Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.

* Este es un fic pensado para mayores de edad ya que la temática puede herir algunas susceptibilidades. Sugiero discreción ya que habrá escenas de violencia física y sexual. Leer bajo su propia responsabilidad y conciencia.

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Capitulo 25:

- Narcissa… sabes que su reacción es completamente normal. No puedes esperar que él simplemente diga "muy bien, donde está mi hermana". Sería raro.

- Lo sé, Luna. Pero él se veía tan iracundo…

- te repito. Es perfectamente normal.

Luna había ido a visitar a Narcissa la mañana siguiente de la gran revelación. Como era de esperarse la aristocrática bruja se encontraba sumida en una profunda tristeza. Su amado hijo no quería saber nada con ella y todo su plan había salido terriblemente mal. Ni siquiera su nuera había hecho algo para aplacar el enojo de Draco. Solamente había salido tras él dejándola sola.

- ¿Qué puedo hacer? intento remediar mis errores y solo cometo nuevos que se suman a los anteriores.

- no es algo que yo pueda decirte. Eres mi madre biológica y yo misma sigo lidiando con ese hecho. La diferencia es que mi infancia fue idílica. Yo aun tengo un padre que me adora y se desvive por mi seguridad. Lidiar con mi origen es algo difícil pero no creo que sea igual para Draco. Él simplemente debió colapsar. No creo que debas forzarlo a verte.

Luego de la guerra, Luna había dejado atrás gran parte de las excentricidades que le habían hecho ganar el mote de "Lunática". Por ejemplo, había comenzado a vestirse con colores neutros y más sofisticados. Ella en realidad había perdido gran parte de su inocencia durante su estadía en las mazmorras de Malfoy Manor y recuperar la alegría de antaño, aun tantos años después de la guerra, era un asunto complejo.

Luna había averiguado que muchas de las criaturas de las que su padre le había hablado siendo una niña eran solo inventos para que ella no sufriese por su falta de amigos o, mejor dicho, por el desprecio y malos tratos de sus compañeros de escuela.

Cuando su primer amor, Rolf Scamander, la engañó para robarse su descubrimiento la Luna que todos conocían había comenzado a morir. La dulce muchacha de mirada soñadora se había ido definitivamente luego de que su amada carrera y sus sueños se hubieran ido para siempre.

En palabras de Theodore Nott, "el parecido es evidente una vez que sabias que debías ver". Ahora que Luna había cambiado era fácil encontrar similitudes entre ella y Narcissa.

- eres tan sabia. Ahora entiendo por qué tú eres Ravenclaw cuando Xenophilius y yo éramos de otras casas.

- papá fue Huefflepuff y tu Slytherin. Creo que haber sido criada por una Ravenclaw fue un condicionante. Mi mamá era todo lo que alguna vez he aspirado a ser.

La señora Black sintió una aguda puntada de celos pero solo frunció sus labios y se obligó a no decir nada ante el comentario. Pandora había sido la mujer más osada que ella había conocido alguna vez y no podía hacer que su hija dejase de admirarla solo porque ella ahora se declaraba como su madre biológica.

La bruja mayor intentó cambiar de tema. Hablar de Draco con su hija era doloroso y oírla hablar tan amorosamente de Pandora habría un hueco en su estomago.

- ¿Cómo van las cosas con Theodore?

Luna sonrió. Solo cuando hablaba de Theo su antiguo yo emergía momentáneamente.

- muy bien. Me ha pedido matrimonio.

Narcissa casi escupió el té y tuvo un mal rato intentando recomponerse de la impresión.

- deberías haber empezado por eso Luna.

- no podía. Tú estabas demasiado alterada por lo sucedido con Draco como para que yo te diese mi noticia. Seria desconsiderado, supongo.

Narcissa asintió casi imperceptiblemente y comenzó a observar la mano izquierda de su hija en busca de la sortija de compromiso.

- ¿y la sortija?

Luna observaba las pequeñas motas de polvo que danzaban en el rayo de luz que penetraba por los gruesos cristales de la ventana.

- ¿Qué sortija?

- la de compromiso Luna. Me has dicho que Theodore te propuso matrimonio. ¿Dónde está tu sortija?

- aaah, eso. Le he dicho que no.

- ¿queee?, ¿has roto tu relación con él?

Luna bebió de su taza y siguió hablando completamente calmada mientras Narcissa se veía agitada por sus palabras.

- no necesito una sortija o un papel por el momento. Lo que Theo y yo tenemos ya es perfecto así.

La joven bruja siguió bebiendo su té indiferente. Ella sabía que si dos personas se amaban sobraban los testigos y el juez. Una cama y sus pieles desnudas eran suficientes para sellar su amor.

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El tren color escarlata había partido de Kings Cross hacia escasos segundos y aunque ya debería sentirse a salvo, aun no lograba hacer que sus pulmones se llenasen con aire suficiente. La última amenaza de Voldemort había sido lo suficientemente gráfica como para que su piel aun estuviese erizada. ¿Quién habrá sido aquella rubia mujer de mediana edad que alimentó con su cadáver a Nagini?, mejor no saberlo.

Finalmente la pesadilla había alcanzado Hogwarts. Esta vez no dejaría su tormento en Malfoy Manor, esta vez vendría con él y sabía que nada volvería a ser como fuera antes.

Draco tuvo que intimidar a un par de niños de primer año para conseguir aquel compartimiento. Necesitaba estar solo por un instante antes de que los demás Slytherin llegasen a él y tuviese que fingir nuevamente.

Quería gritar pero eso, en un tren, estaba descartado. Tampoco correr, por más que las paredes se cerraran a su alrededor Draco no podía hacer nada para evitarlo. Comenzó a hiperventilar. Si fallaba esa misión su madre, padre e incluso él mismo morirían. Era demasiado peso sobre sus hombros y este pretendía ahogarlo.

Antes de salir del baño, Pansy Parkinson se aseguró que su maquillaje estuviera bien colocado. No podía permitir que alguien viese sus labios agrietados ni el hematoma que comenzaba a formarse en su mejilla. Si tan solo supiese como mantener un hechizo de glamur ella no tendría ese tipo de problemas.

Un par de niños de primer año corrieron por el pasillo. Algo los había espantado lo suficiente como para que gritaran. Inocentes chiquillos ellos no sabían aun lo que era el espanto, lo que era el verdadero terror. Ese que te paraliza y se come cualquier esperanza de salir intacto.

Golpeó la puerta corrediza del compartimiento y le dio un instante a Draco para que se recompusiera. Lo conocía lo suficiente como para saber que seguramente necesitaría un segundo antes de querer verla.

Se obligó a respirar pausadamente. Pansy estaba de espaldas a la puerta y agradeció que le diese tiempo a recuperarse. Por suerte Draco tenia practica en parecer estoico. Cuando tu primer lección de vida es aprender a dejar de llorar mientras tu padre te grita, recomponerte rápido es sencillo.

Pansy ingresó al compartimiento privado y se arrojó a los brazos de Draco. Necesitaba sentir un abrazo genuino después de tantos meses de soledad. Draco era su mejor amigo desde hacía mucho tiempo. Ninguno había hablado abiertamente de sus realidades pero ambos sabían que el otro no vivía el cuento de hadas que solían aparentar.

- ¿Pansy?, ¿estás bien?

"no, Draco. Vivo en un estado constante de dolor físico del que nadie tiene idea y que tampoco les importarían si lo supieran. Estoy cansada, solo quiero una sola hora donde algo no me duela, donde alguien no me observe como si fuese mi dueño"

- Por supuesto. ¿Tu?

Draco sabía que aquello era mentira pero decidió seguir el juego de Pansy.

- perfectamente…

- oí que tienes la marca.

Draco no contestó pero levantó su manga para mostrar el brazo. Un par de días antes Voldemort lo había felicitado por no haber reaccionado cuando lo marcó. El Señor Oscuro no tenía idea de que, comparado con otras experiencias, ser marcado como ganado no había sido ni de cerca tan doloroso.

- ¿Que dijo Lucius?

- lo usual…

Cuando Pansy vio como Draco rodaba sus ojos comprendió lo que tácitamente estaba confesando. A Lucius no le interesaba lo que a Draco le sucediese, siempre y cuando no lo hiciera quedar mal.

Pansy había visto a Draco durante el verano una sola vez. Había sido una visita fugaz en un claro de bosque donde solían huir para jugar cuando eran pequeños. Siendo adolescentes, ellos usaban ese sitio para descansar de sí mismos.

Todo el mundo creía que ellos se escapaban al bosque para tener algún tipo de encuentro sexual. Ninguno se había preocupado en desmentirlo. Draco no lo hizo porque así todos lo dejaban en paz, creyendo que tenía una novia. Pansy no confesó la verdad porque esos escasos minutos de libertad, cada cierta cantidad de tiempo, bien valía la lasciva ira de su padre.

Su amigo había confesado que temía ser como su padre en el futuro, Pansy le había asegurado que eso no sucedería. Ella estaba convencida de que el psicótico ADN de Lucius Malfoy no podía, ni tenia, que definir la persona en la que Draco se convertiría en el futuro. Necesitaba creer en eso. Pansy temblaba al pensar la alternativa, porque eso implicaría que ella misma perdería la cabeza y dañaría a quienes debería amar.

Ambos estaban en silencio y aguardaban a que los demás Slytherins finalmente dieran con el compartimiento. Sabían que la mutua compañía duraría poco tiempo. Pansy decidió usar el regazo de Draco como almohada mientras que él enterró sus dedos en el fino cabello de su amiga. Quien observase aquello seguramente pensaría que esa era la típica conducta de dos amantes. Para Draco y para Pansy, era solo el consuelo de que había alguien en el mundo que los entendía.

El tren comenzaba a ganar velocidad y la puerta se abrió repentinamente para dejar ver a un Harry Potter desilusionado por no haberlos encontrado tramando algo. Desde que habían cruzado fuertes palabras en la tienda de Madame Malkins, Draco estaba convencido de que Potter seria una espina más en su trasero durante ese año.

Sin emitir palabra, Harry cerró la puerta de un golpe. Malfoy solo estaba toqueteando a su novia, Pansy Parkinson. Aquello era repugnante pero nada que le sirviese para demostrar que él estaba tramando algo.

- Ignóralo, Draco. Cada uno hace su propia realidad. Él solo ve lo que quiere ver en los demás y en sí mismo. No dejes que te moleste. Tienes cosas más importantes que pensar. Potter sigue siendo un niño jugando a ser el héroe y no tiene idea de donde se está metiendo

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Despues de dejar a Hermione durmiendo en su habitación, Draco se dio una ducha en la suya. Estaba seguro de que había tenido sexo con Granger o había estado lo suficientemente cerca de ello como para amanecer desnudo, pero la resaca le impedia recordar claramente lo sucedido.

Quizá luego de un par de horas de sueño y unas cuantas pociones revitalizantes, él pudiese usar un pensadero y ver que había ocurrido realmente.

Afortunadamente las pociones hicieron efecto y el sueño lo atrapó apenas apoyó su cabeza en la almohada. Sabía que Granger no despertaría hasta el otro día. Le había dado tantas pociones para el malestar que la había nockeado. Ella definitivamente no era de las que podían aguantar beber demás.

Pensó que había despertado pero en realidad aquello era una de sus pesadillas recurrentes. Él siempre estaba lo suficientemente lucido para reconocerlas pero nunca era capaz de controlarlas o salir de ellas para no tener que experimentarlas.

Tenía dieciocho años y despertaba en la enfermería de Azkaban. El Auror llamado Jules tomaba su mano mientras intentaba hacerle entender que todo estaría bien. Que no se moviera. Draco suspiró aliviado. Al menos esta vez su subconsciente se había saltado la parte en la que Lucius intentaba quemarlo vivo.

Podía sentir el remanente del olor a quemado de su mejilla y uno de sus ojos estaba cubierto por una venda. Como cada vez que repetía aquella escena, Draco comenzó a desesperarse temiendo haber perdido la vista. Como cada vez que eso sucedía, Jules le decía que no se preocupase porque su ojo estaba a salvo.

El dolor era insoportable. Aun bajo el efecto de varias pociones el ardor en su mejilla era algo que no podía explicar, apenas le permitía pensar de forma coherente.

Cuando Bellatrix quemó su entrepierna y torso, Draco había pensado que nunca más tendría que sufrir un dolor semejante y sin embargo ahí estaba, atravesándolo nuevamente. Puede que la superficie herida fuese mucho menor esta vez pero saber que fue su padre quien se la hizo hacia que doliese mucho mas. Al menos Bella no había tenido la obligación de velar por su seguridad. Ella era su tía nada más.

La puerta se abrió de golpe y tres aurores entraron. Venían por el viejo Jules. Su salvador pudriría sus huesos en una celda solo por haberlo salvado de Lucius. Aun en su dolor, Draco supo que aquello era una injusticia.

- fui yo.

Su voz sonaba ronca y el movimiento de mandíbula había hecho que la piel quemada rozase con la venda.

- yo tomé la varita del auror y maté a Lucius cuando me atacó.

Aquello era una mentira. Draco había sentido tanto miedo que difícilmente hubiese podido conjurar cualquier tipo de hechizo, mucho menos quitarle la varita a un auror entrenado.

- ¿lo que dice el joven Malfoy es verdad, Auror Lawrence?

Jules vio como Draco asentía. Si él no seguía la corriente terminaría en prisión y Rebecca, su amada esposa, se quedaría sola cuidando a su joven hijo, Alex. Ellos ni siquiera tendrían el derecho a una pensión. Él Había matado a un hombre desarmado estando en servicio activo.

- Lo es. Al ver al señor Malfoy atacando a su hijo seguí el protocolo. Forcejee con el prisionero intentando que soltase a su víctima y no fui consciente de que el joven Draco tomó mi varita hasta que fue tarde. Luego él se desmayó debido a sus heridas.

Jules había sonado lo suficientemente convincente. El jefe de guardia había querido creer aquello y si lograban que todos mantuviesen esa versión, puede que él también salvase su propio trasero. Los altos mandos de la prisión sabían que si el incidente de Draco salía a luz todos ellos perderían sus trabajos o quedarían detenidos por negligencia. Era necesario tapar aquel bochornoso hecho por el bien de muchas familias.

- Joven Malfoy – dijo el jefe de guardia. – estamos listos para trasladarlo a San Mungo. ¿Desea que se le comunique a su madre de lo sucedido?

- no.

En ese momento Draco despertó. Aquello podría considerarse como un buen sueño. Rara vez soñaba con detalles tan inocuos como aquel. Él no había vuelto a ver al viejo Jules luego de pasar casi quince días en esa enfermería. Nunca le agradeció él haberlo salvado de el monstruo que una vez llamó padre.

Para evitar la denuncia de Draco por negligencia criminal, el jefe de guardia había accedido a guardar silencio sobre el incidente con Lucius y enviarle a Narcissa una lechuza con una nota que dijera que su hijo pasaría un tiempo en casa de Theodore Nott y a Theo una que le avisaba que se iba de vacaciones con una chica, que cubriese su huida.

Para todos los efectos Lucius Malfoy había muerto de neumonía y fue enterrado en el cementerio de Azkaban sin ceremonia y sin una lapida decente. Tampoco tuvo ataúd. Él simplemente fue arrojado a un hueco en la tierra y cubierto como si fuese un desecho más. Jules pensaba que debieron haber alimentado a los buitres con él. Al menos así Lucius hubiese hecho algo bueno en su vida.

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Hermione despertó cuando estaba anocheciendo. Le dolían las piernas y un poco la cabeza pero el malestar de la mañana había desaparecido completamente gracias a las pociones que Draco le había dado. Nunca jamás volvería a beber, ya se había humillado lo suficiente esa mañana.

Mientras se duchaba notó varios moretones en la zona baja de su cuello y senos. Demonios, ni siquiera cuando ella y Ron eran adolescentes había tenido ese tipo de marcas sobre su piel. ¿Qué carajos había pasado la noche anterior? o mejor dicho, ¿Por qué había pasado lo que pasó la noche anterior?

Al salir de la ducha, Hermione fue directo hacia su armario y tomó el pensadero que había comprado en un arrebato consumista cuando estaba embarazada. Sabía que conscientemente no podría acceder a las memorias de la noche pero a través de un encantamiento podría recordar lo sucedido o, al menos, acceder a fragmentos de lo que hicieron.

Luego de susurrar el hechizo, Hermione extrajo un fino hilo plateado de su sien. Por lo que lograba observar, el hilo no era continuo así que podía adivinar que su recuerdo sería bastante fragmentado o puede que incluso fuese caótico. Usando su varita la bruja depositó el recuerdo en el pensadero y sin demoras se sumergió en él.

Draco y ella bebían en un angustioso silencio, ambos sentados en el suelo junto al sofá.

- lo siento mucho Draco.

- ¿por qué?

- por haber dicho algo que trajo ese gesto de dolor a tu mirada. Las peores heridas, las más dolorosas, no son las que la gente puede ver en el exterior, son las que nos hacen sangrar interiormente.

Draco sonrió tristemente.

- puede que tengas razón. No quiero hablar de eso. Cuéntame algo que no sepa.

Hermione sonrió. Ellos habían comenzado ese inocente juego la noche que perdieron a Scorpius. Por alguna razón confesarse pequeñas cosas los reconfortaba y hacia que se sintiesen mas acompañados.

- mmm. Mi primer beso fue con Víctor Krum.

- dije algo que no sepa. Víctor dormía en mi habitación. ¿Lo sabías? Se lo contó a sus compañeros.

En vez de enfadarse solo sonrió.

- bien. No sé que contarte entonces. Cuéntame algo tú.

Antes de contestar, Draco se sirvió otra copa. Ellos quizá deberían dejar de beber pronto o estarían demasiado ebrios.

- la última vez que tuve sexo fue la mañana en la que nos casamos y yo realmente la estoy pasando mal.

Hermione sintió compasión. Aquella había sido su condición para casarse con él y Draco la había respetado al pie de la letra. Esta era la primera vez que ellos hablaban de algo tan intimo.

- eso no es nada. Yo ya no recuerdo cuando fue la última vez. La vorágine de la boda hacia que al llegar a casa estuviese tan cansada que la mayoría de las noches me dormía mientras Ron intentaba ponerse cariñoso. Tú no sabes lo que es "estar pasándola mal".

Draco comenzó a reírse.

- quizá Weasley era tan aburrido que por eso te dormías.

- por favor Draco. Por favor no lo insultes. Era uno de mis mejores amigos, estuve a punto de casarme con él.

Él se disculpó. Ni siquiera se había cumplido un año de la muerte de Weasley, no podía pretender que ella hubiese superado completamente lo que sentía por él.

Hermione bebió directamente de la botella. Quizá confesarle a Draco que ella también tenía necesidades no había sido lo más inteligente.

- sabes… nosotros dos estamos casados. Técnicamente no habría ningún tipo de escándalo si nosotros… decidiésemos… darnos una mano con nuestro problema.

Hermione lo miró asombrada. Lo había pensado muchas veces pero no había estado dispuesta a asumirlo.

- está bien pero con una condición.

- ok. Pensé que me hechizarías no que impondrías condiciones. Te escucho.

- derriba el glamur.

-¿Qué? – Draco estaba comenzando a ponerse a la defensiva. - ¿de qué hablas Granger?

- vamos Draco. Los dos sabemos que conozco tus cicatrices. Tendré sexo contigo solo con esa condición. Derriba el glamur.

El joven mago la observaba como si a ella le hubiese salido una segunda cabeza. A pesar de su ebriedad él no estaba preparado para navegar en temas tan delicados.

- ¿por qué querrías ver mis defectos?

- cicatrices, hombre. Cicatrices. Veo tus defectos todo el tiempo, lo que tu cubres con el glamur es tu verdadera forma. Yo voy a mostrarme tal cual soy, quiero que hagas lo mismo. No quiero ver una ilusión.

Él tragó grueso y por toda respuesta la atrajo hacia sí y la besó con todas sus fuerzas mientras dejaba caer cada hechizo que ocultaba su apariencia. Al separarse para encontrar aire, Hermione puso una suave mano sobre su mejilla cruelmente cicatrizada y sonrió.

- ves. No es tan difícil.

- en realidad sí. Estoy terriblemente cicatrizado, Hermione. No sé por qué estoy accediendo a esto.

- porque sabes que no te haré daño. – dijo y volvió a sonreír pero esta vez de forma picara. - y porque quieres meterte en mi ropa interior.

Hermione gruño ante el sabor de la boca de Draco sobre la suya, ante la sensación de sus brazos envolviéndola mientras sus lenguas bailaban juntas. Sus músculos ondulaban bajo sus manos mientras se acercaba tanto a él que ellos virtualmente eran una sola persona.

Se sentía tan bien ser sostenida así. Volver a tener a un hombre presionado contra su cuerpo. Ella enterró sus manos en el pelo de Draco y tiró de él ligeramente necesitando sentirlo incluso más cerca.

- esto es jodidamente lo mejor.

- eso no es nada Granger. Absolutamente nada.

Rápidamente la ropa comenzó a volar y Hermione tuvo que salir de aquel recuerdo o sufriría una combustión espontanea.

Ellos definitivamente habían tenido sexo la noche anterior y ahora que lo pensaba, estaba segura de que no le disgustaría volver a repetirlo.

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N.a: fin del capítulo 25. Espero que les haya gustado. Si, lo sé, soy muy mala persona por no haber contado que pasó exactamente. Prometo que Draco también recordará algo el próximo capítulo. Habrá lemon en el futuro, lo prometo. Solo quiero que ambos sean plenamente conscientes de lo que están por hacer. Estando ebrios no tiene chiste. Ahora sí, ¡Hasta la próxima!