Revuelo y felicidad.

Los días que siguieron a la caída de Voldemort fueron un auténtico caos. El mago oscuro había logrado infiltrarse en todos los estratos del ministerio y otras instituciones. Así que había resultado ser todo una auténtica sorpresa para mucho y, para otros, la confirmación de aquello que sospechaban pero no podían decir en voz alta.

Tal como habían previsto la organización del finado mago oscuro había tratado de tomar el ministerio y el castillo al mismo tiempo. Las razones por las que fue al castillo primero en lugar de al ministerio eran un misterio para todos, aunque Helga sospechaba que quería hacerse con el control de las barreras del castillo al ser este la fortaleza que el resto de lugares mágicos creados por magos envidiaba ser. Kingsley le había contado lo sucedido. Cómo de repente una parte importante del ministerio había tratado de tomar el control y eliminar a los que consideraban peligrosos. Por fortuna Scrimgeur había hecho limpieza en el departamento de aurores y eso había evitado muchas problemáticas, cosa que no podía decirse de otros jefes de secciones.

— La hora de la muerte de todos los portadores de la marca oscura coincide con la hora en la que Potter y tu derrotasteis a ese mago oscuro — dijo el jefe de aurores. — Me consta que pediste ayuda cuando supiste la situación de Hogwarts, pero no pudimos acudir dadas las circunstancias.

— El joven Potter y sus amigos estaban juntos cuando recibió el mensaje de esos elfos domésticos. Y yo… bueno, diría que estaba por casualidad en casa de mi primo pero debo admitir que tengo desde hace unos meses una relación con Harry Potter.

— Nada que no sea consensuado, espero — comentó el ministro. — Aunque hubiese preferido que se comunicará antes dicha relación; pero mejor así. Esa relación hubiera sido un escándalo y una poderosa arma.

— Creo que deberíamos centrarnos en organizar el caos antes que se nos vaya de las manos — intervinó Kingsley. — El que todos los que portaban la marca oscura muriesen nos deja prácticamente sin hilos de los que tirar. Tenían simpatizantes y colaboradores que no portaban la marca.

— Podríamos comenzar por sus familiares y amigos conocidos — propuso Tonks. — Mejor eso que estar prestando atención a las acusaciones que se hacen entre sí los que quedan. Parecen hienas peleando por un trozo de carne. — En el poco tiempo que había transcurrido de la caida de Voldemort y su vuelta al ministerio había visto como la gente luchaba por los puestos de poder acusandose mutuamente de terrorismo.

— ¿Que hay de los dos chicos que estaban en Hogwarts?; Malfoy y Nott. Ambos son hijos de conocidos mortífagos — apuntó Scrimgeur.

Helga permaneció en silencio pensativa. Muchas voces se habían alzado contra ellos por el simple hecho de quienes eran sus padres, sin tener en cuenta nada más. De hecho, le constaba que habían votado para no concederles el mismo premio que querían dar al resto por librarlos del considerado peor mago oscuro de todos los tiempos. Ella no veía eso justo.

— Me consta que Draco Malfoy pidió ayuda y refugio a Sirius Black cuando su padre quiso forzarlo a tomar la marca. En cuanto a Theodore Nott lo investigué por mi cuenta cuando vi que se juntaba con Harry. Al parecer se fugó de casa dando la espalda a su padre por motivos similares. — Aclaró. No podía decir que lo sabía firmemente pero si podía abrir un poco las perspectivas al respecto. — Además que ambos combatieron a los mortifagos en Hogwarts. Puedo comprender el estigma que acompañará ahora a su apellido pero nadie debe cargar con los delitos de sus padres o de cualquiera de sus familiares — agregó con calma. No debía exaltarse por esas cosas, sobre todo si quería lograr que las cosas se hicieran correctamente.

— He recopilado información por parte de los testigos oculares. Que la gente quiera sus cabezas no significa que vaya a dárselas. Por otra parte se ha tenido que hacer ciertas concesiones, aunque no me esperaba la reacción de los otros jovenes. Todos han rechazado la orden de merlin — comentó Scrimgeur. — Ese caso está cerrado. Tenemos muchos en los que centrarnos en los próximos meses, como para estar complaciendo vendettas personales. Ambos hacéis buen equipo, quiero que os encargueís de las investigaciones.

Helga asintió. Eso iba a ser una tarea ardua y larga, pero estaba dispuesta a hacerla lo mejor posible. Con el mismo empeño por hacerlo bien que le ponía a todo. Contar con Kingsley como compañero era un plus. Tal vez porque era su habitual binomio, pero siempre se entendían en las tareas que les mandaban. Eso hacía que tuviesen un alto índice de resolución de casos; aunque claro, no era cómo si hubiese demasiados crímenes, por fortuna.

Salieron del despacho y fueron a su habitual cafetería a conversar. Necesitaban planificar sus pasos con más cuidado que nunca pues los ánimos estaban demasiado caldeados, no era cuestión de hacerlos saltar por los aires como si fueran volcanes individuales. Mientras conversaban sobre cómo enfocar las investigaciones, lo mejor y más complicado sería enfocar cada caso de forma individual. Era lo que iban a hacer y lo que esperaban trajera mejores resultados. Desde luego tendrían que contar con alguien de poder en el ministerio para que emitiese las órdenes de registro y arresto que necesitasen.


Era ya octubre cuando se inició el nuevo curso. El castillo había quedado bastante dañado durante la lucha, por breve que esta hubiese sido. Así que los profesores que quedaban habían buscado que fuese seguro iniciar las clases antes que nada. Eso, y el hecho que tenían que contratar nuevos profesores para suplir las bajas y muchos tenían miedo de enseñar en Hogwarts tras lo sucedido. Rowena podía esperar eso, la sensación de peligro era demasiado proxima a nivel psicologico todavía.

El banquete de inicio de año se había hecho en un maltrecho comedor. A Rowena le constaba que el ministerio había querido que fuese lo primero en repararse, pero no; al final había prevalecido la sensatez y se había restaurado en primer lugar las habitaciones y lugares en común de los estudiantes. Los lugares donde refugiarse eran lo más importante seguidos de las zonas comunes. Las aulas podían seguir siendo los barracones construidos el tiempo que hiciese falta. Había mucho que hacer y muchas de esas cosas tenían que hacerlas los cuatro sin que se enterase el resto de la comunidad mágica. Habían sido años de ocultar la verdad con maestría ahora tendrían que seguir haciéndolo. Una verdad que nunca podría salir a la luz. Pero al mismo tiempo necesitaban restaurar las barreras del castillo y reforzarlas. Mil años eran mucho desgaste y las barreras habían sufrido mucho durante el ataque. La noche era un momento adecuado. No había vigilancia ni actividad como durante el día. Así que noche tras noche, fueron levantando de nuevo las barreras básicas y liberando al castillo de todo vestigio de magia contaminante que pudiese tener. Prácticamente iba a quedar casi como el primer día. Lo malo era que no podía arreglarlo todo de golpe. Así que les llevó meses reconstruir esas protecciones; prácticamente el mismo tiempo que estaba llevando reparar el castillo. Una visión le vino a la mente, visión que le hizo sonreir. Dos de sus amigos por fin serían verdaderamente felices aunque fuese en esta especie de segunda oportunidad.


Godric se estiró en uno de los sillones de la sala común completamente relajado frente al fuego. La recta final del curso se aproximaba pero no estaba preocupado por aquello en absoluto. Sin nada más que pensar en pasar el tiempo con su novia y en las tareas escolares, Godric consideraba que era un verdadero lujo poder estar allí. Era parecido a los dos primeros cursos en Hogwarts cuando sólo era Neville; solo que ahora era mucho más placentero.

— Te veo muy relajado — escuchó la voz de Salazar que se sentó junto a él.

— ¿Se me puede reprochar?. Creo que, quitando nuestras actividades nocturnas, es le primer año realmente tranquilo que tenemos.

— Eso es cierto; aunque siendo como es Hermione me extraña que estés tan relajado.

— Bueno, se ha relajado con el tiempo y por tranquilo que esté sigo manteniendo un buen expediente académico. Hicimos bien en dar carpetazo a Voldemort el verano pasado.

— Ojalá lo hubiésemos hecho antes. Menos víctimas inocentes habría habido.

— No podemos retroceder en el tiempo.

— Se puede, pero es mejor no meterse con el tiempo. Es mejor dejar las cosas como están — opinó Salazar. — Además, sólo se podría cambiar las cosas que estuviesen destinadas a ser cambiadas.

Godric observó cómo Salazar se estiraba en la butaca colindante y sacaba de su mochila uno de los libros sobre transfiguraciónes. Se incorporó para hacer lo propio. No era que necesitase hacer las tareas que ya había terminado en realidad, pero no estaría de más que el resto los viesen estudiar. Mientras fingía hacerlo, pensaba en lo que podía hacer con Hermione en la próxima visita a Hogsmeade. Tal vez lograse convencerla de aprovechar el tiempo para una escapada a Londres.


Salazar había aprovechado uno de los permisos de Sirius para abandonar el castillo para poder pasar tiempo con Helga. Era fin de semana, por lo que podía disfrutar enormemente de su tiempo y del poco que ella comenzaba a tener después de muchas y muchas jornadas de trabajo. Por lo que le había contado, las cosas en el ministerio comenzaban a normalizarse. Así que habían decidido tener una cita normal y corriente completamente alejada de la magia. Un paseo por el parque y tomar un par de helados mientras conversaban. De hecho, esperaban que les sirvieran cuando Salazar reunió el valor para hacer la propuesta que llevaba meses queriendo hacer.

— Helga, ¿te casarías conmigo? — dijo sin muchas ceremonias. No iba a ponerse en plan película romántica para eso. Ambos estaban por encima de esas cosas. Simplemente le parecía que era el siguiente paso en su relación.

— Por supuesto. Pero antes… tendrás que graduarte. Nunca me casaría con un mago que no haya terminado la escuela.

— Cuenta con ello.