Prólogo
Aún cuando existan registros escritos, aún cuando existan canciones de las hazañas que se labraron al retornar a su patria y de los grandes logros que se obtuvieron al derrotar al temerario dragón, nadie quien viva en la Tierra Media puede (ni podrá) recordar lo que verdaderamente pasó allí. Sólo Ilúvatar y los Ainur conocen la verdadera historia pues ellos, por única vez, alteraron su curso para que los sucesos que a continuación narraré, no vuelvan a repetirse. Pues nuestro mundo y el de ellos están íntimamente ligados, pero ninguno está preparado para recibir al otro y viceversa.
Todavía el anillo estaba dormido en las aguas. Aún el Bosque Verde no había enfermado, nadie hablaba de la usurpación de la Montaña Solitaria, porque sencillamente no había dragón ni enfermedad del oro. Todavía el Rey Thrór gobernaba sin miedo sobre Erebor en la Tercera Edad y con él, su hijo y su nieto. Y todo esto, Aulë lo veía con buenos ojos, orgulloso de su creación. Pero su instinto de curiosidad lo llevó a mirar más allá del Vacío donde se había creado la Tierra Media, más allá de donde habitan las estrellas. Y lo llevó hacia un punto en la inmensidad en donde vio un punto de luz que tranquilamente se podría confundir con una estrella. La curiosidad de Aulë creció y descubrió que era una pequeña Hendedura. Ilúvatar, que habitaba en él, se hizo presente en su corazón y le susurró: -Detente, pues ese plano no está permitido pasar para ninguno de los seres que aquí habitamos, ni siquiera para los Ainur, porque he mandado a un hermano tuyo, a quien ustedes no conocen y que he dado vida para que mantenga la paz y la armonía de ese plano.
Y entonces Aulë preguntó:- ¿Qué seres habitan en ese plano? Porque tú, Ilúvatar, no creas nada sin un propósito.
-Mis designios en ese plano son totalmente diferentes al nuestro. Pero para que tu curiosidad quede satisfecha, te diré que en el mundo que allí gobierno, sólo existe una raza predominante: la humana. Pero también hay muchísimas bestias y plantas que aquí conocemos, y otras que son muy parecidas. Por tanto Aulë, te lo repito: nada de lo que esté en ese mundo pasará al nuestro y viceversa. Allí, por decisión mía, se habla de lo que aquí transcurre pero en apariencia de leyendas y cuentos para niños. Ese mundo que prospera según los designios de los hombres es una pequeña semilla que planté para preservar nuestra memoria y nuestro mundo.
Aulë quedó un tanto confundido por lo que Eru estaba diciéndole. Pero por amor a él, su curiosidad quedó enterrada en su corazón, pero prometió que él mismo defendería la Voluntad de Eru haciéndose que cumpliera. Y siéndole fiel, no habló con ninguno de los Maia sobre estas cosas a no ser que Eru así lo dictaminara.
Melkor no sabía que existía esa Hendedura en el vacío, a pesar de que había pasado mucho tiempo allí buscando la Llama Imperecedera, ni tampoco lo sospechaba. Pero un hecho que transcurrió en la Tierra Media hizo que agudizara sus sentidos y abandonara su lecho para volver al lugar donde había comenzado a generar sus propios pensamientos y malograr su existencia….
