Mientras el helicóptero atravesaba los azules cielos de Kanto, Giovanni observaba por la ventanilla perdido en sus pensamientos. Ahora mismo todo estaba avanzando como quería, pero su discusión con Delia la noche anterior lo mantenía aún en un estado de aturdimiento. Hubiera deseado poder despedirse de su pequeño hijo y de ella, pero dadas las circunstancias pensó que lo mejor era dejarlos ir sin decir adiós. Esa mañana dejo sin que nadie se diera cuenta en la mochila de Ash, el sobre con la carta que escribió para su esposa días antes. Esperaba que Delia la leyera cuando estuvieran a salvo y entendiera mejor sus pensamientos y emociones.
Luego de la visita de Looker esa mañana, Giovanni pensó que la intromisión del detective en la búsqueda de respuestas sobre el Team Rocket, lo beneficiaria. Un pensamiento se instaló en su cabeza y ahora también estaba rondando en ella como todos los eventos recientes.
Su cara tenía un semblante agotado, realmente toda la situación comenzaba a mermar en él. Estaba inmerso en la madeja de pensamientos de su cabeza cuando un soldado de su equipo se acercó con una laptop que colocó frente a él en una pequeña mesa.
—Señor, tiene una videollamada desde ciudad Azulona —El jefe Rocket asintió en silencio y observó como el agente conectaba la videollamada.
Dos caras familiares aparecieron en la pantalla. El doctor Fuji con un aspecto un tanto cansado y a su lado con los brazos cruzados y en silencio estaba el ejecutivo Petrel.
—Lamento interrumpirlo —Dijo con un tono cortes y formal Fuji.
—Debe de ser algo importante para que me llamará en mitad de mi camino a ciudad Plateada —Respondió el líder de gimnasio entrelazando las manos sobre sus piernas.
—Pienso que debería venir primero a ciudad Azulona —La cara del doctor Fuji reflejaba una expresión decidida.
Giovanni frunció el ceño y antes de que pudiera decir algo para negarse Petrel intervino.
—Señor, se qué ahora se dirige a buscar al señor Phillips, pero el doctor ha logrado completar la secuencia genómica de Mew y ahora esta trabajando arduamente para crear una copia mejorada del pokemon, debería venir para los ensayos prácticos.
—Lo que el ejecutivo Petrel dice es correcto, si logramos hacerlo pronto usted tendría la ventaja sobre Leo Cipriani.
Las palabras de Petrel y el doctor Fuji sembraron el interés en Giovanni. Que por un momento pensó que tal vez si era conveniente desviar su camino y que aquello podría serle beneficioso. Sin embargo, también pensó en que si cambiaba de rumbo los esfuerzos de Atenea y Proton podrían ser en vano si perdía la oportunidad del factor sorpresa con Cipriani en ciudad Plateada.
Meditó por un momento echándose para atrás en su asiento y cruzó los brazos frente a su pecho. Petrel y Fuji lo vieron cerrar los ojos y quedarse en silencio por un momento. Giovanni pensó en sus ventajas y desventajas en el juego que tenía con el titiritero de los Black Knights. Las piezas de su ajedrez se movieron en su mente, su reina estaba a salvo, pero su torre se mantenía a un movimiento de ser una pieza perdida.
Sus ojos oscuros se abrieron con lentitud y se inclinó hacía delante para mirar más de cerca la pantalla.
—No iré con ustedes. Necesito recuperar a Eric Phillips primero. Doctor haga su mejor esfuerzo y denos la ventaja —Anunció con firmeza.
Fuji asintió y metió las manos en los bolsillos frontales de su bata de laboratorio.
—Para esta fase del experimento contaré con la ayuda de Blaine mi viejo amigo, lo he convencido y está interesado.
—Blaine trabajo con nosotros cuando mi madre estaba al frente, es una pieza fuerte y confiable.
—Entonces señor me haré cargo de mantener a salvo nuestra investigación en Azulona —Dijo Petrel con una sonrisa chueca en el rostro.
—De acuerdo —Giovanni pasó de manera rápida su mano frente a su pecho en señal de despedida y luego cortó la videollamada.
El agente Rocket que había traído la laptop antes se acercó y anunció que pronto llegarían al bosque verde donde aterrizarían y luego seguirían el camino por tierra para no ser descubiertos por los hombre de Cipriani.
El helicóptero aterrizó en una pequeña área sin arboles en las afueras del bosque verde. Cuando las hélices terminaban de girar Giovanni bajo junto a algunos de sus soldados. Sus brillantes y lujosos zapatos negros contrastaban con el verde vibrante del pasto. Algunos pokemon insecto permanecían expectantes en las cercanías.
—Su auto lo espera señor —Anunció un soldado Rocket acompañando a su jefe a un todoterreno que pronto se puso en marcha para atravesar el imponente bosque verde.
Giovanni revisó los planos de ciudad Plateada en el camino. Su Persian ahora estaba a su lado y miraba por la ventanilla del auto. Los pokemon corrían asustados alejándose y perdiéndose entre los árboles y arbustos. Mientras marcaba las salidas que podían tomar en la ciudad, su teléfono comenzó a sonar dentro de su saco.
Leyó el nombre de Atlas en la pantalla y contestó con calma mientras seguía observando los planos y revisando los lugares clave que podrían servir en su misión de rescate.
—Atlas… —Dijo Giovanni respondiendo la llamada— ¿Cómo va todo?
—Señor, estaremos llegando a ciudad Lilycove esta tarde, todo marcha sin contratiempos.
—Excelentes noticias, ¿piensas llevarlos esta noche a Azuliza?
—No señor, lo mejor es pasar la noche en la ciudad y mañana continuar nuestro viaje. No se preocupe le informare de todos nuestros movimientos.
—Correcto.
—Señor, debe saber que su hijo ha estado preguntando por usted desde esta mañana ¿quiere hablar con él?
—No es el momento indicado ahora, me pondré en contacto cuando estén en Azuliza.
—Como usted lo ordene, jefe.
—Mantenme informado Atlas.
Delia observó al ejecutivo Rocket de cabellos azules, él estaba a unos cuantos metros de ellos hablando por teléfono parecía serio y pudo apostar que estaba hablando con Giovanni. Su hijo, Ash, estaba a su lado mirando por la ventanilla del jet que los llevaba hacia la región de Hoenn, su cara tenía una mezcla de cansancio y tristeza que la hizo sentir su corazón achicarse en su pecho. Para Ash que su padre no se hubiera despedido de ellos fue decepcionante. Durante años el pequeño vivió siempre ansiando ver y estar con su padre como los demás chicos. Añoraba poder disfrutar de los desayunos con sus dos padres, pasar tardes jugando o paseando en familia. Aprender sobre los pokemon a su lado, sin embargo, aquello nunca pudo ser así, Giovanni iba y venía, y muchas veces pasaban largas temporadas sin verse. Ash era un niño inteligente y sensible, siempre trató de comprender el tipo de vida que llevaban y apreciaba los momentos que los tres pasaban en familia. Pero los años pasaron rápidamente y su hijo estaba creciendo, necesitaba a su padre a su lado ahora más que nunca.
La mujer de ojos color chocolate como sus cabellos acarició con suavidad la mejilla de su hijo con las puntas de sus dedos. El chiquillo giró un poco la cara para ver a su madre y una breve sonrisa se enmarcó en su rostro infantil.
—¿Estas cansado, querido? —Su madre le preguntó acomodando sus cabellos oscuros.
—Solo un poco, espero que lleguemos pronto.
—Yo también, cuando estemos en la casa nueva te prepararé una taza de chocolate caliente y haré tu pastel favorito, ¿Qué dices? —Comentó intentando animar al chico.
—Está bien, mami—Respondió sin mucha emoción y regreso su atención a la vista del mar azul bajo ellos.
Leo Cipriani arrojó sobre su escritorio de fina madera un par de dados blancos con puntos rojos. Un suertudo numero diez pensó mientras observaba las caras con cinco puntos que miraban hacia el techo. Se levantó de su silla ejecutiva, su saco de un color gris oscuro permanecía sobre el respaldo de esta. Llevaba una camisa negra con los puños subidos hasta los codos y sin abotonar en la parte superior.
Mientras miraba por la ventana de su oficina en su nuevo edificio en la ciudad, sonrió como quien sabe que esta a punto de ganar en un juego de póker donde todos los demás piensan que esta liquidado. Los dedos de su mano derecha se movieron juguetonamente acariciando el anillo de oro que llevaba en el dedo medio. Una letra roja y brillante posaba en la parte frontal del anillo. Y Leo levantó el brazo para descansar la palma de su mano sobre el cristal del ventanal, observó con atención su anillo siempre lo llevaba metido en el bolsillo interno de su saco, pero ahora lo podía usar con orgullo.
—Estoy esperando por ti, muchacho —Habló con su gruesa voz que inundó el espacio en su amplia oficina de aspecto moderno.
Alguien llamando a la puerta lo hizo girar para mirar a uno de sus hombres aparecer luego de gritarle que podía pasar.
—Tenemos noticias de Viridian, señor.
Cipriani regresó a su lugar detrás de su escritorio y espero a escuchar las noticias de su agente. El joven de cabellos negros y ojos de un color rojo oscuro llevaba un folder con notas. Este era el hombre de mayor confianza en las filas de Cipriani. Un astuto y competitivo asistente que había estado a su lado desde sus inicios en Johto cuando estaba aun trabajando bajo el mando de Mateo Cipriani. Dahn entendió muy bien sus metas y ambiciones y juró su lealtad a él. Desde entonces se convirtió en su asistente y mano derecha.
—Nos informan que Delion fue vencido por el ejecutivo del Team Rocket, Proton. Luego fue atrapado por los oficiales de policía de la ciudad.
La cara de Cipriani por un momento pareció denotar molestia, pero se mantuvo callado esperando escuchar más sobre el informe de su agente. Tomó los dados que estaban sobre el escritorio y comenzó a jugar con ellos en su mano derecha, batiéndolos entre sus dedos.
—¿Sabes si nuestro amiguito ya salió de su pequeño agujero playero? —Preguntó mientras se echaba hacia atrás en la silla.
—Nos informan que al parecer ya está en camino. Regresando a la situación en ciudad Viridian, nuestro centro de comunicaciones también ha sido atacado, y nuestras fuerzas en la ciudad ahora mismo son mínimas.
—Sabíamos que esto pasaría, ¿Has enviado más tropas para entretenerlos como te dije?
—Sí, como usted lo ordenó. Esta tarde estarán llegando. Si todo sale según lo que usted planeó capturaremos a los ejecutivos Atenea y Proton del Team Rocket.
—Muy bien, ¿Cómo esta nuestro invitado especial?
—Sigue resguardado en la celda del sótano, tengo dos guardias las 24 horas con él. No podrá escapar.
—No olvides asegurar a nuestro pequeño salvavidas. Necesito tenerlo cuanto antes aquí. Ya puedes poner en movimiento a nuestros hombres en Azulona.
—De acuerdo, señor, ahora me retiro —El joven asistente de confianza de Cipriani asintió y luego salió de la oficina.
Durante años había planificado cada uno de los movimientos que ahora estaba llevando a cabo. Siguió de cerca los pasos de Giovanni y del Team Rocket desde que el líder de gimnasio quedo a cargo y ahora era su momento para vanagloriarse de todo su arduo trabajo hasta este punto. Tantos años esperando en las sombras, lamentándose del pasado, y odiando con fuerza a quienes le traicionaron. Ahora podía estar arriba en el trono de Kanto. Cada una de las fichas del domino que Cipriani acomodó de manera minuciosa e inteligente comenzarían a caer una sobre otra hasta llegar al final donde su objetivo era aplastar a Giovanni.
En ciudad Viridian Atenea y Proton se reunieron a las afueras de la ciudad en una de las viejas guaridas del Team Rocket. Luego de sus acciones los días anteriores ahora estaban en una mejor situación en la ciudad y podrían darle a su jefe noticias positivas. La mayoría de sus hombres estaban con ellos en aquellas instalaciones que pocas veces se usaban, pues la mayor parte del tiempo fungían como bodegas de su mercancía ilegal.
Era un edificio de techos altos hechos de gruesas laminas de metal. Tenía altas paredes de ladrillo y solo unas cuantas ventanas viejas y polvorientas. Detrás del edificio se alzaban unos enormes árboles y se mantenía lejos del camino principal por lo que era un buen escondite.
—Brindemos por nuestra victoria —Dijo Proton levantando una botella de champagne sus mejillas estaban un poco coloradas, después de tanto beber.
—¡Por nuestra victoria! —Lo acompañó la pelirroja levantando su copa.
Estaba sentada en una silla vieja de acero cerca de donde se encontraba su compañero. Todos los soldados de sus equipos estaban celebrando con ellos en aquel viejo almacén. Algunos estaban bebiendo y otros comían mientras charlaban entre ellos. Los ejecutivos estaban convencidos de que la ciudad ahora estaba asegurada y que solo tenían que permanecer ahí a la espera de ordenes de Giovanni. Ya le habían reportado a él y a Atlas la noche anterior de sus movimientos durante esos días y lo que lograron con ellas. Ahora el líder podría ir hacia ciudad Plateada en búsqueda de Phillips mientras ellos atraían la atención de Cipriani en Viridian, y su familia también estaría segura.
La policía en ciudad Viridian estaba alerta y continuaba en la búsqueda de los soldados Rocket que la noche anterior habían causado un pandemonio junto con los Black Knights, la mayoría de estos fueron atrapados y estaban ahora tras las rejas. Los agentes patrullaban la ciudad, las calles estaban solitarias, sus ciudadanos habían preferido quedarse en sus casas, resguardados.
Luego de cruzar el bosque verde, Giovanni ahora se encontraba a las afueras de la ciudad. En un pequeño lugar de paso donde los viajeros podían descansar luego de cruzar el bosque. Había unas bancas bajo un toldo de madera y unos bebederos. El jefe Rocket esperaba moverse hacia el edificio de Cipriani luego de que sus soldados atacaran un centro de comunicación de los Black Knights que algunos hombres del Team Rocket habían estado vigilando. Sería una excelente distracción y entonces él podría enfocarse en la búsqueda y rescate de Eric Phillips. Lo cual sabia no sería sencillo.
—Señor, el equipo B esta listo —Anunció su agente colocando su radio en su cinturón.
—Pueden ponerse en marcha —Le dijo mientras terminaba de abotonar su camisa.
Su agente le había entregado un chaleco antibalas y también un arma. Giovanni era un líder de gimnasio, el tipo de persona que vive por los pokemon y supone una vida de honor y respeto. Pero también era un hombre temido y con enemigos. Este enemigo en particular, el líder de gimnasio sabía que era peligroso y que debía estar preparado para cualquier cosa. Se colocó el saco y siguió a su agente que lo esperaba
—El equipo A esta vigilando el edificio de Cipriani y nos esperan para apoyar en la misión.
Giovanni asintió y luego miró hacia el cielo que ahora comenzaba a tornarse oscurecido.
Cuando la noche comenzaba a caer las fichas de domino de Cipriani comenzaron a moverse, cayendo una sobre otra. En una serie de eventos desafortunados para Giovanni y su organización criminal sin que él lo supiera.
En Viridian los pasos de los Black Knights rodeando la viaja bodega donde las fuerzas del Team Rocket celebraban su reciente victoria no fueron escuchados. Entre la algarabía de los hombres de Proton y Atenea un estruendo cortó el ambiente y todos los soldados sorprendidos giraron sus caras para mirar el techo del almacén comenzando a caer sobre ellos. El ejecutivo Rocket, Proton, dejó caer su vaso con alcohol y su cabeza comenzó a buscar una respuesta, aquello fue un ataque con explosivos.
—¡Afuera!, ¡Dense prisa! —Gritó Atenea señalando las salidas.
Un segundo estruendo provocado por otro explosivo sacudió la pared lateral del edificio. Luego varias bombas de humo inundaron el lugar provocando que los soldados Rocket se sintieran aturdidos entre la negrura del humo y la agitación de no entender que sucedía. Cuando Proton salió tosiendo todavía y cubriendo su rostro con su antebrazo se vio rodeado por un centenar de los hombres de Cipriani. Atenea que salió un poco antes giró la cara para mirarlo preocupada. Los Black Knights iban armados y los apuntaban con fiereza.
—Al suelo rápido —Gritó uno de los Black Knights.
Rápidamente los soldados Rocket fueron amagados. Proton y Atenea estaban listos para pelear, aunque sabían que estaban en desventaja, cuando el ejecutivo Rocket estaba por tomar la pokeball de su Golbat una bala atravesó su pierna. Cayó sobre el frio suelo gruñendo adolorido.
—¡Proton! —Exclamó con preocupación Atenea yendo a su lado.
El golpe seco de la empuñadura de un arma retumbó en los oídos de Proton y gritó el nombre de su compañera cuando cayó sobre él al recibir un duro golpe en la cabeza. Luego él mismo fue golpeado desde atrás.
—Llévenselos —Ordenó un hombre alto y fornido de cabellos morados. Era el comandante Parton de los Black Knights.
Los soldados Rocket y los ejecutivos fueron subidos a diferentes camiones. Los amarraron de manos y pies y cubrieron sus ojos. Sin saber a dónde se dirigían.
Parton tomó una fotografía de los ejecutivos Rocket inconscientes y atados que llegó al teléfono de Leo Cipriani. Cuando miró la imagen sonrió con malicia y lanzó de nuevo los dados sobre su escritorio en esta ocasión los dados cayeron ambos en seis.
—El primer paso esta dado —Dijo para sí mismo con emoción.
En ciudad Azulona Petrel estaba con Fuji en el laboratorio debajo del casino del Team Rocket. La ciudad era conocida por será una gran metrópoli con enormes rascacielos, sus habitantes se sentían orgullosos de ello. El casino recientemente inaugurado era una de sus más queridas construcciones. Sin embargo, ignoraban el hecho de que la organización de Giovanni escondiera una de sus guaridas debajo del edificio.
Las sirenas de las patrullas, camiones de bomberos y ambulancias inundaron el ambiente de la enorme ciudad. El centro comercial de ciudad Azulona había estallado en un ataque premeditado. Ahora estaba incendiándose y muchas personas se encontraban atrapadas. Era una situación alarmante y todas las fuerzas de rescate se movieron hacia allá. Toda la ciudad estaba atenta a lo que sucedía en el centro comercial. Así que cuando los helicópteros de los Black Knights rodearon el casino pocos se dieron cuenta. Los soldados de Cipriani dispararon con sus lanza misiles sin descanso por unos minutos. El edificio comenzó a ceder ante el peso del techo que se resquebrajó por el ataque. Las luces se fueron apagando y todo pareció vibrar.
Petrel se tambaleó cuando la segunda tanda de misiles golpeó el edificio. El doctor Fuji se agarró de una mesa del laboratorio y miró al ejecutivo.
—Tenemos que salir de aquí —Gritó Petrel mientras observaba las imágenes de las cámaras de seguridad, un momento después las imágenes se perdieron. Las pantallas solo mostraban estática.
—Necesito la información —Fuji se apuró a meter en un maletín algunos documentos, su laptop y otras cosas.
—Rápido llévese todo —Petrel le ayudó a meter algunas carpetas con más documentos.
Salieron corriendo por un largo pasillo, el techo sobre ellos crujió y pareció tambalearse. Al llegar al ascensor Fuji golpeó con fuerza el botón sin embargo no funcionaba.
—Vamos por acá —Le indicó Petrel señalándole otro pasillo por el cual Fuji nunca había transitado en todos esos meses que paso metido allá abajo.
Mientras corrían tan rápido como sus piernas se los permitía. Una explosión que venía desde las instalaciones del laboratorio los hizo lanzarse al suelo. Una ráfaga de fuego paso sobre sus cabezas. El doctor apretó con fuerza sus brazos sobre su cabeza. Petrel se puso de pie y levantó a Fuji jalándolo del brazo.
—Dese prisa doc o terminara frito.
—No hay salida —Dijo al mirar el final del pasillo— ¿A dónde demonios vamos?
—Por aquí —le dijo señalando una rejilla en el suelo.
Petrel pateó la rejilla hasta que cedió y empujó al doctor Fuji dentro de ella. Afuera los hombres de Cipriani seguían bombardeando el casino. Ahora un grupo de la fuerza policial de la ciudad se dirigía al lugar.
El doctor Fuji cayó de rodillas en un suelo húmedo. Se levantó con prisa tomando los maletines con su investigación. El lugar estaba oscuro y apestaba a moho y a agua estancada.
—¿Estamos aun más abajo? —Preguntó acomodándose las gafas.
—Es un pequeño túnel de seguridad —Le dijo buscando una lampará pequeña que siempre llevaba en su cinturón— Nos llevará unas calles lejos de aquí, estaremos seguros.
La tenue luz les ayudó a seguir su camino. Luego de cerca de diez minutos caminando que al doctor le pareció una hora, Petrel corrió iluminando una escalera oxidada que parecía haber sido en algún momento roja.
—Por aquí doctor.
Ambos salieron en una alcantarilla vieja y olvidada en medio de un callejón maloliente entre dos edificios de apartamentos. El ejecutivo salió primero y luego de cerciorarse de que no había nadie ayudo a Fuji a salir también.
—¿Y ahora qué? —Preguntó el doctor Fuji levantando la cara para mirar a lo lejos como una nube de humo inundaba el cielo. Pensó que seguramente era por el casino cayéndose a pedazos.
Petrel sacó su teléfono y se dio cuenta que no tenía señal por lo que no podía simplemente llamar a Atlas o a Giovanni.
—Pues primero hay que salir de aquí —Le señalo el final del callejón donde estaba la calle.
Petrel golpeó el vidrio de un auto aparcado en la acera con su mano envuelta en la bata de laboratorio del doctor. La alarma comenzó a sonar con fuerza. Ambos se subieron y salieron del lugar con prisa. Entre el desastre en el centro comercial y en el casino nadie tomo atención al auto negro que rebasaba con fiereza a una velocidad por encima de lo permitido. Pronto habían salido de la ciudad dejando detrás a la ciudad siendo iluminada por el fuego en ambos edificios y una nueve gruesa de humo. El ruido de las sirenas de patrullas y camiones de bomberos.
El doctor Fuji mantenía sujeto contra su pecho con fuerza los maletines que llevaban la información de su valiosa investigación. Tenía aun los bellos en sus brazos de punta. Se sentía ansioso y Petrel supuso que no estaba acostumbrado al peligro.
—Doc ¿Le gusta la playa?
Preguntó Petrel girando un poco la cara para mirar a Fuji que parecía confundido con su pregunta.
—Blaine —Dijo un instante despues.
En ciudad Lilycove Ash se maravilló con un show de movimientos pokemon que se presentaba en la plaza central. Su madre estaba a su lado. El lugar era iluminado por los faroles de la plaza. El cielo estaba despejado y oscuro por lo que las estrellas eran visibles y daba a aquel momento un toque mágico que hizo sentir a Ash emocionado y feliz. Los entrenadores y sus pokemon estaban dando lo mejor de sí para entretener a sus espectadores. Un Raichu con sombrero de copa y corbata de moño se acerco a Ash y le entregó un volante sobre el siguiente concurso de pokemon que sería en una semana.
—Vengan todos a apoyarnos —Anunció una joven entrenadora con su Butterfree aleteando con elegancia a su lado.
Cuando el show termino Delia tomó la mano de Ash para comenzar a caminar fuera de la plaza. Miró a Atlas que venía desde el otro lado de la calle.
—Si están listos, podemos ir ya al hotel.
—Si, esta bien —Dijo Delia mientras observaba el auto negro aparcado en la acera de enfrente.
Mientras el auto avanzaba por las calles de ciudad Lilycove, Delia miró a su hijo que estaba pegado a la ventanilla mirando el mar que brillaba con la luz de la luna.
—¿Te gusto el show pokemon? —Le preguntó con dulzura.
—Si, esos pokemon eran asombrosos y creo que sus entrenadores son geniales.
—A mí también me gustó mucho, hijo.
Cuando llegaron al hotel, Ash miró el enorme edificio y abrió los ojos con sorpresa. Tenia una marquesina enorme y brillante con su nombre al frente. Una escalinata daba hasta la puerta principal que era custodiada por dos guardias uniformados. En el lobby el pequeño centró su atención en unos cuadros de pokemon oriundos de la región que él no conocía.
—Vamos, querido —Le dijo su madre sacándolo de su ensoñación. Lo tomó de la mano y caminaron hacía el ascensor acompañados de Atlas.
Un hombre de traje oscuro los miró desde lejos de manera sospechosa. Luego salió del hotel perdiéndose entre las personas que caminaban en la calle.
En ciudad Plateada el centro de comunicaciones de Cipriani tuvo el mismo destino que el casino de Giovanni en ciudad Azulona. De igual manera atrajó la atención de los cuerpos policiales de la ciudad y también de Leo Cipriani.
Giovanni miró el auto negro en el que supuso que viaja el titiritero de los Black Knights. Seguramente iría a ver que pasaba con su lugar de comunicación, pensando que lo encontraría por ahí. Cuando el auto se alejó lo suficiente, el líder de gimnasio salió de su escondite que estaba en un estacionamiento en la calle posterior al edificio de oficinas de Leo.
—Inicien con el plan —Anunció por radio al equipo A que lo acompañaba esa noche.
Entonces todo el edificio quedo en penumbra. Los guardias que estaban en la puerta principal fueron sedados con dardos que los soldados Rocket lanzaron desde lejos. Giovanni entonces se presentó frente a la hora oscura construcción. Cuando abrió la puerta su Persian pasó delante de él. Un grupo de soldados de los Black Knight aparecieron corriendo por un pasillo.
—Chirrido —Le ordenó a Persian.
El ensordecedor ataque del pokemon dejo a los hombres tirados en el suelo sujetándose con fuerza las orejas. Giovanni se dirigió hacía el lugar de donde antes aparecieron los soldados de Cipriani. Encontró entonces unas escaleras que daban a una oscura habitación que supo de inmediato se trataba del sótano, como los reportes de sus hombres habían informado. Escuchó la voz de uno de sus agentes desde el radio que llevaba en su cinturón.
—Tenemos asegurado el edificio señor, no había muchos hombres cuidándolo.
Giovanni bajó por las escaleras de concreto, el lugar estaba oscuro cuando llegó al final sacó del bolsillo trasero de su pantalón su teléfono e iluminó con la pantalla su camino. Se topó entonces con una celda al final del lugar. Había un hombre tirado en medio de la celda.
—Eric —Gritó corriendo hacia la celda, sus manos apretaron las barras de metal.
Su amigo levantó con pesadez la cara para mirarlo con pena.
—No debiste venir, Giovanni…
El líder de gimnasio fue golpeado con fuerza por detrás con una barra de metal. Lo que siguió fue la risa burlona del asistente de Cipriani.
—Maldito —Le gritó con furia Eric.
En la ciudad de Lilycove, Delia y Ash dormían en su habitación en el hotel de la ciudad. De pronto un golpeteó en la ventana hizo salir de su sueño al pequeño. Se levantó de la cama tallándose la cara. El ruido volvió a sonar y Ash se acercó a la ventana apartando la cortina. Un Gengar sonriendo lo miraba con sus ojos brillantes. Luego atravesó la ventaba y le hizo una cara chistosa al niño que se aguantó la risa para no despertar a su madre. El pokemon fantasma voló por la habitación haciendo payasadas.
Salió de la habitación atravesando la puerta y Ash parpadeó un momento pensando que se había ido. Gengar o la mitad de su cuerpo atravesó la puerta sonriendo e hizo un gesto con su mano para que lo siguiera. Por un momento el hijo del líder de gimnasio dudo. Pero entonces sonrió y fue por sus pantuflas, camino sin hacer ruido hacia la puerta. Cuando estuvo en el pasillo miró al pokemon jugueteando al final del pasillo donde había una ventana que dejaba ver una calle debajo de ella.
—¿Quieres que vaya contigo? —Le preguntó Ash cuando Gengar le señaló la ventana.
