Y entonces está ahí, el chico de un lado al otro, limpiando, recogiendo, cocinando y algunas veces lavando, el mayor leyendo cuidadosamente inmerso en la lectura, pero sus pensamientos se dispersan, ¿la razón? Un chico muy atento limpiando, sin notarlo apenas perceptible lanza una mirada a Morinaga, apenas y el mismo nota eso, si, le gusta, le gusta la casa limpia, y el poco ruido que hace su compañero, le gusta el olor de la comida y le gusta que todo este ordenado cuidadosamente o al menos eso creé, no se da cuenta que siente, el olor de la comida, el café, lo limpio, no era eso, había un momento en el que la mirada de su amigo brillaba, un momento en que tarareaba, en que podía escuchar su respiración, podía sentir su amigable presencia en el lugar, le hacía sentir bien, la voz de aquel incluso siendo interrupción a sus pensamientos era alegre, amable, ¿Qué era?, él no lo sabía, pero sentía que le llenaba el corazón, y que latía un poco más rápido, percibía el cálido ambiente del lugar en su pecho, el sentimiento de paz al oír un ave cantar, al ver la lluvia después de una sequía, o dormir después de un largo día, estar con Morinaga era una combinación de los pequeños grandes placeres de la vida, una multiplicación de eso y más, pero él ni podría ponerlo siquiera en esas simples palabras, no podía expresarlo y se abandonaba esos pensamientos quedando absorto leyendo nuevamente con la idea de que aquel cálido sentimiento era resultado de Morinaga alterando por completo su paz.
