Disclaimer: The Owl House no es mío.


I think I could see the beach. I know what's underneath. I need you here with me.

But we're out in the open. Swim with me, I think I could see the beach, Just don't look underneath us. I need you here with me but we're out in the open.

—The beach, The neighbourhood.

Recuerdo muy bien que aquella vez estaba sonando esta canción popular en la radio, era nueva y tenía una letra deprimente. Ah, recuerdo que pensé que la voz de aquella chica era sumamente hermosa.

I cheating myself.

—¡Eres una hija de…!

Like I knew I would.

No recuerdo bien en qué momento tomé una sartén y decidí que era buena idea golpear a ese bastardo.

I told you I was trouble.

—¡Luz! —Amity grito a mi espalda, tratando de alejarme de aquella basura.

Pero en ese momento yo solo podía pensar en querer golpearlo hasta matarlo.

You know that I'm no good.


La molesta luz del sol, así como el reconfortante calor de la mañana terminó haciendo que abriera los ojos. El piar de las gaviotas en mis oídos junto a la resaca y el amargo de la boca me hacía pensar en la urgencia que tenía de beber agua. Y por unos segundos casi olvidé que había terminado durmiendo en una banca cerca de la playa.

—Realmente eres fuerte, ¿eh? —llamó una voz cercana a mi. Era el mismo tipo de ayer—. Como para decidir dormir borracha en un lugar que no conoces.

Era un poco molesto escuchar un sermón de algún desconocido en la mañana, pero busqué a tientas entre mis bolsillos la caja de cigarrillos que aún conservaba. Simplemente quedaba uno.

—¿Hiciste lo que tenías que hacer? —continuó aquella persona—. Puedo ayudarte un poco, si quieres.

Fue reconfortante sentir la sensación del humo viajar a través de la garganta hasta mis pulmones antes de dejarlo salir, fue reconfortante y me hizo olvidar por un momento el dolor de cabeza punzante de la resaca.

—Lo siento por tu dinero. —dije—. Prometo que te lo regresaré antes de irme.

—Es tuyo. —respondió casi de inmediato—. Te lo di porque quería.

Nos quedamos en silencio un momento, él se concentró en el mar y en su intento de pescar desde la posición en la que estábamos. No sabía que decirle realmente.

—Puede que hayas venido aquí porque algo malo pasó. —me dijo después de unos minutos—. Pero no debes desesperarte.

¿Qué cosas estaba diciendo este tipo?

—Toma un baño, duerme un poco y come algo. —siguió hablando sin que yo intentará responder—. La gente no puede pensar correctamente sin esas cosas.

No pude evitar reírme ante esta absurda declaración.

—Puede que tengas razón. —respondí de todos modos.

—Cuida de ti misma, por favor.

Tomé las cenizas de Amity y me levanté de aquel banco. El cigarrillo estaba a punto de consumirse totalmente y no tenía más. Mi cara estaba absolutamente llena de completa infelicidad.

—Creo que le dije las mismas cosas a ella. —espeté resignada—. Pero… eso no significa nada para todos.

A veces simplemente las cosas resultaban así, nosotros no podíamos hacer cambio alguno en la vida de otros.

—No importa cuánto le demostré desde el fondo de mi corazón cuanto me preocupaba. —yo me sentía cansada de esto—. Nunca fue suficiente, ¿sabes? Ella estaba en un lugar en el que yo era incapaz de hacer nada.

Realmente fui un asco como amiga. Le falle.

Te falle, Amity.

—Tengo que irme.


Los golpes en la puerta realmente no se detuvieron, ese era un bastardo realmente persistente.

—¡Amity! —rugió—. ¡Abre la puerta! ¡No me hagas llamar a mis amigos!

Maldito cobarde, hijo de puta.

—¡Lárgate! —grite—. ¡Llamé a la policía! ¡No vuelvas a poner una mano sobre Amity! ¿¡Oíste!?

Ah, realmente estuve asustada aquella vez.

—¡Hola! ¿¡Esta es la policía!? ¡Hay un hombre intentando entrar a mi departamento!

Esto obviamente era una mentira, pero aquel idiota no tendría porque saberlo.

Había atrincherado la puerta de mi apartamento, me había armado con una estúpida sartén y Amity estaba de rodillas en el suelo a un metro de distancia de mi. Estaba despeinada, golpeada, deshecha. Y aún así seguía siendo tan hermosa en su miseria.

—Hehe. —ella soltó una leve risa en toda está escena.


El viento realmente era molesto en mi espalda.

—A veces no se que hacer. —dije a nadie en particular, aunque esperaba que Amity de alguna forma me escuchara—. Pasa el tiempo y por más que lo intento me doy cuenta que te entiendo cada vez menos.

Realmente huele a sal en el aire junto al mar, en este camino que recorro sin rumbo fijo para terminar en un acantilado.

—Duele. —murmuró—. Amity… duele tanto que podría morir.


—Y pensé: "wow, incluso cuando sientes tanto dolor no puedes morir".

En serio hubo tantas veces que no comprendí las palabras de Amity, a pesar de que quizá debí tomarlas más en cuenta en aquellos momentos.


"Recibí tu carta de año nuevo, ¡muchas gracias, Luz!"

Su voz sonaba tan feliz aquella vez a través del teléfono. ¿Qué es lo que pensé aquella vez? Creo que fue en lo fastidiosa que sentí su reacción en ese momento.


Los fuegos artificiales estaban en oferta ese día.

—¿Recuerdas esa vez que perdimos la oportunidad de prender los fuegos artificiales? —Amity se escuchaba nostálgica—. Tal vez debería comprar un montón y encenderlo detrás de la casa de papá.

Si, tal vez debimos hacer eso.


"Hoy."

23:58 p. m.

"Te extraño."

23:58 p. m.

Aquella vez Amity había conseguido un nuevo trabajo y no pudimos vernos por casi una semana. Yo creí que en este tipo de situación era normal que nos apartemos un poco, pero Amity probablemente se sentía sola sin mi.


—¡Luz! ¡Estoy aquí!

La voz de Amity llamó mi atención en el restaurante, ella me esperaba pacientemente con una sonrisa en su rostro.

—Leí que los panqueques aquí son deliciosos. —ella continuaba hablando sin parar—. Ya ordene para ti y para mí.

—¿Amity? —mi voz sonaba incrédula.

Amity pareció confundida un momento, nuestras miradas se encontraron antes de que ella bajara la suya y mirara su brazo enyesado.

—¡Oh! —dijo cómo si de una epifanía se tratase—. ¿Esto? Ese chico… el de antes, me dijo que quería verme.

Un puchero se formó en sus labios.

—Y cuando fui a verlo… me arrastraron por ahí y se rompió. ¡Robaron mi billetera también! —ella soltó una risa como si el recuerdo fuera algo gracioso ocurrido hace tiempo—. Pero sólo tenía un dólar, así que fue como: "que importa". Es raro, ¿no? La vida realmente puede ser muy rara.

Realmente sus palabras me dejaron estupefacta. Me cabreé con ella, si. Ese día realmente saque lo peor de mi.

—¡Gracias por su espera! —la voz de la mesera irrumpió está amarga tensión—. ¡Aquí están sus panqueques!

Esa chica era obvio que se sentía muy incómoda.

—¡Wow! —exclamó Amity—. ¡Se ven deliciosos!

Realmente estaba muy molesta.

—¿¡Por qué fuiste a ver a ese tipo!? —mi mano azotó contra la mesa en un claro ejemplo de mi descontento—. ¿¡Qué no era obvio lo que te pasaría!? ¡Esta vez podría haberte matado…!

Estaba tan enojada que no presté atención al rostro de Amity en ese momento.

—¿¡Por qué crees que lo golpee con una sartén!? No puedo creer esto. —estaba tan frustrada, yo realmente debí haberme calmado—. ¿¡Estás mal de la cabeza o qué…!?

—Tienes razón. —la voz de Amity me interrumpió—. Estoy mal de la cabeza.

Y yo simplemente quedé muda ante su declaración.

–"Es tu culpa por estar así". –siguió–. Lo he escuchado muchas veces.

—Ami…

—Me golpearon porque hice algo para provocarlo. —ella me ignoró—. Me golpearon porque no hice lo que me dijeron, me asaltaron porque los tente y se molestaron y me dejaron porque soy bastante dependiente.

Yo realmente no sabía qué decirle.

—Estoy muy mal. –pero ella no se detuvo ante mí estupor—. Ya ni sé por dónde comenzar para tratar de arreglarlo.

Y entonces Amity me miró, con sus profundos ojos color miel, tan intensamente que creí que podría perderme a mi misma si esto continuaba.

—Pero, ¿sabes? De lo único que me alegro es que te preocupas y te enojas por mí. —ella sonrió—. Eso es lo único.

Mi garganta de repente se sentía seca.

—Lo siento. —murmuró—. ¿Estás enojada, Luz?


El sonido de las olas chocando contra las rocas me distrajo de mis recuerdos un momento. Amity seguía aferrada entre mis brazos, ambas observando este lugar. Solo ahora que por fin pude traerla a la playa seguía siendo la única que realmente podía apreciar esta vista.

—Observa, Amity. —dije—. Kill Devil Hills.

Mis rodillas terminaron cediendo, sentí la arena deformarse entre ellas. Y tú, Amity, casi parecía que de verdad te aferrabas a mi. Podía incluso imaginarte decir todas esas cosas que quizá nunca pudiste decir.

—"¡Por favor, Luz!"

Realmente puedo sentir que te escucho.

—"¡Dime que todo fue culpa mía!"

Y yo solo puedo aferrarme a tus cenizas.

—"Sería raro si no lo dices, ¿cierto?"

Realmente quiero llorar ahora.

—"No habría valido la pena, ¿verdad?"

Puedo recordar todas esas veces en que estuvimos en una situación igual. Tú aferrándote a mi, yo abrazándote creyendo que si te soltaba nunca más regresarías.

—No, Amity. —murmuró—. No hiciste nada malo.

Tú siempre creíste que las cosas que te ocurrían eran culpa tuya.

"Esta bien."

Dijiste.

"Nunca podré ser feliz de todos modos."

"Es fácil, pensándolo de esa manera."

"No puedo encontrarlo."

"No lo veo."

"No entiendo eso."

Si, tú dijiste todas esas cosas. Incluso cuando éramos simples niñas de secundaria que no sabían nada de la vida. Tu fuiste siempre así.

"Eres la única que se siente real para mí, Luz".

—¡Entonces! —exclame tomando la urna entre mis manos, casi podía imaginarte a ti, tan delgada, tan rota—. ¡Si eso es verdad…!

Yo realmente estaba llorando ahora.

Tu, que te encontrabas ahora entre la arena, y yo, que me arrastraba ante ti con mis lágrimas y arrepentimientos.

—¿¡Por qué…!? –mi voz se siente rota—. ¿Por qué me dejaste?

Amity, te extraño.

—¡Al menos… me hubieras preguntado para morir contigo!

Golpee la arena con frustración ante esa declaración, creo que incluso escuché pasos detrás de mí en este momento. Pero realmente ya no me importaba.

Estoy enojada, triste, deprimida. Soy una mujer lamentable.

—¡Tengo tantas cosas que necesito decirte! —grité—. ¡Aún estoy aquí! –exclamé aún más fuerte, apuntando con un dedo acusador a la urna—. ¿¡No sientes nada al dejarme atrás!? ¿¡No te importa ahora que ya estás muerta!?

Ah, yo realmente debía verme como una persona muy patética.

—¡Ah! ¡Mierda! ¡Estoy enojada!

Me levanté, dejando la urna con las cenizas de Amity aún sobre la arena. Mire el acantilado frente a mi.

—¡Jodete, Amity! —grite—. ¡No voy a esparcir tus cenizas! ¡Te vas a quedar ahí y miraras mientras salto este acantilado!

Si, definitivamente voy a saltar. A la mierda todo esto.

—¡Ahora que estás ahí no puedes detener a tu mejor amiga de suicidarse! ¡Mira cómo se siente!

—¡Calma! —grito alguien a mis espaldas, abrazándome para evitar que cometiera suicidio—. ¡Respira profundo!

—¿¡Huh!? ¿¡Quieres pelear!?

Comencé a forcejear con fuerza.

—¡Por favor, no luches!

Pero este tipo era persistente.

—¡Quítame las manos de encima! ¡Dejame ir! ¿¡Eres un acosador!?

—¡No seas estúpida, duele!

Y entonces, mientras este tipo y yo peleábamos sobre mis intentos suicidas, escuchamos la hierba siendo aplastada así como los gritos de ayuda de una chica que corría hacia nosotros.

—¡Auxilio!

Ella era persistente, corría con toda su fuerza tratando de escapar de un tipo que se me hacía demasiado familiar.

—¡Ayuda!

—¡Es el acosador! —grite.

—¡Por favor, ayúdenme!

Esa niña, se sintió vagamente familiar.

Por favor…

Ayudame.

¡Luz!

¡Sálvame!

Yo realmente no pude evitar llorar.

Forcejeando con mis últimas fuerzas, logré apartar al molesto tipo que no dejaba que me suicidara. Choque contra la arena en el suelo y sin pensarlo tomé la primera cosa que estuviera a mano para poder romperle la cabeza al ladrón. Ese bastardo debió reconocerme porque el muy cobarde ahora intentaba huir de mí.

Sin pensarlo, lo golpee con todas mis fuerzas en su cabeza, dejándolo noqueado en el suelo.

Entonces, aquella cosa que había tomado para golpearlo resbaló de entre mis manos. Lo mire y me di cuenta que era la urna con las cenizas de Amity. Ella cayó a través del acantilado, dirigiéndose al mar.

—¡Amity! —grite.

Y ambas caímos juntas. Yo sucumbiendo a las leyes de la física y tu esparciendo todo de ti en el aire. Y entonces lo entendí.

Incluso siendo cenizas no has cambiado.

Eres brillante.

Inalcanzable.

Bailando en el viento.

Incapaz de desafiar a la gravedad.


—Mamá una vez me dijo que nací con los padres incorrectos.

Aquella vez, creo que uno de los tantos novios que tuvo Amity me golpeó.

—Espero que tenga razón.

Recuerdo muy bien que Amity y yo estábamos en el suelo, ella aferrada a mi y yo apenas consciente con una hemorragia en mi nariz.

—Desearía haber nacido para ti, Luz.

Ella estaba tan rota.

—Desearía que tú y yo nos hubiéramos conocido en mejores circunstancias.


Terminé nadando a la orilla, casi inconsciente y con un poco de agua salada llegando a mis pulmones. Era sumamente incómodo sentir la ropa mojada pegarse a tu piel una vez que sales del agua.

—Es un poco difícil morir aquí. —era ese tipo molesto de nuevo, realmente quiero golpearlo—. Yo también salté hace seis meses.

Entonces decidí mirarlo correctamente. Cabello rubio y bolsas negras debajo de sus ojos que demostraba sus malos hábitos de sueño. ¿Era eso una cicatriz en su cara? Realmente tenía pinta de ser un chico malo deprimido.

—He estado pensando. —continuó hablando a pesar de que yo no le decía nada—. Qué la única manera de ver a las personas que ya no están aquí es seguir viviendo, cuidar de la persona que amaste en tus recuerdos y cuidar de ti.

A lo lejos pude ver un estúpido letrero con una estúpida leyenda.

[Suicidarse no es un delito,

¡Pero tirar basura si!]

—¿Estás bien?

—¿Acaso me veo bien?

—Te ves bien para mí.


Regresé a casa un día después de haber golpeado al ladrón. Ese bastardo era el mismo ladrón que había robado mi mochila, logré recuperar todo menos mi dinero.

—Luz Noceda vuelve arrastrándose con vergüenza. —murmuró en la puerta de mi apartamento—. Apesta no tener elevador, quizá debería mudarme de aquí.

A pesar de haber caído de un acantilado, no tuve mayores problemas más que un esquince menor. Supongo que siempre he tenido la peor suerte.

Observó sin saber muy bien que hacer, hay una bolsa colgando de la perilla de mi puerta.

—¡Oh! Mis zapatos. ¿Emira Blight? —leí la nota que venía con la bolsa—. Joder, debes ser una buena chica. Espera, ¿cómo supiste la dirección de mi casa?

Descarte los vagos pensamientos, realmente ya no importaba más. Simplemente entre a mi casa, deje mi mochila abandonada en algún lugar.

Así es como regrese a la vida cotidiana.

Ya no tenía la urna conmigo, se había perdido en el mar. Solo me quedaba la foto que Amity y yo habíamos tomado hace tiempo, enmarcada en la mesa de estar.

Ella me miró con una sonrisa.

—Siéntete cómo en casa.

Busque a tientas en mi bolsillo la caja de cigarrillos que había comprado, la nota de la hermana de Amity estaba en mis pantalones así que decidí verla igualmente.

Pero entonces al abrir el sobre uno más pequeño cayó en el piso.

Querida Luz.

Puedo reconocer perfectamente esa letra.

Al mismo tiempo pude recordar la sonrisa que me dirigió la última vez que nos vimos.

Recogí la carta del suelo y sentí el nudo en mi garganta formarse junto a las lágrimas que empezaban a resbalar de mis mejillas.

No tuve más remedio que aferrarme a la última carta de Amity mientras lloraba.

.

.

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Fin.