Disclaimer: The Owl House no es mío.
Please, please don't leave me, please
It's not true, take me to the rooftop told you not to worry
What do you want from me? Don't ask questions.
—Goodbye, Billie Eilish.
El momento en que me enteré de la muerte de mi mejor amiga fue mientras cenaba en un restaurante barato después del trabajo. Si soy sincera, no recuerdo exactamente qué decía la presentadora. Solo puedo decirte que un momento yo estaba comiendo un emparedado que apenas y era comestible y al siguiente mis ojos estaban fijos en el televisor pegado a la pared frente a mi.
«En las primeras horas del 15 de octubre, los residentes de un barrio prominente encontraron el cuerpo de una joven de 26 años quien cayo hacia su muerte desde su apartamento en el octavo piso de su edificio residencial.»
La persona que murió ese día, Amity Blight, era mi amiga.
Mentiría si dijera que la noticia se procesó rápidamente en mi mente en ese momento, para ser exactos, yo simplemente estaba en un estado mental en el que no podía creer que fuera ella y al mismo tiempo, no me sentiría sorprendida si realmente fuera ella. Recuerdo bien que el sonido de los autos fuera del restaurante en el que me encontraba apenas y hacían eco en mis oídos, todo se sentía irreal, yo me sentía irreal y la —en ese momento— posible muerte de Amity aún se sentía irreal.
—N-nosotras nos vimos apenas la semana pasada. —pensé—. Ella estaba bien.
Apenas y podía caminar de regreso, era como si el camino que había recorrido tantas veces hasta ahora se sintiera más largo de lo normal. Era como si fuera irreal todo a mi alrededor.
Mientras seguía mi camino como si de un zombie se tratara, mi mente trataba de recordar si había algo fuera de lugar en Amity desde nuestra última reunión. No había golpes, no había moretones y mucho menos había cortes. Ella estaba bien. Entonces, ¿por qué?
Aun en ese momento, yo no quería creer que era ella quien se había suicidado.
Pero no importaba cuantas veces yo la llamara, ella nunca me contestó. Conforme pasaban los minutos sentía como todo se posaba sobre mis hombros como si de una carga inmensurable se tratase. Se sentía pesado, e incluso aunque fumaba un cigarrillo detrás del otro este sentimiento no se calmaba.
Me hacía pensar en los días de instituto, cuando creía verme ruda fumando a escondidas de la escuela, evitando a los profesores y sintiéndose excluida debido a mis problemas para socializar. Pero incluso en ese entonces, con el amargo sabor del cigarrillo cubriendo mi boca y el humo escapando lentamente de mis labios, recuerdo perfectamente la mirada perdida de Amity en aquel momento.
Con golpes en sus mejillas, lágrimas gruesas empapando su cara y un cabello desordenado teñido de un verde que casi había desaparecido.
La recuerdo tan lucidamente, con tanta claridad, que incluso parece que ella esta frente mio ahora.
[...]
—Hey, Noceda. ¿Por qué faltaste a tu cita de ayer? —la voz irritante de mi compañero de trabajo es molesta—. ¿Acaso sabes lo que hiciste? Cosas como esa nos puede hacer perder credibilidad.
Mis dedos aún siguen escribiendo en el teclado con mi mirada fija en la pantalla, me trago la larga lista de insultos que quieren escapar de mi garganta.
—Mi error. —espeto—. No podía trabajar porque mi amiga murió. Joder.
No puedo evitarlo al final. Duele más decirlo en voz alta, porque significa que he aceptado que ella se ha ido.
Pero estos malditos bastardos realmente saben molestarme.
—Hey, Noceda. —dice alguien más de la oficina—. Esa no es excusa para faltar al trabajo, ¿sabes?
Mis dedos se detienen abruptamente y casi de inmediato mi mano golpea en puño la mesa del escritorio, hay un silencio incomodo por unos segundos antes de que se escuche el chirrido de mi silla siendo arrastrada.
—Tomaré mi descanso para fumar.
Me alejo rápidamente, mis pies suenan a cada paso y esos bastardos parecen avergonzados.
—Ese hijo de perra.
Exclamó con molestia cuando estaba dentro de la sala para fumadores. El humo gris escapa de mis labios con rapidez y cada calada al cigarrillo lo consume cada vez más. Mis pensamientos vagan una y otra vez pensando en Amity.
¿Su familia hará un velatorio? Hacía años que ella había dejado de hablar con sus padres luego del divorcio de estos, e incluso si hubiera uno, ni ella ni yo teníamos demasiados amigos.
Y de todos modos, esa mujer no organizará algo grande.
Enciendo un segundo cigarrillo antes de darme cuenta. Me reprendo ante lo inútil que soy para mí amiga, no puedo hacer nada por ella, otra vez.
—Hey, Amity. Estoy siendo una inútil de nuevo. —mi voz está ronca, mi garganta se siente seca—. Si hubiera una manera...
Y entonces me doy cuenta de algo.
La colilla del cigarrillo cae entre mis pies, ni siquiera me molesto en apagarlo.
—¡Sus restos!
Amity, incluso si yo te he fallado como amiga. Incluso si te has ido sin decirme nada. Incluso una inutil como yo puede tomar un cuchillo e ir a tu casa.
—Hey, Amity. ¿Quieres jugar con fuegos artificiales? Eda me dio un paquete como regalo. —un paquete se muestra en mi mano, Amity se emociona un poco y sus ojos brillan—. Sería feo que los prenda sola, ¿no?
—¿En serio? —Ella ríe un poco, su voz suena más emocionada de lo normal. Yo ignoro a propósito el parche que oculta el golpe en su cara—. ¡Sí quiero!
—Entonces nos vemos en el parque del búho a las seis y media, ¿si?
—Si, eso suena genial.
Aquel día, hace tantos veranos ya, esperé a Amity hasta que el sol comenzó a ocultarse. Con una bolsa llena de fuegos artificiales baratos y dos latas de soda ya caliente, supe que era imposible que Amity llegará.
—Es tarde, debería ir a su casa.
No sabía mucho de la situación familiar de Amity en ese entonces.
Sabía lo que muchos sabían: padres divorciados, dos hermanos mayores que se quedaron con su madre, antes era rica, vivía con su padre.
Ese tipo la golpeaba.
Pero también sabía donde quedaba el apartamento barato en los barrios bajos donde ella vivía. Y así fue como tomé mi bicicleta en su búsqueda.
—¡¿A donde vas, perra?! —escuche conforme me acercaba al destartalado apartamento—. ¡Quieres ir a jugar y todavía no me has hecho de comer, perra! ¡Di que lo sientes! ¡Di que lo sientes!
Mi bicicleta terminó en el suelo, la había soltado. En aquel entonces me quedé petrificada en ese lugar, mirando la puerta cerrada de donde escapaban los gritos de aquel tipo. Lágrimas se habían acumulado en mis ojos pero aun así me había quedado parada en la entrada sin saber realmente que hacer, sin saber realmente cómo ayudarla.
—¡A-A... AMITY!
Fue entonces que mi cuerpo se movió solo, mis manos golpearon insistentemente la puerta del departamento. Las lágrimas de desesperación escurría por mis mejillas y mi voz se tornaba ronca ante cada palabra que salía.
—¡Amity! ¡Amity! —repetía sin cesar— ¡Abre la maldita puerta! ¡Estoy llamando a la policía! ¡¿Me escuchas?! ¡Estoy llamando al 911, hijo de perra! ¡Abre la puta puerta!
Y golpeaba y golpeaba, y golpeaba una y otra vez.
—¡Sal de ahí, hijo de puta!
Mi garganta se sentía seca después de tanto gritar.
Y entonces escuche el sonido de la puerta abriéndose y me congele, retrocedí dos pasos con algo de miedo, pero mis puños siguieron manteniéndose en alto ante cualquier situación.
Pero la persona que salió finalmente fue Amity.
Golpeada, con la cara magullada y con manchas de sangre y lágrimas en su delicado rostro.
—Lo sien... lo siento... —sus palabras se traban al hablar—. N-no creo que pueda salir hoy.
Y yo me quede muda, con lágrimas formándose en mis ojos. Mirando de reojo aquel departamento lleno de bolsas de basura y botellas de alcohol regadas en cualquier lugar.
También lo vi a él.
Detrás de ella, con un vaso lleno de alcohol en una mano mientras la otra se acercaba cada vez más a Amity, y entonces la puerta se cerró.
Y yo me fui.
Con el llanto ahogado y mil arrepentimientos atorados.
—Amity. —susurro para mi misma apoyada en la pared de la cocina de mi departamento. Hay de nuevo un llanto ahogado. —Esta vez te voy a salvar, Amity. Solo espérame.
A pesar de que habían pasado tantos años, aquella dirección seguía siendo la misma. Un apartamento barato en el barrio que era reconocible fácilmente desde el exterior. Lo miraba con rencor sabiendo que ese tipo seguía viviendo ahí. Apretaba mis puños intentando no acobardarme, diciéndome a mi misma que no dudaría en sacrificarme por Amity a estas alturas.
Para cuando estuve frente a la puerta del apartamento podía escuchar las voces de personas discutiendo. Me detuve antes de siquiera tocar una vez.
—¡Yo perdí a mi hija, estúpida!
—¡¿Y crees que yo no?! ¡Ella era mi hija también!
—¡Mamá! ¡Papá!
Había demasiadas voces gritando unas a otras, yo me hacía la idea de quienes eran. Y eso me cabreo, ¿por qué se arrepentía ahora? Amity ya no estaba aquí, y ninguna pelea de culpas la traería nuevamente a la vida.
—¡Si tu no la hubieras convencido de irte contigo, ella estaría ahora viva a mi lado!
—¡¿A tu lado?! ¡Eras una maldita controladora que ponía demasiada presión sobre sus hombros! ¡No sabías la carga que habías puesto sobre ella! ¡Ella estaba bien conmigo!
Una risa escapó de mis labios, ni siquiera me había dado cuenta de en que momento había abierto la puerta y entrado al pequeño apartamento. Frente a mí, estaban los padres de Amity y sus hermanos mayores, Emira y Edric. Todos parecían haber llorado recientemente y en una mesa frente a ellos estaba la urna con las cenizas de Amity. Todos me miraron con confusión, parecían tratar de recordar mi rostro pero yo estaba tan enojada en ese momento que ni siquiera me daba cuenta de lo que hacía.
Estos bastardos hipócritas, ¿qué se creían?
Yo lo recuerdo todo.
Recuerdo a Amity con su cara golpeada y lágrimas en sus ojos, llorando en la azotea de la escuela, con su mirada fija en la nada y sus delicadas manos apretadas en puños.
—Dijo que estaba mal. —su voz se rompía más conforme hablaba—. Que era mi culpa por provocarlo y por eso él me manoseo.
Y yo era una niña estúpida que no sabía cómo lidiar con la situación, no sabía cómo ayudar a mi amiga y no hacía más que quedarme a su lado en silencio mientras evitaba mirarla.
—¿Qué debería hacer?
Y recordar eso me enoja, ver a su madre me enoja, ver a sus hermanos me enoja. Pero sobre todo, ver a su padre lamentarse de su muerte me enfurece.
Fingiendo estar dolido, como si nunca hubiera hecho nada más que cuidar de su hija y por eso merecía lamentar su pérdida.
Y sé que él no me reconoció porque me miró sin tener idea de quién era.
Y yo no pude soportar más esta situación.
Para cuando tuve noción de la realidad, ya había lanzado el primer puñetazo al padre de Amity. El golpe fue tal, que lo había arrojado al suelo. La madre de Amity llevó ambas manos a su boca con sorpresa y el hermano gemelo se apresuró a tratar de ayudar a su padre.
—¿¡Qué te pasa, perra?! —me gritó—. ¡¿Qué es lo que quieres?! ¡¿Cómo entraste aquí?!
Pero yo lo ignore totalmente, pase al lado de la hermana gemela, empujándola en el proceso y fulminando con la mirada su madre antes de tomar las cenizas de Amity entre mis brazos y abrazarla a mi pecho.
—¡¿Qué mierda estás haciendo?! —me gritó, levantándose con la intención de golpearme.
Pero yo reí ante su cara, con lágrimas escapando de mis ojos. —Ja, un hijo de puta como tu que violó a su hija durante el instituto no merece llorar por su muerte.
—... ¿Qué? —murmuraron los hermanos y la madre con sorpresa.
—Un maldito bastardo... ¡Que trató a su hija como una esclava! —no podía evitar gritar ante cada palabra que iba saliendo de mi boca—. ¡Un maldito que la convenció de venir con él cuando era una niña en la primaria para luego abusar de ella! ¡Un hijo de puta como tú! ¡No tiene derecho a estar de luto! ¡Todos ustedes me dan ganas de vomitar!
—¿De qué estás hablando?
La gemela parecía consternada y me veía con desesperación, tratando de confirmar mis palabras.
—Yo soy la amiga de Amity, Luz Noceda. —mire al padre de Amity levantándose con intención de golpearme—. Aunque no quieran, me llevaré a Amity conmigo.
—¿Qué acabas de decir? ¡Devuelvela!
El padre de Amity trató de detenerme ignorando a su hija que se acercaba a él.
—¡Devuelvela! ¡Devuel...!
Y entonces observe cómo fue golpeado por su hija mayor, derribadolo al suelo una vez más.
—¿E-E...Emira? —susurro con sorpresa.
—Te voy a matar.
Pero yo ignore todo el conflicto en este punto, observando la ventana fijamente como mi salida más cercana. A pesar de estar en el segundo piso, mis pies se movieron ante la oportunidad creada y salté. Con la urna abrazada contra mi pecho y dándome cuenta que esto era incluso más alto de lo que imagine a pesar de ser el segundo piso, sentí la gravedad haciendo su trabajo al hacerme caer y chocar contra el piso.
Pero durante una fracción de segundo, con mi cuerpo aún flotando en el aire, vi a Amity. Con una sonrisa en sus labios acompañando mi caída, ella parecía agradecida.
—Ami... —murmure—. No puede ser...
Y entonces mi espalda chocó contra el suelo y sentí el dolor inmediato en mi cuerpo. El aire me faltó por dos segundos antes de decirme a mí misma que no tenía tiempo para estar adolorida, con mis piernas tambaleantes me levante antes de correr lo más rápido que pudiera.
Al final, solo pude escuchar los gritos provenientes del departamento mientras me alejaba.
—¡Por tu culpa! ¡Por tu culpa mi pequeña hermana...!
—¡¿Cómo pudiste?! ¡Ella era tu hija!
Pero sus voces se apagaban cuanto más me alejaba.
