El punto de partida de esta historia está en el capítulo de The closer 7x08 Death warrant. Es AU, así que no busquéis mucho parecido con los hechos de la serie, ni con los de Major Crimes, aunque de forma puntual haré alguna referencia. Un saludo a todos los que os toméis el tiempo de leer este modesto fanfiction.
1.
Sharon Raydor aprovechó que le acababa de entregar unos informes a la subjefa Johnson para ir a la sala de descanso de Grandes Crímenes a hacerse un té. Su mezcla preferida se había acabado en la sala de su división y un par de casos muy seguidos, combinados con su labor casi constante de vigilancia de la subjefa y sus hombres, había hecho imposible ir a comprar más. Apelando a la justicia poética, había decidido que les "robaría" una taza de té aquel día. Además, les había ayudado a capturar un sospechoso, así que se lo había ganado, ¿no? Sharon sonrió. Hacía tiempo que no se veía envuelta en una persecución y aún más, disparando a un sospechoso, aunque fuera con munición no letal. Era refrescante poder dejar por un día su trabajo de despacho y salir a la calle, haciendo una labor policial más "tradicional" y no estar todo el día auditando a la división que más pleitos acumulaba, de todo el departamento de policía de Los Ángeles, gracias a la sabandija de Goldman y su topo.
Así que se hizo su té preferido y se apoyó en uno de los muebles, dando el primer sorbo y saboreándolo con calma.
Andy Flynn abrió la puerta de la sala de descanso y se quedó boquiabierto ante lo que estaba viendo: la capitana Sharon Raydor, la Reina de Hielo, la Bruja malvada del F.I.D., con los ojos cerrados, relajada y con una cara de absoluta felicidad con una taza en la mano. Se paró en seco pensando en lo erótico del momento, pero enseguida dio un respingo desechando la idea. No es que no se hubiera fijado nunca en sus piernas o que no la encontrara atractiva, pero eso era otra cosa. A pesar de no importarle mucho con quién saliera si era mujer y guapa, nunca había visto a la capitana de esa forma. Hasta ahora. Flynn negó con la cabeza y apartó esos pensamientos de su mente. Decidió carraspear para dar a conocer su presencia ya que Raydor parecía no haberse dado cuenta de que acaba de entrar en la sala.
Flynn vio cómo abría los ojos sorprendida y en menos de un segundo recuperaba su compostura, proyectando su actitud de seguridad y autoridad habituales. Estaba seguro de que había visto algo que muy pocos habían alcanzado a ver fuera de su círculo más cercano. Había descubierto un pequeño secreto de Sharon Raydor, el segundo, después de ver su destreza disparando. Y le gustaba. Sonrió y la capitana lo miró entrecerrando los ojos, sin fiarse de la autenticidad de su sonrisa.
- Venía a por un café, no esperaba encontrarla aquí.
Sharon lo miró fríamente. Flynn hizo una mueca y levantó las manos, intentando aplacar su enfado.
- Lo siento, capitana, eso no ha sonado bien.
- ¿Usted cree?
- Lo que quería decir es que no estoy acostumbrado a verla aquí y después de ver cómo dispara, nada más lejos de mi intención que ofenderla.
Flynn vio que la capitana se relajaba un punto y que su enfado se disipaba.
- Disculpas aceptadas, teniente. Y ahora, si me disculpa... - dijo separándose del mueble y empezando a caminar hacia la puerta.
- Capitana, si me permite... - Sharon se paró y lo miró.- Solo quería decirle que el disparo de hoy ha sido impresionante. No sabía que disparara usted tan bien.
Sharon lo observó sin saber qué decir. Era la primera vez en mucho tiempo que alguien, fuera de su división o de sus mandos, la elogiaba por su trabajo. Y era lo último que esperaba oír de uno de los oficiales con los que más había tenido que lidiar en toda su carrera profesional, un oficial que no había dudado en ponerle motes de lo más edificantes, por decir algo.
- Por eso, quería pedirle un favor - continuó Flynn. Raydor lo volvió a mirar con frialdad, no estaba segura de si le estaba tomando el pelo.
- Está caminando por una línea muy fina, teniente - le advirtió.
- No, no, capitana, no me malinterprete. Lo que le voy a pedir es algo totalmente respetuoso y nada raro. De hecho, le pido que si le incomoda, diga que no.
Sharon seguía a la defensiva y su postura rígida con los brazos cruzados, a pesar de tener la taza en una de sus manos, así se lo hizo ver a Flynn. Aún así, asintió para que continuara hablando. Le estaba escuchando, pero su paciencia podía acabarse en cualquier momento.
- Quería pedirle que me avisara la próxima vez que vaya a practicar tiro. Así podré fijarme en cómo lo hace y quizás encontrar la forma de mejorar mi puntería. Incluso me podría dar algún consejo después de verme disparar, capitana.
Sharon lo miró incrédula. ¿Quería ir con ella a algún sitio? ¿Los dos juntos en el campo de tiro? ¿Él, que la despreciaba y odiaba?
- ¿Es una broma, teniente? ¿Necesita ir a otro seminario de sensibilidad? - le preguntó sonriendo fríamente.
- No, capitana, hablo totalmente en serio. Por favor, escúcheme - le pidió. - ¿De quién voy a aprender? ¿De Provenza? No, prefiero hacerlo de los mejores. De hecho, como le dije antes, puede negarse. No me ofenderé ni nada por el estilo.
Sharon seguía sin creerse lo que estaba oyendo, pero tal y cómo se estaba explicando Flynn, podía ser verdad, no parecía estar bromeando. Decidió concederle el beneficio de la duda.
- Lo pensaré, teniente - dijo retomando su camino hacía la salida de la sala.
- Con eso me basta, capitana. Muchas gracias - dijo en tono sincero.
Cuando Sharon Raydor llegó a su despacho, seguía dándole vueltas a su conversación con Flynn. Seguía sin creerse del todo lo que le había dicho, sorprendida de que alguien de Grandes Crímenes quisiera ir con ella a alguna parte de forma voluntaria, pero por su tono serio parecía que estuviera diciendo la verdad. De hecho, había tratado con él muchas veces y lo había acabado conociendo bien. La bebida y su pasión por su trabajo lo había llevado a veces a extremos, pero siempre había sabido reconducir su actitud y ella le había permitido continuar en el cuerpo. Sharon sabía que era un buen policía, a pesar de la gruesa carpeta que había en los archivos de su división con su nombre. La próxima vez que fuera a practicar, se lo diría, aunque hasta que no lo viera en el campo de tiro, no se creería ese interés repentino por ella y su puntería.
