Resumen: E. Aster Bunnymund recibe la visita inesperada de un espíritu, que casualmente coincide con la presencia de Jack Frost en su madriguera. Bunny no cree que eso este pasando, Jack no entiende que está pasando… y una canasta en medio de ellos dos.

Serie: Rise of the Guardians.

Personajes: Jack Frost, E. Aster Bunnymund (Bunny).

Pareja: Jack-Bunny

Género: Amistad, Familia, Romance.

Rating: T

Advertencia: Mpreg.

Capítulos: 01/05

Palabras: 2613.

Notas:

Fecha: 23/07/2018

Beta Reader: Por ahora sin betear.

Disclaimer: Todo lo referente a Rise of the Guardians pertenece a William Joyce y DreamsWorks.


Capítulo 01.

Hace mucho tiempo que Jack pasaba sus horas de ocio en la Madriguera… molestando, divirtiendo o simplemente haciéndole compañía al adusto Guardian de la esperanza. Incluso, cualquiera podía pensar en el los últimos años había pasado más tiempo allí, que en su propio lago.

Pero no es como si él pudiera evitarlo… Bunny era excelente para casi cualquier actividad que Jack tuviera en mente. Desde alocadas carreras bajo los túneles, hasta entrenamiento duro, y algo de historia de otros espíritus que Jack aun no conocía.

Claro que Jack estaba más que ocupado en su estación, aunque ahora se limitara a quedarse en Burgess para hacerlo. Y el resto del tiempo, no perseguía a la estación por el resto del mundo, si no que iba directamente a la Madriguera… siempre y cuando, no estuvieran cerca de Pascuas.

Así que el Heraldo del invierno estaba allí cuantas veces pudiera, más de las que había entrado a hurtadillas, en el pasado, al taller de North.

Y cuando Jack llegó esa mañana de sábado, sin más idea que la de compartir su tiempo con Bunny; encontró a Aster trabajando en su jardín privado, lleno de hortalizas hasta los muslos… y listas para cosechar.

El espíritu del invierno saludó con una amplia sonrisa, manteniéndose a flote muy por arriba de la cabeza de Bunny, y su preciado jardín.

—¿Qué haces, canguro?

Bunny crispó sus bigotes ante el apodo, pero hacía mucho tiempo ya que no le molestaba ser llamado de esa manera.

—Desarmo una peligrosa bomba… ¿No lo ves? —sus ojos rodaron en exasperación fingida, pero sabía que sus labios estaban temblando al intentar contener la sonrisa.

—Oh… ya veo. ¡Entonces deberías empezar por las zanahorias, si hay algo de malo en este jardín seguro es una de esas zanahorias! —Jack sonrió, divertido de la broma, disfrazada de sarcasmo –¿o era al revés? ¡No importaba… de todos modos iba a disfrutar el día! –, y dejó que el viento lo meciera divertido.

Su cayado aterrizó en la tierra, lejos de las plantas y brotes, donde la fina escarcha no dañaría nada, y su mano se precipitó hacia una de las mencionadas infractoras en el jardín de Aster, arrancándola de la tierra sin dificultad.

—¡Mira!… ¡Estoy seguro de que es esta! ¿Qué quieres que haga con ella?

Aster negó suavemente, pero aun así vio por encima de su hombro, directamente a la zanahoria que Jack tenía colgando de su mano.

—Ensalada. —fue lo único que dijo, antes de seguir con su trabajo.

—¿Eso es todo?... —Jack pareció desilusionado con el nada sutil cambio, pero siguió sacando unas cuantas zanahorias más de la tierra antes de saltar de su cayado, en dirección a la cocina de Bunny.

Lavó y cortó las verduras, y algunos tomates también, antes de arrojar todo aquello en un profundo cuenco de madera lustrada, y excelentemente pintado.

Estaba a punto de mostrarle su gran trabajo a Bunny, cuando un espíritu animal apareció repentinamente frente a él.

—Buenos días, joven Guardian.

La gran ave saludó, con un corto asentimiento de su cabeza, haciendo que no solo Jack saltara, sino que también emitiera un sonido mezcla entre grito y gemido, bastante agudo para su propio gusto.

Aster no tardó en llegar donde ambos espíritus estaban, obviamente alertado por el grito de su compañero Guardian. Aunque, sin sentir un peligro inminente dentro de su madriguera, Aster pensó que Jack podría hacerse lastimado solo… muy probablemente.

—¿Por qué gritaste?

—¡No grite!

—¡Sí lo has hecho… pensé que te habías cortado!

—¡Gracias!… Sé cómo manejar un cuchillo, Bunny. —Jack aun intentaba recordar en qué momento había gritado ante la sorpresiva aparición del espíritu, y saber por qué aún tenía en sus manos el cuenco de ensalada, y no su cayado. —¡Y creo que no es momento para eso! —murmuró entre sus dientes apretados, agitando su cabeza hacia el reciente e inesperado visitante.

Bunny siguió el movimiento de su cabeza, encontrando al espíritu aun parado pacientemente a no más de un metro de la puerta de su cocina. La gran ave se inclinó como simple saludo ante Aster.

—¿Cigüeña? —Bunny no tardó en devolver el cortés reconocimiento, pero el asombro por tener su visita era algo visible en el Guardian. —Que extraño es verte en mi madriguera… dime, ¿hay algo que pueda hacer por ti?

El espíritu sonrió apenas, negando suavemente, obviamente divertido por algo que solo él parecía ver.

Era claramente una cigüeña, Jack podía verlo bien… pero esta cigüeña era tan grande como el mismo Bunny, y el espíritu invernal estaba seguro de que sus alas serian enormes si las desplegara en esos momentos.

Con cuidado dejó el cuenco de ensalada en el suelo, y se estiró para recoger el cayado que había dejado apoyado contra la mesa de la cocina. Bunny conocía a ese espíritu evidentemente, y no creía que estuvieran bajo ningún ataque… pero era mejor evitar ciertos problemas. Porque, jamás había visto a este espíritu antes… y no siempre tenían una buena primera impresión de él.

Podía preguntarle a Bunny acerca de eso… pero el asunto había quedado muy atrás en su amistad, ya.

—Jack, creo que debes conocer a Cigüeña… compañero. —Bunny los presentó, aunque no muy formalmente. Lo que viniendo de Aster era más que esperado.

—Lamento si te asuste, joven Guardian. —el ave agitó su cabeza repentinamente hacia Jack, lo que causo un nuevo salto del duende.

—N-no hay problema… No esperaba encontrarme contigo, eso es todo.

No había problema, no había gritado y no estaba asustado… solo sorprendido. Así es, sorprendido, no asustado. Había un mundo de diferencia allí.

Cigüeña le sonrió, viéndolo con su cabeza un tanto inclinada, antes de al parecer ir directo a la razón por la que se encontraba en esos momentos en la madriguera de Bunny.

Típico, de los espíritus con trabajos que jamás se detenían… nunca pararse más de la cuenta en un mismo lugar.

—Bunnymund, sé que también eres alguien muy ocupado, así que no te quitare mucho tiempo, dejare esto a tu entero cuidado… estoy más que seguro de que sabrás que hacer. ¿Verdad?

Aster se irguió como una vara ante la voz del espíritu, viéndolo moverse con gracia, en busca de algo entre sus largas piernas. El Guardian de la esperanza no había notado la canasta que estaba a un lado de la enorme ave… y aunque supiera muy bien lo que contenía, no podía dejar de preguntarse porque estaba allí para él.

No se suponía que algo como eso pasara… mucho menos a él.

¿O sí?

—¿Cómo? —sus bigotes se erizaron y su nariz se movió nerviosa, pero logró no saltar hacia atrás cuando el espíritu frente a él entrego su canasta con sumo cuidado.

—Creo que conoces las reglas tan bien como yo, Bunnymund… Con los espíritus y guardianes se hace una gran excepción, una oportunidad que a los humanos no se les da, y es la de tener estas preciosidades antes entre sus manos. Debes cuidarlos bien, pero eso no hace falta que yo te lo diga.

El ave volvió a sonreír, sus movimientos delicados llamando muy fuertemente la atención del joven guardián… que no perdía un solo movimiento del extraño intercambio entre los espíritus frente a él.

La canasta no era tan grande, así que Jack no estaba del todo seguro de lo que podía haber adentro. Sintió una curiosidad muy grande de elevarse para poder ver dentro, aunque parecía estar cubierta con una especie de paño suave.

—¿Quieres decir que me lo dejaras a mí?… ¿Esto? —Bunny, ahora sí, dio un increíble salto hacia atrás, tan repentino que Jack lo vio totalmente intrigado. No entendía nada en verdad, pero la reacción de Aster fue lo más curioso para él, de todo lo intrigante que parecía estar pasando en esos momentos frente a sus ojos.

—Así es… todo tuyo. —moduló suavemente la Cigüeña, sonriendo apenas. Parecía realmente divertida por la reacción del Guardian de la primavera, aunque rápidamente giró su atención solamente hacia Jack. —¿Alguna pregunta, joven Guardian?

Jack parpadeó, y asintió casi tan rápido que hasta su cuello pudo haber sonado por el esfuerzo repentino del movimiento.

—¿Qué es eso? —dijo, apuntando con un delgado dedo blanco hacia la canasta.

Tanto Bunny como Cigüeña siguieron su dedo, antes de volver sus miradas hacia el pálido espíritu invernal.

—¿De verdad no lo sabes? Es obvio que eres muy joven… Y creo que Bunny puede contestarte eso por sí mismo. —obviamente Cigüeña se desembarazo rápidamente de la pregunta de Jack, sin ningún problema.

Jack, observó al pálido Guardian de la Esperanza en el que se había convertido Bunny, aun viendo la canasta como si fuera capaz de recrear vividas pesadillas que lo pudieran atacar de improviso, y negó con fuerza… no parecía estar en ese plano siquiera. Además, no era como si el mismo Bunny fuera a contarle algo, si no quería hacerlo.

—¿Puedo saberlo…? —preguntó, casi impersonalmente…sin dirigirse a ninguno de los dos puntualmente, esperando que alguno de ellos le contestara.

Para su total sorpresa, el espíritu del ave parecía gustoso de explicarle tan extraña situación. Con mucho cuidado removió el paño blanco que cubría la canasta, y Bunny los sorprendió a ambos cuando un gemido patéticamente ahogado escapo de él, mientras su rostro estaba de lleno casi dentro de la dichosa canasta.

—¿Eso es magia? ¿Magia pura?

Sus ojos se abrieron, enormes y curiosos, frente a las cuatro esferas de brillante poder en aquel recipiente. Mas pequeñas que una de las bolas de nieve de North, pero algo más grandes que una manzana silvestre.

—Algo así, son futuros espíritus… —la Cigüeña sonrió al ver la expresión de su cara. —Sé que soy más conocida por llevar bebés a los humanos, pero mi trabajo con los inmortales es un poco diferente a solo llevar niños

—¡Espera!… ¿Quieres decir? ¿Esos son los hijos de Bunny?

Su voz salió aguda por la sorpresa, y sin esperar respuesta, Jack estaba al segundo con su rostro casi pegado al interior de la canasta. Las cuatro esferas brillaban en colores diferentes, y cálidos… muy hermosos ante sus ojos.

No podía creerlo… Bunny… esos eran sus…

—Lo serán… no en un futuro inmediato de seguro, pero sí.

Jack retrocedió impávido, dedicando una fugaz mirada al espíritu animal, antes de volver a ver a Bunny, con más detenimiento. Su compañero Guardian solo pudo sostener su mirada por cuestión de segundos antes de simplemente evitarla por completo.

—¿Felicidades?… creo, digo… ¡Felicidades, Bunny! —el duende invernal intentó una sonrisa que no consiguió fuerza, antes de romper en carcajadas forzadas. —Bien, será mejor que te deje solo Bunny, estoy seguro que necesitas celebrarlo. —se giró hacia el ave presentándole sus respetos antes de sonreír más tranquilo. —Mucho gusto de conocerte, ojalá volvamos a vernos en otra ocasión.

Y sin más que agregar, llamó al viento tan rápido que ninguno de los otros dos inmortales supo cuando desapareció frente a ellos.

—¡Jack! —Aster llamó, pero el joven Guardian no volvió a su llamado. —¡Genial! Simplemente extraordinario.

—¿El joven Guardian se acaba de ir? —claramente Cigüeña no estaba entendiendo el dinamismo en la madriguera en esos momentos. —Estoy seguro que no muchos humano se van cuando llego con bebés que están esperando… —dijo con un poco de aprensión.

Aster solo se limitó a suspirar, cerró sus ojos mientras que jalaba sus orejas más bruscamente de lo que debería. No dejaba de murmurar a media lengua… dejando salir poco a poco el nerviosismo acumulado en su interior.

—Esto no puede estar pasando… dime que esto no está pasando Manny, por favor.

El sonido del viento hizo eco en uno de sus túneles, como ultimo aviso de que Jack ya no estaba físicamente allí. Abrió sus ojos encontrándose aun frente a Cigüeña un tanto confundido, pero Bunny no tenia deseos de abrir su boca en ese momento… o seguramente se arrepentiría de lo que saldría de ella.

El espíritu ave parecía enormemente confundido, incluso comenzaba a pensar que no había llevado alegría a la Madriguera, como él tanto había pensado.

—Tal vez no estoy entendiendo esto, Bunnymund… ¿acaso…?

Bunny gruñó, no en un tono amenazante, pero lo suficientemente enojado como para que Cigüeña hiciera un poco de espacio entre ellos.

—¿Por qué ahora? —el Guardian de la Esperanza preguntó casi en desesperación. —Ni siquiera… él… aun… yo… ¿Como es esto posible?

Entre el balbuceo nervioso, Cigüeña pudo más o menos entender cuál era el problema del Guardian.

—Perdón… creí que sabias. —la gran ave parecía arrepentido en cierto punto. —Aster, cuando un espíritu o inmortal como ustedes dos esperan descendencia, las almas de sus futuros hijos son entregadas directamente a los padres… —Cigüeña movió su cabeza pensativo. —Y creo que, en su caso, es más importante aún… sus magias son tan contrastantes, tan diferentes, que no sé qué clase de cuidados especiales podrían necesitar ellos.

La canasta volvió a llamar la atención de Bunny, e inmediatamente se dispuso a sostenerla en sus manos. Es verdad que él jamás se había esperanzado de volver a tener una familia, mucho menos a más como él… pero en algún momento en los últimos años, algo de eso había cambiado.

Y eso solo se debía a la presencia de Jack a su alrededor, pero… ellos apenas podían llamarse compañeros, amigos aun no. Mucho menos podía decirle a Jack…

—Ni siquiera estoy seguro de que Jack quiera algo como esto. Él es… libre. —Bunny enterró su cara entre sus brazos, la canasta llena aun en sus manos. —¿Cómo le explico que…? Solo va a reírse de mí.

—Aster, yo no puedo decir si eso será así o no… pero esto que tienes entre tus manos, no se creó por un simple capricho mío. —al cabeza de la gran ave se torció con algo de diversión, Bunny seguramente le hubiese gruñido si no estuviera tan inmerso en sus últimas palabras dichas. —Quizás no sea hoy, E Aster Bunnymund, quizás no sea hasta dentro de 100 años más… pero creo que de alguna manera tiene que comenzar.

El gran conejo de pascuas solo pudo suspirar, podía entender a qué era lo que el espíritu se refería. Pero de allí a que él…

—Creo que esto ahora depende de ti, si tarda unos pocos siglos… y un increíblemente ridículo espacio de tiempo para que pase. Y si no hay nada más que pueda ofrecerte, me despido… aún tengo mucho que hacer, bebés que entregar. —Cigüeña batió sus alas suavemente. —Ah, y cuando veas a Jack de nuevo, dile que fue un placer de mi parte, y que se fue antes de que pudiera decirle: 'Felicidades'… Por cierto, felicidades para ti también Aster.

Y sin más dejó la Madriguera, abandonando a un muy asustado y confundido Bunny… sosteniendo una canasta de los que podían ser sus futuros hijos.

¡Lo serian! Mejor dicho… cuando pudiera tener el valor de plantarse frente a Jack y explicarle que era todo eso. Y la razón por la cual…

Bunny era un mal Guardian de la esperanza, sin ninguna duda.

Él tendría que salir a buscar a Jack, y sabía que a ningún lugar donde podía encontrarlo, podía llevar a su preciosa carga con él. Dejo la canasta bien guardada en su taller, porque habían pasados siglos desde que el ultimo incauto intento hacer algo como meterse en el lugar más sagrado de su Madriguera… y luego nadie jamás lo había vuelto a intentar. Al menos hasta que regresara, estarían a salvo.

Golpeó el suelo una vez, y esperó que no le fuera tan difícil encontrar al joven espíritu. Ya se sentía cansado y no habían pasado más del mediodía… a esa altura, estaría muerto para la hora de dormir. Si es que encontraba a Jack para entonces.

Continuará.


Notas Finales: Originalmente este fic estuvo pensado para que fue un Oneshot, pero estaba creciendo muy desproporcionadamente, así que me puse a arreglarlo, y para que tuviera verdadero sentido… salieron capítulos.

Espero que se de su agrado.

Diría que es una precuela de mi anterior fic del fandom de RotG, pero no cerraría… aquí las cosas son un tanto diferente.

Ya sabe, me dejan en los comentarios si les gusta, o si no también… aparte de si encuentran incongruencias y errores.

Nos vemos.