La hija del señor Whitlock

—Esto es terrible —murmuró una afligida voz femenina.

—Lo es, Molly. Pero ahora lo único que podemos hacer es darle nuestro apoyo.

Molly se sentó en el sofá de su sala de estar, sacó un pañuelo de su bolso y se secó las lágrimas, mientras que su esposo dejaba en el suelo al gato color jengibre.

Arthur y Molly Weasley recibieron una lechuza de parte de Minerva McGonagall a primera hora de la mañana, donde le informaba sobre el lamentable ataque a los Granger. Los esposos Weasley no hemos esperado más, se han alistado rápidamente y se han puesto en contacto con la profesora de Transformaciones.

Después de que Minerva y ellos hablaran, se dirigieron a San Mungo. No pudo verla porque en ese momento Hermione Granger estaba siendo atendida por los sanadores. Y cuando finalmente pudo pasar para verla, ella estaba inconsciente.

—Pobre niña, se ha quedado sola.

No está sola, Molly, nos tiene a nosotros y Harry fuente Arthur Weasley pasando un brazo por encima de los hombros de su esposa.

—¿Hasta cuándo vamos a soportar esto, Arthur? ¡Es horrible!

Se escucharon unos pasos bajando las escaleras. Eran los últimos cuatro hijos de los Weasley: Fred, George, Ron y Ginny.

—Mamá —dijo Ginny—, ¿dónde estabas? —Luego observó a su padre—. Papá, ¿no se supone que a estas horas deberías estar en el Ministerio?

—Me dieron permiso para poder faltar medio día —respondió Arthur.

Ginny asintió un poco confundida.

—¿Qué sucede? —Preguntó Ron al ver a su madre tan afligida—. ¿Y por qué Crookshanks está aquí? —dijo notando al gato sentado cerca del sofá.

—Es Hermione...

—¿Qué le pasó? —Gritó Ron interrumpiendo a su madre. Molly estaba tan apenada que ni siquiera tuvo ánimos para amonestar a su hijo.

—Hermione y su familia sufrieron un ataque… de los mortífagos.

—¡Oh! —Exclamó Ginny cubriéndose la boca con la mano derecha—. ¿Y cómo se encuentran? ¿Acaso… murió…?

—¡Cállate, Ginny! —Grito Ron.

Ginny frunció el ceño. Y los gemelos se miraron el uno al otro.

—Los padres de Hermione murieron, pero ella está en San Mungo, aún está inconsciente.

—Se quedó huérfana… igual que Harry… —susurró Ginny, sus ojos estaban llenos de lágrimas.

—¿Y cuándo se recupere? ¿Qué pasará con ella? —Preguntó George.

—Tal vez la lleven a un orfanato sino tiene más familia —respondió Fred.

Ron empalideció.

—¡No! ¡Eso no! ¿Tiene que haber otra solución? —dijo Ron.

—Tal vez podrían adoptarla, mamá… papá… —suplicó Ginny—, yo podría compartir mi habitación con ella.

—No es tan fácil, Ginny —dijo Arthur, quitándose las gafas y limpiándola con un pañuelo—. Primero tienen que averiguar si Hermione tiene más familia para que puedan hacerse cargo de ella.

—¿Y sí tiene tanta mala suerte como Harry? —dijo Fred.

—Y le toca una familia mezquina —continuó George.

—¡Cierren la boca ustedes dos! —Gritó Ron, ahora con el rostro rojo por la ira.

—¡Ya basta, Ron! —Lo amonestó Molly.

Ron murmuró algo por lo bajo.

—¿Podemos ir a verla, mamá? —Preguntó Ginny.

—No creo que sea posible ahora, querida —respondió Molly—. Hermione esta inconsciente por un fuerte golpe que sufrió en la cabeza.

—¡Por favor! —Rogó Ron.

Molly miró a Arthur, y este asintió.

—Hoy no podemos —dijo, Ron estaba a punto de protestar, pero su padre volvió a hablar—. Pero mañana a primera hora sí.

Ron y Ginny aceptan en regañadientes.

•••

En una antigua casa —que más se podía catalogar como mansión— de tres pisos, ubicada en el bosque, donde nadie podía curiosear, habitaba una extraña familia. Estos eran muy pálidos y con una belleza hipnótica. Esta familia estaba conformada por siete miembros: los padres y sus cinco hijos.

Esta familia eran los Cullen. Carlisle era el médico del pueblo, su esposa Esme era ama de casa y sus hijos: Edward, Emmett, Rosalie, Alice y Jasper; eran unos buenos chicos, nunca se metían en problemas. O por lo menos esta era la fachada que mostraban al pueblo, nadie sospechaba algo raro sobre ellos.

En ese momento Carlisle y Esme se encontraban en el despacho del primero, platicando. Alice y Rosalie se encontraban sentadas en el sofá de la sala de estar comparando unas revistas de moda, Emmett y Jasper se encontraban completamente concentrados en un juego de ajedrez y por último Edward estaba revisando unas partituras sentado en el banco cerca de su piano de cola .

Todos estaban muy concentrados en sus labores, así que ya se podrá imaginar su sorpresa —sobre todo Alice, el cual tenía el don de ver el futuro— cuando escucharon sonar el timbre de su casa. Nunca nadie tocaba el timbre de su casa, ya que no recibían visitas, salvo de sus primas de Denali, pero estas siempre solían llamar para avisar antes.

La pequeña vampira, Alice, se puso de pie con el ceño fruncido, tratando de ver el futuro, pero por primera vez, no pudo visualizar nada. Su pareja, Jasper, el vampiro de cabellos rubios miel y rizados al instante se posesionó junto a ella al sentir su estado de ánimo.

—¿Qué sucede, Alice? —Cuestionó—. ¿Quiénes son? ¿Significa problemas?

Alice seguía con el ceño fruncido.

—No lo sé exactamente —dijo la pequeña vampira—. No puedo ver nada.

Al instante de que Alice diera esa respuesta todos los miembros de su familia se reunieron en la sala, con rostros consternados. No entendían, Alice siempre podía ver lo que pasaría.

El timbre volvió a sonar.

—Creo que lo primero sería abrir la puerta —dijo Carlisle.

Y eso fue lo que hizo, abrió la puerta y se encontró con tres personajes extrañamente vestidos.

El hombre de la izquierda tenía el cabello negro azabache, liso y corto, piel clara y ojos marrones, de rostro serio, y estaría en sus treinta y pocos; vestía con un pantalón marrón, camisa beige con un chaleco y finalmente tenía una túnica roja con una placa de «A». Una mujer mayor, con un moño apretado y lentes, llevaba puesto un vestido verde musgo y una túnica negra; y, por último, el hombre de la izquierda, era bajo, calvo, regordete y con una barba larga, vestía de una manera similar al primer hombre, solo que este llevaba una túnica azul marino.

—¿Casa de los Cullen? —Preguntó la mujer.

—Sí —respondió Carlisle.

—¡Gracias a Merlín! —Exclamó el hombre regordete—. ¿Podemos pasar? —Preguntó educadamente—. El asunto que vinimos a tratar es muy delicado.

Carlisle asintió con la cabeza y se hizo a un lado para dejarlos pasar.

—Por favor, síganme —guió Carlisle.

Carlisle ingreso a la sala seguido de las tres personas de vestimenta extraña.

—No creo que esto sea inteligente. Invitar a pasar a tres desconocidos —susurró Edward, hablando rápidamente.

—Tengo que estar de acuerdo contigo —susurró Rosalie.

—Son solo tres humanos, ¿qué daño podría causarnos? —Murmuró Emmett.

Los tres personajes no escucharon el intercambio de palabras, así que no se sentirían ofendidos.

—Por favor tomen asiento —les indico Esme.

Los tres personajes se sentaron en un sofá blanco de tres cuerpos. Y lo que más sorprendió a los Cullen, aparte de su vestimenta, fue que ninguno de los tres parecía embelesado con su belleza.

—¿Puedo ofrecerle algo de beber? —Preguntó Esme.

—No, muchas gracias —respondieron los tres al unísono.

La mujer fue la primera en hablar.

—Susan Vaughan —se presentó, todos notaron que la mujer tenía acento británico—. Del Departamento de Seguridad Mágica Británico.

—Jack Hamilton. Auror —se presentó el hombre de túnica roja, también con acento británico.

—Nicholas Miller —continuó el hombre regordete y de larga barba, también británico—. Del Departamento de Cooperación Mágica Internacional.

—¿Qué? ¿Magia? —dijo Emmett con una sonrisa burlona.

Hamilton, el auror, frunció el ceño ante la burla de Emmett.

—¡Emmett! —Amonestó Esme.

—Por favor disculpen a mi hijo —pidió Carlisle, aunque él también estaba intrigado por lo que dijo el grupo—. Soy Carlisle Cullen —se presentó el rubio—. Ella es mi esposa Esme.

La mujer con rostro en forma de corazón y cabellos color caramelo asintió hacia los recién llegados.

—Y ellos son mis hijos —continuó Carlisle—: Edward, Rosalie, Emmett, Alice y Jasper —los fue señalando uno por uno.

Los cinco estaban juntos detrás de Carlisle y Esme. Edward se masajeó la sien.

—¿Qué sucede? —Preguntó en un susurró Jasper al percibir su decaimiento.

—No puedo leer sus mentes —respondió de igual manera Edward.

—¿De ninguno? —Preguntó Emmett.

Edward negó con la cabeza.

—Y yo no puedo ver su futuro —susurró Alice.

Rosalie se volvió hacia Jasper, esperando que él dijera que tampoco podía sentir sus emociones.

—Sí puedo percibir sus emociones —respondió Jasper a la pregunta no formulada de su hermana—: el de la túnica roja está enojado e impotente. La mujer está preocupada y esperanzada. Sin embargo, el otro hombre está tranquilo.

—¿Jaspe? —dijo la mujer observando fijamente al rubio.

El aludido se sintió incómodo ante la mirada que estaba recibiendo.

—Entonces —dijo el hombre de la túnica roja—, es usted al hombre al que estamos —se puso de pie y dio dos pasos hacia adelante—. ¿Es usted el señor Whitlock? ¿Jasper Whitlock? —Preguntó.

Y una vez más los Cullen quedaron sorprendidos, ya que nadie usaba el apellido humano de Jasper. En Montana, él era un Hale, el hermano gemelo de Rosalie.

Jasper frunció el ceño.

—¿Es usted el señor Whitlock? —Repitió Hamilton.

—Si. —Su afirmación no fue amable, ya que no le gustaba nada esta situación—. ¿Puedo preguntar por qué me buscan?

—Por supuesto, señor Whitlock —respondió serenamente Miller—. Pero antes empezar seriamente con esta conversación. Déjenme aclararle algunos puntos, ya que al parecer no han comprendido —se dirigió a todos, centrando su mirada en Emmett—. La magia existe, señores. La magia, los magos y las brujas. Así como existen ustedes —hizo una pausa—, los vampiros —los siete vampiros se quedaron en shock—. Aunque su manera de vivir tan civilizada, me parece extraordinario.

—¡Nicholas! —Exclamó la mujer, Susan—. ¡Sé respetuoso!

—Lo siento —dijo el hombre y parecía verdad avergonzado.

—¿Sabe lo que somos? —Preguntó Carlisle saliendo de su estupor.

—Una simple vista puedo saber lo que son, señor Cullen —respondió esta vez Hamilton—. He tratado con vampiros con anterioridad.

Carlisle asintió con la cabeza, no queriendo saber con cuantos vampiros más se había relacionado, aunque si todavía estaba vivo, seguro que había sido vegetarianos.

—¿Y… ustedes son… magos —cuestionó Alice observando a los hombres— y una bruja? —Ahora su vista dorada se posó en la mujer.

—Eso es correcto, señorita ofrece Susan y para dar a constatar un hecho metió la mano dentro de su túnica y sacó una varita—. Y esto es una varita mágica, nos permite canalizar nuestra magia —hizo un movimiento con su varita apuntando hacia su túnica y está cambio de negro a gris; otro movimiento de su varita y la túnica recupero su color original. Solo Emmett murmuró un: «¡Guau!». al presenciar magia de verdad—. Bien, ya que las aclaraciones fueron hechas. Puedes continuar, Jack.

El auror asintió con la cabeza.

—Muy bien, señor Whitlock, antes de empezar a contar esta historia debe saber qué hace una semana una pequeña bruja y su familia fueron atacados por magos oscuros. Asesinaron a los padres de está bruja y ella resultó herida. Cuando mi escuadrón y yo llegamos a su casa, fue demasiado tarde… por lo menos para los padres de ella —hizo una pausa, y Jasper pudo percibir la ira y la impotencia con más intensidad—. Su casa ardía en llamas, gracias a Merlín pude salvar a la bruja.

—Pobre niña —se lamentó Esme sintiendo compasión por la desdichada bruja en cuestión.

—Es realmente lamentable, pero ¿eso qué tiene que ver conmigo? —Preguntó Jasper.

—Ahora lo sabrá, señor Whitlock —dijo el auror.

—Estamos seguros de que el autor intelectual de este ataque es el asesino en masa, Sirius Black…

—¿Sirius Black? —Interrumpió Emmett—. Lo vi en la CNN Internacional. Sirius Black, un loco, psicópata que se había escapado de prisión.

El auror asintió.

—Sirius Black en realidad es un mago, un mago oscuro, fiel seguidor del Señor Oscuro, el año pasado se escapó de prisión, Azkaban, una prisión mágica. Lo pusieron en las noticias, para que incluso los muggles se enteraran.

—Disculpe, podrían explicarnos, ¿qué significa la palabra «muggle» y sobre este «Señor Oscuro»?

Jack Hamilton volvió a tomar asiento mientras que su compañera respondía:

—Muggle, significa personas sin magia. Y lo único que puedo decir sobre el Señor Oscuro es que es… era realmente peligroso, tan peligroso que incluso los habitantes del Mundo Mágico no pronuncian su nombre. Lo llamaban: El Señor Oscuro, El Señor Tenebroso, El Señor de las Tinieblas, El Innombrable, El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado o Quien-Tú-Sabes. —Los vampiros notaron que mientras más nombres decía Susan, más pálida se iba poniendo—. Él era incluso más peligroso que Gellert Grindelwald —susurró.

—Lo bueno es que ahora él está muerto —dijo Miller.

Susan asintió, pero aún estaba pálida.

—¿En verdad está muerto? —Preguntó Edward, tratando nuevamente de leer la mente de la mujer. Sin resultados. Volvió a masajear su sien.

—Sí, está muerto —respondió el auror—. No sin antes sembrar miedo y dolor. Mató a familias enteras cuando no conseguía su apoyo, mató a muggles, a nacidos de muggles ya todo aquel que estaba en su contra —dejó escapar una risa amarga—. Y lo que no pudo hacer magos y brujas adultos y con experiencia… lo hizo un bebé de tan solo un año. —Los vampiros lo miraron con asombro—. Sí, así es, señores. Un bebé de un año terminó con la vida del Señor Oscuro. Aunque el precio que pagó fue alto… la vida de sus padres.

—Al igual que la bruja que mencionaste —dijo Esme.

—Sí, señora Cullen —respondió el auror dejar escapar un suspiro—. Sirius Black, uno de sus más fieles seguidores se escapó de Azkaban para seguir con la tarea de su señor: erradicar a todos los impuros y muggles.

—Pero, ¿por qué atacar a esa bruja y su familia? —Preguntó Alice.

—Porque esa bruja es nacida de muggles —respondió Susan—. O eso creíamos… —se quedó pensativa unos minutos—, y también es la mejor amiga de Harry Potter, el niño que vivió… el que derrotó al Señor Oscuro.

La sala de los Cullen se quedó en silencio, solo se podía escuchar tres corazones latiendo mientras la familia asimilaba la información.

—Insisto —dijo Jasper queriendo terminar con este extraño día—, ¿qué tiene que ver está bruja conmigo?

Jack Hamilton volvió a tomar la palabra.

—Esta pequeña bruja tiene mucho que ver con usted, señor Whitlock. Como lo explico antes Susan, se creía que Hermione Granger, este es el nombre de la bruja en cuestión, era hija de muggles, pero ahora que ha sido llevada a San Mungo, un hospital mágico, se le hicieron los exámenes pertinentes, dándonos a conocer que la señorita Granger es hija de una bruja mestiza llamada Jean Granger de soltera Black. Una media hermana de Sirius Black, al parecer Sirius descubrió el parentesco que él tenía con Jean… y quiso poner el ejemplo terminando con la vida de su hermana y de su familia.

—¡Qué horror! Pero si era su hermana…

—Los Black son bien conocidos por defender la pureza de la sangre, no permiten ninguna mancha en su sangre, no se relacionan con mestizos, nacidos de muggles y mucho menos muggles; y el que lo hace son desterrados de la familia. Los Black son una de las familias que practican la endogamia con tal de que su sangre no se vea manchada, incluso los padres de Sirius; Walburga y Orion eran primos segundos.

—Eso es perturbador —dijo Emmett.

—Jean se casó con Hugo Granger —continuó Hamilton—, un muggle. Pero Hugo no era el padre biológico de la señorita Granger. Ignoro si él sabía esto o no —guardó silencio unos minutos—. En estos exámenes se descubrió que el padre biológico de la señorita Granger es un no humano. O sea, un vampiro.

Jasper se quedó como una estatua, ya ni siquiera fingía respirar. ¿Qué estaban tratando de decirle?

Los demás miembros de su familia no estaban mejor que él.

—Y este es el momento en que tengo que hacer mi trabajo —dijo Miller—. Como lo mencione antes trabajó en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional. —Metió la mano en el bolsillo de su túnica y sacó lo que parecía una carpeta pequeña y su varita, hizo un movimiento con su varita y la carpeta tomó su tamaño normal—. El vampiro en cuestión era un humano ciudadano de los Estados Unidos, nacido en Houston-Texas en 1844, llamado Jasper Whitlock. La señorita Granger es su hija, señor Whitlock. ¿Ahora ve la relación que tiene con Hermione Granger?

—¡Eso no puede ser verdad! —dijo Jasper cuando encontró su voz—. Los vampiros no pueden tener hijos.

—Eso es verdad —aceptó Susan—. Una pareja de vampiros: macho y hembra no pueden concebir, pero una humana con un vampiro macho sí, aunque es peligroso para la humana, podría morir. Pero si una bruja y un vampiro macho tienen relaciones sexuales, lo más probable es que la bruja quede embarazada al instante, ya que la magia de la madre protege al óvulo fecundado desde el inicio. Y eso fue lo que le ocurrió a Jean Black ya usted, señor Whitlock.

Jasper apretó los puños con ira. Los demás pudieron percibir su ira y estaban preparados para detenerlo en caso de que Jasper no pudiera controlar al depredador que llevaba dentro de él.

—¡Es un artificio! —Gruñó—. Yo nunca engañaría a Alice. Yo nunca he conocido a ninguna Jean Black. No soporto estar rodeado de humanos y mucho menos me atrevería a intimar con uno.

Susan empalideció ante el gruñido y la voz tan dura. Jack Hamilton se puso de pie con la varita en la mano derecha.

—Jasper —intervino Carlisle—. Tranquilízate, hijo, todo debe tener una explicación lógica.

Nicholas Miller también se puso de pie, casi cubriendo con su cuerpo el de Susan.

—Lo siento —dijo con voz seria—, pero ¿acaso está insinuando que no he hecho bien mi trabajo? El padre biológico de la señorita Granger es el señor Whitlock.

—Aguarda un momento, Miller —dijo Hamilton sin quitar su mirada de Jasper—. Tal vez lo que el señor Whitlock dice sea verdad, tal vez Jean Black le lanzó un Obliviate después de su… encuentro. —Esa fue la palabra más sutil que decidió usar, en vez de decir: «sexo».

—¿Qué es un «Obliviate»? —Preguntó Carlisle.

—Es un encantamiento desmemorizante, puede borrar algunos o todos los recuerdos de la mente de una persona.

Alice que había estado muy pensativa todo este tiempo se volvió para centrar su mirada en los ojos de su esposo.