ATARASHII
Nuevo
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—¿Qué hacemos aquí? —me preguntas, mientras camino por entre los árboles y los matorrales que cercan el lugar al que te guio.
—Ya lo verás —sonrío y espero a que mi voz te muestre el talante de esa sonrisa.
—Estás de lo más misteriosa hoy, mujer —mencionas y sonrío más. Sé que esa es tu expresión cuando no quieres demostrar que te mata la curiosidad; aunque también la usas cuando el desconcierto llena tus pupilas o el amor invade tu corazón sin aviso.
—Me alegra saberlo —esta vez me giro de forma ligera para que veas mi sonrisa y de paso mirar tus ojos y tu gesto; encantándome con ellos.
Regreso la mirada al camino en el mismo momento en que te escucho bufar, simulando una indiferencia que sé que no posees. Muchas veces, cuando recién nos encontramos, creí que esas palabras o esos gestos eran de desdén y desinterés; hasta que comencé a conocerte y a identificar la forma en que tus emociones te colman y salen para fluir, porque contienes tantas de ellas que no podrías hacerlo de otra manera.
—¿Un onsen? —preguntas.
Tenía claro que no conseguiría llegar hasta el lugar antes que lo olieras.
—Sí
—Y ¿Por qué venir tan lejos? Tenemos otro más cerca —tu duda es lógica, sin embargo no la respondo aún.
Camino decidida, porque sé que mi determinación va tomada de la mano de mi timidez. Tú me sigues y no preguntas más, quizás tus pensamientos se hayan conectado a los míos de ese modo hermoso que en ocasiones nos maravilla.
Salimos de entre los árboles en el momento en que el vapor comienza a sentirse en el aire y noto una extraña mezcla entre la calma y el desasosiego. Al fin te miro de frente otra vez.
—Es aquí —expreso, sin conseguir aun explicar porque quise venir aquí.
Nos encontramos junto a un pequeño onsen que al estar rodeado de arbustos y árboles se oculta fácilmente y deja espacio para la intimidad.
—Ya veo —dices y creo que lo entiendes, sin embargo tú tampoco te animas a decir más.
Te miro a los ojos y separo los labios tomando aire para intentar contarte mi idea de experimentar algo nuevo que elucubré muchas veces; sin embargo soy incapaz y decido mostrarte lo que quiero. Así que tomo la unión de tu kosode y comienzo a abrirlo, observando en todo momento la acción de mis manos. Tú las detienes con una de las tuyas y siento como se tensa todo mi cuerpo ante la idea de un rechazo. No es mucho el tiempo que llevamos intimando, apenas unos meses y aunque siempre me siento confiada junto a ti, aun no logro romper la barrera de ese miedo inicial a que no sea el momento o que no aceptes mi iniciativa.
Con tu otra mano alzas mi mentón para que te mire a los ojos.
—InuYasha —murmuro tu nombre, con cierta congoja.
—Pídelo —me dices, como si supieras cuánto me cuesta. Yo niego con un gesto corto y rápido de mi cabeza—. Kagome…
El tono de tu voz es una puerta abierta para mí y en ese momento entiendo que cuando se ama a alguien el corazón simplemente responde a la visión de lo amado y en ese punto se abre todo lo nuevo.
Lo nuevo nunca fue el onsen, siempre fuimos tú y yo.
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N/A
Un pequeño recuadro de la vida de InuYasha y Kagome.
Besos
Anyara
