N/A: Hola! :)

Bienvenidos a lo que viene siendo el canon como tal. No vamos a poner todos los momentos porque sino simplemente estaríamos contándoles el manga jeje pero a partir de aquí va a haber momentos en los que habrá uno que otro párrafo con una especie de resumen de lo que pasó (de acuerdo a la perspectiva del personaje en el que nos estemos enfocando). Sin embargo, explotaremos todos esos momentos para que vayan acorde a nuestra historia.

Como siempre muchas gracias por seguir esta historia y no duden en compartirnos sus comentarios, sugerencias e hipótesis.

Saludos!

Golden y Flame

Disclaimer: Los personajes de Fullmetal Alchemist no nos pertenecen. Sólo estamos divirtiéndonos con ellos.


Capítulo 10: Alquimia: Regalo o Maldición

El incidente con los Tucker había sido terrible. Aunque hubiera ocultado sus verdaderos sentimientos detrás de su máscara de profesionalidad, Riza se sentía increíblemente disgustada, perturbada y triste. No podía comprender cómo podía una persona tan trastornada hacer algo tan terrible con su propia esposa e hija. Ella era testigo de primera mano de la obsesión en la que pueden caer algunas personas con la alquimia pero ahora se sentía afortunada de que su propio padre no hubiera intentado una locura aún más extrema de lo que fue grabar en su espalda el secreto de la alquimia de fuego.

Entre más revisaban el laboratorio de Tucker, repleto con sus notas, Roy le había hecho algunos comentarios sobre lo peligrosas que se habían tornado las ideas de ese maniático y, aunque sólo ella pudiera notarlo en su mirada, Riza estaba segura que Roy se sentía frustrado por no haber notado ese comportamiento errático hace tiempo y, sobre todo, sabía que él estaba disgustado consigo mismo por haber puesto a Edward en el camino de ese hombre.

Edward y Alphonse habían abandonado la residencia Tucker poco después de que los militares arribaron al lugar tras una muy breve llamada de Ed al coronel. Tucker es un maldito criminal. Vengan ahora. Con esas simples palabras Ed había captado la atención de Roy, sin siquiera darle oportunidad de averiguar más al respecto porque inmediatamente colgó. Roy sabía que algo estaba terriblemente mal. No había habido ni un solo insulto ni broma de parte de Edward y, deseando con todo su ser estar equivocado, él pudo notar lo roto y desganado que había sido su tono de voz.

Con las pistas recogidas de esa breve llamada, Roy había reunido a su equipo y habían salido rápidamente hacia la residencia de Tucker sin importarles el trabajo que tenían en curso. Además, había procurado solicitar la presencia de un pequeño grupo de la policía militar porque sabía que los necesitarían.

De todas las personas que llegaron a la escena, Roy y Riza fueron los que tomaron la delantera, entrando en la casa para buscar dónde se encontraban todos. No tardaron mucho en forzar y abrir la puerta que les abrió paso al sótano dónde encontraron a Shou Tucker, fijado alquímicamente al suelo, en la esquina que tenían frente a ellos. Tenía la cara hinchada y llena de sangre. El hombre tenía una sonrisa torcida y al verlos comenzó a murmurar Lo logré a tiempo.

Algo en la mirada de Tucker incrementó el mal presentimiento que ambos tenían, por lo que, aprovechando que Havoc los había alcanzado en esos breves segundos de contemplación, Roy le indicó que lo vigilara en lo que encontraban a los Elric. Tras la afirmativa de su subordinado, Roy continuó recorriendo el gran sótano seguido de cerca por Riza.

Después de recorrer un par de filas de criaturas enjauladas, una voz distorsionada y entrecortada diciendo Quie..ro… ju...gar... los guió hasta su destino descubriendo que la voz provenía de una quimera claramente basada en un perro y con largo cabello castaño.

Antes de siquiera investigar a la quimera, los ojos de ambos se enfocaron en los Elric, los cuales estaban en cuclillas y de espaldas a ellos. Ed tenía la cabeza gacha mientras que Al acariciaba lentamente la cabeza de la quimera al mismo tiempo que se cuerpo se sacudía ligeramente. La postura de ambos rápidamente les reveló que algo estaba muy mal. Ante esto, Riza comenzó a acercarse a ellos mientras que una revelación llegaba a la mente de Roy ¿Podría ser…?

Riza aún no comprendía del todo el alcance de lo que había sucedido pero en cuanto su vista se había enfocado en Edward, un impulso interno provocó que se acercara a él para tratar de brindarle su apoyo. Tal vez fuera la posición en la que estaba, pero Riza temía que Edward estuviera llorando provocando que su corazón se estremeciera. Jamás lo había visto llorar. Cuando ella y Roy lo fueron a reclutar había notado su mirada casi muerta pero desde entonces Ed siempre había estado lleno de energía.

Tentativamente Riza colocó una mano en los hombros de cada uno de los hermanos. Sabía que Alphonse no podría sentirlo pero le sorprendió que Edward ni siquiera se inmutó cuando ella colocó su mano.

Al notar la falta de reacción de Ed ante el gesto de Riza, Roy decidió acercarse asegurándose de que sus pisadas sonaran lo suficiente para indicar su presencia. En cuanto estuvo al lado de Riza, Roy lo llamó. "Acero."

Ante su voz, los movimientos de Al se detuvieron pero no volteó a mirarlos. Ed por su parte no dio indicios de haberlo escuchado. Roy estaba a punto de repetir su llamado cuando la mano de Ed se estiró un poco para acariciar por unos cuantos segundos a la quimera para después murmurar un doloroso Lo siento. Tras esto Ed lentamente se puso de pie provocando que Riza apartara su mano. Al ver esto, Al repitió exactamente el mismo procedimiento que su hermano.

A pesar de la poca visibilidad que tenía desde su posición, Roy pudo notar que el guante derecho de Ed estaba manchado de sangre y ligeramente roto, relacionando en ese momento a Ed con el estado en el que se encontraba Tucker.

Tras unos segundos Ed comenzó a hablar "Esta quimera… Tucker utilizó a su propia hija y a su perro." Riza no pudo evitar un sonido de sorpresa por lo que después cubrió su boca con una mano. "Hizo lo mismo hace 2 años con su esposa." Dicho esto Ed se dio la media vuelta e hizo el intento de comenzar a caminar hacia la salida por lo que ambos militares le abrieron paso. Ed ni siquiera los miró, ocultando su expresión con los mechones de cabello que enmarcaban su rostro.

Antes de que Ed pudiera alejarse, seguido de su hermano, Roy suspiró. No se sentía nada cómodo con esto pero tenía que hacerlo. "Acero." Colocó una mano en su hombro para detenerlo. "Necesitamos que ambos realicen su declaración oficial sobre este asunto. Afuera está Falman, vayan con él para que los lleve al comando."

Ed sacudió su hombro para apartar la mano de Roy y siguió caminando sin molestarse en darle una respuesta al coronel. Al, por su parte, se mantuvo callado y siguió a su hermano levantando su mirada solo lo suficiente para poder notar el camino.

Riza le dirigió una última mirada preocupada a Ed antes de agacharse frente a la quimera, la cual seguía repitiendo dolorosamente las mismas palabras. Riza comenzó a acariciarla de la misma manera que lo había hecho Alphonse mientras trataba de mantener su fachada profesional para ocultar su tristeza. Ahora que sabía lo que había pasado entendía que esta transmutación no tenía arreglo.


En cuanto aprehendieron a Tucker y se llevaron a la quimera; Roy, Riza y Havoc salieron de la residencia para dejar el trabajo pendiente a la policía y al equipo de investigaciones.

Aunque Roy tenía sus dudas, Ed cumplió con las últimas órdenes que le había dado y ambos hermanos habían sido llevados al Comando del Este por Falman para rendir su declaración.

Dado que Roy era el militar que había ordenado la movilización e investigación de la residencia Tucker, tenía que volver al comando para entregar su reporte de la situación hasta el momento además de tener que llenar las formas necesarias. Por ello, en compañía de Riza, emprendieron un viaje silencioso de regreso al Comando.

Mientras Riza conducía el auto de vuelta al Comando, Roy pudo notar que la quijada de Riza estaba sutilmente apretada, indicando su indignación y tristeza ante el caso que estaban tratando. Él se sentía de la misma manera o al menos hasta cierto punto. Con los vistazos que obtuvo de Riza a lo largo del trayecto, pudo imaginarse que esta situación la estaba afectando de una manera más profunda que a él. Aunque no hubiera tenido la oportunidad de criar a su hijo, al final de cuentas Riza era madre y había tenido la dicha de sostener a su hijo en sus brazos, por lo que le debía ser aún más difícil aceptar que hubiera alguien tan desquiciado para atentar contra su propia sangre. También las similitudes entre Tucker y Berthold, debían ser algo que la estaban atormentando. Ciertamente Berthold había hecho un acto despreciable al marcar la piel de su hija con un secreto tan terrible, pero ahora al menos Riza sabía que su padre no había cruzado las fronteras de lo imperdonable.

Roy se estaba debatiendo sobre si debía abordar el tema con ella. Deseaba ayudarla a alejar esos pensamientos tristes de su mente, pero estaba consciente de que ambos habían mantenido bien delimitados los aspectos personales de los militares. La decisión se vio tomada por sí misma, cuando Roy pudo notar que estaban llegando a su destino. Por ello, simplemente optó por dirigirle una mirada a Riza cuando aparcó el auto, tratando de transmitirle el mensaje de que él estaba ahí si lo necesitaba. Riza pareció entender lo que quería decirle ya que asintió y salió del auto para escoltar a Roy hasta la oficina de investigaciones.


Al encontrarse el caso en sus fases iniciales, el papeleo que Roy tuvo que llenar en ese atardecer lluvioso fue considerablemente menor de lo que estaba acostumbrado. Además con la ayuda de Riza el trabajo se completó aún más rápido de lo esperado. Tenían aún un par de minutos antes de su hora habitual de salida, pero tras los acontecimientos del día Roy estaba ansioso por darse una buena ducha y relajarse en la comodidad de su casa por lo que le indicó a Riza que por hoy podían retirarse.

Ambos recorrieron los pasillos del Comando hasta casi llegar a la entrada. Pero Riza le hizo una pequeña seña indicándole que podía adelantarse (cosa que Roy no hizo) para después acercarse a la recepcionista.

"Disculpe, ¿sabe si los hermanos Elric siguen en el Comando?"

La recepcionista, una mujer joven de cabello negro y ojos azules, le respondió. "Me temo que no, Teniente. Hace unos minutos los vi salir."

"De acuerdo, gracias." Ambas mujeres se despidieron con el saludo militar y la recepcionista tomó unos papeles que se encontraban en su escritorio para posteriormente internarse en los pasillos del Comando.

Riza se acercó a Roy, quien se encontraba a unos pasos de la entrada viéndola fijamente. "¿Está preocupada por los Elric, Teniente?"

"Sí, señor. Sé que son unos chicos fuertes pero lo de hoy debió ser un gran impacto para ellos. Según lo que Havoc me contó, se habían vuelto cercanos a la pequeña Nina." Respondió Riza.

Roy suspiró. "Estoy seguro de que ambos superarán esta prueba."

"Es una prueba muy difícil, Señor. Es más, yo diría que si alguna vez ha habido un acto del demonio, ese sería este."

Roy se sentía disgustado por lo que Tucker había hecho, pero no pudo evitar que la palabra 'demonio' le recordara su propia participación en la guerra de Ishval. "¿Del demonio? Diciéndolo sin rodeos, todos los alquimistas estatales no somos más que las armas del ejército. Hacemos lo que el ejército quiere, obedecemos órdenes y no nos quejamos si nuestras manos se ensucian en el proceso… Mi punto es que, en lo que se refiere a jugar con vidas humanas, las acciones de Tucker no son tan diferentes de las nuestras."

"Esa es la lógica de un adulto, Señor. A pesar de que Edward actúe como si fuera mayor, aún es un niño." Respondió Riza con una ligera tristeza que se asomó entre sus palabras. La imagen de Edward tan abatido se había grabado en su mente.

Para sorpresa de Riza, Roy no se molestó en buscar un paraguas y salió del edificio. Siguiendo su ejemplo, Riza lo siguió de cerca deteniéndose por un segundo al notar que Roy lo hacía.

Roy no pudo evitar frenarse cuando notó las dos figuras que estaban sentadas unos escalones más abajo. Los hermanos Elric estaban ahí sentados completamente empapados, indicando que seguramente habían permanecido en esa posición desde que salieron del Comando.

Él sabía que ambos hermanos estaban afectados por lo que había sucedido ese día, pero al percatarse de la tristeza que emanaba de la postura de Ed algo dentro de sí se retorció. Roy sabía que el chico cargaba una gran culpa y varios arrepentimientos sobre sus hombros, pero en general Ed era una persona llena de energía que odiaba mostrarse débil ante los demás. El que estuviera en esa clara depresión en un lugar donde cualquiera podía verlo hablaba mucho del estado emocional en el que se encontraba.

El coronel confiaba en que ambos hermanos saldrían adelante pero quería ayudarlos de alguna manera para que pudieran superar esto rápidamente. Aunque nunca se atrevería a decirlo en voz alta, apreciaba a ambos chicos pero no por eso podía darse el lujo de ir y reconfortarlos frotándoles la espalda y diciéndoles que todo estaría bien.

Hace tiempo Roy había reconocido internamente que Ed se parecía mucho a él. Sus carácteres y sus formas de reaccionar ante determinadas situaciones eran similares por lo que, tras unos segundos, pensó en las palabras necesarias para impulsar a Edward alejándolo de esa nube de tristeza. Roy no quería que el fuego que emanaba de esos ojos dorados disminuyera, ni mucho menos deseaba que se extinguiera.

Metiendo las manos en sus bolsillos, retomó su caminata y la charla con Riza. "Sí, pero el camino que él ha elegido sin duda lo guiará a obstáculos aún más grandes que el que enfrentó el día de hoy." Para ese momento Riza ya se había percatado de la presencia de los Elric, por lo que no pudo desviar su mirada de ellos. "Tiene que moverse hacia adelante… Incluso si eso significa forzarse a sí mismo a entender. ¿No es eso cierto, Acero?" En ese punto, Roy se encontraba a tan solo un par de escalones de dónde Ed estaba sentado. Notó que Al movió su cabeza en dirección a él, pero de Ed no hubo ninguna reacción. "¿Cuánto tiempo planeas estar deprimido?" Preguntó finalmente Roy, insistiendo en obtener una reacción de parte del chico.

En un tono demasiado tranquilo de lo habitual, Ed respondió. "No hables."

El tono de voz de Ed, provocó que Riza deseara abrazarlo y consolarlo pero sabía que era inapropiado de su parte. Tratando de controlar sus instintos protectores hacia Ed, se mordió ligeramente el labio y continuó andando al ritmo de Roy mientras él continuaba con su discurso.

"Incluso aunque la gente te llame un 'perro de la milicia' y un 'demonio', fuiste tú quién eligió mantenerse estudiando alquimia. Tú elegiste unirte a la milicia, cuando pudiste haber vivido el resto de tu vida de la mejor manera que pudieras con el cuerpo que tienes." Roy sabía que probablemente terminaría provocando la furia de Ed, pero sentía que era su responsabilidad ayudarlo a ponerse de pie nuevamente. "¿Puedes permitirte ser retenido por algo tan pequeño?"

"¿Algo tan pequeño?" Murmuró Ed. La molestia evidente en su voz. "Tienes razón. La gente puede llamarnos perros o demonios, pero Al y yo vamos a recuperar nuestros cuerpos originales… Pero no somos demonios ni dioses." Un ruido de arrastre de tela le indicó a Roy y Riza que Ed se había levantado. "¡Somos humanos! ¡Ni siquiera podemos salvar a una pequeña niña! Solo somos seres humanos patéticos…"

Roy pudo notar la desesperación y frustración en las últimas palabras de Ed. Se dio cuenta de que ésto no iba a sanar mágicamente por las cosas que él le dijera, pero al menos había conseguido que Ed comenzara a hablar de lo que estaba pasando en su cabeza. Sintiendo que ya no podía hacer nada más por el momento, Roy le dirigió unas últimas palabras. "Ve a los dormitorios y descansa. Te vas a resfriar si te quedas aquí."

Roy no esperó una respuesta y bajó los últimos escalones para desaparecer de la vista de Ed al ser cubierto por la barda del Comando. Como siempre, Riza seguía cerca de él y, por lo que pudo notar, ella no despegó su mirada de los Elric hasta que ya no pudo verlos. Riza era muy buena controlando sus emociones, pero cuando se trataba de los Elric ella dejaba que algunas grietas aparecieran en su máscara profesional. En cuanto a Roy, aunque no lo denotara exteriormente, esos chicos también provocaban ciertas grietas emocionales en él, pero no podía permitirse que alguien dentro de la milicia o algún criminal descubriera que esos chicos se estaban volviendo una debilidad para él.

En silencio, Roy y Riza abordaron el auto con ella detrás del volante. Para Roy no fue sorpresa que Riza simplemente se quedara ahí sentada sin iniciar el auto, manteniendo su mirada fija en el retrovisor, acción que Roy imitó. Ambos se mantuvieron de la misma forma hasta que el retrovisor les devolvió la imagen que estaban esperando: Edward y Alphonse saliendo del Comando y encaminando sus pasos hacia los dormitorios.

Riza dejó que pasara un tiempo prudente antes de poner en marcha el auto. La tensión que había sentido en todo el día seguía ahí pero al menos sabía que por hoy, los Elric se tomarían un tiempo para descansar en un lugar seguro.

Sabiendo que ambos pensaban en lo mismo, las únicas palabras que Roy le dijo en todo el camino fueron Tranquila. Van a estar bien. Riza sabía que lo estarían, pero no por eso era más fácil ver a Ed en ese estado.


Ed se despertó jadeando. Después de varias horas de moverse de un lado a otro en su cama, hubo un punto en el que logró dormir por un rato. Tiempo suficiente para que su pesadilla más recurrente hiciera su aparición.

Siempre empezaba de la misma manera. Ed se veía transportado a cuando tenía 5 años y corría felizmente por el pequeño huerto que tenía su mamá, llevándole un regalo hecho por él mismo gracias a la alquimia. La sonrisa que su mamá le dedicaba le hacía sentir una felicidad y tranquilidad inmensa pero, en cuanto su mamá acariciaba su cabello todo cambiaba. De la sonrisa de su madre comenzaba a brotar la sangre y rápidamente cambiaba a la forma de lo que habían creado aquella fatídica noche de la transmutación humana.

Para suerte de Ed, Al no se encontraba en la habitación en esos momentos. Las pesadillas lo perseguían continuamente pero siempre trataba de restarles importancia y no mostrar lo mucho que le afectaban cuando su hermano estaba cerca de él. Ahora, afortunadamente, Al no estaba allí para ver lo mucho que le estaba costando controlar su respiración.

Sí, la pesadilla era la misma de siempre pero ahora la alquimia estaba deformándose del ideal en que él la había mantenido. Estaba consciente de que por su error la alquimia les había causado los problemas que aún hoy en día arrastraban pero, a pesar de ello, la alquimia les había abierto la puerta para solucionar los problemas menores que surgían en su vida cotidiana por lo que hasta ese momento mantenía la esperanza de que la propia alquimia les abriría el camino para enmendar sus errores.

Pero por más que intentara callarla, la voz de Tucker seguía retumbando en su cabeza. La vida de tu hermano y tu brazo. Eso también es el resultado de jugar con las vidas de las personas… No pudiste dejar de intentarlo incluso aunque estaba prohibido. Nunca dejaría de reprocharse el haber provocado la situación en la que Al se encontraba, pero aún incluso en esos momentos de agonía, al haber desaparecido el cuerpo de Al y su propia pierna, no dudaba de lo poderosa y útil que podía llegar a ser la alquimia. Entonces… ¿él también estuvo jugando con la vida de su hermano? ¿Se equivocó al creer ciegamente en la alquimia?

Sin desearlo el recuerdo de la quimera en la que Nina había sido transformada apareció en su mente. Nina era una niña alegre e inocente, de ninguna manera merecía haber terminado en el estado en el que su propio padre la había puesto… mediante la alquimia. ¿Por qué, si la alquimia puede ayudar a la gente, también puede dar pie a creaciones tan terribles?

El dolor emocional de Ed se dispersó un poco para dar espacio al dolor físico. No era ninguna sorpresa, siempre que llovía o el clima estaba nublado sus puertos le lastimaban, sobre todo el de la pierna. Por eso, lo único que pudo hacer fue encogerse atrayendo su pierna de automail hacia su pecho mientras tomaba unas últimas bocanadas profundas de aire con la intención de normalizar su respiración. Definitivamente hoy no era un buen día.


Una hora después Ed y Al recorrían los pasillos del Comando del Este. Al había intentado persuadirlo de quedarse ese día en el dormitorio ya que había notado que su hermano no se sentía bien pero Ed no cedió. El enfrentar este asunto le dolía pero quería asegurarse de que Nina recibiría los cuidados necesarios y que Tucker pagara por sus crímenes. Al también quería lo mismo pero le preocupaba el estado en el que notaba a su hermano.

Ambos hermanos caminaron en silencio hasta verse frente a la entrada de la oficina principal de investigaciones. No había mucho movimiento a esa hora por lo que pudieron quedarse unos segundos frente a ella sin estorbar. Al esperó a que su hermano tomara la iniciativa pero el momento no llegaba, por lo que optó por llamarlo. "¿Hermano?"

Ed no respondió, manteniendo su mirada en la puerta que tenían frente a ellos. Al estaba a punto de volver a llamarlo cuando su hermano se dio la vuelta y comenzó a andar por el camino del que habían venido. Al lo siguió. Quizás mañana las cosas estarían más tranquilas.

Apenas hubieron dado un par de pasos cuando la puerta se abrió y una voz familiar los detuvo. "¿Edward?"

Ambos se voltearon en dirección a la puerta y encontraron saliendo de ella a la Teniente Hawkeye.

Ed se aclaró la garganta. "Oh… Teniente Hawkeye."

"¿Qué están haciendo aquí tan temprano?"

Ed bajó su mirada ligeramente. "Uh...um… Quería saber… ¿Qué es lo que va a pasar con Tucker y Nina?"

La mirada caída y la indecisión al hablar de Ed provocó cierta tristeza en Riza. Sabía que Ed necesitaba tiempo pero le dolía verlo decaído. Esto era muy difícil pero tenía que seguir el ejemplo de Roy. Tenía que hablarle con la verdad y de manera directa. No tenía caso retrasar lo inevitable. "La licencia de Tucker iba a ser revocada y después sería llevado a Central para ser juzgado… Pero ambos murieron."

La expresión de Ed se volvió angustiada y Al se sacudió ligeramente, denotando de esta manera cómo lo había perturbado la noticia.

"O para decirlo con más precisión, fueron asesinados. Ustedes lo hubieran descubierto eventualmente, incluso si intentáramos ocultarlo, así que es mejor que se los diga ahora." Aunque no era precisamente lo que quisiera hacer en ese momento, Riza comenzó a caminar con dirección a la entrada del Comando, seguida de cerca por los Elric.

"¿Qué? ¿Por qué? ¡¿Quién lo hizo?!" Exclamó Ed confundido ante la situación.

Tratando de controlar su impulso de detenerse y dedicarles más tiempo a los hermanos, Riza cerró los ojos por un momento y dijo. "No lo sé. Justo ahora voy de camino a la locación."

"Yo también voy." Dijo Ed.

Sin dudarlo un momento Riza le respondió. "No."

"¡¿Por qué no?!"

Riza se detuvo y se giró hacia Ed con una mirada de sincera preocupación. "Es mejor que no lo veas."

Para no caer en la tentación de abrazar y consolar a Ed, Riza retomó su camino tratando de apartar de su mente la expresión en el rostro de Edward. Quería ayudarlo a superar esto pero ahora lo mejor que podía hacer era mantenerlo lejos de la ensangrentada escena del crimen.

Mientras tanto Ed y Al se quedaron congelados en el lugar donde Riza los había dejado. Lo que le había sucedido a Nina era terrible pero ahora… ¿estaba muerta? ¿Cómo era eso posible? Ambos se quedaron con la cabeza gacha unos momentos más hasta que Ed apretó sus puños y comenzó a andar para salir del lugar seguido de cerca por Al.


"¿Scar?" Preguntó Roy confundido.

"No sabemos su nombre, así que lo llamamos así." Respondió su amigo Hughes.

Armstrong intervino "No sólo su historia es un misterio, sino que también tampoco sabemos qué tipo de arma utiliza o cuales son sus intenciones. Pareciera que está en todos lados." El hombre se llevó un dedo a la frente. "La única información que hemos recibido de él es que tiene una cicatriz en forma de X en su frente."

"Tan solo en este año ha matado a cinco alquimistas en Central. En todo el país ha matado a un total de diez." Agregó Hughes.

Roy se cruzó de brazos. "Sí, aquí en el Este también hemos escuchado los rumores."

Hughes se acomodó sus lentes. "Aquí entre tú y yo… También escuché que asesinó al viejo Grand."

Roy se sorprendió. "¿El General de Brigada Grand? ¿El alquimista de la Sangre de Hierro? ¡Es un experto en las artes marciales militares!"

"Puede sonar loco pero, lo creas o no, un tipo así de duro está merodeando la ciudad." La expresión de Hughes se volvió aún más seria. "Déjame darte un consejo. Duplica el equipo de seguridad y mantén un perfil bajo por un tiempo. Te estoy pidiendo esto como tu amigo."

Roy agradecía la preocupación de su amigo pero no le respondió cuando empezó a pensar más a fondo en el asunto. Aprovechando su silencio Hughes continuó. "Las únicas personas conocidas en estas partes son Tucker y tú ¿cierto? Con lo que pasó con Tucker, realmente no puedes bajar la guardia…"

Algo se retorció dentro del estómago de Roy mientras exclamaba un Oh no que interrumpió las palabras de su amigo.

Roy tenía ganas de golpearse a sí mismo. ¿Cómo pudo haber olvidado que los Elric estaban en la ciudad? Con todo el trabajo que había traído consigo el caso de Tucker había relegado al fondo de su mente el estado emocional en el que había visto a Ed ayer. Si el General Grand había sucumbido ante ese asesino, ni siquiera con la ayuda de Al podría asegurarse la supervivencia de ambos. Jamás se perdonaría si algo les pasaba a esos chicos.

Al notar que Roy lo ignoraba para atraer la atención de un policía militar que estaba en la zona, Hughes exclamó. "¿Eh? Hey, ¿qué pasa?"

Roy lo siguió ignorando. Tenía que mantener su mente centrada en su objetivo. "¡Tú!" El policía se detuvo en seco al notar que Roy le hablaba. "Confirma si los hermanos Elric siguen en su dormitorio."

Riza, quién en ese momento estaba acercándose hacia donde estaban Roy y los demás, alcanzó a escuchar las órdenes que Roy acababa de darle al policía. "Coronel, hablé con ellos cuando estaba saliendo del Comando. La última vez que les eché un vistazo, los vi caminando hacia la calle principal."

Roy resopló de frustración. "En un momento como este" Tratando de mantenerse lo suficientemente sereno, comenzó a dar órdenes a los que se encontraban en el lugar. "Traigan el auto. Todos los que estén libres reportense al área de la calle principal."


Havoc no podía dejar de mirar discretamente a las personas que estaban en los asientos delanteros. Eran pocas las ocasiones en las que ese par dejaban ver tan fácilmente sus sentimientos a través de sus fachadas profesionales. Sí, él también estaba muy preocupado por lo que pudieran estar viviendo en esos momentos los hermanos Elric pero le sorprendía que eso les estuviera afectando tanto a Roy y Riza. Obviamente se había dado cuenta que ambos apreciaban y se preocupaban por los Elric pero siempre eran sus gestos, que sólo los que pasaban tanto tiempo con ellos tenían una posibilidad de detectarlos, los que hablaban por ellos. Y si de algo estaba seguro, es que nunca había visto a Hawkeye conducir tan rápido y eso ya era decir algo.

En cuanto Roy le dijo lo que estaba pasando Riza sintió cómo su corazón se llenaba de preocupación y miedo. Miedo de perder a los Elric. Era común que esos hermanos se metieran en problemas, casi siempre por cortesía de Edward, pero, a pesar de las temerarias acciones descritas en sus reportes, siempre tuvo la certeza de que ante cualquier reto ambos estarían bien. Ahora, por más que lo intentara, no lograba aferrarse a la misma certeza de siempre.

Edward y Alphonse estaban deprimidos y eso podía afectar fácilmente sus niveles de concentración. Alphonse parecía estarlo llevando un poco mejor pero eso podía deberse a que no podía expresar abiertamente lo que sentía al estar en esa armadura. En cuanto a Edward, era más que obvio que no estaba en su mejor forma. Breves vistazos a su mirada esa mañana aparecían constantemente en su mente mientras conducían y éstos sólo lograban hacer la espera aún más tortuosa. No era tan notorio como aquella vez hace 4 años, pero Riza había detectado un ligero velo de tristeza que empañaba la mirada del muchacho. Si ese velo impedía que Edward se protegiera adecuadamente Riza no podría con la culpa. Ella lo había notado esa mañana pero se negó a quedarse el tiempo necesario para ayudar a disiparlo. Solo pudo apretar fuertemente sus manos en el volante mientras conducía, esperando que no fuera demasiado tarde.

Roy, por su parte, trataba de disimular su preocupación inútilmente. Tanto Havoc como Riza se habían dado cuenta de lo realmente preocupado que estaba. En cierta forma Roy estaba consciente de eso pero estaba tratando de mantener su posición como el jefe y líder que debe mantener la cabeza lo más fría posible a pesar de que su mente se estaba llenando cada vez más de posibles escenarios en los que podrían encontrar a los Elric mientras más pasaba el tiempo.

Roy tenía los brazos cruzados y uno de sus pies se estaba moviendo constantemente como único medio disponible para soltar algo del estrés y preocupación que lo estaban consumiendo. Estaba echando un vistazo a cada calle y callejón que pasaban con la esperanza de encontrar el tan llamativo abrigo rojo de Ed. Pero entre más calles recorrían más difícil se estaba volviendo controlar la acelerada palpitación de su corazón. Él había visto lo que ese sujeto Scar podía hacer así que de ninguna manera lo quería cerca de Ed.

A pesar de lo abrumadores que se estaban volviendo sus pensamientos, la vista de Roy seguía buscando activamente a los Elric por lo que, al pasar frente a un estrecho callejón pudo identificar rápidamente la figura que reposaba en el suelo al otro lado del mismo. "¡Teniente, dé la vuelta en la siguiente cuadra! ¡Están en la otra calle!"

Riza hizo como se lo indicó y tan pronto como el auto se encontró en la calle deseada tanto Roy como Riza sintieron cómo la sangre se congelaba en sus venas. Ed estaba de rodillas en el suelo y su brazo de automail estaba completamente destruido. Al estaba en la entrada del callejón incapaz de moverse ya que su armadura tenía un agujero considerable en la parte media además de que una de sus piernas había sido destruida. Y finalmente había un hombre de tez morena. Llevaba una chaqueta amarilla y estaba tronándose los dedos de la mano derecha. Aunque este tipo fuera Scar aún no sabían cómo asesinaba pero por los angustiosos gritos que llegaron a sus oídos de parte de Al, sabían que no tenían tiempo. Debían actuar ya.

Con gran rapidez Riza detuvo el auto a unos metros de la escena y rápidamente los ocupantes del mismo salieron disparados para posicionarse frente a él con sus armas preparadas en sus manos mientras el hombre moreno comenzaba a acercar su mano hacia la cabeza de Edward.

Roy levantó su arma sobre su cabeza para dar un disparo al cielo al mismo tiempo que el grito angustiado de Al de ¡Nooooo! se escuchaba por toda la calle. Sin dudarlo un segundo más, Roy apretó el gatillo.

El efecto fue inmediato. Edward, quien había mantenido los ojos cerrados en clara señal de derrota y resignación, dio una sacudida y sus ojos se abrieron, mientras que el hombre de la chaqueta amarilla detuvo su avance hacia el muchacho y se incorporó girando su cuerpo lentamente hacia el origen del disparo.

"Es suficiente." Ed volteó a verlo y Roy jamás se había sentido más feliz de ver esos destellos dorados. "Eso estuvo demasiado cerca, Acero."

"¡Coronel, él…!" Exclamó Ed antes de ser interrumpido por Roy.

"Ese es el hombre que es sospechoso de una serie de asesinatos de alquimistas estatales y, juzgando por lo que estoy viendo, esa sospecha acaba de volverse un hecho." Roy enfocó su mirada en el hombre de tez morena. "El asesinato de los Tucker… Déjame adivinar, ¿ese también fuiste tú?"

Ante las palabras de Roy, Ed dirigió una mirada llena de enojo hacia el hombre de la chaqueta amarilla.

"Este mundo fue perfectamente hecho por Dios. Los alquimistas cambian lo natural en innatural… Tuercen las cosas de su verdadera forma. Ellos pecan al desafiar la creación de Dios." El hombre alzó su mano derecha y la apretó en un puño cerca de su rostro. "Soy un instrumento de juicio divino."

"Tiene sentido. Pero entonces… ¿sólo te enfocas en los alquimistas estatales cuando hay muchos otros alquimistas que podrías matar?" Dijo Roy.

"Si insistes en detenerme, también te eliminaré." Dijo fríamente el hombre de tez morena.

Roy le dirigió una mirada fría. Aunque ese tipo hubiera matado a varios alquimistas estatales, no tendría oportunidad contra él. Su alquimia era más que suficiente para detenerlo. Además tenía que alejarlo de Ed ¿y qué mejor manera de hacerlo que derrotarlo de manera aplastante por haber intentado asesinar a su subordinado?

"Oh con que eso harás." Sintiéndose confiado en poder ganarle a este hombre y motivado aún más en vengarse por el peligro en el que este tipo había puesto a los chicos, Roy lanzó su pistola en dirección a Riza y comenzó a acomodar sus guantes.

Riza, sorprendida por la inconsciencia de su superior, exclamó. "¡Coronel Mustang!"

Sin voltear a verla, Roy avanzó unos pasos y respondió. "Manténgase fuera de esto."

El hombre de la chaqueta amarilla preguntó. "¿Mustang? ¿El alquimista estatal?"

"El único." Dijo Roy orgullosamente mientras colocaba sus dedos en posición para chasquear. "Soy el Alquimista de Fuego, Roy Mustang."

La furia visiblemente invadió al hombre. "Nunca pensé que vería esto… Le das la espalda al camino de Dios y después vienes a recibir tu juicio por tu propia voluntad... " Comenzó a avanzar hacia Roy. "¡Qué glorioso día!"

"¿Sabes que soy el Alquimista de Fuego y aún así quieres pelear conmigo? ¡Eres un idiota!" Exclamó Roy extendiendo su mano para chasquear sus dedos en dirección al enemigo.

Riza, quien poco a poco se había ido acercando al coronel, recorrió la distancia restante corriendo. "¡Coronel!"

En un rápido movimiento Riza golpeó las piernas de Roy con una de las suyas haciéndolo caer hacia atrás esquivando por poco la mano del hombre que estaba dirigida a su rostro. Sin perder el tiempo, Riza sacó sus pistolas y disparó una ronda de balas hacia el sujeto, el cual las esquivó sorprendentemente rápido alejándose de ellos.

Sumamente indignado Roy exclamó. "¡¿Por qué hizo eso?!"

Sin mirarlo y recargando su pistola principal, Riza respondió. "Es inútil en días lluviosos. Por favor, retroceda, Coronel."

La forma tan sincera y directa en que se lo dijo, provocó que la palabra 'inútil' cayera como una loza en su mente resonando una y otra vez.

Havoc colocó una de sus manos con la palma hacia arriba para recoger un poco de agua. "Oh, cierto. No puede crear flamas con esta humedad."

Riza quería atrapar al criminal tan rápido como fuera posible. Desde su posición podía ver que Edward seguía sentado en el mismo sitio mientras Havoc se acercaba a él para protegerlo. Dejando de lado su automail, no parecía herido de gravedad pero la armadura de Alphonse tenía un daño considerable. Gracias a Dios ambos estaban vivos, pero Riza no podría cantar victoria hasta que el hombre que estaban enfrentando estuviera detenido y fuera del alcance de los Elric.

Enfocada en terminar con esto cuanto antes, Riza regresó al auto para recoger un rifle y esperar el momento preciso para dispararle. El Mayor Armstrong había hecho su aparición y, a pesar de la extravagante y llamativa demostración que estaba haciendo, estaba logrando contenerlo de alguna manera. Con el Coronel deprimido cerca del auto por la palabra que había utilizado, lo único por lo que Riza tenía que preocuparse en esos momentos era en dispararle a ese sujeto en cuanto se diera la oportunidad.

Tras unos instantes más de pelea entre el Mayor y el hombre, Armstrong le brindó la oportunidad perfecta para dispararle. Sin dudarlo lo hizo, pero los reflejos de ese hombre eran increíbles. A pesar de la gran habilidad que Riza tenía, sólo logró rozarlo cerca de la frente provocando que sus lentes oscuros cayeran rotos al suelo.

El disparo pareció despertar a Roy de su pequeña nube de depresión ya que se levantó y se colocó a un lado de Riza. "¿Le dio?"

"Es rápido. Una de las balas lo rozó. Eso es todo." Respondió ella mientras se dedicaba a recargar su arma.

Aprovechando esos breves segundos de pausa, el hombre misterioso se quedó parado por unos instantes para recuperar su aliento para después mirar a los que se encontraban ahí con una roja mirada de furia.

"¡Ojos rojos y piel morena!" Exclamó sorprendido el mayor Armstrong.

El cuerpo de Roy se tensó. "Es un ishvalano."

Todo se quedó en silencio por unos momentos hasta que el ishvalano habló nuevamente. "Tal vez hay demasiados de ustedes."

Roy levantó una mano indicándoles a los miembros de la policía militar que se acercaran. "Hey, no intentes huir. Estás rodeado."

Antes de que alguien pudiera hacer algo para detenerlo, el ishvalano llevó su mano derecha al suelo y un gran hoyo se formó alrededor de él. La cortina de humo y las acciones rápidas para evitar caer en el recién formado hoyo fueron suficientes para que el hombre lograra escapar.

Nadie se atrevió a ingresar en el hoyo que terminaba llevando a las cloacas y Ed no los culpaba. Ese hombre y el tipo de alquimia que estaba utilizando eran muy peligrosos. En esos instantes los sonidos llegaron amortiguados a los oídos de Ed. Había visto, más que escuchar, que los soldados intercambiaban palabras sobre lo sucedido. Incluso pudo notar cómo el teniente coronel Hughes aparecía de detrás de un auto y se acercaba al coronel Mustang. Afortunadamente parecía que nadie estaba herido, tal vez un poco el Mayor Armstrong pero el hombre parecía moverse sin dificultad por lo que todo parecía estar bien, excepto por la armadura destruida de su hermano. Recuperando sus fuerzas y su concentración, Ed se puso de pie y corrió hacia el callejón donde reposaba Al.

"¡Alphonse!" La armadura no hizo ningún movimiento que indicara que lo había escuchado, provocando que el miedo de Ed se incrementará enormemente ¿Acaso el sello de sangre se había dañado? "¡Al! ¡¿Estás bien?! ¡Hey!"

Para alivio de Ed, Al se movió ligeramente hacia atrás y su brazo derecho se comenzó a elevar. "Hermano." En un rápido movimiento el brazo derecho de Al tomó impulso y se estrelló en el rostro de Ed. "¡Idiota!"

Ed no sabía de qué estaba más sorprendido, si del golpe como tal o de haber escuchado esa palabra proviniendo de su hermanito menor.

"¡¿Por qué no corriste cuando te dije que lo hicieras?!" Gritó Al.

"Porque no quería dejarte aquí." Respondió Ed sorprendido por el evidente enojo de Al.

Al volvió a golpearlo. "¡A eso me refiero con idiota!"

Ed se colocó su mano en la mejilla izquierda. A este paso terminaría toda hinchada. "¿Por qué? ¡Si hubiera huido podrías haber sido asesinado!"

"¡Podría no haber sido asesinado! ¡Cuando hay una manera de sobrevivir y aún así escoges la muerte, eso es lo que hacen los idiotas!"

"¡N...no le hables de esa manera a tu hermano mayor!"

La mano de Al volvió a acercarse a Ed. Esperando otro golpe, Ed se sorprendió cuando la mano lo tomó de la playera y lo alzó acercándolo al casco de la armadura. "¡Te hablaré de la manera que quiera! ¡Tienes que vivir… tienes que seguir viviendo… para que puedas investigar más! ¡Tienes que encontrar una manera de recuperar nuestros cuerpos… e incluso salvar a niñas inocentes como Nina! ¡No dejaré que desperdicies esa oportunidad! ¡Si lo hicieras jamás te perdonaría!"

Cada una de las palabras de Al fueron como un golpe para Ed. Pero éstos eran golpes necesarios. Él no deseaba morir pero casi lo permitió hace unos momentos. No quería que le pasara algo a Al pero había cerrado su mente a otras posibilidades. Había estado tan abatido por su depresión a raíz de lo que le había sucedido a Nina que en un momento crítico se había olvidado de la promesa que le había hecho a Al. Sí, tenía que seguir viviendo. No podía dejar atrás a su hermanito ni mucho menos podía permitirse romper su promesa. Él iba a recuperar el cuerpo de su hermano a toda costa. Ciertamente estaba comenzando a ver la alquimia de una manera diferente, pero si de algo estaba seguro era que la alquimia es para la gente así que Al tenía razón, no podía dejar ir la oportunidad de ayudar a los demás en un momento de debilidad.

Un crujido lo despertó de sus pensamientos internos y poco después el brazo que lo sostenía cayó al suelo.

"¡Oh no! Mi brazo derecho se rompió. ¡Eso también es tu culpa, hermano! ¡Idiota!" Exclamó Al.

Ed miró el brazo por unos segundos y después una ligera risa desganada salió de sus labios. "Hahaha, somos un verdadero desastre ¿no es cierto?"

"Pero estamos vivos" Respondió Al recuperando su tono de voz tranquilo.

Con una ligera sonrisa, Ed respondió "Sí… estamos vivos" En cuanto terminó su frase, Ed sintió como un saco era cuidadosamente colocado sobre sus hombros. Sorprendido, alzó su mirada ligeramente hacia su derecha y se encontró con el rostro de Riza Hawkeye. Sus ojos irradiaban calidez, alivio y una sonrisa confortadora adornaba su rostro. Sintiendo tranquilidad y una calidez que se expandía dentro de sí, Ed le devolvió la sonrisa.

La sonrisa que Ed le devolvió, trajo paz a la mente y corazón de Riza. La mirada de Ed denotaba el agotamiento emocional de lo que había ocurrido en estos dos días, pero también se alcanzaba a ver la sonrisa transmitida en ella. Lo más importante era que el ligero velo que había cubierto sus ojos se había dispersado, dando libre paso al fuego que el coronel siempre mencionaba que se hallaba en su mirada. No había nadie mejor para devolverle la vitalidad a Edward que su propio hermano.


Un par de horas después varios militares se encontraban reunidos en la oficina de Roy. Ante el descubrimiento del origen de 'Scar', fue necesario contarles sobre los sucesos de la guerra de Ishval a los hermanos Elric ya que Roy ahora entendía la motivación de Scar para atacar a los alquimistas estatales.

Los Elric sabían un poco de la guerra ya que Resembool se vio afectado por ella. No a gran escala, pero sus cultivos y parte de su territorio sufrieron daños. Además era común que los soldados tanto los recién encaminados a la guerra como los heridos pasaran por ahí.

Indudablemente esa charla trajo recuerdos tristes e incómodos para la mitad de los militares que se encontraban allí por lo que Hughes decidió cambiar de tema. "Ok, suficiente de esta conversación" Se puso de pie y se acercó al escritorio donde se encontraba sentado Ed. "Entonces, ¿qué es lo que van a hacer ahora?"

"Bueno… quiero arreglar la armadura de Al, pero no puedo realizar alquimia con un solo brazo." Respondió Ed rascándose una mejilla con uno de sus dedos.

Tan rápido como siempre, el mayor Armstrong se quitó el saco y la camisa para después acercarse a los hermanos. "¿Debería arreglarlo por ti?"

Al inmediatamente respondió. "No, gracias."

Para evitar que Armstrong insistiera, Ed intervino. "Soy el único que sabe cómo mantener el alma de Al en la armadura. Así que, de cualquier manera, primero necesito un brazo nuevo."

Riza se llevó una mano al rostro al darse cuenta de un detalle. "Cierto, si Edward no puede hacer alquimia entonces es solo…"

"Un pequeño mocoso que maldice mucho" Complementó Havoc casualmente.

"Un pequeño arrogante." Agregó Hughes.

Viendo que esta era una oportunidad perfecta para sacar sus frustraciones del día, Roy dijo. "Un inútil, simplemente inútil."

Al movió ligeramente su casco en dirección a Ed. "Lo siento, hermano. No sé qué decir al respecto."

Ed exclamó. "¡Todos se están metiendo conmigo!"

Riza sonrió. La energía y el ánimo de Ed parecían haber vuelto a la normalidad. Además, de manera casi imperceptible, Roy también había sonreído con la reacción de Ed, no porque disfrutara molestarlo (aunque ese era uno de sus hobbies favoritos) sino porque el fuego en los ojos del chico estaba brillando como siempre.

Ed bufó. "Bien, no tengo elección. Tengo que ir a ver a mi mecánica."


Un tiempo después, tras una discusión para afinar detalles y tras varias quejas por parte de Ed, se decidió que los hermanos Elric viajarían en el primer tren de la mañana hacia Resembool escoltados por el mayor Armstrong.

Riza hubiera cumplido con ese rol encantada pero aún tenían mucho trabajo pendiente en el Comando del Este y tenía que cuidar del Coronel para asegurarse de que no holgazaneara demasiado y que no se le ocurriera volver a enfrentar a Scar en plena lluvia. Así que tendrían que confiar en Armstrong para la seguridad de esos chicos. En realidad, Armstrong era muy amable y un alquimista altamente competente por lo que no dudaba en sus capacidades para ser el escolta de los Elric, pero un viaje con él podría resultar una experiencia curiosa, sobre todo con la incapacidad del mayor para mantenerse completamente vestido en lugares públicos.

Ed se había negado constantemente pero Roy le había hecho una falsa amenaza de mandarlo a la corte marcial con tal de que los chicos no se fueran solos, por lo que Ed terminó cediendo. Armstrong se sintió tan conmovido de compartir un viaje con los Elric que en ese momento volvió a darle un abrazo aplasta-huesos al mayor de los Elric. Cuando todos se preocuparon de lo azul que Ed se estaba poniendo por la falta de aire, el mayor terminó soltándolo por un instante para ir a recoger la caja en la que se encontraba Al con un brazo y después cargar a un irritado Ed con su otro brazo, sacándolos de la oficina para llevarlos a su dormitorio.

Ante tal demostración Roy no pudo evitar sonreír. "Parece que a Acero le espera un viaje muy divertido." Dijo Roy viendo a la puerta por la que habían salido.

"No lo dudo." Dijo Hughes con una sonrisa para después voltear a ver a su amigo. "Aunque apuesto a que un viaje con ustedes dos juntos sería igual o más divertido."

Roy frunció el ceño. "¿A qué te refieres?"

Hughes se encogió de hombros. "Ustedes dos tienen una forma muy divertida de interactuar por lo que sería interesante ver las nuevas maneras ingeniosas que se les ocurriría para molestarse si pasaran más de un día juntos en un mismo lugar. Apuesto a que Ed sería capaz de lanzarte una de las ovejas de por allá."

"Hahaha, muy gracioso, Hughes." Respondió Roy un poco irritado.

Hughes colocó una mano en su mentón. "¿Qué es eso que noto en tu tono, Roy? ¿Acaso te sientes deprimido al no poder acompañar a tu subordinado?"

"¡¿Por qué tendría que estarlo?!" Respondió Roy, aunque por un momento pudo sentir como algo dentro de sí reaccionaba ante las palabras de su amigo.

En un rápido movimiento Hughes acortó la distancia entre él y Roy para poder colocar su brazo en los hombros de su amigo. "Vamos, Roy. El chico no te cambiará sólo porque pase unos días con el Mayor Armstrong. Lo que ustedes tienen es especial. Además, supongo que en parte es tu culpa por acumular tanto papeleo pendiente."

Roy se libró del semi abrazo de su amigo. "¡¿Pero qué demonios, Hughes?! Acero es mi su-bor-di-na-do. Que ese mocoso se pase mi autoridad por el arco del triunfo es otra cosa."

"Pero siempre estás ahí cuando te necesita ¿no? Además, aunque no lo diga directamente, suele buscar tu consejo, Y" Enfatizó Hughes al notar que Roy quería interrumpirlo. "Hace rato te pusiste realmente pálido cuando no sabías dónde estaba."

Roy se cruzó de brazos y desvió su mirada ligeramente. "Tú sabes que me preocupo por todos mis subordinados."

"Pero, descontando lo de hoy, sólo te he visto ponerte así de pálido con situaciones relacionadas con una sola persona." Respondió Hughes lanzando una discreta mirada a Riza que se encontraba trabajando en su escritorio lanzándoles miradas ocasionales de curiosidad y un poco de diversión ante la situación.

Roy entendió perfectamente a lo que Maes se refería, por lo que se pasó una mano por el rostro y le dijo. "¿Sabes qué, Hughes? Mejor cállate y vayamos a tomar algo a mi departamento antes de que me den ganas de quemar esos lentes tuyos."

"¡Ah, si tan solo Ed estuviera aquí! Sería un bonito momento de convivencia familiar." Dijo Maes en tono burlón pero al ver que Roy buscaba sus guantes en los bolsillos de su pantalón, se apresuró hacia la puerta. "¡Andando! Tengo una botella de whiskey en el auto que me prestaron y un álbum de fotos que de seguro te encantará." Maes, quien ya se encontraba con un pie fuera de la oficina regresó hasta Roy y le entregó una foto. "Un pequeño adelanto para que puedas apreciar la lindura de mi princesa Elicia en el camino." Y dicho esto Maes salió casi brincoteando de felicidad.

Roy suspiró pesadamente mientras se pasaba su mano libre por el cuello. "Tal vez fue una mala idea invitarlo." Desvió su mirada hacia el escritorio de Riza, descubriendo que ella tenía una ligera sonrisa. "¿Pasa algo, Teniente?"

Lo que Roy no había notado es que durante casi toda la conversación entre los amigos una sonrisa había hecho su aparición en las facciones de Riza. Ninguno de los dos lo diría abiertamente, pero estaba segura de que tanto Edward como Roy se tenían mucho aprecio. Roy tendía a bajar su guardia un poco más fácil cuando se trataba de Edward y, aunque no lo dijera, sabía que Roy lo echaba de menos cuando los Elric se embarcaban en largos viajes. Había muchos recuerdos dolorosos que no le permitirían decirlo en voz alta, pero Riza tenía la fuerte impresión de que Roy quería y protegía a Ed como a un hijo, tal y como lo había intentado insinuar Hughes.

Sin poder desvanecer su sonrisa, Riza respondió. "No, Señor. Sólo recuerde no tomar mucho, debemos estar alerta ante cualquier avistamiento de Scar. Además, me atrevo a decir que cuando está crudo el papeleo pendiente se triplica."

Roy hizo una mueca. "Me parece que exagera, Teniente"

"No lo creo." Respondieron a coro los demás miembros del equipo Mustang.

Roy les dirigió una mirada de falsa molestia. "Traidores." Roy avanzó y colocó una mano en el pomo de la puerta antes de voltear a ver a sus subordinados. "Por hoy es todo, señores. Vayan a descansar, mañana tendremos muchas cosas que hacer. Havoc, ya que te queda de paso, acompaña a Hawkeye hasta su departamento."

"Sí, Coronel."

Roy salió de la oficina dejando a sus subordinados atrás. Tras un par de movimientos en la oficina para dejar todo en orden, los miembros del equipo comenzaron a despedirse dejando únicamente a Havoc y a Hawkeye atrás.

Mientras Havoc encendía su cigarrillo para el camino, Riza apagó las luces de la oficina hasta detenerse cerca del apagador que estaba en la pared en la que estaba recargado un sillón. Sin embargo, el sillón no estaba completamente recargado, dejando un espacio entre ambos. A pesar de la casi total oscuridad de la oficina, Riza pudo notar una tela roja que contrastaba fuertemente con el tono beige del sillón. Inclinándose ligeramente, Riza la tomó descubriendo que se trataba del abrigo insignia de Edward.

Havoc, con las manos en el bolsillo y un cigarrillo danzando en sus labios, se acercó y le dijo. "Oh, vaya. Parece que al jefe de Acero se le olvidó."

Riza sacudió el abrigo. "Qué extraño. Casi siempre es lo primero que agarra antes de salir de aquí."

"Seguramente el Mayor no le dio oportunidad de recogerlo." Havoc rió ligeramente. "Prácticamente secuestró a esos hermanos."

Riza sonrió. "Seguramente fue eso." Acomodó el bolso que llevaba y el abrigo sobre el mismo brazo antes de apagar la luz y salir de la oficina, seguida de Havoc.

"¿Quieres que se lo vaya a dejar? Los dormitorios no están tan lejos de mi apartamento." Dijo Havoc.

"No te preocupes, Havoc. Ya te estoy quitando tiempo."

"Lo hago con gusto, Teniente. Además órdenes son órdenes." Respondió Havoc con una sonrisa cómplice. Havoc sabía que el coronel procuraba a Riza y él también la apreciaba mucho por lo que no era una molestia para él acompañarla hasta su departamento.

Riza le devolvió la sonrisa. "Bueno, entonces puedo asumir que en el camino me acompañaras a la tienda ¿cierto?"

"Claro, ¿aunque no es un poco tarde para hacer las compras?"

"Tom cierra su tienda tarde. Además si no lo hago ahora no alcanzaré a Edward antes de que se vaya."

Havoc comenzó a balancear el cigarrillo entre sus labios. "¿Acaso piensas verlo antes de que se vaya a Resembool?" Riza asintió. "Pero es muy temprano, Teniente. Se irán en el primer tren de la mañana."

Riza mantuvo la sonrisa. "Razón suficiente para apresurarnos a comprar las cosas hoy."


Como era costumbre, siempre que Hughes se encontraba por motivos personales o de trabajo en Ciudad del Este, se quedaba en el cuarto de invitados que tenía el departamento de Roy. No era demasiado grande y solamente tenía lo necesario para cubrir sus necesidades básicas a diferencia de lo que la gran mayoría de las personas se imaginaba, pero Roy, al vivir solo, no veía la necesidad de tener demasiado espacio además de que el contar con un departamento un tanto reducido le ayudaba no sentir más pesada la soledad que en ocasiones le invadía. Maes tenía que admitir que el lugar se veía limpio y ordenado a diferencia de hace unos cuantos años atrás cuando su mejor amigo estaba roto, deprimido y desolado después de la guerra… después de enterarse de lo que Riza había hecho para protegerlo. No había sido fácil para Roy reponerse de tanto sufrimiento, pero Maes siempre había tratado de apoyarlo en todo lo que pudiera.

En cuanto llegaron al departamento, Maes de inmediato aventó su maleta en su cuarto y se quitó la chaqueta al igual que Roy. Después, el pelinegro sacó dos vasos y los rellenó de whiskey, dejándolos sobre la barra para posteriormente tomar asiento en una de las sillas altas. Maes lo siguió llevando un libro bajo su brazo que colocó sobre la barra antes de tomar un trago de su bebida.

"Vaya, amigo. Este whiskey está mejor que el que traje. Ahora sí que te luciste y sacaste el whiskey bueno." Bromeó Hughes.

Roy se encogió de hombros antes de tomar su bebida. "Ya sabes que siempre procuro ofrecerte lo mejor."

Maes sonrió. Sí, Roy siempre era buen anfitrión con él. "Sí, siempre lo haces. Eso amerita que te enseñe las últimas fotos de tu querida ahijada, que por cierto no has ido a visitar." Mencionó mientras comenzaba a apuntar a una de las fotos del libro que llevaba.

Roy sonrió apenado. "Lo siento, Hughes. He tenido demasiado trabajo últimamente y no he tenido oportunidad de darme una escapada a Central. Madame y las chicas están reclamándome porque no he ido a visitarlas."

"Pues tienes que encontrar un espacio, porque mi hermosa Elicia me ha estado preguntando por su tío Roy."

Ante la mención de ello, Roy no pudo evitar sonreír para sus adentros. No había ningún lazo sanguíneo que compartiera con Maes Hughes, pero él siempre lo trataba y cuidaba como un hermano, por lo que, obviamente, desde que nació la pequeña Elicia, Hughes no dudó en decirle que él y Riza eran los padrinos de su hija, además de que se había encargado de enseñarle a la niña a ubicar tanto a Roy como a Riza como sus tíos. Todavía recordaba la forma en que Hughes lo había involucrado en jugar un rol importante en la vida de su pequeña desde que nació, obligándolo prácticamente a cargarla cuando Roy temía que el solo hecho de hacerlo pudiera lastimar o incluso desgraciar a la criatura. Sin embargo, Maes insistió y desde que se dio cuenta de que la niña no sufría ningún daño a pesar de tener las manos llenas de sangre, lo continuó haciendo cada vez que iba a visitar a su amigo, encariñándose con la pequeña.

Lo mismo había ocurrido con Riza cuando en un par de ocasiones ella estuvo presente en esas visitas. Una vez que ella, al igual que él en su momento, se dio cuenta de que no dañaría a la niña, Riza no perdió la oportunidad de abrazar a la pequeña. Hasta la fecha Roy no podía olvidar la hermosa vista que tuvo en ese momento, confirmándole que Riza hubiera sido una madre increíble si las circunstancias hubieran sido distintas. Estaba consciente de que tal vez de forma indirecta, él y Riza se imaginaban por unos segundos que abrazaban a su hijo al hacerlo con Elicia, pero ese sentimiento no duraba demasiado porque la niña se había ganado su propio lugar en sus corazones.

Roy cerró los ojos por unos segundos permitiendo que el recuerdo de su última visita a su ahijada lo invadiera.

"Tío Roy, tú quieres a mi tía Riza ¿verdad?" Preguntó Elicia.

"Claro, es mi amiga y la quiero."

"No, no me refiero a eso. Tú la quieres como mi papi quiere a mi mami, ¿verdad?"

Demonios, definitivamente esta pequeña es hija de Maes, es igual de perceptiva que él. Pensó antes de dirigirse nuevamente a la pequeña. "No, Elicia. Ella y yo solamente somos buenos amigos. Eso es todo."

La niña lo miró incrédula pero decidió no insistir por el momento ya que a pesar de tener la percepción de su padre, también tenía la prudencia de su madre. "Es una lástima, porque ella es muy bonita y buena. Si ustedes estuvieran casados, podría verla siempre que tú vinieras y no solamente un par de veces." Dijo con tono de decepción.

Roy suspiró. A él también le gustaría eso pero no había forma de que sucediera. "Lo lamento, pequeña. Pero solamente somos amigos, pero eso no impide que los dos te queramos mucho." Roy la abrazó fuertemente, gesto que Elicia regresó.

"Yo también los quiero mucho. Deberían de mudarse a Central para que pueda verlos más seguido."

"Eso estaría muy bien. Espero que en un futuro no tan lejano, mi trabajo me transfiera aquí para que podamos pasar más tiempo juntos."

"Espero que eso suceda pronto para que juguemos mucho."

En ese momento Hughes apareció y Elicia le dió un beso en la mejilla a Roy y fue corriendo a abrazar a su padre.

Roy sonrió mientras pensaba. Hughes realmente es un hombre muy afortunado. ¿Hubiera podido ser igual de bueno como padre y esposo con Riza y mi hijo?

Repentinamente, Roy sintió una mano sobre su hombre que lo movía ligeramente. "Hey, Roy, ¿ya te dormiste?" Preguntó Hughes al no obtener respuesta de su amigo.

Roy abrió los ojos y se dio cuenta de que se había dejado llevar por el recuerdo. "Perdona, me quedé perdido en mis pensamientos. ¿Qué me dijiste?"

Maes movió la cabeza. "Te dije que mi hermosa Elicia está preguntando por ti, me ha estado preguntando cuándo va a ir su tío Roy a visitarla."

Roy sonrió. "Espero que sea pronto, Hughes. Si te soy sincero, también la extraño."

La sonrisa de Hughes se ensanchó. "Pues apúrate, compadre, a que te manden a Central para que no hagas esperar tanto tiempo a mi pequeña."

"Cuando todo este embrollo con Scar se termine, me escaparé a verla." Dijo Roy antes de darle un trago a su bebida.

Una sonrisa traviesa apareció en los labios de Hughes. "No olvides llevar a la Teniente… y si es posible, despósala de una buena vez y denle primitos a mi Elicia para que juegue."

Roy se ahogó con su bebida, comenzando a toser mientras Maes se reía y golpeaba la espalda de su amigo para ayudarlo.


El primer tren hacia Resembool salía a las 6:30 de la mañana. Generalmente el horario de entrada en el Comando era a las 8 de la mañana así que, siendo las 5:30 am los dormitorios estaban casi completamente silenciosos. Riza había visitado los dormitorios en pocas ocasiones, pero tenía grabado de memoria el número que correspondía al que ocupaban los hermanos Elric, por lo que no fue necesario despertar al portero que descansaba en la entrada.

A pesar de la hora, Riza iba perfectamente vestida con su pulcro uniforme militar y su cabello estaba recogido de la misma manera de siempre. En su brazo derecho reposaba el abrigo lavado y planchado de Edward mientras que en el otro llevaba una bolsa con unos cuantos sándwiches envueltos en servilletas de papel junto con un par de botellas de agua.

Durante el último año, Riza había tratado de mantener la costumbre de prepararle estofado a Edward siempre que sabía que pasaría por la oficina. Pero en esta ocasión llegó de sorpresa tras el intento de asalto del tren en el que viajaban los Elric, por lo que en ese momento no tuvo oportunidad de mantener su tradición. Pensó en llevarle algo de estofado en los días posteriores pero el trabajo la había absorbido tanto que no tuvo tiempo y después... sucedió lo de Nina Tucker.

Sacudiendo su cabeza ligeramente para apartar los pensamientos de los dos últimos días, Riza bajó su mirada hacia la bolsa de plástico que cargaba y sonrió. Le hubiera gustado llevar estofado el día de hoy pero no era práctico. Los trenes se sacuden mucho y con solo una mano no había forma posible en la que Edward pudiera disfrutar a gusto de su comida. Por ello optó por los sándwiches, no era nada del otro mundo pero Riza se había esforzado en prepararlos con los mejores ingredientes que pudo conseguir además de asegurarse que cada uno de ellos estuviera repleto de dichos ingredientes.

Cuando Riza se encontró frente a la puerta del dormitorio de los Elric, levantó su brazo derecho para dar tres golpes suaves en ella. Tras unos segundos se escuchó el ruido de un objeto cayendo seguido de una maldición. Poco después la puerta fue abierta por Edward, el cual estaba vestido como de costumbre excepto por su chaqueta negra. Su cabello dorado descansaba ligeramente húmedo sobre sus hombros mientras que un cepillo para el cabello se encontraba sujeto por su boca.

"Mmmmmmm mmmmmmm" Ed intentó hablar pero el cepillo lo hizo incomprensible a pesar de que Riza entendió a lo que se refería. Tomando el cepillo con su mano, Ed repitió con un tono un tanto sorprendido. "Teniente Hawkeye." Sus ojos se enfocaron en el objeto rojo que llevaba Riza en su brazo. "¡Mi abrigo! Cielos, por un momento creí que lo había olvidado en la calle después de lo de Scar."

"Buenos días, Edward. ¿Puedo pasar?" Saludó Riza con una sonrisa.

"Por supuesto." Ed se apartó para dejar pasar a Riza. Después colocó el cepillo en la pequeña mesa de la sala y se acercó para recuperar su abrigo. "Muchas gracias, Teniente."

"No hay de qué, Edward. Me imaginé que lo extrañarías estando en Resembool."

Ed rió ligeramente. "Probablemente." Ed colocó el abrigo a un lado del cepillo y sacó su reloj de bolsillo. "Pero, Teniente, es demasiado temprano, no debió molestarse."

"No es ninguna molestia, Edward. Además, por el momento te estoy quedando a deber el estofado de siempre."

Ed se rascó la nuca. "Se lo agradezco, Teniente, pero no tiene que pensar en eso. No es su obligación ni nada por el estilo." Dijo Ed un poco avergonzado.

"No es mi obligación, pero lo hago con gusto." Riza mantuvo su sonrisa tratando de restarle importancia al asunto. "Ahora, en lugar del estofado, tendremos que arreglárnoslas con unos sándwiches." Dijo Riza mientras extendía la bolsa hacia Edward.

Aunque un poco avergonzado, el rostro de Ed se iluminó. "¿En serio?" Riza asintió mientras Ed trataba de echar un vistazo dentro de la bolsa. "¡Genial! Muchas gracias, Teniente. La comida del tren no siempre es buena." Agregó Ed con una enorme sonrisa.

"De nada, Edward." Respondió Riza antes de echar un vistazo a su alrededor. "¿Dónde está, Alphonse?"

"Está en la habitación. El Mayor lo dejó ahí y pues…" Ed echó una mirada hacia su puerto del automail. "No puedo moverlo con una sola mano." Concluyó con un suspiro.

Riza colocó una mano en su hombro derecho. "Iré a saludarlo, ahora vuelvo."

Ed asintió y Riza se adentró a la habitación dónde pudo encontrar la caja en la que estaba Alphonse a un lado de la cama. "Buenos días, Alphonse."

"Buenos días, Teniente. Creí que estaba escuchando mal." Respondió Al con un tono alegre.

"Vine a dejarle unas cosas a tu hermano." Respondió amablemente Riza.

"¿Pero no es muy temprano, Teniente?"

Riza le sonrió. "No te preocupes, estoy acostumbrada. Además así puedo desearles un buen viaje. El Mayor Armstrong fue muy rápido cuando se los llevó."

"El Mayor Armstrong es muy amable pero también es muy… exhibicionista" Declaró Al.

Riza suspiró. "Así es él. Pero estoy segura de que será un buen guardaespaldas para ustedes. Además no creo que se aburran con él. Tengo entendido que conoce muchas historias que han pasado por varias generaciones en su familia." Dijo Riza con un ligero tono de broma al final.

Al rió ligeramente. "Tal vez no sea tan malo que mis compañeras sean las ovejas."

"Lamento que tengas que viajar en el compartimento de equipaje." Dijo Riza con tono preocupado.

"Ah, no se preocupe. No es precisamente el modo de transporte que esperaba pero al menos así me sentiré en Resembool desde un inicio." Dijo Al con un tono optimista.

Riza le sonrió. "Cierto, no lo había visto de esa manera." Riza se acercó hasta Al y colocó una mano en su hombro izquierdo a pesar de que sabía que Al no la podía sentir. "Ten un buen viaje, Al. Y, por favor, cuídense mucho."

Al asintió con su casco. "Eso haremos, Teniente. Muchas gracias."

Riza le dirigió una última mirada antes de salir de la habitación. Al entrar en la sala pudo ver que Edward estaba sentado en el sillón con el cepillo nuevamente en su boca mientras trataba de sujetar su cabello con la liga que tenía en su mano. Dadas sus condiciones actuales, Ed estaba optando por únicamente hacerse una coleta y, tras un par de tirones, el rubio logró colocar y asegurar su cabello en una coleta torcida con unos cuantos mechones mal asegurados. Tanteando su cabello, Ed soltó un suspiro y dejó caer el cepillo en el sillón.

Sonriendo cálidamente ante lo que había visto, Riza se sentó al lado de Ed y tomó el cepillo en sus manos. "¿Necesitas algo de ayuda?"

Ed se sorprendió por la oferta. "Eh.. tal vez."

Riza le hizo un gesto con su mano indicándole que se volteara para que Riza pudiera cepillar su cabello. Ed hizo como se lo indicó y ella aprovechó para quitar suavemente la liga de su cabello para poder cepillarlo.

En cuanto sus manos tocaron el cabello de Edward, se sorprendió. Su cabello era muy suave y de cerca parecía brillar aún más de lo que ella había notado a lo largo de los años. Con lo hiperactivo e inquieto que era Edward le sorprendía que su cabello estuviera tan bien cuidado, por lo que, en un movimiento un tanto involuntario, Riza pasó sus dedos por el cabello de Ed para después comenzar a cepillarlo. En realidad, su cabello ya no estaba enredado, solo había un par de nudos formados por la manera un tanto tosca en la que Edward había terminado por sujetar su cabello.

Sin poder entender el porqué, Riza se sintió hipnotizada por el movimiento que hacía su mano al pasar el cepillo por toda la cabellera de Ed. Quizás fuera el hecho de que Edward había aceptado su oferta o el ligero aroma a shampoo que se desprendía de la cabeza del rubio pero no pudo evitar pensar en lo mucho que le hubiera gustado cepillar el cabello de su hijo. En el poco tiempo que estuvo con él, su hijo solo había tenido un pequeño mechón de cabello por lo que no había sido necesario peinarlo.

La sonrisa un poco triste que había aparecido en su semblante se volvió un poco irónica al pensar en que si volviera a ver a su hijo seguramente no la dejaría peinarlo al ser ya un adolescente. Esto la hizo sentirse agradecida con Edward. Él no tenía idea de todos los recuerdos y arrepentimientos que corrían por su mente pero el simple gesto de permitirle peinarlo le estaba trayendo algo de paz puesto que, si cerraba sus ojos por un momento, podía permitirse engañarse y pensar en que el que estaba frente a ella era en realidad su hijo. No era lo ideal y jamás reemplazaría a su hijo aunque pudiera, pero con el transcurso del tiempo le había tomado bastante cariño a Edward.

Mientras Riza ahondaba en sus pensamientos, Ed hacía lo propio con lo suyo. Él mismo se había sorprendido al permitirle a Riza ayudarlo a peinarse. Eso sólo se lo había permitido a Winry mientras estaba recuperándose de su cirugía y… a su mamá. Ciertamente nunca había tenido el cabello tan largo cuando su mamá estaba con vida pero, a pesar de ser un trabajo más sencillo y rápido, su mamá parecía disfrutar que su hijo se sentara en un banquito y permitiera que ella cepillara y, sinceramente, jugueteara un poco con su cabello.

A pesar de que en aquel entonces Ed tenía el cabello corto aún así era un poco más largo de lo que lo tenía Alphonse, por lo que Edward terminaba siendo el candidato preferido de su mamá para peinarlo. Aunque a veces hacía un par de gestos de falsa molestia la verdad es que Ed disfrutaba mucho cuando su mamá lo peinaba. Era una actividad especial para ambos. Ed se sentaba en el banquito meciendo sus pies mientras su mamá le cepillaba el cabello con una melodía tarareada por ella misma.

Algunas veces, ella le hacía pequeñas trenzas y reía al decir lo bien que le quedaría el cabello largo. En un inicio la idea le había molestado internamente al pensar que su madre quería que fuera una copia del bastardo que los abandonó pero, tras prestar atención a la mirada de su mamá reflejada en el espejo, Edward se dio cuenta de que su mamá lo decía sinceramente puesto que la sombra que oscurecía sus ojos al recordar a Hohenheim jamás hacía su aparición en esos momentos. Fue por eso que decidió dejarse crecer el cabello. Había deseado hacerlo cuando aún era pequeño pero no pudo concretar ese plan de inmediato puesto que, poco después de llegar a esa resolución, su mamá había enfermado gravemente y tuvo que guardar reposo en una cama de la cual ya nunca más se levantó.

Al llegar a ese punto de sus pensamientos, Ed apretó sus ojos tratando de apartar los malos recuerdos de su mente para enfocarse en el presente. Fue ahí que se permitió sentir la delicadeza con la que Riza pasaba el cepillo por su cabello, haciéndolo en un movimiento suave, lento y relajante. Al notar esto, Ed se permitió seguir con los ojos cerrados mientras el constante pasar del cepillo lo relajaba más y más.

Inhalando fuertemente Ed se sintió transportado a su infancia. Estaba completamente consciente de que la persona que estaba detrás de él era Riza pero había algo en el movimiento de sus manos que le daba ese aire de tranquilidad. Ocasionalmente un par de sus dedos pasaban por su cabello recordándole a la manera en que su propia madre lo solía hacer. Ed pensó que probablemente eso se debía a que sus dedos eran de un tamaño similar a los de su madre ya que la teniente parecía rondar la edad que tenía su mamá en esos tiempos. Los dedos de Winry, por ejemplo, eran más pequeños y, aunque mayormente lo hacía con suavidad, había momentos en los que se ganaba un tirón de cabello al hacerle una mala broma mientras lo peinaba.

Lo que de verdad desconcertó a Ed fue la melodía. Justo cuando Riza comenzó a separar su cabello en tres secciones, ella comenzó a tararear suavemente una melodía. Ésto provocó que Ed abriera los ojos de golpe y que se viera tentado a echar un vistazo sobre su hombro pero decidió controlar su impulso y no romper el encanto del momento ya que, al fin y al cabo, no tenía por qué armar un alboroto por un pequeño detalle. El tono de la melodía era diferente al de sus recuerdos y Riza la estaba tarareando casi imperceptiblemente, casi como si ni ella misma se diera cuenta de que lo estaba haciendo. Pero, sin que él mismo se lo pudiera explicar, esta nueva melodía tuvo el mismo efecto en él. Una sensación de calidez, tranquilidad y ternura llenó todo su ser empujándolo a cerrar nuevamente sus ojos y disfrutar de ese momento de paz.

Cuando Riza llegó al final de la trenza y ya solo le faltaba asegurarla con una liga una extraña sensación de vacío hizo su aparición dentro de ella. Ésto sólo había sido una breve y pequeña actividad dentro de su día pero, sin proponérselo, le había brindado unos minutos de paz y tranquilidad inmensos, tanto que en algún momento comenzó a tararear suavemente de manera involuntaria.

Exhalando suavemente para enfocarse en el presente, Riza aseguró la liga en la trenza y le dio unos golpecitos en el hombro a Ed. "Listo, Edward."

Ante los golpecitos, Ed brincó ligeramente al ser sacado de sus pensamientos. "¿Ya?" Llevando su mano a su espalda para sentir la trenza, Ed agregó. "Vaya, creo que ni a mí me queda así de derecha." Rió ligeramente y se volteó para poder ver a Riza. "Gracias, Teniente."

Ignorando la ligera sensación de tristeza de que el momento se hubiera terminado, Riza esbozó una sonrisa. "Con gusto, Edward."

Antes de que alguno de los dos pudiera hacer algo de charla, unos golpes en la puerta los interrumpió, provocando que un escalofrío recorriera el cuerpo de Ed. "De seguro es el Mayor." Dijo con una mueca.

Riza le echó un vistazo a su reloj de muñeca. "Cierto, es mejor que salgan ahora si no quieren perder el tren." Dijo Riza mientras se encaminaba a abrir la puerta.

"¡No lo haga, Teniente! No nos deje a la merced del Mayor." Exclamó Ed dramáticamente.

Riza rodó los ojos un tanto divertida. "Estoy segura de que el Mayor Armstrong será un excelente escolta para ustedes." Dicho esto abrió la puerta encontrándose con Armstrong limpiándose una lágrima con un elegante pañuelo.

"Teniente Hawkeye, me conmueve profundamente que me confíen esta misión tan importante. Les aseguro que estos chicos tendrán un viaje tranquilo conmigo. Al fin y al cabo el arte de cuidar a niños ha pasado de generación en generación en la familia Armstrong." Dijo Alex mientras limpiaba una vez más sus lágrimas antes de guardar su pañuelo en el bolsillo de su saco.

"¡No somos niños!" Exclamó Ed indignado mientras se colocaba su chaqueta negra y se acercaba arrastrando los pies hasta la entrada.

Riza sonrió ligeramente e hizo el saludo militar. "Los dejamos en sus manos, Mayor."

Alex le devolvió el saludo. "Es todo un placer, Teniente."

Riza bajó su mano y se la extendió a Ed, sabiendo que Edward prefería omitir el saludo militar siempre que podía. "Ten un buen viaje, Edward. Cuídense mucho y esperamos verlos pronto."

Ed estrechó su mano y sonrió agradecido. "Muchas gracias, Teniente. Por todo."

Riza le dio un último apretón a su mano antes de separarse y emprender el camino hacia la salida de los dormitorios. Le daba gusto que los Elric pudieran pasar algunos días en su pueblo natal pero, dentro de sí, esperaba que no pasara mucho tiempo antes de que volviera a verlos.