Familia.

DISCLAIMER: LOS PERSONAJES NO SON DE MI PERTENENCIA, CRÉDITOS A SUS RESPECTIVOS CREADORES

Familia.

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"Yaboku, tú nombre es Yaboku, y desde ahora tú me servirás, eres parte de mi familia y acatarás todas mis ordenes sin rechistar. Si escuchó un reclamó de tú parte, el castigó te estará esperando. Pero no te preocupes pequeño Yaboku, se que tú serás muy obediente"

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Una fría noche, alguien me dio un nombre.

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Capítulo 0 1 .- La sorpresa en una puerta. El inicio.

Levantarse, darse un baño, vestirse, desayunar, trabajar, comer nuevamente, volver a casa, revisar papeles y finalmente dormir para comenzar la rutina nuevamente.

Paso a paso, día tras día, la misma rutina monótona y aburrida que jamás iba a saltarse por su salud mental. Desde que comenzó a vivir su vida independiente jamás hubo cambio ni le interesaba que hubiera. "Ya no estoy de edad para eso" siempre se decía, pero en vez de edad, sabía perfectamente que su problema era otro; simplemente no tenía la motivación para cambiar la rutina de su vida. Esta era simple y solo para sobrevivir en su soledad y nada más.

Un joven de aproximadamente veintisiete años viviendo su vida, cabellos negros, ojos azulados. Un trabajador promedio de una empresa famosa.

Yato. Ese era su nombre, solo Yato sin ningún apellido ni nadie que reclamará por él -o es lo que esperaba-. Con muchas experiencias de vida, supo sobrevivir a la crueldad del mundo y pudo por fin encontrar paz en una empresa quién lo recibió con los brazos abiertos y se convierto en parte de él. Por eso, no cambiaría su rutina para nada, sabía perfectamente que si hubiera un cambio su mente no lo soportaría.

No hay más que decir, solo la vida de un pobre huérfano sin apellido quién con sus esfuerzos salió adelante y estaba donde estaba.

—¿Me estas escuchando, Yato? — un pequeño reclamó lo hizo salir de sus pensamientos, sus ojos azulados se posaron en aquella figura varonil quien mostraba una actitud molesta por haber sido ignorado aquel tiempo en que estaba hablando.

Yato se estiró en su asiento y dio un pequeño bostezó —¡Dame un respiro, Kazuma! He estado trabajando toda la noche y esperan que siga produciendo ¡Debería demandarlos por explotadores!

—Deja recordarte que tú solo te ofreciste a completar aquellos papeles, la idea tampoco era que lo terminaras todo en una sola noche —se quejó el joven de lentes llamado Kazuma, miraba a Yato con desaprobación—comprendo perfectamente que digas que no tienes nada que hacer y te aburres pero también deberías considerar descansar unos momentos en tu hogar ¿de verdad no tienes a nadie con quien salir? si sigues pasando tu vida trabajando, enfermarás y a Veena no le agradará eso.

El pelinegro dio una sonrisa nerviosa y simplemente exclamó —Todo lo que venga de mí a aquella perra psicópata no le agrada, así que eso me resbala.

—¡Yato! ¡No le digas así! ella es nuestra jefa y si nos escucha...

—¿A quién le dices "perra psicópata"? —una tercera voz, esta vez femenina, se unió a la conversación de ambos jóvenes quienes pálidos y sudorosos se dieron vuelta para mirar aquella mujer de largos cabellos rubios quién en su miraba había "fuego" de rabia.

Yato se levantó de su asiento y miró a la mujer —¡Doña Bishamon! Jefecita, estábamos hablando de mi nueva mascota, es una psicópata, así que la devolví al refugió donde la encontré ha ha, creo que no les agradó a los animales.

Kazuma miró con sorpresa aquella notable 'salvada' en la conversación, pero luego miró a otra parte, siempre era lo mismo con él. Se podría decir que tenía el "don de la palabra" podría decir excusas sin pensarlo mucho y siempre se salvaba de las situaciones. Bueno y también por aquella habilidad es que él formaba parte importante de la empresa, era muy bueno para esas cosas.

La mujer se acercó a ambos, sabía perfectamente que el pelinegro le estaba mintiendo —Odias a los perros Yato —pronunció ella.

—¿Enserio? Es que quería intentarlo una vez más, ya sabes, vivo solo y es un poco triste, pero me di cuenta de que, entre tener un animal y mi soledad, prefiero la segunda.

—Oh, que raro, dicen que entre animales ambos se entienden.

Una nueva batalla en la oficina comenzó aquella mañana, algo normal en la rutina de todos los trabajadores de la empresa "Takamagahara". Una compañía famosa en Japón por prestar sus servicios sin fallar jamás. Bishamon era una de las socias importantes de la compañía y la que casi siempre estaba al pendiente de sus empleados, sobre todo de Yato, quién había llegado a la compañía siendo un joven, inexperto y tímido trabajador, con el tiempo fue ganando cada vez más confianza al punto de ser capaz de enfrentarse a varios de sus jefes. Pero era muy bueno en su trabajo, nadie lo podía negar así que despedirlo de la empresa era algo que a nadie se le pasaba por la cabeza, ni a la misma Bishamon.

—Bueno —Yato dejó de pelear, ordenó su vestimenta para luego, de los cajones de su escritorio, sacar varios papeles y entregárselos en la mano a la rubia —Esto son los encargos que me dejaron anoche, los revisé todos minuciosamente, corregí algunos errores que estaban, eran pocos, pero de bastante significado. Podrás ver la corrección al final, para que converses aquellos puntos con Tenjin y los demás.

Bishamon recibió los papeles y comenzó a leerlos, su sorpresa era evidente, miró al pelinegro y nuevamente miró los papeles en sus manos —Te había dado un plazo de una semana, pero tú lo hiciste en una noche ¿Acaso no regresaste a tu hogar?

—Estaba muchos más entretenido aquí que allá —exclamó sin preocupaciones Yato mientras nuevamente volvía a su asiento y cerraba sus ojos para descansar.

La fémina se acercó a Yato para darle un pequeño golpee en la cabeza

—¡Auch! ¿Y eso por qué fue? ¿Acaso no te gustó como quedó el informe? Si quieres puedo modificarlo a tu gusto, realmente me da lo mismo, lo hizo pensando más en Tenjin que en ti —dijo sin abrir los ojos.

—¡Eso no es! Yato, ven a mi oficina quiero hablar contigo.

—¿Estoy en problemas? Creo que no he hecho nada más aparte de llamarte pe...—Kazuma le tapó la boca a Yato para que dejará de hablar y dirigió la palabra a Bishamon.

—Yato y yo estaremos allí en unos momentos Veena, por ahora, puedes seguir haciendo tu vigilancia de la mañana.

Bishamon asintió y comenzó a caminar sin antes decirles —Los esperó en diez minutos allá. Es algo serio Yato.

No hubo respuesta del nombrado, soló bostezó y siguió descansando unos momentos.

Yato, mi nombre es Yato.

—¡No puedo creer que estuviste a punto de llamar a Veena de esa manera en su propia cara!—gritó Kazuma.

El pelinegro abrió unos de sus ojos y miró los lentes del otro joven —Solo le estaba dando motivos para que me regañara.

Suspiró de ambos.

—Creo que jamás cambiarás Yato. Levántate de ahí y anda a darte un baño antes de ir con Veena. Más que seguro va a mandarte a descansar, esta es tú cuarta noche en la oficina. Tienes que regresar en algún momento a tu hogar.

—Umm —solo respondió. —¿Me has traído algo de ropa para cambiarme?

Kazuma estiró una bolsa —Esta es la tercera muda que te traigo, si no fuera por mí habrías sido descubierto. Veena solo sabe que estuviste esta noche, te he salvado las otras, pero en algún momento tienes que regresar y descansar.

—Gracias dios Kazuma te debó mi vida por prestarme ropa y traerme alimentos —replicó Yato mientras tomaba la vestimenta —te devolveré las mudas mañana.

—Espero por lo menos que estén limpias.

—Si, si, ahora antes de ver a tu señora voy a ponerme un poco más decente. —Con aquellas últimas palabras de Yato la conversación cesó. Él se retiró de su oficina para dirigirse a los baños.

Era su rutina. Algunas veces, regresaba a su departamento por obligación, otras veces simplemente no se le daba la gana y se quedaba durmiendo en su oficina, con la excusa que era mucho más cálido que en su hogar. Así le gustaba, aquella oficina era su mundo y no deseaba salir de ese lugar. Aunque sabía que esta vez estaría en problemas. Después de un baño y afeitarse salió para dirigirse con su jefa quién lo estaba esperando.

—Permiso, hola, hola, aquí su amado Yato por el cual llorabas—entró Yato a la oficina, sin antes hacer notar que había llegado.

—No es necesario hacer tanto ruido, sé que eres tú —exclamó Bishamon para luego con la mano señalar el asiento que estaba libre al frente de su escritorio. Yato se sentó en el puesto señalado y miró despreocupadamente a su jefa; ella lo analizó unos segundos.

—En tus ojos puedo ver tu cansancio. ¿Hace cuantos no duermes como es debido? ¿Por lo menos te has alimentado?

—Doña Bishamon déjeme informarle que nunca he tenido madre y a estas alturas no me interesa tener una que me regañe. —dijo Yato mientras miraba a la rubia.

—No digas tonteras, prefiero morir antes que tener un hijo como tú. —replicó Bishamon con cierto desagrado —sin embargo, tú eres mi empleado, junto con Kazuma mi mano derecha y es mi deber como jefa tener que velar por el bienestar de todos mis trabajadores. Aunque Kazuma me lo ha estado ocultando tengo otras fuentes que me dicen que no has salido del edificio hace unos cuatro días. Yato ¿De verdad no has regresado a tu hogar hace cuatro días?

Yato miro a los ojos de Veena, se podía ver las "bolsas" de la falta de sueño en los ojos azulados, sin embargo, después de unos segundos enfrentándola a ese duelo de miradas, cerró sus ojos y solo respondió ; —Hay mucho trabajo por hacer y en mi departamento no me llega bien la señal, así que prefiero hacer toda mi vida en la oficina que regresar ahí. Además, tampoco es que alguien esté esperando, no hay motivos por el cual volver.

Bishamon suspiró y miro con preocupación al joven —Lo sé Yato. Por eso no soy tan severa contigo, eres un trabajador excepcional, pero encerrándote en tu oficina no puedes vivir, ¡No puedes seguir viviendo así! Eres joven, mucha vida por delante, sal a fiesta, conoce chicas, chicos ¡no sé!

—Tengo a Kazuma, no necesitó más chicos —Respondió con gracia el pelinegro. La mujer hizo una pequeña mueca de desagrado, pero también risa por aquel comentario: estaba muy segura de que antes que estar con Yato, Kazuma preferiría morir.

—No habló de eso, sé que Kazuma es tu amigo, pero aparte de él otras conversaciones ¡con gente que no sea de la empresa!

—Mi vida personal no es muy emocionante doña Bishamon —dijo Yato.

Nuevamente otro suspiró para luego mirar por la ventana, estaba nevando, era invierno, tal vez uno de los inviernos más fríos que había vivido en los últimos años. Luego miró a Yato. Sabía que aquel joven que le gustaba actuar infantil y hacer reír a la gente siempre tenía un pasado no muy bello, un pasado para no sonreír, pero ahí estaba él aferrándose a la vida como podía.

—Regresa a tu casa y descansa. ¿Sabes que por tu culpa nos puede llegar una gran multa? Después piensan que explotamos a nuestros trabajadores y no los dejamos volver a sus hogares.

—Sobre explotar no es mentira —dijo Yato.

—¡Solo vete! —fueron las últimas palabras de Bishamon —Afuera hace frío, no quiero que te enfermes, así que abrígate.

—Si mamá. —Dijo Yato antes de salir de la oficina. Suspiró mientras se peinaba sus cabellos ¿Qué se supone que haría en su hogar? Realmente no estaba muy motivado; antes podría dar unas vueltas por el parque ¿No?

Miró por la ventana que tenía el pasillo —Esta nevando. Estaba tan concentrado en el trabajo que ni siquiera me percaté que estaba nevando afuera, es imposible dar una vuelta por el parque con este clima, pero…

—¿No deberías estar yendo ya a tu casa? —Kazuma apareció detrás de Yato sorprendiéndolo.

—¡Kazuma! —gritó sorprendido —¡No te pongas detrás de la gente que está pensando! Y ya, no quiero más palabras, volveré enseguida a mi casa, tan solo deja tomar el portafolios y mi computadora todavía tengo traba...

—Vas a ir solo con tu chaqueta y documentos —Kazuma estiró ambas cosas que tenía preparadas en sus manos, Yato miró desconfiado. —Tienes que descansar, sabía que si volvías a tu oficina no saldrías de ahí nuevamente así que, con Veena lo preparamos todo para que no pienses más en trabajo, por lo menos este día.

Con un movimiento, le arrebató la chaqueta y se la colocó con cierto enfado, le habían arruinado su plan. —maldición ¿tantas ganas tienen de echarme?

—Es por tu bien Yato, una buena comida, una siesta y estarás como nuevo.

—Sí, sí siempre es lo mismo. Espero que no me descuente el día por irme.

—Adiós Yato —dijo Kazuma para arrastrarlo al ascensor.

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Estaba caminando por las calles de la ciudad, sus ojos se encontraban distraídos, su mente estaba dispersa por los rincones del lugar.

"Odio el invierno "pensaba mientras caminaba, la nieve caía suavemente congelando a todo el mundo. "Esto es tan horriblemente familiar, aunque la diferencia está clara, por lo menos tengo abrigos y dinero para abrigarme y alimentarme, no como antes" Cada pasó que daba mientras deambulaba lo recordaban a su yo pequeño, con apenas un chaleco de hilo lleno de agujeros y sus pies descalzos que nadie abrigaban.

"¿No tienes donde ir, pequeño?"

—¡Cuidado! —el ruido de la bocina lo despertó y un fuerte jalón lo tiro al suelo. Quedó en shock por unos momentos, sentía calidez en su rostro y luego miró al auto donde la persona que estaba adentro le tiraba maldiciones sin él entender del todo. Al parecer en su trance estuvo a punto de morir atropellado y la persona quién lo estaba abrazando lo había salvado.

—Lo, lo siento —solo pudo decir ante su estado de conmoción.

—¡Estuviste a punto de morir! ¿En que estaba pensando? —le gritó su salvador, él seguía un poco en shock por lo que había pasado. Bueno, no todos los días estas al borde de la muerte.

"Creo que de verdad necesitó descansar"

Sus ojos azules dejaron de mirar a la nada para luego mirar al rostro a su ¿salvadora?

—¡Ah! —se alejó de los brazos de la chica mientras tomaba su mochila que había caído de sus manos —¡Y-yo, lo siento! Estaba , mi mente estaba en el trabajo ¡he he! Perdóname niña, muchas gracias por salvarme.

Largos cabellos castaños y ojos magenta que lo miraban con enfado y a la misma vez con preocupación, Yato le estiró la mano a la chica para que esta se levantará del suelo y ella lo aceptó.

—Nuevamente discúlpame por las molestias —expresó Yato.

—No tienes por qué disculparte solo trata de no estar tan distraído, ¡dicen por ahí que todo tiene solución excepto la muerte! —dijo la chica con entusiasmo —así que, si algo te está preocupando, al borde de la muerte, ten por seguro, que tendrá solución. —expresó con cariño y le dio una tierna sonrisa que hizo sonrojar al joven pelinegro. Se quedó sin palabras unos momentos. —¡Oh no! Se me hace tarde a mi primera clase. ¡Regresé a su hogar y descansé! Le deseo toda la suerte —dijo ella como despedida mientras salía corriendo.

Yato quedó ahí, sorprendido por la calidez de la chica. —Oh... no le pregunté su nombre. Era muy bella. ¿eh? —agitó su cabeza de un lado para otro —no, no, no Yato, no ¡eso sí que no! Es una niña, debes ser más de diez años mayor que ella, con menores de edad ¡no, no!

Comenzó a caminar nuevamente esta vez estando atento a su camino para no morir atropellado.

Lo normal es que ganando dinero se comprará un auto, pero jamás se vio en la necesidad de uno, tenía que admitir que le gustaba caminar por la ciudad y ver como esta cambiaba, le gustaba ver cómo la gente estaba ensimismada en sus pensamientos y otro recuerdo de su vida regresó a él.

"Los adultos jamás bajarán la cabeza para mirarnos, para ellos, nosotros somos invisibles"

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Se había prometido volver a su hogar, pero, ahora estaba tomando un vaso de café en el parque a pesar del frío que espantaba a más de uno. Miraba como algunos niños que ya habían salido de clases estaban jugando por los alrededores.

Le gustaba mirar porque la gente no estaba acostumbrada aquello.

—Realmente nadie se fija en los demás...—susurró. —yo me volví en uno de ellos. —cerró sus ojos para descansar unos minutos hasta que...

—Disculpé —la voz de una chica lo hizo despertar, sin abrir los ojos todavía dio una sonrisa "hoy es el día en que todas las personas me hablan" pensó.

—¿Sí? —se estiró y la vista de la persona de quién le hablaba hizo que su corazón se retorciera de dolor.

Una joven con moretones y apenas un vestido sucio que la cubriera su desnutrido cuerpo, no estaba pálido, estaba morada del frío y no poseía zapato alguno que la cubriera de la nieve en sus pies. Sus ojos eran hermosos, de un color ámbar, pero estaban apagados y largos cabellos mal cortados rubios.

Se sintió como un niño nuevamente.

—Perdóneme por molestarlo señor —dijo ella con un tono apagado, debe tener apenas unos dieciocho años —pero ¿no tendría una moneda que me pudiera dar para poder...poder...? —Yato la sostuvo en sus brazos, estuvo a punto de caer desfallecida, se sacó su abrigó y se lo colocó al delgado cuerpo de la joven.

—Aguanta un poco pequeña —dijo él mientras la tomaba en brazos —debes estar muerta de hambre, ven, vamos a comer y conseguirte un poco de ropa.

—N-no, yo tengo que volver —apenas pudo pronunciar ella, tenía fiebre, y era normal, debería tener hipotermia.

—No, no, primero que nada, necesitas abrigarte y.…te comprare un poco de ropa y comida, se cómo debes estar sintiéndote ahora. Y créeme cuando te dijo que lo que necesitas es primero que nada abrigo.

La chica cerró sus ojos y descansó en los brazos del chico. Ella estaba muy helada, y sin dudar, Yato comenzó a caminar apresurado, primero una tienda para comprarle ropa, un poco de medicamentos para su fiebre y lo primordial, la comida.

—No, no, Yuki, Yuki —susurraba la chica y con vanos intento trataba de luchar.

—¿Nieve? Si, está nevando, tranquila, te daré un techo para que descanses.

Se apresuró hacer sus compras y luego regresar a su departamento. Como pudo, le dio un baño caliente a la chica y luego le coloco las ropas que había comprado para ella, todo esto estando la joven inconsciente. Pero cada cosa que él hacía, cada gesto a la joven, lavándola, vistiéndola, cuidándola , su mente le engañaba y en vez de mirarla a ella se veía a él mismo estando en ese estado.

—Con esto la fiebre bajará. Tranquilo, se de estás cosas él me enseñó.

Yato dejó a la chica descansando en su lecho mientras se apresuraba en preparar algo para comer, tenía suficiente verduras y proteína para alimentar a la joven , necesitaba evidentemente muchas vitaminas, pero una buena y abundante comida le daría las fuerzas suficientes para por lo menos sobrevivir un poco más.

Su mente iba y venía.

"Viste Kazuma, por estas razones no salgo de la oficina, todo siempre me traerá al pasado" se reía de sí mismo. Se había prometido que si alguien estaba en problemas él lo ayudaría, no era capaz de dejar a nadie.

"Cuando crezca, yo miraré no los ignoraré, sus lágrimas, el frío, el hambre"

"Yo creo eso, Yabo..."

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—¿Dónde estoy? —la voz de la chica hizo que girará —¿Quién eres tú? ¿Dónde? No debo...—comenzó a desesperarse, Yato sabía que iba a despertar confundida, pero esperaba que no lo hiciera tan luego, apagó el fuego de la olla donde la comida estaba lista y se apresuró en ir donde la joven que estaba llorando de miedo y ansiedad.

—Tranquila, tranquila, escucha no te haré nada, tú viniste por mí y me pediste dinero. Estas de suerte, te di más que dinero —dijo Yato mientras tomaba los hombros de la chica —La fiebre ya bajó y ahora el hambre te está invadiendo, ven vamos a comer.

Los ojos ámbar de la chica miraron a Yato sus lágrimas no dejaban de correr —no, no, no , tengo que irme, me espera, si no voy con él morirá. —susurró ella, Yato no entendió del todo, sin embargo, arrastró a la chica para que se sentará y se alimentará. Le colocó un buen plato de sopa con otros platos pequeños de verduras, carnes, arroz y pan.

Ella miró sorprendida, luego miró al chico.

—No me mires así, adelante, come todo lo que quieras. Comeré contigo, para que no desconfíes y veas que todo esto es real y está sano. —Yato con los palillos tomo un trozo de carne y se lo llevó a la boca, aún sorprendida, la chica se apresuró en comer, recordando que hace días que no lo hacía y esto era todo un festín.

Después de alimentarse la joven dejó el plato y miró su atuendo, no se había percatado que no estaba usando aquel delgado vestido todo sucio y estaba bañada y muy bien abrigada ¡incluso con zapatos!

—¿Por qué? —comenzó a llorar —¿Por qué, eres tan amable? Nadie, nadie ha sido así, es la primera vez que alguien me ve.

La garganta de Yato al escuchar ese comentario se 'apretó' de tal manera que dolía, tan solo apretó sus parpados, mordió sus labios y apenas pudo susurrar —Solo es, una promesa que me hice hace un tiempo atrás.

—¿Acaso eres Dios? —preguntó ella con candidez.

—¿Dios? —dijo con gracia —no, pero si quieres llamarme así no hay problema. ¿Cómo te llamas pequeña?

Ella no respondió bajo su cabeza y luego miró por la ventana.

—Yuki... —susurró y puso ojos de espantó.

—¿Te llamas Yuki? Es un bello nombre y justo para la ocasión en que te encontré —ella negó con la cabeza, el pelinegro se puso tensó al ver como la chica miraba con terror afuera.

—Lo siento, Yuki, si no me voy, él, quiero algo mejor para él. Yuki, tengo que irme y buscarlo —susurró ella y se paró para irse del departamento. Yato se interpuso.

—Tranquila, aquí estarás segura.

—¿Segura? ¿Un lugar seguro? —dijo ella.

—Si, este es un buen lugar para resguardarse de la nieve Yuki, vendrá muy pronto una tormenta. —Sus ojos mostraron más miedo, pero a la misma vez esperanza.

Dio una pequeña sonrisa y abrazó a Yato —Sin duda eres Dios, es muy buena persona —nuevamente las lágrimas cayeron —es lo que él necesita. —susurró sin que Yato escuchará —muchas gracias por todo, pero, tengo que irme. Me están esperando.

Yato sabía que ya no había más que hacer, ella estaba dispuesta a irse del lugar y decía que la estaban esperando; tenía más que seguro una familia con quien volver.

—Llévate por lo menos mi abrigo, y toma —le pasó una bolsa donde había comestibles —hay mucha comida ahí para que te puedas alimentar tú y la gente que te espera. Se que no voy a poder detenerte. Espero que tu futuro cambie, no pierdas las esperanzas.

"¿Soy un ejemplo de no rendirse?"

Los bellos ojos ámbar de la chica se iluminaron por los objetos que le pasó.

—Déjame acompañarte al parque por lo menos, para saber que estarás bien —dijo Yato mientras tomaba otra chaqueta para abrigarse. "Yuki" no dijo nada, tan solo asintió y al momento de Yato tomar sus llaves y abrir la puerta de salida la chica rápidamente salió, el joven siguió sus pasos lo más rápido que pudo.

Lo bueno es que el parque donde la encontró no estaba lejos de donde estaba su departamento, en menos de diez minutos estaban ahí donde comenzó todo.

—Muchas gracias, señor...

—Yato, solo dime Yato no me llamó Dios.

—Es un buen nombre —dijo ella —me están esperando, tengo que irme, esperó que tenga mucha felicidad en su vida, usted es...como un dios de la fortuna.

"Tú debes ser, como el mismo dios de la calamidad"

—Espero que tú también tengas muy buena fortuna Yuki, tengas una muy bella vida, las cosas mejorarán.

Ella agitó su cabeza de un lado a otro en signo de negación, eso llamó la atención del joven —Para mí, las cosas no se pueden arreglar, pero...él recién está empezando su vida y quiero lo mejor para él. ¡Usted es una muy buena persona, por favor, sé que tendrá el amor que merece a su lado! —fueron las últimas palabras que dijo para irse.

—¡Oye espera! —ya era muy tarde, ella se había alejado del lugar, estaba muy lejos de su vista. Yato miró al cielo; era una chica bastante extraña, pero bueno, al igual que él no debió haber tenido una vida muy fácil. —Ha sido mucho por un día ¿No? Creo que de verdad Kazuma tiene razón necesito mucho descanso, pedirme unos días de vacaciones no estaría mal, igual tengo dinero un viaje a la playa. Si... lujos que puedo darme, ¡diablos! Debería estar viajando en vez de estar encerrado en mi oficina.

Comenzó a caminar a su departamento.

—Así que, un dios de la fortuna ¿eh? Es la primera vez que me dicen eso, que curioso.

Cuando llegó al establecimiento, se adentró al lugar y saludo al guardia que cuidaba la entrada.

—Señor Yato, es bueno verlo devuelta a su hogar, ¿mucho trabajo en la empresa?

—Como nunca, Haruki. ¿Ha llegado por casualidad algo para mí?

—Nada, no hay nada en la recepción en su nombre, sin embargo, estos días que no ha estado si ha llegado algo nuevo.

Yato miró con curiosidad al hombre —¿Algo nuevo?

—Una chica rica de universidad, es su nueva vecina, ¡Oh mire, ahí llegó! Espero que se lleven bien ambos.

—¿Eh? —Yato dio la vuelta y miró en la entrada donde su "nueva vecina" había llegado. —¿¡Eh!?

La chica dejó de caminar y miró fijo a Yato —¿Oh, tú no eres el hombre quién estuvo a punto de morir atropellado en la mañana?

El pelinegro quedó perplejo unos segundos, esperaba no verla nunca más, sin duda, él no era para nada un dios de la suerte.

—Ese mismo —dijo finalmente derrotado.

—Vives aquí.

—Señorita Iki —el recepcionista de nombre Haruki salió a saludarla, ella hizo el mismo gesto por educación —él es su vecino, del departamento de al frente, el señor Yato.

—Oh...es mi vecino —dijo ella —es un gusto señor Yato.

—Uh, sí también es un gusto señorita...

—Hiyori Iki —respondió.

—Señorita Iki. Bueno yo me voy a mi departamento si no hay nada para mí, nos vemos —dijo Yato para casi salir corriendo, si no fuera porque la castaña lo siguió detrás.

—Vamos al mismo piso, nuestros departamentos están al frente. —replicó ella con una sonrisa mientras caminaban al ascensor.

Yato tragó saliva, su cara estaba roja de la vergüenza, no solo por el hecho de que la chica quien estaba al lado suyo era la persona quien le había salvado y regañado por estar distraído, sino porque en sus pensamientos él la había visto como la mujer más bella de su vida. Eran esos amores que transporte público, de esos que puedes enamorarte perdidamente, pero sabes que nunca más vas a ver y mucho menos cruzar palabra, pero, ahí estaba ella.

—Yo, no sabía que el departamento de al frente lo estaban arrendado —dijo él poniendo una conversación trivial para no mostrarse nervioso.

—No lo está. Es el departamento de mi hermano, como él trabaja alrededor del país me lo prestó para que viviera mientras estudio en la universidad.

—Oh, vas en la universidad, no lo esperaba

—Se que parezco una niña de preparatoria —dijo con cierto pesar —¡Pero no me digas niña! Yo tengo diecinueve años.

Es una niña pensó Yato con una sonrisa —Eso está bien ¡los estudios son importantes a tu edad! Así que trabaja duro por tus sueños —dijo Yato.

Ella río —Gracias señor Yato —respondió Hiyori. El ascensor paró en el piso de ambos y estos salieron para comenzar a caminar. Se pararon al frente de sus puertas.

—No me digas señor Yato, tan solo Yato nada más. Fue un gusto conocerte Iki, si necesitas algo puedes llamar a mi puerta.

—Hiyori, vamos a hacer vecinos ¡Y espero que muy buenos! Así que solo llámame, Hiyori y también si necesitas algo puedes contar conmigo.

"calidez"

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"Si estás solo y desesperado, siempre puedes volver a mis brazos Yaboku, Yaboku, Yaboku. Porque tú siempre serás mi hijo favorito, mi pequeño Yaboku, sé que volverás a mis brazos algún día pidiéndome perdón por tú rebeldía"

Abrió los ojos desesperado. Toda su piel estaba sudada por aquella pesadilla que interrumpió sus sueños.

—Solo fue eso, esta es la realidad —se decía a si mismo mientras pasaba sus manos en la frente sudada, trató de regular su respiración mientras seguía dándose palabras de aliento —ahora tengo que dormir mañana, tengo que imprimir esos informes —se decía así mismo para distraerse. Cerró sus ojos para poder seguir descansando pasaron unos minutos estaba a punto de caer al sueño profundo nuevamente hasta que unos golpees suaves -pero molestos- en la puerta lo sorprendieron.

—¿Golpees? ¿Alguien llama? Imposible, este piso este casi vació, no, debe ser mi imaginación —cerró los ojos, pero de nuevo los golpees suaves a su puerta lo interrumpieron —no, no, no solo mi imaginación. —abrió sus ojos para mirar la hora en su celular. —son las dos de la mañana ¿Es posible? No...—golpees suaves. —pero, ahora que recuerdo esta esa chica, a lo mejor le pasó algo y me necesita.

Se paró de su lecho, como era una noche fría se puso su abrigo para salir de su departamento, ya no había golpees, pero igual iba a revisar, después de todo al principio eran golpees suaves -posiblemente para no despertar a la demás personas- pero insistentes.

Yato abrió la puerta de entrada, pero no había nadie ahí.

—¿Eh? De verdad mi imaginación —reviso a todos lados y con su mano se dio un pequeño golpee en el rostro —cansancio, solo cansancio ya me hace alucinar. —sin embargo, sin querer con su pie pateo algo suavemente que le llamó la atención, bajó su vista al objeto que había golpeado y sus ojos azules se abrieron más grande que nunca.

—Eso, eso, eso...es...eso, es...un ¿bebé?

El pequeño ser dormía pacíficamente en una pequeña caja, se encontraba bien abrigado y al lado suyo al parecer había una carta. Yato miró a todos lados buscando alguna persona, pero el pasillo estaba desolado, solo estaba él y el pequeño bebé, se pasó sus manos por su rostro y lo frotó pensando que estaba muy cansando y definitivamente era su imaginación que le estaba dando una mala jugada, pero no, nada. Ahí seguí la caja y el infante durmiendo.

Con miedo y delicadeza tomo la caja y nuevamente miró a todos lados, nada, nada. Entró al departamento con la caja y abrió la carta.

"Su nombre es Yukine, nació un veintinueve de noviembre, sé que le podrá dar todo el amor que yo su madre no puedo darle. Por favor, cuídelo mucho, lo amo con todo mi ser y quiero algo mejor para él"

La carta terminaba así.

—Yukine

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FIN DEL PROLOGO

Hola!

Espero que les guste este proyecto que tengo en mente, el principio esta largo ¿no? he he ¡5000 palabras! es un nuevo récord para mí, es la primera vez que escribo para este fandom, ¡No hace mucho me termine de ver el anime y ponerme al día con el manga y oh Yato-sama esta muuuy bueno! Quise aportar mi granito de arena al fandom así que ¡aquí esta está historia! espero que les guste, mi idea no es hacerlo largo (se que tengo que terminar más historias ;-; no me peguen) yo aporto a los fandoms con one-shot pero derrepente cuando estaba estudiando se me ocurrió esta idea y uff...tenía que hacerla si o si.

Espero que les guste y nos leemos pronto ¡Los quiero!