Harry Potter fue fundada por J.K. Rowling.

DC Comics fue fundada por Malcolm Wheeler-Nicholson.

Cross de FXRobalino.

Puede ser un Cross: Harry Potter/Marvel o Harry Potter/DC (O se pueden usar las tres).

Fem-Harry puede ser transportado a alguno de esos universos o uno donde estén conectados, pero sin que tengan una comunicación, más allá de lo que se ve en los libros de Harry Potter. (Es decir: La Reina de Inglaterra no puede mandar o mantener el Instituto Internacional del Secreto, ella es una Muggle y no sabe, ni debe saber nada)

Fem-Harry es una Reina (Tomado de la historia de FXRobalino Harry Potter: El Retorno del Rey), es un ser muy poderoso en niveles mágicos y tiene el alma de un animal de gran cantidad de magia, en su interior.

Fem-Harry debe tener chicas de ambos lados, las obligatorias (de Harry Potter) son: Hermione, Padma, Daphne y Susan.

Si se decide trabajar con DC son: Starfire y Blackfire.

Los magos deben de ser poderosos. Los magos deben de estar, a un nivel de amenaza aceptable, para no ser menos.

Fem-Harry y las chicas, deben de ser un grupo neutral, enfrentando a héroes y villanos.

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19: El Club de Duelo.

Aquella mañana, después de descubrir más información de la Cámara de los Secretos, gracias al profesor Binns; se descubrió que varios alumnos, habían sido petrificados, y todos ellos eran Hijos de Muggles, lo cual comenzaba a hacer que el ambiente del colegio fuera sombrío.

—El heredero fue primero, por la gata de Filch, y todos saben que soy casi un Squib —dijo un asustado Neville.

En esa misma semana, durante el partido de Quidditch, en el cual jugó Alex, una de las Bludgers se volvió loca, y todo el tiempo estuvo persiguiendo a Alex; mientras que los gemelos Weasley, viendo que el arrogante chico Potter, era amigo de su hermano menor, lo estuvieron protegiendo de la Bludger, causando que el equipo de Gryffindor, estuviera perdiendo muchos puntos.

Aun así, Alex no perdería, solo por esa pelota loca persiguiéndolo; y disfrutó oscuramente, no solo persiguiendo la Snitch, sino acercándose peligrosamente a Draco Malfoy, para ver si la Bludger lo tiraba de la escoba.

Esto asustó seriamente al Malfoy, y permitió a Alex capturar la Snitch. Pero se olvidó de la Bludger, y su brazo acabó por ser golpeado y fracturado.

Aun así, lograron ganar.

Alex bajó al suelo, sintiéndose bastante mareado.

Con un golpe seco, chocó contra el barro y salió rodando, ya sin la escoba.

El brazo le colgaba en un ángulo muy extraño. Sintiéndose morir de dolor, oyó, como si le llegaran de muy lejos, muchos silbidos y gritos. Miró la Snitch que tenía en su mano lastimada.

Cuando logró abrir sus ojos, vio a los miembros del equipo, tratando de llevarlo hacía la enfermería, pero vio al profesor Lockhart junto a él. —Que nadie se preocupe: voy a inmovilizarle el brazo. Vuelve a tenderte, Alex —dijo profesor, tranquilizador—. No es más que un sencillo hechizo que he empleado incontables veces. —Lockhart estaba revoleando su varita, y un instante después la apuntó hacia el brazo de Alex. El pelirrojo notó una sensación extraña y desagradable, que se le extendía desde el hombro hasta las yemas de los dedos. Sentía como si el brazo se le desinflara, pero no se atrevía a mirar qué sucedía. Había cerrado los ojos y vuelto la cara hacia el otro lado, pero vio confirmarse sus más oscuros temores cuando la gente que había alrededor ahogó un grito y Colin Creevey empezó a sacar fotos como loco. El brazo ya no le dolía... pero tampoco le daba la sensación de que fuera un brazo. —¡Ah! —dijo Lockhart—. Sí, bueno, algunas veces ocurre esto. Pero el caso es que los huesos ya no están rotos. Eso es lo que importa. Así que, Alex, ahora debes ir a la enfermería. Ah, señor Weasley, ¿puede ayudarle? La señora Pomfrey podrá..., esto..., arreglarlo un poco.

Al ponerse en pie, Alex se sintió extrañamente asimétrico. Armándose de valor, miró hacia su lado derecho. Lo que vio casi le hace volver a desmayarse. Por el extremo de la manga de la túnica asomaba lo que parecía un grueso guante de goma de color carne. Intentó mover los dedos. No le respondieron.

Lockhart no le había recompuesto los huesos: se los había quitado.

Lily le dio un puñetazo, en toda la cara a Lockhart, antes de cargar a su hijo, hacía la enfermería.

A la señora Pomfrey aquello no le hizo gracia. —¡Tendríais que haber venido enseguida aquí! —dijo hecha una furia y levantando el triste y mustio despojo de lo que, media hora antes, había sido un brazo en perfecto estado. —Puedo recomponer los huesos en un segundo... pero hacerlos crecer de nuevo... —negó con la cabeza. —Va a ser doloroso, Potter. —Y le tendió una poción.

Lo desagradable fue tomar el crecehuesos. Al pasar, le abrasaba la boca y la garganta, haciéndole toser y resoplar. Sin dejar de criticar los deportes peligrosos y a los profesores ineptos, la señora Pomfrey se retiró, dejando que Ron ayudara a Alex a beber un poco de agua. —¡Pero hemos ganado! —le dijo Ron, sonriendo tímidamente—. Todo gracias a tu jugada. ¡Y la cara que ha puesto Malfoy... Parecía que te quería matar!

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Esa misma noche, en medio de la oscuridad, se dejó ver algo. O, mejor dicho: alguien, a quien Alex reconoció inmediatamente. —: ¡Dobby!

Los ojos del tamaño de pelotas de tenis del elfo doméstico miraban desorbitados a Alex a través de la oscuridad. Una sola lágrima le bajaba por la nariz larga y afilada. — "Alex Potter ha vuelto al colegio" —susurró triste—. "Dobby avisó y avisó a Alex Potter ¡Ah, señor!, ¿por qué no hizo caso a Dobby? ¿Por qué no volvió a casa Alex Potter cuando perdió el tren?"

Alex se incorporó con gran esfuerzo y tiró al suelo la esponja de Dobby, luego de lograr conectar los hechos. — "¿Qué hace aquí?" —susurró Alex—. "¿Y cómo sabe que perdí el tren?" —A Dobby le tembló un labio, y a Alex lo acometió una repentina sospecha—. ¡Fue usted! —dijo despacio—. ¡Usted impidió que la barrera nos dejara pasar!

—Sí, señor, claro —dijo Dobby, moviendo vigorosamente la cabeza de arriba abajo y agitando las orejas—. Dobby se ocultó y vigiló a Harry y selló la verja, y Dobby tuvo que quemarse después las manos con la plancha. — Enseñó a Harry diez largos dedos vendados. —Pero a Dobby no le importó señor, porque pensaba que Harry Potter estaba a salvo, ¡pero no se le ocurrió que Harry Potter pudiera llegar al colegio por otro medio! —Dobby se secó los ojos saltones y dijo de repente—: ¡Harry Potter debe volver a casa! Dobby creía que su Bludger bastaría para hacerle...

—¿Su bludger? —dijo Alex, volviendo a enfurecerse—. ¿Qué quiere decir con «su bludger»? ¿Usted es el culpable de que esa bola intentara matarme?

—¡No, matarle no, señor, nunca! —dijo Dobby, asustado, mientras negaba con la cabeza, y se golpeaba en la cara, con las largas orejas. — ¡Dobby quiere salvarle la vida a Alex Potter! ¡Mejor ser enviado de vuelta a casa, gravemente herido, que permanecer aquí, señor! ¡Dobby sólo quería ocasionar a Alex Potter el daño suficiente para que lo enviaran a casa! ¡Ah, sí Alex Potter supiera...! —gimió Dobby, mientras le caían más lágrimas en el viejo almohadón—. ¡Si supiera lo que significa para nosotros, los parias, los esclavizados, la escoria del mundo mágico...! Dobby recuerda cómo era todo cuando El-que-no-debe-nombrarse estaba en la cima del poder, señor. ¡A nosotros los elfos domésticos se nos trataba como a alimañas, señor! Desde luego, así es como aún tratan a Dobby, señor —admitió, secándose el rostro en el almohadón. — Pero, señor, en lo principal la vida ha mejorado para los de mi especie desde que usted derrotó al Que-no-debe-ser-nombrado. Y ahora, en Hogwarts, van a ocurrir cosas terribles, tal vez están ocurriendo ya, y Dobby no puede consentir que Alex Potter permanezca aquí ahora que la historia va a repetirse, ahora que la Cámara de los Secretos ha vuelto a abrirse...

Dobby se desapareció, y Alex fingió dormir, y vio entrar al profesor Dumbledore y la profesora McGonagall, trayendo lo que parecía ser una estatua, pero los escuchó hablar: era un alumno, que fue petrificado.

¡Petrificado, igual que la gata de Filch!

¡Pero esta vez, fue un humano!

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A la mañana siguiente, todo el mundo supo, que el petrificado era Colin Creevey.

Ante esto, Clarisse sacó su computador portátil, y mandó un mensaje de correo electrónico, a toda la Liga de la Justicia, notificándoles sobre el asunto de la Cámara de los Secretos, las palabras del profesor Binns y de Colin.

Un alumno ha aparecido petrificado, igual que la gata del celador del colegio, y el mismo día en el cual, la gata fue Petrificada, había un mensaje escrito en sangre, que no ha sido eliminado, con ninguna magia, conocida por los maestros, acerca de una «Cámara Secreta»: una especie de sótano o guarida, creada por uno de los fundadores del colegio (Salazar Slytherin), el cual aparentemente, no quería que los alumnos de familias sin magia, asistieran al colegio, y ocultó alguna clase de criatura en su interior, y ahora la cámara ha sido abierta nuevamente.

Creo que vamos, a necesitar ayuda.

ATTE.: Clarisse K.

La noticia de que habían atacado a Colin Creevey y de que éste yacía como muerto en la enfermería se extendió por todo el colegio durante la mañana del lunes. El ambiente se llenó de rumores y sospechas.

Los de primer curso se desplazaban por el castillo en grupos muy compactos, como si temieran que los atacaran si iban solos.

Pronto, todos en Gryffindor supieron que la hija menor de la familia Weasley: Ginny, quien se sentaba junto a Colin Creevey en la clase de Encantamientos, y de quien se sabía, era una gran amiga, estaba triste y preocupada, por su amigo. Pero a Clarisse le parecía que Fred y George se equivocaban en la manera de animarla.

Se turnaban para esconderse detrás de las estatuas, disfrazados con una piel, y asustarla cuando pasaba. Pero tuvieron que parar cuando Percy se hartó y les dijo que iba a escribir a su madre para contarle que por su culpa Ginny tenía pesadillas.

A la mañana siguiente, de lo de las pesadillas de Ginny, se abrió un club de duelo...

Un club el cual estaba al mando, del idiota de Lockhart y del ex-Mortífago Severus Snape.

—¡Venid aquí, acercaos! ¿Me ve todo el mundo? ¿Me oís todos? ¡Estupendo! El profesor Dumbledore me ha concedido permiso para abrir este modesto club de duelo, con la intención de prepararos a todos vosotros por si algún día necesitáis defenderos tal como me ha pasado a mí en incontables ocasiones (para más detalles, consultad mis obras). Permitidme que os presente a mi ayudante, el profesor Snape —dijo Lockhart, con una amplia sonrisa. Él dice que sabe un poquito sobre el arte de batirse, y ha accedido desinteresadamente a ayudarme en una pequeña demostración antes de empezar. Pero no quiero que os preocupéis los más jóvenes: no os quedaréis sin profesor de Pociones después de esta demostración, ¡no temáis!

Clarisse suspiró, y no pudo evitar estar de acuerdo, con los susurros de Alex y Ron: claramente, Snape ganaría en un par de segundos.

Alzaron sus varitas mágicas frente a ellos como si fueran espadas. Pensó Clarisse, recordando sus clases de esgrima, en la isla Paraíso. —Como veis, sostenemos nuestras varitas en la posición de combate convencional —explicó Lockhart a la silenciosa multitud—. Cuando cuente tres, haremos nuestro primer embrujo. Pero claro está que ninguno de los dos tiene intención de matar. Uno, dos... ¡tres! —Ambos alzaron las varitas y las dirigieron a los hombros del contrincante.

¡Expelliarmus! —exclamó Snape. Un destello de luz roja, salió desde la varita del profesor de Pociones, y Lockhart despegó en el aire, voló hacia atrás, salió de la tarima, pegó contra el muro y cayó resbalando por él hasta quedar tendido en el suelo.

Malfoy y algunos otros de Slytherin vitorearon.

Hermione se puso de puntillas. — ¿Creéis que estará bien? —chilló por entre los dedos con que se tapaba la cara.

—Lo está —aseguró Clarisse, mientras acercaba una de sus manos a una de las patas de sus lentes, para bajarlos un poco y usar su visión de rayos X, viendo que el idiota, estaba intacto. —Apunta el Expelliarmus, a la mano, no al hombro y entonces lo desarmarás, en lugar de mandarlo a volar. —Aconsejó, la chica, a la multitud de alumnos presentes, todo el tiempo de brazos cruzados.

Lockhart se puso de pie con esfuerzo. Se le había caído el sombrero y su pelo ondulado se le había puesto de punta. —¡Bueno, ya lo habéis visto! —dijo, tambaleándose al volver a la tarima— Eso ha sido un encantamiento de desarme; como podéis ver, he perdido la varita... ¡Ah, gracias, señorita Brown! —Lavender se sonrojó, cuando su profesor le enseñó una sonrisa. —Sí, profesor Snape, ha sido una excelente idea enseñarlo a los alumnos, pero si no le importa que se lo diga, era muy evidente que iba a atacar de esa manera. Si hubiera querido impedírselo, me habría resultado muy fácil. Pero pensé que sería instructivo dejarles que vieran... —Snape parecía dispuesto a matarlo, y quizá Lockhart lo notara, porque dijo: —¡Basta de demostración! Vamos a colocaros por parejas. Profesor Snape, si es tan amable de ayudarme... Se metieron entre la multitud a formar parejas. Lockhart puso a Neville con Justin Finch-Fletchley, pero Snape llegó primero hasta donde estaban Clarisse y Sally-Anne Perks, pero eligió a la joven Amazona-Kryptoniana.

—Bones... con Kent —dijo el profesor Snape, parándose a un lado de donde estaban Neville y Justin, y la Hufflepuff y la Ravenclaw, se pararon allí. Entonces, se movió hacía otro lado, extendiendo su mano, a su ahijado. —Aquí. Draco, sube —el rubio lo hizo de forma petulante.

—Señor Potter —pidió Lockhart, mientras que todos veían a Alex peinándose y parándose ante Draco. — ¡Poneos frente a vuestros contrincantes —dijo Lockhart, de nuevo sobre la tarima— y haced una inclinación! —Todos los alumnos se inclinaron, aunque Clarisse, además de una inclinación de duelo, como lo realizado por Lockhart (quien seguramente sabría hacer, al menos eso), le lanzó un beso a Susan, haciéndola sonrojar.

Inconscientemente, Susan le guiñó un ojo de forma coqueta.

Draco y Alex se miraron con desprecio e imitaron a Snape, al solo inclinar apenas sus cabezas.

— ¡AHORA! —Ordenó Snape.

¡Petrificus Totalus! —exclamó Susan, pero Clarisse se agachó, y rodó hacía ella.

¡Vermillious! —exclamó Clarisse, Susan se cubrió el rostro con las manos, para no ser presa de las chispas rojas. Entonces, sintió como su amiga, le quitaba la varita de las manos. — ¿Dos de tres?

—Una estrategia perfecta, Kent —dijo Snape, con las manos en la espalda. —Magos aún más avanzados y talentosos que ustedes, estarían muertos, en estos momentos, ante un truco tan simple, como el que Kent acaba de ejemplificar.

¡Rictusempra! —exclamó Susan, provocando que su amiga se revolcara en el suelo, de la risa.

—Ex... —Apuntar se le dificultaba, y la risa lo volvía aún peor. Apuntó desde el suelo, como mejor pudo, y Susan bajó la guardia. — ¡Expelliarmus! —La varita salió volando, de la mano de la heredera Bones, quien detuvo el hechizo sobre la pelinegra.

—¡He dicho sólo desarmarse! —gritó Lockhart a la combativa multitud.

Todos comenzaron a probar, los hechizos que venían, en el libro del año pasado. E intentaban recordarlos y usarlos en esta situación.

Snape los miraba a todos, con suficiencia y asentía con la cabeza. De vez en cuando, lanzaba algunos comentarios, sobre la buena ejecución de un hechizo o sobre la mala ejecución de otro, y entraba en acción, con el hechizo Finite Incantatem.

Personas como Hermione Granger, Padma y Parvati Patil, Susan Bones, Clarisse Kent, Daphne Greengrass, se aseguraron de recordar ese hechizo.

-/-/-/Horas después, oficina del director/-/-/-

Albus Dumbledore estaba caminando de un lado a otro, en su oficina, echando humo, y sumamente enfadado, después de lo que Severus le había contado.

¡Aún no podía entender, como es que se llegado a esto!

Todo ocurrió, durante la primera clase del Club de Duelo. Cuando el tonto de Severus, emparejó a Alex Potter, con Draco Malfoy, y este último, claramente viéndose superado por Alex, invocó a una serpiente, que intentó atacar a un alumno.

¡Solo para que Alex, inconscientemente, comenzara a hablar en Pársel!

Ahora, todos los alumnos creerían a Alex Fleamont Potter Evans, El-Niño-Que-Vivió, el Heredero de Slytherin, creerían que era Alex, que estaba atacando a los Hijos de Muggles, y eso no podía permitirse.

¡No podía permitir, que Alex fuera alumbrado, bajo una mala luz y señalado públicamente!

¡Tenía que salvar al Faro de la Luz, del escrutinio público!

¡Tenía que auxiliarlo de inmediato, antes de que esto saliera de los muros del colegio y el país entero, comenzara a señalar a Alex!

¿Por qué?

¿Por qué Alex tuvo justamente, que manifestar ese poder del Señor Tenebroso, en lugar de la Legeremancia, o la capacidad del vuelo?

Necesito descubrir al que está causando estas petrificaciones, y detenerlo, a como dé lugar. —Pensó Dumbledore, con decisión. Tenía que salvar la reputación de su colegio. Tenía que salvar a su precioso niño dorado.