Capítulo 60: Oclumancia


— ¿Harry? — se escuchó la voz de Snape, mientras éste entraba en la habitación, la que era suficientemente iluminada por las luces exteriores. — Sentí un flujo extraño de magia, y me di cuenta de que estás despierto… ¿Ocurrió algo malo?

Harry tanteó su mano sobre su mesita de noche, buscando sus lentes, antes de siquiera tratar de enfocar la mirada en su tutor. Se acomodó y se sentó bien sobre el colchón, intentando calmar su respiración.

— Yo… sólo fue un mal sueño — balbuceó, secándose el sudor de la frente antes de ponerse sus lentes.

— ¿Estás seguro? — insistió Snape, acercándose para sentarse a un costado del chico. — Sabes que puedes contarme si tienes algún problema…

Harry miró directamente a los ojos de su tutor por unos instantes antes de mirar hacia sus puños. No sabía qué decir ni cómo explicarlo, pero no era algo que podría mantener como un secreto por mucho más tiempo; necesitaba contárselo a alguien, y ojalá recibir algo de ayuda.

— Tuve… una visión… creo — trató de formular, frunciendo el ceño mientras buscaba las palabras exactas.

— ¿Una visión?

— Sí, creo que se puede llamar así — confirmó Harry. — Pero me ha pasado antes… En mi primer año en Hogwarts, me vi arrastrándome por un bosque. En segundo, me vi guiando a Ginny hacia la Cámara de los Secretos. Y ahora… vi que Peter Pettigrew me encontró en un bosque obscuro… — pero entonces el chico se congeló, recordando con mayor precisión su sueño, sintiendo un terrible temor proviniendo de su propio corazón. — O, mejor dicho… encontró a Voldemort…

Entonces el rostro de Snape perdió su característico semblante calmo. Levantó las cejas al tiempo que le temblaba el labio, intentando encontrar las palabras adecuadas para decirle a su pupilo.

— De acuerdo. Primero, quiero que te tranquilices… recuerda tus entrenamientos y respira profundo, calmando y dominando tu mente y tus sentidos — indicó, mostrando el ejemplo calmándose a sí mismo.

Harry asintió y respiró hondo antes de comenzar a dominar el ritmo de su respiración. Su semblante poco a poco volvió a la calma y su postura se relajó… y comenzó a sentirse mejor.

— Bien. Eso es — apremió el mayor. — Muy bien.

— Sr. Snape… ¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué veo estas cosas? — preguntó el chico, aún con preocupaciones en sus pensamientos.

— Creo que te mentiría si intentara darte una respuesta — dijo, frunciendo el ceño. — Sin embargo… bueno, es una teoría, y alguna vez escuché al Director Dumbledore mencionarlo, pero siempre dudé que fuera plausible hasta ahora…

— ¿Qué cosa?

— Aquel fatídico día… — dijo, tratando de mantener su compostura sobre los recuerdos. — Cuando Voldemort no pudo matarte, es posible que hayan generado algún enlace mágico; quizás por eso eres mucho más hábil en algunas cosas, e incluso tienes habilidades naturales que no deberías tener…

— ¿Como hablar pársel? — acotó Harry.

— Posiblemente… — respondió Snape. — La cuestión es que, al parecer, además, tienen un lazo mental… y eso podría ser muy peligroso. Tal como tú puedes ver en su mente, quizás él puede ver en la tuya.

— ¡Oh, no! ¡No! — comenzó a desesperarse el chico. — ¿Hay alguna forma de evitarlo?

— La verdad es que sí, y ya vas medio camino de lograrlo — le dijo su tutor, sonriendo al tiempo de darle una mirada llena de orgullo. — Lo que debes hacer es terminar de dominar tu propia mente; debes terminar los estudios de oclumancia.

Harry permaneció en silencio por unos momentos antes de agachar la mirada. Sabía lo que significaba, aunque no estaba seguro de cuánto le faltaba ni qué es lo que necesitaba… pero ahora tenía claro de que debía esforzarse por avanzar, y rápido.

— ¿Seré capaz de lograrlo? — preguntó, con vergüenza. — Últimamente no he podido dominar mis emociones, y usted ya me ha dicho que era requisito para el dominio de oclumancia — dijo, mirando nuevamente a Snape. — Últimamente estoy muy furioso o indeciso, e incluso las chicas me están poniendo nervioso… no sé si sea capaz de dominar la oclumancia…

— Oh, claro que serás capaz — le aseveró el otro. — Has demostrado ya ser capaz de un potencial mucho mayor de lo que tú mismo has creído, y has salido adelante en situaciones que cualquier otra persona ni siquiera se habría atrevido a intentarlo. Sé que, con algo de entrenamiento serio, serás capaz de terminar tu dominio de la oclumancia durante este verano — y sonrió a su pupilo. — Y, si te sirve de consuelo, dominar tus sentidos también te ayudará a evitar estar nervioso entre las chicas y dominar más tus instintos alrededor de ellas — concluyó, divertido.

Harry se sonrojó profusamente, como si su tutor hubiera descubierto algo muy íntimo suyo, y agrandó mucho los ojos al tiempo que apartaba la mirada.

— Ahora descansa, Harry. Mañana comenzaremos tu entrenamiento temprano — añadió Snape, antes de levantarse y dirigirse hacia la puerta.

A la mañana siguiente, después de un buen desayuno, Snape se llevó a su pupilo directamente al estudio. Tras revisar rápidamente un par de libros, se acomodaron en sus asientos, uno frente al otro, antes de comenzar.

— Bien, Harry, ¿puedes recordar qué es lo que has estado practicando hasta ahora? — preguntó su tutor, con serenidad.

— A controlar mi respiración y despejar la mente. Calmar mis pensamientos, tal como lo haría cuando estoy meditando — respondió el de lentes.

— Muy bien. Pero supongo que entenderás que esos sólo son los primeros pasos, ¿no es así? — continuó, a lo que el chico asintió. — Bien, entonces ahora comenzaremos a prepararnos para lo siguiente, y comenzar a crear las verdaderas defensas de tu mente.

Y, tras decir esto, Snape le indicó a su pupilo que se relajara y comenzara a despejar su mente, que meditara y mantuviera un centro, vaciando su mente de cualquier pensamiento sin importar lo que pudiera distraerlo. Una vez sintió que Harry logró lo que le pidió, comenzó a susurrar una serie de palabras en un idioma que el chico no podía entender, y puso su mano en la cabeza del menor, tocando el centro de su frente con su pulgar.

De un momento a otro Harry sintió que caía, como si se hubiera quedado profundamente dormido, pero al abrir sus ojos podía verse de pie en un espacio blanco, sólo acompañando de Snape, quien estaba frente a él con sus manos tomadas tras su espalda.

— Dónde… ¿Dónde estamos? — preguntó el chico, intrigado.

— A falta de una mejor terminología, esto podría decirse que es un espacio creado en el enlace de nuestras mentes — respondió el otro, con calma. — Usando un conjuro antiguo, apoyado por tu meditación, he podido ligar nuestros pensamientos en un espacio común… nuestro propio plano astral, por decirlo de alguna forma. Debes tener mucho cuidado de no perder tu centro ni romper la meditación, o podría ser una interrupción tan abrupta que nos causará más de algún daño — añadió al ver la emoción de su pupilo.

— De acuerdo. Pero… ¿Ahora qué? ¿De qué nos servirá? — preguntó Harry, respirando hondo para retomar su concentración.

— Servirá para que puedas profundizar y seguir mis instrucciones debidamente — respondió Snape. — Aquí aún estamos en las puertas de nuestras mentes… si yo quisiera, podría indagar fácilmente en la tuya — dijo, ante lo cual sus ojos brillaron y varios recuerdos al azar de Harry comenzaron a moverse como imágenes a su alrededor. — Pero, sin embargo, si tú quisieras, no podrías ver mi mente — y, diciendo esto, un sólido muro apareció tras él.

Harry comenzó a ver sus recuerdos, y rápidamente comenzó a avergonzarse de que estuvieran expuestos tan libremente.

— ¡Concéntrate! ¡Despeja tu mente! — ordenó su tutor, imponiéndose.

El chico asintió y volvió a respirar hondo, a calmarse… y, a medida que lo lograba, las imágenes de sus recuerdos fueron disipándose.

— Eso es… muy bien — apremió Snape. — Ahora, debes tratar de mantener ese estado mental todo el tiempo, en especial ante aquellos que sospechas que son capaces de leer tu mente…

—¿Y mis emociones? Sé que controlarlas es parte de mantener la mente despejada y los pensamientos dominados, eso me lo ha dicho… Pero dominar las emociones no es tan fácil… — acotó Harry, preocupado.

— Y es por eso que sé que pedir que estés siempre en dominio de ti mismo es imposible, en especial porque estresa y agota la mente, sin importar cuán entrenado se esté — respondió su tutor, frunciendo el ceño. — Es por ello que debes crear defensas mentales, estructurar tu interior, crear tu propio dominio.

— ¿Y cómo hago eso?

— No lo sé… es tu mente. Puedes hacer lo que quieras, imaginar lo que desees — comenzó a explicar. — Este muro que defiende mi mente es sólo parte de las verdaderas barreras que tengo. Podrías imaginar un castillo, si así lo quisieras.

— ¿En serio? ¿Algo así?

Y entonces, tras Harry, un enorme castillo de muros gruesos y compleja estructura neogótica se construyó en un santiamén. Estaba rodeado por un foso, y enormes torreones, semejantes a los de Hogwarts, decoraban sus muros interiores hasta donde llegaba la visa en un cielo imaginario.

— Puede ser, sí. Sirve como un ejemplo — respondió Snape. — Ahora, ¿dónde pondrías tus recuerdos?

— Quizás en un cuarto de tesoros, una bóveda… las mazmorras… ¡o una Cámara Secreta! — comenzó a pensar el chico, dejando su imaginación fluir.

— Podría ser, pero incluso así estaría mal hecho… porque tendrías todos en un mismo lugar. Si alguien lograse entrar a esa bóveda, podría encontrar todo lo que quisiera — dijo Snape, moviendo un dedo de manera educativa. — Si vas a construir un castillo, podrías perfectamente repartir todos tus recuerdos entre los distintos salones y torreones, entre puntos perdidos de las mazmorras, y finalmente en uno que otro cuarto oculto, hasta llegar a tu Cámara Secreta. Todos los recuerdos y secretos repartidos según su importancia y valor…

— ¿Pero no sería muy simple para alguien que pudiera deambular?

— Es por ello que debes crear trampas, distracciones, o incluso laberintos…

— ¿Trampas? ¿Cómo las puertas trampa de Final Fantasy? — preguntó Harry, a lo que rápidamente pasó a su lado la imagen de una puerta que se convertía en una monstruosidad, con brazos y dientes, cuando intentaban abrirla.

— Sí, excelente idea — sonrió Snape. — Pero no deberías detenerte allí. Cofres con monstruos, trampas aplastantes, espinas… tu mente es un mundo que se mueve a tu voluntad, y en su interior no tienes límites.

Ante eso, Harry se dio vuelta a mirar a su castillo, y pudo ver cómo se transformaba a sus designios, e incluso un enorme dragón descansaba sobre la estructura principal, rodeando una de las torres. De la fosa a veces se asomaban tentáculos como los del calamar que había en el lago de Hogwarts, además de un sinfín de detalles que le daban vida a su imaginación.

— Muy bien, Harry — dijo su tutor, poniendo una mano sobre el hombro del menor. — Creo que es suficiente por hoy… y ya es hora de preparar el almuerzo.

Diciendo esto, chasqueó los dedos de su otra mano, y ambos abrieron los ojos nuevamente en el estudio de su casa. El reloj del cuarto marcaba que era avanzado el mediodía.

Un súbito agotamiento se apoderó del cuerpo de Harry mientras que Snape se levantaba de su asiento y se dirigía hacia la cocina.

Durante los siguientes días, Harry se esforzó por concentrarse en meditar al punto de poder acceder mentalmente a su "castillo interior" para construir y organizar todo lo que quería en él. Al mismo tiempo, Snape se dedicó a forzar a que el chico aprendiera a mantener la compostura y adquirir naturalmente una calma lo más estable posible, especialmente sorprendiéndolo o diciendo frases despectivas, o a veces rematando con que el escape de Pettigrew era su culpa.

Poco a poco Harry se acostumbró a mantener una postura bastante más firme, un poco altiva incluso, hasta que finalmente Snape se dio por satisfecho con el avance logrado tras dos semanas de oclumancia práctica… y fue una suerte porque, una mañana, el hombre recibió carta enviada por el mismo Director.

— Oh, rayos… — masculló.

— ¿Ocurre algo, Sr. Snape? — preguntó Harry, mientras bebía algo de té.

— Este año no podré ayudarte con tus estudios, Harry — respondió el aludido. — Este verano tendré bastante que preparar…

— ¿Ah? ¿Y eso por qué?

— Porque este año Hogwarts fue seleccionado como la sede para el Torneo de los Tres Magos — zanjó Snape, con un semblante bastante sombrío.


Notitas (?) de autor

We're back!

Bueno, yo dije que era en enero o algo así... Y bueno, aquí estamos (?)

(no creía que llegaríamos tan lejos)

Pero... En fin, como decía, estamos de vuelta con la cuarta entrega de esta saga. Ya dejé indicada en las notas al final del tercer libro que esto se enfocaría más en el Torneo más que en la aparición del Cáliz de Fuego por razones obvias. Además, aunque no lo crean, hemos dedicado bastante más tiempo a esto, ya que se tiene que ir notando más la divergencia, ¿no?

No creo que por ahora digamos algo más, fuera de invitarlos a relajarse y disfrutar, ¿ok?

Saludos y nos vemos la próxima semana.