09

Sarada y su padre comenzaron a caminar, lejos de la vista curiosa de muchas personas que conocían la historia de ellos, aunque algunas personas no pudieron evitar murmurar algunos comentarios que resultaron ser de incomodidad para ambos, eso iba haciendo el ambiente un poco más tenso entre ambos Uchiha, la historia ahora tenía un nuevo capítulo y ese era ese incómodo primer encuentro de padre e hija.

—¿A dónde vamos? –preguntó Sarada deseando salir huyendo.

—Sígueme –dijo Sasuke lo más suave que pudo.

Los murmullos a su alrededor se hicieron más fuertes por parte de las personas que habían visto la "historia de amor" entre Sakura y Sasuke, una historia de amor que se vio empañada por las malas decisiones de Sasuke, la tristeza de Sakura y luego bendecida por la aparición de Kiyoshi.

Cada quien tenía su propia versión y era peor que un teléfono descompuesto. Unos pensaban en lo afortunada que era su madre y otros más radicales pensaban que ella estaba haciendo las cosas muy mal.

Llegaron a la parte de arriba de los rostros de los Hokages y Sarada no podía evitar sentir los nervios de punta. Hubo algunos momentos en su niñez en los que soñó con que su padre volviera por ellas, que regresara para ayudarla en el camino ninja o que al menos regresara solo para verla, pero después de que pasaron algunos años y tuvo más conciencia de la situación que se presentaba a pesar de que su mamá lo suavizaba lo más que podía porque la estaba protegiendo, ella dejó esa esperanza de volver a verlo para comenzar a tener un ligero resentimiento hacía él por el haber hecho llorar a su mamá, pero ahora que este encuentro sucedía por conveniencia de su parte, no sabía que sentir.

Era extraño estar frente a su él sintiéndolo como un completo desconocido y sintiendo esa pequeña pero fuerte conexión.

Su padre abrió la boca para hablar, pero Sarada fue más hábil al interrumpirlo con una mano. Quería dejar clara su situación y más si iba a atreverse a establecer una relación de conveniencia con él.

—No necesito que inventes escusas de lo que hiciste en el pasado porque al final...—Sarada levantó los hombros restándole importancia— no sirven de nada.

Sasuke cerró la boca. Conocía tan poco a su hija que de alguna forma le sorprendió que le recordara a un poco a él cuando era niño. Debería ser la niña más feliz del mundo además de ser la más inteligente pero no está versión fría que le partía el corazón. Era inevitable no sentir culpa, pero era así.

—Asi que ahorrarte el patético discurso y dime a qué has vuelto –dijo Sarada desinteresadamente y de manera fría.

Quería contarle cómo habían sido las cosas, que lo había orillado a tomar la decisión de dejarlas, pero su pequeña hija tenía razón. ¿De que servía?

Se aclaró la garganta y entre todo o que podía decir, decidió ser sincero.

—Para corregir mi error.

Sarada tuvo que reprimir el impulso de correr a abrazarlo, una parte de ella quería volver a ser esa pequeña niña que esperaba que su padre le contara un cuento antes de dormir, pero el dolor en su corazón se lo impidió y en vez de eso una casi invisible lágrima escapó de sus ojos. Parecía estar realmente arrepentido pero las cosas habían cambiado y aún que todos se mereciera una segunda oportunidad, ya no la tenía.

—Es algo tarde ¿no crees? –contestó Sarada limpiándose rápidamente la lágrima.

Sasuke suspiro con tristeza. Podía ver el dolor en los ojos de su hija y también los había visto en el rostro de Sakura. Quizá y después de todo se merecía lo que estaba pasando, pero era demasiado egoísta para admitirlo.

—Tienes razón –le contestó Sasuke.

Los ojos de Sarada se abrieron de par en par. No esperaba que aceptara la totalidad de la culpa y también que fuera demasiado tarde para resarcir su error.

Sasuke se dio la vuelta, podía aceptar que Sakura no le perdonará tan pronto, pero ver a su hija tan dolida que había creado una capa dura alrededor de su corazón, era mucho más difícil y quizá debería dejarlas ser felices sin él. Darles lo que ahora merecían por sus estúpidas decisiones.

Sarada lo dejo ir por dos segundos, pero algo en lo profundo de su ser se lo prohibió. Quería pensar que era pura conveniencia para tener un maestro, pero en el fondo sabía que puede ser la última oportunidad que tendría de ver realmente a su padre y si no la aprovechaba puede que se arrepintiera después.

—Te darás por vencido tan fácil—dijo en un susurro casi imperceptible luchando contra las ganas de llorar.

Sasuke detuvo sus pasos, confundido y a la misma vez emocionado. Su hija parecía probarlo, ver hasta dónde estaba dispuesto a luchar por ellas sin siquiera saberlo. Se enterneció al darse cuenta que había estado intentando hacerse la difícil.

—Mi única intención es ver que ambas están bien y que logren encontrar esa tranquilidad y felicidad que no encontraron conmigo.

Era lo más sincero que había dicho en mucho tiempo, era en realidad una parte de lo que sentía porque realmente deseaba que ellas fueran felices con o sin él, pero esa parte egoísta de su ser le decía que debía dejar de lado eso y luchara por ellas y construir poco a poco lo que él mismo destruyó.

/

Entro a la mansión completamente cansada después de ese día tan ajetreado que ha tenido, dejando su bolso y su bata en las manos de Hoshi mientras ella le devolvía una sonrisa cálida.

—Espero que haya tenido un buen día, doctora Haruno.

Sakura sonrió con amabilidad.

—¡Lo tuve, gracias Hoshi!, aunque muy cansado.

—No se preocupe mi niña, prepare un almuerzo perfecto para recuperar fuerzas.

Sakura le sonrió en agradecimiento y comenzó a subir las escaleras con la intención de ir a su habitación y tomar una ducha relajante.

Se detuvo a la mitad de las escaleras pensando en su hija, que debía haberla abordado para cuestionarla acerca de la hora en que llegó.

—¡Hoshi! –llamó Sakura.

La nana de Kiyoshi se detuvo a punto de meterse en la cocina.

—¿Ya ha llegado, Sarada? –preguntó la pelirosa.

Hoshi negó con la cabeza en el justo momento que Kiyoshi entra con su típico maletín negro.

—¡Hola mi niño! -dijo la mujer con alegría al tiempo que Kiyoshi se acercaba para darle un beso en la mejilla.

—¡Hola nana!

Luego vio a su prometida en las escaleras y subió en dos en dos para llegar a donde se encontraba. Estaba tan hermosa con su cabello amargado en una cola y su vestido que no resistió las ganas así que la tomó de la cintura y le hizo dar una vuelta en el aire para después depositar un beso en sus labios.

Sakura correspondió al beso y luego de separarse de ese le dio un segundo más pasional.

—¿Acaso intentas provocarme? –preguntó Kiyoshi apenas separándose del beso.

Sakura río en sus labios.

—Tal vez solo un poco.

Kiyoshi tenía la intención de cargarla a su habitación, pero la puerta volvió a abrirse dejando entrar a una pequeña pelinegra algo pensativa. Tuvieron que separarse con algo de vergüenza y su madre la saludo con las mejillas encendidas, pero Sarada no le puso atención mientras subía las escaleras.

Algo que, por supuesto, no paso por alto a los adultos, que se vieron de reojo.

—¿Sarada? –Volvió a llamar su madre.

—¿Mamá? –volteó Sarada sin darse cuenta de que ahí estaba su mamá.

Su hija estaba algo extraña y lo podía reconocer por la mirada perdida de su rostro infantil. ¿Algo le había pasado?

—¿Te sucede algo pequeña Sarada? –le pregunto Kiyoshi. Sabía que a la "pequeña Sarada" no le gustaba para nada esa clase de cursilerías, pero intentaba hacerlo regresar a la realidad y que su madre no estuviera tan preocupada por el estado en el que había llegado.

Ocurrió exactamente lo que pasaba y en cámara lenta la vio resoplar al mismo tiempo que inflaba los cachetes.

—Acabas de desatar a la fiera—le dijo en un susurro Sakura que solo escuchó el.

Otra cosa que definía a Sarada, es que había heredado el carácter explosivo de su madre.

Sarada se acercó a paso amenazante hasta el, sin miedo a nada y saco su Kunai de madera de su mochila, tomando por sorpresa a Kiyoshi que no se lo esperaba.

—¡No soy pequeña! –le grito lanzando el kunai a su frente sin remordimiento.

Kiyoshi se protegió la cabeza con uno de sus brazos, pero Sakura había sido más rápida y lo había tomado en el aire.

—¡Sarada! –la reprendió Sakura.

No era normal que su pequeña hija atacará, normalmente solo gritaba, pero esta vez se notaba que venía de muy mal humor.

—¡El comenzó!

Chilló pasando de largo con dirección a su habitación y cerro de un portazo.

—¿Por qué hiciste eso? –Lo cuestionó Sakura de brazos cruzados, reprendiéndolo a él también.

Kiyoshi soltó algunas carcajadas.

—¿No pensabas que me da miedo una niña?

Sakura negó con la cabeza, pero también soltaba un suspiro de frustración.

—Yo no la subestimaría, ella aún no ha despertado el Sharingan pero tiene muy buena puntería. Si hubiese querido golpearte, ni siquiera hubiese detenido su proyectil.

—No creo que sea para tanto –dijo restándole importancia.

—Conozco esa mirada, su padre...

Sakura detuvo sus palabras al darse cuenta de que estaba hablando de más y se calló.

—Mejor olvídalo…

Y se dio la vuelta para entrar en la habitación dejando a Kiyoshi un poco frsutrado. No se había dado cuenta que Sarada podía ser muy parecida a su padre y que esos pequeños actos no pasarían desapercibidos por su madre.

Suspiro pasando una mano por su cuello con pesadez, la sombra de Sasuke Uchiha comenzaba a molestar con su repentino regreso a la aldea, solo esperaba que esa sombra no alcanzara nada más.

El almuerzo estuvo más callado de lo normal. Por un lado, veía a Sakura pensativa comiendo bolas de arroz y por el otro a la pequeña Sarada, revolver la sopa sin interés.

—¡No tengo hambre!, ¿Puedo irme? –espetó la niña.

Sakura estaba a punto de replicar que no había comido nada y que era necesario para su buen crecimiento, pero Kiyoshi colocó una mano sobre su pierna para que la dejara ir.

Sakura suspiro y asintió.

No tuvieron que esperar mucho para verla irse caso corriendo. Era ahora más que obvio que algo le pasaba.

—¿Algo le pasa?

—Solo sigue molesta conmigo, más tarde le pediré una disculpa.

Sakura sonrió tomando su mano.

—Eres tan paciente con ella y te lo agradezco.

—Espero serlo con ella y con todos los hijos que tengamos en el futuro.

Sakura se sonrojó, no es que no hubiese pensado en una familia, pero lo cierto es que siempre se la había imaginado con Sasuke, que después de su partida, todos esos sueños habían sido enterrados en lo profundo de su corazón y nunca pensó en esa posibilidad otra vez.

—¿Quieres hijos?

No pudo evitar jadear al hacer la pregunta.

Kiyoshi le sonrió con calma.

—En el futuro, si tú también estas de acuerdo.

Sakura le dedicó una sonrisa y luego regresó la vista a su comida. También el apretó se le había ido y se sintió mal. Sasuke le había robado muchas cosas y ahora que tenía un hombre bueno que le devolvía esas ilusiones, estaba segura de que todo sería mejor a partir de ahora, pero…

—En un futuro probablemente.

Le respondió, colocando un beso en su mejilla par después levantarse de la mesa.

—Perdóname, no puedo comer más. No cuando me preocupa lo que está pasando con mi hija –dijo Sakura verdaderamente preocupada, pero también para evadir un poco el tema.

Dicho esto, se puso en pie, pero Kiyoshi tomo su brazo sin hacerle daño. Los ojos de Sakura se encontraron con los de él y sabía que lo hacía para que no le mintiera.

—Dime la verdad Sakura, ¿Quieres hijos conmigo o no?

Sakura estaba confundida. Sasuke en algún momento de su viaje le había hecho de un lado el tema de los hijos cuando ella se lo había preguntado y ella lo respeto hasta que quedó embarazada sin proponérselo. Recordaba el miedo en los ojos de Sasuke al saber que iba a ser papá y le parecían muy distintos a los de Kiyoshi. Él estaba más que dispuesto a hacerla madre de nuevo, pero ahora era ella la que tenía miedo. ¿Miedo de que?

—Kiyoshi, yo… -comenzó sin que las palabras salieran de su boca.

Kiyoshi entonces sonrió y acarició su mano para distraerla y que no tuviera una impresión equivocada.

—No voy a molestarme si no quieres, solo necesito que me lo digas. Podemos ser felices Sarada, tu y yo, solo los tres si así lo deseas.

Sakura cerró los ojos y suspiro tomándolo de las mejillas.

—Estoy seguro que serás un gran padre.

—Pero...

—¡Me encantará! –se expresó tomando como un buen momento futuro.

Quizá cuando Sasuke no acaparara sus pensamientos, se dé por vencido y regrese a su viaje.

Que esperaba fuera lo más pronto posible.

Kiyoshi entonces la soltó con una evidente sonrisa en los labios y ella aprovecho para ir con su hija.

Tocó la puerta aún algo descolocada por la conversación con Kiyoshi, pero cambio su pensamiento al ver a su hija boca arriba viendo al techo muy pensativa.

Se acercó a la cama y se sentó a un lado.

—¿Ahora sí me vas a contar que sucedió? –tratando de sonar comprensiva, pero sin quitar la seriedad del asunto anterior.

Sarada se abstuvo de contestar al principio, pero al ver el semblante preocupado de su madre decidió que lo más favorable ahora era hablar para no preocuparla.

—No sé de lo que hablas –aunque no podía evitar ser evasiva.

Sakura suspiro y acarició sus cabellos azabaches con ternura.

—Te conozco, soy tu madre y sé que algo te tiene así.

Sarada seguía viendo el techo. Estaba pensando en cómo decirle a su madre que había visto a su padre y que le había pedido que fuera su sensei. No quería preocuparla o lastimarla. Más que nada deseaba ser sincera pues no era lo único que sentía en ese momento, sino también su conexión con el hombre que pensó sería un extraño.

—Por favor –pidió Sakura viéndola con preocupación.

Sarada se volteó para confrontarla y la miro a los ojos. Su madre había sufrido tanto que tenía que una declaración como la suya, la rompiera de nuevo.

—Quiero ser sincera, pero no quiero lastimarte.

Su explicación no paso por alto y se temió lo peor, le estrujaba el alma que algo verdaderamente grave le estuviera pasando a su niña.

—No importa que tan grave sea, quiero saberlo.

La pelinegra suspiró.

—Hablé con mi papá…

Sakura abrió ligeramente los ojos ante esa revelación, ahora entendía un poco mejor a su hija acerca de lo que le estaba pasando, ella también había perdido la calma un poco cuando Sasuke regresó a la aldea y llegó con sus cuentos baratos de perdón, ahora ella se estaba imaginando que usó esos mismos cuentos para voltear a su hija a su favor, que por eso había reaccionado tan agresiva con Kiyoshi, una cosa es que quiera tener contacto con su hija y otra muy diferente a que quiera ponerla en contra de su relación, esa si no se la iba a perdonar.

―Sarada, ¿acaso él te pidió que dijeras o hicieras algo?

―¡¿Qué?! ¡No!

Sabía que era sincera, pero de todas maneras no podía evitar preocuparse por eso. Porque no solo se estaba entrometiendo en su vida, sino que también estaba jugando con las emociones de Sarada que era un poco sensible al tema de su padre.

―Primero quiso disculparse con excusas baratas diciendo que quería corregir su error, pero le dije que no lo hiciera, luego dijo que nos dejaría para ser felices y yo… -bajó la mirada un poco apenada porque puede que lastime a su madre con lo siguiente que fuera a decir.

―¿Qué sucede corazón?

Puede que Sarada se muestre un poco reacia a recibir demostraciones de afecto de su parte, pero esta situación lo ameritaba, sin previo aviso atrajo a su hija en un abrazo para confortarla, eso tranquilizó un poco a la pelinegra, pero también aumentaba un poco sus nervios.

―Le pedí que no se fuera…

Sakura usó su fuerza de voluntad para no tensarse para no poner más nerviosa a su hija, bueno, Sasuke se salvó esta vez, más o menos. Era normal que Sarada quisiera conocer un poco más a su padre.

―Le pedí que fuera mi sensei para ayudarme a sobresalir con las técnicas de los Uchiha, pero también le pedí que no te moleste.

Una pequeña sonrisa nerviosa adornó el rostro de Sakura, su hija siempre ha sido celosa con ella y a duras penas había aceptado a Kiyoshi.

―Me dijo que te dejaría en paz, pero también quiere que yo me sienta cómoda con el hecho de que ahora voy a poder verlo.

―¿Y te sientes cómoda con eso, Sarada?

Eso dejó a la niña pensando solo por unos momentos, ahora su situación se había vuelto extraña debido al mal de emociones que ha estado teniendo desde temprano y sumando los hechos de que su mamá se iba a casar y con el hecho de la repentina aparición de su padre.

―No… pero tampoco quiero que vuelva a irse.

Esas eran muchas emociones para que una niña las soportara.

―Sarada, está bien que te sientas insegura cuando estas situaciones que aún te faltan comprender y es normal que quieras conocer a tu padre más allá de lo que yo, tu tío Naruto o Kakashi-sensei hayamos podido decirte, así que no pienses que me pondrá triste el que quieras pasar tiempo con él.

―Pero, no quiero que te preocupes por eso cuando te vas a casar con el Doctor.

―Siempre estaré preocupada porque eres mi bebé, pero los temas de los adultos son exactamente eso, temas de adultos así que no te preocupes por eso ya que son asuntos aparte.

―Entonces, ¿no estás enojada?

―Por supuesto que no –le dijo para tranquilizarla.

Después de haberle dicho eso, Sakura apretó un poco más su abrazo para consolarla mejor, ambas estuvieron abrazadas por unos minutos mientras Sakura le tarareaba una leve canción de cuna mientras la mecía levemente como si volviera a ser una bebé.

Eso avergonzó levemente a la niña, pero secretamente le gustaba los cariños que le hacía su mamá. Después de todo, el amor más grande que había era el de una madre.

―Tienes que disculparte con Kiyoshi –le dijo Sakura después de unos minutos.

―Yo… -no se atrevió a decir mucho dado que le avergonzaba su actitud.

―Lo que hiciste no estuvo bien, Kiyoshi te quiere mucho y no estuvo bien la actitud que tuviste con él.

―Pero me dijo pequeña…

―Pero, aun así no debiste reaccionar de la manera que lo hiciste. Así que debes disculparte con él.

Sarada asintió despacio deseando no separarse del abrazo de su mamá, pero tenía razón, el doctor siempre se ha comportado bien con ella, así que no era justa la actitud que tuvo con él, además de que pronto sería el esposo de su mamá, Sakura se separó del abrazo para después acariciarle el rostro a su niña y limpiarle las lágrimas que no se daba cuenta que estaba derramando, no se lo diría para no avergonzarla más.

―¿Qué te parece si después de que te disculpes con Kiyoshi miras conmigo algunos catálogos para ver mi vestido? ¿Te parece? –le preguntó para animarla.

Sarada solo asintió, Sakura le sonrió feliz y le dio un beso en la frente que sonrojó a la niña.

―Descansa, después te traeré algo de comer.

―Pero no tengo hambre.

―Pero te dará después y si no comes después te dolerá el estómago.

Sakura le dio otro beso en la frente para después levantarse y salir de la habitación de Sarada, solo que al salir se encontró con Kiyoshi.

―No era necesario que le pidieras disculparse conmigo.

―Claro que sí…

―Pero también es entendible el por qué reaccionó de esa manera, fui imprudente y lo lamento.

Sakura fue a la habitación que compartía con su prometido, ambos se sentaron en la cama, porque ahora ellos son los que tenían que hablar.

―¿Te molesta eso? –preguntó Sakura.

―No, después de todo él es su padre.

Kiyoshi había escuchado su conversación con Sarada, pero la sombra de Sasuke Uchiha ahora era más fuerte.

―Siempre estuve segura de que él jamás iba a regresar, pero ahora que Sarada se propuso a conocerlo no puedo hacer nada para impedir ese acercamiento –dijo Sakura con rendición.

Kiyoshi también soltó un suspiro de rendición, no era culpa de Sakura que Sasuke haya decidido aparecer hasta ahora.

―No podemos hacer eso, pero quiero saber si eso no afecta tu decisión de casarnos.

Sakura se quedó en silencio unos minutos, pero era una pregunta válida. Ella respiró hondo y tomó de la mano a su prometido para transmitirle seguridad.

―Sasuke es una parte de mi pasado que fue tanto mi gloria como mi muerte, pero tú eres mi futuro y quiero que seamos felices.

Sakura lo tomó del rostro y le dio un beso para que no le quedaran más dudas acerca de su decisión de casarse.

―Mañana me reuniré con mis amigas para ver lo del vestido, me llevaré a Sarada y regresaremos para tener una rica cena –le dijo Sakura al separarse del beso.

―No me hubieras dicho eso, porque no voy a poder evitar seguirte para ver cómo te verás con el vestido.

―Traerá mala suerte.

―Creo que estoy empezando a dejar de creer en eso.

Ambos rieron ante eso.

―Entonces mañana iré también a ver dónde puedo encontrar un traje y más adelante vamos a ver los detalles de las flores, el salón, el banquete, los invitados, la luna de miel, todo eso lo iremos viendo poco a poco –informó Kiyoshi –pero lo que sí tenemos que ir viendo es la fecha.

―Eso lo veremos cuando regrese de ver el vestido.

Sakura le dio otro pequeño beso y se levantó de la cama para preparar su ropa y tomar una ducha.

Kiyoshi se sentía de lo más feliz por el hecho de que Sakura no se arrepintió de la decisión de casarse con él, pero también estaba un poco preocupado por lo que la presencia de Sasuke Uchiha pudiera causar a partir de ahora que se acercó a Sarada aunque solo espera que no use esa cercanía para confundir a Sakura.

Respiró profundamente para alejar ese fantasma de sus pensamientos y se acostó en la cama para esperar a su prometida.

/

En una cueva lejana, en una tierra de nadie donde las fronteras de los cuatro países se unen, iluminado apenas por unas cuantas velas estaba un encapuchado misterioso extrayendo algunas muestras de algunas flores que tenía en su mesa de trabajo creando así una sustancia purpura, sacó de un frasco una rana de pantano venenosa y le extrajo el veneno haciendo de la mezcla de ponga de un azul verdoso.

Luego caminó por su taller yendo a una maceta donde había una pequeña rama de un árbol de cerezo donde había una pequeña flor de cerezo y usó una pequeña gota de esa mezcla que estaba haciendo para ver el efecto que tendría y efectivamente esa flor se quemó.

Era hora de probar el efecto que tendría en la carne…

Sacó de entre algunas cajas de madera una Katana y untó algo del veneno en la hoja.

Esperó que el manto de la noche para poder probarla, en una granja donde algunas vacas pastaban, un solo corte de esa espada envenenada fue suficiente para que esa vaca cayera como peso muerto, la piel comenzó a ponerse negra y fue cuestión de dos minutos para que esa vaca se sofocara.

Solo tenía que producir un poco más y estaría listo.

CONTINUARÁ…