僕のヒーローアカデミア
Boku no Hero Academia, no me pertenece. Derechos reservados a Kohei Horikoshi de personajes. Esto es sin fines de lucro.Las sonrisas coquetas de Shoto estaban a la orden del día. Sus ojos paseaban de arriba a abajo por el cuerpo de la mesera que claramente le correspondía. Una sonrisa ladeada apareció en su rostro cuando la chica se reclinó casi poniéndole las tetas en la cara; todo para poner un par de cubatas sobre la mesa. Todoroki no tuvo reparo alguno de echar ojo sobre eso. ¿Por qué lo harías sí el espectáculo era solo para él?
Un guiño coqueto antes de verla marchar. Una seña de que el baño estaría libre en unos momentos. Una indirecta que le caía de perlas, porque el día había sido una mierda. Un buen polvo podría liberarlo de sus frustraciones y algo más.
Una carcajada le trae de regreso. Touya, está frente a él. Alzando una ceja de incredulidad, como si no estuviera habituado a ese tipo de comportamientos, cuando es claro que lo está. Aún así no deja de causarle gracia el cinismo de su hermano menor. La verdad es que poco le importa dónde meta la polla
—Bien, al menos no tendremos que pagar toda la cuenta — dijo Hawks, removiendo el líquido que le quedaba al fondo de su vaso. Escondiendo su sonrisa retorcida tras beber un poco de su whisky
—Oh claro, ya hizo el efecto Shoto ¿No, mocoso? — colocó su mejilla en la palma de su mano. Una curvatura surcó sus labios. Leve, aunque más bien era burlona
Shoto giró los ojos mientras suelta un bufido. Poco le importaba lo que dijera su hermano y mucho menos el puto de su novio
—No puedes dejar tu pito dentro de los pantalones
—¿Y? Solo es sexo. Se siente bien. ¿No es por eso que muerdes la almohada todos los días, Hawks? — soltó una ligera risa triunfante cuando vio a su cuñado decir entre dientes "mocoso estúpido" —. Además yo podría estar con quien yo quisiera. ¿Para qué limitarme? Los cogen rico, consensuado y yo puedo saciar mis necesidades. Todos ganamos — terminó con simpleza. Levantando los hombros para restarle importancia
—Suenas como un imbécil
— Es un imbécil —acotó Dabi —. No te creas tan especial, mocoso. Tampoco es para tanto
— Ya, lo que digas. No me importa. De todas formas que te quede claro que no me creo especial, lo soy y lo sabes — de nuevo el gesto de superioridad se posicionó en su rostro
Shoto sabía que era atractivo visualmente y que su forma de ser podía ser magnética. Tenía muy claro su valor como persona. Lo enigmático de su personalidad y que la fachada de "chico malo" hacía que cayeran como moscas entre las redes de sus deseos. Pasó por su mano por su cabello. Sacudiendo un poco las rojas hebras finas que se entrelazan con las blancas. Porque sí, gran parte de su buen parecido era gracias a la heterocromía que poseía
Bebió un poco de la cubata que había dejado la tetona. Ya se sentía un poco más relajado que por la mañana. Tomaría un par de cervezas más antes de encerrarse un rato en un cubículo del baño. La música de fondo no era totalmente de su agrado, pero sí lo suficientemente buena como para mantener un buen ambiente en el lugar.
Unas risas estruendosas se hicieron presentes. Demasiado grotescas, ruidosas. Algunas más agudas de esas que lastiman los oídos y hacen querer taparse las orejas. Giró su cabeza manteniendo su gesto serio y miró por encima de su hombro. Ahí estaban los causantes de su molestia.
Una chica de cabello rosa estaba bailando sobre la mesa, y el resto le aplaudía bastante.
No pudo con el hastío que sentía en ese momento. ¿Cómo es que uno de sus lugares favoritos había sido invadido por ellos? Y precisamente tenían que ser ellos. Casi se le escapa un "agggggh" que se le quedó atorado en la garganta, apretó los labios.
Le desagradan mucho. Eran el típico grupo de personas que dominan la escuela. Los deportistas y estudiantes modelos que se la pasan sonriendo. Solo aceptando a la gente de estatus cerca de ellos
Arrugó el entrecejo.
Demasiado hipócritas, demasiado falsos.
No le gustaban, ni siquiera un poco.
Regresó la vista a su hermano, quién tenía una mueca de satisfacción en el rostro. Como si su perspicacia le hubiera hecho encontrar la cura del cáncer o algo similar. Shoto no sabía cómo describirlo pero le parecía sumamente desagradable
— Entonces, ¿dices que podrías tirarte a cualquiera.
— ¿Qué no te ha quedado claro.
— Vale, entonces... Entonces metete en los pantalones de "La liebre de la UA", ya sabes nuestro bloqueador central del equipo de vóley, Midoriya.
Shoto sintió que el alma se le iba al piso y la quijada la apretó un poco. Claro que no, que asco. Primero muerto. Aparte, si no mal recordaba ese niñato tenía novio, los había visto paseándose por los pasillos de la universidad. Tomados de la manos, derramando miel a cada paso que daban. Todos lo sabían y aunque alababan su relación de frente, la envidiaban por la espalda. A él simplemente le causaban náuseas cuando pavoneaba su amor de mentiras frente a todos. Porque ¿Quién se podría enamorar en la universidad? Teniendo tantos placeres enfrente para experimentar
Shoto no lo entiende y tampoco le interesa entenderlo. Aún así es consciente que Midoriya no es el tipo de personas con las que podría sacarse un polvo fácil. Tiene toda la pinta de ser un romántico que pide citas bajo el manto estrellado y algunos besos al atardecer. ¿Qué podría esperar de un tipo que incluso se mete en los asuntos del consejo estudiantil y que es uno de los mejores deportistas de la U.A
Todoroki podría ser un cabrón, pero jamás se metería en una pareja. Eso sí iba en contra de sus principios morales. Odiaba tanto a ese tipo de persona
— No — dijo en automático. Arrastrando las sílabas. No, no perdería así el tiempo.
— Oh, vamos ¿Shoto "El meto mi pene en cualquier cosa que tenga hoyo" no podría con un conejito asustado como lo es el pequeño Midoriya? — dijo su hermano con un deje de sorna.
Miro de reojo al chico. Rizos verdes alborotados, delgado, pero no tanto. Más bien parecía tener una masa muscular bastante consistente con 1.70 mts —la estatura que Shoto le calculaba—. Se le veían los brazos fuertes, seguro que de un golpe le rompería la boca. Era atractivo, siempre lo había reconocido. Desde que supo de su existencia, eso le había quedado claro, pero no su tipo, no le interesaba en lo más mínimo.
— No, Dabi. No estoy interesado en sus mierdas. No es que no pueda, es que no quiero.
—Ah, ya. Entiendo. Le tienes miedo a la guillotina social que representa. Me sorprende porque un tipo tan basura como tú, le tenga miedo al qué dirán.
La piel de Shoto se arrugó. No, claro que no era eso. Solo no quería perder su tiempo en las estupideces que su hermano le proponía.
— No me importan. Además el niño tiene novio y sabes bien que no me gustan esas cosas.
— No, no tiene. Lo he oído. Al parecer terminaron por eso están aquí o al menos eso dicen las malas lenguas. Entonces, ¿Mi querido hermanito no tiene el suficiente encanto de llevárselo a la cama y romperle el corazón a uno de los prodigios de la universidad.
— ¡Que va! Si se niega tanto es porque sabe de sus posibilidades. Entonces eso quiere decir que el mocoso no es tan especial como tanto se pavonea.
— Lo sé, lo sé. Claro que no podría acercarse lo suficiente sin llevarse un puñetero golpe de su perro guardián. Es obvio que Shoto no tiene oportunidad. Es más, dudo que pueda defenderse del conejito.
A Shoto le hierve la sangre y el ácido gástrico le quema la garganta. Respira profundo para a calmarse, no lo logra. No quiere caer en sus provocaciones. Vuelve a mirar de reojo y ve bailar a Midoriya con la chica que había estado sobre la mesa. Las risas cada vez son más sonoras y la sonrisa se ensancha en su rostro. Todoroki solo puede sentir repugnancia. No, definitivamente no esta dispuesto a involucrarse en ese ambiente.
— No, no la tiene. Es mucho para atraparlo entre sus garras.
Oh, no. No, no no. Claro que no. Nadie era mucho para él. De eso estaba seguro. ¿Qué no podía meterlo entre sus garras? Claro que podía. Shoto está seguro que en poco tiempo podría tenerlo de rodillas proclamando su amor y rogando migajas de atención que él no estaba dispuesto a dar. ¿Midoriya? Pffft. Presa fácil, unas cuantas palabras bonitas, un par de citas y un buen sexo bajo la luz de la luna haría que Midoriya bailara sobre la palma de sus manos.
No suele buscar ese tipo de cosas porque le da pereza tener que hacer tanto para buscar algo de una noche, pero su orgullo le puede más.
— Está bien. ¿Eso quieren? Lo tendré arrastrándose por mi amor en poco tiempo. Solo espera.
Dabi soltó una risadota. Era demasiado predecible. Lo sabía, sería interesante ver a su hermano intentando meterse en la cama de alguien que ni siquiera le volteaba a ver. Joder, como disfrutaría todo esto.
— 6 meses. Tienes 6 meses para romperle el corazón. Te estoy dando medio año porque soy benevolente contigo. No creo que llegues lejos. Aún así habrá reglas porque no soy estúpido como tú. Si se llega a enterar antes de tiempo o en su caso, no logras cumplirlo... — Dabi se quedó en silencio un momento, sopesando sus posibilidades. Shoto se estaría mintiendo si dijera que no tenía una pizca de miedo cuando vio un brillo peculiar en los ojos de su hermano —. Tendrás que aceptar 6 meses de trabajo en las oficinas del viejo. Uno por cada mes que desaprovechaste la oportunidad que te estoy dando. En cambio, si pierdo, tomaré el puesto ese mismo tiempo.
Estaba claro que Touya sabía cómo jugar con su mente. Si en este momento decidía echarse para atrás quedaría como un cobarde de mierda y Shoto era todo menos un cobarde. Tragó duro, mordiéndose la lengua para no soltar los improperios que pensaba. No le daría el gusto de verlo descolocado.
— ¿Solo eso?
— No, lo voy a pensar. En unos días te daré las reglas a seguir, mientras tienes camino libre para hacer lo que tu quieras.
— Está bien.
Shoto volvió a mirarle. Midoriya levantaba un vaso lleno de quién sabe qué cosa mientras bailaba al ritmo de una canción de reggaeton demasiado bien. Movía las caderas de un lado a otro, despacio, con una mueca que le apetecía un poco sensual. Sin pena alguna, solo disfrutando del momento, de sus amigos, de sí mismo. «¿Qué no hace bien este cabrón?»
No le quita la mirada de encima, empieza a sentirse ansioso. La gracia de Midoriya es inusualmente buena. Uno de sus amigos le pone una botella de tequila en la boca y él no se queja. Shoto le ve beber durante 10 segundos y como todo el líquido que no alcanzaba a tomarse se escurría por su cuello. Trazando un camino que pasaba por la manzana de Adán y que terminaba entre su pecho, justo al borde de esa camisa blanca que tenía abierta hasta la mitad. Entre más se baila, más se mueve de su lugar su ropa. Su ropa se entalla. Sabía que Midoriya tenía buen cuerpo pero «Joder, que buen culo tiene».
Las chicas que van con él están pegadas, parecen chinches, restregando su cuerpo sin pudor alguno contra el de Midoriya, con ellos también está un rubio y un pelirrojo. En cambio, la otra parte del grupo, — en su mayoría son los integrantes del equipo masculino de voleibol— se quedan a un lado, haciendo guardia para que nadie se acerque a las chicas. Shoto no sabe si es porque son demasiado territoriales o es que más bien quieren evitar problemas con alguien que quiera sobrepasarse.
Aún así sus ojos terminan regresando a su próxima presa. Le está cazando, necesita información antes de lanzarse de lleno. Está saboreandose, saboreando el momento. Dejando que manos ajenas toquen su cuerpo. Bailando con un montón de mujeres restregando su piel. Está lejos pero podría escuchar los jadeos de cansancio, siente el calor que emanan. La sensación pegajosa en su cutis y lo salado de sus labios.
Midoriya tomó la cadera de una de las chicas para pegarla a sí mismo. Están de frente y se sonríen muy amistosamente. Lo suficientemente cerca como para poder olerse, pero lejos como para no rozarse. La porrista —sí , porque Todoroki sabía quién era. La había visto en los campos de práctica — puso su brazo por encima de su hombro y se dejó guiar por las fuertes manos del otro.
Una de ellas se desliza hasta la cara de la chica y pone un mechón castaño detrás de su oreja y se acerca para decirle algo al oído. Sueltan una carcajada que parece sincera antes de dedicarse una mirada que Shoto no sabría descifrar. Siguen bailando cuando la de cabello rosa salta sobre Midoriya para obligarlo a darle atención.
De nuevo con esos pasos que le apetecen sensuales y Shoto comienza a sentir como de a pocos el calor del lugar empieza a subir. Otra vez la sensación de cosquilleo le empieza a corroer por dentro y la ansiedad en sus labios hace que tiemblen de una manera casi imperceptible
«Uy, qué calor hace aquí»
Todoroki sabe bien porqué, pero su orgullo no le permite aceptarlo. Sus ojos viajan con rapidez en busca de la mesera de hace un rato, recibe una sonrisa cuando la encuentra. Ladea un poco la cabeza y ella entiende a lo que se refiere. No había necesidad de palabras, ambos dejan su lugar para irse al baño.
Entraron de manera discreta. Ella miró que no hubiese nadie antes de cerrar la puerta tras de sí. Shoto estaba duro desde que se levantó de la mesa. El ansia le come, así que la estampa contra uno de los cubículos para comenzar a besarla con brusquedad. Chupetea sus labios, y deja pequeñas mordidas en ellos. La siente temblar bajo su fuerte agarre. Jadea, y a Todoroki le prende provocar todas esas sensaciones en el cuerpo ajena.
Sus manos son traviesas, se deslizan con lentitud hacia el abdomen de ella, primero pasando por su pecho, masajeando un poco sobre la ropa. Juega un poco con los pezones mientras ataca su cuello con fiereza y la apresa entre la pared y su persona. Se aburre al rato, lleva su mano debajo de la falda, dentro de las bragas.
Está húmedo, le gusta sentirla mojada por él. Le hace crecer el ego y algunas cosas más. Roza con sus dedos para estimularla, despacio. Firme pero con suavidad. Provocando gemidos más fuertes que son callados con la boca descortés de Todoroki. Los gemidos ahogados en besos, intercambio de fluidos, sensaciones que les erizan la piel y que sin empujados sin juicio al abismo del placer.
Carnal.
Caliente.
Húmedo.
Delirante.
Shōto siente que no puede más y se desabrocha el pantalón liberando su erección. Palpita, pide ser atendida. Le duele un poco, quiere enterrarla. Sin dejar de besarla, saca un preservativo de la bolsa de su pantalón. Necesita saciarse, antes se lo coloca porque está caliente pero no es ningún imbécil.
Toma la pierna ajena y siente como se aferran a su cadera. «Es flexible, al menos». Entra, la primer estocada es dura, quizá con poca consideración pero antes de seguir observa a su acompañante, le recibe cerrando los ojos y en su cara pinta el placer puro, para él es una señal para continuar de la misma manera. Duro, caliente. Embestidas que le hacen soltar sonidos guturales.
Lame el lóbulo de la mesera, y lo mastica con delicadeza. Le está jadeando al oído, y la siente temblar bajo la presión de su cuerpo. No la conocía pero le daba gracias por dejarle liberal la tensión que había acumulado entre sus piernas.
«Puto Midoriya»
Le molesta un poco que sus movimientos le lleguen al pensamiento y le molesta más que le guste. Todoroki aumenta el ritmo de su Vaivén. Aprieta los glúteos ajenos, casi encajando las uñas, saboreando cada centímetro de la piel del cuello de la mujer que está cogiendo.
Más jadeos femeninos, mas rápido, más rápido.Más fuerte. Más sensaciones electrizantes que le recorren la columna vertebral. Más delicioso, más sonidos guturales, más cosquillas en la punta del pene que está apunto de liberarse, pero no antes de hacerla terminar a ella.
Sus manos dejan el culo de la muchacha para llevarla al clítoris. Con dos dedos sería suficiente para llevarla al paraíso o tal vez al segundo círculo del infierno*. Descontrolando sus sentidos y desconectandose de cualquier otra cosa que no sea la sensación de un polvo rápido en el baño de un bar.
Explota, ella lo hace junto con un gemido y las manos aferradas a los hombros de Shoto. No lo espera más y sigue con estocadas rápidas y bruscas, pensando en el culo que tanto le había puesto hace unos momentos. Todoroki también se libera de las tenciones, reemplazándolas con la neblina de lujuria sobre sus pensamiento
Shoto había terminado pensando en el culo del un bloqueador central de la U.
Izuku a sus 20 años de edad pocas veces había sentido el amor. Amor romántico, porque el amor lo encontraba en otras cosas. Como en sí mismo cuando bailaba o en la hermandad que llevaba con Kacchan o en el apoyo que recibía de sus padres, incluso la que recibía de Tía Mizuki y el tío Masaru. Pero Midoriya, en ese momento, se debatía sobre su sentir. Ya hace un tiempo que conocía a Shinsou, pero las cosas habían cambiado en los últimos meses y no como le hubiera gustado.
Se habían encontrado por primera vez en la universidad, esa vez en la que Izuku había tenido un evento para la promoción del equipo de voleibol. La UA era una universidad de prestigio no solo en el ámbito académico, sino que también en algunos deportes, entre ellos ese que tanto le apasionaba desde niño. No recuerda con exactitud cómo, pero sí hay algo claro de ese día se quedó tres horas hablando con Hitoshi de todo y de nada. Llegaron al punto dónde sin darse cuenta, tenían registrado el número del otro con un corazón después de su nombre.
Joder, ojalá le hubieran dicho a Izuku que ese día solamente había sido un vistazo de lo que venír.
Empezaron a frecuentarse, al menos dos veces por semana porque sí, iban a la misma universidad, pero en departamentos completamente distintos, —Izuku pertenecía al área de ciencias sociales y Hitoshi a la de artes—. Aún así siempre buscaban una manera de encontrarse. Se divertían mucho, y poco a poco el lazo entre ellos se había estrechado al grado de conocer todas las penas del otro. Las cosas eran distintas si las comparaba con sus amigos más cercanos como Kacchan, Kiri u Ochako.
Izuku lo entendió todo cuando empezó a comparar sensaciones, aún más cuando se dio cuenta que las cosas habían subido de nivel cuando dejó de salir con sus citas ocasionales por ver a Shinsou. Porque no es que antes de él haya sido un casanova, simplemente le gustaba darse la oportunidad de conocer persona.
Al principio fue un poco abrumador toda la clase de sentimientos que le habían revoloteado en el estómago y que le nublaron el juicio con una tela color rosa. Si no hubiera tenido a sus amigos para darle confort en ese momento, seguramente habría perdido la cabeza por completo.
Midoriya creyó que esa faceta suya de baja autoestima y manojo de nervios se había quedado en secundaria, cuando los cambios hormonales, las burlas constantes de la gente ajena — que siempre eran acalladas tras unos golpes de Kacchan— ; aún así le habían hecho la suficiente mella como para crearle fantasmas que a veces zapatean sobre su corazón.
Pese a eso, las cosas salieron bien en el momento en el que se cansó de sentirse como se sentía y tomó las riendas de la situación. Porque, sí algo le había enseñado el deporte, es que las cosas no cambiarían sí él no estaba dispuesto a que las cosas cambiarán.
Entonces se confesó y fue correspondido. Así empezó su relación que duró alrededor de año y medio.
Una relación con subidas y bajadas entre montañas de algodones de azúcar. Dónde la seguridad, el confort, el amor, eran sensaciones que se asentaron entre ellos. Izuku, no podría estar más agradecido de poder gritarle al mundo cuánto lo amaba, de caminar de la mano entre la gente, dónde la multitud quedaba de lado.
Las sonrisas y los corazones viajaban en un vaivén de sentimientos de colores que pintaban su existencia gris, de tonalidades cálidas. O al menos eso era lo que decía Hitoshi.
Más afortunado no podría sentirse.
O eso era lo que pensaba unos meses atrás.
Hitoshi era dos años mayor, y un escultor demasiado talentoso. Así que no había sido sorpresa para nadie que en el semestre de agosto haya ganado su transferencia a París, después de haber ganado una exhibición en la que se ofrecía una beca a una de las escuelas más prestigiosas en Francia. Shinsou sin dudarlo había hecho las maletas e Izuku no había tenido reparo alguno de apoyarle, aunque sentía una pizca de tristeza en lo más profundo de su corazón.
Las cosas habían sido bastante complicadas al inicio, los horarios eran diferentes, entre todas las actividades de Izuku y el nuevo modo de vida de su novio, encontrar un horario en el que pudiesen platicar por videollamada era difícil. Pero supieron estabilizarse, a base de mucho amor y cariño.
Midoriya es una persona muy inteligente, pero a veces peca de ingenuo.
No se había dado cuenta que la situación era distinta a como él se la había pintado, de como Shinsou se la había pintado. El primer vistazo lo notó cuando se vieron en invierno, cuando su novio había regresado a Japón por las vacaciones de invierno.
Se le notaba un poco incómodo cuando él creía que Izuku no lo estaba observando. Sus conversaciones ya no eran tan dinámicas como en el pasado, más bien parecía que Midoriya era el único participante de ellas y Shinsou solo le escuchaba con atención con una diminuta sonrisa en los labios. Sí le preguntaran a él, podría describir la sonrisa de su novio como algo frígida.
La primera estaca en su corazón estaba dada.
Pasó el tiempo y regresó a su nuevo país de estadía. Ahora los mensajes eran escuetos y en ocasiones escasos. Había veces que se dejaban de contestar por días. Midoriya lo había dejado pasar porque tenía demasiado con el club, el consejo estudiantil y el torneo de primavera con el nacional a nivel universitario, que se llevaba a cabo los primeros días de enero, del cual habían ganado el pase durante el torneo regional en noviembre.
Shinsou solo le mando un escueto "Felicidades" por haber quedado en tercer lugar durante su primer año de la universidad. El regocijo que había tenido en ese momento había pasado en segundo plano cuando leyó las palabras tan vacías en un mensaje que le parecía burla.
Y así fue como de a pocos el deslumbrante amor que habían tenido se estaba apagando, pero Izuku no tenía la fortaleza de terminarlo. No hasta que se metió a su instagram con el afán de buscar algún confort en las publicaciones del pasado, donde las fotos predominaban entre sonrisas.
Oh, qué iluso había sido Izuku cuando se metió a la parte de las etiquetas. Ahí estaba su novio a lado de una rubia despampanante haciendo quien sabe que cosas pero bastante más desocupado que todas las excusas que le daba.
Las lágrimas no se habían hecho esperar, no había podido contener sus sollozos al grado que Kacchan —su compañero de piso y uno de sus mejores amigos—, corrió hasta su cuarto. Azotando la puerta en busca de una explicación. Midoriya solo había podido girar un poco el rostro, intentando sacar las palabras que se le habían quedado clavadas en la garganta. El rostro de Bakugou se había ensuciado de cólera cuando sus ojos viajaron al celular y vio el causante de todo.
Izuku no sabe que pasó después del mensaje de amenaza que mandó su amigo, mucho menos cuando él mismo mandó el suyo con todos los sentimientos de decepción puestos en palabras. No recibió respuesta alguna.
Eso le confortaba y al mismo tiempo no.
No le había dolido tanto como esperaba, al parecer su duelo lo había pasado durante los últimos meses de relación, pero aún así aún tenía cosas atoradas en el corazón. Es por eso que apenas llegó junio, fuera de la temporada de torneos, sus amigos lo habían arrastrado a un bar al que nunca habían ido para pasarlo bien.
No habría represalias si por alguna vez en su vida, decidiera perderse en el alcohol y disfrutar el momento como nunca antes. Siempre era el más moderado en la bebida para cuidar de los suyos. Así que esta vez aceptaría todas las bebidas que sus amigas, Kiri y Denki le dieran. Porque habría alguien tras sus espaldas.
Así terminó bailando en medio de la pista, medio ebrio. Dejándose llevar por las sensaciones y las canciones de mal de amores. Bailando a ratos con Ochako, con Mina y Jiroh, cuando decidía que la timidez quedaba en segundo plano. Denki lo arrastraba para un buen perreo, o para cantar "Chinga tu madre" de Molotov, a todo pulmón. Claro que iba con dedicatoria.
Sus compañeros de equipo eran demasiado bulliciosos, demasiado alegres , algunos más peculiares que otros, pero lo suficiente como para que la fiesta que solo era de unas cuántas personas se transformará en algo muchísimo más grande.
No supo porque habían más chicas de las que recordaba bailando a su alrededor. Tomó la cintura de su mejor amiga para acercarla a él, estaba ebrio, demasiado. Seguro que tendría resaca pero no le importaba, en ese momento. Solo estaba disfrutando de las sensaciones del momento. Colocó uno de los mechones castaño tras su oreja porque claramente le estorbaban a Ochako. Ella agradeció con la mirada y siguieron bailando un poco antes de que entre balbuceos de borracho le preguntara a ella sobre la identidad la compañía femenina que estaba revoloteando a su alrededor.
Uraraka tampoco supo que responder. Así que estallaron a risas que a Midoriya le supieron a gloria. También estaba más ebria de lo que podía recordar. Seguramente Iida la había dejado ser porque Izuku necesitaba de eso. Y en un acuerdo silencioso los chicos —menos Denki y Kiri— habían moderado su consumo de alcohol para hacerse cargo de los posibles bultos que se volverían más tarde.
La noche era larga, pero alcohol lo marea. No sabe en qué momento se ha separado de su grupo, pero está tan ebrio que poco le importa. Las luces se prenden y apagan al son bit del reggaetón sucio. Sigue bailando solo. Contonea es las caderas y unos dedos traviesos se comienzan a deslizar sobre su brazo. También están bailoteando sobre él. La yema del anular sube despacio, hasta su cuello. Intenta ignorarlo, seguir en lo suyo porque poco le interesa. Alguien está detrás de él acercando peligrosamente, siguiendo su ritmo.
Es más alto que él, y el intruso deja una caricia leve sobre sus labios que logra arrebatarle un suspiro. Se quedan así unos momentos. Perdido entre la multitud, alejados de sus amigos, en un mundo que podría ser rojo tinto. Izuku no puede verle la cara pero sabe que es un hombre, sus manos le delatan. Está tras su espalda, siente la respiración en su oreja. Voltea despacio y sus ojos se abren al ver de quién se trata.
Pocas veces le ha visto. Su boca se abre un poco y vuelve a cerrar, después abrirla de nuevo, buscando las palabras adecuadas que se niegan salir porque tiene la lengua hecha nudos. Le ha visto unas cuantas veces, tal vez han compartido clases pero no recuerda su nombre o quizá es que está demasiado borracho para hacerlo.
Sus ojos repasan su rostro. Es pálido, rasgos finos, labios delgados pero suficientemente carnosos, son rosa palo. Izuku cree que sus pestañas negras hace resaltar el ojo azul y combina bien con su ojo oscuro. Tiene una gran cicatriz que cubre gran parte de su cara. La piel rugosa, contrasta demasiado lo tersa que es lo demás. Tiene tentación de tocarla, pero se reprime.
Todoroki pasa su mano por la mejilla derecha de Midoriya. Con el pulgar repasa su belfo, es suave y le apetece probarlo; seguro que sabrán a alcohol. La quijada de Izuku es angulosa, Shoto se pregunta cuántos besos tiene que dejar ahí para llegar a esconder su nariz entre su cuello. Se relame los labios, pensó que ya estaba saciado, pero en un impulso de estupidez lo hizo acercarse cuando lo vio solo, lejos de quien lo acompañaban.
Izuku se siente mareado, «Creo que me he excedido de vodka» y las náuseas lo invaden. En cambio Shoto sabe muy bien lo que está haciendo, toma la nuca de Midoriya y corta la distancia entre ellos, es un beso lento, despacio, fogoso. Siente cosquillas arriba del estómago, sabe bien qué es la excitación del momento; hace que su entrepierna tome vida de nuevo. Siente anhelo cuando el otro se aparta, quiere besarlo con ganas. Quiere hacerlo explotar de placer bajo su cuerpo.
Las cosas no se van a quedar así. Reclama sus labios con más fiereza y sus manos tocan el culo firme y redondo de Midoriya. « Así que para esto sirve el voleibol». Joder, que si se lo coge se proclamará como un Dios en la universidad, porque ese hombre al que esta saboreando es intocable.
Siente sus palmas sobre su pecho. Lo empujan hacia atrás pero Shoto se aferra a él, aún así se rompe el beso e Izuku quiere escapar por donde cree que están sus amigos. Que iluso es si cree que lo va dejar irse ahora. Toma de la muñeca y le sonríe ladinamente. Nunca falla esa táctica para hacerlos caer entre sus redes, aún así la mueca que se le forma al otro en el rostro, no es del agrado de Todoroki.
Midoriya jala de su brazo, no estaba cómodo y las náuseas cada vez se hacían más presentes. No lo puede soportar más y no le dejan escaparse.
De nuevo no se reprime y deja caer todo el katsudon que había comido esa tarde. Justo en los pies del chico sexy con el que se acababa de dar lote.
Joder, que vergüenza.
Kacchan, ¿Dónde estás cuando te necesito?
No sabe si alguien más se dio cuenta, no puede con la pena. No lo miró a la cara de nuevo, solo salió corriendo en busca de aquellos con los que venía. Estaba muy ebrio y no lograba distinguir nada.
Trágame tierra y escúpeme en las playas de Cancún.
Cierra los ojos, a punto de resignarse a morir de un coma etílico y una sobredosis de "no quiero que sea mañana, y recordar lo que he hecho hoy". Una mano pesada cae sobre su hombro y da un respingo.
No voy a voltear, no voy a voltear, no voy a voltear.
— Jodido nerd, ¿Dónde estabas? Te he estado buscando
Esa voz..
Kacchan eres tú
Y las lágrimas llegan a sus ojos. Se avienta hacia él buscando el confort entre sus brazos. Pasando los propios por el cuello de su amig
— ¡Kacchan!
— ¡Qué asco, Deku! ¡Aléjate de mí! Apestas horrible, no me toques. Que horror, necesito desinfectarme.
Shoto se quedó ahí, inmóvil. Viendo con gran sorpresa lo que había ocurrido. El deseo sexual se había quedado completamente opacado con las ganas de cometer un crimen de odio. Le habían ensuciado sus vans nuevas. Siente el líquido traspasarse por la tela y sus dedos llenarse de la cosa viscosa y caliente. Se aguanta las arcadas para no hacer las cosas más grandes de lo que ya lo son.
Que asco, no lo soporta más. Quería vomitar también. ¿Qué se supone que haga? No sabe cómo proceder. Sus mejillas se calientan cuando unas nada discretas risas llegan a sus oídos. Sabe que está siendo la burla del lugar.
Joder, ahora huele a culo.
Quiere irse pero también siente que sus pies están pegados al suelo y le pesan. Mira al cielo, pidiendo paciencia que ahora no tiene. Respira profundo, aprieta los párpados y los puños también. ¿Cómo enfrentarse a lo que vendrá después? Sabía que Dabi lo estaba viendo. Lo supo cuando sintió su mirada taladrarle la nunca mientras besaba a Izuku.
Estaba plenamente consciente de que su hermano y su novio habían visto el espectáculo.
Joder.
Mira de reojo, y sí. Ahí están, retorciéndose a carcajadas sonoras, golpeando la mesa mientras Hawks coloca una de sus manos en el estómago y después se limpia la lágrima traicionera que se asoma por su ojo. Lo peor es cuando se da cuenta que Touya simula vomitar encima de su novio. Se regocijan de su sufrimiento.
Sus mejillas se colorean. Y la sed de venganza crece en él, y sus ojos se tornan rojos de furia pura. Sus sentidos ahora solo pueden pensar en una sola cosa:
Destruir a Midoriya.
Oh, no Izuku. Voy a pisar tu corazón lo suficiente como para que pagues esta mierda.
N/A:Hola! ¡Bienvenidxs sean todos a esta nueva historia! Me emociona mucho traer algo nuevo. Les juro con la mano en el corazón que voy a actualizar. JAJAJA.
Esta historia es cliché ? Sí, lo es. ¿Por qué lo hago en lugar de continuar Douce Compagine? Porque Douce es una patada en los huevos, por eso. Cada que escribo un capítulo esa historia termino como Denki después de usar un ataque de 1 millón de voltios.
Pero bueeeno, esto no va a ser complicado, al menos eso no es lo que pretendo, en serio. De verdad que para mí está siendo muy divertido escribirlo. Así que disfrútenlo tanto como yo lo estoy haciendo.
Tal y como les he dicho en otras ocasiones, no me gustan taaaanto el headcanon que hay de Izuku súper masita, así que no lo esperen aquí. Es un joven de 20 años — casi 21—, así que no se sorprendan ¿Ok?
Quiero agradecer a varias personitas aquí, pero sobretodo a Kari —que está tan emocionada con esta historia llena de nuestros headcanon—, Sally, Nadia, Jessikk, Viri y Karlita. 3 Joder, muchas gracias por creer taaaaaaaaanto en mí y en mis letras. No podría tener mejores amigas, de verdad por ayudarme tanto en estos meses taan negros para mi escritura.
