Muchísimas gracias por sus lindos reviews y favoritos... y mis disculpas por la larga espera debido a la vida que pasa y mis struggles con el TDAH.
LAWLESS
Capítulo 23. Chicas
Mikasa se mordió el labio inferior. Cruzó un brazo sobre su pecho y sobó uno de sus hombros desnudos. No sabía por dónde empezar. La mirada expectante de Annie estaba fija en su rostro mientras el tic tac de un reloj fantasma marchaba sin tregua y le canturreaba que Eren aparecería por ahí en cualquier momento. Esconderse como una cobarde dentro del enorme baúl enchapado en bronce que había a los pies de la cama o ignorar a Eren no era una opción. Lo que era peor, hacer que él olvidara todo aquello que le dijo e hizo era imposible.
— Mmh. Iré a buscar algo a mi habitación — murmuró Annie en tono aburrido — Espera aquí. No se te ocurra ir a ninguna otra parte.
Fue durante ese corto lapso de espera en el cual Mikasa supo que esta era su mejor y tal vez única oportunidad para conversar con otra chica sobre el tema. Aún no conocía mucho a Annie y podría estar cometiendo un error al confiar en ella, pero necesitaba hacerlo. Necesitaba tratar de ser lo más sincera posible con alguien más si lo que buscaba era consejo y echar un poco de luz sobre su situación con Eren. Este era su primer dilema amoroso, después de todo.
Annie le lanzó una gruesa camiseta blanca de algodón en el regazo apenas regresó.
— Para que te la pongas encima de esos retazos de trapo fino que te prestó Carly — dijo sentándose junto a ella en la cama. Mikasa le dio las gracias y se puso la camiseta, aliviada de que la prenda la cubriera y le quedara holgada — Me la puedes devolver después…. ¿Y bien? ¿Hablarás o sólo necesitas que te de un par de palmaditas en la espalda y ya está?
— Hablaré — Mikasa tomó aire y apretó los párpados unos momentos, recolectando las tórridas escenas de su extraña y alocada noche — Lo recuerdo todo, Annie. Todo… lo que hice — admitió con un ligero escalofrío.
Hubo unos segundos de silencio.
— Me lo imaginé por cómo reaccionaste cuando mencionaron la idea de ir a buscar a Jaeger... ¿Recuerdas que me lanzaste un cuchillo? — preguntó alzando una rubia ceja inquisitiva.
— Fue para que no te escaparas. No tenía intención de lastimarte a ti o a quien fuera que estuviera allí…
— Bah. Si fallara de esa forma quizás usaría la misma excusa — Annie hizo un pequeño gesto despreocupado con la mano y, antes de que Mikasa pudiera objetar, dijo: — Lo recuerdas todo pero, ¿lo hiciste porque quisiste o porque la droga de Carly te metió ideas locas en la cabeza? Me refiero a lo tuyo con Jaeger. No acabo de entender el efecto.
Mikasa se sonrojó. Tragó saliva. Tenía que ser sincera.
— Lo hice porque quería — musitó sin irse por las ramas — Es sólo que… dije e hice cosas que quizás no me habría atrevido a decir o hacer tan… pronto.
Annie se encorvó hacia ella, parpadeando. El gesto le pareció divertido.
— No me digas que recién tuviste tu primer beso con él anoche, drogada y todo…
— Oh, no — negó con la cabeza y llevó el frío dorso de una de sus manos a sus mejillas calientes — Eren y yo nos besamos por primera vez hace unos días.
Pese a su ligero bochorno, contarle este tipo de cosas a alguien como Annie resultaba mucho menos incómodo comparado con la vez en que Levi la interrogó respecto de su relación con Eren. Como reafirmando aquella diferencia, el atisbo de una sonrisa tiró de la comisura de los labios de su acompañante, quien enseguida se metió un bombón en la boca para disimularla.
— Este tiene relleno de crema de café o algo así. Sabe a café — sus ojos claros echaron un rápido vistazo a la puerta — Le pedí a Carly y Hitch que entretuvieran a tu novio en la cocina. A ver si eso te da algo más de tiempo.
Annie generalmente ostentaba una expresión hastiada y apática que la hacía ver un poco mayor de lo que era, sin embargo, ahora su rostro se veía distinto, relajado, y su mirada se notaba más abierta y vivaz. El azul hielo de sus ojos parecía haber adquirido un matiz de calidez al punto que era posible vislumbrar un brillo de amabilidad en ellos.
— Eren no es mi novio, exactamente... Nosotros… — Mikasa soltó un pequeño gemido y se retorció suavemente las manos — Lo que pasa es que no sé si él… No sé si Eren… Él… ¡Ugh! Es que todo esto de tener que fingir que somos una pareja no ha hecho más que complicar las cosas — se secó el sudor de las manos en las sábanas. ¿Cómo podía explicarlo? — Disculpa. No estoy haciendo ningún sentido, ¿verdad?
Annie sacó otro bombón y lo saboreó, pensativa. Se echó de lado en la cama, apoyando un codo y la cabeza contra la palma de su mano. Mikasa nunca la había visto así de distendida en su presencia. Su actitud se le hizo refrescante y de alguna manera aplacó algo de su nerviosismo. Trató de liberar la tensión que había trasladado a sus hombros, cuello y a los diminutos músculos de su rostro, sobre todo en su frente y entrecejo.
— La idea que me puedo hacer de lo que quisiste decir con ese balbuceo, es que tu y Eren están teniendo problemas para definir lo que sea que tienen y sienten.
Mikasa asintió, agradecida de que hiciera un esfuerzo por comprender algo de lo que dijo.
— Eso, pero además… — se aclaró la garganta seca.
— Hay un vaso de agua en el velador — indicó Annie.
Bebió un sorbo fresco y se apartó un mechón de pelo negro que caía sobre una de sus cejas. El corazón le latía en los oídos. Volvió a poner el vaso en el velador y dejó caer sus manos sobre su regazo. Su antigua compañera de entrenamiento, con quien podía pasarse una hora completa lanzando patadas, puñetazos y uno que otro insulto, se mantenía en silencio a la espera de más revelaciones sobre su nueva, accidentada y corta vida amorosa. Parecía estar de verdad interesada en lo que tenía para contar. Incluso la vio hacer un gesto con la cabeza, incentivándola a continuar, o tal vez se lo imaginó. Mikasa se tomó un momento para ordenar sus ideas antes de explicar a grandes rasgos que Eren y ella estuvieron a punto de conocerse una década atrás. Que, alrededor de un año más tarde de ese fallido encuentro, intercambiaron breves miradas una vez a través de la rendija de una puerta. No se detuvo a explicar el contexto. Luego relató cómo es que volvió a verlo en el Palacio de los Reiss y lo que hizo para sacarlo de allí. El secuestro. Nunca antes había repetido su primera conversación con Eren en voz alta, ni mucho menos la había compartido con alguien. Por ese entonces a Kenny sólo le interesaba que se hiciera el trabajo y Levi se había concentrado en la tarea de lograr salir del Palacio sin un rasguño, llevando a cuestas al "mocoso" que habían tenido que ir a recoger debido a los caprichos y molestos compromisos de su tío.
— Cuando Eren se quitó la máscara… sentí el golpe de todo ese tiempo que había transcurrido. Lo único que sabía de él era su nombre y el único recuerdo que tenía de él era su imagen como un niño que me miraba de vuelta aturdido, pero allí… Esa noche me encontré con la versión adulta del niño que tantos años atrás deseé conocer y tener de amigo. Quizás es… un poco tonto admitir esto, pero creo que una parte de mi esperaba volver a ver a ese niño en el Palacio. Fue como si me tomara por sorpresa que, después de una década completa, Eren ya se hubiera transformado en un hombre. Un hombre alto… y muy apuesto — se atrevió a decir con las mejillas coloreadas, pensando en el gentil roce de los dedos de Eren en el tobillo que no se había torcido, y también en el momento en que éste caballerosamente puso su chaqueta sobre sus hombros mientras estaban a la intemperie en aquella terraza. Mikasa se permitió una sonrisa tímida frente a Annie — Fue amable conmigo esa noche… hasta que se enteró que yo era una Ackerman y que encima le había tendido una trampa para secuestrarlo — añadió con una tenue sonrisa nerviosa — Yo a él no le gustaba nada. Eren me despreciaba, y supongo que con algunas buenas razones.
— No sé si Kenny, pero al menos tú hiciste lo que hiciste con buenas intenciones — dijo Annie — Y lo de que te despreciaba y todo eso, ¿cómo lo sabes?
— Eren se encargó de hacérmelo saber la misma noche del rapto. Él sabía acerca de los Ackerman personalmente… desde hacía tiempo y, bueno, no le gustábamos ni un poco.
¿Cómo era que los había llamado mientras aún lo tenía atado a esa silla? ¿Montón de asesinos? ¿Montón de animales?
— Pero… dudo que él te haya seguido despreciando mucho tiempo más luego de que entendiera que el punto era protegerlo, ¿no? — Annie estaba al tanto de que la muerte de Grisha Jaeger había sido orquestada por Rod Reiss. Ella conocía perfectamente la forma de actuar de quienes ostentaban alguna forma de poder oficial en Paradis: la realeza y los nobles, la policía militar y los jueces.
— Creo que le tomó un poco de tiempo entender realmente eso.
Tampoco era que Kenny le hubiese contado y explicado a Eren los pormenores de su situación desde el principio y con la mayor claridad posible, y Mikasa menos.
— Mmm. De lo único relacionado que me acuerdo, es de la actitud fría de Jaeger contigo cuando estuvieron detenidos en la comisaría de Trost por lo de las baratijas que te robaste.
Mikasa hizo una mueca.
— Él estaba muy fastidiado por eso…
— También recuerdo que después de lo que pasó en ese callejón, con esos tipos… — dijo Annie con cuidado. Un ligero escalofrío recorrió a Mikasa ante la fugaz memoria de esa desagradable experiencia — Él te abrazó y no te soltó por mucho rato.
— Estaba borracho — replicó enseguida.
— Borracho o no, te abrazó igual — bufó Annie — Oye. Todavía me debes la fianza que pagué para liberarlos a los dos de esa celda. Ni siquiera me chivé con Kenny por lo del robo.
— Oh… Te la pagaré apenas pueda. Con intereses por no chivarte.
— Bien. Que no se te olvide — dijo Annie acariciando distraidamente las letras en la caja de bombones.
Hubo silencio. Mikasa comió un bombón relleno con crema de menta, su mirada ausente mientras se concentraba en una memoria.
— Esa vez, después de que se le pasó la borrachera… Eren me dijo que estaba contento y aliviado de que estuviera bien — dijo en un murmullo suave.
— Alguien que realmente te desprecia no diría algo así — subrayó Annie, enarcando las cejas — Mostrar alivio por tu bienestar demuestra decencia humana básica, claro, pero aún considero raro eso que me dijiste de que supuestamente te despreciaba y que no le gustabas nada, en especial si él sabía que eras la misma niña que su padre quería que él conociera… — chasqueó la lengua — Qué se yo. A lo más creo que pudo haber estado aturdido por el contraste entre tu antes y tu después, algo parecido a tu propia reacción cuando lo viste en el Palacio Reiss.
— No… lo había pensado de esa manera — admitió Mikasa. El contraste tiene que haber sido chocante para él también.
— Quiero decir, cualquiera se enfadaría si fuese engañado, secuestrado y amarrado a una silla. Es sólo que de ahí a despreciarte — Annie hizo énfasis en la palabra y negó con la cabeza — Dudo mucho que alguna vez te haya despreciado personalmente como piensas. Si es que de verdad lo piensas — se sentó en la cama, estirando un par de veces el brazo en el que se había apoyado. Suspiró y empujó la caja de bombones hacia Mikasa con una rodilla — Esto entre tú y Eren Jaeger es extraño, y al mismo tiempo no lo es… Para ser honesta, siempre me pregunté por qué demonios alguien como tú aceptaría fingir ser la amante de un completo 'desconocido.'
— Eren nunca fue… un completo desconocido para mí — musitó con el pecho apretado, observando las diminutas aves que volaban sobre las cabezas de las personas dibujadas en la tapa de la caja metálica.
Más de alguna vez, un dulce y casi inaudible eco que provenía desde lo más profundo de su corazón le había insistido que estaban destinados a conocerse, Eren y ella. Se parecía demasiado a la sensación de estar en el cálido hogar que había perdido. Un regreso a un lugar conocido.
— Claro. Y eso es algo de lo que me acabo de enterar. Parece que después de todo no estás tan chalada como creía — Annie hizo una pausa y gesticuló de arriba a abajo con una mano en su dirección — O quizás sí. Mírate. Tuviste la genial idea de meterte drogas que te hacen actuar descarada e impulsivamente, te desmayaste durante una fiesta repleta de juerguistas desconocidos y ahora estás en la habitación de nadie menos que del viejo latoso de Carly Stratmann.
Mikasa jadeó y se cubrió el rostro con las manos. Lo de la droga. Lo que había confesado. ¡Tenía que hablar de eso ahora mismo!
— ¿Pu-Pudiste escuchar lo que le dije a Eren? — preguntó con la cara aún oculta — Cuando estabas en el despacho.
— No pude escuchar casi nada de lo que hablaron mientras ustedes… Bueno... La verdad es que tampoco vi mucho — la incomodidad se reflejaba en su voz — Te dije que me escondí tras una de esas cortinas gruesas. Desde ahí a lo más oía susurros, y cuando iba tratando de escapar a gatas, en lo único que me enfoqué fue en pasar desapercibida. Quería salir de allí lo más pronto posible — Annie exhaló, mascullando algo sobre lo bochornoso que fue aquello, y luego preguntó bajito: — ¿Qué le dijiste que puede ser tan terrible?
Mikasa flectó las piernas contra el pecho y las rodeó con los brazos. Apoyó la frente en las rodillas.
— Le dije… Le pedí cosas vergonzosas. Y… Y antes de que nos vieras en las escaleras y en el despacho, yo… — inhaló con los pulmones apretados, sintiendo el rostro tan caliente que se quemaba — Cuando estábamos abajo le confesé q-que estoy enamorada de él.
— Oh — fue todo lo que Annie dijo tras unos segundos.
— Sí… Y no debería haber hecho eso porque… Lo que traté de explicarte al comienzo y no pude, fue que aún no estoy segura de si él… me quiere de la misma forma. Nunca me contó sobre una lista de sugerencias que tendríamos que haber revisado los dos y… — se le hizo un ligero nudo en la garganta — Me pregunto si lo que hace conmigo es por eso, porque las cosas entre nosotros empezaron a cambiar alrededor del mismo tiempo en que él recibió esa lista…
— ¿Lista de sugerencias sobre qué?
— Sobre cómo se comportan los enamorados de verdad. Las parejas. La hizo esa profesora suya. No entiendo por qué Eren no me dijo nada al respecto y-
— ¡Shh!
Levantó la cabeza de las rodillas y Annie le hizo un gesto rápido para que guardara silencio. Mikasa lanzó una mirada inquieta hacia la puerta.
— Oigo las voces de Carly y Hitch en el corredor.
— ¿Crees que él también esté allí afuera?
— Puede que sí. Tocará en cualquier momento — dijo Annie, poniéndole una mano firme en el hombro — Actúa como si aún no recordaras nada.
Mikasa no estaba segura de poder hacer un buen trabajo con eso.
— ¿Y si me hago la dormida? — preguntó con los ojos bien abiertos, apoyando la espalda en el colchón y cubriéndose hasta la barbilla con el cobertor.
¿O si se escondía rápido bajo la cama? Saltar por la ventana también parecía una buena opción.
— Tratará de despertarte. Necesita verte consciente. ¿No escuchaste lo que conversamos Hitch, Carly y yo? Él estaba muy preocupado por ti — dijo con una mirada significativa. Mikasa había oído lo que ellas habían conversado y recién estaba comenzando a tomarle el peso — Si alguna vez te despreció, como dijiste, creo que es bastante obvio que ya dejó todo eso atrás. No soy ninguna experta en estos temas pero, más allá de la confusión que puedas tener acerca de lo que hay entre ustedes dos, es innegable que le importas bastante a ese chico. Tanto que se vuelve un dolor en el culo. Mierda, ¡fue agotador! Una preocupación fingida no podría llegar a tener exactamente el mismo efecto en tres personas diferentes.
El cosquilleo que Mikasa sintió en el estómago la hizo dejar escapar un ruidito. Giró sobre sí misma, quedando boca abajo en el colchón. Enterró el rostro en la almohada.
— No te pongas muy cómoda porque tendrás que sentarte otra vez. Él te traerá comida.
— N-No tengo hambre — dijo moviéndose y encogiéndose hasta quedar en posición fetal.
— Si comes no tendrás que hablar tanto.
"Buen punto," pensó, retorciendo las sedosas sábanas entre sus dedos. Unos nudillos llamaron a la puerta. Sólo por la cadencia de éstos tuvo la certeza de que se trataba de él. Annie se puso de pie y la miró, cavilando sobre algo.
— Miente por ahora. Hazte la tonta. Quédate aquí para que podamos terminar de conversar por la mañana — le susurró antes de irse a atender al recién llegado.
— ¿Ella… ya despertó? — oyó que preguntaba Eren en voz baja. Mikasa apegó las piernas a su estómago bajo las sábanas.
— Hace unos minutos. Está bien pero un poco desorientada — dijo Annie a un volumen similar — ¿Necesitas ayuda con eso?
— No, ¿sólo podrías cerrar la puerta? Gracias.
Los pasos de Eren a través de la habitación fueron amortiguados una vez que sus zapatos pisaron la alfombra que rodeaba las patas de la cama. Mikasa lo vio dejar la bandeja con comida sobre una cómoda. Dándole la espalda, él entreabrió las cortinas con una mano, echó un corto vistazo al paisaje nocturno de la ciudad y luego se encargó de cerrarlas bien. Sus anchos hombros subieron y bajaron en una respiración profunda antes de voltear lentamente hacia ella.
— Hola — la saludó con suavidad mientras se acercaba a la cama a paso sosegado, como si no quisiera asustarla. Había alivio en su mirada. Apoyó una rodilla en el suelo y apartó el cabello del rostro de Mikasa con una caricia de dedos cálidos. Él dejó la mano allí, cerca de su oído, y le cosquilleó el estómago cuando éste le rozó el pómulo con el pulgar — ¿Cómo te sientes?
Mikasa contó tres respiraciones y exhalaciones.
— Un poco… confundida — trató de que no le temblara la voz, cosa difícil cuando Eren la miraba con tanta atención — ¿Q-Qué hacía Annie Leonhardt aquí? Fue raro verla cuando desperté… Umm. Me contó que me desmayé. ¿Cuándo ocurrió eso? — reprimió una mueca avergonzada al decir aquello y rezó para que no le hubiese faltado naturalidad.
— Hace alrededor de una hora y media atrás — dijo frunciendo el ceño. Su mano se deslizó hacia la frente de Mikasa — ¿Te duele la cabeza o algo?
— ¿Un poco? Casi nada. En general me siento rara y… como aletargada. Mi cuerpo se siente pesado — al menos así se había sentido cuando recién despertó hacía unos treinta minutos o más.
Eren retiró la mano de su cabeza. Se puso de pie y agarró la pesada lámpara de bronce que había sobre el velador.
— Necesito chequear algo. ¿Puedes sentarte, por favor? — preguntó mientras encendía la lámpara. Mikasa se sentó, apretando los labios y mirando a su alrededor con gesto desorientado y el pulso acelerado. Se le había hecho un nudo en el estómago. Eren acercó la luz de la lámpara a su rostro y ella parpadeó y entornó los ojos antes de poder mantenerlos abiertos durante unos segundos — Tus pupilas están volviendo a funcionar como deberían.
— ¿Eh? ¿Qué estaba mal con mis pupilas? — se restregó los ojos con el dorso de los dedos. Trató de no mirarlo, pues él no hacía otra cosa que mirarla a ella.
Eren tardó en volver a hablar.
— ¿Qué… es lo último que recuerdas, Mikasa?
Ella se acomodó el pelo sobre un hombro y se rascó la nuca. Apoyó la espalda en un montón de almohadas contra el respaldo de la cama. No había reparado antes en la araña con lágrimas de cristal encendida en el techo. Pateó sin querer la caja de bombones. Ésta emitió un quejido metálico y pareció atraer la atención de Eren, pues hubo un pequeño lapso en el cual Mikasa fue capaz de exhalar y respirar bien sin su persistente mirada encima.
— Uhh… Que llegamos a la fiesta. Recuerdo una larga mesa con cócteles y unas chicas simpáticas con las que bebí un jugo de fruta… Tenía un nombre especial, creo… Y lo siguiente que recuerdo es que me desperté en esta habitación. Annie estaba aquí en Stohess y… eso… es todo — dijo, encogiendo sus hombros tensos, mirando a un lado y luego hacia su regazo. Estaba hundiéndose las uñas en los muslos. Se le humedecieron los ojos y supo que le sería imposible encontrarse con los de Eren sin soltar unas cuantas lágrimas por la mentira que acababa de largar.
Eren no dijo nada. Se dio media vuelta y se detuvo frente a la cómoda en la que había dejado la bandeja de madera. Lo vio estrujar las asas, luego aflojar el agarre y quedarse de pie allí, en silencio con la cabeza gacha. Mikasa cerró los ojos. El corazón se le había vuelto un puño en el pecho. "¿Cómo puedes acobardarte así?" la cuestionó su propia voz incisiva dentro de su mente. "¿De qué sirve mentirle? A ti no te gusta que te mientan."
— Traje comida que aprendí podría ayudarte a minimizar la resaca de esa droga. Puede que ni siquiera pases por ella porque según Carly consumiste la dosis mínima. Quizás hasta un poco menos que eso si consideramos tu altura y peso, pero como sea, es mejor prevenir — Mikasa observó el contenido de la bandeja de exquisitos bordes tallados que Eren puso con cuidado en sus muslos — No tienes que comerlo todo si no quieres. Sólo trata de comer algo, de todo un poco, aunque sean pasadas las tres de la mañana — su voz se había apagado.
Mikasa asintió, aún sin atreverse a mirarlo. Tomó la cuchara y probó un caldo lechoso con trozos de carne desmenuzada. Era de pavo. Se le había cerrado la garganta y le costó tragar al principio, sin embargo logró comerlo casi todo. Bebió algunos tragos del zumo de naranja. Eren retiró la bandeja en cuanto ella murmuró que ya no podía comer ni beber más. Lo oyó desplazarse a través del cuarto, tomar la caja de bombones y dejarla a un lado sobre algún mueble. Mikasa se hundió en la cama y se acercó al borde, secándose con disimulo una lágrima que se le escapó. Pocos minutos después Eren apagó la araña de cristal del techo y, sin mediar palabras, se metió en la cama con ella. No quedaba otra alternativa que pasar el resto de la noche allí juntos. Por suerte había suficiente espacio entre ellos. Ahogó un jadeo cuando de repente sintió el calor que irradiaba el cuerpo de Eren demasiado cerca, su aliento caliente rozando la curva de su oreja desde atrás.
— Mentirosa — dijo él en un susurro ronco y decepcionado — Prefiero mil veces que me digas que te arrepientes antes de que me mientas así. Estoy… harto de que juegues conmigo. Yo… — sintió el pecho de Eren contra su espalda y su brazo desnudo cerrarse alrededor de su cintura. Sus labios le rozaron el cuello. Mikasa se estremeció y entreabrió la boca — Te creí. Quise creer cada cosa que me dijiste... De lo único que dudé fue de que recordaras, pero al final me equivoqué.
Mikasa no podía hablar, sólo respirar con dificultad. Su corazón martilleaba violento contra su caja torácica. Tenía los ojos bien abiertos en la oscuridad. Un ligero temblor se había apoderado de sus labios secos y una lágrima describió un húmedo surco a través de su mejilla.
— ¿No tienes nada que decir? — dijo Eren con un apretón, su pregunta similar a una súplica mientras hundía la nariz en su cabello — Al menos dime que soy un tonto. No te quedes callada así…
Él comenzó a aflojar el brazo alrededor de su cintura.
— Lo siento — consiguió murmurar Mikasa antes de que se le volviera a trabar la garganta — Yo… — cerró la boca.
Sus dedos casi tocaron el antebrazo de Eren en un débil intento por agarrarlo. Se detuvo a medio camino y permitió que él se alejara de ella. De todos modos no podría explicarle nada ahora. Él se arrastró a través de las sábanas de seda y salió de la cama. Hubo un rumor de tela, de los pantalones de vestir y la camisa que se había quitado antes de acostarse junto a ella. Mikasa se incorporó.
— Descansa — dijo Eren.
— ¿A dónde vas? — preguntó con un quiebre en su voz al oír sus pasos firmes por el piso. Buscó su figura en la oscuridad.
— Voy a andar por aquí. Me quedaré dentro de la mansión. No saldré a la calle.
— Pero… es tan tarde…
— Tengo cosas que hacer.
Un grueso haz de luz se coló en el cuarto desde el corredor. Eren salió y cerró la puerta tras él.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
Annie la pasó a buscar por la mañana para bajar a tomar desayuno con la anfitriona, quien aún no aparecía. Hitch ya estaba sentada a la mesa cubriéndose la boca mientras bostezaba y apuraba una taza de café cargado. A su lado se encontraba una mujer de cabello muy corto y rubio, vestida con una simple camisa blanca. Sus ojos negros como un par de fríos pozos de piedra se fijaron en Mikasa y luego en Annie.
— Buenos días — saludó con una sonrisa cuya extraña y ojerosa mirada no acompañó.
— Buenos días — repitió Mikasa mientras se sentaba en la silla que le indicó Annie.
Eren no había vuelto a la habitación por la noche. Estaba sola en la cama cuando despertó, e incluso Annie le preguntó acerca del paradero de su supuesto novio. Ninguna de las dos tenía la menor idea acerca de en qué sitio de aquella mansión podía estar. Mikasa desplazó la mirada a través del amplio comedor, en el que tampoco había rastro alguno de él. Se mordió el interior de la mejilla para controlar el impulso de preguntarle a Hitch o a la mujer desconocida si es que Eren ya había estado en el comedor, o si lo habían visto en el camino hacia aquí. Consideraba que era una pésima idea dar a entender que no conocía el paradero de su pareja o dar pistas acerca de que ni siquiera habían pasado la noche en la misma habitación.
Un mayordomo le sirvió té, como ella había preferido, y un surtido de lindos y elegantes pastelitos. En el centro de la mesa habían panecillos recién salidos del horno, mantequilla, mermelada, jamón, tocino, salchichas, huevos revueltos, diferentes tipos de queso, nata para las bebidas calientes y varias jarras de distintos tipos de jugo de fruta exprimido. Era una especie de festín matutino. Mikasa se concentró en los pastelitos, en particular en uno con una mermelada anaranjada con semillas negras varias veces más grandes que las de amapola. Nunca había visto uno de este tipo y sopesó si probarlo o no.
— ¿Y? ¿Qué tal esa resaca, Margot? — Hitch se limpió la comisura de los labios con una servilleta de tela.
— Hasta ahora bien…
— Entonces tiene que haber servido de algo la sopa que te llevó tu novio.
— Seguro que sí — musitó con una pequeña sonrisa para no verse demasiado seria. La verdad era que no se había detenido a pensar en la posible resaca que Eren le había mencionado.
— Más vale que sí. Lo vi darle dinero extra al cocinero, ¿sabes? — dijo Hitch en tono cómplice — Y me enteré de que interrogó a los criados de la cocina sobre si los Stratmann les pagaban un sueldo decente u horas extra por tenerlos trabajando hasta tan tarde por una maldita fiesta, y acerca de que si luego les daban el día libre y les permitían dormir lo suficiente, que de lo contrario era explotación. Ese hombre tuyo es todo un personaje — rió.
Era fácil visualizar a Eren haciendo aquello, preocupándose por el bienestar de otros y de lo que era o no justo. Mikasa suspiró. En esta ocasión sonrió de verdad.
— Él es así.
— Sería interesante ver a los criados rebelándose contra las fiestas de Carly. Aunque, también según lo que escuché por ahí, ella siempre pregunta por voluntarios para noches como la de ayer y les paga el doble — cotilleó Hitch, cubriéndose un poco la boca.
— No como su viejo, que jamás hace diferencia alguna — destacó Annie.
Hitch dio una palmada en la mesa, divertida.
— Si se llegaran a rebelar contra el viejo…
— La mayoría de ellos ni siquiera se atrevería a asumir el riesgo de ser despedidos inmediatamente de una patada en el culo — Annie habló a un volumen normal y miró sin reparos a uno de los trabajadores que parecía estar tratando de escuchar mejor su conversación — Es comprensible… porque cada vez es más y más difícil conseguir trabajo estable y decente en esta isla.
— Ajá, Annie. En fin. No hacía falta ponernos tan serias — Hitch rodó los ojos, se masajeó las sienes, y se fijó en el asiento vacío a la izquierda de Mikasa — ¿Dónde está tu novio, Margot?
— Eren… vendrá después.
— Jamás habría imaginado que te llamabas Margot, precisamente — dijo de pronto la mujer de cabello corto. No sólo Mikasa la miró enseguida, sino que también Hitch y Annie, esta última con una mueca que rezaba ¿hablas en serio? — Oh, no me refiero a sus facciones. Veamos… ¿Cómo decirlo? Ese nombre no le va. Ella no me parece una 'Margot,' ese es el punto.
Mikasa se empeñó en mantener una expresión impasible mientras Hitch la estudiaba. Notó en ella un atisbo de verdadera curiosidad.
— Todavía es muy temprano para pensar en tonterías como estas — masculló la amiga de Annie, encogiéndose de hombros y zampándose un pastelito que tomó con las puntas de sus dedos de largas uñas esmaltadas.
— ¿Temprano? Es casi mediodía — objetó la mujer, echando un vistazo a la gruesa pulsera de plata en su muñeca. Era un reloj.
Hitch señaló con el pulgar a la rubia cuya presencia prácticamente habían ignorado un buen rato.
— Me dijo que su nombre es Yelena. ¿Les parece una 'Yelena'?
— Supongo — respondió Annie, indiferente — No conozco a otras Yelenas como para poder decidir si el nombre le va o no.
Yelena sonrió.
— Soy Yelena Volkova, un placer conocerlas — se presentó con un asentimiento cortés.
— Annie Leonhardt. Ella es Margot Protz — aseguró Annie — ¿De qué conoces a Carly, Yelena?
— De uno de sus viajes de negocios con su padre a Marley. Ahora mismo llevo poco más de una semana en Paradis de visita.
— Ya veo. ¿Estás aquí de vacaciones o negocios? ¿Es tu primera vez en la isla? — inquirió Annie.
— He venido contadas veces y sí, estoy disfrutando de unas pequeñas vacaciones en esta hermosa isla. Lamentablemente hoy me toca tomar un barco de vuelta al continente.
Se oyó una risa femenina proveniente del pasillo. Un par de solemnes sirvientes abrieron la puerta doble. Por fin Carly Stratmann, la anfitriona, hizo su aparición en el comedor y Eren la siguió de cerca. Ella tocó el brazo de Eren con naturalidad, como si fueran viejos amigos, y luego le dijo alguna cosa con una sonrisa que a Mikasa se le hizo coqueta. Él asintió con gesto meditabundo y serio. Le fue inevitable observar el intercambio entre ambos con el ceño ligeramente fruncido. Dejó de ponerles atención y se entretuvo mordisqueando una zanahoria miniatura de mazapán para no hacerse ideas extrañas al respecto. Poco después Eren apoyó una mano en el hombro de Mikasa y la besó en la mejilla antes de sentarse en el sitio libre a su lado. Ella casi se mordió la lengua. Giró la cabeza hacia él, vacilante, y sus cansados ojos verdes le sostuvieron la mirada hasta que un mayordomo comenzó a verter un aromático chorro de café en su taza. Eren lo pidió más cargado.
Mikasa quería preguntarle qué había hecho anoche. Si es que había dormido aunque fuera un poco y, especialmente, en dónde. Por los marcados círculos oscuros bajo sus ojos parecía que éste no había dormido nada. En contraste Carly, quien parloteaba animosa con Hitch y Yelena, lucía fresca y perfumada, recién salida de un buen baño. Llevaba puesto un sencillo pero fino vestido color borgoña que abrazaba su voluptuosa figura. Su complexión era demasiado similar a la de Theresa, la desagradable chica que presumió haber tenido intimidad sexual con Eren.
Una sensación de malestar se alojó en la base de su estómago. Mikasa apretó los labios. ¿Por qué Eren había llegado con Carly? ¿Cuánto rato habían pasado juntos para haber ganado ese evidente mayor grado de confianza entre ellos? ¿Había ido Eren… a buscar a Carly anoche? Un ligero golpe en la pierna la apartó de sus pensamientos por el momento.
— Despierta — siseó Annie.
Eren al parecer ya iba por su segunda taza de café. Mikasa lo oyó hablar cuando Yelena llamó su atención.
— Jaeger. Jaeger… ¿Estás emparentado con un hombre llamado Grisha Jaeger, por casualidad?
— Soy su hijo — contestó él, y los ojos de Yelena adquirieron vida con un repentino centelleo de reconocimiento — ¿Por qué? ¿Eras paciente suyo? — preguntó monótono.
— No tuve la oportunidad — sonrió, poniendo los codos en la mesa y apoyando su mentón en sus largos dedos entrelazados — Pero se podría decir que he oído de él.
— Creo que casi todos en esta isla han oído hablar de él.
Yelena no se molestó en aclararle que ella no era habitante de Paradis. Simplemente amplió su sonrisa lobuna sin dejar de escrutar el rostro de Eren como si necesitara memorizarlo. Mikasa contuvo un respingo cuando la peculiar mirada de la mujer se desvió bruscamente hacia la suya.
Ella no me parece una 'Margot,' ese es el punto.
Era un tanto inquietante, sin embargo no percibía agresividad en ella. Ya fuera a modo de prevención o costumbre, Mikasa se palpó el muslo para sentir el cuchillo bajo la falda de su vestido. Se encontró con que ni siquiera llevaba puesta la correa en la que lo colgaba. Maldijo internamente por andar con la cabeza en cualquier lado. La última vez que vio el cuchillo fue cuando éste terminó incrustado en la pared del despacho. Esperaba que Eren, o Annie, hubiese sacado el arma de allí y que la estuviera guardando junto con la correa de cuero.
Un mayordomo se paró junto a Yelena.
— Disculpe la interrupción, señorita Volkova — dijo el hombre con una ensayada inclinación — Me han informado que su carruaje la espera.
Yelena ojeó su elegante reloj de pulsera.
— Ah, sí. Qué lástima. Tengo que irme ya — se lamentó mientras se ponía de pie. Yelena era muy alta. Más alta que cualquier otra mujer que Mikasa conocía. Hasta superaba en altura a cada uno de los hombres presentes en la habitación, incluido Eren. Al igual que Kenny, debía de medir casi dos metros — Ha sido un placer estar aquí y conocerlos a todos ustedes. Fue una fiesta excelente. Gracias por la invitación, Carly.
Carly sonrió y se levantó de su asiento.
— Te acompaño afuera — dijo.
Todos se despidieron de ella por cortesía. Hitch le deseó un buen viaje de regreso.
— Gracias — la mirada reluciente de Yelena voló hacia Eren por una fracción de segundo antes de añadir en tono críptico: — Qué agradables sorpresas.
Mikasa la siguió con los párpados entornados.
— Es taaan rara — soltó Hitch apenas Carly y Yelena estuvieron fuera de alcance — Te supera con creces, Annie. Yelena te arrebató el premio.
— ¿De qué hablas? — rezongó Annie con la boca llena de pastelillo.
Eren se inclinó hacia Mikasa.
— Creo que ya viene siendo hora de irnos también — dijo mientras Hitch y Annie discutían tonterías en el fondo.
Mikasa agarró un tenedor y cortó un trozo de pastelillo de merengue y limón.
— Estoy desayunando.
— Cuando termines.
— Vete si quieres. Yo me quedaré.
— ¿Qué?
— Que no tengo apuro alguno por ir a… — dijo Mikasa en voz baja — A encerrarme en la habitación del hotel contigo. Si estás tan apurado por irte, entonces vete por tu cuenta. Me quedaré aquí con Annie y me iré más tarde.
La expresión de Eren se mantuvo indescifrable hasta que éste encajó la mandíbula y cerró una mano alrededor de su muñeca. La apretó sin hacerle daño.
— ¿Puedo tener una palabra contigo antes de irme? — preguntó en un susurro irritado — A solas.
Mikasa respiró hondo. ¿Podía?
— De acuerdo — dijo, y siguió a Eren fuera del comedor.
Él no le soltó la muñeca hasta que se adentraron en una sala vacía repleta de retratos en sus paredes y algunas fotografías. Allí, junto a una estrecha y alta vitrina que exhibía reliquias familiares, él la acorraló apoyando las manos contra la pared a su espalda. Mikasa ensanchó los ojos, sorprendida. Los brazos de Eren estaban ligeramente flectados y la encerraban para que no escapara. Ella se apegó lo que más pudo a la pared y la parte alta de su cabeza topó con el marco dorado de uno de los retratos, que se meció con el pequeño golpe. La tenue luz del día se filtraba por el delicado visillo blanco de las ventanas e iluminaba la mandíbula cincelada del frustrado hombre frente a ella. El cabello castaño le ocultaba los ojos, fijos en el piso. De haberse tratado de cualquier otra persona, Mikasa ya lo habría hecho a un lado de un empujón pero, como se trataba de él, esperó. Esperó pese a que Eren todavía no decía nada y sus nervios se acrecentaban.
— Si lo que intentas hacer es volverme loco, entonces déjame decirte que lo estás logrando — masculló, su respiración agitada. Sus intensos ojos verdes, acentuados por los círculos oscuros bajo ellos, destellaron con arrebato — ¿Tienes alguna idea de…? — Eren suspiró pesadamente, cerrando los ojos. Se pinzó el puente de la nariz y se alejó de ella sacudiendo la cabeza — Olvídalo. Ni siquiera importa.
Mikasa se abrazó a sí misma, sin moverse de su sitio.
— Eren… No es eso. No estoy… tratando de volverte loco — su voz suave, débil.
Eren volvió a sacudir la cabeza, sin mirarla. Inquieto, se paseó delante de ella.
— Entonces, ¿qué es eso que quieres? ¿Por qué te sigues contradiciendo? ¿Por qué te cierras y te pones fría conmigo de un momento para otro? — se señaló a sí mismo — ¿Por qué me mentiste en la maldita cara?
— ¡Porque no estaba preparada para hablar de lo que hice! — espetó Mikasa, tratando de no elevar demasiado la voz.
Eren la contempló, aturdido.
— Me podrías haber dicho eso anoche, en lugar de-
— Ni siquiera podía hacer eso — lo interrumpió — ¿O es que crees que es algo fácil? Nada… de esto es fácil para mi.
— Mikasa… — la llamó Eren en tono conciliador, acercándose a ella — Claro que no debe de ser fácil. Toda esa… experiencia con aquella droga tiene que haber sido abrumadora para ti, por decirlo menos.
— Lo fue.
Eren se pasó una mano por la cara. Con la otra se masajeó la base del cuello. Estaba un tanto pálido.
— No quiero presionarte… Es sólo que… Mierda. Lo siento. Tampoco estoy pensando con claridad.
— Pareciera que no dormiste nada — murmuró Mikasa. El asintió — ¿Por qué te fuiste anoche?
— Porque también fue abrumador para mí… Me mentiste. Dijiste que no recordabas nada y… eso dolió — dijo con la mirada baja — No me podía quedar allí contigo.
Mikasa se sobó un brazo. Resistió la punzada en su corazón y las ganas de abrazarlo.
— Dijiste… que tenías cosas que hacer.
— Sí — Eren rehuyó su mirada.
— ¿Ir… a buscar a Carly Stratmann tenía algo que ver con eso?
Él no respondió enseguida. Un peso se alojó en el estómago de Mikasa como un puñetazo.
— Es complicado.
— ¿Es todo lo que vas a decir al respecto? ¿Que es complicado? — en realidad no quería esperar a escuchar su respuesta. Temía su repuesta. Mikasa se tragó las lágrimas antes de decir en tono firme: — Ya me dirás cuando estés preparado para hablar de lo que sea que hiciste — dio un paso al costado y se alejó lo más rápido posible.
Eren no hizo amago alguno de ir tras ella. Ni tan siquiera soltó un "espera."
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
— Carly es de trato fácil. Tiene una personalidad coqueta y confianzuda, hay que reconocerlo pero, ¿de allí a que se haya acostado con él o algo similar anoche? — dijo Annie — No lo sé… Me cuesta verlo.
Mikasa se enjugó las lágrimas con un fino pañuelo rosa. Estaban sentadas en la mullida alfombra que cubría parte del piso del soleado cuarto en el que se estaba quedando Annie, con las espaldas apoyadas a un lado de la cama.
— No suenas para nada convencida — farfulló.
— ¿Y qué quieres que haga? Poner las manos al fuego por otras personas no es lo mío — se defendió con expresión fastidiada — Esto es insólito. Jamás pensé que te vería lloriquear así, y si lo hacías nunca imaginé que sería por un hombre.
— Lamento decepcionarte — dijo Mikasa.
Annie suspiró.
— Ya. Está bien… Es sólo que hasta ayer no te asociaba con este tipo de cosas. Es como si al fin pudiera visualizar a la chica común y corriente, capaz de enamorarse y todo eso, que se esconde detrás de esa fría bestia que sabe pelear y matar. Ha sido loco.
Mikasa negó con la cabeza con una pequeña sonrisa irónica.
— Una bestia — repitió — Gracias por darte cuenta de que sólo soy una chica y no alguna bestia, supongo.
— De nada. Las circunstancias ayudaron.
— Tu no eres muy diferente a mi.
— ¿Ah, sí? — alzó una ceja.
— La diferencia es que tú al menos tienes una verdadera y constante conexión al… mundo corriente. Algo que yo nunca tuve y que tal vez nunca llegaré a tener.
Sus palabras pillaron a Annie desprevenida, quien la observó con cierta confusión y pesar antes de bajar la mirada y sumirse en un breve silencio.
— Creo que nunca me he enamorado — soltó Annie de repente.
— ¿Eh?
— Esa es otra diferencia. Te escucho a ti hablar de esas cosas que sientes por Eren, o a Hitch despotricar por Marlowe y parlotear acerca de cualquier otro idiota con el que ha estado, y siento un poco de envidia… — se encogió de hombros — No he conocido a nadie que me haga sentir lo que ustedes sienten. Ni siquiera esa molestia o frustración porque las cosas no estén yendo viento en popa. No me da para preocuparme por ellos en ese sentido, de manera romántica.
— Yo… sólo he sentido esto por Eren — dijo Mikasa — Quizás la persona o personas de quienes te enamorarás todavía no han coincidido con tu camino.
Annie torció la boca.
— Mira las cosas que dices… Quién sabe. A lo mejor no estoy destinada a estar con alguien en esos términos y no me queda otra que conformarme con una intimidad vacía.
— ¿A qué te refieres con 'intimidad vacía'?
— ¿Lo preguntas en serio? — cuestionó, enfurruñando las cejas. Mikasa asintió y Annie rodó los ojos, pero sus mejillas se colorearon — Me refiero a tener sexo con alguien porque sí… Sin sentimientos de por medio, sin conexión más allá de lo físico.
— Ya veo… ¿Lo haces seguido?
— No — respondió de inmediato Annie — Lo he hecho unas pocas veces.
La boca de Mikasa tomó la forma de una "o."
— ¿Lo disfrutaste?
— Eh… Unas veces más que otras.
— ¿Qué… hay de tu primera vez? ¿Cómo supiste que estabas lista? ¿Qué sentiste?
— Qué preguntona eres — bufó, incómoda — No tienes a nadie más a quien hacerle estas preguntas, ¿verdad?
Mikasa se encogió de hombros.
— Una de las viejas amigas de mi tía, que también es amiga de Kenny, me explicó un poco más de lo básico hace unos años. Terminó su trabajo conmigo y perdí contacto con ella. Kenny y Levi no sirven en este caso porque no son mujeres, y son unos idiotas. En especial Levi. Ni siquiera sé si alguna vez ha estado en una relación o algo parecido. Es un amargado y reservado — dijo, arrugando la nariz.
Annie levantó una mano.
— Espera. Ahora que lo mencionas, el maldito de Reiner me tendió una trampa y terminé teniendo una reunión de improviso con tu primo apenas llegué a Stohess. Levi se metió al carruaje en la parada en plena madrugada, me examinó de arriba a abajo y me dijo 'qué suerte que no perdiste ninguna jodida extremidad', que en su idioma Ackerman debe significar algo parecido a un 'qué bueno que estás bien,' ¿no?
— En idioma Levi, querrás decir — la corrigió Mikasa, aunque seguro Kenny soltaría una variación peor de la misma frase — ¿De qué iba esa reunión improvisada?
— De un trabajo relacionado con la Legión. Todavía no sé de qué se trata, exactamente… — murmuró Annie — Lo único que sé es que las cosas están por irse realmente a la mierda. Para la Familia Real en particular, y ya entiendes a qué nos llevará eso.
Mikasa apoyó el mentón en las rodillas con expresión cansina.
— Deberías aclarar las cosas con Eren, Mikasa — la animó en un tono suave, poco característico de ella — Lo de la lista de sugerencias que mencionaste anoche, lo de ahora con Carly… Habla con él sobria acerca de tus dudas y de lo que sientes.
— Me da… miedo lo que me pueda responder.
— ¿Acaso prefieres que te siga carcomiendo la duda?
— ¿Qué voy a hacer si me confirma lo peor? — se le empañaron los ojos.
— Pues, puedes terminar tu no-relación con él, llorar, pasarlo mal un tiempo, y después seguir adelante con tu vida. Tendrás que ocuparte de un montón de otros asuntos de todos modos.
Mikasa apretó los labios. Annie era una perra a la hora de decir las cosas, pero tenía razón. Sus ojos se anegaron en lágrimas. Hiciera lo que hiciera, dijera lo que Eren dijera, lo más probable era que tendría que separarse de él un tiempo por fuerza mayor para apoyar los intereses de su clan. De su familia. Kenny podía estar ya moviendo los hilos a su manera, independiente de la Legión. Quizás el encuentro de Levi con Annie tenía que ver directamente con aquello. Eso lo sabría en más o menos una semana, dos máximo. Podía que incluso menos.
— Oye, escucha — la llamó Annie — Es normal tener miedo de hacer ciertas cosas, así como es normal que te hayas avergonzado por lo que te atreviste a decirle a Eren mientras estabas bajo la influencia de esa droga. Está bien tener miedo. Sé que llevas una vida fuera de lo común, yo también lo hago, pero al final del día sólo seguimos siendo personas, chicas como cualquier otra… Y si tienes la oportunidad de aprovechar lo que es ser una chica en todo sentido junto con el chico que te gusta tanto, entonces tómala.
— ¿Aprovechar lo que es ser una chica en todo sentido junto con…? — farfulló Mikasa, secándose las lágrimas de sus sonrosadas mejillas — ¿Q-Qué quieres decir con eso?
Annie puso los ojos en blanco.
— Por favor, Mikasa. Es obvio que quieres acostarte con él. Ve y fóllatelo de una buena vez. Pásalo bien.
— ¡N-No lo digas así!
— Y también es tan estúpidamente obvio que él quiere lo mismo. ¿No te dijo que lo estabas volviendo loco, incluso?
El rostro de Mikasa estaba encendido como un farol.
— ¿Pero q-qué pasa si él es como tú y… quiere t-tener sexo conmigo porque sí?
— El montón de paciencia que necesito tener con esta, maldita sea — dijo Annie entre dientes, presionando la base de una mano contra la frente — Primero que todo aclara las cosas con él, como ya te dije. Dependiendo de lo que te diga, decides si te lo follas o no.
— Lo dices como si fuera tan sencillo… — hizo una mueca.
— Lo es y no lo es, pero ya me cansé de este tema, y de hablar, y no sé qué más decirte o cómo ayudarte. El punto es que tus problemas se solucionarían conversando con la fuente de ellos, y esa fuente te debe de estar esperando como un león enjaulado en una habitación de hotel en la que nadie los va a molestar. La tienen sólo para ustedes dos. Tómalo o déjalo, Mikasa.
N/A: Annie es una de mis chicas favoritas de SnK, así que aquí está de nuevo~
Que tengan un excelente año nuevo!
