contrario seré yo quien resuelva la situación", habló amenazante, vengativa, segura de sí misma, autoritaria por la envergadura de la situación.
"mi novia es una super poderosa", bromeó haciéndola reír, atrayéndola a un beso, debían enterrar el tema en el olvido.
"superpoderes tendré que buscar si no me dejas terminar las tareas de la casa", le dio un último besito y lo dejó decepcionado en un intento de no dejarla hacer lo que quería.
Dobló la ropa limpia y seca, la ordenó en el closet, comenzó limpiando la habitación y el baño, después, comenzó a preparar el almuerzo, una carnita asada sería perfecta para secretamente, celebrar, por supuesto, no se lo diría, lo conocía, se emocionaría y no estaba en condiciones para eso, mientras el horno hacía su trabajo, limpió el resto del departamento, David había caído rendido, las pastillas hicieron el efecto deseado, ella se aprovechó para apresurarse, aunque no lo decía, también se moría por no separarse de sus brazos, puso los cubiertos en la mesa, mantuvo la carne en el horno para que no se enfriara, preparó una ensalada y como encontró una botella de vino en la ladera, la usaría para acompañar el almuerzo, para ella, porque a él, le serviría un jugo, ese día no tocaría la bebida.
"¿dos copas?", le llamó la atención ese detalle.
"no se ilusione tanto, quien beberá vino seré yo", la sorprendió con la puerta de la ladera abierta, la cerró y le mostró la botella en sus manos.
"en eso no puedo protestar", si era honesto, le gustaba su sobreprotección.
"juicioso como siempre", lo invitó a sentarse a la mesa, ella traería la comida.
"veo que te esmeraste con todo", abrió los ojos de par en par al ver la carne en sus manos olía exquisito, "mi casa quedó reluciente y el aroma del almuerzo debió haber llegado a kilómetros de distancia", soltó una pequeña carcajada por su elogio.
"veremos si dices lo mismo cuando la pruebes", le sirvió una porción, podía verle la boca hecha agua incluso antes de comenzar a degustar del platillo.
"comer es mi perdición y si es algo hecho por ti, pues me declaro adicto a tu sazón", estuviera bien o mal le gustaría igual, así que no había remedio.
"brindemos", sirvió las copas.
"por nuestra eterna relación", se le adelantó.
"me gusta", unió las copas, brindaron y comenzaron a comer, David en un momento que no esperó, le dio a probar de su plato, esa intimidad era tan linda que era eso lo que pedía para el resto de su vida, retribuyó el gesto, haciéndolos disfrutar aún más de ese momento.
Al terminar de almorzar, Regina se dispuso a recoger la mesa, "¿ahora sí me permitirás llenarte de besos?", la complació dejándola hacer y deshacer en el departamento, era su turno de salirse con la suya.
"te lo ganaste", lo abrazó por la espalda después de regresar de la cocina, "termino aquí y soy toda tuya", besó su cabeza y continuó con sus quehaceres.
Pasados unos minutos fue en su búsqueda y lo encontró rendido nuevamente, esta vez, en la habitación, aprovechó el tiempo, no había dormido, pero la actividad de la mañana, no le permitió ceder ante el cansancio, entonces, buscó el ordenador portátil de David, desde allí podría adelantar unas cuantas cositas de la empresa, se sentó en el sofá con él en sus piernas y comenzó a trabajar desde allí, las horas se le fueron volando, en lo que menos se imaginó, ya era de noche, pero adelantó mucho, ya ese día no lo podía considerar perdido.
"¿alguna vez alguien te había dicho que te ves muy sexy inmersa en tu trabajo?", llevaba alrededor de media hora mirándola, con una mano movía sus dedos de un lado al otro en el ordenador, en la otra, una copa de vino y con una expresión de satisfacción en su rostro por haber conseguido con éxito todo lo que se había propuesto hacer.
"muchos hombres", decidió probar su terreno y provocarlo.
"y yo aquí pensando que había sido el primero", se acercó a ella, quitó el ordenador de sus piernas y la copa de vino de su mano, se sentó a su lado y no pudo contener la tentación de besarla, la había extrañado.
"con ese beso me has convencido", unió mucho más sus cuerpos, tomó aire y repitió la dosis de sus labios, "eres el primero", dijo sin romper el contacto, la respuesta de David, fue una total sorpresa, la tomó por la cintura y la sentó encima de su regazo, besándola con desespero, con fervor, con vehemencia, sentía que sus labios sangrarían por la constante fricción, pero ni importancia le daba, le siguió el ritmo de sus acciones, abrazándolo por las espaldas, moviendo sus manos desde arriba hasta abajo también, se prendía de su cuello acariciando su corto cabello.
"el vino le ha dado a tu boca un sabor sublimemente exquisito", no la dejaba apartarse, jugaba con sus rizos con una mano, con la otra la sostenía por la nuca manteniendo sus labios imposiblemente unidos, tuvo que respirar por la nariz, sentía que se desmayaría por la falta de aire, aunque, prefería estar sin aliento a dejar de besarlo, "y tu olor es el elixir de los dioses", de vez en cuando, hablaba, para poder continuar devorándola con la misma intensidad, complicando la situación, que iba de mal en peor, sentía su cuerpo incendiado en llamas, contagiándola con todo ese calor, sus manos se aventuraron a sus muslos doblados al lado de su torso, fue ascendiendo hasta llegar a los bordes del pulóver que llevaba puesto, donde se detuvo como si hubiera estado manejando a altas velocidades y de repente hubiera presionado el freno, apartó sus labios y sus manos regresaron a los rizos de su larga cabellera, aunque sus frentes permanecieron unidas, respirando el mismo aire y escuchando el acelerado palpitar de sus corazones.
"David", mencionó su nombre con dificultad, pero con un toque de sensualidad.
"¿qué hora es?", cambió radicalmente el tema, cerró los ojos apretándolos con fuerza, reacción muy típica de él.
"es mejor que me dé un baño refrescante", lo dejó allí, confundido, hasta ella le agradecía su repentino arrebato de cordura.
La ducha relajó cada uno de sus cansados músculos, tuvo tiempo para pensar y meditar sobre la lluvia de acontecimientos de las últimas horas, le bastó cerrar los ojos y recordar de la forma que se sintió protegida por sus brazos, para comprobar que le quería entregar todo sin reservarse nada, se sentía cuidada, protegida, querida, sabía que podía amarlo sin miedos, sin temores, por tanto, lucharía por él, con todas sus armas.
"florecita, preparé una cena ligera", su voz la sacó de su mar de pensamientos, salió envuelta en una toalla, el agua todavía escurriéndose por su cuerpo, "encima de la cama tienes la ropa de dormir", le informó, ella entró al baño otra vez para cambiarse y cuando salió, secaba su cabello, "¿me permites?", le pidió permiso antes de comenzar a dejar la humedad de su cabello en la toalla, masajeando suavemente, relajándola ante su toque, "¿más descansada?", trabajó todo el día, lo menos que podía hacer era, regalarle unos minutos de tranquilidad.
"totalmente", respondió sin abrir los ojos.
"acuéstate que ahora me toca a mí mimarte", sin decir nada más, hizo lo que le había pedido, esperó por él, quien no tardó, "yogurt con frutas, tu preferido", traía en sus manos, una gran hamburguesa, acompañada por una soda para él, y para ella, un vaso repleto del lácteo.
"mañana tenemos una reunión importante en la empresa", eso significaba que debían levantarse temprano al otro día, si quería concretar sus planes en ese lugar especial al que quería llevarla.
"igual mis planes pueden esperar", negó con la cabeza.
"de ninguna manera", su curiosidad aumentaba, debía saber de qué se trataba todo.
"¿curiosa?", asintió.
"conoces esa respuesta", si no le insistió con el tema durante el día, fue para respetar su decisión.
"te contaré", con ella era un flojo, no tenía la fortaleza suficiente para dejarla con la incógnita "es un insignificante detalle, pero…" su plan le parecía una niñería.
"ningún detalle tuyo me parece insignificante, todo lo contrario", David le tomó la mano entendiendo su respuesta, la puso en su mejilla, ella no esperó para acariciarla con suavidad.
"me gustaría bendecir nuestro noviazgo en el río San Juan", era unos de los ríos más conocidos en Maine, lo que decía le parecía de todo, menos absurdo, romántico sí, por supuesto.
"esa idea es maravillosa, David", seguía acariciándolo tiernamente.
"maravillosa es la historia", le dio promoción.
"pues quiero escucharla", no podía esperar más.
"en el fondo de ese río vive una ninfa mágica", se acomodó para escucharlo, "mi madre me contaba que hace mucho tiempo, en el reino del Olimpo, la princesa Santa, hija del Dios del Sol estaba comprometida con el hijo del Dios de la Lluvia, Goryos, pero ella amaba desesperadamente a Juan, un sirviente del reino, juntos decidieron escapar para salvaguardar su amor", conocía la historia de memoria, siempre le pedía a su mamá que se la contara antes de dormir, "emprendieron la huida por separado, con el plan de reencontrarse más adelante en un lugar seguro, pero traicionados por quien creían su amigo, ambos quedaron sumidos en la tristeza de creer muerto al ser amado", toda historia debía tener un conflicto, el de esa pareja, fue terrible, "cuando faltaba poco para llegar al sitio acordado para el encuentro, la noticia de la muerte de Juan llegó a oídos de Santa, quien rompió a llorar desconsoladamente", se detuvo, es que era desgarrador lo que decía, "aquellas lágrimas incontenibles comenzaron a surcar la tierra hasta dar origen al cauce de un nuevo río que hoy lleva su nombre, sus aguas tienen la tibieza de un amor que nunca se apagó", Regina lo escuchaba atentamente, "igual suerte, corrió Juan, quien al enterarse de la muerte de Santa, no pudo contener el llanto, las lágrimas brotaron de sus ojos con tal intensidad que al caer formaron una cascada que dio origen al río el que también lleva su nombre, sus aguas bondadosas tienen el don de curar todos los males", al estar tan cerca de ella, acarició sus mejillas con devoción, "guiados por la fuerza de este amor tan prohibido e inevitable, ambos cauces se fundieron en el sitio exacto donde los enamorados habían decidido encontrarse, donde nació el río San Juan, símbolo de la unión eterna de las almas de dos enamorados que lucharon hasta el final por mantener la llama de su amor, los mitos cuentan que desde entonces, en el río vive una mágica criatura que surgió por la unión de aquellas almas enamoradas, también se cuenta que las parejas que bendigan su amor en las aguas del río San Juan con un ramo de lirios amarillos, tendrán la dicha de gozar de una inmensa felicidad por el resto de sus vidas", se inclinó para besarla una vez terminó de narrar el triste relato.
"pues bendigamos nuestra relación", fue su aprobación.
"¿no te parece descabellado?", contar con su apoyo significaba mucho para él.
"si es tan importante para ti, lo es también para mí", le regaló una deslumbrante sonrisa, su corazón dio tal brinco que lo escuchó palpitar en su garganta, respiró profundo y la besó como en cámara lenta, agradeciendo infinitamente tenerla, sentía que la vida había sido demasiado bondadosa con él por haberlo premiado con el amor que sentía por ella.
"gracias", apartó sus labios para mirarla con intensidad y… ¿con am…?, no podía ser posible que hubiera sido tan ciega todos estos años, como para no darse cuenta de lo que estaba justo frente a sus ojos, reconocía esa chispita siempre la había visto, fue una tonta por no reconocerla antes, pero ahora, no la engañaba, su corazón le palpitó rápidamente, saber que él sentía igual que ella, era demasiado especial, "hora de dormir, señorita Mills", nuevamente cambiando el tema, no dijo nada, suponía que debía darle su tiempo y se lo daría, si se había pasado toda la vida esperándolo, no le costaba nada hacerlo un poquito más.
Se lavaron los dientes en completo silencio, fueron para la cama, "como que se nos está haciendo costumbre dormir juntos", tardó en responderle.
"si fuera por mí, esta misma noche te quedas a vivir conmigo", la quería tener siempre a su lado, "muero porque vivamos juntos", Regina no respondió, solo se escurrió debajo de las sábanas, se acurrucó a su lado, sintió un besito en su frente, le quedaba más cerca ya que había puesto la cabeza encima de su pecho como ya era costumbre, "hasta mañana mi florecita", con sus dedos comenzó a cosquillear sus espaldas, había descubierto que esas caricias la rendían profundamente, él se dedicaría a disfrutar de la sensación de saber que era un hombre completo y feliz esa noche.
En la mañana, ella fue quien primero se levantó de la cama, había permanecido toda la noche en la misma posición, inconscientemente, su cuerpo sabía sobre su inmensa satisfacción, haber descubierto el amor en los ojos de David, era increíble, se pasó toda la vida pensando que jamás le correspondía y ahora que supo cuán equivocada estuvo, se castigaba por haberse dejado llevar por sus miedos, se vistió en el baño y fue a la sala en busca de sus prendas, no les daría tiempo de desayunar, quizás en la empresa, la secretaria se encargaría de prepárales algún café.
"te extrañé al despertar y no sentirte a mi lado en la cama", terminaba de ponerse los anillos, cuando su voz la sorprendió.
"tenemos que darnos prisa", la reunión en la empresa era en una hora.
"yo estoy listo", se apresuró a vestirse en cuanto puso un pie fuera de la cama.
"vamos, tengo el auto en el estacionamiento", le dio el llavero, pero antes, él le dio un beso, deteniendo el tiempo a su alrededor.
"buenos días mi florecita", ella protestó por la falta de aliento, aunque le encantó su forma tan linda de empezar un nuevo día, quería esa energía en su vida a partir de ese momento.
David abrió la puerta para darle paso a ella primero, salió sonriéndole, todavía saboreando sus labios por el reciente beso que habían compartido, tomados de las manos, bajaron el ascensor, se montaron en el auto, la llevó a la mansión, sin preguntarle siquiera, haciendo uso de su incomparable conocimiento sobre ella.
"espérame aquí", era su anuncio de que no tardaría, o por lo menos intentaría andar lo más rápido que pudiera.
"ven aquí", la atrajo hacia él para robarle un beso.
"mmm", este era un David completamente diferente al que ella conocía como aquel amigo medido y respetuoso, con sus límites impuestos, ¿y a quién no le gustaba que su novio fuera así de atrevido?, ella muy encantada por tener el privilegio de disfrutar este nuevo hombre que ahora la besaba robándole el alma.
"te dejo en libertad, tenía que asegurarme de que tus besos me acompañaran mientras estoy solito aquí esperándote", se justificó, ella le regaló una sonrisa que irradiaba felicidad, se bajó del auto, entró a la mansión sin dejar de sonreír, sus padres aún no desayunaban, Henry estaba sentado en la sala leyendo las noticias del día, Cora en la cocina y su hermana, debía estar en su habitación.
"buenos días, papá", lo saludó con un beso en la frente.
"hijita", correspondió su gesto, "¿ocurre algo?", debió imaginarlo, se dio cuenta, a su padre no podía mentirle.
"tengo una reunión importante y estoy apurada", evitó alargar la conversación, el señor mayor fingió creerle y no le preguntó más, respiró aliviada, el nerviosismo de haber sido descubierta se desvanecía con cada escalón que subía.
"¡así te quería atrapar!", ocurrió lo que tanto quiso evitar, escuchó la voz de su hermana al entrar en la habitación
"Zelina", entró sutilita, pero ella estaba esperándola, no sabía cómo, sin embargo, ahí estaba.
"irradias luz, hermanita", evadió su inquisición abriendo el closet y sacando una ropa que casi nunca usaba, qué más daba, era una ocasión especial.
"no sé de qué hablas", ¿acaso no estaba enojada con ella?, pensó, de verdad que la amaba, eso era evidente.
"tus ojos me dicen todo lo contrario, ¿o será tu amplia sonrisa?", hizo como quien pensaba, había visto cuando llegó en el auto, "¿o será el apuesto rubio que te espera allá abajo, el mismo que te acaba de comer la boca en un beso fogoso?", le hizo una seña para que hablara bajito, las mejillas se le pusieron rojas.
"shhhh", puso su dedo en sus labios y fue inevitable que no se viera el anillo.
"Regina, ¡qué hermoso!", corrió hasta ella de la emoción al ver la prenda adornando sus dedos, "verdad que te ama demasiado", estaba más emocionada que ella misma.
"lo sé, Zel, lo vi en sus ojos", dijo esperanzada.
"¡al fin!", si no hubiera sido porque le pidió hacer silencio, los gritos de emoción los hubiera escuchado David en el auto, "alguien se quitó la venda", levantó las manos como agradeciendo por el milagro que acababa de escuchar.
"somos novios", aprovechó el tiempo y fue cambiándose de ropa a la misma vez que duraba la conversación.
"hermanita, ¡qué lindo!, me alegro tanto por los dos", la abrazó con euforia, estaba en ropa interior, ni la dejaba cambiarse.
"¿puedo pedirte que me guardes el secreto, al menos por hoy?", le pidió, y es que necesitaba contar con su discreción.
"no sé cómo haré para contenerme, pero te lo prometo", haría un gran esfuerzo para cumplir con la promesa.
"gracias", le dio un besito en la mejilla, como había decidido usar un vestido, ya estaba lista para partir, solo le faltaban los zapatos, y eso lo hizo sin demora, su cabello lo dejaría suelto, se miró al espejo para comprobar su apariencia, le encantó admirarse, era una persona totalmente diferente, lo veía, también lo sentía en su corazón.
"luces deslumbrante, mi querida, le provocarás un accidente cardiaco a tu novio", la última palabra la susurró.
"me voy, conversaremos en la noche", se despidió, "por cierto, perdóname, no debí pensar que me habías traicionado", si no se disculpaba con ella, su día no tendría el mismo matiz.
"vaya y sea feliz con el galán que la espera", fue su aceptación de las disculpas, que, para ella, estaban de más, pero las recibió igual.
Regina bajó las escaleras apresurada, aunque no tanto, sus padres podían sospechar de su comportamiento.
"mi hija menor luciendo zapatillas bajitas, ¿qué milagro ocurrió y yo ni enterada?", Cora resaltó el detalle, a ella le deliraban los zapatos extremadamente altos, era obvio que se dieran cuenta del cambio.
"hoy quise variar", esa mañana su familia no cooperaba, querían saber qué ocurría en su vida, sí o sí, "me voy mami, nos vemos en la noche", le dio un rápido beso en la mejilla y salió.
"pensé que tardarías más", comentó David al verla subirse al auto apresurada, no pudo evitar admirar la belleza de su atuendo, un vestido azul claro de hilo con flores amarillas, pequeños vuelos en sus cortas mangas, ajustado a su cintura y cubría solo hasta encima de sus rodillas, iba acompañado con un par de bellerinas beige con un sencillo lacito adornándolas.
"vamos", ajustó el cinturón de seguridad y pronto el auto se puso en marcha, David no le quitaba los ojos de encima, era como si quisiera decirle algo, sus labios permanecieron cerrados, condujo en silencio, llegaron a la florería, compraron el ramo de lirios, todo ese trámite lo hicieron tomados de las manos, hasta que, cuando salieron del lugar, no se pudieron aguantar más, se sintió atraída por sus fuertes brazos, sus cuerpos colapsaron uno con el otro, parecían estar en medio de un campo magnético, la atracción era demasiada.
"estás preciosa", le dio un beso allí mismo, se dejó llevar por él, no podía negar que estaba disfrutando demasiado esta nueva etapa de su vida, se sentía libre, y en sus brazos, la mujer que siempre quiso ser, "basta, o se hará tarde", dijo para reprimirse a sí mismo por su comportamiento, regresaron al auto, con suerte, los lirios no sufrieron por su locura.
Durante todo el trayecto fueron tomados de las manos, David manejaba con la mano derecha, con la izquierda, le acariciaba los nudillos, le sonreía y llevaba su mano a sus labios para besarla con adoración.
"llegamos", estacionó, se bajó primero para abrirle la puerta, ¡tan caballeroso!, la deslumbraban esos pequeños detalles de él, "te presento el río San Juan", el lugar era precioso, el ambiente natural daba paz, los árboles llenándolo de frescura y tranquilidad, los pájaros cantando con alegría, eran la música de fondo que acompañaba la melodía del agua corriendo con libertad.
"me quiero quedar para siempre aquí", el lugar era precioso.
"dame tu mano", la guió por la pradera donde crecía la verde hierba, "caminaremos por esas piedras", apuntó con el dedo para que supiera lo que harían, en la orilla habían unas piedras una detrás de la otra, formando una escalera horizontal, "deberíamos quitarnos los zapatos", se agachó, quitó sus zapatos y los de ella también quedaron allí olvidados, cuando adentraron sus pies descalzos en las cálidas aguas del río, caminaron con cuidado de no resbalar, sintieron una mágica sensación recorrer sus cuerpos, "aquí", estuvieron justo en medio del río, la corriente del agua corriendo, les mojaba hasta los tobillos.
"esto es mágico", le parecía estar en el paraíso.
"mágica ninfa del río San Juan, bendice nuestra unión, estos lirios son la prueba de que venimos aquí con el corazón en nuestras manos", sus palabras eran el canto más hermoso que hubiera escuchado, lo miraba embobecida, sentía tanta alegría que se agachó para poner las flores en las aguas, "espera", David la interrumpió, "ahora sí", sacó una flor del ramo, la colocó en su cabello y la dejó continuar con la ofrenda.
"por una vida llena de felicidad a tu lado", fue el pedido de su corazón.
"ninfa, te agradezco por darme la oportunidad de tener a esta gran mujer a mi lado, prometo llenar sus días de luz", al terminar de pronunciar esas palabras, sintieron que la corriente del agua aumentó, cosquilleándole los pies, ambos rieron y sellaron el momento con un tierno beso, donde en silencio se confesaban que se amaban, pero ninguno de los dos tuvo el valor para exteriorizarlo, y mientras ellos eran felices, la persona que los observaba oculta detrás de un árbol, derramaba lágrimas de sufrimiento y desamor.
