Necesitaba un plan y lo necesitaba rápido.

Asintió con la cabeza, ganando un poco de tiempo mientras sorbía el té de hierbas que solía ordenar. Era consciente de las analíticas miradas que le dedicaban sus primas, pero dejarse llevar por los nervios no la llevaría a ningún lado.

- Lorcan es cosa del pasado – Aseguró Lily Potter con un tono tan tranquilo que la sorprendió internamente. Apoyó la taza de té humeante en la mesa, animándose a levantar la mirada – Lo verdaderamente incómodo sería que alguien mencionara a mi ex novio frente a mi cita.

- ¿Cita? – Preguntó Dominique sin ocultar la sorpresa que le generaba la idea - ¿Estás saliendo con alguien?

Por un demonio, Lily Potter ¡Detente! ¡No sigas!

- ¿No lo mencioné? Últimamente estoy muy despistada – Bromeó la pelirroja encogiéndose de hombros, ignorando totalmente la voz del sentido común que le rogaba detener aquella mentira.

- Realmente es extraño que olvidaras mencionarlo – Dijo Rose con suspicacia. A diferencia de Dominique quien la miraba con los ojos abiertos en señal de total incredulidad, Rose tenía los ojos entrecerrados como si pudiera olfatear la mentira - ¿Hay algo que nos estés ocultando?

- ¿Yo? ¿Por qué habría de ocultarles algo?

Eso es, Lily. Responder una pregunta con otra pregunta no es nada sospechoso.

El silencio que siguió sus palabras pudo más que ella. Su cuerpo comenzó a responder y los nervios empezaron a ser evidentes. Ocultó sus sudorosas palmas sobre las piernas y tuvo que morderse la mejilla interna para no caer en la tentación de salir corriendo del lugar.

- Realmente eres lista – Alagó Lily a su prima con hipocresía – No les mencione nada a propósito. La razón es sencilla e infantil, como son muy unidas a Lorcan temía que terminaran diciéndole algo.

- ¡Eso es absurdo! – Exclamó Dominique llevándose una mano al pecho. Aunque a decir verdad no era la más indicada para indignarse por una acusación así – Tú eres nuestra prima y la sangre es más espesa que el agua ¿No es así, Rose?

- ¿Quién es tu novio? – Preguntó la ojiazul aun mirándola con un poco de desconfianza, e ignorando las palabras de Dominique.

- No lo conocen – Mintió rápidamente – Pero si lo hicieran entenderían que Lorcan está más que enterrado.

- ¿Es tan impresionante? – Interrogó la rubia del grupo.

- Mucho más apuesto que los gorilas que acostumbramos ver, Dom. Si lo conocieran, entenderían – Respondió Lily levantando el mentón.

Tanto Dominique como Rose cambiaron de expresión ante esa respuesta. Lucían satisfechas y eso era suficiente como para que Lily diera por vencido el desafío.

- ¡Debes llevarlo a mi fiesta de cumpleaños! – Exclamó Dominique sin poder esconder su excitación. Y así, tan fácil, la sonrisa de Lily desapareció.

Eso ganas por mentir, enana pelirroja.

- No, yo… No es muy serio…

- ¿No son novios? – Preguntó Rose frunciendo el ceño.

- ¡No! ¡Si! Claro que lo somos, pero es la primera vez que conocerá…

- Mejor en una fiesta que en una cena con tus padres – Interrumpió Rose, mofándose de ella - ¿Tienes fotos?

- ¿Fotos? – Repitió Lily, sintiendo de repente había bebido agua de alcantarilla en lugar de té.

- Fotografías digitales que le sacaste con el celular – Se burló su prima con aires de superioridad.

- Él es tímido…

¿Tímido? ¿En serio?

Sus dos primas la miraron extrañadas. La excusa era tan pobre que ni la persona más crédula caería en ella.

¡Rápido Lily, reparación de daños!

- No me refería a que él sea tímido, me refiero a que no se verá nítido. Casi no tengo batería…

- No importa, ¿cuál es su usuario en Ins…? – Comenzó a decir Dominique mientras desbloqueaba rápidamente la pantalla de su móvil.

- ¡Debo irme! – Exclamó la pelirroja, interrumpiendo a su prima – Tengo mucho trabajo.

- ¿Trabajo? – Preguntó la rubia extrañada.

¡Perfecto! ¡Olvida que Dominique es prácticamente tu jefa! Eso no levantará sospechas.

- ¿Trabajo? Quise decir baño – Contestó Lily riendo nerviosamente.

- Hay un baño acá… - Murmuró Rose señalando el camino hacia los sanitarios de la cafetería.

- No me gusta sentarme en baños públicos – Se excusó recogiendo su bolso torpemente – Ya saben… higiene, infecciones, luego el ginecólogo te hace preguntas incómodas y… Será mejor que me vaya rápido si quiero llegar temprano a la oficina. ¡Nos vemos luego!

- ¡No olvides llevar a tu galán a mi fiesta de cumpleaños! – Se despidió Dominique.

- ¡Y envíanos una foto cuando tengas batería! – Pidió Rose, despidiéndose con la mano.

Salto un gemido lastimero mientras agitaba su mano para salir del local cuanto antes. Una vez fuera pudo comprender la magnitud de la estupidez que acababa de cometer.

- Bien hecho, Lily – Murmuró con sarcasmo.

Caminó en dirección al parque más cercano para esconderse en una de las bancas. Necesitaba estar sola, aclarar su mente e idear una salida para el problema en el que se había metido.

Lo más sensato sería afrontar la realidad y confesar a sus primas que no tenía ningún novio atractivo, que se había dejado llevar por la presión del momento y que en realidad seguía enamorada de Lorcan Scamander a pesar de que éste, sin el menor arrepentimiento, hubiera cortado con ella tan solo un par de meses atrás… Pero por algún motivo afrontar la realidad no le parecía tan digno.

Después de todo, ese gran embrollo comenzó por una simple pregunta: ¿Está bien si invito a Lorcan?

Dominique se lo había preguntado con cierto temor. Era claro que la rubia quería a su amigo en su fiesta de cumpleaños, y que la pregunta fue hecha más por educación que por interés de cómo se sentía. Entonces, si decía la verdad e impedía que su ex asistiera a la fiesta de una de sus mejores amigas, solo ganaría la humillación de ser la perdedora en esa ruptura amorosa.

Para colmo ahora se encontraba atada de pies y manos con una cuerda invisible de falsa madurez. ¿Decir la verdad y que Lorcan sepa lo patética que era? ¿Seguir con la mentira hasta, eventualmente, superar a su amor de infancia?

Sí, la opción dos era mucho más tentadora, pero también irreal. Una parte de ella sabía que no podría seguir con esa ridícula mentira para siempre.

Suspiró con cansancio y se levantó del asiento. Comenzó a caminar hacia su oficina como si estuviera dirigiéndose a la guillotina. No le atraía para nada la idea de enfrentar la realid…

Mucho más apuesto que los gorilas que acostumbramos ver…

Era alto, con el cabello platinado, ojos grises, rasgos aristocráticos. Era tan impresionante que podía competir con Lorcan… si ignoraba el hecho de que llevaba una camiseta chamuscada y pantalones desgastados. El hombre caminaba con paso tenso hacia la estación de bomberos que daba frente al parque, y por la ropa que llevaba supuso que trabajaba allí.

Sin saber bien qué la movía, siguió al llamativo bombero hasta quedar a un metro de distancia.

Sin saber bien cómo era capaz de ello, sacó el móvil de su bolso y apuntó la cámara al sujeto, esperando que diera vuelta para enfocar su rostro.

Sin saber bien por qué sus padres no le dieron más de dos neuronas al nacer, observó con horror el flash de la cámara que enceguecía momentáneamente al bombero para atraer toda su atención.

Mierda.